Fanfic Piratas del Caribe -La Maldición del Anillo de la Calavera- *Capítulo 56: Entre el Amor y el Deber: La Decisión del Comodoro Norrington*

                            Resumen de la historia: El capitán Jack Sparrow comete el gran error de ponerse un anillo maldito que lo transformará en mujer y le traerá un sin fin de problemas tanto a él como a quienes lo rodean, amigos y enemigos. Una elección que cambiará la vida y los destinos de todos, en especial del Comodoro James Norrington y el mismo Jack. Esta historia está ambientada después de la primera película y desarrollada durante la segunda y tercera película. Una historia larguísima pero muy entretenida, con drama, humor, acción y romance. ¡Que la disfruten!



PIRATAS DEL CARIBE: LA MALDICIÓN DEL ANILLO DE LA CALAVERA

ÚLTIMA PARTE: CARRERA CONTRA EL TIEMPO

Jack Sparrow se convierte en mujer gracias a la maldición de un anillo, en tu intento por volver a la normalidad, meterá en problemas a sus amigos y James Norrington caerá rendido a sus pies y hará hasta lo imposible para ayudar al atolondrado pirata que le robó el corazón. Una loquísima historia que comenzó como una broma y terminó como una gran historia de amor y aventuras.

Género: drama, amistad, acción, suspenso, humor, romance, violencia, aventura, fantasía, erotismo
Pareja: Jacky Sparrow/James Norrington. Elizabeth Swan/Will Turner
Personajes: Jack Sparrow/Jacky Sparrow, James Norringon, Elizabeth Swan, Will Turner, Hector Barbossa ¡y muchos más!
Calificación: para mayores de 18 años
Publicación:
Cantidad de palabras: variable
Duración: 67 capítulos la primera parte, 57 la segunda parte y 51 la última parte.
Estado: finalizado
Escritora: Gabriella Yu
Mi estilo: estoy influenciada tanto por el anime, los dramas asiáticos y la literatura universal. Me gusta hacer pasar a los personajes por duras pruebas.
Aclaraciones: Esta historia la escribí hace más de 10 años, es muy entretenida, no se arrepentirán de haber perdido el tiempo en leerla. Le tengo mucho cariño porque fue una rara mezcla que logré hacer con el drama, humor y acción. 
IMPORTANTE: contiene escenas subidas de tono XD


*Capítulo 56: Entre el Amor y el Deber: La Decisión del Comodoro Norrington*


El viaje de regreso hacia Port Royal, colonia inglesa enclavada en las
costas del Mar del Caribe, parecía que no iba a ser nada fácil para el
almirante Jacobson, su tío Christian, el comodoro Norrington y el
capitán Jack Sparrow, puesto que luego de haber navegado hacia el norte
por el Mar Rojo, de haber cruzado el Estrecho de Jubal para así ingresar
al Golfo de Suez, desembarcar en la ciudad del mismo nombre, de alquilar
unos camellos de transporte y viajar hasta la colonia inglesa de Port
Said, ciudad situada a orillas mediterráneas frente a Grecia, lugar en
donde inmediatamente tomaron otro navío veloz para navegar a lo largo
del Mar Mediterráneo, en dónde los sorprendió una terrible tormenta de
clase: "Fuerza 10".

El poderoso viento golpeaba con furia a la diminuta nave a unos 110
Km/h, grandes olas y largas crestas parecían querer dar vuelta a la
embarcación y hacerla zozobrar, pero las extraordinarias habilidades de
los experimentados hombres de a bordo, evitaban que esa tragedia
ocurriera. Aún así, debían de tener sumo cuidado, ya que una tormenta de
tal magnitud, podría sorprenderlos con la muerte.

Al pobre capitán Jack Sparrow, lo habían atado nuevamente al palo del
mástil a pesar de semejante batahola, maldecía su mala suerte al no
poder enfrentarse como quisiera ante aquella terrible tormenta, como
buen pirata que era. Él se encontraba completamente mojado y escupía a
cada rato agua salada a causa de las olas que barrían cada tanto la
cubierta. No tenía su casaca, y para su horror, había perdido su amado
sombrero por culpa de uno de los fieros oleajes. Jack se encontraba
aterido por el frío gracias a que el agua le calaba hasta los huesos. A
cada baño que se daba, siempre hacía una mueca diferente.

-¡¡Atchíiisss!! –estornudó estruendosamente nuestro protagonista.

-¡Veo que la salud no lo acompaña, señor Sparrow! –exclamó fuertemente
el almirante para hacerse escuchar en medio de tanto ruido. Éste se
encontraba al lado de su prisionero.

Jack revoleó los ojos antes de contestar con su acostumbrada jerga
propia de él:

-¡Y yo veo que usted no es un fino caballero, porque un fino caballero
no trataría así a una fina dama como yo¡Pero como usted no me considera
una fina dama porque realmente no soy una fina dama, puede decirse que
usted es, al fin, un fino caballero!

El almirante Jacobson parpadeó varias veces un tanto confuso por
semejante parlamento, pero se rehizo inmediatamente y otra vez una
sonrisa burlona adornó su bello rostro.

-¡Sus palabras jamás me impresionarán, señor Sparrow!

-¡Pero tenga por seguro que lograron impresionar al comodoro¡¿Sabe?! –le
replicó con malicia.

Totalmente enfurecido, George Jacobson desenvainó su espada japonesa y
le colocó su peligroso filo sobre el cuello del infortunado pirata.

-¡Juro que se va ha arrepentir por todo lo que provocó, señor Sparrow¡Yo
veré que así sea! –y envainó su espada mientras lo miraba con desprecio
y se fue a relevar al timonel.

Mientras tosía, Jack pensaba:

/-Ten paciencia, hermoso Jack Sparrow, el galán de las damas, no le
prestes atención a ése eunuco. Espera el momento oportuno para escapar,
el momento oportuno…/

Y volvió a estornudar estruendosamente y mientras se sonaba las narices,
murmuró para sí:

-¡Pero que el momento oportuno no sea ya un momento inoportuno!

Mientras tanto, el comodoro James Norrington, ya vestido nuevamente con
su traje de militar al igual que su compañero Jacobson, pudo hacerse el
tiempo suficiente entre medio de la tormenta, como para dirigir su
atención hacia su "prisionera", y notó muy preocupado el lamentable
estado en el que se encontraba ella/él.

-¡¡Atchíiisss!! –estornudó otra vez el capitán Sparrow con todas sus
fuerzas-. ¡Que un mal rayo parta al que se le ocurrió navegar por estas
aguas justo en ésta época del año!

-¡Eso tendrías que decírselo al almirante Jacobson! –le gritó el
comodoro mientras se acercaba a él con suma dificultad debido al
espantoso temporal y al vaivén de la nave.

-¡Vaya¡¿Haciendo vida social con este hermoso tiempo, comodoro?! –se
burló nuestro protagonista.

/-Éste parece ser el "momento oportuno" /–pensó maliciosamente Jack Sparrow.

-¡Veo que estás completamente mojado! –le dijo James haciendo caso omiso
al sarcasmo y a la trampa que se tendía sobre él.

-¡No¡Si estoy completamente seco¡Hace un sol excelente el día de
hoy¡¿Sabe?! –le replicó con ironía.

-¡Pero ya es de noche! –replicó James sin entender del todo la sátira de
Jack.

-¡Usted es un tonto, comodoro¡¡Atchíiisss!!

Y sin que Jack Sparrow se lo esperara, Norrington, luego de haber
titubeado unos momentos, se sacó la casaca y la colocó sobre la
sorprendida pirata.

-¡¿Pero qué está haciendo?! –preguntó un tanto confundida la que antes
había sido un hombre.

-¡Es para evitar que se moje menos y no tenga tanto frío!

Jack y James se miraron directamente a la cara, ella estaba sentada en
el piso, y él se mantenía dificultosamente parado frente a ella.

Entonces, la capitana preguntó extrañada:

-¡¿Por qué quiere ayudarme¡Somos enemigos!

James calló unos momentos antes de responder:

-Yo… ¡yo no lo sé¡No lo sé!

Jack insistió, debía comenzar a tender su telaraña alrededor de su presa:

-¡¿Por qué me traicionaste, Norry¡Juntos íbamos a hacer grandes cosas!

En ese momento, la tormenta parecía comenzar a menguar. El atribulado
hombre volvió a quedarse callado, muy ensimismado, pensando, haciéndose
la misma pregunta una y otra vez desde que la había traicionado. ¿Por
qué lo había hecho?

-¡Yo soy un militar! –respondió al fin-. ¡Vivo para mi carrera!

-¡¿Así tengas que entregarme por un ascenso?!

Esta vez, el comodoro lo miró con más firmeza que antes.

-¡Tú eres un pirata¡Y no cambiarías eso por nada del mundo¡¿Verdad?! –lo
miró con insistencia-. ¡¿Verdad?!

Esta vez, fue Jack quien se le quedó mirando con detenimiento, impactado
por aquella verdad que no se la esperaba de boca de su enemigo.

-¡Es verdad¡Jamás lo cambiaría, ni por nada ni por nadie!

-¡¿Entonces por qué no puedes entenderme¡Yo le juré lealtad absoluta a
la Corona, como tú se lo juraste a la libertad¡No somos muy diferentes
después de todo¡Nosotros somos capaces de traicionar hasta a las
personas que más queremos por nuestros ideales!

Una vez más, Jack se quedó impresionado por aquella indiscutible verdad.
Era como si el comodoro pudiera leer su corazón. Pero Jack no podía
darle la razón a James, tenía que escaparse, y por eso, él estaba
dispuesto a salirse con la suya. Como sea. Ahora o nunca era el momento
de actuar.

/-¡Todo sea por salvar mi "virginidad"! /–pensó con desesperación, así
que definitivamente se decidió a sacrificar lo poco que le quedaba de
hombría, en forma figurada, claro.

-¡Acérquese¡Quiero decirle algo al oído! –le pidió.

Norrington dudó un poco en hacerlo, pero al fin se decidió y se hincó al
lado de su bella prisionera.

-¿Qué es lo que quiere? –preguntó, y grande fue su sorpresa cuando la
incorregible pirata le murmuró al oído:

-… ¿Pero usted es capaz de traicionar a su propio corazón, comodoro…?

-¿Eh? –no pudo evitar sorprenderse por aquella inesperada respuesta, y
la pirata, al verlo completamente abatatado, aprovechó su última
oportunidad para convencerlo, y lo besó.

Aunque lo había tomado por sorpresa aquel apasionado beso, James no hizo
nada por evitarlo, más bien se dejó manipular por tan deliciosa caricia.
Nadie se había percatado en ellos dos, pues todos se encontraban muy
atareados evitando que el barco zozobrara, y eso fue una verdadera
suerte para nuestro inmoral protagonista, pues no quería que nadie los
interrumpiera. Jack debía convencer al comodoro Norrington para que lo
liberara, era su única esperanza para no caer en manos del malvado Lord
Beckett.

Luego de algunos minutos interminables, la capitana Sparrow retiró sus
seductores labios de los de él y le dijo:

-Lo nuestro aún puede funcionar…, sólo danos una oportunidad, Norry.
Píenselo bien.

El pobre hombre la observó bastante confundido, sin saber qué pensar ni
qué decir.

Una vez que Elizabeth y tía Dalma regresaron del "Templo de la
Hechicera" junto con Al Sha'ab, abordaron el "Perla Negra" con Nefud
Yidda y un hermano del asesinado Abha, Kasar, quien quería vengarlo.

Esa misma noche en que el navío del almirante Jacobson era vapuleado por
semejante tormenta, el "Perla Negra" se hizo a la mar. Navegaba en
dirección opuesta al navío de sus enemigos, ya que no podían tomar por
el mismo camino que ellos porque era una ruta mucho más custodiada
militarmente que la ruta marítima que habían tomado desde el Mar del
Caribe hasta Arabia Saudita. Una vez que salieron del Mar Rojo y
cruzaron el estrecho de Bab-el Mandeb, se dirigieron directamente hacia
el suroeste del continente africano para doblar por el Cabo de Buena
Esperana y seguir rumbo hacia el noroeste, hacia el Mar del Caribe, y
hacia su principal objetivo: Port Royal. En donde tratarían de
interceptar a Jack y a sus secuestradores antes de que lo entregaran a
Beckett.

Pero esta era una carrera contra el tiempo, ya que la ruta que ellos
habían tomado era mucho más larga que la que sus enemigos habían tomado.
Sólo les cabía confiar en la velocidad del "Perla Negra" y que la nave
de Jacobson tuviera algunos contratiempos durante el viaje.

En cuanto atravesaron el Golfo de Adén y navegaron en aguas del Mar
Índico, el capitán Hector Barbossa llamó a todos a una reunión en su
camarote (que originalmente era de Jack Sparrow) para discutir sobre la
mejor manera de liberar al capitán Jack Sparrow antes de que tuviera su
"audiencia" con Cutler Beckett, recuperar el pergamino, destruir la
"Piedra Mística", derrotar a Alí tel Aviv y deshacer la Maldición del
Anillo de la Calavera.

Los que asistieron a la reunión fueron: Will Turner (afectado),
Elizabeth Swann (desesperada), tía Dalma (sabía mucho sobre hechizos y
maldiciones), Gibbs (afectado), Nefud Yidda (afectado y herido en su
orgullo), Al Sha'ab (afectado, además de que sabía mucho sobre la
maldición de Jetzabel), Ana María y Beatriz Grenbille (éstas últimas
entraron sin invitación) se encontraban reunidos alrededor de una gran
mesa dispuestos a discutir los temas en cuestión, y como siempre, el
capitán Barbossa era el que presidía dicha reunión mientras McKinley se
encargaba del timón para evitar que se toparan con tropas inglesas o
francesas.

-Caballeros –comenzó a hablar Barbossa con su acostumbrada
grandilocuencia, propio de un líder nato-, estamos aquí reunidos…

Un ligero carraspeo de Elizabeth lo interrumpió para llamarle la
atención, éste la miró un tanto desconcertado hasta que por fin se dio
cuenta de su "error" cuando notó que las cuatro mujeres lo miraban con
cara de ofendidas, entonces, luego de carraspear él también, se corrigió
inmediatamente.

-Damas y caballeros –aquí les sonrió a las cuatro féminas, quienes
asintieron con satisfacción-, estamos aquí reunidos para decidir qué
maniobras ejecutaremos para deshacer todo este horroroso entuerto
provocado por Jack Sparrow. ¿Algunas ideas?

Will fue el primero en hablar.

-Lo primordial sería rescatar a "Jacky" lo más rápido posible, antes de
que Jacobson y Norrington la entreguen a Beckett.

-Estoy de acuerdo –apoyó su ex prometida-. Si ese detestable sujeto
logra... (ustedes ya saben qué) a Jack, él se convertirá para siempre en
una mujer y todos los hombres que cayeron bajo su maldición enloquecerán
sin remedio –miró a Will con preocupación.

-Pero ellos tomaron la ruta mediterránea, jamás llegaremos a tiempo para
evitarlo –se quejó Al Sha'ab-. La ruta que tomamos, la de las Indias, es
mucho más larga.

-El "Perla Negra" es un navío muy veloz, si me permite usted decírselo
–aclaró Gibbs.

El árabe lo miró con cara de duda, sin creerle una pizca, pues como
ambas rutas diferían por varias leguas de distancia, resultaría
imposible alcanzar al barco de Jacobson a tiempo.

-¿Cómo lo rescataremos? –preguntó Ana María-. La armada de Port Royal
nos atacará en cuanto nos vean.

-Pues, podríamos esperarlos en tierra firme –propuso Elizabeth.

-¡¿Estás loca, muchachita?! –se quejó la joven morocha-. ¡Sería un
suicidio acercar al "Perla Negra" al puerto!

-¿Quién habló de acercar el "Perla Negra" al puerto? –refutó
inmediatamente la joven aludida-. Con que sólo pongamos al "Perla Negra"
cerca de Port Royal, un grupo de nosotros, que no sea reconocido como
piratas o delincuentes por los soldados, podría desembarcar en el puerto
y esperar allí al barco del Jacobson. Y en cuanto desembarquen… ¡Zas¡Los
atacan sorpresivamente, liberamos a Jack y les quitamos el pergamino!

-Ésa es una muy buena idea –dijo el capitán Barbossa-¿pero quiénes irían?

-¿Qué les parece si vamos Nefud Yidda, Al Sha'ab, el grandote que los
acompaña y yo? –propuso el joven Will-. No vamos a levantar tantas
sospechas como si fueran McKinley o Gibbs.

-Pues también concuerdo con esa idea –asintió el capitán, para luego
mirar hacia los árabes-. ¿Están ustedes de acuerdo?

Nefud y Al Sha'ab se miraron unos segundos antes de responder, era como
si estuvieran debatiendo aquella idea en silencio.

-Estamos de acuerdo –afirmó finalmente el líder de los ladrones.

-Muy bien. Decidida entonces la primera fase de nuestro plan –dijo el
pirata satisfecho.

-¿Y qué haremos en cuanto recuperemos a Jack Sparrow y el pergamino?
–inquirió Beatriz.

Esta vez, fue tía Dalma quien habló:

-Pues tendremos que dirigirnos hacia la isla en donde él encontró el
anillo maldito.

-¿Tú te refieres a la isla del "Cuello Torcido"? –se sorprendió Gibbs
con sumo desagrado.

-Ésa, precisamente –asintió la pitonisa con una sonrisa siniestra-. Allí
es en donde tenemos que romper el hechizo.

-¡Pero allí es en donde se encuentra el Shake Alí Tel Aviv! –exclamó muy
preocupado el contramaestre-. ¡El mismo que quiere convertir a Jack en
su concubina¡Eso significaría entregar a nuestro capitán en bandeja de
plata!

-¿Y que tiene, contramaestre Gibbs? –se mofó Barbossa mientras tomaba
una manzana verde que le ofrecía su mono Jack-. Ése tipo y yo no nos
diferenciamos mucho que digamos, pues los dos nos encontramos muertos en
vida. Yo podría combatir contra él hasta que ustedes logren romper el
hechizo.

-Eso es verdad –admitió Elizabeth-. El capitán Barbossa podría pelear
sin ningún problema con ese Tel Aviv, si aparece.

-¿Y ya sabes como romper la maldición, tía Dalma? –preguntó el joven
herrero.

La mujer lo miró con su habitual y extraña calma.

-Eso lo sabré en cuanto nos encontremos en esa isla, aún hay cabos
sueltos –respondió tranquilamente mientras los demás la miraban con
sorpresa y preocupación.

-¡Hecho, entonces! –exclamó de repente el enérgico capitán del "Perla
Negra" mientras golpeaba con su puño izquierdo la mesa de madera, luego
se volvió hacia el primer oficial y le dijo:

-Señor Gibbs, transmítale a la tripulación que se prepare para navegar
duramente hasta que lleguemos al Caribe, mientras McKinley y yo fijamos
las coordenadas adecuadas para llegar lo más rápido posible a Port Royal
sin que nos topemos con navíos enemigos.

-¡Sí, señor! –asintió inmediatamente el aludido y salió disparado del
camarote seguido por Ana María, para dar la noticia al resto de la
tripulación.

-Sólo espero que lleguemos a tiempo… -murmuró Al Sha'ab con suma
preocupación.

-Claro que lo lograremos –le rebatió en seguida el orgulloso Hector
Barbossa-. Llegaremos a tiempo para rescatar al idiota de Jack y matar a
esos cerdos traidores.

-¿Y por qué está tan seguro de que lo conseguiremos? –lo desafió Yidda
con desconfianza.

-Porque… -colocó la palma de su mano en la mesa para afirmarse sobre
ella-, viajamos a bordo de la nave más veloz de los siete mares… ¡el
"Perla Negra"¡Jah jah jah!

Y muy feliz, mordió su fruta.

La tormenta ya había pasado cuando la tripulación del "Kassala" había
divisado las costas de la isla de Sicilia y una vez que la dejaron
atrás, hizo su aparición la hermosa isla de Cerdeña. El clima ahora
había mejorado considerablemente y el barco era mecido suavemente entre
las olas mientras navegaba por el Mar Mediterráneo rumbo al oeste.

Luego de que también dejaran atrás esta isla italiana, divisaron las
paradisíacas islas Baleares, que se ubicaban frente a las costas
españolas. Ya habían dejado atrás las costas de Argelia e ingresaban
entre las costas de España y Marruecos. Muy pronto atravesarían el
Estrecho de Gibraltar, que los dejaría a sólo un pequeño gran paso de
América Central.

-Pronto estaremos navegando en aguas del Océano Atlántico, James –le
comentó tranquilamente el almirante Jacobson mientras observaba con su
dorado catalejo las bellas costas españolas-. Aquella tormenta fue una
desgracia, nos retrasó unos días y estropeó el casco del navío, pero
estoy completamente seguro de que ahora nos acompañará un clima
excelente y si sigue así, no pasará mucho cuando podamos estar frente a
Jamaica…

James Norrington, parado a su lado, permanecía en absoluto silencio,
sólo se dedicaba a sus atribulados pensamientos.

Entonces, al no recibir opinión alguna, George Jacobson lo miró intrigado.

-¿Qué es lo que te pasa? –le preguntó-. Te he notado muy extraño en
estos días.

Su amigo no dijo nada, solamente se limitó a mirarlo con una mirada
entre enfado y desesperación, pero luego bajó la vista y dio un suspiro,
un suspiro de derrotismo.

-Debo vigilar a los hombres… -excusó mientras se daba vuelta para
retirarse, pero Isabel lo tomó inmediatamente de la muñeca, impidiéndole
irse.

-Escúchame, James –le dijo-, sé que ahora estás muy confundido y enojado
conmigo, pero todo lo que he hecho lo he hecho por tu bien¿entiendes? Tú
no estás en pleno dominio de ti mismo, no sabes lo que es mejor para ti
en este momento… Sólo déjame a mí todo este asunto y pronto verás cómo
se solucionará todo.

James, quien seguía dándole la espalda, no le dijo nada, pero retiró
bruscamente su mano de la de ella. Y en cuanto quiso dar un paso para
marcharse de allí, ella habló:

-Espere, comodoro Norrington –su voz era imperiosa y a él no le quedó
otra que acatarlo-. Míreme cuando le hablo.

El comodoro apenas logró acatar su orden, pues estaba furioso con ella y
con él mismo, pero al ver a su amiga a los ojos, pudo notar la ira
brillar en ellos, y por primera vez en su vida, James supo lo peligrosa
que podía llegar a ser Isabel.

-Olvidó su casaca, comodoro Norrington –le dijo, lanzándole con cierto
desprecio dicha prenda a sus manos.

Él la miró sorprendido.

-Creo haber ordenado que no se le acercara al prisionero, comodoro
Norrington –si James a veces podía ser odioso, o Beckett un
despreciable, George (Isabel) Jacobson era una mujer terriblemente
vengativa y fría-. ¿Qué hacía su casaca de oficial sobre el prisionero?

-Yo… -comenzó a explicarse con dificultad, recordando aquel beso bajo la
tormentosa lluvia-… El prisionero estaba… Bueno, yo noté que el
prisionero se estaba mojando demasiado, así que pensé en ayudarlo un poco…

-Desobedeció mis órdenes –George le cortó de cuajo la explicación. Ella
estaba realmente furiosa-. Puedo acusarlo de desacato¿sabe?

-Yo pensé a Lord Beckett le gustaría recibir a la prisionera en plenas
condiciones... –inventó.

-Usted no está aquí para pensar, comodoro –le dijo con un desagradable y
amenazante tono de voz. Poco a poco se fue acercando e él-. Usted está
aquí para obedecer órdenes¿entendido?

James se le quedó mirando con perplejidad, jamás había visto a Isabel
tan enojada.

-¿¡Entendido!? –volvió a repetir con mucha más irritación.

-¡Sí, mi señor¡Entendido! –asintió inmediatamente mientras llevaba su
mano a la sien y se paraba bien derecho.

-¡No quiero que vuelva a acercarse al prisionero¿¡Entendido!?

-¡Sí, mi señor¡Entendido!

-¡No quiero que vuelva a faltarme el respeto¿¡Entendido!?

-¡Sí, mi señor¡Entendido! –el comodoro sintió como comenzaba a correrle
la transpiración por la espalda.

-Muy bien… -asintió con satisfacción-. Pronto aprenderás a que tú y yo
somos iguales, mi querido amigo.

Entonces, James la miró un tanto ofendido y le replicó:

-Tú y yo no somos iguales, George. Tú eres despiadado y yo no, odias a
los piratas y eres feliz torturándolos, en cambio, yo soy un militar que
solamente cumple con lo que dicta la ley y nada más –y agregó en un
susurro casi imperceptible:

-… Aunque a veces no me guste hacerlo…

Isabel sonrió condescendientemente.

-Puedes retirarte –le dijo-, y no olvides de lo que aquí se ha hablado.

-No…, señor –apenas pudo decir y se fue rápidamente de allí, bajo la
vigilante mirada de su amiga.

Sin quererlo, el doctor Chritian Jacobson había presenciado toda aquella
humillante escena y se preocupó mucho por la relación entre su sobrina y
James Norrington.

-Si sigues tratándolo así, mi querido sobrino –le dijo mientras se
presentaba ante el almirante-, vas a perderlo. Y eso es algo que
lamentarás muchísimo.

Sin darle demasiada importancia a su consejo, George sonrió bellamente y
se apoyó sobre la baranda del timón, mirando hacia el horizonte.

-No te preocupes, tío Chris –le dijo mientras volvía a sacar su catalejo
para mirar a través de él-, James está bajo el hechizo de la maldición,
está atontado por los encantos femeninos de ese sucio pirata. Él no sabe
lo que hace y yo simplemente lo estoy guiando por el buen camino.

-¿Y si no es así? –inquirió el doctor con preocupación-. ¿Y si realmente
se ha enamorado de esa mujer?

Muy seria, Isabel volvió su atención hacia su tío y le dijo:

-Eso es algo realmente imposible, tío. James jamás se enamoraría de una
mujer pecaminosa –y extendió su mano, cambiando totalmente su expresión
a una totalmente angelical-. Ven a ver el ocaso, tío, está precioso.

El doctor Jacobson así lo hizo, pero aún seguía preocupado por su
sobrina y por James. Sabía que entre Jack y su sobrina, Jack realmente
tenía un corazón bondadoso aunque lo ocultara bajo su ruda y algo
extravagante fachada, y eso era lo que le atraía a James. Sabía que el
corazón endurecido y frío de Isabel no haría otra cosa más que lastimar
terriblemente el corazón de a aquel hombre que se debatía entre el bien
y el mal, entre el amor y el deber.

"Mi querida Isabel –pensó el doctor mientras la observaba con una
expresión entre ternura y preocupación-, tu venganza está eliminando
toda tu bondad y compasión por los demás… ¿Hasta cuando seguirás
destruyéndote a ti misma?".

Más allá, apoyándose fuertemente sobre la balaustrada, un tembloroso,
iracundo y humillado James Norrington, había tomado una decisión final
respecto a él y a Jack Sparrow.

Por estrictas órdenes del almirante George Jacobson, al capitán Jack
Sparrow se lo debía mantener atado al mástil durante todo el viaje hasta
que llegaran a Port Royal. Nuestro pobre protagonista convertido en
mujer, sólo era alimentado escasamente una vez al día por un muchachito
sordomudo, quien no podía escuchar su particular jerga para lograr que
lo soltara. Aunque ya comenzaba a sentir los efectos de la debilidad
después de varios días a la intemperie, lo que realmente lamentaba
nuestro capitán, era que no le habían dado siquiera una mísera gota de
ron¡ni una!, y eso era algo que lo trastornaba por completo.

Pero a pesar de que no podía conversar con el grumete, eso no le impedía
hablar a gusto aunque no lo escuchara.

-Y como te iba diciendo, mi querido Billy, porque te llamas Billy
¿verdad? –le preguntó de reojo, pero sólo obtuvo del muchacho una mirada
entre asustada y divertida-, porque si no te llamas Billy entonces no
tendría caso llamarte Billy, pero si te llamas Billy entonces sí tendría
caso llamarte Billy¿o me equivoco?

El chicuelo volvió a sonreírle mientras le daba un poco de sopa en una
cuchara de madera, que Jack tomó con gran desgano.

-Odio la sopa¿sabes, Billy? Prefiero el ron. ¡Es la bebida de los
dioses! Y mía también… -volvió a tomar otro sorbo de sopa- ¿No tendrás
por ahí un poquito¿No? Bueno, después de todo no creo que lo tengas,
solamente ese odioso del almirante tiene ron a montones… El muy afortunado…

De repente, Jack se calló, ante la extrañeza del jovenzuelo, y se quedó
mirando hacia el horizonte.

-El ocaso está bellísimo la tarde de hoy¿no es así, Billy? –se quedó
pensativo por unos momentos-. Por eso adoro el mar… representa la
belleza de la libertad… que perderé muy pronto…

La repentina tristeza de aquella hermosa señorita morena, dejó al chico
un tanto desconcertado, y comprendiendo que ya no quería seguir cenando,
se marchó silenciosamente de allí, dejando a al capitán Jack Sparrow
contemplando con tristeza la despedida del sol.

La noche estaba completamente estrellada, se podía escuchar a las olas
chocar contra los arrecifes de las costas españolas y marroquíes. Muy
pronto cruzarían por el Estrecho de Gibraltar y entrarían en aguas
oceánicas.

El navío navegaba tranquilamente sobre las aguas mediterráneas, casi
toda la tripulación se encontraba durmiendo en sus literas de la bodega,
sólo un vigía y el timonel se encontraban despiertos, vigilando que todo
estuviera bien.

El capitán Jack Sparrow se encontraba muy atontado por el hambre, el
frío y la falta de ron. Se encontraba en una especie de letargo cuando
creyó escuchar que alguien se acercaba sigilosamente hacia él.

-Despierta –oyó que le decía una voz conocida mientras lo sacudía
suavemente.

-… No mami…, no quiero levantarme para ir a la escuela… los chicos se
burlan de mí… -fue la estúpida respuesta del adormilado prisionero.

-Por favor, Jacky, despierta ahora.

-¿Eh? –Jack comenzó a abrir los ojos al escuchar aquel sobrenombre-.
¿Norry…?

-Sí, soy yo. Vine a liberarte –le susurró mientras sonreía al verlo
volver en sí, e inmediatamente se dispuso a desencadenarlo del mástil.

-… ¿Y qué pasó con su promoción, comodoro…? –preguntó débilmente el
curioso pirata, pero un tanto desesperado por verse libre de esas
molestas y duras ataduras.

-Pues… Digamos que decidí darnos una oportunidad –le contestó mientras
terminaba de sacarle las cadenas-. Ya está. ¿Puedes levantarte?

Jack lo intentó, pero cuando dificultosamente pudo ponerse de pie, casi
se vino abajo si no fuera porque James la tomó en brazos.

-¿Qué te pasa? –le preguntó preocupado-. ¿Te sientes bien?

-… ¡Mi reino por una copita de ron…! –fue lo único que dijo la pirata y
se le colgó del cuello-… Tendrás que llevarme, Norry, yo no tengo las
suficientes fuerzas como para caminar… -le dijo casi sin aliento.

-¿Y con esto? –le preguntó mientras le mostraba una botella de ron
recién sacada de su casaca.

-¡¡RON!! –gritó Jack Sparrow loco de alegría y se la arrebató
inmediatamente de las manos para comenzar a beber su contenido con gran
desesperación.

-¡Shiiiitth! –quiso silenciarlo el nervioso comodoro mientras miraba
hacia todos lados-. No grites que nos pueden descubrir.

El capitán (o capitana) Sparrow, hizo una seña de fastidio con la mano
mientras seguía bebiendo incansablemente. Parecía un barril sin fondo,
una foca sedienta.

-Vamos, Jacky, tenemos que irnos, el tiempo apremia –le dijo mientras lo
apartaba suavemente de él-, si nos descubren estaremos perdidos. Ya
preparé una lancha con todo lo necesario. Pronto estaremos lo más cerca
posible de las costas de España, en donde podremos tocar tierra y
dirigirnos hacia algún poblado para escondernos.

Y dirigió furtivamente hacia el borde del navío.

-¿Y me podrías decir qué haremos allí una vez escondidos? –le preguntó
malintencionadamente mientras lo seguía, ocultándose entre las sombras y
agachándose cuando era necesario, como James lo hacía.

-Ya deja de decir tonterías y fíjate por donde andas… -le susurró entre
molesto y divertido.

-No te preocupes –le replicó con cierta jactancia-, soy como un gato en
la oscuri…

¡PUM¡PAF¡CRACK! Fue lo que se oyó cuando el "gato" de Jack Sparrow se
tropezó con una pequeña caja de municiones y estrelló de lleno sobre
otras cajas que llevaban especias provocando un tremendo alboroto.

James se volvió de inmediato después de hacer una mueca al escuchar
tamaño ruido, y vio a la pirata desparramada sobre unas aceitunas y
algunas cajas rotas.

-¿Qué no eras como un gato en la oscuridad? –le recriminó el comodoro
mientras se aproximaba para ayudarlo a levantarse.

-Este… Lo que pasa es que soy un gato de "pocas luces…".

Norrington torció la boca en señal de disgusto, y mientras ayudaba a su
fugitiva a levantarse, el almirante George Jacobson y un grupo de
soldados traídos de Port Said se presentaron sorpresivamente ante ellos.

-Veo que no estaba equivocado al pensar que usted liberaría a ese
cochino pirata en cuanto estuviéramos cerca de la costa en plena noche,
comodoro Norrington –acusó el almirante mientras él y sus subordinados
los apuntaban con sus armas.

-¡Glups! –fue lo único que pudo decir Jack en su defensa, puesto no
podía replicar eso de "cochino", ya que en cierta forma, era un
calificativo acertado.

Sabiendo que todo estaba perdido, James Norrington permaneció
completamente anonadado, sin saber qué hacer, al igual que Jack Sparrow.



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