Fanfic Capitán de Mar y Guerra -En busca del continente perdido- *Capítulo 2: Una Invitación Inesperada*

  Resumen de la historia: En la búsqueda de una isla misteriosa, Jack y Stephen vivirán los desafíos más extremos junto a la tripulación en una tierra desconocida y la rivalidad de otro capitán que quiere hacerse con el bien más preciado de Jack: Stephen.  Esta historia está ambientada después de la película "Capitán de mar y guerra: La costa más lejana del mundo". Una historia de drama, humor, acción, aventuras y romance. ¡Que la disfruten!


*CAPITÁN DE MAR Y GUERRA: EN BUSCA DEL CONTINENTE PERDIDO*


Género: yaoi, drama, amistad, acción, suspenso, humor, romance, violencia, aventura, fantasía, erotismo
Pareja: Jack Aubrey/Stephen Maturin
Personajes: Jack Aubrey, Stephen Maturin ¡y muchos más!
Calificación: para mayores de 18 años
Cantidad de palabras: variable
Duración: 3 capítulos.
Estado: inacabado
Escritora: Gabriella Yu
Mi estilo: estoy influenciada tanto por el anime, los dramas asiáticos y la literatura universal. Me gusta hacer pasar a los personajes por duras pruebas.
Aclaraciones: Mi primera historia yaoi escrita allà por el 2009... Una pena que nunca la continuè...
IMPORTANTE: contiene escenas yaoi XD


*Capítulo 2: Una Invitación Inesperada*





—No puedo creer que me hayas convencido de hacer este viaje, Jack, es
una completa pérdida de tiempo —se quejó el doctor Maturin mientras
examinaba meticulosamente el mapa con una lupa—. Éste papelucho no vale
nada y sigo afirmando que te tomaron el pelo otra vez.

—Vamos, Stephen; ¿en dónde está tu espíritu de aventura? ¿Acaso le diste
una buena dosis de láudano? —se quejó el aludido, quien se encontraba
sentado en una de las sillas del comedor, tomando una apetitosa copa de
vino mientras observaba a su amigo examinar el mapa sobre la mesa.

El doctor lo fulminó con la mirada al escuchar semejante réplica, así
que, muy ofendido, abandonó el mapa y la lupa sobre la mesa y se dirigió
directamente hacia la puerta.

—Realmente no te soporto cuando te pones así; no tienes derecho a
meterte en lo que no te importa, ¿sabes?

Jack resopló como un toro, y sin darle tiempo a su amigo de tomar el
picaporte de la puerta, se levantó como un bólido de la silla y a las
grandes zancadas lo alcanzó atrapándolo por los hombros. En un segundo
lo dio media vuelta y lo arrinconó de espaldas contra la puerta.

—¿Crees que me gusta ver cómo te envenenas con esa porquería? —se quejó,
agachándose para mirarlo fijamente a los ojos—. ¡Por los mil demonios,
doctor Stephen Maturin! ¡Si esa maldita cosa no fuera necesaria para
sedar a mis hombres cuando están heridos, juro por Dios que la lanzaría
por la borda sin pensarlo dos veces antes de dejarte usarla!

—Jack… —susurró Stephen, impresionado por su enérgica protesta e
intimidado por su fortaleza. Pero cuando logró poner en orden sus
pensamientos, quiso liberarse de aquellas poderosas garras lo más rápido
posible, pero no lo consiguió; su amigo siempre había sido mucho más
fuerte que él—. ¡Jack, ya basta! ¡Suéltame! ¡Me lastimas!

—No tanto como el láudano te lastima a ti, amigo… —murmuró sobre su
rostro, cubriéndolo con su aliento sabor a vino.

—… Jack, no tenía idea de lo mucho que te preocupabas por mí… Yo siempre
pensé que la armada y tu deber estaban primeros… —susurró, embriagado
por aquel dulce aroma, entrecerrando los ojos, dejándose atrapar por la
arrolladora personalidad de su amigo.

—Vamos, Stephen, ¿cómo puedes pensar eso de mí? —le sonrió pícaramente.

—Recuerdo que en varias ocasiones me has dado motivos para pensar así
—lo acusó mirándolo de refilón, una débil semi sonrisa iluminó su pálido
rostro.

—¡Ja, ja, ja! ¿Es que no recuerdas las veces que me obligaste a detener
la marcha con tus continuas y variadas caídas accidentales al mar?

—No es necesario que se mofes de eso, Jack —se puso rojo como un tomate,
avergonzado e indignado. No le gustaba que le recuerden lo torpe y
descuidado que era a veces.

El aludido sonrió, la malicia y el mal humor brillaron en sus ojos tan
claros como el cielo; inclinándose aún más sobre su amigo, con su rostro
casi pegado al de él, le dijo:

—Esas graciosas interrupciones no me molestarían tanto sin no fuera
porque a veces el causante de alguna de ellas es por culpa del maldito
láudano, Stephen…

Sin comprender la razón por la que su corazón había comenzado a latir a
una velocidad impresionante, sin encontrarle ningún fundamente
científico que lo respaldara, el doctor Maturin comenzó a sentirse muy
nervioso e incómodo al tener a su amigo tan cerca de él, por lo que se
sacudió de hombros, logrando liberarse de sus fuertes manos.

—Te-tengo que irme… —dijo, volviéndose hacia la puerta con la intención
de huir porque tenía miedo de lo que había comenzado a sentir.

El capitán quiso detenerlo, pero en ese preciso momento el vigía del
/Surprise/ dio la voz de alarma:

—¡¡¡Un buque español a estribor!!!

Rápido y violento como un rayo, Jack apartó sin ningún cuidado al
sorprendido Stephen de su camino y corrió hacia la cubierta principal
para conocer mejor la situación y disponer rápidamente a sus hombres
para una posible batalla.

—Indíqueme cuál es la situación, señor Pullings —le pidió a su oficial
favorito, deteniéndose a su lado y sacando el catalejo del bolcillo para
observar mejor al navío entrometido.

—Es un barco mercante español, capitán —comenzó a explicarle el muchacho
castaño, sagaz y muy comprometido con su profesión. Tenía el cabello
largo sujeto con coleta y una fea cicatriz en la mejilla derecha,
producto de una de las tantas batallas en el mar que habían librado con
el enemigo—. Lleva enarbolada una bandera blanca, por lo que creo que
sus intenciones no son hostiles.

—Eso lo veremos… Ordene a los hombres que se mantengan listos para la
batalla, mientras, yo averiguaré qué es lo que quieren —y guardó el
catalejo, frunciendo el entrecejo, siempre desconfiado.

Saliendo del camarote en donde había estado con Jack, Stephen se acercó
a un rubio jovencito uniformado a quien le faltaba el brazo derecho.

—¿Qué es lo que está pasando, señor Blakeney?

—Parece ser que nos sigue un barco mercante, señor, uno español.

—¿Español? —murmuró intrigado, pues parte de él era de ese origen.

—¡Ah! ¡Aquí está, doctor! ¡Justo el hombre que andaba buscando! —exclamó
el siempre impetuoso Jack Aubrey en cuanto lo vio, comenzando a hacerle
señas con la mano—. ¡Venga, venga doctor! ¡Necesito que me ayude como
traductor de esta gente!

Stephen obedeció más por curiosidad que por acatamiento y, ya al lado de
su amigo, éste le pidió que preguntara qué era lo que deseaban, puesto
que era un misterio, ya que el barco español tampoco llevaba alguna otra
bandera en señal de enfermedad o cuarentena.

La respuesta no se hizo de esperar desde la cubierta española, en donde
los marineros seguían afanados en sus labores marítimas.

—¡¡LES PRESENTAMOS NUESTROS RESPETOS, CAPITÁN JACK AUBREY!! ¡¡NUESTRO
COMANDANTE DESEA TENER UNA HAMABLE CONVERSACIÓN CON USTED!! —gritó uno
de los hombres que parecía ser el contramaestre.

Rápidamente Stephen le tradujo aquel pedido en perfecto inglés a su amigo.

—Mmm… ¿Qué querrán? Esto me parece algo sospechoso… —habló en voz baja,
luego se volvió nuevamente hacia el doctor—. Pregúntele el nombre de su
comandante, doctor; tal vez lo conozca.

Maturin hizo lo que le pidió, y otra vez le respondieron con celeridad:

—¡¡NUESTRO COMANDANTE ES EL CABALLERO CARLOS SEGUNDO ÁLVAREZ, CAPITÁN!!
¡¡UN HOMBRE DIGNO DE CONFIANZA!!

Stephen se quedó blanco como un fantasma, aquel nombre lo conocía
demasiado bien y no estaba seguro de querer volver a ver a su dueño.
Jack, un tanto extrañado por la expresión de sorpresa de su amigo,
intentó llamarle la atención tomándolo del brazo.

—¿Y bien, doctor? ¿Qué fue lo que dijo ese tipo?

El aludido hizo un esfuerzo supremo para volver a tener dominio sobre sí
mismo, no quería preocupar a su amigo por nada.

—Su comandante es el caballero Carlos Segundo Álvarez. Lo conozco, es un
hombre verdaderamente confiable.

—¿Lo conoce? ¿Y cómo es que lo conoce, doctor Maturin? ¿En alguna de sus
aventuras, quizá? —lo interrogó, sonriéndole maliciosamente.

Con las mejillas arreboladas, Stephen volteó hacia otro lado, no se
atrevía a cruzar mirada con su amigo, pues temía que éste descubriera la
verdad.

—Debería usted concentrarse en su deber y atender al pedido en vez de
burlarse de mí, ¿sabe?

Jack sonrió con picardía.

—Como usted desee, doctor. Dígales que estoy dispuesto a entrevistarme
con su capitán.

Dando un bufido de fastidio, Stephen hizo lo que le pedía.

El momento del encuentro había sido fijado para dentro de una hora a
bordo del camarote del comandante de la nave española, por lo que ambos
barcos se vieron obligados a fachear, manteniendo la misma velocidad,
uno al lado del otro. Jack había ordenado a sus hombres que le preparan
un bote para abordar el navío español.

—¿Cree que sea prudente, capitán? —le preguntó un muy preocupado
teniente Pullings—. Tal vez podría ser una trampa…

—Recuerde que los españoles también están resistiéndose a la invasión
napoleónica, señor Pullings; además, no creo que un barco mercante
represente algún peligro para nuestra preciosa /Surprise/.

—Pero unos cuantos marineros mercantes bien armados sí podrían
representar algún peligro para usted, señor —insistió.

—¿Cree usted, señor Pullings, que exista alguien que pueda derrotar al
"Afortunado Jack"? —rió con ganas, dándole palmaditas en la espalda—.
Pero como veo que estás sinceramente preocupado por mí, no si razón,
claro, usted también irá con nosotros.

Tom lo miró sorprendido.

—¿Nosotros, capitán? ¿Quién más irá con usted?

—El señor Bonden, el señor Calamy, Lord Blakeney y, por supuesto, el
doctor Maturin. Por lo que el teniente Mowett estará a cargo del mando
del /Surprise /durante mi ausencia.

Stephen, que se encontraba cerca de allí, casi se cae de espaldas al
escuchar que Jack lo había nombrado para abordar junto con él el barco
español. ¡Ni por todos los descubrimientos naturalistas del mundo quería
poner el pie en aquella cubierta! No deseaba volver ver a ese hombre…,
siempre lograba ponerlo muy nervioso…, sobre todo cuando recordaba lo
que había pasado entre ellos hacía ya muchos años atrás.

Debía hacer algo de inmediato.

—Lo siento, pero no puedo ir con usted esta vez —intervino, Jack lo miró
bastante sorprendido y hasta podría decirse algo molesto.

—¿Y por qué no, doctor? Es a usted a quien más necesito puesto que
ninguno de nosotros en este barco sabe entender y hablar el español tan
bien como usted. ¡Es imprescindible que venga con nosotros para ser
nuestro intérprete!

—Lo sé, pero es que… no me he sentido muy bien últimamente y… y quisiera
irme a descansar lo más posible.

Jack frunció el entrecejo, sabía que su amigo le estaba mintiendo, pues
nunca había podido hacerlo con propiedad. ¿Cuál era la razón por la que
él no quería acompañarlo? ¿Acaso había alguien a quien Stephen no
deseaba ver? El único nombre que habían escuchado era la de ese
caballero, y la reacción de su amigo no se había hecho de esperar. No
había forma de que Stephen supiera el nombre de otra persona a bordo de
ese navío mercante… O tal vez sí… Terco como una mula, decidió que debía
averiguar el motivo por el que él se negaba a subir a aquel barco, así
que, tomándolo fuertemente del brazo, se lo llevó a parte para que nadie
escuchara la conversación.

—¿Qué crees que estás haciendo, Stephen? ¡No puedes negarte a hacer lo
que te pido frente a mis hombres! ¡Eso sería desacato y reduciría mi
autoridad frente a ellos!

—Yo no estoy bajo tus órdenes, Jack, y no puedes obligarme a hacer lo
que no quiero —replicó, a la defensiva.

—¡Ah! ¿Así que realmente no estás enfermo, eh? Simplemente es que no
quieres asistir a ese encuentro, ¿verdad? ¡Dime por qué! ¿Es que conoces
a alguien allí a quien no quieres volver a ver?

Stephen abrió los ojos como platos, atónito, una vez más había caído
como un tonto en el juego de palabras de su amigo. Ahora sólo le cabía
dar una buena explicación, una que no lo comprometiera demasiado.
Desviando la mirada, contestó de mala gana:

—Sí, Jack; hay cierta persona que no quiero volver a ver…

—¿Acaso representa algún peligro para nosotros?

El doctor volvió a mirarlo a los ojos, había una especie de furia en
ellos, una furia que lo intrigó.

—No lo creo, Jack; simplemente es alguien que no me trae buenos recuerdos.

Aubrey sonrió comprensivamente, colocando sus enormes manos en los
esbeltos hombros de su amigo, quien, con la mirada, le rogaba que no lo
obligara a acompañarlo.

—Lo siento, Stephen; pero si no fuera porque eres el único aquí que
habla el español, no te obligaría a venir conmigo. Ponerte en una
situación incómoda sería lo último que haría, pero es algo inevitable;
te necesito y tú lo sabes muy bien. Sería una completa descortesía y
hasta peligroso declinar la invitación de los españoles estando en plena
guerra contra Napoleón. Necesitamos la mayor cantidad de aliados
posibles, ¿comprendes? No nos podemos dar el lujo de elegir con quién y
cuándo: "El enemigo de mi enemigo es mi amigo".

Stephen se le quedó mirando, aún no sabía qué hacer; sabía que Jack
tenía razón, pero también sabía que no quería volver a ver al caballero
español.

—Vamos, Stephen; te prometo que, mientras estemos allí, no permitiré que
te quedes a solas con él.

Aquello había sonado muy raro, por lo que el doctor se sintió bastante
ofendido y avergonzado, pero al mismo tiempo se sintió tan apoyado como
protegido.

—También hay mujeres pasajeras a bordo de un navío mercante, ¿qué te
hace pensar que al que no quiero ver es un hombre? —se quejó.

—Porque el único nombre que escuchamos fue la de ese tal Álvarez.

Stephen palideció aún más, pero sus mejillas se colorearon intensamente;
Jack le sonrió y le dio unas cariñosas palmaditas en el hombro.

—Debe estar listo a las cinco de la tarde, doctor Maturin, lo estaremos
esperando.

Y se fue para seguir dando las instrucciones necesarias a la
tripulación, dejando a su amigo bastante desconcertado y muy preocupado.
¿Por qué justo ahora, cuando todo marchaba tan bien, tenía que volver a
aparecer aquella persona de su pasado? Sabía que Jack iba a cumplir su
palabra, pero no sabía a ciencia cierta de lo que Álvarez era capaz de
hacer con tal de quedarse a solas con él. ¿Cómo encontrar el valor y
explicarle a Jack lo que había pasado entre ellos dos hacía ya tanto tiempo?



También te podría interesar...

ÚLTIMAS ENTRADAS PUBLICADAS

Comentarios

X Queridos visitantes: Únanse a las redes sociales del blog para estar en contacto si algún día es eliminado de nuevo.