Fanfic Mujercitas -¿Qué Hubiera Pasado Sí...?- Capítulo 23

 Resumen del anime: Meg, amable y confiada. Jo, independiente y enérgica. Beth, tímida y callada. Amy, amable y precoz.  El padre de familia ha dejado su hogar para servir en la guerra civil estadounidense; luchando contra el ejército Confederado. En su ausencia, una batalla en la ciudad deja a su familia sin casa y él les aconseja buscar hogar en la casa de su Tía Marta, en la ciudad de Newford, Massachusetts. Allí pasan algunos días y aunque al principio, la Tía Marta no está del todo contenta con su presencia, pronto cambia de opinión y se encariña con cada una de las "mujercitas". Poco después se instalan en su nueva casa en los alrededores y conocen muchos nuevos amigos. Sus vecinos serán los Laurence, que viven en la casa de al lado y Laurie, el joven nieto del Sr. James Laurence se hará gran amigo de la familia March. Juntos, todos superan cualquier situación, logrando resolver cualquier problema para salir adelante.



¿QUÉ HUBIERA PASADO SÍ...?

Jo March, nuestra joven y temperamental protagonista, decide ir a vivir a New York para ampliar sus horizontes como escritora, tal y como su amigo Anthony Boone se lo recomendó antes de que éste partiera también hacia la misma ciudad. Pero Laurie Laurence, el vecino adinerado de la familia March, decide él también partir hacia New York para estudiar en la universidad y, algún día, poder declararle su amor a Jo antes de que Anthony lo haga también. El gran problema para ambos muchachos, es que la aficionada escritora tiene un temperamento fatal y es muy poco afecta a las declaraciones de amor... ¿Cual de los dos jóvenes logrará conquistarla?

Género: drama, romance
Pareja: Jo/Laurie, Jo/Anthony - Beth/Laurie, Beth/Jeremy
Calificación: para mayores de 13 años
Publicación: 1 episodio cada sábado (si se puede)
Cantidad de palabras: variable
Duración: 46 capítulos
Estado: completo
Escritora: Gabriella Yu

CUARTA PARTE: AVENTURAS Y DESVENTURAS DE LAS HERMANAS MARCH

*Capítulo 23: Jo y Anthony se Reconcilian*

/¡Hola a todos! ¿Cómo están? Recordarán que hemos dejado a Jeremy corriendo por detrás del tren para alcanzarlo y despedirse de nuestra Beth. ¡Se nota lo mucho que la ama!/

—¿Jeremy? —repitió la sorprendidísima Beth, casi levantándose de su asiento con el rostro lívido. Sus padres, que estaban sentados frente a ella, la miraron desconcertados, pero Amy, que estaba sentada a su lado, le brillaron los ojos de emoción.

Por un momento, Beth sintió el impulso de correr hacia el palco del vagón, pero la timidez fue más fuerte que ella, faltándole el valor de hacer lo que deseaba, sobre todo cuando Sally pasó corriendo por delante de ella para hacer exactamente eso. Sintiéndose superada por la firme determinación de la amiga de su hermana, Beth se dejó caer sobre su asiento, derrotada.

Tanto Jo como Laurie no podían creer lo que estaban viendo, pues Jeremy había pasado corriendo con todas sus fuerzas frente a sus narices, intentando alcanzar al tren antes de que se le terminara el andén.

—¡Ése era Jeremy! —exclamó Laurie muy sorprendido.

Jo no dijo nada, pero estaba sinceramente muy asombrada por lo que Jeremy era capaz de hacer por su hermana… ¿De verdad la amaba tanto?

Sintiendo que el aliento comenzaba a faltarle, Jeremy no quiso darse por vencido, aún cuando vio que era Sally la que salía a su encuentro en vez de su tan esperada Beth. Haciendo un esfuerzo sobrehumano, se acercó lo más que pudo al palco, haciendo de la muchacha la más feliz del mundo, creyendo que era por ella por quien él corría.

—¡Oh, Jeremy! ¡Viniste a despedirte de…!

—¡Déselo a miss Elizabeth! —la interrumpió jadeante, extendiéndole un rollo de papel que había sacado del bolcillo de su abrigo—. ¡Déselo por favor, miss Sally!

La joven muchacha estaba sorprendida, pero enseguida comprendió que era algo muy importante y extendió el brazo todo lo que su valor le permitió, logrando tomar aquel rollo con éxito y justo a tiempo, puesto que a Jeremy se le acabó el terraplén.

Jadeante y con las manos apoyadas sobre las rodillas, el joven pianista vio cómo el tren comenzaba a alejarse más y más de él, con Sally saludándolo desde el palco final, sosteniendo en su mano el rollo de
papel. Le habría gustado muchísimo ver a Beth y entregarle personalmente aquel obsequio, pero aquello no había sido posible… Tal vez ella no lo quería lo suficiente como para romper con su timidez y correr a su lado...

Pero unos segundos antes de que su vista ya no le permitiera ver más allá de lo que le era posible, logró distinguir la castaña cabecita de Beth asomar por la ventanilla para despedirse de él con la mano, acompañada de Amy, quien la había animado a hacerlo.

Jeremy se despidió también, agitando los brazos muy emocionado mientras Jo y Laurie se le acercaban.

—Jeremy, yo… —Jo quiso disculparse por haber sido tan cruel y antipática con él, pero en cuanto éste se volvió hacia ellos, se desmayó sobre los brazos del asustado Laurie.

Mientras tanto, en el vagón en donde viajaban los March, Sally se acercó a Beth y le extendió el rollo de papel frente a ella.

—¿Qué es eso? —le preguntó extrañada.

—No lo sé —le contestó con una dulce sonrisa—. Pero fue Jeremy el que me lo entregó para ti.

Tanto Beth como Amy, Meg y los señores March se le quedaron mirando con la boca abierta, pero la menor de ellos fue la que reaccionó primero.

—¡Vamos, Beth! ¡Tómalo! ¿Qué estás esperando? ¡Quiero saber qué es! —exclamó llena de curiosidad.

Mary y Frederick se miraron un tanto preocupados, pues al ver correr a Jeremy de esa manera por detrás del tren sólo para entregarle a su hija un regalo, solamente podía significar una cosa.

Con mano temblorosa, Beth tomó el rollo que, al desplegarlo luego de desatar la cinta roja que lo sujetaba, descubrió asombrada que eran las partituras de una nueva sinfonía escrita por Jeremy, especialmente dedicada a ella.

Una pequeña nota cayó sobre su falda, la cual tomó y leyó primero para sí misma y luego para los demás.

La pequeña nota rezaba así:

/Querida miss Elizabeth March:/

/Ésta sinfonía que anoche escribí lleno de inspiración luego de que usted se marchara, se la dedico con todo mi corazón porque usted le ha devuelto a mi alma la paz y el valor que tanto necesitaba, por lo que siempre le estaré eternamente agradecido. Siga usted siendo la maravillosa dama que es y manténgase siempre en el camino de la música que tanta felicidad puede entregarle sin pedirle nada a cambio./

/Si por alguna remota posibilidad nuestros caminos llegaran a cruzarse de nuevo, mi mayor anhelo sería escuchar ésta sinfonía por su propia mano. Nada me haría más feliz que escucharla tocar el piano otra vez./

/Me despido afectuosamente de usted./

/Jeremy Williams/

Beth nada más dijo, pero sintió cómo se le llenaban los ojos de lágrimas luego de haber leído aquella sencilla pero cariñosa nota, sus labios temblaban al igual que las delicadas manos que sostenían el papel.

Su madre la miró con una mirada llena de alegría y tristeza a la vez, y le dijo con un tono muy suave:

—Bueno, querida, creo que por fin tienes otro amigo. ¡Felicidades!

No pudiendo contener sus lágrimas por más tiempo, Beth se lanzó a los brazos de su amada madre, llorando, llorando porque sabía que lo amaba tanto como él la amaba a ella, pero también sentía que esa nota se parecía más a un mensaje de despedida que de agradecimiento.

Conmovida, Sally regresó a su asiento al lado de su amiga Meg, sospechando que tal vez Jeremy se había enamorado de Beth. No estaba muy segura de ello, pero debía saberlo lo más pronto posible.

XOX

Un mes había pasado desde aquel acontecimiento, y aunque el esfuerzo de Jeremy por alcanzar el tren había sido supremo, sobrepasando sus propias fuerzas, la recaída no fue tan fuerte como lo había supuesto el médico, puesto que volvió a tocar el piano antes de lo esperado y su salud comenzó a mejorar poco a poco al igual que su actitud hacia los demás. Ahora era mucho más sociable que antes y sonreía más seguido, pero aunque una expresión soñadora parecía gobernar sus ojos la mayoría del tiempo, no huía de ellos aquella triste mirada que siempre había tenido desde que Jo y Laurie lo conocieron.

Al presenciar aquel titánico esfuerzo de Jeremy por despedirse de Beth, Jo había cambiado completamente su actitud de desconfianza hacia él, comprendiendo el inmenso amor que aquel chico sentía por su hermana, y a pesar de que la idea no le agradaba demasiado, creía que sobre el mundo no habría otro hombre mejor que Jeremy para hacer feliz a Beth como su más devoto y amoroso esposo. Sabía que su hermana iba a ser tremendamente feliz con él, pero había algo que preocupaba muchísimo a Jo, y era precisamente aquella triste mirada que aún persistía en Jeremy. ¿Cuál sería su oscuro secreto? A pesar de que se moría por saberlo, decidió que lo mejor sería esperar a que él mismo se lo contara cuando se sintiera lo suficientemente preparado para hacerlo.

Otra preocupación que consumía a Jo era que no había tenido noticias de Anthony desde que ella había sido muy descortés con él aquella noche de su debut como actriz. Comprendiendo ahora que su fría y durísima actitud hacia su amigo había sido completamente injustificable, se sentía terriblemente mal, comprendiendo que era más que seguro que lo había lastimado aún a pesar de que Anthony se había disculpado de todo corazón por su tardanza.

Por esa razón, Jo había intentado ir al /New York Chronicle,/ pero el temor de ser rechazada por Anthony la atemorizaba, haciéndola desistir de su idea.

Laurie había notado la expresión de preocupación que poco a poco había comenzado a acentuarse en el rostro de Jo, inquietándolo también. Pero cada vez que él intentaba averiguarle el motivo de su angustia, ella, o bien cambiaba de tema de conversación o se ponía a la defensiva, poniéndose muy espinosa.

Atribulada, nuestra joven actriz y escritora recibió una amable nota del editor en jefe junto con el manuscrito que le había dejado hacía ya un mes para que lo revisaran y le dieran el visto bueno para su
publicación, cosa que no sucedió de inmediato porque le pidió algunas correcciones y cambios en la trama y la composición de la novela. Esto era algo que seguramente la hubiera desconcertado, enfadado y entristecido en otro momento, pero el hecho de que sus pensamientos ahora estaban concentrados en los sentimientos de culpa que la atormentaban acerca del posible distanciamiento con su amigo Anthony, acordándose que alguna vez se había prometido a sí misma tratarlo lo mejor posible.

Siendo Jo una personita que no podía estar tranquila hasta que las cosas se arreglaran, la angustia por su propia torpeza la habían reducido a un estado de lamentación permanente por su falta de valor para hacer lo correcto.

Así estaban el estado de las cosas para nuestra protagonista cuando se estaba preparando para la última función de su obra teatral luego de un relativo éxito que la mantuvo en cartelera durante un mes entero. Sus compañeras y compañeros de reparto habían reparado en la triste actitud de Jo, pero conociendo ya su carácter, habían decidido dejarla en paz esperando a que ella volviera a ser la misma muy pronto.

Una vez preparada y con la obra ya iniciada, Jo esperó el momento de salir en escena por última vez. A pesar de que ya había hecho esto varias veces, nunca podía evitar el ponerse nerviosa antes de entrar al
escenario, por lo que se había acostumbrado a respirar profundamente para poder controlar sus nervios y no cometer alguna estupidez en escena como aquella vez que había pisado sin querer el vestido de la protagonista provocándole una buena caída y una explosión de carcajada en el público.

—"… ¡Oh! ¡Qué filosa y mortal daga debe haberse incrustado en tu corazón al saberlo!" —escuchó que recitaban. Aquel era el aviso de que tenía que entrar en escena.

Mientras Jo recitaba su parte de la obra, miró disimuladamente hacia el asiento que siempre ocupaba Laurie cada vez que ella presentaba su obra, y lo encontró allí, sonriéndole lleno de admiración, brindándole todo su apoyo, por lo que ella se sentía eternamente agradecida con él. Luego miró más allá, y grande fue su sorpresa cuando vio al mismísimo Anthony sentado unas filas más atrás, muy atento a su actuación y con su mejor cara de "crítico profesional".

Por un momento Jo perdió la concentración y se quedó con la mente completamente en blanco, olvidándose del guión, por lo que el director se vio obligado a llamarle la atención desde la puertilla del escenario y repetirle insistentemente su parte, logrando finalmente que la chica volviera en sí y recordara qué era lo que estaba haciendo en aquel momento.

Afortunadamente para Jo la cosa no fue grave, casi imperceptible para el público, por lo que enseguida volvió a meterse en la piel del personaje decidida a demostrarle a Anthony que ella podía llegar a ser tanto una buena actriz como una buena escritora. La felicidad que sintió en aquel momento fue insuperable, pues ahora sabía que Anthony la había perdonado, como siempre lo hacía cada vez que ella era impertinente con él.

Una vez terminada su actuación cuando Nino, el héroe del drama lo asesinaba, Jo corrió hacia los vestidores para cambiarse lo más rápido posible y poder encontrarse a tiempo con Anthony en el vestíbulo o la salida del teatro. Pero no tuvo en cuenta el inesperado llamado del director de la obra para que subiera al escenario junto con sus compañeros y así despedirse por última vez del público. Aquel momento le pareció eterno, cada inclinación le pareció una tortura, buscaba a Anthony entre el público cada vez que podía, angustiándose muchísimo al no poder encontrarlo.

En cuanto se vio libre de aquella molestia e ignorando que sus compañeros la llamaban para ir a festejar, Jo, que aún estaba vestida como un muchacho, salió disparada hacia el vestíbulo con la esperanza de encontrar a su amigo.

—¡Eh, Jo! ¿Hacia dónde vas tan apurada? —le preguntó Laurie, atrapándola por el brazo, con el semblante preocupado y un ramo de flores en la mano.

—¡Oh, Laurie! ¿Has visto por aquí a Anthony? —inquirió llena de angustia, mirando hacia todos lados.

—¿A Anthony, el periodista? Creo que lo he visto en el entretiempo… Lo estás buscando, ¿verdad? Lo he visto salir de aquí hace unos segundos… Creo que se dirigía hacia el centro...

—¿De veras? ¡Oh, Laurie! ¡Eres un ángel! —exclamó llena de felicidad, besándolo inesperadamente en la mejilla para después salir corriendo hacia la calle—. ¡Nos vemos más tarde en casa, Laurie! ¡Trataré de alcanzar a Anthony!

Con la mano en la mejilla, el ruborizado y pasmado muchacho se quedó mirando hacia la dirección que Jo había tomado, confundido. Cuando por fin se dio cuenta de lo que había pasado, dio un brinco y alzó el puño hacia el cielo, festejando aquel hermosísimo acontecimiento.

—¡Hurra! ¡Jo me ha besado!

A todo eso, Anthony se encontraba caminando tranquilamente por la plaza, con su rostro reflejando tanto la felicidad como la tristeza, pensando en su futuro, en la obra de teatro y, sobre todo, pensando en Jo, por eso le costó bastante darse cuenta de que ésta lo llamaba a viva voz, corriendo por detrás de él y agitando los brazos con frenesí.

—¡Eh! ¡Anthony! ¡Para ya! ¡Para te digo!

—¡Jo! —exclamó sorprendido al verla correr hacia él, deteniéndose con las manos aún en los bolcillos de su abrigo.

—¡Uf! Por fin te alcancé… —dijo ésta cuando lo alcanzó, jadeante y con las manos sobre las rodillas—… Por poco y pensaba que no iba a lograrlo…

—Vaya, Jo, en verdad eres tú —sonrió burlonamente—. En un principio pensé que eras tu hermano gemelo perdido.

—¡Ja! Muy gracioso, Anthony… —replicó con sarcasmo, asesinándolo con la mirada.

—¿Por qué no nos sentamos un momento en el banco? Estás exhausta.

—¡Bah! No soy tan débil como piensas —rebatió orgullosa, cruzándose de brazos.

Anthony sonrió. Jo siempre se esmeraba en parecer fuerte y valiente, como un hombre, así que decidió cambiar de técnica dirigiéndose él mismo al asiento.

—Bien, como quieras. Pero yo sí necesito sentarme un momento. Estuve todo el día haciendo reportajes de aquí para allá y prácticamente no descansé nada en el teatro.

La joven se le quedó unos instantes en silencio. Luego ella también se sentó en el banco, junto a él.

—¿Por qué no me dijiste que vendrías a verme actuar? —le preguntó luego de permanecer en silencio durante un rato.

Anthony se alzó de hombros, tratando de parecer indiferente.

—Lo que pasa es que ni siquiera yo me imaginé que iría a verte.

—¿Eh? ¿Y eso por qué? —Jo se enfadó—. ¿No te parezco lo suficientemente importante?

—A ver… Déjame pensar un momento —se llevó la mano a la barbilla, con una media sonrisa y con los ojos azules brillando pícaramente.

—¡Oh, Anthony! ¡Ya deja de hacerte el gracioso y contéstame en serio de una buena vez! —y le descargó un buen golpe de puño en el antebrazo.

—¡Ouch! ¡Pegas fuerte, Jo! Deberías ser boxeadora… —se burló mientras se refregaba el brazo golpeado.

—¿Qué dices? No me gusta para nada ese deporte de brutos —replicó ofendida, cruzándose de brazos y volviéndole el rostro.

Anthony se le quedó mirando muy divertido.

—¿Y bien? ¿Vas a decirme de una buena vez qué te pareció mi actuación y por qué no me avisaste que irías a verme? —se volvió hacia él, tomándolo por sorpresa.

—Bueno, pues la verdad es que realmente no sabía si iría a verte, Jo —se rascó la cabeza un tanto avergonzado—. Durante todo este mes estuve tan ocupado con mi trabajo que llegué a pensar que nunca podría ir a verte. ¡No sabes la cantidad de noticias que se puede conseguir en esta ciudad!

—¡Ah! Eso es verdad… —suspiró Jo, llevando sus manos detrás de la nuca mientras se echaba hacia atrás y se cruzaba de piernas en una postura muy poco femenina—. Siempre estabas ocupado cuando estábamos en New Cord y me imagino que aquí debe ser peor.

—Lo es, pero como a mí me gusta lo que hago no me siento insatisfecho por la decisión que tomé de venir a vivir a esta ciudad tan interesante —miró a su alrededor muy ilusionado. La vista de aquellos edificios de cinco pisos y los escaparates de las tiendas iluminadas por el gas al igual que las calles era sencillamente cautivadora. Jo se le había quedado mirando, pensando seriamente.

—¿Por qué viniste a Nueva York, Anthony?

—Porque me parece una ciudad impetuosa, llena de juventud y deseos de ser la más grande y cosmopolita de todas y quiero ser parte de esta grandiosa aventura.

Si él hubiera tardado en responderle o si se hubiera ruborizado, Jo se habría dado cuenta de que le estaba mintiendo, pero en cambio su respuesta había sido rápida y sincera, sintiéndose muy avergonzada al haber pensado que lo había hecho por ella. ¡Qué tonta vanidosa había sido! ¡Y qué injusta!

—… He sido una verdadera idiota… —murmuró, bajando la mirada.

—¿Qué dijiste? —la miró consternado.

—¿Eh? ¡Nada, nada! ¡No he dicho nada! —batió las manos rápidamente con una sonrisa nerviosa—. ¿Por qué no me cuentas de una vez qué te pareció mi actuación?

Anthony frunció la boca y volvió su rostro hacia adelante mientras se cruzaba de brazos y colocaba una pierna sobre la otra, pensando muy seriamente.

—Bueno… Yo no sé mucho sobre teatro como de literatura… pero creo que el director del teatro no se equivocó en elegir para ti el papel del personaje antagonista de la obra. Aún te falta más experiencia, es obvio, pero creo que si te empeñas en seguir actuando y tomando principalmente papeles secundarios, lograrás algún día interpretar el papel principal con la experiencia necesaria como para cautivar definitivamente al público.

—¿Entonces estás diciendo que mi actuación no te gustó, Anthony Boone? —se molestó la muchacha, movida por su orgullo más que por su sentido común, blandiendo amenazadoramente sus puños contra aquel pobre infame.

—¡Pero, Jo! ¡Qué quisquillosa eres! ¡Si yo no me refería a eso! —trató de defenderse poniendo ambas manos como escudo, riéndose mientras se ponía en pie y se colocaba detrás del banco—. ¿Es que no te acuerdas del dicho ése que te dije aquella vez: "incluso el arquero más mediocre alcanzará el blanco si tiene constancia y vuelve a intentarlo"?

—¿Eh? ¿Ahora también me estás diciendo que soy una actriz mediocre, Anthony Boone? —se levantó furiosa–—. ¡Atrevido! ¡Ya verás!

Y subió repentinamente al banco y de un solo brinco estuvo al otro lado, frente al sorprendidísimo periodista, quien se dio media vuelta para escapar pero ella fue más rápida y lo tomó del abrigo fuertemente, provocando que Anthony, por la fuerza de su propio impulso, cayera sentado al pasto.

—¡Te tengo! ¡Ja, ja, ja! ¿Creíste que ibas a escapar como la otra vez? —festejó la triunfante muchacha, sujetándolo por el abrigo y con el otro brazo en jarra—. ¡Dime quien es el mediocre ahora! ¡Ja, ja, ja!

Anthony frunció la boca, herido en su orgullo, pero enseguida recuperó su buen humor y se levantó.

—Bien, Jo; debo admitir que esta vez me tomaste por sorpresa. Fuiste más inteligente y rápida que yo. Te felicito —le dijo mientras se sacudía la ropa.

—Ajá. Pero yo creo que deberías admitir que soy una buena actriz —sonrió cruzándose de brazos, muy orgullosa de sí misma.

—Tal vez… Pero debes admitir que sobreactuaste un poco… —sonrió maliciosamente.

—¡Bah! Así no llegaremos a ninguna parte —replicó volviéndole el rostro, ofendida.

Anthony sonrió divertido.

—Oye, Jo, ¿por qué no regresamos al teatro para que te mudes de ropa? No digo que no me gusta tu atractiva apariencia de chico, pero te vas a resfriar si no te abrigas.

Ella lo miró de refilón.

—Tonto…

Mientras caminaban tranquilamente hacia el teatro, Anthony miró un segundo a su sonriente amiga y luego volvió su rostro hacia adelante.

—¿Qué dirías si te digo que me han ofrecido un trabajo como corresponsal exterior, Jo?

—¿Corresponsal exterior? ¿Y qué es eso? —lo miró intrigada.

—Bueno… Pues es cuando envían a un periodista a otro país para informar desde allí y luego lo envían a otro para seguir haciendo lo mismo.

—¡Oh! ¿Entonces vivirías viajando? —juntó las manos muy ilusionada.

—Así es —asintió orgulloso.

—¡Genial! ¡Es maravilloso! ¡Ojalá yo pudiera hacer lo mismo!

—Lo lograrás si te empeñas en ser una buena escritora y actriz.

—¡Claro! ¡Ya verás cómo lo consigo! —asintió llena de determinación.

Anthony suspiró quedamente, ¡si Jo supiera que ella el motivo por el que él se marchaba!

/¡Bueno! Por fin Jo está dejando de ser tan terca y… ¿Cómo se dice? ¿Introlerante? Bueno, ya saben a lo que me refiero. Parece que ya aceptó lo de Beth y Jeremy y se amistó de nuevo con Anthony… ¡Y le dio un beso a Laurie!/

Fanfic Mujercitas -¿Qué Hubiera Pasado Sí...?- Capítulo 22

Fanfic Mujercitas -¿Qué Hubiera Pasado Sí...?- Capítulo 24


Notas de una Bloggera Descuidada:
¡Hola, mis queridos arrinconados! ¿Cómo están? Espero que bien.
¡Por fin Jo y Anthony hicieron las paces, pero tal vez sea ya demasiado tarde para componer las cosas entre ellos...! ¿por qué? ¡Muy pronto lo leerán! Solamente así Jo aprenderá a ser un poco más cuidadosa con sus opiniones y ser menos orgullosa. Eso le valdrá un valioso premio, como dije antes 
Sigo viendo el anime Zatch Bell y el drama coreano Papá es Extraño; sigo editando el drama chino Princesa Valiente y subtitulando la 6ta temporada de Doctor-X.

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Sayounara Bye Bye!


Gabriella Yu 💖
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