Fanfic Mujercitas -¿Qué Hubiera Pasado Sí...?- Capítulo 34

            Resumen del anime: Meg, amable y confiada. Jo, independiente y enérgica. Beth, tímida y callada. Amy, amable y precoz.  El padre de familia ha dejado su hogar para servir en la guerra civil estadounidense; luchando contra el ejército Confederado. En su ausencia, una batalla en la ciudad deja a su familia sin casa y él les aconseja buscar hogar en la casa de su Tía Marta, en la ciudad de Newford, Massachusetts. Allí pasan algunos días y aunque al principio, la Tía Marta no está del todo contenta con su presencia, pronto cambia de opinión y se encariña con cada una de las "mujercitas". Poco después se instalan en su nueva casa en los alrededores y conocen muchos nuevos amigos. Sus vecinos serán los Laurence, que viven en la casa de al lado y Laurie, el joven nieto del Sr. James Laurence se hará gran amigo de la familia March. Juntos, todos superan cualquier situación, logrando resolver cualquier problema para salir adelante.


¿QUÉ HUBIERA PASADO SÍ...?

Jo March, nuestra joven y temperamental protagonista, decide ir a vivir a New York para ampliar sus horizontes como escritora, tal y como su amigo Anthony Boone se lo recomendó antes de que éste partiera también hacia la misma ciudad. Pero Laurie Laurence, el vecino adinerado de la familia March, decide él también partir hacia New York para estudiar en la universidad y, algún día, poder declararle su amor a Jo antes de que Anthony lo haga también. El gran problema para ambos muchachos, es que la aficionada escritora tiene un temperamento fatal y es muy poco afecta a las declaraciones de amor... ¿Cual de los dos jóvenes logrará conquistarla?

Género: drama, romance
Pareja: Jo/Laurie, Jo/Anthony - Beth/Laurie, Beth/Jeremy
Calificación: para mayores de 13 años
Cantidad de palabras: variable
Duración: 46 capítulos
Estado: completo
Escritora: Yu-Chan

*Capítulo 34: El Duelo*


/Una vez Jo me dijo que Jeremy era de esas personas cuya alma y corazón pertenecían a un caballero medieval, como los del rey Arturo; son personas capaces de dar su vida por una causa justa o defender con uñas y dientes a las personas que aman… Un alma vieja en un cuerpo joven… No entendí mucho eso último, pero parece ser algo digno de ser admirado. /

Para cuando Jo y los demás se percataron de que Jeremy no estaba con ellos, éste ya se encontraba a unos cuantos pasos del grupo, caminando tan rápido como podía con su pie fracturado. Al verlo cojear sin siquiera soltar una pequeña protesta o reproche hacia ellos por haber olvidado su impedimento, no pudieron evitar sentirse tan miserables como culpables.

Avergonzado por su conducta, John, el prometido de Meg, le pidió al joven pianista que se subiera a su espalda para ayudarlo a regresar a casa. Jeremy aceptó de buena gana tras su máscara de frío temple inglés, puesto que el tobillo ya comenzaba a dolerle horrores y deseaba estar en la mejor condición física para batirse en duelo con Mario. Obviamente nada dijo acerca de esto último a sus amigos, pues quería mantenerlo en secreto bajo cualquier costo.

Mientras se dirigían hacia la pensión de los Kirke, Jeremy permaneció en absoluto silencio, pues tenía muchas cosas en qué pensar. Sabía que enfrentarse a un italiano acostumbrado a los duelos era una absoluta locura aún si él también era un perfecto tirador y esgrimista, fruto de la celosa tutoría de su abuela, pero con el pie malogrado iba a ser muy difícil vencerlo… Difícil, pero no imposible. El chico frunció el entrecejo, ése era un riesgo que estaba dispuesto a correr con tal de ayudar a Laurie, no iba a permitir que ni él ni ninguna de aquellas personas bondadosas que lo habían ayudado sufrieran ningún daño. Aquello era una deuda de amistad y, como caballero, iba de demostrar su lealtad enfrentándose él mismo contra Mario Mazzini.

—Es una completa locura, Laurie, desiste de ello —le aconsejó su preocupado ex tutor.

—Lo hecho, hecho está. No voy a echarme para atrás, quedaría como un cobarde y las chicas deshonradas.

Laurie caminaba con paso firme y decidido frente al grupo, pero se detuvo de golpe cuando Jo se plantó frente a él. Su rostro estaba muy pálido, sus ojos vidriosos, su boca temblorosa y los puños crispados.

—¿Jo? —parpadeó consternado.

—¡Laurie Laurence! ¡Esto jamás te lo perdonaré! ¿Cuándo madurarás? ¡Si te mueres será por mi culpa! —dicho esto, le volvió la espalda y se marchó de allí, corriendo con todas sus fuerzas, ignorando los llamados de su hermana.

—¿Y ahora qué le pasa a Jo? —Amy puso los brazos en jarra y ladeo la cabeza, frunciendo el entrecejo.

—No te preocupes, pequeña Amy —le dijo Anthony con una sonrisa tranquila, colocando su mano sobre la rubia cabeza de la niña—, lo que pasa es que tu hermana está muy preocupada por lo que le ocurra a Laurie en el duelo.

La niña asintió y bajó la cabeza, sus pequeñas manos apretujaron el delantal de su vestido y sus ojos se llenaron de lágrimas mientras se mordía los labios.

"Yo también estoy preocupada por Laurie…" —pensó.

—No debemos detenernos más o correremos el riesgo de toparnos con algunos de esos revoltosos revolucionarios —advirtió Steven.

—Claro, pero… —Anthony miró a su alrededor, visiblemente preocupado—, ¿en dónde está Sandra?

—Aquí estoy —respondió la joven, sobresaltando a todos. Por unos segundos, su mirada se cruzó con la de Jeremy, manteniéndose un silencio cómplice entre ellos.

—¿Y Mazzini? Fuiste la última en abandonar ese lugar —quiso saber el periodista, su tono era frío, pues desaprobaba completamente el amor platónico que ella le profesaba ciegamente al italiano.

—También se marchó, quería evitar que la policía lo atrape.

—Sabes que él no te conviene, ¿verdad?

—Lo sé —replicó con tono cansado y, abriéndose paso entre ellos, se dirigió apresuradamente en dirección hacia su casa a ver a su preocupado padre.

—Vamos con ella, Steven, esta zona es todavía muy insegura para las mujeres —se volvió hacia sus otros compañeros—. Nos veremos mañana en el lugar del duelo. Adiós.

Y así, el grupo de dividió en dos; nada más se dijeron, pero esperaban que todo se resolviera para bien a la mañana siguiente sin llegar a lamentar ninguna pérdida.

Mientras caminaban en silencio, John Moore lo rompió al divisar la casa de los Kirke.

—¿Se lo diremos a las chicas?

—No sería prudente —aconsejó el prometido de Meg—, no debemos preocuparlas con esto. Ya veremos cómo solucionarlo.

—¿Solucionarlo? Si se refiere a evitar el duelo, jamás se lo perdonaré, Sr. Brooke —se quejó Laurie.

El aludido frunció el entrecejo y decidió evitar iniciar una discusión, pues ya estaban muy cerca de la entrada de la casa.

—¿Y si Jo ya se los dijo? —inquirió el pequeño Tom.

—Dudo mucho que lo haya hecho, así que ustedes no dirán una sola palabra acerca del duelo o de lo que pasó con ese italiano. Debemos mantenerlo en secreto hasta que todo esto se solucione… para bien.

—Terminará mal para ese cretino —intervino Laurie, ciego de la ira.

—¡Bien! ¡Se acabó! —exclamó John, cansado de la actitud irracional de su ex pupilo. Dejó a Jeremy al cuidado del otro John y se plantó frente a Laurie, con los brazos en jarra, deteniéndose sobre la escalinata de la puerta para evitar que entrara—. ¿Hasta ahora no te has dado cuenta de lo que esto significa, verdad? ¡Esto es algo muy serio, por Dios! ¡Alguno de ustedes dos podría morir mañana o convertirse en un asesino! ¿Acaso es eso lo que quieres? ¿Ser un cadáver en el cementerio o un asesino encerrado en una prisión? ¿Crees que a Jo o a tu abuelo les gustará eso? ¿No te das cuenta del daño que puedes causarles con tu imprudencia? ¡Fuimos a buscar a Jo y a los niños y tú sólo empeoraste las cosas con tu tonto orgullo infantil! ¡Bien hecho, Laurie Laurence! ¡Has arruinado la vida de todos los que te conocen!

Y se metió a la casa, dejándolos a todos boquiabiertos.

Comprendiendo por fin la verdadera situación en la que se encontraban, Amy comenzó a gimotear para el desconsuelo de Tom y Laurie, quien intentó consolarla colocando su morena mano sobre el tembloroso hombro de la niña.

—Vamos, Amy, no llores…

Ella ni siquiera tuvo el valor de mirarlo a la cara, apretujando la falda con las manos crispadas y sin dejar de llorar.

—Pe-pero… ¡yo no quiero que te mueras, Laurie! ¡Buaaaaaahhhh! —entró corriendo a la casa, llorando a gritos y llamando la atención de todo el mundo en el interior del edificio.

—Bien hecho, tonto —le espetó Tom con ojos acusadores para luego correr por detrás de su amiguita—. ¡Amy! ¡No te pongas así!

Y mientras Laurie y los demás ingresaban a la casa con los rostros apesadumbrados, Jeremy concluyó que había hecho lo correcto al retar a duelo a Mario Mazzini. Si iba a quedarse ciego, por lo menos haría algo con su vida protegiendo la felicidad de sus nuevos amigos, sacrificándose por una buena causa.

A pesar de que Amy había entrado a la casa con un ataque de histeria, Jo se las ingenió para explicarles a la señora Kirke y a los demás que habían tenido un horrible encuentro con los temibles extremistas revoltosos, pero afortunadamente habían logrado eludirlos con la ayuda de los muchachos, aún así, la pequeña Amy se había asustado muchísimo.

—¡Oh, Amy! ¡Debes estar muerta de miedo! —Beth la estrechó entre sus delicados brazos, atrayéndola hacia su pecho, tratando de reconfortarla.

Amy no pudo evitar romper en llano otra vez, abrazándose fuertemente a su confidente hermana. ¡Cómo le hubiera gustado contárselo todo! Pero le había hecho una promesa al prometido de Meg y sabía muy bien que sus hermanas se afligirían muchísimo al saber la verdad.

Conociéndose muy bien, Amy se desembarazó de Beth antes de correr el riesgo de "soltar la lengua" y subió corriendo las escaleras para refugiarse en la habitación de Jo.

—Pobrecilla… Se llevó el susto de su vida, pero gracias a Dios que no pasó a mayores. Mañana se le pasará cuando comencemos a hacer los preparativos para el baile de Año Nuevo —comentó Meg con inocencia.

John y los demás se miraron muy preocupados, si algo malo pasaba al día siguiente, ¿cómo se lo explicarían a todos?

Aquella noche, quienes tenían conocimiento del duelo, no pudieron pegar los ojos. Obscuros pensamientos de lo que podría pasar acudían a sus mentes sin cesar, llenándolos con una profunda angustia que atormentaba tanto sus corazones como sus mentes. Hasta Beth no podía conciliar el sueño, puesto que, cuando se atrevió tímidamente a desearle las buenas noches a Jeremy, lo notó un poco extraño a pesar de su estoico comportamiento habitual. Su semblante era diferente al igual que su mirada, era como si estuviera ante ella un animal salvaje, una de esas panteras acorraladas cuyos ojos amarillos brillaban en la oscuridad, esperando el momento oportuno para saltar sobre su presa. Esa mirada la atemorizó por un instante, pero, cuando él alzó la vista hacia ella, aquel salvaje espíritu desapareció por completo para dar lugar a la pureza de su alma y una encantadora sonrisa llena de devoción.

Él se despidió también, pero a Beth le pareció como si esa despedida fuera para siempre, y eso la preocupó muchísimo.

Para la consternación de Meg, su hermana Amy se había ido a dormir a la cama de Jo. Tan angustiada estaba la pobrecilla acerca de lo que sucedería a la madrugada, que no le importó su mala relación con su hermana, tan sólo quería sentirse protegida y, al no estar ni su padre ni su madre, era Jo la fortaleza y la seguridad que ella tanto buscaba, así que, abrazada a su hermana, sollozaba en silencio, escondida bajo las frazadas y con la cabeza apoyada en el pecho de su protectora, quien no se quejó ni trató de echar a su hermana menor de su cuarto, pues comprendía su sufrimiento ya que ella misma lo estaba padeciendo.

Jo sonrió con tristeza. ¡La realidad no tenía comparación con la fantasía! Le resultaba muy fácil escribir sobre duelos, pero nunca había llegado a comprender lo que realmente significaba en la vida real. No era para nada emocionante… ¡era una locura! Su querido y tonto Laurie estaba a un pequeño paso de convertirse en un asesino o que lo asesinaran, y no quería ninguna de las dos cosas…

"¡Oh, Laurie, que tonto eres! —pensó llena de angustia, escondiendo su rostro en sedosos cabellos rubios de Amy, abrazándola con más fuerza pero sin llegar a hacerle daño—. Yo… yo no quiero perderte… Esto, esto… ¡Esto no puede estar pasando! ¡No!".

Y olvidándose de su orgullo, comenzó a llorar amargamente junto a su hermana, asustadas por lo que podría pasar a la madrugada y sin poder evitar sentirse responsables por aquella agobiante situación.

Obviamente Laurie tampoco logró pegar un ojo, pues no podía dejar de reprocharse a sí mismo por su comportamiento tan imprudente. Ahora no se sentía tan seguro de sí mismo cuando retó a duelo a Mario, sino que por fin había comprendido que aquello era realmente serio y que posiblemente no saldría tan airoso de aquel enfrentamiento como los héroes de sus novelas… Y lo peor de todo era pensar en el terrible sufrimiento que le causaría a su abuelo cuando supiera sobre el duelo y su resultado. No estaba muy seguro acerca de lo que él opinaría sobre su decisión de batirse a duelo con Mario para defender el honor de Jo y Amy, James Laurence era un hombre chapado a la antigua, pero ahora se trataba de la vida de su único nieto, y eso lo complicaba todo. Además, el sólo hecho de pensar en Jo y en la terrible posibilidad de no volver a verla nunca más y de provocarle una profunda herida irreparable, le heló la sangre, llenándolo de miedo, preguntándose si lo que había hecho lo había hecho por su propio orgullo masculino o por defender el honor de las chicas.

Suspiró fuertemente mientras se colocaba en posición fetal sobre la cama y se tapaba el rostro con la almohada mientras las lágrimas comenzaban brotar de sus ojos.

—Laurie Laurence… ¡eres un completo idiota!

XOX

Eran ya las cuatro de la madrugada cuando Jeremy se levantó de su lecho y se vistió a toda prisa, ignorando el dolor de su tobillo y con el corazón latiéndole a mil. Sabía que debía concentrarse en el duelo, pero su mente se rehusaba a abandonar el angustiado semblante de Beth. Abandonarla le rompía el corazón pero se felicitaba a sí mismo el no haberle confesado lo mucho que la amaba. ¿Cómo iba a hacerlo cuando su propia vida no valdría nada cuando perdiera la vista? No quería arruinar el futuro de Beth, pues ella merecía casarse con un hombre que pudiera protegerla y obsequiarla con una vida tranquila pero… ¡Oh, cuánto la amaba! ¡Cómo deseaba vivir a su lado por el resto de su vida! ¿Cuántas veces había suprimido los suspiros de amor de su corazón cuando ella estuvo a su lado? ¡Qué cruel agonía resultaba el amor! El no poder confesar sus sentimientos, el saber que muy pronto perdería el don de la vista y por ello jamás volvería a disfrutar de la música que tanto amaba, era más de lo que podía soportar. Era una solución egoísta, pero estaba dispuesto a arriesgar su vida por Laurie, su amigo, un amigo al fin, como nunca lo había tenido.

Jeremy se enjuagó una lágrima, deseaba haber visto a su querida madre una última vez, pero el deber de caballero lo llamaba, debía ayudar a quienes lo habían ayudado, costara lo que le costara.

Y así, con la firme determinación en su rostro y con el corazón destrozado, salió del edificio rumbo a su destino. No se había percatado de que una pequeña silueta lo había estado observando detenidamente, oculta entre la seguridad de las sombras del salón principal.

Quince minutos después, se escucharon los ecos de pasos presurosos sobre los adoquines de piedra de la calle en donde se encontraba la pensión de los Kirke, apareciendo entonces la figura de una joven mujer que corría lo más rápido que podía ayudándose con las manos sujetas a las faldas. Cuando llegó a la puerta del edificio, pareció dudar un momento, pero al fin pareció llenarse de valor y comenzó a llamar apresuradamente hasta que por fin vio encenderse la llama de una vela a través de una de las ventanas de la casa.

XOX

Mario Mazzini se encontraba sentado cómodamente sobre una de las gruesas ramas de un frondoso árbol, con la espalda apoyada sobre el tronco y silbando una nueva tonadita que había escuchado en uno de los humeantes bares nocturnos a los que solía asistir con sus compañeros radicales, cuando por fin vio llegar a Jeremy. Sonrió. Como todo un inglés, el chico había llegado justo a la hora establecida para el duelo.

Saltó y cayó justo delante de un sorprendido Jeremy, haciéndole una venia burlona.

—Bienvenido al lugar del duelo, mi joven amigo.

Al pianista le desagradaba sobremanera aquel licencioso sujeto, pero, como provenía de una familia de buena educación y principios, también lo saludó con una leve inclinación.

Mario volvió a sonreír. Jeremy era un muchacho demasiado atractivo, si tuviera una hermana, seguramente sería una belleza de ensueño, digna de ser cortejada.

Williams enarcó una ceja, no le gustó para nada la expresión de su contrincante.

—¿Y bien, señor Mazzini? ¿Iniciamos ya con nuestro duelo?

—¿Tan apurado está en encontrar su derrota, señor Williams?

—No veo por qué debemos seguir perdiendo el tiempo cuando lo único que importa aquí es llevar a cabo el duelo.

El italiano escupió hacia el suelo con marcado desprecio.

—¡Al diablo con los ingleses; se creen que son superiores a los demás!

—Si se trata sobre la manera de relacionarse a las mujeres, en ese sentido soy muy superior a usted, señor Mazzini, y con creces.

Los oscuros ojos de Mario relampaguearon con ira, lazándose sobre el otro muchacho para tomarlo violentamente de la solapa del abrigo.

—¿Qué sabes tú de mi forma de tratar a las mujeres, eh?

—La suficiente como para retarte a duelo por insultar a una —replicó sin asomo de miedo.

El italiano sonrió con desprecio.

—Maldito desgraciado… —lo soltó—. Terminemos con esto de una vez. ¡Emilio!

Respondiendo al llamado, un pequeño hombrecillo delgaducho y de piel cetrina apareció desde atrás del árbol en donde había estado trepado su amigo. Estaba vestido con un traje viejo y llevaba bajo el brazo una caja de madera.

—Bueno días, caballero —se quitó el sombrero para saludar a Jeremy—. Yo seré el testigo de Mario, ¿trajo usted al tuyo?

—No lo necesito —fue la fría respuesta del aludido, siempre con la mirada puesta sobre el italiano.

El otro se encogió de hombros y se volvió hacia Mario.

—Dice que no necesita un testigo, ¿qué hacemos?

—Seguimos con el duelo —declaró, con la vista fija sobre el joven pianista.

Era evidente el enorme antagonismo que había entre los dos duelistas.

Ya resuelto el pequeño contratiempo, Emilio lanzó una moneda al aire después de que los dos duelistas eligieron un lado cada uno, quedando boca arriba el lado que Jeremy había escogido, tocándole elegir las armas.

Sin vacilar, eligió las pistolas.

Un frío viento invernal sopló sobre el claro del bosque en donde se encontraban los dos duelistas y el testigo, la luz de la luna y la luz del sol habían comenzado a mezclarse ya, iluminando poco a poco el desolado lugar aún poblado de sombras nocturnas. Los chillidos de las lechuzas en el bosque y los ladridos de los perros desde la ciudad eran los únicos sonidos que se escuchaban a su alrededor.

Colocándose de espaldas con un arma en la mano derecha, Jeremy y Mario comenzaron lentamente a dar diez largos pasos hacia delante. Con los nervios de punta y con el corazón latiéndoosle furiosamente, ambos estaban preparados para el enfrentamiento final, sea cual sea el resultado, sin arrepentimiento ni rencor alguno.

Cuando Emilio apenas gritó "¡diez!", los duelistas se volvieron con la velocidad de un rayo y dispararon… sólo para ver con horror cómo una jovencita se interpuso entre ambos disparos.

—¡Miss Elizabeeeeeeth…! —gritó Jeremy al reconocerla.

/No puedo creerlo… Beth… mi querida Beth… hermanita… ¡Esto no puede ser verdad!/


*Notas de una Autora Descuidada:*

*¡Bien! Una personita inesperada se interpuso en el duelo entre Jeremy y Mario… ¿Cómo pudo encontrar Beth el valor suficiente como para enfrentar semejante peligro? ¿Qué pasará con ella ahora? ¡Ya lo sabrán en el capítulo siguiente!*


Fanfic Mujercitas -¿Qué Hubiera Pasado Sí...?- Capítulo 33



Notas de una Bloggera Descuidada:
Comencé a ver el anime Brain Powerd, sigo viendo el drama japonés Doctors, editando el kdrama La Mujer de Mi Esposo, sigo subtitulando la miniserie japonesa Inspector Zenigata, sigo estudiando japonés y dibujando mi webtoon Anshel y escribiendo mi novela ligera Fenómenos. ¡Siempre ocupada mientras trabajo!

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Yu-Chan 💖
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