Fanfic Los Miserables -Una Segunda Oportunidad- Prólogo

Sinopsis: Es la historia de Jean Valjean, un convicto que estuvo injustamente encarcelado por 19 años por haberse robado una rebanada de pan. Al ser liberado de su injusta condena, Valjean trata de escapar de su pasado, lleno de maldad y depravación, para vivir una vida digna y honesta, pero es perseguido durante décadas por el despiadado policía Javert después de haberse saltado la condicional. Cuando Valjean accede a cuidar a Cosette, la joven hija de Fantine, sus vidas cambiarán para siempre.




UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD

Un asesino quiere vengarse de Javert pidiéndole ayuda de Jean Valjean, pero Valjean rescató a Javert de las aguas del Sena y todo cambió entre ellos. Una nueva amistad y una vieja amistad están ahora en juego hasta el punto de arriesgar las vidas de todos los miembros de la familia de Valjean.

Género: drama, suspenso, amistad
Pareja: ninguna
Calificación: para mayores de 13 años
Cantidad de palabras: variable
Duración: 7 capítulos
Estado: en proceso/sin acabar
Año de creación: 2007 (Publicada en Fanfiction)
Escritora: Gabriella Yu


PRIMERA PARTE:

SALVANDO UN ALMA

*Prólogo*


Pierre LeBlanc, un temible prisionero de las canteras, permanecía
sentado sobre una gran roca, meditando. Éste hombre era un gigante, con
seguridad mediría más de dos metros, sus maneras eran bruscas y
bestiales, y su actitud era siempre malintencionada. Su rostro de piedra
revelaba años de sufrimiento y violencia, sus apagados ojos verdes
mostraban una maldad siniestra. Su mirada fría e inexpresiva se perdía
en la lejanía, en un punto imaginario que solo su mente veía.

Una brisa helada meció suavemente sus largos y lisos cabellos castaños.
Él ni siquiera se inmutó, seguía inmerso en sus pensamientos de venganza
y odio. Sus antebrazos permanecían en total reposo sobre sus muslos y
sus manos colgaban inertes en el vacío.

Inclinado hacia adelante, su enorme y musculosa espalda se encorvaba
como la de un cansado anciano, fruto de todos los años de trabajos
forzados. Y todo por culpa de un sólo hombre. ¡Cuantos años de pillaje
perdidos¡Cuantos momentos de su vida ignorados¡Cuantas maldades sin
llevarse a cabo!

Pero sonrió. Sonrió como si estuviera disfrutando de una idea morbosa y
perversa, de cómo se vengaría de aquel hombre que lo había capturado y
encerrado en aquel horrible lugar hacía ya 20 años. Las cosas horrendas
que le haría si lo tubiera en sus manos ahora mismo, cosas indecibles.

–Maldito puerco… –murmuró entre dientes–, muy pronto caeré sobre ti y te
haré pagar por todo lo que tuve que pasar en este infierno…

Tan inmerso estaba en sus pensamientos, que no notó que unos policías
que vigilaban aquel antro de esclavitud habían reparado en él. No estaba
permitido holgazanear durante el trabajo de picapedreros.

Dispuestos a darle una lección a aquel perezoso, dos guardias se
dirigieron inmediatamente hacia él con armas y palos en mano, abriéndose
camino entre los demás prisioneros, quienes dirigieron sus miradas
temerosas pero curiosas hacia aquel pobre desgraciado que muy pronto
recibiría un severo castigo.

Sin esperárselo siquiera, LeBlanc de pronto recibió un formidable
culatazo sobre su espalda y luego una terrible patada en sus costillas,
lanzándolo de bruces al suelo para quedar expuesto a la salvaje golpiza
de los guardia cárceles.

La paliza fue tremenda y duró lo suficiente como para dejarlo medio
muerto, momento que aprovecharon para lanzarlo a un profundo pozo oscuro
que servía como un terrible castigo para quien se lo buscara. Allí
estaría condenado a permanecer durante varios días apenas alimentado con
un mínimo pedazo de pan duro y un poco de agua sucia.

Aquella noche, adolorido y lastimado, rodeado por el sepulcral silencio
de la cantera, mientras su estómago de rugía pidiendo comida, Pierre
LeBlanc permanecía en posición fetal encogido sobre sí mismo rumiando su
feroz venganza en contra del impasible inspector Javert, quien era el
famoso sujeto que lo había apresado tiempo atrás. Ya había planeado cómo
escaparse de aquel lugar y también sabía a quién pedirle ayuda en su
terrible empresa, ya que aquella persona le debía un antiguo favor y era
su deber retribuírselo sin negárselo, y esa persona era su antiguo
compañero de prisión: Jean Valjean.

Al día siguiente, varios guardias habían aparecido asesinados, y el
peligroso y sanguinario prisionero Pierre LeBlanc, había desaparecido.



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