Fanfic Piratas del Caribe -La Maldición del Anillo de la Calavera- *Capítulo 44: Todo lo que Hago, lo Hago por ti*

                Resumen de la historia: El capitán Jack Sparrow comete el gran error de ponerse un anillo maldito que lo transformará en mujer y le traerá un sin fin de problemas tanto a él como a quienes lo rodean, amigos y enemigos. Una elección que cambiará la vida y los destinos de todos, en especial del Comodoro James Norrington y el mismo Jack. Esta historia está ambientada después de la primera película y desarrollada durante la segunda y tercera película. Una historia larguísima pero muy entretenida, con drama, humor, acción y romance. ¡Que la disfruten!



PIRATAS DEL CARIBE: LA MALDICIÓN DEL ANILLO DE LA CALAVERA

NOVENA PARTE: UN VIAJE HACIA EL CERCANO ORIENTE

Jack Sparrow se convierte en mujer gracias a la maldición de un anillo, en tu intento por volver a la normalidad, meterá en problemas a sus amigos y James Norrington caerá rendido a sus pies y hará hasta lo imposible para ayudar al atolondrado pirata que le robó el corazón. Una loquísima historia que comenzó como una broma y terminó como una gran historia de amor y aventuras.

Género: drama, amistad, acción, suspenso, humor, romance, violencia, aventura, fantasía, erotismo
Pareja: Jacky Sparrow/James Norrington. Elizabeth Swan/Will Turner
Personajes: Jack Sparrow/Jacky Sparrow, James Norringon, Elizabeth Swan, Will Turner, Hector Barbossa ¡y muchos más!
Calificación: para mayores de 18 años
Publicación:
Cantidad de palabras: variable
Duración: 67 capítulos la primera parte, 57 la segunda parte y 51 la última parte.
Estado: finalizado
Escritora: Gabriella Yu
Mi estilo: estoy influenciada tanto por el anime, los dramas asiáticos y la literatura universal. Me gusta hacer pasar a los personajes por duras pruebas.
Aclaraciones: Esta historia la escribí hace más de 10 años, es muy entretenida, no se arrepentirán de haber perdido el tiempo en leerla. Le tengo mucho cariño porque fue una rara mezcla que logré hacer con el drama, humor y acción. 
IMPORTANTE: contiene escenas subidas de tono XD


*Capítulo 44: Todo lo que Hago, lo Hago por ti*


Varios días pasaron desde que el capitán Jack Sparrow había hecho su
sorprendente elección, y varias cosas habían cambiado desde aquél
memorable día: el doctor Jacobson aparentaba ser el mismo de siempre,
pues nadie había notado su inesperada posesión. El pobre William Turner
era manipulado como quería por el atolondrado Jack, convirtiéndose en su
"lacayo" personal haciendo todo lo que él le pedía. La despechada
Elizabeth Swann, en cambio, furiosa y celosa, siempre encontraba una
buena excusa para darle una que otra paliza al pervertido capitán como
desquite por su herido corazón. Los capitanes Hector Barbossa, McKinley,
y los demás miembros de la tripulación del "Perla Negra", también
encontraban varias oportunidades durante el día para querer acabar con
el muchacho Turner, pero éste siempre lograba escapar de los intentos de
asesinato. El laureado héroe de Inglaterra, el almirante George
Jacobson, se encontraba muy preocupado por su amigo, pues éste había
cambiado radicalmente su personalidad desde aquel día nefasto: se había
abandonado a sí mismo, peleaba con todo el mundo y bebía todo el tiempo.
Hasta el capitán Jack Sparrow parecía preocuparse por Norrington,
(aunque disimulaba muy bien aquel sentimiento).

Una noche tranquila, después de varios días de viaje llenos de anécdotas
memorables, el "Perla Negra" hizo un pequeño alto en el puerto de una
pequeña ciudad portuaria africana, región colonizada por los holandeses
(Sudáfrica) desde hacía un siglo, y como casi toda la tripulación del
Perla deseaban estirar un poco las piernas y comer algo que no estuviera
rancio, decidieron ir a cenar, quedando el barco casi a solas, dándole
la oportunidad exacta para que Isabel hablara a solas con su amigo James
y lo hiciera entrar en razón.

Una vez que George (Isabel) se percató de que no había nadie más a
bordo, buscó al comodoro James Norrington por todo el navío hasta que lo
encontró sentado sobre unos toneles bebiendo a más no poder con varias
botellas de ron a su alrededor. A Isabel no le gustó para nada lo que
vio: su abatido amigo llevaba la ropa sucia y desordenada, se estaba
dejando crecer la barba, y olía terriblemente a ron. En resumen, el
comodoro era un completo desastre.

James Norrington se encontraba mirando hacia el vacío, tan sumergido en
sus propios pensamientos que ni siquiera notó que George se había
acercado a él.

-James… -lo llamó en voz baja, sorprendiéndolo un tanto-, ¿podemos
conversar unos momentos?

El comodoro Norrigton ni siquiera lo miró, sólo se limitó a contestarle
con cierta molestia:

-… ¿Qué quieres? Si vienes a darme un sermón, prefiero no escucharte.

George bufó fastidiado, odiaba aquella actitud de derrotismo en su
amigo, ¿quién más como ella sabía lo que era perderlo completamente
todo? Aún así, jamás se había dejado llevar por la sensación de derrota,
pues nunca se lo había permitido a sí misma. ¿Por qué él era tan débil?

-No seas ridículo, James, te estás comportando como un tonto por culpa
de ese pirata mal agradecido. ¿Acaso crees que podrás convencerlo
comportándote de esa manera y tener alguna oportunidad con él? ¿Por qué
de todos estos locos enamorados, tú eres el único que se comporta de
esta manera? ¡Eres patético! ¡Estás haciendo el ridículo! ¡Despierta ya
de ese loco enamoramiento!

Isabel no lo podía negar, pero a parte de sentirse preocupada por él, se
encontraba celosa por lo que su amigo James sentía por aquella
desagradecida pirata que ni siquiera le correspondía. ¡Cómo le hubiera
gustado que él sintiera lo mismo por ella! ¡Aunque sólo sea una milésima
parte!

James la miró entonces, y una sonrisa despectiva apareció en su rostro,
la pobre Isabel no estaba preparada para escuchar lo que éste le diría a
continuación.

-No tienes derecho a juzgarme, George, por lo menos yo soy sincero con
mis sentimientos –le replicó con ironía-, y no ando por ahí fingiendo
ser lo que no soy, como lo haces tú…

Entonces, George Jacobson abrió enormemente sus ojos celestes al
escucharle decir a su amado tamaña ofensa y traición, ¡se suponía que
habían prometido que jamás insinuarían su doble identidad ni siquiera
cuando estuvieran a solas!

-James, no sé qué pensar de ti, ¿cómo puedes llegar a ser tan cruel? –lo
amonestó muy resentida, sorprendida por aquel cambio radical en James,
pero luego, lo que ella le dijo a continuación, le llegó a James directo
al corazón.

-Tú no te doblas ante la adversidad, James, te quiebras…

Y así, totalmente defraudada y sin ganas de seguir hablando, Isabel
Jacobson se fue de allí sin mirar hacia atrás.

El comodoro James Norrington se le quedó mirando, pensativo ante lo que
su mejor amigo le había dicho. ¿Y si era cierto? ¿Y si por cualquier
contrariedad él se dejaba caer? ¿Hasta qué sería capaz de hacer él si se
dejaba llevar por la desesperación? ¿Llegaría hasta el suicidio?, ¿la
traición? Entonces, el comodoro recordó lo que aquella extraña pitonisa
le había advertido cuando fueron a verla en los pantanos:

"/Ten cuidado con la desesperación, tienes un buen corazón, pero la
desesperación te llevará a cometer errores con lo que tendrías que paga
rhasta con tu vida. El destino del capitán Jack Sparrow está en tus
manos, piensa bien en lo que vas a hacer…"./

Luego de recordar esto, James por fin comprendió lo que aquella mujer
quiso decirle, también comprendió la preocupación de su amigo y entendió
que se estaba comportando de una manera totalmente ridícula y patética,
dándole qué hablar a la chusma del barco. Y por sobre todo, haciéndole
ver a Jack Sparrow que tenía pleno control sobre su voluntad, riéndose
de él.

Entonces, Norrington se puso de pie, se acercó a la baranda, miró la
botella de ron que llevaba en su mano derecha e inmediatamente la lanzó
al mar. Y así, el comodoro James Norrington había decidido dejar de dar
lástima y seguir adelante con valentía demostrándole a todos que no era
una persona débil de voluntad…, aunque su adolorido corazón estuviera
matándolo por dentro...

Luego de unos minutos mirando pensativo hacia el mar, dijo:

-… Aunque dudo que pueda soportar verla tan feliz al lado de ese
fastidioso de William Turner… - murmuró para sí refiriéndose a la forma
femenina del capitán del "Perla Negra".

Mientras dejaba sólo a su amigo James a bordo del "Perla Negra", el
almirante George Jacobson bajó al puerto y se marchó velozmente hacia el
pueblo portuario para cenar y dedicarse a beber para así poder borrar
aquel sentimiento de frustración que sentía por la irracional actitud de
su querido amigo y amor secreto. Su tío, el doctor Christian Jacobson,
quien lo estaba esperando tranquilamente al final del puente, se unió a
su sobrino caminando rápidamente a la par suya.

-¿Lograste volverlo en sí? –le preguntó con cierto interés.

-No lo sé –contestó tajante el almirante-, y no me interesa saberlo, lo
único que ahora quiero es ir a emborracharme hasta el amanecer.

¡Oh! Ya veo… -comentó el doctor un tanto apesadumbrado, luego le sonrió
simpáticamente y agregó:

-En ese caso, voy a acompañarte hasta que me dé sueño. Pero te advierto
otra vez, mi querido sobrino, que la bebida es mala para tu hígado.

Jacobson miró muy agradecido a su tío, quien siempre había permanecido a
su lado en las buenas y en las malas apoyándolo en todo momento,
renunciando a todo en su vida personal.

-Gracias, tío… -murmuró con gran gratitud.

-No hay de qué –le sonrió amablemente.

Y mientras se marchaban por el camino que conducía hacia el cercano
pueblo, no se dieron cuenta de que se habían cruzado con el capitán Jack
Sparrow, quien se dirigía hacia su amado barco "Perla Negra" con varias
botellas de ron en los brazos y en "la cabeza", pues estaba tan
borracho, que caminaba zigzaguearte entre la vegetación en medio de la
oscuridad. Una vez llegado penosamente a su embarcación, se dio con que
toda la tripulación aún permanecía fuera, incluyendo a Elizabeth y Will,
quienes antes lo habían acompañado a la taberna del pueblo y habían
estado toda la noche fastidiándolo, uno enamorado empalagosamente, y la
otra buscando pretextos para gritarle y pegarle.

-…¡No hay nadie a bordo!... Se van a robar mi navío un día de estos…
Juro que están todos locos… ¡Hic! –renegó el capitán mientras subía a
bordo tambaleándose-… Y esos dos…,uno quiere hacerme el amor y la otra
quiere matarme… ¡Hic! ¡Hasta el pomposo gobernador de esta ciudad quiso
casarse conmigo apenas me conoció! ¡Ma-maldito y sensual cuerpo de
mujer…! ¡Hic! ¡Ma-maldito anillo!

Pero mientras Jack decía toda esa parafrasearía, no se había percatado
que había solamente una única persona que no había dejado aquel barco, y
esa persona era el comodoro James Norrington, a quien era al último que
Jack quisiera ver en aquellos momentos.

Mientras tanto, el atribulado oficial de la armada real inglesa, aún
pasado de copas, se encontraba sólo entre la oscuridad de la noche,
sentado sobre la cubierta y apoyado contra el balaustre, tratando de re
acomodar los pedazos de su destruido corazón. Al haber renunciado a la
bebida, no podía evitar que un remolino de sentimientos y pensamientos
confusos sobre su mente, notándose en su rostro una expresión que iba
entre la seriedad y la profunda tristeza. Pensaba en lo cruel que era el
destino tras haberle empujado a los brazos de un amor imposible, el
agónico dolor que sentía cada vez más profundo en su mente y corazón,
era cada vez más profundo e insoportable… ¿Pero por qué? ¿Por qué tenía
que sentir algo tan intenso por alguien a quien había despreciado tanto?
¿Alguien que se había burlado de él en reiteradas ocasiones? ¿Alguien
que no era lo que aparentaba? ¿Alguien quien jamás sería una verdadera
dama? ¿Alguien que jamás sentiría un mínimo aprecio por él? ¿Por qué?
¿Por qué? ¿¿Por qué??

James, apenado, escondió su rostro entre los brazos, tratando de
reprimir un sollozo que luchaba por salir. Todo aquello era demasiado,
aunque él fuera un oficial muy serio y dedicado, tenía que admitir que
aún seguía siendo un hombre como todos los demás, vulnerable ante los
asuntos del amor. El que hubiera sido despreciado por Elizabeth Swann
era ya terrible, pero el enamorarse de su enemigo jurado y ser también
rechazado nuevamente por "él" era ya una cruel broma del destino… Una
vez más había perdido ante la juventud y personalidad de William Turner,
cuando por fin había creído que la rebelde pirata lo elegiría, perdía
otra vez ante él, y eso, que de por sí era ya humillante y doloroso, lo
estaba destruyendo por dentro sin piedad. "Jacky" había preferido a
Turner antes que a él, de nada le había valido todo lo que había hecho
por ella, nada. ¡La vida era tan injusta! Pero aún así, él estaba seguro
de que, sin dudarlo un instante, volvería a arriesgar su vida por ella,
incluso, hasta la perdería gustosamente.

El comodoro suspiró profundamente y llevó su entristecida vista hacia la
hermosa luna llena que comenzaba a taparse tras un manto gris hecha de
nubes, que aún así podía bañar con sus haces de luz plateada su pálido y
calenturiento rostro. ¡Cómo deseaba volver a ser el de antes y perseguir
al odioso de Jack Sparrow para hacerle pagar por todo el infierno por el
que estaba ahora atravesando!

Comenzó a lloviznar.

De pronto, el repentino ruido de un porrazo sobre cubierta le hizo
volver su atención al presente y enjuagarse rápidamente los ojos, y
entonces, muy sorprendido, vio a Jack Sparrow, el culpable de sus
tribulaciones, todo despatarrado y tirado sobre el suelo de la cubierta.

El capitán Sparrow, sin darse cuenta de la presencia del comodoro, se
levantó del suelo maldiciendo la ya humedecida y pesada soga en la que
se había enredado haciéndolo tropezar. En cuanto por fin se puso de pie
y se sacudió la ajada y humedecida ropa vieja, dijo:

-¡Estos flo-flojos piratas de agua dulce! ¡Hic! ¡Toda la cubierta está
completamente sucia! Si yo no estoy aquí para decirles lo que tienen que
hacer no hacen nada. ¡Ese Bar-Barbossa es un inu… -se calló al darse
cuenta de que Norrington estaba de pie mirándolo a sólo unos metros de
distancia.

Entonces, Jack se quedó atónito al ver al comodoro frente a él, a tan
solo unos metros de distancia. Aquel hombre a quien le había hecho la
vida imposible a propósito con la sola intención de divertirse, estaba
allí parado, con una mano sobre la balaustrada, mirándolo sorprendido,
con la blanca luz de la luna bañando su triste y pálido semblante…
Entonces, al embriagado y confundido pirata, le pareció notarlo muy
atractivo.

Rápidamente nuestro pobre capitán sacudió la cabeza para sacarse de
encima aquel alocado pensamiento que se le cruzó por la mente, echándole
la culpa al dichoso anillo maldito. Pero no podía evitarlo, desde aquel
día en que tía Dalma le había comunicado que se sentiría atraído hacia
uno de sus pretendientes por culpa de la maldición del anillo, siempre
había temido que el elegido por su manipulado corazón fuera aquel hombre
que tenía enfrente: el comodoro James Norrington. ¡¡Horror!! ¿Pero por
qué elegirlo justamente a él? ¿Sería acaso porque le empezaba a caer
agradable su compañía? ¿O porque había arriesgado su vida por él? ¿O
porque al verlo sufrir de esa manera por su culpa sentía lástima por él?
El capitán Sparrow prefería no averiguarlo, por eso lo había evitado
todos los otros días. Jack odiaba con toda su alma aquel objeto maldito
que trataba de forzarlo para que se convirtiera en una mujer, que si no
fuera porque perdería su libertad, realmente no sería un gran problema
serlo, pues igual podría seguir pirateando. Pero lo de enamorarse de su
peor enemigo ya era de por sí una terrible desgracia. Jack había elegido
a William Turner más bien por su propia seguridad evitando a los
libidinosos de Barbossa y McKinley, pero por sobre todo, no quería
demostrarle a nadie que se sentía atraído por otro hombre, ¡¡nadie tenía
que saberlo.

Al ver que las cosas podían salírsele de control, el capitán Jack
Sparrow decidió marcharse lo más rápido que pudiera, pues la triste
mirada de Norrington comenzaba a "conquistarlo".

-No quise molestarte, Norry, pensé que no había nadie. ¡Nos vemos! ¡Hic!
–le dijo apresuradamente y se dio media vuelta para irse de allí veloz
como un rayo, pero como estaba borracho, caminaba en sig zag chocando
con todo a su paso.

-Nadie más que tú me llama por "Norry" –Jack le oyó decir a James-, ¿y
sabes? De alguna manera, me gusta que lo hagas… ¿Por qué lo haces?

Petrificado en el lugar en dónde se había quedado cuando escuchó a James
hablarle, Sparrow no quiso volverse para mirarlo, pues tenía miedo de
volver a sentirse atraído por él.

El cielo comenzó a nublarse mucho más, la lluvia amenazaba con iniciarse
en su totalidad de un momento a otro.

-Yo… -casi le contestó en un susurro-, no lo sé. Co-comencé a llamarte
así desde que me salvaste la vida cuando Morgan me atrapó. ¡Hic!

-… Entonces… ¿lo haces porque sientes algo de simpatía por mí?
–Norrington adelantó un pie, creyó ver alguna luz de esperanza en su
corazón.

-Podría ser… -respondió Jack mientras se ponía cada vez más nervioso,
pues no le gustaba hablar sobre sus sentimientos-. Mi-mira, tengo que
irme sí o sí, ¡hic! no tengo tiempo para hablar sobre estas cosas… ¡Hic!

-¿Siempre tratas de no inmiscuirte demasiado con los demás, no es
cierto, Jack Sparrow? –había cierto desafío en la voz de James, quien
parecía no querer darse por vencido. .

-¿No es eso lo que su dignísima persona también hace? –replicó Jack sin
volverse a mirarlo.

-Yo soy un oficial, pelee en muchas batallas y los sentimientos no
tienen cabida allí, sin embargo, aunque quisiera, no puedo involucrarme
demasiado con alguien, pues podría llegar a ser desastroso para esa
persona si yo muriera en batalla ¿y usted?

-Yo cumplo con lo que mi co-corazón me dicta, ¡hic!, y eso significa ser
verdaderamente libre de toda re-regla y atadura sentimental, comodoro
Norrington, la libertad es lo más importante para mí. ¡Hic!

-¿Entonces no siente nada por William Turner? ¿Todo fue una farsa?

-Cla-claro, ¡hic!, ¿cómo se te ocurre pensar que el gra-grandioso
capitán Jack Sparrow elija a un amante varón?

-¿Estuvo burlándose de mis sentimientos y de mi amor hacia usted todo
este tiempo? –James, quien se había referido a sí mismo, pareció
comenzar a enfadarse.

-E-exactamente, ¡hic! –No, Jack no quería mostrarle lo que realmente
sentía en esos momentos, algo que trataba de mantenerlo oculto dentro de
su corazón todo el tiempo posible.

-¡Oh! ¿Con que esas tenemos? ¿Sólo he sido un juego para usted? ¡Vaya!
¡Pero qué ciego he sido! Ha estado burlándose de mis sentimientos todo
este tiempo… - James se sentía frustrado, estaba cansado de darse la
cabeza contra la pared por alguien que no sentía un comino por él. Era
hora de ajustar las cuentas pendientes, así que desenvainó
inmediatamente su espada y preguntó:

-¿Y qué es lo que le dice ahora su corazón, Sparrow? ¿Seguirá tratándome
como a un patético imbécil? Todo lo que he hecho por usted de nada a
valido, ¡hasta casi di mi vida por la suya! ¡Pero qué estúpido fui! Lo
único que he logrado, es solamente desprecio de su parte…

El pirata miró hacia el oscuro cielo nublado y revoleó los ojos
fastidiado. Las palabras de amor herido que él le profesaba no
significaban absolutamente nada para él ¿Qué era lo que quería ahora
Norrington? ¿Pelear con él? ¿Desquitarse por su amor no correspondido?
¿Combatir ahora que había planeado tomar toda la noche? El efecto de la
primera borrachera aún no había desaparecido y no quería correr el
riesgo de hacer alguna tontería de la que se arrepintiera en el futuro.

-No sé qué mo-mosca te picó, ¡hic!, pero yo me voy de aquí. –le dijo
Jack apresuradamente, pero apenas dio unos pasos, que de pronto, James
corrió hacia él/ella y le colocó el filo de la espada en su cuello.

-Capitán Jack Sparrow, usted no se va de aquí hasta que arreglemos un
par de asuntos que nos conciernen. ¡Saque su espada inmediatamente!

-¡Tranquilo, tranquilo! ¡Hic! Si pelear es lo que quieres, pelea
tendrás, ¿contento? Co-concederé tu caprichito, ¡Hic!… -Bromeó el
aludido mientras alzaba las manos un tanto sorprendido ante aquella
actitud. Aún así no pudo evitar mirar cara a cara a su contrincante y
ponerse rojo como un tomate al sentirse nuevamente atraído a él.

-¿Qué te pasa? –replicó James fastidiado-, ¡deja de tomarme el pelo y
saca tu espada!

El capitán Sparrow volvió a suspirar un tanto cansado con los duelos sin
sentido, ¡y él que había planeado una juerga de ron en su camarote!.

-Bueno –dijo-, si tú quieres… ¡Hic! Saca tu espada de mi bello cuello de
cisne y co-comenzaremos con la pelea, lo prometo.

-Los piratas no tienen honor, pero está bien, pues no te queda otra que
enfrentarte a mí –arguyó el comodoro sin siquiera quitarle la vista de
encima, pues temía que se le escapara.

-Qué gracioso, eres un odioso, realmente no sé que ví en ti… -replicó el
pirata. James arqueó las cejas, ¿otra vez el capitán Sparrow estaba
hablándole en doble sentido?

Ambos, parados frente a frente, se miraban directamente a la cara,
dispuestos a tratarse como se trataron antes en el pasado, pues ninguno
de los dos estaba dispuesto a ceder otra vez ante la maldición del
Anillo de la Calavera, y si alguien tenía que salir herido, pues así sería.

Entonces, se oyó un tremendo trueno y comenzó llover precipitadamente,
mojando a nuestros personajes.


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