Novela ligera: Los Guerreros de Krystal -Capítulo 3- (Completo)

(Borrador del personaje "Alice Linee")


Geo está destinado a ser emperador de su reino y dios protector de la Tierra, pero el destino quiso que fuera traicionado por su gente y se viera obligado a huir al mundo que debe proteger, allí tendrá que buscar a quienes serán sus escuderos: los guerreros de Krystal, e intentar recuperar el trono usurpado. 

Género: acción, aventura, fantasía
Calificación: para mayores de 13 años
Publicación: 1 pagina cada lunes, miércoles y viernes.
Cantidad de palabras: variable
Duración: desconocida
Escritora: Gabriella Yu
Advertencia: está narrada al estilo del anime o manga.



LOS GUERREROS DE KRYSTAL

3

De cuando Geo está a punto de ser asesinado y Alice tiene un encuentro con Victor.
¡Los primeros enfrentamientos en el mundo humano!


La cena había terminado, también las burlas de su padre, los caprichos de su hermana menor, y las quejas de su madre. Cansada, Alice cayó de espaldas sobre su cama y permaneció en silencio con la habitación a oscuras. No podía quitarse de la cabeza la imagen del desamparado muchacho que había ayudado.
─¡Dios! ─Se sentó, furiosa─. ¡Esto no tiene sentido! ¡Ni lo conozco! ¿Por qué tengo que seguir preocupándome por él?
Prendió la lámpara de luz y miró su reloj de pulsera. Alice prefería usar ese artículo en vez de un teléfono celular porque, a su parecer, era más práctico y rápido para saber la hora y seguir leyendo.
Eran casi las doce de la medianoche.
Miró hacia la ventana. La tormenta había arreciado.
“Espero que haya encontrado refugio o regresado a su casa…”. ─Pensó preocupada, pues, muy en su interior, algo le decía que algo no estaba bien.
─¡Aaay! ¡Ya no lo soporto más! ─se restregó furiosamente la cabeza, dejando su cabello hecho un desastre.
Entonces see puso de pie, con una fiera determinación en su rostro.
─¡Iré a buscarlo!

***

Alice corría velozmente a través de la torrencial lluvia, cubriéndose el rostro con el brazo. Llevaba un piloto amarillo y botas de lluvia verdes. Maldecía su extraño interés por el muchacho desconocido pero no podía evitar sentirse preocupada cada vez más por él.
Era la primera vez que sentía algo así por alguien que no conocía, y eso, la desconcertaba.
De repente, Alice frenó de golpe. Con ojos de lince, giró hacia la derecha y luego hacia la izquierda.
─¿Quién está ahí? ¡Aparece!
Pasaron unos cuantos segundos, que parecieron eternos, hasta que la figura de una persona salió de entre las sombras de un callejón, golpeando las palmas de las manos en tono se sarcasmo.
─Te felicito, señorita “lo correcto sería”, ¿cómo supiste que estaba allí?
Alice torció el gesto, disgustada.
─¿Eres tú, Fukuya? ¿Qué haces aquí?
─La misma pregunta va para ti, Linee.
La chica bufó fastidiada.
─No tengo tiempo para esto.
Hizo el gesto de seguir adelante, pero Victor alzó la mano, sonriendo maliciosamente.
─¡Ah, ah! ¡Alto ahí! Tú y yo tenemos un asunto qué tratar.
─Te dije que no tengo tiempo para esto, así que déjame pasar.
El chico, aunque seguía sonriendo, estaba furioso por dentro. Ella no le tenía ni pizca de miedo como le tenían todos los demás. ¡Ah! Pero eso cambiaría muy pronto.
Victor Fukuya, cerró los ojos sin dejar de sonreír, alzó la mano por arriba de su cabeza y chasqueó los dedos, enseguida, saltaron de entre las sombras, cinco de sus subordinados de más o menos la misma edad que él. Como su líder, llevaban trajes, corbatas y camisas negros: uno de ellos abrió un paraguas del mismo color sobre la cabeza de Victor, y los demás, sacaron un arma asiática diferente cada uno haciendo gala de sus habilidades con una pose marcial.
─Supongo que ahora tienes tiempo para esto, ¿no es así, Linee? ─sonrió triunfante.
─Tsk! ─Alice apretó tanto los dientes como los puños, furiosa.

***

─¡Vamos! ¡Póngase de pie, príncipe Geo! ¡Pelee! ─exigió el guerrero, apuntándolo con la espada.
Pero el aludido estaba tan aterrado, que no pudo moverse ni un centímetro.
Frustrado, el musculoso enviado de Leila, se acercó al joven príncipe y lo tomó por el cuello, levantándolo hasta que sus ojos se encontraron.
─Eres un cobarde ─sentenció.
Geo nada dijo, solamente se concentró en cerrar los ojos y aferrarse a los brazos del grandulón para tratar de recuperar el aire.
Fastidiado, el guerrero lo lanzó otra vez y sin ningún cuidado contra el suelo.
─Como príncipe del reino de Krystal y candidato a Dios protector, merece saber el nombre de quién lo ejecutará, mi nombre es…
─Calum ─lo sorprendió el joven─. Tu nombre es Calum. Te conozco, eres uno de los mejores guerreros del ejército del norte.
─Pero cómo…
Geo sonrió amistosamente.
─Como hijo del Emperador y futuro gobernante del reino, es mi obligación conocer a mi gente.
El musculoso hombre frunció el entrecejo.
─Le agradezco que sepa mi nombre, príncipe, pero usted no será mi gobernante. El candidato de la señora Leila es el más adecuado para ejercer ese puesto. ¡Ahora, prepárese para luchar!
Alzó la espada, pero Geo no se levantó del suelo. Tenía miedo, pero también sabía lo que tenía que hacer.
─No ─negó con la cabeza, sin perder la sonrisa─. No voy a levantar mi mano contra mi gente, sería imperdonable.
─Tsk! ¡Ya basta de tonterías! ─iracundo, alzó la espada por sobre su cabeza, dispuesto a asesinarlo.

***

El corazón de Alice dio un vuelco, la ansiedad pasó a transformarse en terror. Arrugó el piloto en la zona del pecho. Tenía los ojos abiertos como platos y la piel tremendamente pálida y había comenzado a sudar. ¡Un desconocido peligro amenazaba la vida de su protegido!
“¡Por qué! ¿Por qué tengo que sentir esto por una persona que ni siquiera conozco?” ─pensó, desesperada.
Victor arrugó el entrecejo al verla actuar de esa manera tan discordante a la situación en la que estaban.
“Está loca” ─pensó.
Fastidiado, sacó un par de shuriken del bolsillo de la solapa del saco.
─¡Oye, tú! ¡Más te vale que me prestes atención! ─lanzó las estrellas con gran destreza y se clavaron a los lados de los pies de la jovencita, pero ella ni siquiera dio muestras de miedo, solamente le dirigió una mirada desafiante como nunca nadie lo había hecho antes.
─Quítate de mi camino, ¡ya!
─¿Cómo dijiste? ─preguntó, incrédulo.
─¡Que te quites de mi camino! ─repitió, abalanzándose hacia él con paso firme.
Por primera vez en su joven vida, Fukuya se quedó atónito ante una mujer, y eso, no le gustó ni pizca.
Ya, a unos cuantos pasos de distancia entre ellos, los esbirros del joven trataron de interponerse entre ellos, pero grande fue su sorpresa cuando Alice hizo un movimiento con la mano, como si fuera una cuchilla, y una especie de electricidad parecida a la de un rayo se desprendió de su brazo, provocando que, tanto Victor y sus esbirros, cayeran sentados al suelo, estupefactos.
Alice también estaba muy sorprendida por lo que había hecho, mirándose la mano con los ojos grandemente abiertos, pero recordó que debía encontrar al joven desconocido y ayudarlo, así que enseguida se rehízo y se fue corriendo lo más rápido que pudo.
Victor, aún en el suelo, miró en dirección hacia donde ella se había marchado. No podía creer lo que habían visto sus ojos.
─¿Qué diablos fue eso? ─murmuró. En ese momento, dejó de llover.

***

Geo rodó por el suelo un largo trecho tras la fuerte patada que Calum le había propinado directamente al estómago. Cuando por fin se detuvo, se llevó la mano al estómago y escupió sangre, Quiso ponerse de pie, pero sus piernas no le respondieron, apenas logrando ponerse de rodillas. El dolor era insoportable.
Calum escupíó hacia un costado, mostrando así su desprecio.
─Es tan débil y aún así pretende ser nuestro emperador… ¡No merece tal título!
─… Yo… seré… tu… emperador… ─lo miró desafiante, aún si le costaba respirar, aún si seguía tosiendo sangre, aún si lo hacía enojar más─…  Es… necesario… que lo… sea.
El guerrero enarcó una ceja. Si algo debía decir del candidato a emperador, además de ser débil y cobarde, era muy testarudo y tonto.
Caminó hacia él y alzó la espada.
─Un muerto no puede ser nada.
Aterrado, Geo cerró los ojos y esperó el golpe fatal.
─¡Detente!
─¿Eh? ¿Quién dijo eso? ─Calum se detuvo de golpe, mirando hacia los lados. Geo abrió grandemente los ojos.
“¡No! ¡No puede ser! ─pensó, angustiado─. ¿Cómo pudo encontrarme tan rápido?”.
Y, para la sorpresa de los dos, Alice apareció de entre las sobras de la calle y se interpuso inmediatamente entre Geo y su antagonista.
─¡No le hagas daño! ─exigió, extendiendo ambos brazos, protegiendo así al más bajo.
“¡No puedo creer lo que estoy haciendo por alguien que no conozco! ─pensó, horrorizada─. ¡Ese tipo se ve peligroso y yo no quiero hacer esto, pero no puedo evitarlo! ¡Tengo miedo! ¡Me van a matar! ─frunció el entrecejo y arqueó la boca­─. Pero lo único que sé, es que debo protegerlo, así me cueste la via!”.
─¡Hazte a un lado, niña! ¡Este no es tu problema! ─exigió el gigante. Alice temblaba de pies a cabeza y, por más que quisiera no podía moverse.
─N-no puedo… ─susurró.
─Entonces, morirás con él ─sentenció, volviendo a alzar lentamente la enorme espada por sobre sus dos víctimas.
Geo, quien seguía en el suelo, estaba desesperado, había intentado no inmiscuir a la jovencita en sus problemas, pero había fracasado, ahora sería su culpa si ella moría bajo la mano de aquel inescrupuloso guerrero. Enarcó las cejas, tomando una decisión.
En ese momento, la espada cayó sobre ellos y Alice cerró los ojos, rogando que su muerte no fuera dolorosa, pero Geo levantó la palma de la mano hacia su enemigo, con los dedos extendidos.
─¡¡NO!! ─gritó, y una especie de barrera traslúcida de energía blanca se formó delante de él y la asombrada Alice, bloqueando justo a tiempo el ataque de Calum─. ¡Déjala ir! ¡No la metas en esto!
─¡Tsk! ¡Ella intervino por propia voluntad! ¡Así que morirá junto a usted!
─¡No, por favor! ─rogó─. Mátame a mí en su lugar y luego vete de aquí.
─¿Qué? ─Calum no podía creer lo que estaba escuchando. Anteriormente el pequeño príncipe lo había desafiado sin dudar, ahora le ofrecía su vida por una desconocida, también sin dudar.
Al final, Geo era más fuerte y temperamental de lo que habían creído él y su grupo de rebeldes.
─¡Maldición! ─Escupió hacia un costado, fastidiado─. Así no vamos a llegar a ninguna parte.
Entonces, para sorpresa de Alicia y Geo, el grandote guardó la espada en su funda mientras les volvía la espalda.
─Príncipe, lo buscaré cuando esté sólo, pero le edvierto que no estoy dispuesto a esperar por mucho tiempo.
Y desapareció entre las sombras de los edificios.
Alice no lo podía creer, ¡se había salvado!.
─¡Uf! ¡Fuimos afortunados! ─le escuchó decir a sus espaldas. Ella se volvió hacia él.
─¿Puedes explicarme qué es lo que está ocurriendo aquí? ─exigió, poniendo los brazos en jarra─. ¡Ni siquiera te conozco y acabo de hacer la estupidez más grande de mi vida!
El muchacho se le quedó mirando un tanto pensativo, luego, para su sorpresa, se levantó y se dio media vuelta.
─No tiene por qué saberlo. Simplemente aléjese de mí y no volverá a arriesgar su vida por mi culpa.
─¿Q-qué? ¡P-pero… qué arrogante!
Ignorando su comentario, Geo comenzó a caminar, alejándose de ella. Sentía desmayarse con cada paso que daba, pues no estaba acostumbrado al dolor ni a la debilidad, pero no podía darse el lujo de desmayarse frente a ella y volver a meterla en su problemática y peligrosa vida.
Cuando él desapareció mezclándose entre las sombras de la ciudad, Alice despotricó.
─¡Pues vete si quieres! ¡No me expliques nada! ─dio una rabiosa patada al suelo─. ¡Cielos!
Hizo el amague de irse, pero no pudo evitar quedarse mirando hacia el lugar por donde se había marchado aquel extraño joven.
─Mejor regreso a casa ─advirtió y, haciendo un gran esfuerzo de voluntad, ignoró su creciente preocupación y volvió sobre sus pasos.

***

Intuyendo que la chica no lo estaba siguiendo, Geo se detuvo para descansar, llevándose la mano a su agitado pecho, tratando de recuperar el aire y las fuerzas, e intentado ignorar el intenso dolor en sus costillas.
¿Qué podría hacer ahora? Era patente que los traidores a su padre lo querían muerto, tampoco sabía si su amigo Leo estaba con vida o si su padre estaba prisionero y ni por asomo deseaba poner en peligro la vida de los humanos.
─¿Por qué tuve que ser teletrasportado hasta aquí? ─se quejó con un suspiro.
─¿Eso quiere decir que no eres de este mundo, verdad? ─inquirió una voz desconocida, sobresaltándolo.
─¿Q-quién dijo eso? ─pidió sustado, mirando hacia todos lados.
─Soy Victor Fukuya, hijo de la mafia japonesa del Fénix Negro ─se presentó, saliendo de entre las sombras.
─¡Ay, no! ¡Otro más! ─murmuró, visiblemente preocupado.
Victor arqueó una ceja, un tanto consternado con aquel extraño comentario, pero finalmente terminó por sonreír. Aquel asunto parecía prometer mucha emoción.
─Dime: ¿de dónde vienes?
Geo se puso serio. No estaba dispuesto a seguir mezclando a los humanos en sus problemas.
─No tienes por qué saberlo ─intentó seguir su camino, pero se lo impidieron los secuaces del muchacho.
Bajó la cabeza, el largo flequillo ocultó su pálido rostro.
─Por favor, no te involucres. Es peligroso ─pidió, casi en un murmullo.
Victor sonrió despectivamente.
─Te dije que soy hijo de la mafia, no le temo al peligro ─replicó─. Además, vi todo lo que pasó con el grandote y la entrometida, y quiero formar parte de eso. ¡El mundo real es taaan aburrido! ─declaró con un exagerado movimiento circular de los brazos.
Geo lo fulminó con la mirada.
─No sabes lo que estás pidiendo, esto no es un juego.
El jovencito le sonrió maliciosamente.
─Eso no me importa ─dijo─, vendrás con nosotros.
Chasqueó los dedos y sus subordinados tomaron a Geo por los brazos. El candidato a dios quiso forcejear para desembarazarse de ellos, pero Victor se movió velozmente hacia él y le dio un puñetazo en al estómago, dejándolo sin conocimiento.
─¡Bah! Ya estaba en las últimas ─se mofó, luego miró hacia el cielo oscuro y murmuró:
─Muy pronto, esta vida aburrida, se volverá muy interesante. 


Notas de una bloggera escritora:
¡Hola a todos! ¿Cómo están? Espero que bien.
Estoy feliz, creo que mis borradores han mejorado... snif. Recuerden que, para entender esta historia, deben leerla de seguido, de ser posible ;)
El anime que estoy viendo es Inazuma Eleven y también estoy viendo el drama coreano Cálido y Acogedor y editando el drama coreano Volver a Amar.

¡Gracias por leer!
¡Nos leemos en la siguiente entrada!
¡Cuídense!

Sayounara Bye Bye!

Gabriella Yu
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