Fanfic Piratas del Caribe -La Maldición del Anillo de la Calavera- *Capítulo 41: Retorno al Perla Negra, Comienza el Viaje Final *

             Resumen de la historia: El capitán Jack Sparrow comete el gran error de ponerse un anillo maldito que lo transformará en mujer y le traerá un sin fin de problemas tanto a él como a quienes lo rodean, amigos y enemigos. Una elección que cambiará la vida y los destinos de todos, en especial del Comodoro James Norrington y el mismo Jack. Esta historia está ambientada después de la primera película y desarrollada durante la segunda y tercera película. Una historia larguísima pero muy entretenida, con drama, humor, acción y romance. ¡Que la disfruten!



PIRATAS DEL CARIBE: LA MALDICIÓN DEL ANILLO DE LA CALAVERA

NOVENA PARTE: UN VIAJE HACIA EL CERCANO ORIENTE

Jack Sparrow se convierte en mujer gracias a la maldición de un anillo, en tu intento por volver a la normalidad, meterá en problemas a sus amigos y James Norrington caerá rendido a sus pies y hará hasta lo imposible para ayudar al atolondrado pirata que le robó el corazón. Una loquísima historia que comenzó como una broma y terminó como una gran historia de amor y aventuras.

Género: drama, amistad, acción, suspenso, humor, romance, violencia, aventura, fantasía, erotismo
Pareja: Jacky Sparrow/James Norrington. Elizabeth Swan/Will Turner
Personajes: Jack Sparrow/Jacky Sparrow, James Norringon, Elizabeth Swan, Will Turner, Hector Barbossa ¡y muchos más!
Calificación: para mayores de 18 años
Publicación:
Cantidad de palabras: variable
Duración: 67 capítulos la primera parte, 57 la segunda parte y 51 la última parte.
Estado: finalizado
Escritora: Gabriella Yu
Mi estilo: estoy influenciada tanto por el anime, los dramas asiáticos y la literatura universal. Me gusta hacer pasar a los personajes por duras pruebas.
Aclaraciones: Esta historia la escribí hace más de 10 años, es muy entretenida, no se arrepentirán de haber perdido el tiempo en leerla. Le tengo mucho cariño porque fue una rara mezcla que logré hacer con el drama, humor y acción. 
IMPORTANTE: contiene escenas subidas de tono XD


*Capítulo 41: Retorno al Perla Negra, Comienza el Viaje Final *


El navío mercante llegó sin problemas hasta Isla Tortuga, durante la
primera mitad del viaje había sido escoltado por un par de navíos
militares del comodoro Norrington, que luego, para no crear disturbios
más adelante cuando se infiltraran en aguas piratas, se volvieron hacia
Port Royal.

-¿Así que ésta isla es el refugio de todos los malditos piratas?
–inquirió el almirante George Jacobson con cierto tono de desprecio
mientras miraba hacia dicha isla a medida que se iban acercando más y
más hacia el puerto donde amarraban los barcos piratas, chalupas
pesqueras de los isleños y osados navíos mercantes.

Como la jurisdicción de Jacobson siempre fue en aguas europeas,
asiáticas y africanas, jamás había navegado sobre aguas americanas, por
lo tanto, llegar hasta el escondite de los piratas y forajidos de la
ley, lo entusiasmaba.

-No te aconsejo que hables en ese tono mientras te encuentres entre los
piratas –le advirtió William Turner, quien estaba parado a su lado-,
podrían asesinarte.

-Jamás lo lograrían, pues soy invencible con la espada de esgrima
–replicó desafiante el almirante.

-¿En dónde aprendiste a pelear así? –preguntó curioso el comodoro
Norrington, quien también estaba parado al otro lado de Jacobson-. Nunca
vi a alguien tan ágil como tú.

George miró a su amigo con disimulado cariño y le respondió con gran
tranquilidad:

-Cuando fui teniente, me adiestré en el arte de la esgrima en Francia y
luego en la lucha de espada en Grecia. Después de graduarme a comodoro,
pedí que me trasladaran al continente asiático en dónde viajé a China y
Japón en dónde aprendí el estilo de lucha con espada del Kung Fú y el
estilo de pelea japonés con la katana. –Y al finalizar su explicación,
llevó su mano al mango de su extraña espada y la sacó de su vaina para
mostrársela a James.

-¿Notas que esta espada es diferente a las que usamos los europeos? Es
estilizada y extraordinariamente filosa a pesar de verse delgada. Ésta,
amigo mío, es una auténtica espada japonesa, elaborada arduamente
durante días con selectos materiales a fuego vivo, golpes de martillo y
trabajada por varias manos maestras en el arte de la creación milenaria
de katanas japonesas. Esta hermosa espada que me fue otorgada por un
famoso jefe Tokugawa, fue elaborada por un respetable hacedor de
espadas, cuyo filo puede cortar diez cabezas de un solo tajo.

Will y Norrington, asombrados al escuchar semejante historia, observaban
con fascinación aquella mortal espada de bella pero peligrosa hoja de
metal prensado. Entonces, el joven Turner notó unos extraños símbolos
gravados en la base de dicha hoja, muy cerca del mango de madera.

-¿Qué significa esto? –preguntó extrañado mientras señalaba las marcas.

-Es mi nombre en japonés y una dedicatoria del Shogunato.

Los dos hombres estaban sinceramente sorprendidos, realmente el
almirante George Jacobson era un superdotado en lo que se refería al
arte de la lucha con espada. Por la mente de James, cruzó la vaga idea
del desperdicio que hubiera sido si la verdadera Isabel jamás se hubiera
decidido a disfrazarse como un hombre. ¿Habría tal vez otras mujeres con
semejante capacidad?

El comodoro Norrington no tubo tiempo se seguir meditando sobre aquel
pensamiento tan controversial para aquella época, ya que una "personita"
apareció de pronto por la puerta de la cabina del barco exclamando a los
cuatro vientos:

-¡Vean al maravilloso Jack Sparrow en todo su esplendor piratezco! –(Sí,
esa era una palabra inventada por el inculto pirata).

Y para sorpresa del almirante George Jacobson y de todos los demás
tripulantes que lo habían conocido con ropas de mujer y como "Katrina
Watson", el susodicho capitán del Perla Negra apareció vestido con sus
viejas, sucias y rotas ropas de pirata, o sea, su propia vestimenta
estrafalaria de siempre.

-… Me gusta más cómo se ve así… -murmuró James Norrington sin darse
cuenta de lo que decía, pues Will y George lo escucharon y lo miraron
muy sorprendidos. Al ver cómo lo habían mirado, el comodoro se dio
cuenta de lo que había dicho, y poniéndose muy colorado, carraspeó y
miró hacia otra dirección haciéndose el tonto.

Y mientras el capitán Jack Sparrow iba y venía muy contento por haberse
deshecho de aquellas ropas femeninas tan fastidiosas para él, tiraba por
la borda a diestra y siniestra cada parte de su ex indumentaria femenina.

-¡Adiós zapatos que siempre me hicieron salir callos en los pies! ¡Adiós
corsé que nunca me dejaste llenar mi estómago con mucho ron! ¡Adiós
falda que jamás me diste la libertad que me da un buen par de pantalones!

-¡¡JACK!! ¡¿Pero se puede saber lo que estás haciendo?! –llegó Elizabeth
completamente enfurecida al ver lo que estaba haciendo el pirata-.
¡¡Estás tirando la ropa que te presté!!

-Ya no me hace falta –fue la fresca respuesta del aludido, pero luego
agregó:

-Aunque debo admitir que me veía realmente hermoso en esos complicados
vestidos…

-¡¡Uuuuuyyy!! ¡Cuánto te detesto!

-Pues el sentimiento no es mutuo… -murmuró el pervertido mientras se
acercaba mucho más a ella y pasaba su brazo por la cintura de la joven-.
Yo en cambio te aprecio mucho… ¿No te atrae hacerlo con una mujer como
yo? Sería una experiencia inolvidable para las dos.

-Jack… -respondió dulcemente la hija del gobernador.

-¿Sí?

-¡¡NO!!

-¡Bah! Qué aburrida eres… Tú te lo pierdes -se quejó el hombre
convertido en mujer-. Iré con alguien que sí quiera divertirse un rato.

Y así, dejó a la intrigada Elizabeth para luego marcharse hacia donde se
encontraban los otros tres hombres. Jack se paró frente a ellos como si
los estuviera evaluando, y por fin de decidió por uno de ellos.

Y ante la sorpresa de todos, el descarado pirata se colgó del brazo del
comodoro Norrington.

-¿Q-qué haces? –preguntó éste estupefacto.

-¿Acaso no te das cuenta, Norry? Te estoy eligiendo a ti.

-¡Oh! ¡Por todos los cielos! –se quejó Will al ver que su amada lo
traicionaba frente a sus ojos.

/-¡Pero qué cara dura es! ¿Cómo puede permitir James que ese pirata lo
trate de esa manera? /–pensó George (Isabel) con encendida indignación.

-… ¡Sinvergüenza…! –murmuró la igualmente ofendida Swann, para luego pensar:

/-¿Así que él es tu segunda opción?/ /¡Que bajo me hace sentir!/

Eslizbeth, sin quererlo, se sentía celosa, no por James, sino por Jack.

Jack y James seguían con su romántica conversación en frente de los demás.

-¿E-en serio me eliges a mí? –no sabía si sentirse molesto a alagado.

-¡Claro tonto! ¿Acaso no lo estás escuchando de mi propia boca?

Jack parecía estar coqueteándole.

-Bueno yo…, este… -el pobre oficial se había puesto muy colorado y no
sabía qué decir-. ¿Pa-para qué me e-elegiste?

-¡Para cargar con mis cosas, claro! –exclamó con picardía mientras le
encajaba entre las manos del comodoro un saco repleto de botellas-. Una
delicada mujer como yo no puede cargar todo el camino con eso.

Todos de quedaron totalmente atónitos con aquella ocurrencia,
especialmente el comodoro James Norrington, quien además se sentía
completamente ridiculizado, pues se había imaginado otras cosas... ¡Oh!
¡Pero ya se vengaría de él! ¡No se le tomaba el pelo al jefe de la flota
naval de Port Royal!

-¿Son tus botellas de ron? –preguntó James con una falsa sonrisa.

-Más bien son las bebidas del almirante –aclaró con frescura Jack Sparrow.

-¡¿Cómo?! –exclamó George tomado por sorpresa.

-¡Se las robaste! ¡Pirata! –acusó Elizabeth-. ¡Eres un desvergonzado!

-Eso es lo que soy, ¿no lo recuerdas? –le guiñó el ojo, y mientras se
daba media vuelta para enfilar hacia proa, dijo:

-Cuida mucho mi equipaje, Norry. Sé que harás un buen trabajo.

Y cuando apenas dio unos cuantos pasos, escuchó que el mencionado
militar lo llamaba por su nombre, y al darse otra vez la media vuelta
para ver por qué lo llamaba, no le gustó para nada lo que vio.

-Mira lo que hago con tu "equipaje". –dijo Norrington molesto mientras
se daba media vuelta y extendía los brazos para dejar la bolsa
suspendida sobre las aguas del mar.

-¡¡No!! ¡¡Por el amor de Dios!! ¡¡No te atrevas!! –pidió Jack con
desesperación mientras se inclinaba hacia delante y se ponía a abanicar
las manos. George estaba completamente impactado.

Pero James no hizo caso.

-Jamás me gustó que una mujer tomara como un borracho despreciable. ¿No
recuerdas que siendo mi "prometida" no puedes tomar estas bebidas? –y
apenas terminó la frase, soltó el saco que cayó a las aguas y se hundió
hasta el fondo sin remedio.

-No… –exclamó Jacobson apesadumbrado mientras se afirmaba por la baranda
para ver cómo perdía su provisión alcohólica. A su lado, James sonreía
con satisfacción y malicia.

-¡¡Botellas al agua!! –exclamó Sparrow pasando rápidamente por entre
ellos para luego tirarse inmediatamente el agua para intentar rescatar
su preciado tesoro hundido.

Will, Elizabeth, James y George se quedaron boqui abiertos mirando cómo
el capitán del Perla Negra se sumergía en el agua.

-No va a poder sacar al saco de allí, estará muy pesado… -opinó Elizabeth.

George no opinó nada, pero en su interior deseaba que aquel sucio pirata
muriera ahogado para terminar con todo de una sola vez por todas.

-No sale… -comentó Norrington comenzando a preocuparse al ver que los
segundos pasaban y Jack no salía a flote.

-¡Pues iré por ella! –exclamó William Turner mientras se sacaba los
zapatos para así poder lanzarse al mar sin tanto estorbo y salvar a su
damisela en aprietos.

Y cuando el comodoro luchaba entre imitarlo o no, y sin que nadie se lo
esperara, el tío de George Jacobson habló:

-Yo ya me encargué de eso –afirmó con su serena y flemática voz inglesa
mientras permanecía apoyado en la barandilla unos centímetros más allá
de ellos cuatro.

Entonces, todos dirigieron sus miradas hacia las aguas del mar y notaron
con sobrada sorpresa una soga que salía del agua y que llegaba hasta la
cubierta del barco para luego verla atada en uno de los mástiles. Los
cuatro miraron entonces inquisitivos al doctor Christian Jacobson
pidiendo explicaciones, y este se las dio sin ningún problema.

-Como ví que nadie hacía nada en cuanto ella, o él, se tiraba al agua, y
sabiendo yo que no podría sacar ese peso extra debido a su poco volumen
muscular propio de una dama, rápidamente até esa soga a uno de los
mástiles y luego até el otro extremo a un pequeño barril con clavos (que
luego pagaré, por supuesto), y lo tiré al mar para que se hundiera
mientras todos ustedes estaban como atontados. Le costará hacerlo, pero
seguramente saldrá a flote enseguida.

Y ante el asombro de todos, el capitán Jack Sparrow apareció por la
borda tras haber escalado el casco del navío con la ayuda de la soga. Se
encontraba jadeante y escupiendo agua salada, pero muy feliz tras haber
rescatado su tesoro.

-¿Quién fue el de la idea? –inquirió la capitana mientras bajaba los
mojados pies a cubierta-. ¿Fuiste tú Elizabeth? ¿O quizás tú, Will?
¿Norry? Pues no creo que haya sido idea del almirante…

Entonces, a modo de respuesta, los interrogados dirigieron sus miradas
hacia el elegante hombre de edad, quien ni siquiera les estaba prestando
atención.

-Tocamos por fin el puerto de esta isla… -comentó tranquilamente el
doctor mientras se acercaba al pasamanos y colocaba sus manos sobre él,
dirigió sus ojos celestes hacia el pueblo poblado de criminales y gente
dedicada a la pesca-. Mucho me temo, capitán Jack Sparrow, que también
he caído bajo su hechizo y no me hacía gracia verlo morir ahogado por
seguir su dañina adicción hasta el fondo del mar.

Tanto Jack como George, James y Will, se quedaron completamente mudos
por la sorpresa, pero Elizabeth tuvo la fuerza suficiente como para
murmurar:

-¡Oh, cielo santo…! ¡Jamás me lo hubiera imaginado…!

/-¡Voy a matar a ese pirata engendro del mal! /–pensó con rabia y
frustración el almirante George Jacobson, pues no podía evitar sentirse
un tanto traicionado por su tío.

Cuando el puente fue colocado sobre el puerto, todos los viajeros
desembarcaron, incluyendo a Jack Sparrow y compañía, e inmediatamente se
dirigieron hacia donde tendría que estar anclado el Perla Negra. Jack
hubiera deseado quedarse a beber unos tragos y comer un buen plato de
tocino en su taberna preferida, pero el almirante Jacobson y Elizabeth
Swann no querían saber nada al respecto, así que el pobre no podía hacer
nada para evitarlo, ni siquiera el que el almirante le hubiera
confiscado sus bebidas.

A pesar de la confesión inesperada del doctor Christian Jacobson, éste
se comportaba como si nada lo hubiera afectado. Era la tranquilidad en
persona. Siempre con el semblante rosa pálido en alto, adornado ya con
las indelebles arrugas propias de su edad, y que a pesar de eso, igual
dejaba rebelar que había sido un hombre tan atractivo como lo había sido
alguna vez toda la familia Jacobson. Sobre su elegante nariz llevaba
puestos sus pequeños anteojos redondos. Christian, ataviado con el
infaltable peluquín blanco propio de un hombre de su estatus, un
tricornio negro, camisa blanca con vuelos y medias del mismo color,
chaleco, casaca, pantalones y zapatos negros. Él era, sin duda, el
erudito del grupo y no perdía la cabeza por nada del mundo. Era un
perfecto caballero enchapado a la antigua y siempre sabría cómo comportarse.

-Allí está –comentó Turner al divisar el tan buscado navío negro.

-¡Por fin comenzará el final de todo esto! –suspiró Elizabeth.

/-¿Así que ese es tu apestoso barco? /–pensó Jacobson con desprecio.

Jack Sparrow nada dijo, pero en su moreno rostro se pintaba la alegría
que se experimentaba cuando uno se encontraba frente a frente a su más
admirado ídolo. Y sin decir una sola palabra, el pirata se encaminó
rápidamente hacia su amado navío.

-¡Vamos! ¿Qué están esperando? –les dijo a los demás mientras abanicaba
uno de sus brazos haciéndoles señales-. ¡No se queden allí parados como
tontos, marineros de agua dulce! ¡Abordemos ya el Perla Negra!

-Ella está muy feliz… -murmuró Will con alegría.

-"Ella" es él –corrigió su ex novia muy molesta.

-¿Nos dijo "marineros de agua dulce"? –repitió George muy ofendido-.
¿Pero cómo se atreve?

James le colocó una mano en el hombro para tranquilizarlo.

-No le des importancia, es un ignorante, sigámoslo de una vez.

Entonces, todos siguieron al dichoso capitán hacia el inconfundible
navío pirata. Cuando ya estaban muy cerca, el loro de Cotton, que estaba
sobre uno de los mástiles, divisó a su querido e inigualable capitán.

-¡¡Wah!! ¡¡El capitán!! ¡¡El capitán!! ¡¡Wah!! –por primera vez en su
vida de cotorra, había hablado correctamente, quizás fue la alegría de
volver a verlo después de un mes sin saber nada de él.

-¡¡El capitán Jack Sparrow!! –exclamó muy emocionado Gibbs mientras los
demás armaban un gran alboroto, felices por volver a ver a su querido y
estrafalario capitán.

-Ya era hora de que la capitana "Jacky" apareciera… -murmuró el capitán
Hector Barbossa mientras salía de "su" camarote y se apoyaba sobre la
balaustrada para verlo llegar.

-… Pero miren quienes llegaron… -murmuró Beatriz al divisarlos desde el
lugar en donde estaba amarrado el barco pirata, pero enseguida su vista
se posó en el apuesto hombre que los acompañaba.

-Vaya, vaya, pero miren qué tenemos aquí… -dijo con un brillo especial
en los ojos-, es el caballero más atractivo que he visto en mi vida.

-A mí me interesa más las dos damas que lo acompañan… -replicó
mordazmente Henry MacKinley, quien se encontraba al lado de la mujer.

Ana María, quien estaba conversando con sus compañeros pescadores cerca
de donde estaba el Perla Negra, había fruncido la boca con disgusto al
ver llegar a Jack Sparrow.

El capitán Jack Sparrow (capitana Jacky Sparrow) al ver a todos muy
alborotados, exclamó con alegría mientras los saludaba con la mano:

-¡¡Hola a todos!! ¡¡Lamento la demora!!

-No sabes cuánto te extrañamos, Jack –confesó Beatriz mientras se le
acercaba seductoramente.

-Y tú no sabes lo mucho que extrañé tus curvas… -no pudo evitar decirle
poniendo cara de baboso.

Y sin que nadie se lo esperara, la joven y atractiva Beatriz tomó a Jack
por los hombros y le obsequió un gran beso en la boca, para luego
sonreírle y subir a bordo del Perla Negra, no sin antes dirigirle un
guiño atrevido a George Jacobson, a quien no le gustó nada..

-… Realmente…, soy un seductor… -apenas pudo decir la pirata Sparrow
mientras se bamboleaba un poco ante tamaña sorpresa.

-¡Hola, queridita! –llegó a su encuentro MacKinley con los brazos bien
extendidos como para darle un gran abrazo.

-Yo no soy tu que… -Jack no tubo tiempo de quejarse, ya que el otro
capitán lo abrazó fuertemente y le dió un enorme beso en la boca.

-Nos vemos en la cama, preciosa –se despidió mientras se dirigía hacia
el navío color azabache.

Nadie dijo nada, pues permanecían todos completamente boquiabiertos por
lo que acababa de ocurrir.

-¡Puaj! Ya lo estaba extrañando… -apenas pudo opinar con ironía Jack
mientras se limpiaba la boca con las manos y se reponía de aquel
desagradable beso.

Y así estaban hasta que se acercó Ana María caminando a grandes y
enérgicos pasos, su andar era de una persona decidida.

En cuanto se paró frente a Jack, éste le sonrió pícaramente y le
preguntó como si fuera un gran conquistador de mujeres:

-¿Tú también deseas besarme, Ana María?

Ana le sonrió, pero lo que vino después fue tan rápido que a Jack no le
dio tiempo a reaccionar.

¡¡PAF!! Un enorme cachetazo propinado por la joven le hizo dar vuelta la
cara.

-¡¿Y quien quiere besar a un travesti como tú?! ¡¿Cómo te atreves a
demorar tanto?! ¡¡Todo un mes!!

-¿Entonces te preocupaste por mí? –inquirió ilusionado mientras se
sobaba la adolorida mejilla.

¡¡PAF!! Otro cachetazo en la otra mejilla, tan fuerte que hasta a los
otros les dolió.

-¡¿Preocuparme por ti?! ¡¡Tonto!! ¡¡Recuerda que me debes dos barcos!!

-¡Ouch! No sabes cómo te quiero… -comentó con una descarada sonrisa.

-¡Rata! –y después de insultarlo, subió furiosa al barco.

-… Pero qué carácter… -murmuró el pirata venido a mujer, luego, se dio
media vuelta y les dijo a sus invitados:

-Bueno, creo que ya no falta nadie más para que me dé la bienvenida,
subamos a bordo de mi navío.

Y mientras lo seguían en completo silencio para luego subir por el
puente, Sparrow vio que el capitán Barbossa lo estaba esperando al final
del puente.

/-¡Uf! ¡El que faltaba! /–pensó Jack con desgano.

-¡Bienvenido a mi barco pirata, Jacky! –saludó alegremente su contrincante.

-¿Qué tal, Barbossa? ¿Ya te marchas de mi navío? ¡Pero qué lástima!
–replicó el aludido mientras se colocaba frente a él.

Hector sonrió maliciosamente.

-¡Pero qué dices, Jacky! ¿Cómo se te ocurre que me iría sin antes
despedirme de ti?

-Pues despídete y desaparece de aquí –pidió fastidiado, cayendo redondo
en la trampita de Barbossa.

-¡Como gustes! –exclamó el pirata y tomó al pobre Sparrow por la
cintura, lo inclinó un poco hacia atrás y le propinó un gigantesco beso
en la boca, luego lo soltó y le gritó a los demás:

-¡¡Suelten las amarras!! ¡¡Partimos hacia donde indique su linda capitán!!

-¡¡SÍ!! –exclamó toda la tripulación con algarabía y enseguida se
pusieron a trabajar.

Mientras los otros observaban muy sorprendidos al pobre de Jack Sparrow
sentado en el piso con cara de incredulidad, este se lamentaba:

-Esto es una locura… ¡¡Quiero que esta maldición acabe de una vez!!


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