Fanfic Mujercitas -¿Qué Hubiera Pasado Sí...?- Capítulo 40

                  Resumen del anime: Meg, amable y confiada. Jo, independiente y enérgica. Beth, tímida y callada. Amy, amable y precoz.  El padre de familia ha dejado su hogar para servir en la guerra civil estadounidense; luchando contra el ejército Confederado. En su ausencia, una batalla en la ciudad deja a su familia sin casa y él les aconseja buscar hogar en la casa de su Tía Marta, en la ciudad de Newford, Massachusetts. Allí pasan algunos días y aunque al principio, la Tía Marta no está del todo contenta con su presencia, pronto cambia de opinión y se encariña con cada una de las "mujercitas". Poco después se instalan en su nueva casa en los alrededores y conocen muchos nuevos amigos. Sus vecinos serán los Laurence, que viven en la casa de al lado y Laurie, el joven nieto del Sr. James Laurence se hará gran amigo de la familia March. Juntos, todos superan cualquier situación, logrando resolver cualquier problema para salir adelante.


¿QUÉ HUBIERA PASADO SÍ...?

Jo March, nuestra joven y temperamental protagonista, decide ir a vivir a New York para ampliar sus horizontes como escritora, tal y como su amigo Anthony Boone se lo recomendó antes de que éste partiera también hacia la misma ciudad. Pero Laurie Laurence, el vecino adinerado de la familia March, decide él también partir hacia New York para estudiar en la universidad y, algún día, poder declararle su amor a Jo antes de que Anthony lo haga también. El gran problema para ambos muchachos, es que la aficionada escritora tiene un temperamento fatal y es muy poco afecta a las declaraciones de amor... ¿Cual de los dos jóvenes logrará conquistarla?

Género: drama, romance
Pareja: Jo/Laurie, Jo/Anthony - Beth/Laurie, Beth/Jeremy
Calificación: para mayores de 13 años
Cantidad de palabras: variable
Duración: 46 capítulos
Estado: completo
Escritora: Yu-Chan

*Capítulo 40: Tristes Despedidas, Grandes Pérdidas*


/Me muero por saber qué hará Jo ahora que Laurie apareció justo cuando ella tiene que darle su respuesta a la propuesta romántica de Anthony… ¡Una nuca sabe cómo va a reaccionar la bestia de mi hermana! /

Anthony sintió como si un gran peso le fuera sacado de encima cuando logró confesarle sus sentimientos, tan largamente guardados, a Jo. Se sintió por fin aliviado, en paz; y cuando vio a Jo volverse hacia él con un rostro radiante, su alegría no tuvo límites, ¡finalmente sería correspondido! Todo lo que ella le había hecho pasar, las cosas buenas y malas, su calidez o su frialdad, su amistad o su furia, habían valido la pena. Aunque sabía que no era algo seguro, una vida junto a ella pasó por sus ojos: el noviazgo, el casamiento, la intimidad, la vida conyugal, el crecimiento como profesionales, los hijos, su crianza, los viajes que harían juntos, las peleas y sus reconciliaciones, sus sueños, los nietos… ¡Toda una vida al lado de la mujer que amaba y amaría hasta el final de sus días! ¿Qué era la felicidad sino ésa? ¿Qué más le podría pedir a la vida? Nada más, ciertamente, Jo sería todo para él, por siempre y para siempre, sin duda alguna.

—¿Pero qué tonterías estás diciéndome, Anthony? —fue la inesperada respuesta furibunda de Jo, los ojos de Anthony se abrieron como platos, ¡no podía creer lo que estaba escuchando!—. ¿Acaso perdiste la razón, Anthony Boone? ¡Mil veces te he dicho que nunca me casaré en mi vida ¿y tú te vienes con esa retahíla de palabras cursis pidiéndome que sea tu novia?! ¿Es que no me conoces todavía? ¡Ni en un millón de años me casaría con un tipo como tú! ¡Espero que esto te haya quedado muy claro, Anthony Boone!

Y se marchó furiosa hacia el edificio, pasando al lado del conmocionado Anthony, quien no pudo siquiera pronunciar palabra, quedándose simplemente petrificado en donde estaba.

—Vamos adentro, Laurie; vamos a bailar para que pueda olvidarme de esta tontería —le oyó decir, entonces, sorprendido y temblando como una hoja, volteó lentamente hacia la puerta del salón y sus ojos se cruzaron con los de Laurie un segundo antes de que éste ingresara al edificio junto con Jo, que ni siquiera volteó para mirarlo. Lentamente volvió la cabeza y se quedó allí parado, pálido como un fantasma, aún con los ojos abiertos de par en par. A pesar de que su corazón le dolía como nunca antes le había dolido, su confundida mente se negaba a aceptar que aquello había pasado, quería creer que todo había sido una pesadilla, que nunca se le había declarado a Jo y que ella nunca lo había rechazado tan fríamente.

Haciendo un esfuerzo extraordinario por tomar posesión de sus confundidas facultades, comenzó a caminar lenta y mecánicamente por la acera, sin rumbo alguno, tratando casi inconscientemente de alejarse de allí, humillado y avergonzado por la mujer que amaba.

Mientras tanto, una vez adentro, Jo y Laurie comenzaron a bailar sin más retraso. A pesar de la confusión y la sorpresa del chico, ella se reía y charlaba como si nada hubiera pasado. Laurie sabía que Jo estaba fingiendo, podía sentirlo, y eso le desgarraba el alma. ¿Por qué se había comportado de esa manera con Anthony? ¿Por qué había reaccionado tan violentamente cuando lo vio?

Sí, Josephine March reía y charlaba en un intento de quitarle importancia a lo que había pasado, quería convencerse de que todo aquello que había sentido por Anthony era una simple tontería propia de su edad, una boba confusión que pronto pasaría porque en realidad no estaba enamorada de él.

En el momento en que vio a Laurie antes de darle su respuesta a Anthony, pasó por su mente las burlas que éste le haría porque ella siempre había proclamado que jamás se casaría, y sobre todo con Anthony. Se imaginó también a la tonta de Amy burlándose también y contándoselo a todo el mundo junto con el chismoso de Laurie. Fue entonces que su mente se aclaró y le pareció una tremenda estupidez aceptar la propuesta de Anthony. ¿En qué diablos había estado pensando cuando se dejó engatusar por sus palabras llenas de amor y de promesas absurdas? Como siempre, Laurie le había hecho un favor, evitando que cometiera el peor error de su vida: enamorarse como una estúpida sin sesos y renunciar a toda una vida de libertad absoluta.

—Oye, Laurie.

—¿S-sí, Jo?

—No le digas nada a nadie de lo que pasó con ese tonto de Anthony, ¿quieres? No podría soportar las burlas de Amy.

—… Claro.

—¡Oh, vamos, Laurie! No te pongas así —le sonrió—. Te estoy muy agradecida por haber aparecido en el momento justo, ¡Anthony no se callaba nunca! Ahora, olvidémonos de /esa/ persona y divirtámonos hasta las doce. ¿Qué te parece?

—¿Divertirnos? ¡Pues claro! ¡Bailemos hasta que nuestros pies sangren, mi estimada señorita! —exclamó, recuperando por fin su natural alegría, después de todo, Anthony, su rival más peligroso, había sido aplastado por la rotunda negativa de Jo en convertirse en su novia, dejándole el camino libre para cortejarla sin temor alguno. ¿Qué más podía pedir? ¡La guerra estaba ganada sin pelearla y debía celebrarlo!

Y así, nuestra pareja protagonista se unió nuevamente a la algarabía general, olvidándose por el momento de /aquel /asunto.

La noche siguió su cursi y ni Amy ni Tom fueron enviados a la cama a pesar de las protestas de Jo, puesto que Meg y los demás votaron porque se quedaran hasta las doce para festejar la llegada del año nuevo. Obviamente, los niños se entusiasmaron con la idea de quedarse hasta tarde por primera vez en su vida, así que decidieron aprovecharlo lo más posible, puesto que no sabían cuándo iban a tener otra oportunidad así antes de que se hicieran mayores.

Para la grata sorpresa de todos los festejantes, Fei Long había traído algunos fuegos artificiales que un compatriota suyo le había traído de contrabando desde China, así que todo el grupo salió del salón treinta minutos antes de la doce y se dirigieron hacia el campo abierto para que él pudiera encenderlos. Todos estaban muy emocionados con la perspectiva de un espectáculo que, según las personas que lo habían presenciado, prometía ser inolvidable.

Y así fue, tal y como lo habían escuchado: inolvidable. Olvidando el susto inicial de las explosiones, los jóvenes quedaron fascinados con las hermosas luces multicolores que iluminaron el cielo nocturno. Las hermanas March, una al lado de la otra, se tomaron de las manos, emocionadas, con la mirada puesta en el cielo coloreado, puesto que jamás en su vida habían presenciado tan hermoso espectáculo. Laurie, en cambio, ya había tenido la fortuna de ver fuegos artificiales en Venecia, así que simplemente se quedó al lado de Jo, disfrutando de su alegría, sintiéndose aliviado al comprobar que ella ya había superado su contratiempo con Anthony.

—Esto es maravilloso, ¿no es así, Laurie? —lo miró, dedicándole una bonita sonrisa luego de que sus hermanas se fueron para reunirse con sus respectivos compañeros.

—Sí —asintió, sonriendo también.

Y, para la grata sorpresa del chico, ella lo tomó de la mano. Segundos después, ambos se decantaron por disfrutar de aquel momento tan hermoso, dándole la bienvenida a un nuevo año que comenzaba, sin saber que dentro de muy poco tiempo, su modo de ver la vida, cambiaría por completo.

XOX

Mientras el cielo era iluminado por los fuegos artificiales en el campo, Anthony abrió la puerta de su departamento cuyo interior permanecía en la más absoluta oscuridad. Entonces ingresó lentamente y cerró la puerta tras de sí, apoyándose finalmente sobre ella, quedándose allí, muy quieto, con la vista fija sobre la ventana por donde se podían escuchar los festejos de la gente en las calles.

Suspiró quedamente, sentía que la cabeza iba a explotarle de un momento a otro, las crueles palabras de Jo venían una y otra vez para atormentarlo, destrozándole el corazón. Inclinó la cabeza y cerró los ojos y los puños con fuerza, tratando vanamente de sobreponerse al dolor del rechazo, pero pronto las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, cayendo finalmente por sus mejillas. Temblando de pies a cabeza, metió la mano en el bolcillo para sacar su pañuelo y, cuando se lo llevó al rostro, recordó que ese pañuelo era el mismo que Jo le había regalado en agradecimiento por aquella vez que él le había llevado una carta de su padre luego de haberlo encontrado en plena batalla de la secesión cuando había sido corresponsal de guerra.

Se quedó mirando largamente el pañuelo hasta que su mano comenzó a temblar violentamente.

—¡Oh, Jo, Jo! ¿Por qué me hiciste esto? ¡Qué idiota fui en enamorarme de ti! —dejándose llevar por la ira y la frustración, cerró el puño que sostenía el pañuelo, estrujándolo, e intentó lanzarlo con todas sus fuerzas hacia el oscuro vacío de su habitación, pero su acción sólo quedó en intención, quedándose con el brazo extendido, como si estuviera congelado. De pronto, rompió en llanto, llevándose el pañuelo al pecho, apoyó su espalda y su cabeza en la puerta y lentamente se dejó caer al suelo, quedándose sentado sobre él, llorando amargamente su dolor.

Y mientras Anthony dejaba partir su sueño de compartir su vida con Jo, afuera, en la ciudad, las personas seguían festejando la llegada de un nuevo año.

XOX

Una semana después y tras la inesperada llegada del señor Laurence a New York, Jo se enteró de que su querida hermana Beth partiría hacia China junto con Jeremy y su familia a la mañana del siguiente día.

Tanto ella como el señor Laurence se opusieron rotundamente a ese viaje, Amy se puso a llorar y Meg se preocupó muchísimo. Laurie, en cambio, le pareció una idea fantásticamente romántica.

A Beth le costó muchísimo convencer a su hermana Jo y al señor Laurence sobre su decisión de hacer semejante viaje sólo para acompañar a su novio en su búsqueda de un remedio para la enfermedad de lo aquejaba. En verdad lo amaba tanto como él a ella, y por eso debía ayudarlo en lo que estuviese a su alcance, así tuviera que sobreponerse a su natural timidez y el terror que le provocaba conocer gente nueva. Aún reticente, el abuelo de Laurie aceptó de mala gana el hecho, pero Jo seguía tercamente en contra.

Meg se tranquilizó al saber que el mejor médico de Inglaterra los acompañaría en su viaje, y Amy dejó de llorar en un instante al saber que su hermana le traería exóticos regalos de oriente a su regreso.

Al comprender que nadie se ponía de su lado, ni siquiera sus padres, Jo se fue de la habitación del hotel que había alquilado del señor Laurence, dando un formidable portazo al salir, dejando a la pobre Beth muy triste y preocupada en el momento en que más necesitaba su apoyo.

A la mañana siguiente, la familia March, los Laurence, los Williams y el resto se encontraban reunidos en el puerto, en donde los viajeros abordarían un barco de pasajeros que los llevaría directo hacia la ciudad costera de Liverpool; en Inglaterra, de allí tomarían un tren que los llevaría hasta Londres, en donde se quedarían, muy a su pesar, Lady Lidia y su pequeña nieta Alice, puesto que sus vidas podrían correr peligro si se atrevían a hacer semejante viaje; luego, el resto abordaría otro barco que los llevaría hasta Francia, en donde tomarían un tren en París que los transportaría en un largo viaje hasta Brindisi, para luego atravesar a bordo de un barco el canal de Suez, el mar Rojo y el mar Omán, llegando por fin a Bombay para tomar otro tren hacia Calcuta; desde allí un barco los llevaría hasta la lejana Hong Kong, su destino final.

De pronto, el tren dio su última pitada de aviso para los pasajeros rezagados, sobresaltando a todos los personajes de nuestra historia, comprendiendo que había llegado el momento de la larga separación.

—¡Oh, mamá! ¡Te voy a extrañar muchísimo! —gimió Beth, lanzándose a sus brazos para ponerse a llorar desconsoladamente mientras Amy hacía otro tanto, aferrada con fuerza al saco de su padre.

—Mi pequeñita, mi valiente pequeñita —susurró la señora March, abrasándola y besándola tiernamente en la frente—. Yo te extrañaré cada día que no estés a mi lado, pero estoy segura de que Dios te traerá de regreso a nuestro lado muy pronto, así como también ayudará a Jeremy con su recuperación.

—Gracias, mamá… Gracias… —la miró a los ojos llena de gratitud.

Entonces, Frederick March se dirigió hacia el joven pianista y de detuvo frente a él, con el semblante muy severo, poniéndolo algo nervioso pero sin perder su flema inglesa.

—Sé que cuidarás muy bien de mi hija a pesar de tu enfermedad, jovencito —le dijo Frederic, extendiéndole la mano.

—Así será, señor March —tomó la mano con firmeza.

Las hermanas de Beth también se despidieron de ella, deseándole lo mejor para el viaje y la cura para Jeremy. Meg se tomó la despedida con sentimental madurez, Jo aun estaba molesta por la decisión de su hermana, así que se despidió un tanto malhumorada pero igualmente muy triste, en cambio Amy, al ser la más joven de todas, simplemente se puso a llorar desconsoladamente, aferrándose fuertemente a su hermana, diciéndole lo mucho que la extrañaría.

Beth lloró también, pero su voluntad no se tambaleó ni una vez a pesar de que el corazón se le estaba rompiendo en pedazos al saberse separada de su familia, logró mantenerse firme al dirigir su mirada hacia Jeremy. Su deseo de ayudarlo era más grande, mucho más grande que el miedo innato hacia lo desconocido.

Las últimas personas en despedirse de ella fueron los Brooke, John Moore y los Laurence.

—Hasta que nos veamos de nuevo, Beth, espero que, para entonces, tú y Jeremy ya estén casados —le dijo Laurie con su acostumbrada sinceridad, provocando que la joven pareja de pianistas se sonrojara hasta las orejas.

—¡Laurie! ¿Otra vez con esas cosas? ¡Tú no tienes remedio! —se quejó Jo, poniendo los brazos en jarra.

El señor Laurence le lanzó una mirada muy severa a su nieto al mismo tiempo que intentaba no sonreír ante los rostros avergonzados de Beth y Jeremy.

—Deja de decir tonterías y despídete como un caballero, Laurie.

El chico lo obedeció y luego le deseo la mejor de las suertes a su amigo, que, para su sorpresa, le sonrió ampliamente.

—Muchas gracias por todo lo que hiciste por mi, Laurie, jamás lo olvidaré, amigo mío.

Su franqueza lo dejó sencillamente boquiabierto. Cuando por fin cayó en la realidad, le devolvió la misma sonrisa y extendió la mano.

—No es nada, para eso estoy.

Ambos muchachos se dieron la mano con firmeza y después Jeremy se volvió hacia Beth avisándole, con un tono muy suave, que ya tenían que subir al tren. La chica asintió y volvió su rostro cubierto de lágrimas hacia su igualmente compungida familia.

—Me cuidaré mucho, lo prometo —y subió al tren junto a Jeremy y su familia, llevando una carta de Tía Marta en una mano y una canasta de mimbre con su gatita Milkian en ella.

Llenos de ansiedad, todos comenzaron a recorrer con la vista cada ventana del tren mientras éste comenzaba su lenta marcha. Por fin, Beth, la viajera, se asomó por una de las ventanas, extendiendo el brazo izquierdo para despedirse de sus seres queridos.

—¡Mamá, papá, señor Laurence! ¡Volveré a casa muy pronto! ¡Se los prometo! ¡Meg, Amy, Laurie, John, señor Brooke! ¡Cuídense mucho también! ¡Jo! ¡Jo! ¡Perdóname por hacerte esto, Jo!

—¡Oh, Beth! —exclamó en voz baja la aludida, llenándosele los ojos de lágrimas y comprendiendo por fin que había actuado en forma egoísta, pensando en que su hermana la traicionaba en vez de alegrarse de que por fin había encontrado el amor en un chico tan bueno y sentimental como Jeremy.

No lo pensó más y comenzó a correr con todas sus fuerzas al lado del tren, acercándose todo lo que pudo a la ventanilla en donde se encontraba su llorosa hermana menor.

—¡Perdóname, Beth, perdóname por haber sido tan tonta contigo y con Jeremy!

—¡Oh, Jo, no tengo nada qué perdonarte, hermanita, pero sí te voy a extrañar mucho! —replicó con voz temblorosa, aferrándose al marco de la ventanilla con ambas manos.

—¡Yo también te voy a extrañar mucho, hermanita! ¡Regresa pronto!

—¡Regresaremos muy pronto, Jo, te lo prometo! —Calló unos segundos y luego se animó a decirle algo que siempre había querido desde aquella vez que caminaron juntas hacia las editoriales—. ¡Jo, Jo!

—¿S-sí? —respondió casi sin aliento pero sin ninguna intención de detenerse sino hasta el final del andén.

—¡Prométeme que serás buena con Anthony! ¡Él te quiere tanto!

—¿Eh? ¿Anthony? —parpadeó perpleja, aminorando la velocidad por unos segundos—. ¡Pero tonta! ¿Por qué estás diciendo eso en un momento así?

—¡Porque vas a perderlo, Jo! ¡Vas a perderlo si sigues siendo mala con él y estoy segura de que sufrirás mucho cuando eso pase!

De repente, el piso del andén se terminó y Jo se detuvo de golpe, mirando hacia el tren que iba alejándose con su hermana saludándola sin parar.

—… Pero qué tonterías dices, Beth —murmuró.

XOX

Una hora después, cuando todos regresaron a la pensión de los Kirke, o al hotel, Jo decidió que lo mejor sería distraerse un poco para olvidar momentáneamente la gran tristeza que le provocaba la partida de Beth, así que salió y se dirigió caminando hacia el salón de lectura, tratando de disfrutar de la vida citadina que la rodeaba. Cuando llegó a su destino, abrió la puerta e ingresó al salón con una sonrisa de oreja a oreja que se le borró en un segundo al ver a Sandra parada en medio de la sala, leyendo entre lágrimas una hoja de papel que sostenía entre sus temblorosas manos.

—Pero, Sandra… ¿Qué pasa? ¿Por qué lloras? ¿Ocurrió algo malo?

La aludida alzó la cabeza y su expresión de tristeza cambió a la de incontenida ira.

—Tú tuviste algo que ver con esto, ¿verdad, Jo?

—¿Yo? ¿Pero de qué estás hablando, Sandra? Que yo sepa, no hice nada —replicó de inmediato, entre extrañada y molesta ante semejante acusación.

—¿Estás segura?

—¡Pues claro que sí! ¿Podrías decirme de una buena vez porqué te estás comportando de esta manera conmigo?


—¿Y cómo no iba a hacerlo, Jo? ¡Por tu culpa Anthony se fue del país!

—¡¿Qué dices?! ¡Tú me estás mintiendo! —abrió los ojos cuán grandes era, incrédula.

—¡Yo no te miento! ¡Steven, su amigo, acaba de dejarme esta carta Anthony que le entregó antes de marcharse y dice que se va a la India para olvidarse de ti!

—¿Irse a la India por mí? ¡Pero qué estupidez! —furiosa, se dio media vuelta en dirección hacia la puerta.

—¿Pero qué estás haciendo, Jo?

—¡Pero qué pregunta, Sandra! —bufó fastidiada, volviendo la cabeza hacia ella—. ¡Iré a decirle a ese tonto de Anthony que no se vaya!

—¿Es que no me escuchaste, Jo? ¡Anthony ya se fue! ¡Se fue hace una semana! —y rompió a llorar amargamente, cubriéndose el rostro con las manos, dejando caer la hoja de papel al suelo.

—¿Ha-hace una semana…?

En ese momento, Jo supo lo mucho que realmente amaba a Anthony.

/¡¿Cómo?! ¡¿Qué Anthony se fue?! ¡Jo! ¡Eres una bestia total!/


*Notas de una autora descuidada:*

¿No les dije que les tenía muchas sorpresas? Nada es lo que parece cuando escribo, je XD Cuando escribía el fic de Piratas del Caribe, muchos me dijeron que soy bastante malvada con los personajes… ^.^*

*¡Prepárense para la última parte de la historia!*

*Muchas gracias por leer!*


Fanfic Mujercitas -¿Qué Hubiera Pasado Sí...?- Capítulo 39




Notas de una Bloggera Descuidada:
¡Hola! ¿Cómo están? Espero que bien 😉
Sigo viendo el anime Blue Seed, el drama japonés Escuela Técnica Asuko, editando este mismo drama, sigo subtitulando la miniserie japonesa Inspector Zenigata, estudiando japonés, repasando inglés y dibujando mi webtoon Anshel y escribiendo mi novela ligera Fenómenos. ¡Siempre ocupada mientras trabajo!

¡Gracias por visitar el blog!
¡Cuídense y no olviden comentar!
Sayounara Bye Bye!

Yu-Chan 💖
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