Resumen de la serie: Daimon Michiko es una atractiva e independiente cirujano. No está afiliada en el departamento médico del hospital universitario, se mueve alrededor de distintos hospitales, mientras está conectada a un tipo sospechoso de 'agencia de médicos'. Observa la jornada laboral estrictamente, no acepta tareas donde la licencia médica no es necesaria, y también está interesada en las luchas de poder características de los hospitales. Su vida privada y su experiencia laboral están envueltas en el misterio, pero es una aguerrida cirujano de primer nivel con los instintos de una genio. Si bien hay rumores desagradables que abandonó la comunidad médica a causa de problemas económicos y negligencia médica, nadie conoce a la persona que realmente es.
Personajes: Michiko Daimon (46), Hiromi Jonouichi (43), Akira Kanbara (75), Hideki Kaji (58), Kondo Shinobu (47), Takashi Ebina (59), Takano Naoki (64), Mamoru Hara (48), Takashi Torii (58), Hikaru Morimoto (38), Shigatetsu Hiruma (71).
Capítulo
12: Terror. Daimon y Kaji son Atacados
El doctor
Hideki Kaji sintió cómo el sudor corría por su sien.
—¿Q-qué quiere
decir con eso de “divertirse”?
El aludido se
rió a carcajadas, acercándose hacia ellos hasta quedar a menos de un metro de
distancia.
—No se haga el
inocente, Kaji-chan, ya sabe a lo que me refiero.
“¡Desgraciado!”
Pensó el aludido, manipulando la silla hasta quedar frente a frente entre su
compañera y el mafioso, tratando inútilmente de retrasar el ataque que suponía
venir sobre ellos.
—Hicimos un
trato —exigió la doctora Daimon—. Sólo tendría una cena con usted después de
saldar nuestra deuda y nos dejaría en paz.
—¿Una cena?
¿Sigue insistiendo con eso, idiota? —se quejó Kaji, incrédulo, pero ella lo
ignoró, interponiéndose entre él y el yakuza. No iba a dejar que aquel
despiadado sujeto volviera a atacar a su compañero.
Kenzo Ishida
volvió a reírse para luego mirarla directo a los ojos, con una media sonrisa de
satisfacción sádica, como un gato que está a punto de saltar sobre su presa.
—El dinero me
lo puedo cobrar después.
—No se atreva
a tocarla —lo amenazó el cirujano.
Nadie más
habló ni nadie más se movió. El silencio era tenso y la quietud peligrosa hasta
que, sin previo aviso, Kaji hizo a un lado a Michiko y se lanzó contra el
mafioso levantándose de la silla, cayendo ambos pesadamente al suelo. La silla
de ruedas chocó contra el ventanal con violencia, rebotó y cayó de costado
sobre el suelo.
—¡Corra y pida
ayuda! —gritó mientras intentaba evitar que Ishida se levantara—. ¡Rápido,
idiota, muévase!
—¡S-si!
—asintió, sacándola del aturdimiento con la palabra “idiota”. Nunca había
presenciado tan de cerca semejante violencia, obviando aquella vez que la atacó
un ladrón.
Echó a correr
por el oscuro pasillo mientras su compañero seguía forcejeando con el mafioso,
pero el yakuza fácilmente lo tomó por
las muñecas y lo detuvo.
—Estás muy
débil como para pelear, Kaji-chan —se burló, y lo empujó bruscamente contra la
silla, dejándolo aturdido.
Ishida se
acercó a él y le proporcionó un formidable pisotón en el tobillo derecho,
provocando que su víctima gritara de dolor.
—Ahora quédese
aquí muy quietito, querido doctor —le pidió con una mezcla de desdén y advertencia—,
sólo me tomará quince minutos enseñarle a su compañera quién es su dueño.
—¡Mal-dito…!
—gimió.
Ishida le sonrió
con enorme desprecio.
—Trate de
cuidarse, no quiero perderlo antes de que me pague el favor que le hice—, y se
fue, dejando a Hideki Kaji completamente desesperado.
—¡Daimon…!
—murmuró, trató de levantarse, pero, de pronto, sintió que se quedaba sin aire,
llevándose la mano al pecho que parecía querer explotarle.
“¡Es el
corazón!” Pensó, espantado. Aquel órgano vital ya había comenzado a mostrar
señales de sufrimiento.
Mientras
tanto, Michiko ya había entrado a la habitación VIP de Kaji y, después de
trabar la puerta, corrió a sacar el teléfono móvil de su bolso. Grande fue su
sorpresa cuando lo encontró destrozado.
“¡Ya lo tenía
todo planeado!” Pensó, alarmada. “¡Tengo que salir de aquí ahora!”:
Corrió a
destrabar la puerta y se dirigió por el pasillo hasta el ascensor, dándose con
la esperada sorpresa de que estaba fuera de servicio. De mente rápida, se
dirigió de inmediato hacia las escaleras de emergencia, encontrando la puerta
trabada.
—¡Maldición!
—golpeó la puerta con la palma de la mano, comenzando a desesperarse.
Entonces, se
encaminó hacia la alarma contra incendios para activarla, pero se dio con que
allí estaba esperándola Kenzo Ishida, con un ramo de rosas y su sonrisa
despreciable.
—La estaba
esperando, señorita “Doctora X”. ¿Está preparada para pasar la mejor noche de
su vida?
Sin perder un
segundo, Michiko Deimon se dio media vuelta y echó a correr a través del
pasillo, su perseguidor tiró las flores y salió en su persecución.
“¡Corre!
¡Corre! ¡Corre!”. Pensó desesperada, corriendo con todo su ser a pesar de que los tacones altos le dificultaban correr. Nunca en su
vida había pasado por algo así y no estaba dispuesta a que pasara lo peor,
pero, para su horror, él la alcanzó rápidamente y la tiró de bruces al suelo
con muy poca delicadeza.
—¡Ustedes los
doctores siempre están en mala forma! —se burló el maleante mientras se
divertía forcejeando con su tenaz víctima que se había puesto de espaldas, sentándose
sobre ella—. ¿Por qué no te quedas quieta de una vez?
Fastidiado, le
agarró la cabeza y la golpeó contra el piso, dejándola completamente aturdida,
dejando de luchar, entonces, Ishida se dio el lujo de contemplar la hermosa
figura de la doctora, haciéndosele agua la boca con su falda tan corta y
aquellas hermosas piernas largas.
—Bien, es
momento de enseñarte quién es tu dueño, así aprenderás a respetarme —dijo,
comenzando a desabrocharse el cinturón pero, de pronto, alguien lo golpeó por detrás con
un extintor, desmayándolo en el acto, cayendo a un costado de la doctora, como
un peso muerto.
—¡Daimon! ¿Qué
le hizo ese tipo? —se horrorizó Kaji, tirando el extintor hacia un costado para
arrodillarse al lado de la mujer, comenzando a sacudirla por lo hombros. De
repente, ella reaccionó:
—¡No me toque!
—y le propinó un buen golpe de puño en la nariz, dejándolo sentado con la mano
en la cara.
—¡Ouch! ¡Soy
yo, idiota! —se quejó.
—¡Oh! ¡Lo
siento! —quiso levantarse, pero las piernas no le respondieron y volvió a caer
sentada.
—… No puedo
moverme… —murmuró, asustada.
—Está
aterrorizada, Daimon —se levantó y le dio la mano—. ¡Rápido! Vámonos de aquí
antes de que ese criminal se despierte.
Ella le correspondió,
pero no podía caminar por más que lo intentara, las piernas le temblaban como
gelatina y no le respondían, cosa que la asustó aún más.
—… No puedo
correr… No sé qué me pasa…
Preocupado, Hideki
miró a Ishida, quien aún seguía sin sentido, luego se mordió los labios y miró
a Michiko, quien, sin poder evitarlo, seguía temblando como una hoja.
“Está aterrada”
Pensó, desesperado, “debo hacer algo ya”.
—¡Ja! ¿No me
diga que la grandiosa cirujana que nunca falla está asustada como un cachorrito?
Mañana se lo voy a contar a todo el mundo, sobre todo a la doctora Jonouichi y
a Kanabara-san para que se rían de usted.
Al escuchar
esto último, ella lo asesinó con la mirada, recuperándose en el acto.
—¡No digas
tonterías! —se soltó—. ¡Vámonos!
Kaji sonrió y
trató de seguirla, pero repentinamente se sintió muy mareado y cayó de rodillas
al suelo. Michiko se volvió y lo ayudó a ponerse de pie tomándolo por la
cintura.
—Vamos,
Kaji-chan.
—… No me diga
“Kaji-chan”… —replicó con un dejo de voz tratando de soportar el mareo, pasando
su brazo sobre los esbeltos hombros de su compañera.
Ambos
comenzaron a correr como pudieron para tratar de alejarse de aquel loco.
—Tomemos el
ascensor —propuso él.
—No podemos,
Ishida lo descompuso y bloqueó la puerta de las escaleras de servicio. No
podemos escapar del quinto piso. También rompió mi teléfono celular.
—Entonces
tendremos que escondernos en algún lugar hasta que se nos ocurra algo —propuso.
Y así, ambos
desaparecieron entre las sombras, pasando sólo un par de minutos hasta que
Ishida por fin despertó, llevándose le mano a la cabeza manchada de sangre.
—Esos malditos… —murmuró, furioso—. A esos dos les voy a dar una buena lección.
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