Fanfic Mujercitas -¿Qué Hubiera Pasado Sí...?- Capítulo 42

Resumen del anime: Meg, amable y confiada. Jo, independiente y enérgica. Beth, tímida y callada. Amy, amable y precoz.  El padre de familia ha dejado su hogar para servir en la guerra civil estadounidense; luchando contra el ejército Confederado. En su ausencia, una batalla en la ciudad deja a su familia sin casa y él les aconseja buscar hogar en la casa de su Tía Marta, en la ciudad de Newford, Massachusetts. Allí pasan algunos días y aunque al principio, la Tía Marta no está del todo contenta con su presencia, pronto cambia de opinión y se encariña con cada una de las "mujercitas". Poco después se instalan en su nueva casa en los alrededores y conocen muchos nuevos amigos. Sus vecinos serán los Laurence, que viven en la casa de al lado y Laurie, el joven nieto del Sr. James Laurence se hará gran amigo de la familia March. Juntos, todos superan cualquier situación, logrando resolver cualquier problema para salir adelante.


¿QUÉ HUBIERA PASADO SÍ...?

Jo March, nuestra joven y temperamental protagonista, decide ir a vivir a New York para ampliar sus horizontes como escritora, tal y como su amigo Anthony Boone se lo recomendó antes de que éste partiera también hacia la misma ciudad. Pero Laurie Laurence, el vecino adinerado de la familia March, decide él también partir hacia New York para estudiar en la universidad y, algún día, poder declararle su amor a Jo antes de que Anthony lo haga también. El gran problema para ambos muchachos, es que la aficionada escritora tiene un temperamento fatal y es muy poco afecta a las declaraciones de amor... ¿Cual de los dos jóvenes logrará conquistarla?

Género: drama, romance
Pareja: Jo/Laurie, Jo/Anthony - Beth/Laurie, Beth/Jeremy
Calificación: para mayores de 13 años
Cantidad de palabras: variable
Duración: 46 capítulos
Estado: completo
Escritora: Yu-Chan

*Capítulo 42: Vientos de Cambio*


/El valiente de Laurie y este tipo desagradable tuvieron una buena escaramuza por Jo, ¿verdad? Pero mi hermana se ve muy afectada por la pérdida de Anthony… y el pobre de Laurie sufre muchísimo con eso… /

—Espero que pueda descansar bien esta noche, señorito Laurence. Puede llamarme sin ningún problema si se le ofrece alguna cosa —le dijo amablemente la señora Kirke antes de salir del cuarto del mencionado muchacho. Llevaba entre sus manos una palangana con un poco de agua, una toalla y un botiquín de primeros auxilios.

—¡Oh! No se preocupe ya, señora Kirke, ya hizo usted suficiente curando mis heridas —sonrió Laurie con simpatía, llevándose una mano a la nuca. Estaba sentado en la cama, bien tapado con las cobijas y recién curado.

—Es verdad, señora Kirke, ya ha hecho suficiente por nosotros. Puede irse a descansar tranquila, yo cuidaré de Laurie —le dijo Jo, que se encontraba sentada en una silla al lado de la cama de su amigo.

La dueña de la pensión estuvo a punto de replicar pero la ansiosa mirada de su inquilino la contuvo, comprendiendo que era mejor dejarlos solos.

—Bueno… Entonces… Que descansen.

Los chicos también se despidieron de ella mientras ésta cerraba la puerta tras de sí. Entonces, un silencio embarazoso reinó toda la habitación, ninguno de ellos tenía el valor suficiente como para iniciar una conversación.

—No es necesario que te quedes aquí, Jo, tuviste una noche terrible, deberías ir a descansar —le sugirió Laurie de repente.

—No, me quedaré aquí contigo hasta que me convenza de que estás realmente bien y… —enmudeció, estaba muy angustiada, bajó la mirada poniéndose roja como un tomate y sus manos se cerraron fuertemente apretujando la falda—… Mario te golpeó por mi culpa y yo… ¡Oh, Dios! ¡Yo no puedo hacer nada bien ahora! ¡Soy un desastre sin remedio! —gimió, dejando de lado su orgullo para ponerse a llorar otra vez, cubriéndose el rostro con las manos.

Laurie se sorprendió y apretó los labios muy preocupado, pero dejó que su amiga llorara a su gusto por un rato para que pudiera desahogarse, y entonces habló:

—Vamos, Jo, no te preocupes así, no es tu culpa; Mario y yo quisimos arreglar nuestras viejas diferencias dándonos una buena paliza.

—¡Oh, Laurie! ¿Por qué insistes en ver en mi lo que no hay? ¿No comprendes lo mala persona que soy? ¡Le hice un daño irreparable al pobre de Anthony! ¡No me lo perdonaré jamás! —exclamó entre sollozos, siempre cubriéndose el rostro, llena de desesperación—. ¡Soy una verdadera arpía! Le prometí a mi madre y a mí misma que cambiaría mi forma de ser, que dominaría mi temperamento… ¡y mira lo que he logrado! ¡Pisotee su corazón sin piedad cuando lo abrió para mí! ¡Me reí en su cara y desprecié su amor! … y, y… ¡Cómo una estúpida me di cuenta de lo mucho que lo amaba en verdad cuando lo perdí! ¿Cómo pudo haberse enamorado de mí? No lo entiendo… Soy tan mala… ¿Qué diablos pudo haber visto en mí?

Jo dejó de hablar y siguió llorando, pero la intensidad de su llanto había disminuido

—Tan sólo eres una chica normal, Jo, nada más, con sus virtudes y defectos —le dijo suavemente con ese tono de sencillez y sinceridad que siempre lo caracterizaron.

—¡Oh, Laurie! Pero qué tonterías dices… —alzó el semblante hacia él, hipeando mientras trataba se secarse las lágrimas con sus propias manos.

—Sabes que no digo tonterías, Jo, sigo la verdad. Sé que eres una chica llena de energía, algo testaruda, tienes una imaginación fascinante, un temperamento muy fuerte pero también tienes un corazón muy noble.

—Tú dices eso, pero le hice daño a Anthony sabiendo lo mucho que le dolería.

—Yo no creo que supieras en realidad qué tanto daño ibas a hacerle, me parece que lo hiciste para que no me burlara de ti si aceptabas ser su novia, ¿verdad? En ese caso, yo soy tan culpable como tú.

—No creo que sea lo mismo, Laurie… —Recorrió con la vista todo el cuarto y finalmente suspiró cansadamente—. Bueno, como veo que tus golpes no son la gran cosa, creo que me iré a dormir—. Lo miró un tanto ansiosa de salir de allí—. ¿De verdad no me necesitas? Puedo quedarme, si quieres.

Comprendiendo que Jo no veía la hora de volver a su cuarto para estar a solas, Laurie sonrió y asintió con la cabeza.

—Ya te dije que esto no es nada, Jo; puedes irte a descansar, tú tampoco la pasaste muy bien, ¿eh?

—No… —asintió, poniéndose de pie un tanto dubitativa—. Gracias por tu ayuda, Laurie.

Después de que su amiga se hubo marchado, Laurie permaneció sentado en la cama, mirando fijamente hacia la puerta por donde ella había salido. ¿Cómo diablos podría ayudarla para salir de la terrible depresión por la que estaba atravesando? Sabía que era una tarea difícil para él, un simple e inexperto muchacho de 18 años, pero ya se las ingeniaría, estaba seguro de eso.

Segundos después, su rostro se iluminó. ¡Ya sabía lo que tenía que hacer!

XOX

A la tarde del día siguiente, Jo se encontraba sentada en una silla frente a una de las dos ventanas de su cuarto. Su mentón descansaba sobre los brazos cruzados apoyados en el alféizar de la ventana, su rostro apagado se encontraba soñoliento, pensando tristemente en los primeros meses de su estadía en aquella ciudad, aquellos meses en que había estado viviendo en el departamento de Anthony cuando la pensión de los Kirke estaba siendo refaccionada.

Sin poder evitarlo, sus ojos volvieron a empañarse al recordar aquellos buenos tiempos, pensando en que así podría haber sido su vida de casada si no hubiera sido tan tonta como para rechazarlo cruelmente.

—Eres una estúpida sin remedio… —se dijo, incorporándose para limpiarse las lágrimas con un pañuelo, acto que fue interrumpido cuando oyó que tocaban a la puerta.

—¡Ya voy! —contestó, poniéndose de pie un tanto desconcertada durante un par de segundos, luego, rápidamente se secó las lágrimas, guardó el pañuelo en su bolcillo, se arregló un poco el vestido y el cabello y fue a abrir la puerta sólo para quedarse boquiabierta al ver quién era la persona que la estaba visitando.

—¡Sandra!

La aludida la miró fríamente.

—¿Puedo pasar?

—Pu-pues claro… Entra —se hizo a un lado tratando de reordenar las ideas. Desde aquella tarde en que se había enterado por boca de Sandra de que Anthony se había marchado, no había vuelo a verla.

La joven ingresó al cuarto con paso firme, aún estaba furiosa con Jo, pero cuando vio su rostro demacrado y su habitación en un estado lamentable, aquella furia desapareció para dar paso a la compasión.

Cuando las dos se instalaron en sus respectivas sillas, una frente a la otra, una sensación muy incómoda comenzó a nacer en el corazón de Jo.

—Sandra, yo… —le preguntó más por decir algo que por amabilidad. La inesperada réplica de la recién llegada no se hizo de esperar.

—¿Qué crees que estás haciendo, Jo?

—¿Eh? ¿Qué? Pues yo sólo quería disculparme por… —parpadeó un tanto confundida.

—No me refiero a eso, me refiero a lo que estás haciendo con tu vida, Jo. ¿Te parece bien que andes por allí lamentándote por todo como un fantasma en pena? ¿Te has visto en el espejo últimamente? ¡Pareces un cadáver!

La aspirante a escritora agachó la cabeza inmediatamente y entrelazó los dedos de las manos con desesperación.

—¿Y qué quieres que haga, Sandra? ¿Seguir como si nada hubiera pasado? ¿Cómo si no le hubiera roto el corazón a Anthony? ¡No puedo hacer eso sabiendo lo mala que fui con él! —nuevamente comenzó a llorar, llevándose una mano a la cara. Le avergonzaba llorar frente a los demás, pero a esa altura de las circunstancias, ya casi ni le importaba hacerlo.

—Vaya, pensé que eras más fuerte —replicó sin inmutarse.

—¡Ya ves que no! ¡Soy un auténtico desastre! ¡Mira lo que le hice al pobre de Anthony!

—¿Tan arrepentida estás de lo que le hiciste?

—¡Sí! ¡He sido una idiota con él sin darme cuenta de lo mucho que lo quería! ¿Por qué tuvo que pasar esto para darme cuenta que lo amaba? ¡No es justo para él! ¡Me esperó tanto y yo sólo lo lastimé como premio!

—Bueno, si estás tan arrepentida, ¿por qué mejor no arreglas las cosas?

—¿Arreglarlo? —levantó la cabeza, furiosa más consigo misma que por la propuesta de Sandra, pues aún lo veía todo negro—. ¿Crees que pueda arreglar algo así? ¿Hacer que Anthony se sienta bien? ¡Yo no lo creo! ¡Lo único que sé hacer es lastimar sus sentimientos una y otra vez! ¡Sólo soy una miserab…!

Un fuerte bofetón en la mejilla le hizo volver el rostro, dejándola muda de la sorpresa.

—Ya deja de auto destruirte, Jo —le dijo, volviendo a sentarse tratando de ignorar el ardor de su mano—. Nada lograrás con eso, no te sirve ni a ti ni a Anthony.

La aludida volvió el rostro hacia la primera mujer que se había atrevido a golpearla. No podía explicar el por qué, pero aquello le había devuelto parte de la fortaleza que había perdido.

Sandra se reacomodó en su asiento antes de continuar, notando que Jo por fin estaba lista para escuchar.

—Escucha, Jo —comenzó a decir con tono serio—, hace mucho me contaste que hiciste la promesa de moderar tu carácter, así que no te rindas con el primer tropiezo y sigue adelante si quieres volver a ver a Anthony… ¿Quieres volver a verlo, verdad?

—Sí, quiero volver a verlo y pedirle perdón por todo lo que le dije —fue la determinada respuesta de Jo—. Quiero convertirme en una mujer madura que sepa comportarse como tal, no quiero seguir siendo una niña que no sabe dominar su carácter. Quiero demostrarle lo mucho que lo siento y decirle lo mucho que lo quiero en verdad. No me importa si me toma diez años, lo buscaré hasta encontrarlo y le pediré perdón de rodillas, y para lograrlo tengo que seguir mi camino aquí en Nueva York, tomarme más en serio todo lo que estoy haciendo y madurar, y con la frente en alto volveré a encontrarme con Anthony y él se sentirá muy orgulloso de mí. No me importa si me perdona o no, lo importante es pedirle perdón por todo el daño que le hice y hacer que él se sienta bien.

Sandra sonrió. Ella también quería que las cosas se arreglaran entre Jo y Anthony. Sabía que ambos se tenían mucho cariño a pesar de las asperezas. Además, tanto él como ella se habían convertido en muy buenos amigos desde que habían comenzado a salir juntos y deseaba con todo su corazón que él fuera feliz de nuevo.

—Bueno, entonces, ¿qué esperas? Comienza con el cambio hoy mismo arreglándote un poco…Te ves desastrosa así y no vas a gustarle a ningún chico, ni siquiera a Anthony.

Apenas oyó eso, Jo, sin poder explicarse a sí misma el porqué, soltó una gran carcajada de felicidad, sintiéndose aliviada por primera vez desde hacía mucho tiempo. Por fin sintió cómo las tinieblas de la noche habían pasado para dar lugar a las luces de un mañana mejor. Ahora, llorar le parecía inútil, sintiendo la necesidad de ponerse manos a la obra y dejar de lamentarse.

Y así, poniéndose repentinamente de pie, se secó las lágrimas con las manos y luego, para la sorpresa de Sandra, se inclinó hacia ella y le tomó ambas manos.

—¡Gracias! ¡Muchas gracias, Sandra! —exclamó emocionada—. Sé que lograré mi meta si me esfuerzo y dejo de quejarme tanto. Olvidaré el pasado, me centraré en el presente y confiaré en el futuro. ¡Eso es lo que haré! ¡Le demostraré a Anthony que puedo convertirme en la mujer indicada para él! —Se volvió hacia el espejo, se arregló un poco y se dirigió muy decidida hacia la puerta. Cuando agarró el pomo, se volvió hacia la otra joven—. ¡Vamos al salón de lectura, Sandra! ¡El día está precioso para debatir sobre libros!

—Claro —asintió la aludida, levantándose.

—¡Oh, vamos! Si viniste a animarme, debes animarte tú también —la tomó fuertemente por la muñeca y se la llevó a rastras, cerrando la puerta tras ellas.

En el pasillo se toparon con un sorprendido y curioso Laurie que había estado escuchando detrás de la puerta sin que ellas lo supieran.

—¿A dónde vas, Jo?

—Al salón de lectura, ya estaba aburrida de tanto encierro. ¿Quieres venir con nosotras?

—Mnnno, no puedo, tengo que estudiar —al pobre le había costado muchísimo negarse, pues no había peor cosa para él que "perder" el tiempo estudiando.

—¿Eh? —Jo pestañeó perpleja—. ¿Te sientes bien, Laurie? ¿Prefieres estudiar a divertirte? ¡Vaya sorpresa!

—Es que… ya es tiempo de ponernos serios, ¿no te parece?

—De acuerdo contigo, —volvió a reírse con ganas, llenando de felicidad al muchacho—. ¡Nos vemos a la noche, entonces! ¡Adiós!

Y cuando ambas chicas desaparecieron por la puerta principal del piso de abajo, Laurie dejó salir un gran suspiro y entró a su cuarto, se lanzó pesadamente sobre las almohadas de su sillón, entrelazó los dedos de las manos que descansaban sobre su abdomen y echó la cabeza hacia atrás, quedándose mirando fijamente hacia el techo. Había sido una buena idea pedirle a Sandra que ayudara a Jo, ya que ambas poseían casi el mismo carácter. Se sentía muy feliz por Jo porque por fin había logrado recuperar parte de su ánimo, pero también se sentía muy desgraciado al ver cómo ella hacía todo aquel esfuerzo sólo por Anthony. No pudo evitar reírse levemente al pensar que justo cuando Jo por fin parecía querer madurar, Anthony perdió la cabeza y decidió adelantar su viaje para huir como un jovencito inmaduro tras ser rechazado por elle. ¡Cuánta ironía!

Volvió a suspirar quedamente.

—Bien, mi consuelo es que sé que Jo se recuperará de esto, a mí sólo me queda tomar su misma determinación e intentar madurar hasta convertirme en un hombre. Daré todo de mí en lo estudios, aprenderé sobre los negocios del abuelo, dejaré de meterme en donde no me llaman y apoyaré a Jo en todo lo que ella emprenda, tal y como Anthony lo hubiera querido. Entonces ella se sentirá muy orgullosa de mí y yo… yo veré cómo ella será feliz al lado de Anthony porque…, porque él es un buen tipo y se merece alguien como ella…

Le temblaban los labios y sus ojos se llenaron de lágrimas al imaginar esto último. Iba a ser muy difícil, pero debía dejarla ir, debía comportarse como un caballero y verla ser feliz con otro. Era su deber como amigo que era, aún si se muriera de tristeza por dentro.

XOX

Y así, el nuevo año comenzó con fuertes convicciones de cambio tanto para Jo como para Laurie, ambos se pusieron manos a la obra para superar sus debilidades y convertirse en personas productivas, abandonando sus actitudes infantiles.

Tal y como lo había decidido, Jo comenzó a trabajar duro en todas sus actividades, se afanaba por ser mejor niñera teniendo más paciencia con las niñas, escribía sin falta todas las noches, asistía sin falta al salón de lectura y a las clases de teatro. Como también quería abrir su mente a experiencias nuevas, tal y como Anthony le había aconsejado alguna vez, comenzó a tomar clases de relajación que Fei Long le había aconsejado para poder moderar su carácter. Todos los integrantes del salón de lectura también se entusiasmaron con la idea y se unieron a aquella extraña práctica oriental pero, con el pasar de los días, el entusiasmo pasó y pocos de ellos siguieron con las clases. Jo, Sandra y Michelle fueron las que continuaron con las clases después de la reunión del salón de lectura, fortaleciendo sus lazos como amigas. Por primera vez en su vida, Jo tenía amistades femeninas. En cuanto a Mario, habían tenido algunos encontronazos hasta que el pobre muchacho fue detenido por la policía y extraditado a Italia. En la despedida, el chico se despidió de Jo prometiendo que volvería a buscarla pero que estaría muy ocupado conquistando chicas italianas. Laurie y los demás sólo se limitaron a sonreír, Mario Mazzini era un muchacho muy peculiar después de todo.

Con el correr de los meses, Jo comenzó a vivir el nuevo cambio que se estaba operando en ella: se sentía tranquila, plena, llena de energía, libre de sus demonios interiores como nunca lo había estado; estaba madurando, mejorando, pero seguía siendo la misma. Pronto logró publicar una novela completa por entregas en un periódico y tuvo un éxito aceptable como protagonista de una sencilla pero interesante obra teatral. Por fin estaba despegando como artista gracias a su firme determinación de mejorar en todos los sentidos, sobre todo como mujer, aprendiendo los quehaceres hogareños de la mano de la señora Kirke. No sabía cómo ni cuándo, pero esperaba mostrarle a Anthony lo mucho que había cambiado, ya no era más aquella chiquilla que se enojaba por todo y se burlaba de los sentimientos románticos de los demás. Finalmente, se había convertido en una joven madura.

Sólo algunas, noches, algunas, Jo volvía a llorar por el daño que le había hecho a Anthony y por lo mucho que lo extrañaba, jurándose luego a sí misma que removería cielo y tierra para encontrarlo, disculparse y pedirle perdón.

Laurie notaba dichoso el cambio operado en Jo, y eso lo motivaba aún más en su propio cambio: se centró mucho más en sus estudios y se interesó más en las cuestiones políticas y sociales del mundo que lo rodeaba además de la literatura y el romance. Al igual que Jo, seguía siendo el mismo, pero había dejado de ser un niño para dar lugar al excelente hombre en el que se había convertido. Además de salir con sus amigos, también encontraba tiempo para salir con Jo a pasear por el campo, a pescar, a tomar café y a asistir de vez en cuando a algunos bailes de beneficencia. Tampoco se perdía las publicaciones semanales de la novela de su amiga y siempre asistía a sus presentaciones teatrales; nunca faltaba un ramo de rosas para honrar a la actriz. Trató de tomar el lugar de Anthony para apoyar a Jo en sus aspiraciones personales aunque sabía que le faltaba mucho para llegar a ser como él.

Y así, aquel año pasó volando para los dos, puesto que era el último que Jo pasaría en la grandiosa ciudad de Nueva York.

XOX

—¡Apresúrate, Jo, que el tren está próximo a salir! ¡Ya puse tu equipaje en el carro! —le advirtió Laurie desde el piso de abajo.

La mencionada joven se apoyó en el pasamanos del pasillo de la planta alta.

—¡Ya voy, Laurie! ¡Sólo le estoy dando las últimas indicaciones a Michelle! —se volvió rápidamente hacia su tranquila amiga—. No olvides darles de comer a las palomas y a los gorriones, Michelle, son visitantes muy puntuales y muy buenos compañeros, ¿sabes?

—¡Claro! ¡No lo olvidaré! —asintió la chica con una bonita sonrisa.

—Me da gusto que te quedes aquí, Michelle, la señora Kirke es bonísima al igual que sus niñas y te aseguro que no te darán ningún problema. ¡Son tan monas que voy a extrañarlas muchísimo!

—No te preocupes, Jo, voy a cuidarlas tan bien como tú, te lo prometo.

—Bien, pero prométeme que seguirás escribiendo tus cuentos y tus poemas, ¿sí? Haznos caso a mí y a Sandra, ¡tienes un futuro brillante como escritora!

—E-espero poder sorprenderlas uno de estos días… —replicó tímidamente mientras su rostro se teñía de rojo, pues no estaba acostumbrada a decir esa clase de cosas.

Jo se rió de buena gana.

—¡Así se habla, amiga! ¡Tienes que creer en ti misma y lograrás todo lo que desees!

Michelle simplemente se limitó a sonreír, tal vez eso le había faltado cuando no tuvo el valor de convertirse en novia de Tom, el amigo de Laurie, pues lo había perdido al caer bajo el encanto de otra mujer con más personalidad que ella. El perderlo había sido un duro golpe para ella, pero tanto Jo como Sandra la habían ayudado a superar el dolor.

—¡Jo! ¡Que se va el tren!

—¡Bien, ya voy! —se volvió hacia su amiga—. ¿Me acompañas hasta la puerta?

—Claro.

Las dos chicas bajaron por las escaleras, una con su acostumbrada energía y la otra con su acostumbrada suavidad. Abajo las esperaban la señora Kirke y las niñas, quienes se despidieron de la viajera entre gimoteos.

—No se preocupen, chicas, las dejo en muy buenas manos —les acarició las cabecitas y les dio un empujoncito hacia Michelle, quien las tomó cariñosamente de las manitas. Hacía ya un mes que la joven venía a visitarlas para que se fueran acostumbrando a su presencia y a la inminente partida de su antigua niñera.

Jo se despidió de la señora Kirke prometiéndole que regresaría a visitarlas algún día. Tras escuchar el tercer llamado de Laurie desde la acera del edificio, la chica salió disparada hacia la puerta en donde casi tropezó con un hombre maduro de apariencia extrajera que llevaba a dos niños pequeños de la mano. La avergonzada chica se disculpó con una radiante sonrisa y luego se subió como un rayo al coche en donde Laurie ya la estaba esperando.

Y así, bajo la mirada de las mujeres y el recién llegado, el carro partió rumbo a la estación en donde Jo tomaría el tren que la llevaría de regreso a casa. No sabía qué le deparaba el futuro, pero esperaba encontrarse con Anthony muy pronto.

/Me sorprendió mucho el cambio de Jo cuando regresó a casa, era la misma pero era muy diferente a la misma vez. Había vuelto a ser tan alegre como antes, pero su carácter se había suavizado mucho. Nunca supimos lo que le ocurrió en Nueva York, pero creo que le vino muy bien aquel cambio, ¿no?/


*Notas de Una Autora Descuidada:*

*¡Hola de nuevo! ¿Cómo han estado? ^_^ Con este episodio nos metimos de lleno directo hacia el final XD ¡Y ahora Jo tiene amigas!¡Sí! Las cuales tendrán un papel muy importante en el futuro O.O ¿Reconocieron al recién llegado? XD 


Fanfic Mujercitas -¿Qué Hubiera Pasado Sí...?- Capítulo 41





Notas de una Bloggera Descuidada:
¡Hola! ¿Cómo están? Espero que bien 😉
Sigo viendo el anime 7 Seeds, el drama japonés Escuela Técnica Asuko, editando el drama japonés Kami Tunes, sigo subtitulando la miniserie japonesa Inspector Zenigata, bueno, la verdad la dejé en pausa porque ahora estoy subtitulando el especial de Doctor-Y 2021, estudiando japonés, repasando inglés y dibujando mi webtoon Anshel y escribiendo mi novela ligera Fenómenos. ¡Siempre ocupada mientras trabajo!

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Sayounara Bye Bye!

Yu-Chan 💖
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