Resumen de la serie: Hideki Kaji es un cirujano famoso por su trabajo de cirugía laparoscópica, por lo que se ha ganado el apodo de "mago del laparoscopio". Es hábil pero codicioso, por lo que prefiere a los pacientes VIP. Debido a que eligió el dinero sobre el título y el poder, la progresión de su carrera ha sido más lenta que la de sus compañeros, sobre todo cuando la genio cirujana Michiko Daimon, también conocida como Doctora-X, destruyó su carrera. Este cirujano siempre deberá escoger entre hacer lo correcto como médico o seguir su amor por el dinero, ganándose tanto amigos como enemigos en el proceso. Hideki Kaji, también conocido como Doctor Y, cuyas únicas armas son sus habilidades laparoscópicas y su astucia... ¿Cuál camino tomará?
DOCTOR Y
LA CIRUGÍA MALDITA
. El doctor Hideki Kaji, convertido en el exitoso director de hospital Naro junto a los directores Michiko Daimon y Takashi Ebina, comenzará a ser perseguido por el fantasma de una joven paciente que murió durante una cirugía que él realizó en su pasantía 30 años atrás. Una vez que las agresiones comienzan a volverse físicas, la doctora Daimon deberá ayudarlo a calmar al fantasma vengativo de la chica antes de que todos queden atrapados en el limbo y el espíritu de Kaji ingrese al infierno junto a la de su expaciente.
Personajes: Hideki Kaji (58), Michiko Daimon (46), Akira Kanbara (75), Hiromi Jonouichi (43), Takashi Ebina (59), Mamoru Hara (48), Hikaru Morimoto (38).
Prólogo
Hace 30 años
atrás, en el Hospital Universitario de Totei…
Hideki Kaji,
un joven cirujano pasante de 28 años, salió como un rayo de la sala de cirugía,
con el rostro completamente blanco y las manos enguantadas llenas de sangre, a
las que observó con los ojos desorbitados hasta que profirió un grito de
angustia y se tomó de los cabellos mientras caía sentado al suelo, histérico.
En ese momento el cirujano principal salió de
la misma sala y se paró a su lado, mirándolo entre enojado y decepcionado.
—Levántese, doctor
Kaji —le ordenó.
El aludido no
respondió, permaneciendo aún con las manos en la cabeza, mirando fijamente el
suelo.
—Levántese y
deseche esos guantes ahora mismo. ¿No me oye? ¡Póngase de pie!
—… No puedo…
—Sí puede.
¡Hágalo! ¡De pie! ¡Sea hombre!
Entonces, la
ira de despertó en el muchacho, quien lo miró furioso desde abajo.
—¡Un hombre no
deja morir a una niña! ¡La matamos! ¡La asesinamos! ¡Usted debió haberla
salvado!
Colérico, el
cirujano lo tomó de la bata quirúrgica y los puso de pie de espaldas contra la
pared, mirándolo directamente a la cara. Sus ojos centellaban de furia.
—¿Se atreve a
acusarme, doctor Kaji? ¿Usted se atreve a acusarme cuando fue usted quien
sugirió este procedimiento quirúrgico? Nunca debí haberlo escuchado aún si
fueras uno de mis alumnos más aplicados, debí haber procedido a mi manera y
esto jamás hubiera pasado. Ahora tengo que cargar con la culpa de su error. Le
dije que no se tomara a esa paciente a nivel personal, que estas cosas pasarían
y debería acostumbrarse. ¡Se lo advertí y usted tuvo que encariñarse con ella! —Aflojó
el agarre—. Asamiya era una paciente más y tendrá muchos pacientes más de aquí en
adelante, todos serán iguales para usted, hágalo así y no tendrá que sufrir
cada vez que tenga la mala suerte de verlos morir. Nunca lo olvide.
Lo soltó al
notar que la rabia del joven había desaparecido para dar lugar nuevamente a la
depresión. Se sacó los guantes y los tiró al contenedor.
—También
deberé enfrentar un juicio por mala praxis… Bien hecho, doctor Hideki Kaji.
Y se fue de
allí, dejando al muchacho completamente destruido, quien se cubrió el rostro
con las manos y comenzó a llorar desconsoladamente.
—Suzume…
—murmuró quedamente.
—¡Suzume! —gritó
el ya maduro Hideki Kaji, incorporándose de golpe en la cama, con los ojos
abiertos de par en par.
Desconcertado,
miró a su alrededor hasta que logró reordenar su mente y suspiró.
Sólo había
sido una horrible pesadilla, un recuerdo del pasado que creía muerto y
enterrado.
Salió de la
cama, se puso las pantuflas y fue por un vaso de agua que se tomó frente a la
ventana de su departamento.
—Mañana será
el mejor día de mi vida —dijo—, y supongo que también será el tuyo, Daimon…
Todos nuestros esfuerzos serán recompensados nuevamente el día de mañana.
Sonrió con
desdén.
—Es curioso
que siempre esté mencionando a esa antipática mujer de alguna manera u otra…
Regresó al
dormitorio y se miró largamente en el espejo. ¡Qué viejo estaba!
Sonrió otra
vez, pero con tristeza.
—Solo y viejo,
pero con mucho dinero… Qué patético… Quizás debería pensar en casarme de nuevo pero
con alguna jovencita. Con dinero cualquier mujer aceptaría quedarse a mi lado…
—Sonrió, divertido—. Bueno, conozco a una que jamás lo haría…
Se llevó las
manos a las mejillas y sacudió la cabeza, suspirando fuertemente.
—¡Muy bien!
¡Olvídate de esas tonterías, Hideki Kaji! ¡Deja la depresión atrás que mañana
será un día extraordinario!
Se volvió a
acostar dispuesto a dejar atrás los pensamientos negativos, (eso incluía a
Michiko Daimon) y muy pronto se quedó dormido, sólo para despertar más tarde,
completamente aterrorizado.
Todo estaba
oscuro, demasiado oscuro, y le era imposible moverse, simplemente yacía sobre
la cama como si fuera un muñeco sin vida, sintiendo con horror cómo algo o
alguien estaba sentado pesadamente sobre él, quitándole el aliento.
Desde aquella noche en adelante, siempre a la misma hora, fue visitado por aquella atemorizante presencia, cuyo causante él identificó al poco tiempo y que, después de sentir todo el pánico que se permitió sentir, lo aceptó sin más como parte de la culpa del pasado que debía expiar. Lejos estaba de pensar que aquello muy pronto se saldría de control.
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