Resumen de la historia: El misterioso director de un sitio web de eventos paranormales reúne a un pequeño grupo de personas con diferentes habilidades sobrenaturales para combatir el mal que comenzó a extenderse por todo el mundo con el fin de iniciar el Juicio Final. Se sucederán casos muy peligrosos y el equipo deberá aprender a trabajar como uno solo o correrán el riesgo de morir en su misión.
FENÓMENOS
FILE 1: LA LEYENDA DEL FAMILIAR
Personajes: Jin So-Yi (estudiante, 16), Jin Ha-Joon (profesor-científico, 30), Jia Qiang Zheng (detective de policía, 28), Yuu Kumiko (periodista, 26), Ryo Ibaraki (estudiante, 16), Lucille Bates (16), Adrian Virgin (director del sitio web Fenómenos, aparenta tener 35), Michelle Jones (arqueóloga, aparenta tener 32 años); Stephen Audry (Mayor a cargo de la sección militar ISE, 38)
Capítulo
11: Kumiko y Adrian Intervienen. ¡El Verdadero Culpable se Revela!
—¿Escucharon? —Lucille se
detuvo de golpe, muerta de miedo, provocando que Ryo se chocara con ella desde
atrás.
—¡Oye! ¿Qué te pasa? ¿Por qué
te detienes así? —Se molestó el jovencito, sobándose la nariz.
—¿Es que no lo escuchas?
¡Alguien está gritando! —Se volvió hacia él, espantada.
—Por esa razón les dije que se
quedaran en el coche —Les advirtió Adrian Virgin, muy serio—. Esto va a ser muy
peligroso.
—¡Nunca! ¿Y perdernos de ver
cómo usa eso? ¡Ni loco! —Exclamó Ryo, apuntando con el dedo hacia el director
de la web Fenómenos.
En efecto, Adrian Virgin
llevaba una enorme arma sobre su hombro muy parecida a una bazuca, de color
doradp y totalmente reformada. Él la llevaba apoyada sobre el hombro usando
sólo una mano para sostenerla mientras seguía manteniendo la apariencia de un
impávido caballero inglés. Su fuerza debiera ser impresionante para llevar un
arma tan grande y pesada.
—Además, alguien tiene que
filmarlo todo… —Agregó el chico, apuntándolo con su móvil de última generación—.
Y como ahora soy su camarógrafo…
—Yo no dije tal cosa —Adrian
frunció una ceja, divertido.
—Y yo no me iba a quedar sola
en medio de la ruta… —Lucille se estremeció, tomándose del brazo de So-Yi.
—Debemos apresurarnos, no
quiero que muera nadie más —declaró So-Yi, tratando de permanecer serena a
pesar de que se moría de miedo.
—Bien, vamos —asintió Adrian,
y así, siguieron rápidamente la ruta que les marcaba So-Yi al frente.
XOX
El Familiar apretó aún más el
agarre de su cola ofidia, haciendo gritar a su víctima que estaba sufriendo un
dolor inimaginable. Sara comenzó a volver en si mientras Ha-Joon seguía
desvanecido.
—¡Oh! ¡Dios mio! —Exclamó la
joven al darse cuenta de lo que estaba ocurriendo. Trató de ponerse en pie,
pero cayó de rodillas inmediatamente, gimiendo de dolor. El golpe que había
recibido de El Familiar le había lastimado el hombro y el dolor era
insoportable.
—¡Zheng! —se escuchó gritar
desde el cañaveral, apareciendo Kumiko de repente, con la mirada fija en su
compañero atrapado.
Se frenó a unos cuantos metros
de distancia, con los puños cerrados a cada lado de su cuerpo. Su mirada
denotaba fuerza, determinación y valentía.
—¡No te preocupes! ¡Yo te
ayudaré! —Extendió las palmas de las manos hacia adelante y gritó.
Poco a poco, para la sorpresa
de la bestia, la presión de una fuerza invisible sobre su cola fue obligándolo
a ceder lo suficiente como para que su presa lograra liberarse, cosa que no
hizo.
Furioso, Zheng asesinó a su
captor con la mirada y declaró, sonriendo:
—Cometiste un grave error al
meterte conmigo, maldito bicho de mierda… ¡¡¡AAAAAAAH!!!
Comenzó a fortalecer sus
músculos a una potencia impresionante, acrecentando la masa muscular de sus
brazos grotescamente. Tomó la dura y rugosa piel de la versión ofidia de El
Familiar y, haciendo uso de una fuerza extraordinaria, le arrancó parte de la
cola, cayendo con ella al suelo, de pie, mientras la bestia aullaba de dolor.
—Eso te pasa por haberte
metido conmigo, monstruo de pacotilla —Tiró el pedazo hacia un costado,
volviendo a su forma original.
—¿Estás bien, Zheng? —le
preguntó la afligida periodista, deteniéndose a su lado.
—Por supuesto que sí, tonta
—Prendió un cigarrillo, llevándolo a la boca mientras apagaba el cerillo y lo
metía en el bolsillo del pantalón, a sabiendas que aquel lugar era demasiado
propenso a los incendios.
La miró sonriéndole
despectivamente, tirándole el humo a la cara.
—¿Por qué me ayudaste? No te
pedí que lo hicieras, podría habérmelas arreglado solo, ¿sabes?
—¡Dios! ¡Qué idiota eres!
—Manoteó el aire, frustrada, tratando de disolver aquel humo tan molesto como
quien lo lanzó.
—¡Cuidado! —Gritó Sara al
tiempo que El Familiar dirigía su renacida cola contra aquellos dos. Kumiko se
había quedado congelada de la impresión, por lo que Zheng se lanzó sobre ella
para abrazarla casi al tiempo que el ataque los alcanzó, recibiendo él toda la fuerza
del golpe por la espalda.
Los dos cayeron rodando por el
suelo, aún abrazados. Kumiko estaba aturdida, pero logró ordenar sus ideas
rápidamente sólo para darse con que el policía había perdido el sentido, aún
aferrado a ella.
—¡Zheng! ¡Zheng! —Trató de
despertarlo mientras se liberaba de su agarre y se sentaba.
—¡Cuidado! —Volvió a advertir
Sara, haciendo que la periodista volviera su atención hacia la bestia sólo para
ver que su enorme boca de serpiente estaba ya sobre ella, pero fue lo
suficientemente rápida como para alzar las manos y utilizar su poder para
detenerla, como si pusiera a El Familiar en cámara detenida.
Furioso, el animal maldito
intentó liberarse de ese poder utilizando el suyo propio, acrecentando aún más
su fuerza. Volviéndose aquella una batalla de voluntades.
Poco a poco la boca llena de
dientes babosos de aquella oscura y gigantesca serpiente comenzó a acercarse
más sobre sus víctimas, haciendo que Kumiko se esforzara aún más, comenzando a
sudar y a apretar los dientes hasta hacerlos chirrear. Nunca en su vida había
tenido que utilizar sus habilidades sobrenaturales de esa forma y mucho menos en
contra de un demonio. Desesperada, sintió que sus fuerzas comenzaban a menguar.
“¡No!” Pensó. “¡No puedo darme
el lujo de perder o nos matará a todos!”.
—¡¡¡AAAAAAH!!! —Gritó,
concentrando toda su voluntad en acrecentar sus poderes, logrando evitar así
que El Familiar siguiera avanzando.
Furioso, el demonio encendió
la demoníaca energía de su espíritu, formando un aura roja alrededor de su
largo y cilíndrico cuerpo, ampliando aún más su poder, comenzando a vencer
fácilmente a la periodista, a quien había comenzándolo a sangrarle la nariz, la
boca y los oídos.
“¡Dios! ¡Es muy fuerte! ¡No
creo poder resistir por más tiempo!” Pensó en agonía, lamentándolo por ella y
por Zheng.
Ya estaba a punto de darse por
vencida cuando escuchó la voz de un hombre que ella había conocido hacía muy
poco.
—¡Oye! ¡Toma esto, demonio!
—Gritó Virgin, accionando el gatillo de su enorme y extraña bazuca mientras que
So-Yi corría a ver a su tío y los ostros dos estudiantes se quedaban detrás del
Director, protegiéndose, asombrados por lo que estaba pasando.
—¡Guau! ¡Ese bicho existe de
verdad! —Exclamó el muchacho sin dejar de filmar mientras que su compañera caía
al suelo desmayada por la impresión.
El enorme proyectil que fue
vomitado por el arma y fue a parar directamente sobre El Familiar, haciendo que
chillara de dolor. Una especie de rayos rojos lo envolvió por completo,
comenzando a achicar su tamaño poco a poco hasta quedar ocultado tras las cañas
de azúcar.
—¿Se acabó? ¡Qué aburrido! —Dijo
Ryo, desencantado, bajando el móvil.
Mientras tanto, una llorosa So-Yi,
quien ya estaba arrodillada al lado de su desvanecido tío, trataba de despertarlo
hablándole y sacudiéndolo suavemente. Poco a poco, Ha-Joon comenzó a abrir los
ojos.
Entretanto, Virgin dejó caer
la bazuca especial al suelo y se dirigió hacia Sara para ayudarla a ponerse de
pie mientras que la recién despertada Lucille y Ryo se acercaron hasta donde se
encontraban Kumiko y Zheng.
—Maldita sea… ¿Qué demonios
pasó? —Se preguntó el detective de policía tratando de poner las ideas en orden
mientras sacudía la cabeza con la mano sobre ella, sentándose—. ¡La espalda me
duele como los mil demonios!
—Ten cuidado con lo que dices,
hay chicos aquí… —Le advirtió una cansada Kumiko, sentada a su lado.
—¿Chicos? —Abrió lo ojos y
miró a su alrededor, encontrándose con el radiante rostro de Ryo y el espantado
de Lucille—. ¡¿Pero quiénes demonios son ustedes y qué rayos hacen aquí?! ¡Ouch!
—¡Te dije que tengas cuidado
con lo que dices, idiota! —Le dio un manotazo en la cabeza haciendo reír a los
adolescentes.
Mientras tanto, So-Yi ayudó a
su tío a sentarse mientras este aún trataba de recuperarse del shock tras haber
absorbido la esencia del espíritu del El Familiar.
—So-Yi… ¿Por qué viniste hasta
aquí…? Es peligroso… —La miró con ojos de reproche, pero se quedó mudo cuando
ella lo abrazó fuertemente, rompiendo a llorar.
—¡Tío, querido! ¡Menos mal que
estás bien! ¡Tenía miedo de perderte!
Él no tuvo otra opción que
sonreír y abrazarla también, tratando de no tocar su piel con sus manos
desnudas. De pronto, sus ojos se abrieron enormemente tras recordar algo y
dijo:
—¿Dónde está Sara?
—¿Eh? ¿Quién es Sara, tío? —Lo
miró, confundida.
—¡Ella es quien…!
Entonces, todos escucharon un
golpe y un gemido que venía del lugar en donde estaban Sara y Adrian y,
mientras él caía de rodillas al suelo con las manos sobre una profunda herida
en su abdomen, ella, de pie, con la mano ensangrentada y el rostro desprovisto
de toda humanidad, dijo:
—Yo soy quien manda sobre El
Familiar. Soy su Ama y Señora —Los miró a todos con ojos diabólicos, inyectados
en sangre—. Y ninguno de ustedes saldrá vivo de este lugar.
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