Resumen de la serie: Hideki Kaji es un cirujano famoso por su trabajo de cirugía laparoscópica, por lo que se ha ganado el apodo de "mago del laparoscopio". Es hábil pero codicioso, por lo que prefiere a los pacientes VIP. Debido a que eligió el dinero sobre el título y el poder, la progresión de su carrera ha sido más lenta que la de sus compañeros, sobre todo cuando la genio cirujana Michiko Daimon, también conocida como Doctora-X, destruyó su carrera. Este cirujano siempre deberá escoger entre hacer lo correcto como médico o seguir su amor por el dinero, ganándose tanto amigos como enemigos en el proceso. Hideki Kaji, también conocido como Doctor Y, cuyas únicas armas son sus habilidades laparoscópicas y su astucia... ¿Cuál camino tomará?
DOCTOR Y
LA CIRUGÍA MALDITA
. El doctor Hideki Kaji, convertido en el exitoso director de hospital Naro junto a los directores Michiko Daimon y Takashi Ebina, comenzará a ser perseguido por el fantasma de una joven paciente que murió durante una cirugía que él realizó en su pasantía 30 años atrás. Una vez que las agresiones comienzan a volverse físicas, la doctora Daimon deberá ayudarlo a calmar al fantasma vengativo de la chica antes de que todos queden atrapados en el limbo y el espíritu de Kaji ingrese al infierno junto a la de su expaciente.
Capítulo 3: ¡Una
salida de hombres! ¿Acaso te gusta Daimon?
Como lo habían esperado, Kaji había aceptado de muy
buena gana salir de fiesta aquella noche junto a Ebina y Hara con la
perspectiva de divertirse un rato y olvidar el motivo de sus preocupaciones.
Habían quedado en salir después de la última cirugía
de Mamoru Hara, puesto que Kaji ya había terminado las suyas y Ebina le había
pedido a Akira Kanbara que lo reemplazara en la dirección porque la doctora
Daimon aún le quedaba una cirugía más por hacer de las seis que había realizado
aquel día.
—Si con esto no logramos que Kaji-kun olvide sus
pesares, tendrá que intervenir, Akira-san —le pidió el doctor Ebina mientras se
ponía el sobretodo.
—No se preocupe, director Ebina —le sonrió el aludido
con su habitual calma—, estoy seguro de que después de esta noche, el director
Kaji habrá recargado su batería y volverá a ser el de siempre.
—Sí, es verdad… —le brillaron los ojos ante la perspectiva
de aquella noche—. Hoy vamos salir de fiesta: tomaremos y saldremos con
mujeres, ¿qué hombre no sería feliz con eso?
Tomó el picaporte de la puerta y, antes de salir,
volvió la cabeza hacia Akira y alzó el puño con una gran sonrisa.
—¡Cambio y desafío! —soltó.
—Cambio y desafío… —lo imitó, un poco avergonzado.
Luego de que Ebina hubiera desaparecido tras la
puerta, Akira Kanbara suspiró y se dirigió hacia la silla del escritorio para
sentarse, un tanto preocupado.
—Es extraño que alguien como el doctor Kaji se
deprima. Suele ser quejoso y melodramático, pero nunca se deprime en verdad. Si no cambia de actitud para mañana, tendré
que preguntarle qué le sucede.
XOX
La noche de juerga empezó muy bien para los tres
doctores, quienes se dedicaron a comer y a tomar sake en un local costoso de
Ginza y luego se dirigieron bastante borrachos hacia un club nocturno de igual
categoría, como Kaji y Ebina cobraban el sueldo de un Director General, podían
costear semejante lujo e invitar a su amigo Hara también. En el club eligieron
una sala de karaoke privada e invitaron a varias señoritas dispuestas a pasar
la noche con ellos.
Kaji y su acompañante se sentaron en un sillón de tres
plazas y las otras dos parejas se sentaron en un enorme sillón esquinero, todos
rodeando la mesa ratona llena de bebidas y comida mientras el karaoke sonaba
sin que nadie tomara el micrófono.
Tanto Ebina como Hara estaban muy felices al ver que
su amigo Kaji se estaba comportando tal y como siempre era: un hombre
jactancioso de sí mismo que no paraba de hablar sobre sus logros profesionales
a su bella acompañante, a quien tenía abrazada con un brazo mientras que con la
otra mano tenía una copa de champagne.
—¡Oh, director Kaji! ¡Usted es espectacular! —le
sonrió con fingida timidez.
—¡Oh, vamos! Eso ya lo sé —respondió, también con
fingida humildad, bebiendo un poco de alcohol—. Cuando los signos vitales del
paciente cayeron, pensé que todo había terminado, pero entonces vino a mi mente
el recuerdo de una cirugía que había realizado con una compañera y decidí que
podría utilizar la misma técnica, ¿y sabes qué? ¡La realicé con gran éxito y
salvé la vida del paciente! Y me recompensó muy bien, ¿sabes? Mucho, mucho
dinero.
—¡Oh. Director Kaji! ¡Usted me impresiona cada vez
más!
—Sin duda alguna… —sonrió, tomando otra copa.
En ese momento, Hara le dio un imperceptible codazo en
un costado a Ebina para llamar su atención.
—¿Te has dado cuenta? Kaji no deja de referirse a
Daimon en sus historias.
El aludido pestañeó un par de veces, estaba tan
entretenido con su acompañante que no había prestado atención a ello.
—¿De verdad? —Susurró.
—Sí, preste atención y lo verá.
Y así lo hizo, comenzado a sorprenderse al notar que
Hara tenía razón, Kaji siempre se estaba refiriendo a Daimon de una forma u
otra. Aquello era muy extraño viniendo de alguien que pregonaba lo mucho que la
odiaba.
Después de un par de horas de karaoke, algunas
botellas de alcohol y conversaciones cada vez con menos sentido, Kaji, Ebina y
Hara decidieron que era el momento de ir a algún hotel con las chicas para
pasarla bien.
Mientras el doctor Hara intentaba poner de pie al
doctor Ebina con la ayuda de una de las jóvenes luego de que éste se cayera
tras tropezar torpemente con la pata de la mesita ratona, Kaji estaba muy
entretenido con la otra joven, abrazándola cariñosamente.
—¿Qué te parece si nos vamos a un lugar más tranquilo?
—le sugirió, sonriéndole.
—Por supuesto que me encantaría, director Kaji —fingió
reírse tímidamente.
Encantado con la idea de pasar una buena noche de sexo
con aquella joven de buenas piernas y un busto demasiado perfecto para ser real,
comenzó a acariciar el largo cabello de su acompañante hasta que, para su
horror, una pálida mano femenina y menuda salió del cabello que caía sobre la
espalda de la joven y lo tomó fuertemente del brazo. Despavorido, Kaji quiso
soltarse forzando su brazo hacia atrás con tanta fuerza que cayó sentado en el
suelo ante la sorpresa de los demás.
La chica lo miró perpleja.
—¿Qué sucede?
Kaji se miraba el brazo mientras respiraba
fuertemente, aún podía sentir el frío mortal del agarre de aquella mano de
ultratumba, quien no era otra que Suzume, de eso no había duda. Era la primera
vez que sentía su toque mortal y era una sensación horripilante.
—N-nada. Es mejor que me vaya de aquí… —nervioso, se
puso torpemente de pie y fue derecho a recoger sus cosas, sorprendiendo a sus
amigos.
—¡Pero, Kaji-kun! ¿Qué pasó? —El doctor Ebina lo tomó
del brazo y lo llevó aparte—. ¡Vinimos aquí para que te divirtieras esta noche!
¡Vamos! ¡Estas mujeres están bellísimas! ¡No las rechacemos sólo porque te
caíste, tampoco fue para tanto!
El aludido, sin poder de dejar de temblar, hizo una
mueca de disgusto, desembarazándose de su agarre.
—S-si, si…, ¡pero no me importa! Son hermosas pero no
tienen nada de personalidad ni cerebro. ¡Estoy cansado de “Director Kaji, eres
maravilloso! ¡Director Kaji, eres fabuloso”, ¿por qué no puedo mantener una
conversación decente con una mujer inteligente?
Estaba tan nervioso y asustado que no tenía ni idea de
lo que estaba diciendo.
—¿P-ero, qué dices? No vinimos aquí a tener una charla
inteligente, sino a pasar la noche con una mujer que no volveremos a ver nunca
más en la vida.
—¡Ya lo sé! ¡Ya lo sé! —Replicó, histérico, tratando
de calmarse—Sí, tienes razón, perdóname, Ebina-kun. No sé ni lo que estoy
diciendo, pero no tengo deseos de tener relaciones esta noche, así que mejor me
voy.
Tomó su saco y se despidió de su decepcionada
acompañante. Tanto Ebina como Hara se miraron muy sorprendidos y desconcertados,
entonces decidieron, muy a su pesar, acompañarlo.
Tras despedirse ellos también de las desilusionadas
jóvenes, salieron disparados por detrás de su amigo, quien ya estaba saliendo
del club luego de haber pagado su parte.
Sin decir una palabra y luego de pagar lo suyo, los
tres caminaron por la acera, estremeciéndose de frio, envueltos en sus abrigos.
—A estas horas podríamos estar en una cama calentita
con una linda chica abrazándonos… —Se quejó Hara.
—¿Entonces para qué vinieron conmigo? —replicó Kaji,
fulminándolo con la mirada.
—¡Qué pregunta! ¿Y dejarte solo? Podrías cometer
alguna locura estando ebrio en tu condición.
El aludido suspiró fastidiado.
—¿En mi condición? ¿De qué hablas, Hara?
—Sabemos que estás deprimido, Kaji-kun, por eso
quisimos invitarte a salir —le aclaró Ebina.
—¿Deprimido yo? —sonrió, burlón—. ¡Por supuesto que
no!
—¿Entonces qué es? —Quiso saber Hara.
Kaji se puso serio y no se atrevió a mirarlos. La
imagen de Suzume vino a su mente junto a todos los malos recuerdos del pasado.
—Nada importante…
—¿No será que…, que no puedes confesarle a Daimon que
te gusta? —Se atrevió a decir Ebina.
—¡¿Cómo dijiste?! —exclamaron los otros dos al
unísono, deteniéndose para mirarlo muy sorprendidos.
—¿Eso es verdad, Kaji-kun? ¿Te gusta la doctora
Daimon? —exigió saber Hara, volviéndose hacia su compañero, con los ojos
desorbitados.
—¡P-por supuesto que no! —Negó apresuradamente con las
manos abiertas frente a él—. ¡Ebina-kun! ¿Cómo se te ocurre decir semejante
tontería? ¡A mí no me gusta ese demonio!
—¿No? Has estado hablando de ella toda la noche, ¿no
te diste cuenta de eso?
—¿Qué estuve hablando de ella? —se apuntó,
sorprendido.
—¿Cómo puede ser que no te hayas dado cuenta,
Kaji-kun? —comentó Hara, extrañado.
—Y además dijiste que estabas aburrido de ese tipo de
mujeres y que querías que fueran inteligentes, tal y como es la doctora Daimon
—dijo Ebina.
—Creo que además de eso te gustan las mujeres
dominantes y agresivas, Kaji-kun, pero déjame decirte que no te conviene, no
sirven para ser amas de casa, ¿o por qué crees que aún está soltera? —Agregó
Hara seriamente.
—Es cierto, además, Daimon siempre te maltrata y te
humilla. Realmente no sé qué le ves —continuó Ebina, cruzándose de brazos en
actitud de hermano mayor—. Aunque claro, te entiendo, me imagino que en el sexo
deber ser muy salvaje.
Hideki Kaji miró a uno y luego al otro. No podía dar
crédito a lo que estaba escuchando. Era una verdadera charla de borrachos que
ya estaba rayando a la falta de respeto hacia una de sus compañeras del trabajo.
—Ustedes están locos —replicó, ofendido—. ¿Se dan
cuenta de lo que están diciendo? A ese demonio lo que menos le interesa es el
sexo, hasta creo que es una reprimida sexual, una frígida, una tonta que no se
da cuenta de… ¡Diablos! —Se llevó las manos a la cabeza, escandalizado con sus
propias palabras—. ¿Qué rayos estoy diciendo? ¡Ustedes dos me están haciendo
decir puras estupideces, idiotas!
—¿Nosotros? —se apuntó Hara, consternado.
—Sigamos con esta charla, está muy interesante
—propuso Ebina, con la cara más seria que jamás habían visto sus compañeros.
—¡Al diablo con ustedes dos! —Exclamó enfadado,
haciendo su característico gesto con la mano—. ¿Por qué no regresan con esas
mujeres para tener sexo si tanto se quedaron con las ganas? Yo tengo cosas más
importantes de qué ocuparme antes de ponerme a discutir con ustedes de si a
Daimon le gusta o no tener relaciones. ¡Es una charla estúpida y sin sentido!
¡Idiotas!
—Está bien, no te pongas así, Kaji-kun —dijeron,
agachando la cabeza, visiblemente arrepentidos—. No volveremos a hablar de esa
manera de Daimon si tanto te ofende.
Murmurando algunos insultos, Kaji se dio media vuelta,
soltando un largo suspiro de fastidio.
—Mejor dejemos esta conversación de ebrios y vámonos
de aquí de una vez antes de que alguno de ustedes reciba un puñetazo mío…
Enmudeció al darse cuenta de que no podía mover los
pies, parecía como si estuvieran clavados en el piso además de que sentía los
tobillos fríos como el hielo. Temblando de miedo, miró hacia sus pies y vio con
horror a la misma Suzume aferrada a sus tobillos, mirándolo fijamente, con el
cuerpo a medio salir del pavimento. Los ojos de Kaji se abrieron
desmesuradamente.
—Ya es hora, ven comigo… —Le dijo con aquella voz de
ultratumba.
—¡Oh, mi…!
Y, pasa sorpresa de sus amigos, perdió el conocimiento.
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