Fanfic Mujercitas -¿Qué Hubiera Pasado Sí...?- Capítulo 24

  Resumen del anime: Meg, amable y confiada. Jo, independiente y enérgica. Beth, tímida y callada. Amy, amable y precoz.  El padre de familia ha dejado su hogar para servir en la guerra civil estadounidense; luchando contra el ejército Confederado. En su ausencia, una batalla en la ciudad deja a su familia sin casa y él les aconseja buscar hogar en la casa de su Tía Marta, en la ciudad de Newford, Massachusetts. Allí pasan algunos días y aunque al principio, la Tía Marta no está del todo contenta con su presencia, pronto cambia de opinión y se encariña con cada una de las "mujercitas". Poco después se instalan en su nueva casa en los alrededores y conocen muchos nuevos amigos. Sus vecinos serán los Laurence, que viven en la casa de al lado y Laurie, el joven nieto del Sr. James Laurence se hará gran amigo de la familia March. Juntos, todos superan cualquier situación, logrando resolver cualquier problema para salir adelante.



¿QUÉ HUBIERA PASADO SÍ...?

Jo March, nuestra joven y temperamental protagonista, decide ir a vivir a New York para ampliar sus horizontes como escritora, tal y como su amigo Anthony Boone se lo recomendó antes de que éste partiera también hacia la misma ciudad. Pero Laurie Laurence, el vecino adinerado de la familia March, decide él también partir hacia New York para estudiar en la universidad y, algún día, poder declararle su amor a Jo antes de que Anthony lo haga también. El gran problema para ambos muchachos, es que la aficionada escritora tiene un temperamento fatal y es muy poco afecta a las declaraciones de amor... ¿Cual de los dos jóvenes logrará conquistarla?

Género: drama, romance
Pareja: Jo/Laurie, Jo/Anthony - Beth/Laurie, Beth/Jeremy
Calificación: para mayores de 13 años
Publicación: 1 episodio cada sábado (si se puede)
Cantidad de palabras: variable
Duración: 46 capítulos
Estado: completo
Escritora: Gabriella Yu

*Capítulo 24: Laurie y Anthony, Rivales en el Amor*


/¡Hola, amigos! Ya sabemos que tanto Laurie como Anthony quieren confesar su amor a Jo, convirtiéndose así en grandes rivales aún no declarados. Pues justamente Anthony le mandó un mensaje a Laurie para que se reunieran en una cafetería y así poder hablar sobre el asunto en cuestión… ¿Qué sucederá entre ellos?/

Laurie llegó a la cafetería cerca de las seis de la tarde luego de haber terminado sus clases en la universidad, deteniéndose en la acera del frente para consultar su reloj de bolcillo.

—Pronto darán las seis en punto… Me pregunto si él ya estará aquí

—levantó la cabeza mientras guardaba el hermoso reloj de plata en su respectivo lugar, escrudiñando a las personas que se encontraban tomando café en las mesas exteriores del establecimiento sin poder encontrar al susodicho periodista entre todos ellos.

Comenzó a nevar y Laurie suspiró, pensando que sería mejor ir a reservar una mesa para esperarlo con más tranquilidad y no mojarse con la nieve.

Una vez acomodado en un buen lugar protegido bajo el hermoso toldo blanco del negocio, al lado de un cantero de plantas desnudas que comenzaban a cubrirse con la nieve, se dedicó a tomar tranquilamente una rica taza de café, mirando de vez en cuando hacia el alto y esbelto reloj de hierro apostado en media calle.

—Bueno, sabía que él siempre está ocupado, pero creo que esto es el colmo.

—Lo que ocurre es que el trabajo de periodista es muy sacrificado, señor Laurence —lo saludó repentinamente el sonriente periodista, colocando su mano en el hombre del muchacho, quien volvió un poco la cabeza hacia atrás para mirarlo.

—Llámame Laurie, Anthony; hace tiempo que nos conocemos y creo que ya es tiempo de que nos llamemos por nuestros nombres. Toma asiento y bebemos algo de café mientras conversamos de ese asunto tan importante por el que me pediste reunirnos en este lugar, ¿no te parece? —le invitó amistosamente, señalándole con la mano la otra silla.

—Para eso estamos aquí —le sonrió, sentándose inmediatamente.

Si uno se colocaba en el mismo lugar en donde Laurie se había detenido antes, podría ver la gran diferencia que había entre aquellos dos muchachos, el castaño claro era alto, muy seguro de sí mismo y de más edad, sus movimientos denotaban una energía desbordante y era mucho más masculino en sus poses y en sus maneras. Un brillo de picardía en sus ojos azules, bastante bien despabilado y de rostro alegre y decidido, siendo también un joven muy franco en sus opiniones e ideas. El otro, en cambio, era moreno y un poco más bajo, tenía un aspecto más elegante y sus movimientos y sus poses eran más delicados; tal vez no tenía la misma energía que el otro, pero tampoco era un alfeñique. Sus ojos negros denotaban una gran sensibilidad, su rostro era bondadoso, soñador y hasta a veces un poco triste y dado a la timidez.

—Dijiste que nos conocemos hace un tiempo ya —le dijo Anthony luego de haberle dado las gracias a la mesera que le había traído el café—. ¿Un año tal vez?

—Creo que como un año y medio, si no me equivoco —tomó otro sorbo de aquel líquido negro y amargo.

Había una especie de tirantez entre ellos dos a pesar de las palabras cordiales.

—¡Un año y medio! Vaya, como pasa el tiempo… —la taza se dejó caer de golpe sobre el platillo mientras que el nostálgico periodista miraba hacia la calle con el mentón apoyado sobre la mano izquierda. Laurie lo miró escrutadoramente, tratando de adivinar lo que él estaba pensando.

—¿Cuál era el asunto por el que querías hablar conmigo? —se animó a preguntarle al fin. Anthony volvió su atención hacia Laurie, era una mirada muy directa y decidida. Se inclinó hacia adelante, apoyando los codos sobre la mesa y entrelazando los dedos de las manos, lo que amedrentó un poco al otro muchacho.

—Es un asunto que nos concierne a los dos… Es sobre Jo —fue la ya esperada pero igualmente sorprendente respuesta.

—¿So-sobre Jo? —Laurie no pudo evitar ponerse colorado, por lo que bajó la vista y comenzó a jugar con sus dedos, con las manos apoyadas sobre las piernas—. ¿Y de qué es lo que quieres hablar sobre ella?

El periodista sonrió y se inclinó sobre la silla, cruzándose de piernas.

—Estoy seguro de que sientes algo por ella, ¿no es así?

—¿Y por qué supones algo así? —Laurie no pudo evitar ponerse a la defensiva, avergonzado al ver cómo Anthony exponía tan abiertamente los sentimientos que le profesaba a su querida Jo.

Anthony sonrió condescendientemente. 

—Porque yo también siento algo por ella.

Laurie se le quedó mirando de hito en hito, muy sorprendido por la enorme sinceridad de aquel muchacho. Siempre había sospechado que Anthony sentía algo por Jo, pero escuchárselo decirlo en pleno rostro era ya el colmo sabiendo que él también estaba enamorado de Jo.

—¿Por qué me cuentas eso? —inquirió molesto—. ¿Por qué no me dices de una vez por qué me pediste que nos reuniéramos aquí?

—Ya te dije que el asunto por el que te llamé era Jo, Laurie —nuevamente se acodó sobre la mesa, acercando su inquisitivo rostro hacia el nervioso y molesto muchacho—. Vamos, Laurie, sé valiente y dime la verdad: ¿realmente amas a Jo?

El aludido bajó la mirada, terriblemente avergonzado, el corazón le golpeaba furiosamente el pecho.

—Yo… Yo… —juntó valor y lo miró de frente, decidido—. ¡Yo siempre he amado a Jo desde la primera vez que cruzamos palabra!

—¡Ah! Ya veo… —sonrió triunfante, volviendo a recostarse cómodamente sobre la silla de mimbre.

—¿Y tú? ¿Desde cuándo estás enamorado de ella?

—Desde que ella me abrazó bajo aquel árbol… —respondió nostálgicamente.

—¿Eh? ¿Cómo? ¿Jo te abrazó? ¿Cuál árbol? —balbuceó confundido.

—No te alarmes, solamente fue un accidente —le explicó mientras se sentaba debidamente—. Esa tarde hubo una fuerte tormenta y ambos nos refugiamos sin saberlo bajo el mismo árbol…. —sonrió divertido—. ¿Quién hubiera pensado que a Jo la aterrorizaban los truenos?

—¿Qué a Jo la aterrorizan los truenos…? —repitió sinceramente asombrado, ¡jamás lo hubiera creído!

—Mira, Laurie; ya que ambos hemos sido sinceros respecto a lo que sentimos por Jo, quiero que sepas que dentro de seis meses me marcharé al extranjero como corresponsal exterior.

—¿Te marchas? ¿Y cuándo volverás? —quiso saber el sorprendido muchacho. Tampoco sabía lo que era un corresponsal exterior, pero ahora su interés estaba en lo que había preguntado.

—Tal vez nunca —fue la pasmosa respuesta.

Laurie no pudo evitar sentirse feliz por la partida de su máximo rival por el amor de Jo, pues siempre lo había considerado un estorbo y un peligroso pretendiente cada vez que éste le arrebataba la atención de ella.

—¿Nunca? ¿Y por qué eso? ¿A dónde irás?

—A la India Colonial y tal vez hacia otros destinos... Mi jefe del /New York Chronicle/ quiere que alguno de sus empleados cubra personalmente los importantísimos eventos revolucionarios por parte de los hindúes en contra de los colonos ingleses. No sé cuántos años me llevará cubrirlo todo pero seguramente seré enviado a otro país cuando todo eso termine. Claro que será así si yo acepto cuando se de el caso.

Laurie se quedó anonadado, inmerso en sus pensamientos por algunos instantes. Había algo extraño en todo eso.

—¿Por qué me cuentas todo esto? —le preguntó al fin.

Anthony lo miró fijamente a los ojos.

—Te lo digo porque quiero que hagas feliz a Jo.

—¿¡Cómo! ¿Y qué pasó con tu amor por Jo? —exclamó sorprendido.

El joven periodista sonrió y volvió a reacomodarse en su asiento, tomando un sorbo de café.

—Me he dado cuenta de que Jo jamás me querrá como yo la quiero a ella… y la única manera de dejarla ir de mi vida es apartándome de su camino marchándome lo más lejos posible —Todo aquello lo dijo con una media sonrisa, pero se podía ver en sus ojos la tristeza que embargaba su corazón.

Laurie se quedó pensativo por algunos momentos, con la quijada apoyada sobre los dedos entrelazados. No podía evitar sentirse preocupado a pesar de que no le caía del todo bien aquel sujeto.

—¿No crees que eso sea una medida extrema? —opinó.

—Es la única solución que he encontrado para olvidarme de Jo como a una posible… esposa…, pero no como a una posible amiga para toda la vida—Dirigió su atención hacia los deliciosos postres que la mesera les había puesto sobre la mesa, intentando no demostrarle a Laurie todas las emociones que sentía en ese momento por Jo—. Cuando regrese nuevamente a América y encuentre a Jo casada y establecida como una gran escritora, no podré ni deberé mantener alguna ilusión romántica de ninguna clase hacia ella, sólo así podré convencerme de que nunca podrá estar conmigo.

Tomó una de las masitas, Laurie lo observaba detenidamente. Se sentía muy feliz de quitárselo de encima, pero su bondadoso y romántico corazón no lo dejaba gozar de ese triunfo, más bien no podía evitar sentirse preocupado por Anthony. ¿Por qué se sentía así? ¡Él no sentía ninguna simpatía por aquel entrometido periodista que llenaba la cabeza de Jo con ideas alocadas! Pero no iba a estar tranquilo hasta hacerle una pregunta muy importante para que su conciencia permaneciera en paz consigo mismo.

—¿Le has preguntado qué es lo que siente ella por ti?

El aludido se quedó petrificado por unos instantes, pues aquella pregunta formulada por su rival lo había pillado por sorpresa.

—No. No se lo he preguntado pero sé muy bien lo que ella piensa y siente por mí… —a su mente vinieron las crueles palabras que Jo había utilizado para describirle a su hermana Beth lo que ella pensaba acerca de él—. No me cave la menor duda de que jamás me querrá más que a un simple conocido.

—¿Pero es necesario que te marches a otro país? ¿No sería mejor a otra ciudad?

—Cuanto más lejos de la tentación, mejor, ¿no te parece? —le guiñó el ojo—. Además, a mi me gusta probar nuevas experiencias y no hay nada como los viajes para eso… ¿Sabes? Fue Jo la que me hizo abrir los ojos hacia un mundo más amplio del que yo conocía, su determinación de mejorar como escritora y llegar a ser una de las grandes me enseñó que yo también debería mejorar como periodista y ampliar mis horizontes.

Todo aquello lo había dicho con un gran entusiasmo, como si la misma Jo le hubiera contagiado todas sus energías. No cabía duda que él admiraba muchísimo la valentía de su amiga.

—¿Entonces ya está decidido? ¿Te irás? —Laurie tomó una de las masitas para comerla junto con el café.

—Así es.

—En seis meses.

—Aproximadamente.

—A la India colonial, ¿no?

—Ajá.

Laurie se reacomodó en su asiento, había algo que le molestaba. Mirando de reojo a Anthony, preguntó:

—Tú no me llamaste únicamente para decirme que vas a marcharte, ¿verdad?

—¡Bingo, mi querido muchachito! —exclamó con aparente júbilo, apuntándolo con el dedo índice y guiñándole un ojo—. También quería decirte que una vez un bondadoso y bien despierto anciano me había aconsejado que fuera más lento con Jo y que le tuviera paciencia para poder conquistar su corazón.

—¿Qué quieres decir con eso? —Laurie se puso inmediatamente a la defensiva, celosísimo pero a la misma vez intrigado por aquel ambiguo consejo.

—Que Jo, a pesar de tener una mente muy despierta para su edad, su corazón aún es muy frío e inmaduro como para sentir el verdadero amor de un hombre —Se apoyó sobre la mesa, mirando fijamente al sorprendido Laurie—. Lo que quiero decir es que si ahora mismo nosotros llegáramos a decirle a Jo lo que sentimos por ella, ella nos volverá el rostro y nos ignorará por completo, echando todo a perder. Si queremos que ella nos quiera como nosotros ambicionamos, tendremos que esperar a que su corazón madure y esté listo para esa clase de proposiciones, ¿entiendes? Así no correremos el riesgo de hacer el ridículo o recibir un duchazo de agua fría.

Laurie de había quedado con la boca abierta, pero enseguida replicó.

—Entiendo lo que quieres decir, ¿pero por qué dices "nosotros" si tú ya renunciaste a ella?

Anthony sonrió y se echó para atrás, apoyando su espalda sobre el respaldar de la silla y cruzando sus brazos. Miró con picardía al joven universitario.

—Ya te dije que necesito irme muy lejos de Jo para olvidarme de ella, ¿recuerdas? Pues mientras yo siga aquí será inevitable que aún mantenga mis esperanzas de conquistarla a pesar de saber lo que ella piensa de mí. "La esperanza es lo último que se pierde" como dicen por ahí.

Laurie se mordió los labios, muy molesto. ¡Anthony era tan impredecible y extraño! La tención que había desaparecido entre ellos dos tan sólo unos minutos antes había regresado mucho más intensa que antes.

—Veo que usted es muy directo, señor Anthony Boone, y creo que justamente es eso lo que a Jo le gusta tanto de usted además de ser un tipo testarudo igual que ella.

—¿Cómo? ¿Ya no nos tuteamos, Laurie? —replicó con el mismo tono irónico de su interlocutor.

—Mientras seamos rivales por el amor de Jo no creo que podamos tomarnos esa libertad, señor Boone… A menos que definitivamente abandone la lucha.

—Eso pasará cuando me marche a la India, señor Laurence, entonces le dejaré el camino libre para que intente enamorar a nuestra escritora, a menos que…

—¿A menos que qué?

—A menos que Jo cambie de idea sobre mí antes de que me marche.

—No creo que eso suceda, pero de todas maneras igual tendrás que irte, es tu trabajo.

—Claro, pero también los enamorados pueden escribirse cartas.

Furioso, Laurie se puso en pie, mirando a Anthony detenidamente, casi desafiante, con los ojos brillantes y las manos crispadas.

—Jo tenía razón acerca de usted, señor Bonne, es un tipo muy presuntuoso.

—Y Jo me dijo que usted es demasiado inmaduro, señor Laurence —replicó sonriente, pero en sus ojos se podía notar el mismo antagonismo que su rival.

Laurie resopló enojado, sintiéndose muy ofendido. ¡Estaba asistiendo a la universidad para demostrarle a Jo que había madurado!

—Muy bien, señor Bonne —comenzó a decir, esforzándose por extenderle la mano como suele hacerlo un caballero—, durante estos seis meses seguiremos siendo rivales compitiendo por Jo, después de eso lo veré con mucho gusto marcharse hacia la India.

Comprendiendo que ya no era bienvenido y que todas las cartas estaban echadas sobre la mesa, Anthony se puso de pie y tomó la mano que Laurie le ofrecía para así dar por terminada aquella reunión.

—Eso ya lo veremos, señor Laurence; pero recuerde que no debe apresurarse si no quiere espantar a nuestra querida escritora.

—Tendré en cuenta sus consejos, señor Boone. ¿Vendrá a visitarnos uno de estos días? —soltó la mano del periodista.

—Cuando el trabajo me lo permita, señor Laurence.

—Es una verdadera lástima que su trabajo lo mantenga tan ocupado como para no poder estar más tiempo al lado de Jo, ¿no le parece? —el chico no pudo evitar hacer aquel malicioso comentario, pues se sentía morir de celos y estaba dispuesto a apartar a su amiga de aquel hombre el mayor tiempo posible hasta que la obligada partida de éste los alejara para siempre.

Pero Anthony era una persona muy astuta, así que supo replicarle sin ningún problema.

—Ojalá pudiera decir lo mismo acerca de sus estudios, señor Laurence.

Laurie frunció el entrecejo, furioso, pero supo controlarse a tiempo porque deseaba demostrarle a aquel engreído que podía ser tan maduro como él.

—Adiós, señor Boone. Fue un gusto mantener esta interesante conversación con usted; y no se preocupe por la cuenta, yo la pagaré.

Viendo que aquel muchachito distinguido lo estaba invitando a retirarse, el joven periodista sonrió e inclinó cortésmente la cabeza en un ademán de despedida, girando luego sobre sus pies para retirarse de allí. Pero, cuando hubo dado unos cuantos pasos, escuchó que Laurie le dijo con tono preocupado:

—Si vamos a competir todo este tiempo por el amor de Jo, será una competencia justa, ¿no es así, Anthony?

El aludido volvió la cabeza hacia el muchacho y notó una gran inquietud en sus cálidos ojos negros. Sonrió amistosamente.

—No te preocupes, Laurie. Ésta será una competencia entre caballeros y será Jo la que decida en completa libertad si querrá o no enamorarse de alguno de nosotros.

Laurie sonrió agradecido, tranquilizado por aquella respuesta.

—Es una lástima que los dos estemos enamorados de la misma chica, ¿verdad? Podríamos haber sido muy buenos amigos.

—Eso es lo que justamente estaba pensando en este preciso momento —Volvió a darle la espalda—. Dile a Jo que iré a visitarla unos de estos días.

—Ten por seguro que se lo diré.

—De eso no tengo duda.

Ambos hablaban con un marcado tono sarcástico, pero seguían sonriendo amistosamente. A pesar de los mutuos celos que sentían entre ellos, ambos se respetaban muchísimo.

Ninguno de ellos se había dado cuenta de que Jo los había estado observando muy contenta desde hacía unos minutos desde la vereda del frente.

—Bueno, por fin esos dos se van a hacer amigos —dijo, obviamente ignorando que aquellos dos se habían reunido por su causa.

/¡Huy! ¡Laurie y Anthony han puesto todas las cartas sobre la mesa! Aún no puedo creer que Anthony se vaya a marchar a la India… Según me dijeron es un país… o continente… muy primitivo, lleno de tigres, serpientes y sectas, con un clima terrible. ¡Sólo Jo puede detenerlo!/

Fanfic Mujercitas -¿Qué Hubiera Pasado Sí...?- Capítulo 23

Fanfic Mujercitas -¿Qué Hubiera Pasado Sí...?- Capítulo 25

Notas de una Bloggera Descuidada:
¡Hola, mis queridos arrinconados! ¿Cómo están? Espero que bien.
Por fin Anthony y Laurie se han sincerado y están dispuestos a conquistar a Jo… ¿Pero les será fácil? ¿Realmente competirán limpio? ¡Oh, lo celos! Muy pronto lo leeremos.
Sigo viendo el anime Zatch Bell y el drama coreano Papá es Extraño; sigo editando el drama chino Princesa Valiente y subtitulando la 6ta temporada de Doctor-X.

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¡Cuídense y no olviden comentar!
Sayounara Bye Bye!

Gabriella Yu 💖
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