Resumen de la serie: Hideki Kaji es un cirujano famoso por su trabajo de cirugía laparoscópica, por lo que se ha ganado el apodo de "mago del laparoscopio". Es hábil pero codicioso, por lo que prefiere a los pacientes VIP. Debido a que eligió el dinero sobre el título y el poder, la progresión de su carrera ha sido más lenta que la de sus compañeros, sobre todo cuando la genio cirujana Michiko Daimon, también conocida como Doctora-X, destruyó su carrera. Este cirujano siempre deberá escoger entre hacer lo correcto como médico o seguir su amor por el dinero, ganándose tanto amigos como enemigos en el proceso. Hideki Kaji, también conocido como Doctor Y, cuyas únicas armas son sus habilidades laparoscópicas y su astucia... ¿Cuál camino tomará?
DOCTOR Y
LA CIRUGÍA MALDITA
. El doctor Hideki Kaji, convertido en el exitoso director de hospital Naro junto a los directores Michiko Daimon y Takashi Ebina, comenzará a ser perseguido por el fantasma de una joven paciente que murió durante una cirugía que él realizó en su pasantía 30 años atrás. Una vez que las agresiones comienzan a volverse físicas, la doctora Daimon deberá ayudarlo a calmar al fantasma vengativo de la chica antes de que todos queden atrapados en el limbo y el espíritu de Kaji ingrese al infierno junto a la de su expaciente.
Capítulo
5: ¿Por Qué no le Da una Oportunidad al Amor, Akira-san? ¡Aun Quiero Vivir!
Inicio de flashback
—¡Buenas tardes, doctor Kaji! —Suzume lo saludó con
entusiasmo, alzando la mano lo más que pudo.
El aludido estaba frente a la salida del colegio de
señoritas, sonriendo, la saludó un poco más reservado y las compañeras de la
chica comenzaron a cuchichear entre sí muy emocionadas, pues la perspectiva de
un joven doctor como pretendiente de una colegiala les parecía muy atrayente y
también muy escandaloso a la vez. ¿Qué diría la Madre Superiora?
Obviando los tontos rumores de sus compañeras, Suzume se
adelantó y caminó junto a su doctor rumbo al hospital universitario de Totei
para hacerse uno de los últimos chequeos pre quirúrgicos. No quedaba lejos, así
que solamente debían caminar un poco para llegar.
El mayordomo no tenía la obligación de ir buscarla al
colegio cuando debía ir al hospital, así que la abuela de la chica había dejado
a Kaji a cargo, cosa que a Suzume la hacía muy feliz. La llenaba de ilusión
estar a su lado, pues sentía como si tuviera un novio mayor que ella que la
quería y la trataba muy bien, no sólo por obligación.
—¿Está lista para lo de hoy, señorita Asamiya? Este es
el último estudio que se hará para que mañana se interne para la cirugía de
jueves —le dijo, sonriéndole amablemente.
—Mientras usted esté ahí, siempre estaré lista… ¡Oh!
—se llevó la mano a la boca al darse cuenta de que había sido demasiado
expresiva, por lo que Kaji se rió de buena gana pero enseguida se calmó y la
miró muy agradecido por su confianza.
—No se preocupe, señorita Asamiya, siempre estaré a su
lado para que pueda superar esta enfermedad.
—¡Muchas gracias! —le sonrió llena de felicidad.
—Ahora, le mostraré algo… ¡Tachan! ¡Aquí está el
último libro que le prestaré! —Lo sacó de repente de la bolsa de papel que
llevaba consigo, entregándoselo a una feliz y sorprendida Suzume, quien lo tomó
de inmediato y leyó su tapa, sonrojándose intensamente.
—¿Y-Y bien? ¿Qué le parece, señorita Suzume? ¿Puede…
entender lo que dice? —Le preguntó con ansiedad, sonrojándose también.
Ella, llorando de felicidad, asintió con firmeza y una
enorme sonrisa de gratitud.
—Muchas gracias, doctor Kaji… Se lo prometo.
Y abrazó el libro contra su pecho, muy emocionada al
lado de su querido doctor, quien sólo se limitó a hacerle compañía en silencio,
igualmente feliz.
Fin de flashback
Kaji abrió
lentamente los ojos, encontrándose recostado en el sillón de su despacho,
mirando hacia el techo. Nunca recordaba nada sobre lo que soñaba cuando se
desmayaba, solamente se despertaba en blanco y muy cansado.
—Parece que la
salida de anoche no le sentó nada bien, director Kaji —Akira se burló, sentado
a su lado en uno de los sillones individuales.
—… ¿Qué pasó…?
¿Cuánto tiempo estuve así…? —se incorporó lentamente con la mano en la cabeza,
el representante de Michiko se levantó para ayudarlo a sentarse.
—Se desmayó de
repente, nos dio un buen susto.
—¿En dónde
está Daimon?
—¿Daimon y
Hiromi? —agregó, sonriendo—. Se fueron a realizar una cirugía programada. Perdió
el conocimiento por quince minutos nada más.
—¡Ah!
—asintió, y se quedó mudo, con el recuerdo de la fría mano de Suzume sobre su
muñeca. Instintivamente miró su mano y se dio con la sorpresa de que la muñeca
estaba marcada y la escondió de inmediato antes de que Akira lo viera.
El anciano no
pudo ver la marca, pero sí se dio cuenta de la acción de Kaji por ocultarle
algo.
Ajeno a esto,
el cirujano miró lentamente hacia el escritorio y vio el libro manga aún sobre
él, comenzando a temblar de miedo.
Akira Kanbara
notó la ansiedad en el pálido rostro de Kaji.
—¿Se siente
bien, director Kaji? —Quiso saber—. Parece como si hubiera visto un fantasma.
—¿Cómo? ¿Un
fantasma? Pues claro que no, no sea ridículo —Se le quedó mirando un tanto
pensativo, como si estuviera debatiendo algo en su mente—. Akira-san… Disculpe
mi indiscreción, ¿pero alguna vez tuvo la mala suerte de que se le muriera un
paciente en plena cirugía?
De pronto, a
Akira se le ocurrió estar viendo a un joven muchacho lleno de incertidumbre
frente a él.
—¿Por qué lo
pregunta?
—Por nada —se
puso de pie, arrepintiéndose de inmediato por haber hecho semejante pregunta—.
Es sólo curiosidad. Pero si usted fue quien le enseñó a ese demonio semejantes
habilidades, estoy seguro de que fue un cirujano nivel Dios que tampoco cometió
errores.
Aunque estaba
muerto de miedo, también estaba muy resignado con su destino, así que hizo acopio de toda su voluntad y se
dirigió a su escritorio para continuar con su trabajo y se sentó ante la
inquisitiva mirada de Kanbara. Luego de esconder el libro entre los que tenía
en un cajón del escritorio, con mano temblorosa procedió a cumplir con sus
aburridos deberes administrativos hasta que se detuvo, recordando algo que le
había contado Michiko, y sonrió.
—Daimon me dijo
que una enfermera lo invitó a almorzar. ¿Puedo saber quién es?
Akira no pudo
evitar sonrojarse, se puso de pie, rascándose la cabeza.
—Es la
enfermera Yuko…
*Alerta
spoiler fanfic Torre de Naipes
—¡Ah! ¿La
enfermera que encontró mi pañuelo aquella vez que ese desquiciado
me secuestró? Veo que usted atrae a las jóvenes con facilidad, Akira-san, lo
felicito.
*Alerta
spoiler fanfic Torre de Naipes fin
—Michiko dice
que es muy joven para mí.
—¡Bah! Esos
comentarios sólo lo hacen las mujeres mayores que se sienten desplazadas por
las más jóvenes. Lo importante es que a uno lo quieran de verdad se tenga la
edad que se tenga, ¿no le parece?
—Pero podría
ser mi nieta. Tiene 28 años de edad.
—Pero no es su
nieta —Se puso de pie y se acercó a Kanbara, colocándole una mano en el hombro,
sonriéndole para animarlo—. ¡Vamos, Akira-san, no lo dude más y láncese al amor!
Tener una novia joven lo rejuvenecerá, ya lo verá. Además, no la está obligando
a nada que ella no quiera hacer y resulta obvio que le gustan los hombres
maduros como usted. ¿Qué importa lo que diga ese demonio? Viva su vida usted
también, Akira-san. ¡Mis más sinceras felicitaciones, esa joven tiene un muy
buen gusto para los hombres!
Akira sonrió y
pensó que a Kaji le resultaba más fácil que a Michiko consentir ciertas cosas,
quizás porque él mismo no era un ejemplo a seguir y le era más fácil aceptar a
la gente tal y como era, con todas sus imperfecciones… Aunque claro, a Kaji
siempre le interesó el tema de las mujeres.
—Vamos,
anímese e invítela a salir —insistió, guiñándole un ojo y volviéndolo a la
realidad, haciendo sonreír al anciano y poniéndolo colorado.
—Bueno, tal
vez la invite a salir esta noche, me dijo que le gusta ir a bailar.
—¡Perfecto, como
a usted! Luego me cuenta cómo le fue.
Akira asintió
y se retiró, sintiéndose muy animado.
XOX
Mientras caminaba
por el pasillo, Akira Kanbara no pudo evitar sonreír de felicidad, no le
parecía que el doctor Kaji estuviera enfermo ni deprimido, y la perspectiva de
salir con una chica joven a su edad era demasiado para un pobre viejo como él.
Tal vez, si no fuera por los ánimos de Kaji, no estuviera ahora en camino a ver
a la dulce enfermera Yuko para invitarla a salir.
“Todo está
bien con Kaji”, pensó, nos preocupamos en vano. Pero pronto se le borró la
alegría cuando recordó la extraña pregunta que le había hecho y la expresión de
auxilio en su rostro.
XOX
Mientras
revisaba los últimos informes médicos de los profesores, Hideki Kaji sonrió
para sí ante la idea de que el buen Akira tuviera una cita con aquella joven
enfermera tan aplicada pero a la vez un tanto tímida.
—Me pregunto
cómo se lo tomará ese demonio… —murmuró, haciéndole gracia la escena que se
formaba en su mente, pero, sin buscarlo, de la comedia pasó al romance cuando
recordó a Daimon sobre él, su bien formado cuerpo sobre el de él…, su hermoso
rostro sobre el de él… Esa fuerte personalidad sobre la de él… Esas fuertes manos
arrancándole el cabello…
—¡Rayos! ¡Eso
sí que dolió! ¡Esa mujer tiene más energía que un reactor nuclear! —se llevó
las manos al cuero cabelludo, haciendo una mueca de dolor.
—La envidio… —Se
entristeció, bajando las manos, pensativo. Finalmente suspiró y se puso de pie,
dirigiéndose hacia el ventanal para poner la palma de su mano sombre el vidrio
mientras miraba hacia afuera.
—A diferencia
de Akira-san, que parece ser que una nueva etapa de su vida comienza para él,
yo siento que el tiempo se me está acabando… —Apoyó la frente sobre el vidrio y
suspiró muy cansado—. Cada vez tengo menos fuerzas… Y tengo miedo, mucho miedo…
Cerró los
ojos, sobrecogiéndose. Si Suzume se lo llevaba al más allá, seguramente no iba
a ser el cielo, sino el infierno. Sería un castigo eterno por haber roto la
promesa de cuidar de ella, y se lo tenía bien merecido.
—Me hubiera
gustado seguir en esta vida compitiendo contra ti… —Dijo, sin abrir los ojos—.
Ayúdame, Daimon… Realmente no quiero morir, no quiero morir… Ayúdame…
Pero sabía que
ella nada podía hacer contra la maldición de un espíritu, sólo era una nerd de
las cirugías y nada más. ¿Para qué contarle sobre su problema entonces? Sólo
sería perder el tiempo y preocuparla en vano, así que lo único que le quedaba
era resignarse a su destino y esperar lo inevitable.
Suspiró nuevamente
y abrió los ojos sólo para encontrarse el rostro se Suzume reflejado en el
vidrio, mirándolo directamente a los ojos con su fría expresión de muerte.
—No pienses en
esa mujer —le dijo—, sólo me perteneces a mí. Ya es hora, ven con nosotros. Por
fin estaremos juntos para siempre.
Aterrorizado,
Kaji se apartó del ventanal sólo para ver los rostros agonizantes de todo el
personal médico de aquella cirugía de hacía 30 años atrás reflejados en el
vidrio, llamándolo por su nombre, pidiendo por él.
—Sólo faltas
tú —Suzume salió lentamente del vidrio mientras Kaji retrocedía hasta chocar
contra el escritorio, interrumpiendo su huída.
Hideki Kaji
estaba tan asustado que no podía hacer otra cosa más que observar cómo ella iba
acercándose poco a poco con los brazos extendidos hacia él hasta que lo alcanzó
y lo abrazó lentamente, apretándolo contra su pecho. Horrorizado, él sintió la
frialdad de la muerte que emanaba Suzume, apagando cada rayo de vida que aún le
quedaba en su cuerpo y espíritu, pero la visión de la fortaleza de Daimon aún
no se disipaba de su mente y le infundía cierta fuerza que evitó que Suzume absorbiera
su vida por completo. Ella descubrió molesta que él aún tenía ambiciones,
quería seguir viviendo, quería seguir estando en aquel hospital, salvando vidas
y compitiendo contra su compañera para poder alcanzarla.
Frustrada,
Suzume lo soltó.
—Aun tienes
deseos de vivir —Le dijo—. Tu espíritu aún se resiste a venir conmigo…
Y desapareció,
dejando a Kaji muy agotado, respirando con dificultad, llevándose la mano al
corazón que casi había dejado de latir.
A duras penas
logró sentarse en su silla, reclinándose sobre ella aún con la mano en el
pecho, respirando profundamente mientras cerraba los ojos, tratando de
calmarse. Aquella había sido una experiencia de muerte horrible y no se la
deseaba a nadie.
De pronto,
sintió que sus hombros se helaban mortalmente, estremeciéndolo de horror.
Suzume había
regresado a continuar con su trabajo. Era una verdadera tortura pasar por todo
aquello y ya se estaba cansando, a punto de bajar los brazos.
Abrió los ojos
sobrecogido de terror y le tomó todo su valor mirar hacia un costado para darse
con la aterradora sorpresa de que las pálidas manos de Suzume había salido por
el respaldar de la silla y lo tenían aferrado desde atrás por los hombros.
Entonces, el
mortal rostro de Suzume emergió desde uno de los costados de la silla para
ponerse al lado de la cabeza de su aterrorizada víctima, mirándolo con aquellos
ojos vacíos de vida.
—Aún te falta
un poco más, muy poco… —Le dijo, con una horrorosa voz de ultratumba.
Desesperado,
el cirujano intentó gritar, pero ella le tapó la boca con una mano y, en un
segundo, perdió la conciencia, desmayándose otra vez sólo para despertar en una
extraña sala de cirugía, realizando la operación de Suzume de hace 30 años
atrás junto a los demás miembros del equipo se cirugía, una y otra vez en un ciclo sin fin, consumiendo lo que le quedaba de energía espiritual.
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