Resumen de la serie: Hideki Kaji es un cirujano famoso por su trabajo de cirugía laparoscópica, por lo que se ha ganado el apodo de "mago del laparoscopio". Es hábil pero codicioso, por lo que prefiere a los pacientes VIP. Debido a que eligió el dinero sobre el título y el poder, la progresión de su carrera ha sido más lenta que la de sus compañeros, sobre todo cuando la genio cirujana Michiko Daimon, también conocida como Doctora-X, destruyó su carrera. Este cirujano siempre deberá escoger entre hacer lo correcto como médico o seguir su amor por el dinero, ganándose tanto amigos como enemigos en el proceso. Hideki Kaji, también conocido como Doctor Y, cuyas únicas armas son sus habilidades laparoscópicas y su astucia... ¿Cuál camino tomará?
DOCTOR Y
LA CIRUGÍA MALDITA
. El doctor Hideki Kaji, convertido en el exitoso director de hospital Naro junto a los directores Michiko Daimon y Takashi Ebina, comenzará a ser perseguido por el fantasma de una joven paciente que murió durante una cirugía que él realizó en su pasantía 30 años atrás. Una vez que las agresiones comienzan a volverse físicas, la doctora Daimon deberá ayudarlo a calmar al fantasma vengativo de la chica antes de que todos queden atrapados en el limbo y el espíritu de Kaji ingrese al infierno junto a la de su expaciente.
Capítulo
10: ¡En Manos de Suzume! Michiko Acepta el Desafío
El dolor de espalda
de Kaji había pasado lo suficiente para cuando llegaron al ascensor, dudaron
unos segundos en subir, pero finalmente lo hicieron.
—¿Por qué está
todo tan diferente? Es como si estuviéramos en una película de terror… Todo
parece más viejo de lo que es, abandonado y oscuro. Y tampoco se ve a nadie… No
logro entender nada… ¿Mai estará bien? —Se preocupó Hiromi, aferrándose del
brazo de su amiga, mirando a su alrededor sin dejar de temblar.
—¿No le contó
nada sobre esto, demonio? —la miró acusadoramente.
—¿Cómo iba a
contarle algo que ni yo misma termino de creer, tonto? —lo fulminó con la
mirada.
Kaji no
replicó a eso, ella tenía razón.
Afortunadamente
nada pasó hasta que el ascensor llegó a la planta baja y Michiko terminó de
contarle todo a Hiromi.
—No sabía que
las maldiciones Goryo eran ciertas… —Murmuró la pobre anestesista, mirando
acusadoramente a Kaji—. Sólo tú podrías meternos en un problema como éste,
Kaji.
—Bien, lo
lamento —Le devolvió una mirada de puñal, luego se puso por delante de las
mujeres, parándose frente a la puerta del ascensor—. Nos dirigiremos
inmediatamente a la salida, ¿entendido?
—Eso ya lo
sabemos, tonto —replicó Michiko, molesta.
—Idiota… —Replicó
en cuanto comenzaron a abrirse las puertas.
—¿Por qué
siempre buscan un motivo para tratarse así? ¡No es momento para peleas tontas!
¿No ven lo que está pasando? —se quejó Hiromi, poniéndose más nerviosa, aferrándose
fuertemente al brazo de su amiga.
—Porque no
sabe hacer otra cosa más que provocarme disgustos —replicó Michiko sin demora,
haciendo que Kaji perdiera la paciencia.
—¡Bueno,
perdóneme por no estar a su altura, demo…! ¡¡¡Aaaaaah!!! —Espantado, alzó los
brazos en un acto reflejo de defensa, con la vista clavada en la entrada del
ascensor.
Michiko y
Hiromi pusieron su atención hacia las puertas y vieron horrorizadas que frente
a Kaji estaba el terrorífico fantasma de una estudiante de secundaria cuya piel
era pálida, su cabello era largo y oscuro que le cubría casi todo el rostro,
cuyo único ojo oscuro y desprovisto de vida miraba fijamente al espantado
cirujano.
—¡Oh, dios
mío! —La anestesista, sintiendo que las fuerzas le fallaban, cayó sentada al
suelo. Michiko se agachó para abrazarla y miró hacia su compañero.
Kaji, como
hipnotizado por Suzume, bajó los brazos, aflojó el cuerpo y volvió los ojos
hacia atrás, sintiendo cómo lo que le quedaba de energía espiritual y física se
drenaba de su cuerpo, terminando por desmayarse sobre el piso del ascensor.
—¡Tonto! ¡No
te desmayes ahora! —gritó Michiko
Entonces, para
el horror de las mujeres, el fantasma dio un paso con su pie desnudo hacia el
interior del ascensor, luego otro y otro paso más, hasta quedar muy cerca de su
víctima. Finalmente se agachó sobre él, lo tomó de la cabeza y lo besó en la
boca.
—¿Pe-pero qué está
haciendo? ¡Es el beso de la muerte! ¡Ooooooh! —inquirió la asustada y
sorprendida Michiko, apuntando con el dedo mientras que su amiga nada dijo,
sólo miraba boquiabierta cómo la chica dejaba de besarlo y lo abrazaba con fuerza,
apoyando su cabeza contra su pecho.
Poco a poco, sin levantar la cabeza, la
fantasma comenzó a meterse dentro de él, poniéndolo muy pálido.
—¡Lo está
poseyendo! ¡Lo está poseyendo! ¡El muy idiota! ¡Despierta, tonto! ¡Despierta!
—Le gritó Michiko, poniéndose de pie—. ¡No fue su culpa! ¡Déjalo en paz! ¡No lo
mates!
De repente,
Suzume giró la cabeza y la miró directo a los ojos con una fuerza tan
penetrante y pavorosa, que la empujó contra la pared del ascensor, dejándola
muda de la impresión. Entonces alzó la mano lentamente hacia ella y comenzó a
ahorcarla desde la distancia.
Aterrorizada,
Michiko se llevó ambas manos al cuello, comenzando a sentir la fuerte y fría
presión fantasmal de Suzume, cortándole el aire.
Suzume la
miraba con un odio profundo, culpándola por retrasar el final de Kaji, quien
parecía mantener un lazo muy fuerte con ella en aquel presente. Deshacerse de
esa intrusa le daría una enorme satisfacción.
Hiromi, aún
sentada en el suelo, se cubrió las manos con la boca, horrorizada con lo que
estaba presenciando, sin poder reaccionar debidamente para ayudar a su amiga.
Por más que su corazón le dictaba que se pusiera de pie, sus piernas no le
respondían.
—¡¡¡Suéltala,
espíritu!!! ¡¡¡Te lo ordeno!!! —gritó el chamán, apareciendo de repente por la
puerta con una campanilla en la mano y una vara de sahumerio en la otra.
Sin más
dilación, Suzume desapareció para el alivio de las mujeres. Michko bajó poco a
poco las manos, aún sorprendida por lo que le había pasado, recuperando el
aliento con gran agitación.
—¿Ya-ya está?
—preguntó Ebina, asomando por la puerta del ascensor.
—No —fue la respuesta
del chamán, mirando fijamente hacia el cuerpo del cirujano—. Está a punto de
ser poseído y ya no podemos hacer nada por él.
—¿Qué dijo?
¿No puede hacer nada para evitarlo? —se quejó Hara por detrás de Ebina.
—Su espíritu
está muy debilitado y ya no tiene energía espiritual para
seguir resistiendo. Normalmente una persona común resiste cerca de un mes, pero
él resistió tres meses, es sorprendente… —Miró a Michiko—. Pero usted duraría
seis meses, su fuerza espiritual es impresionante
La cirujana se
le quedó mirando mientras Morimoto ayudaba a Hiromi a ponerse de pie.
—¿Hay alguna
forma de ayudarlo? —quiso saber, sus ojos reflejaron una gran determinación.
—El espíritu
está cobrando venganza por una terrible afrenta del pasado y no se detendrá
hasta haber cumplido su propósito.
—Pero el
doctor Kaji no fue el culpable de su muerte, fue todo un malentendido.
—No puede
convencer a un espíritu, mujer, ellos ya no piensan, sólo sienten lo último que
sintieron en vida. En el caso de Suzume Asamiya es un sentimiento de
frustración y traición. Creo que dejó a este hombre como último en la lista
porque sentía gran afecto por él y terminó por traicionarla. Ahora ella busca
vengarse.
—Ya le dije
que él no fue el causante de su muerte.
La seguridad de
Michiko Daimon llamó la atención de los demás. El chamán torció el gesto,
pensativo.
—De todas
maneras hay que intentarlo o nos quedaremos aquí para siempre —fue la
inesperada declaración del chamán.
—¡¿Cómo dijo?!
—exclamaron los cinco, sorprendidísimos.
—Como
escucharon. Este espíritu absorbió mucha energía espiritual todos estos años, y
con la energía de este hombre la fortaleció aún más y ahora tiene el suficiente
poder como para arrojarnos a este mundo paralelo.
—¿E-entonces
no podremos salir de aquí a menos que lo rescatemos, cosa que de por sí es
imposible? —Protestó Ebina, sin dejar de temblar de miedo—. ¿Y no hay otra
forma de escapar sin hacer eso?
—Si. Si ya es
tarde para el pobre de Kaji-kun, creo que sería mejor buscar otra alternativa
—lo apoyó Hara.
Morimoto y
Jonouichi no podían creer lo que estaban escuchando.
—¿Cómo pueden
decir algo así? —Se quejó ésta última—. ¿Acaso no se supone que son amigos?
¿Piensan abandonar al doctor Kaji a su suerte cuando él no es el culpable de
esto?
Ambos doctores
bajaron la cabeza, avergonzados, pero Michiko soltó un bufido de fastidio y
metió las manos a los bolsillos de su bata.
—Dígame qué es
lo que hay que hacer para salvarlo. Yo lo haré si con eso podemos volver a nuestro
mundo.
—Mi-chan…
—murmuró Hiromi, preocupada.
El chamán
sintió mucha admiración por aquella mujer valiente, pero no lo reflejó en su
serio y arrugado semblante.
—Le advierto que
puede ser muy peligroso y hasta podría perder la vida.
—Usted me dijo
que yo soy muy fuerte, ¿no? Resistiré lo que sea porque yo nunca fallo.
Le devolvió
una mirada intensa.
—Está bien,
pero tiene que hacer todo lo que yo le diga, ¿entendió?
—Sí.
Ese simple asentimiento lleno de determinación y temeridad, terminó por convencer al chamán y preocupar a los demás. Una cosa era enfrentarse a una cirugía complicada, otra era enfrentarse a un espíritu vengativo en un mundo desconocido.
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