Fanfic Piratas del Caribe -La Maldición del Anillo de la Calavera- *Capítulo 7: Motín a Bordo*

        Resumen de la historia: El capitán Jack Sparrow comete el gran error de ponerse un anillo maldito que lo transformará en mujer y le traerá un sin fin de problemas tanto a él como a quienes lo rodean, amigos y enemigos. Una elección que cambiará la vida y los destinos de todos, en especial del Comodoro James Norrington y el mismo Jack. Esta historia está ambientada después de la primera película y desarrollada durante la segunda y tercera película. Una historia larguísima pero muy entretenida, con drama, humor, acción y romance. ¡Que la disfruten!



PIRATAS DEL CARIBE: LA MALDICIÓN DEL ANILLO DE LA CALAVERA

SEGUNDA PARTE: LAS DESVENTURAS DE JACK SPARROW

Jack Sparrow se convierte en mujer gracias a la maldición de un anillo, en tu intento por volver a la normalidad, meterá en problemas a sus amigos y James Norrington caerá rendido a sus pies y hará hasta lo imposible para ayudar al atolondrado pirata que le robó el corazón. Una loquísima historia que comenzó como una broma y terminó como una gran historia de amor y aventuras.

Género: drama, amistad, acción, suspenso, humor, romance, violencia, aventura, fantasía, erotismo
Pareja: Jacky Sparrow/James Norrington. Elizabeth Swan/Will Turner
Personajes: Jack Sparrow/Jacky Sparrow, James Norringon, Elizabeth Swan, Will Turner, Hector Barbossa ¡y muchos más!
Calificación: para mayores de 18 años
Publicación: 1 capítulo cada sábado
Cantidad de palabras: variable
Duración: 67 capítulos la primera parte, 57 la segunda parte y 51 la última parte.
Estado: finalizado
Escritora: Gabriella Yu
Mi estilo: estoy influenciada tanto por el anime, los dramas asiáticos y la literatura universal. Me gusta hacer pasar a los personajes por duras pruebas.
Aclaraciones: Esta historia la escribí hace más de 10 años, es muy entretenida, no se arrepentirán de haber perdido el tiempo en leerla. Le tengo mucho cariño porque fue una rara mezcla que logré hacer con el drama, humor y acción. IMPORTANTE: contiene escenas subidas de tono XD


*Capítulo 7: Motín a Bordo*


-Por fin te atrapé. –Murmuró el laureado Comodoro Norrington mientras
miraba con su catalejo hacia la nave que acababa de atacar.

-¡¡Ataquen otra vez!! ¡¡No les den tiempo a reaccionar!! –ordenó
mientras apartaba su vista unos momentos de su artefacto.

Y mientras sus hombres se disponían a disparar una vez más los cañones,
Norrington volvió a observar todo por el catalejo mientras volvía a
hablar para sí:

-Hace años que estoy detrás de tus fechorías y jamás pude detenerte,
pero estoy seguro de que esta vez sí te atraparé y juro que terminarás
en la horca…

El Comodoro Norrington, de impecable peluquín blanco, ataviado con ropas
dignas de un jefe al mando de una poderosa flota de la armada inglesa,
de rostro impecablemente recio y atractivo, de modales caballerescos y
andar digno, era un hombre muy estricto y apegado a las leyes de la
corona inglesa, hábil en el arte de la espada. Amante de la justicia y
poseedor de una personalidad dominada por la razón antes que los
sentimientos, y quizás era eso último lo que había llevado a Elizabeth
Swan a rechazarlo como su futuro esposo y por consiguiente haber elegido
a William Turner como el hombre de su vida, un muchacho mucho más
pasional y sensible que él. Por supuesto que Norrington lamentaba que su
vida amorosa no haya resultado como quisiera, pero lamentaba mucho más
el hecho de haber dejado escapar al pirata Jack Sparrow en un arrebato
de sentimentalismo, pero ya enmendaría ese grave error. El Comodoro
Norrington dedicaría toda su vida, si era necesario, en capturar y
llevar a la horca a Jack Sparrow.

Mientras tanto, nuestro querido y carismático protagonista, se había
puesto en pie luego de haberse colocado bien su sombrero. Miró a su
alrededor y notó todo aquel ajetreo entre los asustados hombres de la
tripulación del "Cazador de Doncellas", quienes habían sido tomados por
sorpresa por aquel ataque inglés gracias a que habían estado muy
entretenidos con la pelea que había tenido su capitán con la nueva y
extraña prisionera sobre cubierta, llevándolos a desatender por completo
sus obligaciones, entre ellas, vigilar el horizonte marítimo.

Dado que se habían descuidado de tal manera, la armada del Comandante
Norrington se había acercado hasta unas pocas leguas del barco pirata
mercante, frustrando cualquier intención de escape, ya que estaban
peligrosamente cerca del alcance de la artillería cañonera inglesa y
serían hundidos sin remedio en pocos minutos. Sólo les cabía esperar el
abordaje y la consiguiente lucha de espadas cuerpo a cuerpo.

Totalmente enceguecido por la furia de haber sido ridiculizado ante la
tripulación, el capitán Henry McKinley juró para sus adentros que
acabaría con la molesta presencia de Jack Sparrow de una sola vez por
todas, y mientras tomaba su espada y se ponía en pie, le dijo a su
tripulación:

-Preparen los cañones para atacar a esos cerdos y prepárense para un
posible abordaje. Yo me encargaré de esta bufona.

-Pero capitán… -quiso replicar uno.

-¡¡Háganlo!! –exclamó lleno de ira sin siquiera mirar a quien le había
hablado.

Y así, toda la tripulación del "Cazador de Doncellas", sin decir una
palabra más, se puso manos a la obra para resistir el ataque del
Comodoro Norrington y su armada de navíos ingleses mientras su capitán y
una mujer extraña arreglaban sus asuntos personales.

-No sabía que un despecho te heriría tanto –comentó Jack con una media
sonrisa -¿Tanto me querías?

-Cállate –respondió el otro enojado -. No te creas tanto. Pero tienes
que saber que jamás una chica se negó estar en mis brazos, y tú no serás
la excepción.

-¿Acaso te olvidas que realmente no soy una mujer?

-Ahora lo eres, y ten por seguro que tarde o temprano, alguien te hará
dudar.

-¿Estás loco? Yo soy todo un hombre.

-¿Apostamos?

-Apostamos.

Y mientras el capitán Jack Sparrow y el capitán Henry McKinley guardaban
la distancia, caminaban en círculos y se miraban directamente a los ojos
con desafío, empuñando sus sables listos para atacar, la gran batalla
estalló.

A la orden del comodoro, los cañones volvieron a disparar sus peligrosos
proyectiles dándoles de lleno al barco traficante dejándolo muy dañado
rompiendo el mástil mayor y parte de la proa. Los traficantes ya no
podían escapar.

-¡¡Acérquense para el abordaje!! –otra vez ordenó imperiosamente el
militar de alto rango, cuya tripulación obedeció en el acto.

Mientras todo eso ocurría, Jack y su adversario habían iniciado su lucha
personal entre ellos, pero como era de esperarse, aquella lucha no podía
ser llevada muy en serio gracias a la actitud un tanto ligera de nuestro
capitán.

Jack peleaba con destreza al igual que el otro capitán, pero sus idas y
venidas sazonadas con algunos comentarios fuera de lugar, volvía loco de
furia a McKinley. Sparrow saltó justo sobre unas grandes cajas de madera
cuando su enemigo quiso rebanarle ambos pies con un rápido sablazo,
luego, Jack lo atacó con su espada pero el otro pudo bloquearla para
rápidamente utilizar un cuchillo que tenía escondido en su cinturón y
tratar de abrirle el estómago, pero no pudo, ya que el capitán del Perla
retrocedió justo a tiempo para luego emprender la huída a través de la
cubierta del barco, corriendo cómicamente como era su costumbre, con los
brazos alborotados. Viéndolo huir de esa manera, Henry, con el sable en
una mano y con el cuchillo en otra, apretó fuertemente sus empuñaduras
lleno de ira.

-¡¡TE ATRAPARÉ, JACK SPARROW!! –dijo.

Jack lo escuchó, pero trató de no darle tanta importancia y se concentró
en lo que tendría que hacer, en tramar un plan. Sabía que el comandante
Norrington haría que su tripulación abordara el barco pirata tarde o
temprano, y que seguramente estaría a salvo de la locura de su amigo
gracias a que ahora era una mujer y nadie sospecharía que era el famoso
capitán del Perla Negra: Jack Sparow, eso tendría que ayudarlo a que lo
protegieran los hombres de Norrington.

Como todavía Henry estaba persiguiéndolo para acabar con él, así que
necesitaba hacer tiempo y confusión a bordo del barco, y ya sabía qué
hacer, era algo arriesgado, pero haría cualquier cosa con tal de salvar
su propio pellejo.

Jack llegó a toda prisa a la entrada de la bodega en donde estaban las
prisioneras, quiso abrir la puerta, pero comprobó que estaba asegurada
con llave, eso sería un problema. Retrocedió un poco para tomar
distancia y se lanzó contra la puerta para abrirla a lo bruto, como lo
haría un hombre, pero lo único que consiguió fue rebotar contra ella
para luego caer de cola al suelo. Se levantó sobándoselo y murmurando
maldiciones. Casi se había dislocado el hombro. Trató de pensar en lo
que haría entonces para abrirla, sabía que el gordito portador de las
llaves estaría por allí tratando de evitar el abordaje de los ingleses,
por lo tanto era arriesgado ir a buscarlo.

-¡Maldición! –exclamó completamente nervioso sin hallarle la solución al
problema.

Afuera se escuchaban los gritos de ambos bandos, parecía que la armada
de Norrington estaba a punto de atrapar al "Cazador de Doncellas". Entre
las fuertes detonaciones de los mosquetes, se oían aún las más fuertes
detonaciones de los cañones de ambos bandos. La Lucha pronto acabaría en
un cuerpo a cuerpo.

-¡Ya lo tengo! –dijo Jack lleno de alegría por su oportuna idea, y sin
perder más el tiempo, subió rápidamente los escalones de madera.

Pero cuando estuvo a punto de salir, el capitán Henry McKinley le salió
al paso y se interpuso en el camino, sorprendiéndolo.

-Hola, mi amor –saludó malignamente.

-Hola –saludó con una nerviosa sonrisa. -¡Y adiós!

Sin que McKinley se lo esperara, Jack le arrebató el mosquete que tenía
en el cinturón y le cerró la puerta en la cara, golpeándolo y dejándolo
atontado en el suelo de la cubierta. Rápidamente Jack bajó por las
escaleras y cuando llegó ante la puerta asegurada, le apuntó a la vieja
y herrumbrada cerradura con el mosquete y disparó. Como dicha cerradura
estaba estropeada, se rompió con facilidad dejando la entrada libre para
nuestro pirata. Una vez adentro de la bodega-prisión, encontró a las
mujeres muy asustadas dentro de sus celdas.

-¿Qué demonios está pasando? –exigió saber Beatriz, que parecía una de
las pocas con valor de aquel lugar.

-La armada inglesa llegó y están tratando de capturar este navío
–explicó rápidamente mientras trataba de buscar por todos lados las
llaves que abrirían las celdas.

-¿V-vas a liberarnos? –preguntó asustada Josefine.

-Por supuesto, sino no estaría buscando las llaves –respondió mientras
levantaba una vieja frazada para descubrir que sólo había un sucio ratón
que salió huyendo despavorido al ser descubierto. Los gritos de la
mayoría de las mujeres se hicieron escuchar al ver al roedor.

"El bicho ese está más asustado que ellas –pensó Jack un tanto
despectivo-, afuera hay cosas en que sí vale la pena que gritaran. Todas
la mujeres son unas cobardes, pero no me imagino a Elizabeth asustarse
por una rata, ella es muy valiente…".

El sólo hecho de pensar en ella por unos momentos, Jack se desconcentró,
pero la mujer llamada Beatriz lo volvió a la realidad.

-Si buscas las lleves de las celdas, las tiene el gordo asqueroso que
tenemos como carcelero.

-¡Rayos! Entonces no podré liberarlas, seguramente él está afuera
peleando. –Su plan peligraba.

-No lo creo -sonrió Beatriz, y señalando hacia una oscura esquina, en
dónde apenas se veía a alguien en el suelo, dijo:

-Nosotras pudimos engañarlo y noquearlo, pero tuvimos mala suerte porque
él retrocedió antes de que pudiéramos agarrarlo por sus ropas y terminó
desmayándose allí.

-Pensamos en que ya todo estaría perdido si lograba despertarse. Se
vengaría de nosotras –comentó María, la joven delgada. –Pero ahora
llegaste tú y nada nos pasará.

Y sin perder un minuto más de tiempo, Jack Sparrow corrió hacia el gordo
caído, y cuando comenzó a registrar sus ropas en busca de las dichosas
llaves, pero entonces, el desmayado comenzó a despertarse.

-… ¿Eh…? Pe-pero qué demonios pasa… -dijo, confundido por el golpe que
le habían dado en la cabeza.

-Nada, vuélvete a dormir –le respondió Jack mientras le daba otro golpe
con la dura culata de la pistola, dejándolo otra vez desmayado.

-Éste va a tener un buen dolor de cabeza cuando despierte –opinó
mientras seguía buscando las llaves hasta que por fin pudo encontrarlas.

Muy feliz, se dirigió entonces hacia las celdas y comenzó a abrirlas una
por una hasta que por fin todas estuvieron liberadas. Luego de unos
momentos de festejo al verse en libertad, la preocupación las embargó al
escuchar las detonaciones incesantes de los cañones, que de tanto en
tanto, lograban destruir el casco del barco y alojarse violentamente en
la bodega, por donde comenzaban a entrar grandes cantidades de agua.

Agachadas para protegerse de los proyectiles, una de ellas dijo muy
preocupada:

-¿Y ahora qué haremos? Van a hundir este barco antes de que logren
rescatarnos.

-Tenemos que sabotear los cañones –dijo Jack, que ya tenía preparado un
plan -. Una vez que ya no puedan seguir disparándolos, será más fácil
para los soldados ingleses abordarnos y tomar prisioneros a los piratas
sin necesidad de hundirnos.

Todas estuvieron de acuerdo con el plan. Ayudarían a la pequeña flota
inglesa.

-Las que tengan miedo no vengan –dijo Beatriz con voz imperante-, sólo
estorbarían. Las que tengan el valor de acabar con estos imbéciles, que
me acompañen.

Enseguida se supo quienes irían. Jack estaba fascinado con el carácter
de la mujer morena. Ella tenía valor.

-Lástima que ahora sea una mujer, si no… -murmuró.

-¿Qué dijiste? –quiso saber Beatriz, quien se encontraba a su lado.

-¿Eh? ¡Nada, nada! –exclamó nervioso moviendo frenéticamente las manos-.
¿Todas preparadas? ¡Pues vamos al ataque!

Y sin dudarlo, armadas con palos y hierros, todas salieron de la bodega
y subieron a tropel por las escaleras dispuestas a cumplir con su cometido.




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