Resumen de la historia: El capitán Jack Sparrow comete el gran error de ponerse un anillo maldito que lo transformará en mujer y le traerá un sin fin de problemas tanto a él como a quienes lo rodean, amigos y enemigos. Una elección que cambiará la vida y los destinos de todos, en especial del Comodoro James Norrington y el mismo Jack. Esta historia está ambientada después de la primera película y desarrollada durante la segunda y tercera película. Una historia larguísima pero muy entretenida, con drama, humor, acción y romance. ¡Que la disfruten!
PIRATAS DEL CARIBE: LA MALDICIÓN DEL ANILLO DE LA CALAVERA
PRIMERA PARTE: LA NUEVA CAPITANA DEL PERLA NEGRA
Personajes: Jack Sparrow/Jacky Sparrow, James Norringon, Elizabeth Swan, Will Turner, Hector Barbossa ¡y muchos más!
Capítulo 1: El Anillo Misterioso
Jack Sparrow, perdón,
el Capitán Jack Sparrow estaba realmente emocionado al saber que estaba tan
cerca de su objetivo, pronto pondría sus manos sobre uno de los tesoros más
buscados de todos los tiempos entre los siete mares: “el Tesoro de la Calavera
Dormida”. Cuyo rumor de su existencia había llegado a oídos de nuestro peculiar
pirata de la boca de uno de los borrachos que tanto abundaban en “Tortuga”, una
isla que servía de refugio a todos los piratas, bandoleros y perseguidos por el
rey.
El ansioso capitán de
largos y semi rizados cabellos morenos, volvió a mirar su supuestamente
inservible brújula tratando de adivinar una vez más el rumbo a seguir. La
terrible tormenta que había comenzado hacía una hora arreciaba cada vez más y
hacía cada vez más difícil ubicarse entre la inmensidad del encrespado mar,
pero nada de esas dificultades detendrían al alocado y aventurero Jack Sparrow
para encontrar aquel tesoro tan codiciado.
-¡¡Sigan por aquella
dirección! –indicó a sus subalternos con renovada determinación, extendiendo el
brazo y señalando con su dedo índice el lugar indicado.
Aquel extraño capitán
bronceado por el sol, de sucia apariencia, de movimientos un tanto raros y
oscilantes, siempre sabía que rumbo seguir a pesar de no tener grandes
conocimientos sobre las técnicas de navegación propias de un experimentado
navegante. Su tripulación jamás dudaba de él, ya que por una extraña razón,
siempre acertaban con el lugar indicado a pesar de la ignorancia de su, muchas
veces, borracho capitán
Jack volvió a mirar su brújula, aquella brújula que jamás indicaba
el norte y que todos creían estropeada. Entonces, el pirata de ojos enmarcados,
vio con alegría cómo aquel aparato mágico seguía indicándole el lugar que tanto
deseaba encontrar.
-¡¡Tierra a la vista!
–gritó uno de los marineros que hacían de vigías en los mástiles.
El capitán miró
ansioso, como todos los demás, hacia el lugar donde se había avistado la
tierra, y allí estaba, la Isla del Cuello Torcido, en cuyas entrañas se
escondía el Tesoro de la Calavera Dormida.
Más de media hora
después, y con grandes dificultades causadas por la inoportuna tormenta, el
barco pirata de velas negras llamado poéticamente “Perla Negra”, logró echar
anclas, y momentos después, el capitán Jack Sparrow y una pequeña parte de su
tripulación, se dirigieron hacia las costas de la isla a bordo de un pequeño
bote. Minutos después, se encontraban caminando sobre las pálidas arenas de la
playa, y fue en ese momento en que la tormenta comenzó a ceder para dar paso a
un cielo nocturno hermosamente estrellado, iluminando tenuemente con la luz de
la luna llena todo el lugar.
Jack miró hacia el cielo y murmuró para sí sonriendo a su tan
peculiar manera simpática:
-El cielo está de
nuestro lado en esta isla, seguramente encontraremos un gran tesoro que nos
llenará de riquezas para vivir un buen tiempo sin preocupaciones...
¡Pero si tan sólo él supiera cuán equivocado estaba porque aquel
tesoro que tanto anhelaba tener entre sus manos le traería terribles dolores de
cabeza más adelante!
Los cuatro caminaron
por un buen rato entre el follaje de la isla, durante el recorrido escuchaban
toda clase de ruidos nocturnos, típicos de una isla sólo habitada por animales
isleños: búhos, grillos, monitos y loros de vez en cuando, hasta a veces creían
escuchar otros ruidos no tan comunes, extraños se diría, tanto como para
asustar a cualquiera que fuera lo completamente normal como para tener miedo de
un lugar desconocido, solitario y oscuro.
-Seguramente son los
espíritus de los pobres desgraciados que murieron en el mar –comentó uno de
ellos.
-No seas tonto y no
digas estupideces –replicó el segundo al mando.
-¡Tonto! ¡Tonto!
–exclamó el loro entrenado, quien sabe cómo, para hablar en cuanta de su amo
mudo, quien sólo atinaba a hacer señales.
-¡Shhhit! –pidió
silencio su capitán-. Creo que ya estamos cerca del sitio indicado.
Los dos marineros y el
loro de alta mar cerraron sus bocas, y el pico, y siguieron en silencio a su
capitán, de más está decir que no hacía falta que el mudo guardara silencio... Caminaron un poco más hasta que se
encontraron con la falda rocosa de una montaña.
-Vamos por aquí. –Dijo,
mientras comenzaba a rodear la circunferencia de la montaña.
Después de unos
resbalones a causa de las piedras, Jack Sparrow y su reducida tripulación,
llegaron hasta la pequeña entrada de una cueva, entonces el capitán sacó un
mapa y la brújula y los miró por unos momentos.
-Este es el lugar –dijo
mientras le brillaban los ojos de emoción-, tenemos que entrar, el tesoro está
allí adentro.
-Pero capitán, la
entrada de la cueva es demasiada angosta –opinó, Gibbs, su subalterno más
rollizo.
Jack lo observó por
unos instantes, se inclinó un poco hacia atrás, ladeó un tanto la cabeza y dijo
tranquilamente:
-Tienes razón. Tú no
cabrás por ahí.
A Gibbs no le gustó
mucho aquel comentario, pero así era su capitán, demasiado sincero.
-Voy a entrar yo
primero. –Dijo Jack Sparrow mientras se sacaba la casaca y su amado sombrero y
se los entregaba a Gibbs.
-¿No será un poco
peligroso ir solo? –dijo el otro pirata.
-No te preocupes, ya sabes
que soy el Capitán Jack Sparrow, el Terror de Todos los Piratas.
-Por eso justamente nos
preocupamos... –comentó Gibbs por lo bajo, era sabido que aquel hombre vivía
metido en problemas.
Y sin prestarle
demasiada atención a las preocupaciones de sus hombres, el mencionado pirata
decidió no perder más el tiempo y procedió a entrar por la angosta cueva.
Tal como se lo habían
dicho, la entrada de la cueva era bastante estrecha, por lo tanto le costó
introducirse en ella, pero luego de arrastrarse unos metros, descubrió que más
adelante se ensanchaba y hacía más fácil su recorrido. Jack, mucho más cómodo
ahora, caminaba por aquella cueva con antorcha en mano para iluminar un poco
aquel oscuro sitio y así poder seguir el camino. Ya más adelante la dichosa
cueva se ensanchó aún más hasta convertirse en una enorme caverna fría y
húmeda, de paredes negro azuladas, habitada especialmente por murciélagos,
ratas e insectos extraños. Jack recorrió la enorme caverna hasta que de pronto,
algo llamó su atención.
-¡El tesoro! –exclamó
entusiasmado al divisar una montaña de monedas de oro y toda clase de riquezas,
en cuya sima se encontraba un cofre bellamente ornamentado. Jack Sparrow se
dirigió inmediatamente hacia el mencionado cofre y lo abrió en cuanto lo tuvo a
su alcance.
-... ¿P-pero qué es esto...? –se preguntó un tanto extrañado al encontrar en su interior un simple anillo.
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