Resumen de la historia: El misterioso director de un sitio web de eventos paranormales reúne a un pequeño grupo de personas con diferentes habilidades sobrenaturales para combatir el mal que comenzó a extenderse por todo el mundo con el fin de iniciar el Juicio Final. Se sucederán casos muy peligrosos y el equipo deberá aprender a trabajar como uno solo o correrán el riesgo de morir en su misión.
FENÓMENOS
FILE 1: LA LEYENDA DEL FAMILIAR
Personajes: Jin So-Yi (estudiante, 16), Jin Ha-Joon (profesor-científico, 30), Jia Qiang Zheng (detective de policía, 28), Yuu Kumiko (periodista, 26), Ryo Ibaraki (estudiante, 16), Adrian Virgin (director del sitio web Fenómenos, aparenta tener 35), Michelle Jones (arqueóloga, aparenta tener 32 años); Stephen Audry (Mayor a cargo de la sección militar ISE, 38)
Capítulo 3: Un extraño encuentro. El Policía que nunca
quiso un compañero.
Furioso, el detective Jia Qiang Zheng
salió de la oficina de su jefe como un bólido, azotando la puerta como un niño
caprichoso. ¿Por qué siempre tenía que insistir en que debía tener un compañero?
Siempre había trabajado solo y nunca había necesitado la ayuda de nadie y no
iba a comenzar a tenerlo ahora por más peligroso que fuera un caso.
Ante la atenta mirada de sus
compañeros, se sentó pesadamente frente a su escritorio y encendió un cigarrillo.
—Sabes que no puedes fumar aquí —le
advirtió el oficial que se sentaba a su lado.
—Me importa un bledo esa norma —se
quejó mientras revolvía los ojos y tiraba humo por la boca como todo un
profesional.
—El jefe te va a amonestar y no te va
a dar ningún caso por un tiempo como hizo la última vez —advirtió.
Fastidiado, Zheng apagó bruscamente el
cigarrillo en su cenicero y fulminó a su compañero con la mirada.
—Mira que eres pesado —Se puso de pie—.
En parte tienes razón, pero en parte no. El jefe acaba de darme un caso de
desaparición en el ingenio de mi primo.
—¿De tu primo? —pesañeó—. No debiera
habértelo dado entonces, por el parentesco.
—Me importa un diablo el parentesco —replicó—.
Si mi primo tiene algo que ver, no dudaré un segundo en meterlo a la cárcel.
Su compañero sonrió.
—De eso no tengo duda —lo respaldó,
pues era bien sabido por todos que Zheng era tan incorruptible como
insoportable—. ¿El jefe trató de ponerte un compañero para este caso?
—Lo intentó —sonrió burlonamente.
XOX
Jia Qiang Zheng era bastante alto,
moreno, esbelto pero de músculos bien tonificados. Era muy guapo pero su
personalidad era muy arisca, irascible y terminante. Jamás había necesitado ni
querido un compañero a su lado y sabía desenvolverse muy bien él solo en un
trabajo tan peligroso como lo era el suyo. Era un detective de policía muy
capaz y tenaz, siempre vestía de jean y chaqueta cuero y fumaba como una
chimenea.
Ya afuera de la jefatura, volvió a
encender otro cigarrillo y se dirigió hacia su automóvil oficial. Grande
fue su frustración cuando no quiso arrancar por más intentos que hizo.
Cerrando la puerta de un portazo
acompañado de un insulto al pobre vehículo, emprendió una caminata hacia su
departamento, metiendo ambas manos en los bolsillos sin quitarse el cigarrillo
de la boca.
A tan sólo una manzana de su casa y
tras haber sido observado en el camino por varias mujeres, y algún que otro
hombre (tenía un buen trasero), chocó inesperadamente con una persona que había
girado sorpresivamente hacia él, quien trató de aferrarse a cualquier cosa para
no caerse al suelo.
Por instinto, Zheng alargó las manos,
tomando al extraño por la cintura con una mano y por la nuca con la otra, como
si de una mujer se tratara.
Fue extraño y hasta terrorífico, pero
en cuanto rozó sus dedos por la nuca del extraño, vio toda su vida pasar en
sus ojos oscuros como si fuera una película, como si todo su interior fuera
extraído brutalmente.
—¡Qué demonios! —lo apartó
violentamente de él, con tan mala fortuna que lo tiró casi a mitad de la calle
con una fuerza casi extraordinaria.
Confundido, el desconocido de baja
estatura apenas pudo levantar la parte superior su cuerpo con la ayuda de sus
brazos y sacudió la cabeza, aún sin darse cuenta de la peligrosa situación en
la que se encontraba.
—¡Maldición! ¡Quítate de ahí! —gritó el
policía al darse cuenta que un automóvil se acercaba a toda velocidad para el
horror de él y los demás peatones.
Viendo que no reaccionaba, se lanzó él
mismo para ayudarlo pero, de repente, la inesperada victima fue lanzada contra
él como si fuera una pelota y ambos cayeron pesadamente sobre la acera en el
momento justo para que ninguno fuera atropellado por el bólido de metal.
—¿Q-qué demonios fue eso? —se preguntó
Zheng, llevándose la mano a la cabeza, confundido.
—… ¿Qué pasó…? —le oyó decir al
accidentado, quien aún se encontraba muy mareado entre sus brazos.
El detective de policía se puso rojo
como un tomate. Tener contacto físico con otro hombre le ponía los pelos de
punta.
—¡Si ya se encuentra bien, quítese de encima!
—exclamó, apartándolo de él con muy poca delicadeza, dejándolo sentado a su
lado, muy perplejo.
Zheng se puso de pie.
—Deme la mano, lo ayudaré a levantarse.
—N-no se preocupe —se levantó,
sacudiéndose el traje oscuro—, suele pasarme…
Enmudeció, como si hubiera hablado de
más, concentrándose aún más en sacudir su ropa. Zheng frunció el entrecejo.
—¿Cuál es su nombre?
El joven se detuvo, sorprendido, no deseaba mezclarse con nadie, mucho
menos ahora que accidentalmente lo había tocado.
—Su nombre es Jin Ha-Joon, flamante
profesor de física en la Universidad de Ciencia y Tecnología de San Naro—.
Contestó una voz femenina.
Sorprendidos, ambos hombres se
volvieron hacia la persona que había hablado y notaron, entre los testigos de
su accidente, a una jovencita de pelo corto que los saludaba con exagerada
alegría.
—¡Hola! Me llamo Yuu Kumiko. Desde hoy trabajaremos juntos. ¡Mucho gusto en conocerlos! —fue la sorprendente revelación.
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