Fanfic Piratas del Caribe -La Maldición del Anillo de la Calavera- *Capítulo 9: Dudas, Dudas y más Dudas*

          Resumen de la historia: El capitán Jack Sparrow comete el gran error de ponerse un anillo maldito que lo transformará en mujer y le traerá un sin fin de problemas tanto a él como a quienes lo rodean, amigos y enemigos. Una elección que cambiará la vida y los destinos de todos, en especial del Comodoro James Norrington y el mismo Jack. Esta historia está ambientada después de la primera película y desarrollada durante la segunda y tercera película. Una historia larguísima pero muy entretenida, con drama, humor, acción y romance. ¡Que la disfruten!



PIRATAS DEL CARIBE: LA MALDICIÓN DEL ANILLO DE LA CALAVERA

TERCERA PARTE: ROMPECORAZONES

Jack Sparrow se convierte en mujer gracias a la maldición de un anillo, en tu intento por volver a la normalidad, meterá en problemas a sus amigos y James Norrington caerá rendido a sus pies y hará hasta lo imposible para ayudar al atolondrado pirata que le robó el corazón. Una loquísima historia que comenzó como una broma y terminó como una gran historia de amor y aventuras.


Género: drama, amistad, acción, suspenso, humor, romance, violencia, aventura, fantasía, erotismo
Pareja: Jacky Sparrow/James Norrington. Elizabeth Swan/Will Turner
Personajes: Jack Sparrow/Jacky Sparrow, James Norringon, Elizabeth Swan, Will Turner, Hector Barbossa ¡y muchos más!
Calificación: para mayores de 18 años
Publicación: 1 capítulo cada sábado
Cantidad de palabras: variable
Duración: 67 capítulos la primera parte, 57 la segunda parte y 51 la última parte.
Estado: finalizado
Escritora: Gabriella Yu
Mi estilo: estoy influenciada tanto por el anime, los dramas asiáticos y la literatura universal. Me gusta hacer pasar a los personajes por duras pruebas.
Aclaraciones: Esta historia la escribí hace más de 10 años, es muy entretenida, no se arrepentirán de haber perdido el tiempo en leerla. Le tengo mucho cariño porque fue una rara mezcla que logré hacer con el drama, humor y acción. IMPORTANTE: contiene escenas subidas de tono XD


*Capítulo 9: Dudas, Dudas y más Dudas*


En un principio, el Comodoro Norrington mandó a encerrar a la pirata a
una de las celdas de la bodega, pero pronto cambió de parecer y ordenó
que la llevaran a un camarote lo mejor acondicionado que se pudo para
las necesidades básicas de una mujer.

Nadie se daba cuenta de la lucha interna entre los sentimientos y el
deber en el interior de aquel hombre. James sabía que debía ser
inclemente con los rufianes, pero aquella extraña mujer lo había
conquistado totalmente. ¿Qué más podía hacer sino aquietar su corazón y
tratarla lo mejor que pudiera hasta que llegaran a Port Royal en dónde
allí se decidiría su destino?

Mientras el Comodoro James Norrington se debatía entre amarla o
condenarla, el pobre Jack Sparrow, ahora convertido en una representante
del sexo débil, no sabía a ciencia cierta lo que ocurriría con él
respecto a su libertador y carcelero. El camarote en donde lo habían
confinado era bastante cómodo, mucho más que su camarote en su amado
Perla Negra. Antes, cuando Barbosa era el capitán del Perla, no había
sido muy amable en su trato para con aquella habitación.

Jack se encontraba frente a un rectangular espejo de marcos dorados
sentado en una cómoda silla forrada con una tela roja suave. Estaba
contemplándose en dicho espejo, muy pensativo, respecto a todos los
problemas que le había traído el solo hecho de ser mujer. No sabía cómo
iba a encontrarse otra vez con su tripulación, y era casi seguro de que
Norrington iba camino a Port Royal, en dónde Jack no quería ir por equis
circunstancias: uno, ser ahorcado; dos, encontrarse con Will y
Elizabeth. Sabía que ellos no lo reconocerían si lo vieran, ya que ahora
era una mujer, pero sabía que si llegaban a enterarse quien era
realmente, se burlarían de él a más no poder.

-¡Ni loco que me quedo más tiempo en este navío! –exclamó Jack
poniéndose de pie muy decidido.

Rápidamente se dirigió hacia la ventana del camarote y la abrió, luego
fue hacia la cama, tomó unas sábanas y procedió a rajarlas en gruesos
pedazos para atar sus extremos y así conseguir una especie de soga para
poder bajar y llegar al agua. Jack suponía que ya estaban cerca de Port
Royal y no le sería difícil que alguien lo recogiera o pudiera llegar a
tierra. Cuando ya tubo lista su soga improvisada, Jack ató un extremo a
una de las gruesas patas de la pesada y torneada cama de madera para
luego dirigirse hacia la ventana y lanzar hacia abajo el resto de la
soga. Cuando ya estaba cruzando una de sus piernas hacia fuera de la
ventana, escuchó que le quitaban el cerrojo a la puerta y entonces ésta
se abrió dando paso al Comodoro Norrington, quien se quedó bastante
sorprendido parado en la entrada al ver a su prisionera a punto de
escaparse.

Muy nervioso, Jack sólo pudo balbucear unas cuantas palabras:

-… Este… ¡Hola…! Sólo quería salir a tomar un poco de aire, está muy
cerrado aquí y yo sufro de una severa claustrofobia… Así que…pensé…

-Te estabas por escapar. –Dijo sin inmutarse el Comodoro, y luego,
frunciendo el entrecejo, dijo:

-No trates de engañarme, esperaba que hicieras eso.

-¿Ah sí? –Jack se hizo el tonto mientras volvía a poner lentamente su
pie sobre el piso de su camarote -. ¿Eres adivino o algo así? Tendrías
que trabajar adivinando el futuro, ganarías mucho dinero de esa forma y no…

-Ya cállate –ordenó Norrington, e inmediatamente después se dirigió con
pasos veloces hacia su sorprendida prisionera.

-¿Pero qué…? –sólo atinó a decir Sparrow cuando vio a su enemigo
abalanzarse sobre él sin darle tiempo a nada, y por primera vez en su
vida, se sintió totalmente vulnerable, y no le gustó nada en lo absoluto.

El Comodoro James Norrington tomó la muñeca derecha de la mujer y con la
otra mano le corrió la manga para ver la vieja marca"P" de pirata hecha
con hierro al rojo vivo en la parte inferior antebrazo, reafirmando así
la certeza de que aquella mujer era una pirata, por lo tanto, no merecía
más que la horca, pero…

-Así que de verdad eres una pirata, ¿no? –dijo decepcionado.

-Tuve malas influencias en mi niñez –Parecía más un chiste que una
declaración.

El Comodoro no dijo nada respecto a eso, pero no se dio cuenta que los
ojos de su prisionera estaban fijos en la espada que llevaba al cinto.
Pero cuando Jack estuvo a punto de arrebatársela para poder amenazarlo y
escapar, James se dio media vuelta en dirección a la puerta sin siquiera
darse cuenta de las intenciones de su prisionera, así que el pobre Jack,
que se abalanzó hacia delante, estuvo a punto de perder el equilibrio y
sólo pudo recuperarlo balanceando sus brazos en círculos hacia atrás,
para que por fin pudiera sostenerse en el respaldo de la silla.
Norrington se volvió para mirarla un tanto extrañado, pero sólo vio en
su prisionera silbando nerviosamente y mirando hacia el techo, como si
nada hubiera pasado.

-Estás muy sucia –dijo dando un suspiro-. Mandé a que te calentaran un
poco de agua para bañarte y también a que te trajeran ropa limpia.

Luego llamó a uno de sus soldados y le dijo que asegurara la ventana
para que ella no pudiera escaparse, acto seguido se dirigió hacia la
puerta, y antes de salir por ella y asegurarla, miró a la mujer y dijo:

-Cuando estés aseada, traerán tu cena.

Y en cuanto se hubo marchado, Jack, incrédulamente sorprendido, parado
como un tonto con los brazos totalmente sueltos, sólo pudo atinar a decir:

-¿Ba-ñarme?

Pasaron varias horas antes de que el capitán Jack Sparrow accediera a
bañarse, odiaba tener que hacerlo, odiaba el jabón y odiaba estar
limpio. Un pirata tan libre, y al mismo tiempo, atado al mar como él,
sólo necesitaba el agua de mar para darse un chapuzón de vez en cuando.
Pero si no se bañaba ahora, sabía que el Comodoro no le enviaría la cena.

-Ese Norrington es un psicópata sádico –se quejó más tarde mientras
apenas se enjabonaba metido en la bañera de madera-, se abusa de que
tiene el poder en este navío, pero ya verá, me vengaré. ¡Nadie manda al
capitán Jack Sparrow a bañarse con un apestoso jabón!

Jack se bañó lo más rápido que pudo (o sea, poco y nada), pero en cuanto
salió de la bañadera sintiéndose triunfante por su gran astucia, pisó el
jabón, se resbaló, y se fue de golpe otra vez al agua dándose otro
terrible remojón. Está de más aclarar que un montón de maldiciones y
palabrotas fueron dirigidas hacia el culpable de la situación en la que
estaba metido: el Comodoro Norrington. Jack Sparrow, ahora sí, y sin
quererlo, estaba completamente limpio.

Luego, Jack se vistió con la ropa que le habían dejado. No eran ropas de
mujer para su alivio, sino ropas de hombre, pero limpias. Luego de que
se hubiera vestido guardó celosamente sus otras ropas piratas, esperando
que más adelante, se las volviera a poner, como hombre o como mujer, una
vez que hubiera podido escapar de allí.

Jack estaba furioso con su situación, y todo por culpa de una maldita
maldición a la que ni siquiera lograba entender su finalidad. ¿Por qué
el convertir a un hombre en mujer? ¿Y quién rayos sería aquel Shake que
lo quería para su harén? Y por sobre todo, ¿cómo podría librarse del anillo?

Miró su mano, la mano en dónde llevaba el dichoso anillo maldito. Odiaba
el anillo. Por culpa suya había sido maldecido con la apariencia de una
mujer, separado de su tripulación y de su amado "Perla Negra". Habían
querido abusar de él, y por sobre todo, ¡tubo que bañarse para poder
comer! En ese momento le dio tanta rabia que decidió intentar sacarse el
anillo como tantas otras veces lo había hecho, y no encontró mejor forma
que comenzar a morderlo.

-¡Maldición! –se quejó entre dientes mientras seguía con su vano
intento- ¡Está atorado!

Y cuando más concentrado estaba con su tarea infructuosa de mordisquear
el anillo ( más bien parecía una rata royendo), el Comodoro Norrington
hizo una entrada rápida y sorpresiva junto a uno se sus hombres de más
bajo rango, quien se ocupaba de las tareas más simples del barco, por
ejemplo, la comida, la limpieza o la vestimenta.

Está de más aclarar que los tres personajes se miraron durante unos
instantes en silencio y con los ojos bastante grandes a causa de la
sorpresa que se llevaron.

-Este… -Jack sonrió nerviosamente-. Me estaba muriendo de hambre.

-Ya veo… -dijo James observándolo de reojo, preguntándose para sus
adentros de quién diablos se había enamorado. ¿Qué le había visto a esa
mujer vulgar?-. Te hice traer la comida.

-Gracias por su caballerosidad –replicó con una reverencia, tratando de
imitar modales femeninos para no llamar tanto la atención, pero, ya era
un tanto tarde.

El Comodoro nada dijo, pero ordenó a su hombre que le preparara la mesa
y se retirara, luego se dirigió hacia su prisionera y dijo:

-Más tarde vendré a hablar con usted, hay cosas que necesito saber. –Y
dicho esto, se retiró.

Jack se quedó un tanto perplejo con la extraña actitud de aquel hombre.
Sabía que el Comodoro era una persona rígida y seria, pero sospechaba
que había algo que estaba tratando de ocultarle. ¿Qué sería? Él era muy
amable pero al mismo tiempo receloso. Sabiendo que estaba tratando con
un pirata, y a pesar de su jurada lucha contra ellos, lo estaba tratando
bastante bien. Pero enseguida desvió su atención sobre su enemigo y se
centró en la cena que le habían traído.

-Bueno, hay enigmas que no vale la pena descifrar, mejor me dedicaré a
llenar mi estómago para después pensar en cómo me escaparé de éste
lugar-. Miró la comida y olió su aroma-. ¡Qué rico se ve esto! ¡Son
tocino, papas y huevo! ¡Vino fino delicioso y uvas! ¡Voy a comer como un
rey!

Y mientras el capitán Jack Sparrow, ahora convertido en una señorita, se
dedicaba a hincar los dientes, el Comodoro James Norrington oscilaba
entre el deber y el amor en su camarote.

James Norrington, sentado como al abandono sobre su silla frente a una
gran mesa repleta de cartas marítimas, trataba de poner en orden sus
pensamientos, y en especial, sus sentimientos. El dolor que le había
causado el rechazo público de Elizabeth apenas lo estaba asimilando,
sobre todo el haber conocido inmediatamente al afortunado elegido. Así
que para poder olvidar aquel desaire, se había dedicado de lleno en
perseguir a los piratas y acabar con ellos, en especial al excéntrico
Jack Sparrow, a quién no veía hacía ya bastante tiempo. Pero justo ahora
en que más abocado estaba en su deber, aparecía aquella extraña y
hermosa mujer un tanto despistada pero inalcanzable. Inalcanzable porque
era una pirata y él un soldado de la corona dispuesto a hacerla
ejecutar, ¿pero qué tan dispuesto estaba en hacerlo…? Se había enamorado
locamente de ella y ansiaba tenerla entre sus brazos y amarla, pero eso
significaría rechazar todo para lo que había luchado tanto durante mucho
tiempo. ¿Realmente valía la pena perderlo todo por una completa extraña?

Dio un profundo suspiro y miró el reloj. Pronto amanecería y tocarían
puerto en Port Royal, ya era tiempo de que tomara una decisión al
respecto de lo que haría con ella. Si la llevaba frente a la
magistratura, era seguro que la condenarían a muerte. Era una tontería
soñar con quedarse con ella, eso era para los soñadores, no para él, esa
era la verdad, él no era un soñador, sino un militar de alto rango que
hacía respetar la ley a pesar de todo, a pesar de sus sentimientos. Ya
había cometido un error antes, con dejar ir a Jack Sparrow, y no
volvería a cometer otro error similar, no, conservaría la cabeza fría, a
pesar de que su corazón moriría junto con ella. Él era el Comandante
James Norrington, un hombre de honor que servía a la corona inglesa, y
era su deber hacer cumplir la ley a pesar de todo, a pesar de todo.

Era casi el amanecer cuando el capitán Jack Sparrow había tramado un
plan totalmente desquiciado, propio de él (ya que alguna vez había
representado el papel de un sacerdote), para poder escapar, y lo pondría
a toda marcha, pues había recordado algo que Beatriz le había dicho
antes de que se separaran, cuando los salvaron, algo que él mismo había
tachado como "tonterías".

"Ese hombre está perdido por ti –le había dicho ella- y ya sabes que un
hombre en ese estado haría cualquier cosa por la mujer que ama.
Aprovéchalo y utilízalo. Yo lo haría, ¿y tú?".

-Si el tonto de Norrington siente algo por mí –dijo Sparrow con una
malévola sonrisa-, voy a utilizarlo como nunca lo utilizaron en su vida…
¡Wah jah jah jah jah…!

Luego calló y murmuró un tanto confundido:

-Eso que dije sonó bastante raro… Menos mal que no hay nadie que pueda
escucharme…




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