Resumen de la historia: El misterioso director de un sitio web de eventos paranormales reúne a un pequeño grupo de personas con diferentes habilidades sobrenaturales para combatir el mal que comenzó a extenderse por todo el mundo con el fin de iniciar el Juicio Final. Se sucederán casos muy peligrosos y el equipo deberá aprender a trabajar como uno solo o correrán el riesgo de morir en su misión.
FENÓMENOS
FILE 1: LA LEYENDA DEL FAMILIAR
Personajes: Jin So-Yi (estudiante, 16), Jin Ha-Joon (profesor-científico, 30), Jia Qiang Zheng (detective de policía, 28), Yuu Kumiko (periodista, 26), Ryo Ibaraki (estudiante, 16), Lucille Bates (16), Adrian Virgin (director del sitio web Fenómenos, aparenta tener 35), Michelle Jones (arqueóloga, aparenta tener 32 años); Stephen Audry (Mayor a cargo de la sección militar ISE, 38)
Capítulo
8: ¡Aparece El Familiar! ¡Ha-Joon y Sara en Peligro!
—¿Tu primo no nos acompañará?
—quiso saber la periodista Yuu Kumiko mientras caminaban uno al lado del otro
por uno de los senderos de tierra que había entre la plantación de azúcar, con
las luces de sus móviles alumbrado el camino.
—No, le pedí que no lo hiciera
—respondió el detective de policía, mirando inquiridoramente a su alrededor—.
Esta tarde me mostró todo este lugar, así que tampoco era necesario.
Ella lo miró muy interesada.
—¿Estás utilizando tus
habilidades en este momento?
—Siempre las uso para resolver
mis casos —Frunció la boca, molesto, tratando de concentrarse—. Ya basta de
preguntas, me distraes, es por eso que prefiero trabajar solo que tener que
lidiar con estorbos.
—¡Pfffh! ¡Grosero! —se quejó,
dirigiendo su atención hacia la plantación que estaba a su izquierda, en la cual
le pareció ver algo sospechoso, sobresaltándola.
—¡Oye! ¿Viste eso? —lo tomó
del brazo, señalando con el dedo hacia el lugar en donde creyó haber visto
algo.
Con su característica agudeza
mental, Zheng potenció su sentido de la vista, logrando ver cada milímetro de
aquel lugar a pesar de la distancia y la oscuridad.
No encontró nada que valiera
la pena, sólo insectos y alimañas.
—¡Bah! ¡No me hagas perder el
tiempo, idiota! —se quejó, sacando un cigarrillo de la caja para llevárselo a
los labios y encenderlo con un mechero ante la molesta mirada de su compañera.
—¡Cielos! ¡Pareces una
chimenea!
—¿Y a ti que rayos te importa?
Y ante el bufido de fastidio
de Kumiko, Zheng siguió caminando, metiendo las manos a los bolsillos y aguzando
sus cinco sentidos.
XOX
Era la quinta vez que Ha-Joon
tocaba el timbre de la casa, llamado que tampoco nadie respondió. Frustrado, se
dio por vencido y decidió rodear el edificio hasta dar con alguien. Le parecía
muy extraño que no hubiera guardias de seguridad ni en la entrada de la finca,
ni siquiera algún capataz.
Caminó bordeando los arbustos
ornamentales, oteando a través de los cristales de las ventanas hacia el interior
de la mansión, sin encontrar a nadie. Todas las habitaciones ataban a oscuras,
sólo las luces de afuera estaban prendidas. Supuso correctamente que por la
hora deberían estar todos dormidos, muy dormidos.
Siguió caminando hasta que
llegó a unas puertas que se encontraban casi a ras del suelo. Era la entrada
del sótano y no estaba asegurada.
Dudó unos instantes, pero al
final decidió abrirlas y entrar, pero antes de que lo hiciera, Sara, la esposa
de Sunan, apareció por detrás de él con una escopeta, apuntándolo muy asustada.
—¿Qué hace usted aquí? ¿Quién
es?
Ha-Joon se sobresaltó, pero se
repuso enseguida, levantando las manos en señal de rendición.
—¡Oh! Cuanto lo siento,
señorita, no quise preocuparla Soy el profesor Jin Ha-Joon y he venido hasta
aquí porque creo que mi sobrina cometió la imprudencia de meterse en su campo y
quería preguntar si alguien de aquí podría ayudarme a buscarla.
Perpleja, Sara bajó un poco la
escopeta.
—¿De veras? ¡Qué joven tan
osada! Casualmente mi esposo acaba de salir a buscar a Chico, nuestro perro, un
pequeño Yorkshire Terrier que se me acaba de escapar cuando nos disponíamos a
ir a la cama. Salió a buscarlo junto a los guardias. Si quiere, podemos ir tras
ellos. Si su sobrina sigue aquí, seguro la encontrarán.
—Muchísimas gracias, señora
—le sonrió agradecido—. Pero no creo que sea prudente de su parte caminar al
lado de un hombre desconocido. Si no le es mucha molestia, podría llamar a
alguien para que me acompañe y… ¿Pero, qué le pasa?
—¡Oh! ¡Nunca conocí a un hombre
tan atento en mi vida! —exclamó con los ojos en forma de corazón y las manos
entrelazadas. La escopeta yacía olvidada en el suelo—. ¡Ojalá te hubiera
conocido antes que a mi marido!
—Eeeeh… Gracias, creo…
—sonrió, rascándose la cabeza bastante confundido.
Minutos después, ambos estaban
caminado a través de uno de los caminos del cañaveral, alumbrándose con la
ayuda de sus teléfonos móviles.
—A lo mejor encontramos a
Chico antes que mi marido… —murmuró Sara, un tanto preocupada—. Ya es
medianoche del día en que supuestamente sale a cazar El Familiar.
Ha-Joon la vio estremecerse.
—¿Acaso usted cree en esa
historia? —quiso saber.
—No, pero a veces me da un
poco de miedo pensar en la gente que desapareció por estas fechas en este
campo… —Se abrazó a sí misma, muerta de miedo—… Me hace pensar, ¿sabe? Quizás
haiga algo de verdad en todo eso. Nunca salí de casa a esta hora por el campo,
mucho menos en esta precisa noche, aunque no debería preocuparme porque, según
cuenta la leyenda, El Familiar sólo mata a las personas que no tienen a nadie que
los llore, es triste, ¿verdad?
—O muy conveniente pare El
Familiar o para la persona que lo controla, así nadie se preocupará por el
pobre desaparecido —comentó Ha-Joon, pensativo.
—Eso dicen… —Se alzó de
hombros—. ¿Y por qué su sobrina vino hasta aquí?
—Realmente no lo sé —Negó con
la cabeza—. Está con unos amigos y como somos nuevos en la ciudad, creo que no
son una buena influencia para ella. Quizás solo sea una travesura, espero…
—¡Oh! No se preocupe —Le
enterneció verlo tan afligido—. Seguramente vinieron a ver si aparecía El
Familiar, no es la primera vez que un estudiante se mete a nuestro campo con
esa intención, ¿lo sabía?
—¿En serio? —sonrió, fingiendo
alivio, pues sabía muy bien que la existencia de aquel monstruo era real, pero
no quería preocupar a la joven mujer, se la veía bastante frágil físicamente.
—De verdad —Le sonrió tan
inocentemente que lo cautivó, sintiendo gran empatía por ella.
Volviendo su atención hacia el
camino, Ha-Joon sonrió, genuinamente feliz, hacía mucho tiempo que no lo hacía.
Pero pronto recordó que El Familiar sí existía y no quería que lastimara a
aquella mujercita encantadora, así que decidió sacársela de encima antes de que
algo malo le sucediera.
Se detuvo de golpe, provocando
que ella también se detuviera y lo mirara muy desconcertada.
—¿Por qué no regresa a su
casa? Llame a su marido por el móvil y avísele de mi presencia, no quisiera que
le pasara nada malo a usted. Ya me acompañó suficiente y le estoy muy
agradecido por ello.
Ella sonrió.
—¡Oh! ¡Realmente me hubiera
gustado conocerte antes que a mi esposo!
Ha-Joon no pudo evitar
sonrojarse y sonreír tímidamente, actitud que motivó a Sara a colgarse de su
cuello en un intento por besarlo. Aterrorizado, él se hizo para atrás,
intentando evitar como sea el contacto físico, pero tuvo la mala suerte de tropezar
y caer de espaldas con ella encima, quien no paraba de reírse.
—¿De verdad creíste que iba a
besarte? —le dijo, con un brillo burlón en sus ojos verdes.
Nervioso, él asintió con la
cabeza.
—Pues no —Se puso de pie,
riéndose, mientras se arreglaba el salto de cama y el cabello—. Realmente me
recuerdas a mi hermano menor, es tan adorable como tú, ¿lo sabía? Yo lo besaba
todo el tiempo cuando me sonreía como lo hiciste tú.
—¿Adorable? —sonrió,
poniéndose de pie para comenzar a sacudirse la ropa. Era la primera vez que
alguien le decía que era “adorable”, así que no pudo evitar comenzar a reírse, olvidándose
momentáneamente del problema que lo había llevado hasta allí.
Sara, dichosa, lo acompañó
riéndose también. De pronto, escucharon un potente rugido tan estremecedor que
los congeló de miedo allí mismo y, sin darles tiempo a nada, un enorme y monstruoso
perro negro saltó desde el cañaveral y los atacó con un poderoso manotazo de
una de sus patas pobladas de largas uñas negras.
Sara rodó herida por el suelo al igual que Ha-Joon, cada uno en diferentes direcciones. Ella quedó desmayada a diferencia del joven profesor, quien solamente había quedado atontado, por lo que, horrorizado, vio cómo aquel gigantesco monstruo peludo comenzaba a acercarse a la joven, con la saliva cayéndole por las fauces, dispuesto a acabar con su vida. Ha-Joon frunció el entrecejo, debía hacer algo inmediatamente, ¿pero qué?
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