Fanfic Piratas del Caribe -La Maldición del Anillo de la Calavera- *Capítulo 64: *Cuando Todo Llega a su Fin*

                                   Resumen de la historia: El capitán Jack Sparrow comete el gran error de ponerse un anillo maldito que lo transformará en mujer y le traerá un sin fin de problemas tanto a él como a quienes lo rodean, amigos y enemigos. Una elección que cambiará la vida y los destinos de todos, en especial del Comodoro James Norrington y el mismo Jack. Esta historia está ambientada después de la primera película y desarrollada durante la segunda y tercera película. Una historia larguísima pero muy entretenida, con drama, humor, acción y romance. ¡Que la disfruten!



PIRATAS DEL CARIBE: LA MALDICIÓN DEL ANILLO DE LA CALAVERA

ÚLTIMA PARTE: CARRERA CONTRA EL TIEMPO

Jack Sparrow se convierte en mujer gracias a la maldición de un anillo, en tu intento por volver a la normalidad, meterá en problemas a sus amigos y James Norrington caerá rendido a sus pies y hará hasta lo imposible para ayudar al atolondrado pirata que le robó el corazón. Una loquísima historia que comenzó como una broma y terminó como una gran historia de amor y aventuras.

Género: drama, amistad, acción, suspenso, humor, romance, violencia, aventura, fantasía, erotismo
Pareja: Jacky Sparrow/James Norrington. Elizabeth Swan/Will Turner
Personajes: Jack Sparrow/Jacky Sparrow, James Norringon, Elizabeth Swan, Will Turner, Hector Barbossa ¡y muchos más!
Calificación: para mayores de 18 años
Publicación:
Cantidad de palabras: variable
Duración: 67 capítulos la primera parte, 57 la segunda parte y 51 la última parte.
Estado: finalizado
Escritora: Gabriella Yu
Mi estilo: estoy influenciada tanto por el anime, los dramas asiáticos y la literatura universal. Me gusta hacer pasar a los personajes por duras pruebas.
Aclaraciones: Esta historia la escribí hace más de 10 años, es muy entretenida, no se arrepentirán de haber perdido el tiempo en leerla. Le tengo mucho cariño porque fue una rara mezcla que logré hacer con el drama, humor y acción. 
IMPORTANTE: contiene escenas subidas de tono XD


*Capítulo 64: *Cuando Todo Llega a su Fin*


Todo había resultado un desastre, nada había salido como lo habían
planeado: La flota del comodoro James Norrington estaba a punto de
perecer en manos de los cíclopes, al igual que el "Perla Negra". Will,
Elizabeth, James y tía Dalma se encontraban en momentos decisivos para
sus existencias, pero por más mal que todos estuvieran, pronto la suerte
comenzaría a sonreírles.

Ya decidido y suponiendo que era tiempo de utilizar el brebaje de tía
Dalma para darle su merecido a aquellos monstruosos cíclopes, el capitán
Barbossa entró por fin en acción:

-¡¡Lancen la pócima, partida de estúpidos!! –les gritó a sus hombres al
ver que más bestias seguían emergiendo de las profundidades del mar. Si
no lograban distinguir entre los verdaderos y los falsos, todos la
pasarían realmente muy mal.

A una orden de Ana María, uno de los piratas estrelló un frasco de
vidrio contra la cubierta del "Perla Negra" logrando que se esparciera
un líquido verde que enseguida pasó a un estado gaseoso que se expandió
por todas direcciones.

-¡Por Dios¡Esto se pondrá peor! –exclamó muy sorprendido el teniente
Gillette mientras veía avanzar a una docena de cíclopes que muy pronto
se unirían a los que ya los estaban atacando. Entonces miró la pequeña
botella que tenía en la mano, aún incrédulo por el poder que le habían
dicho que poseía, pero no tenía otra opción más que utilizarla si no
quería que aquellas bestias destruyeran lo que quedaba se su flota.

Y así, lanzó el pequeño recipiente al suelo, sucediendo exactamente lo
mismo que en el "Perla Negra". Más allá, en el otro navío, el comandante
que la dirigía hizo lo propio.

Poco a poco, aquel extraño vapor verde comenzó a extenderse por toda la
isla y sus alrededores como si fuera una tenebrosa niebla espesa, pero
logrando su cometido: eliminó todos los cíclopes ilusorios y dejó a la
vista a los que eran reales.

-¡Mire, señor! –exclamó Ana María mientras señalaba hacia los cíclopes
verdaderos-. ¡Sólo son dos¡Y son los que están atacando uno de los
barcos de la armada!

-¡Excelente¡Uno menos! –festejó Barbossa maliciosamente mientras lo
constataba con su catalejo, luego lo bajó y miró a la muchacha mientras
su tripulación comenzaba a dominar su miedo y a calmarse al darse cuenta
de que el "Perla negra" aún no había sido atacado. Pues todo el horror
que vivieron había sido producto de las ilusiones de la "Piedra Mística".

-Preparen los cañones, caballeros –les ordenó su capitán mientras le
brillaban los ojos por la emoción y su mono "Jack" por fin se sentaba en
su hombro, completamente tranquilo -. ¡Acabemos con esos asquerosos
monstruos de una vez por todas!

-¡¡Sí, mi capitán!!-asintieron todos completamente reanimados por las
palabras de Hector Barbossa y se pusieron manos a la obra.

El teniente Gillette ya se había percatado que solamente quedaban dos
cíclopes reales de todos los que habían estado atacándolos, y esos dos
eran justo los que estaban atacando a una de sus embarcaciones y eso no
lo iba a permitir por mucho más tiempo.

-¡Caballeros¡Carguen los cañones de inmediato¡Debemos salvar a nuestra
gente! –era increíble cómo el valor y la razón volvía a la mente de
todos una vez que ya no eran dominados por el miedo irracional-.
¡Acabaremos con esas bestias!

-¡¡Sí, señor!! –exclamaron todos al unísono y se dispusieron a seguir
sus órdenes.

Viéndose al descubierto, los dos cíclopes que casi habían logrado hundir
al barco de la marina real, se apresuraron para atacar a los otros dos
navíos, pero fueron inmediatamente atacados por los feroces cañonazos
del "Perla Negra" y del resto de la armada real.

Aunque estos monstruos mitológicos eran enormes, la lluvia de balas de
cañón era lo suficiente como para herirlos terriblemente. Aullando de
dolor, los cíclopes comenzaron a blandir amenazadoramente sus garrotes
en un vano intento de destruir a sus enemigos, pero por más que se
esforzaran, ya éstos habían logrado herirlos mortalmente.

Luego de aquel estruendoso retumbar de cañones, la nube de pólvora de
disipó para revelarles a los tripulantes de las tres naves, que habían
terminado con la vida de aquellos extraños seres mitológicos, cuyos
cuerpos se hundieron en las aguas.

-¡¡Acabamos con los malditos!! –gritó eufórica Ana María mientras se
afirmaba a la barandilla para mirar y festejar, enseguida se escuchó a
todos los hombres gritar al unísono una ovación de victoria.

-Jamás imaginé que sería tan feliz hasta este momento siendo mi vida
como es –comentó Beatriz mientras se sacaba de encima a un aterrado
Henry McKinley, quien desde un principio se le había prendido como
garrapata, muerto de miedo-. ¡Quítate ya de encima, cobarde! –le regañó
mientras le daba un empujón.

-Bien, bien –dijo el capitán Hector Barbossa mientras se acomodaba sobre
su cabeza su mojado sobrero-. Creo que ahora debemos ir a rescatar al
condenado Jack Sparrow¿no es así, Jack? –le inquirió sonriente a su
pequeño monito que se había aferrado a su hombro como siempre lo había
hecho.

-¡¡Vamos por el maldito bastardo, caballeros!! –Les ordenó a sus
hombres-. ¡¡Prepárese para el desembarco, partida de inútiles!!

Y mientras la tripulación del "Perla Negra" se ponía manos a la obra,
las cosas no iban muy bien en la "Cueva del Tesoro de la Calavera Dormida".

El malvado jeque, Alí Tel Aviv, se disponía a acabar con la vida del
comodoro Norrington, quien yacía maltrecho en el suelo gracias a los
malos tratos que le había propinado el capitán Jack Sparrow, pero el
sólo hecho de ver a su querida pirata comportarse como si nada le
importara ya, lo había deprimido de sobremanera, entregándose a su suerte.

El Jeque sonrió complacido, el ver la cara de desesperación y
desconsuelo en el rostro de su enemigo era algo que no se comparaba a nada.

-Despídete de tu mujer, perro infiel –le dijo mientras se paraba a su
lado y alzaba amenazadoramente su espada observándolo con desprecio-,
pronto yacerá junto a mí en su lecho nupcial…

Los ojos de James centellaron de ira al escuchar semejante
presagio¡jamás permitiría algo así¡Eso era una injusticia para Jacky!, y
sin que Alí Tel Aviv se lo esperara, el oficial sacó su mosquete con
increíble velocidad y le disparó directo hacia el corazón.

Sorprendido, el maligno árabe retrocedió unos pasos mientras se miraba
la herida. El impacto había dado justo en el blanco. Luego, dirigió su
atención hacia el oficial, quien aún permanecía en el suelo sosteniendo
el arma con mano temblorosa, desafiante.

-¿Crees que con esto podrás matarme? –le preguntó con ironía y
desprecio, sonriendo despectivamente al verlo abrir los ojos
desmesuradamente al darse cuenta que no le había hecho ningún daño.

-¡¿Acaso no te das cuenta que yo ya estoy muerto?! –le gritó enfurecido
al tiempo que le propinaba una tremenda patada en el estómago, dejándolo
encogido por el dolor.

-… ¡Aaagggh…! –se quejaba James, aquel puntapié había sido mucha más
fuerte que el golpe que se había dado en la cabeza. Sufriendo por la
agonía, el pobre hombre dirigió su vista hacia la capitana Sparrow,
quien ni siquiera lo estaba mirando, permaneciendo parada como una
estatua sin expresar el más mínimo sentimiento.

-… ¡Ja-jacky, ayúdame…! –la llamó suplicante mientras extendía su brazo
hacia ella y sus ojos se llenaban de lágrimas al verla en ése estado. El
jeque Alí Tel Aviv ya se había aproximado otra vez a él, dispuesto a
acabar con su vida.

Pero justo cuando el malvado muerto viviente estaba por descargar el
golpe de gracia sobre su indefensa víctima, lo vio sorprenderse, como si
hubiera visto algo detrás de suyo, algo que no se esperaba ver.

El jeque, alarmado, quiso darse vuelta para ver de lo que se trataba,
pero recibió de inmediato un doloroso cuchillazo en medio de la espalda
haciéndolo trastabillar y soltar el sable para tratar de sacarse el
objeto en cuestión, pero por más que lo intentara, sus manos no lograban
alcanzarlo.

Furioso, se volvió para ver a su atacante, y grande fue su sorpresa
cuando vio que solamente era un muchachito quien lo había atacado por la
espalda. Era Billy quien le había salvado la vida al comodoro James
Norrington.

El chico había atravesado la extensa cueva sin ser visto por nadie y
había encontrado la daga que Jack había escondido en la casaca de James.
Su fuerte intuición lo había guiado hasta allí justo a tiempo para poder
evitar una desgracia. Y sin quererlo, le había hecho daño al Jeque Tel
Aviv con la única cosa que podía matarlo: la daga que Jezabel había
utilizado para mutilarse.

-Maldito mocoso del demonio… -murmuró rabioso el malherido árabe
mientras comenzaba a caminar hacia Billy, quien comenzó retroceder asustado.

Sin darle tiempo a nada, el Jeque le dio un terrible cachetazo que lo
mandó directo contra la pared de la caverna, desmayándolo con el golpe.

-¡Acabaré contigo, maldito perro de Zatanás¡Te arrepentirás por haberme
hecho esto! –lo amenazó mientras sacaba una pequeña daga curva dispuesto
a desollarlo vivo, pero de repente, James se le lanzó encima para
sujetarlo y evitar aquel horrible asesinato. Fastidiado, el árabe lo
tomó fuertemente por la cara y lo incrustó contra la pared.

-Creo que primero tendré que acabar contigo, maldito infeliz –lo
sentenció mientras le presionaba la adolorida y lastimada cabeza contra
aquel durísimo muro de piedra. Norrington. Muerto de dolor, trataba de
liberarse, pero nada podía hacer con la formidable fuerza de aquel
hombre, ni siquiera podía gemir por el horrendo dolor que lo atormentaba.

Cuando el jeque ya estaba a punto de clavarle la daga en el estómago,
alguien había tomado el cuchillo que le había incrustado el joven Billy
y le desgarró la espalda todo a lo largo.

Gimiendo de dolor, el jeque Alí Tel Aviv soltó a su presa y se volvió
una vez más para saber quién lo había atacado esta vez.

-Creo que ya te estás pasando, viejo –le dijo una sonriente capitán del
"Perla Negra" mientras lo amenazaba con la espada de James Norrington y
con la daga en la otra mano.

-¿¡Tú¡¿Por qué me atacaste?! –exigió saber el incrédulo Tel Aviv.

Jacky volvió a sonreír con esa manera tan atractiva que sabía hacer.

-Pues olvidaste una muy pequeña pero importante cuestión, amigo: /Yo soy
el capitán Jack Sparrow. /

Y sin darle tiempo a nada, le clavó la daga en el corazón y el jeque Alí
Tel Aviv cayó al suelo duro como una piedra, aparentemente muerto.

-… o quizás, porque recuperé mi conciencia gracias a la daga, eunuco –le
dijo mientras lo miraba con desprecio para luego dirigir su atención
hacia donde se encontraba el comodoro Norrington, y se sorprendió al
verlo de pie, mirándolo detenidamente.

Entretanto, en la vegetación tropical de la isla, el cíclope que tenía
prisionera a la desamparada Elizabeth, seguía haciéndola sufrir a la vez
que éste refunfuñaba por el molesto loro de Cotton que seguía
sobrevolando sobre su cabeza. La joven Swann ya se había dado por
vencida en sus vanos intentos de llamar la atención de su ex novio y se
había desmayado a causa de la desesperación y la presión que ejercía la
mano del monstruo sobre ella.

El rufián del desierto, Nefud Yidda, hacía rato que se había dado a la
fuga marchándose junto a Kassar y a un secuestrado Cotton hacia la cueva
en dónde estaba Jacky luego de haber derrotado a un desconcentrado
William Turner.

Por alguna razón que no comprendía muy bien, el muchacho no había
perseguido a su contrincante en el amor, sino, que se había quedado
parado sin moverse un centímetro, paralizado y con la mano derecha
lastimada a causa de un corte que le había hecho Nefud para que soltara
su espada. La mente y el corazón de Will se encontraban en un completo
caos. Algo le faltaba, pensaba, algo no andaba bien. Sabía que en lo más
profundo de su interior había algo que intentaba avisarle a gritos que
él se había olvidado de alguien a quien había amado con todo su ser. Una
persona tan importante por la cual hasta daría su vida. Pero… ¿quién sería?

Will, desesperado, se tomó la cabeza con ambas manos tratando de ordenar
sus confusos pensamientos, obligándose a sí mismo a recordar lo que
había olvidado. De pronto, rebuscando en su interior, una imagen difusa
se presentó en su mente, parecía ser una hermosa mujer. El joven armero
volvió a gemir angustiado, aquella imagen se le había escapado, pero
luego, volvieron a él pequeños fragmentos de una hermosa voz infantil.
Era la voz de una niña:

/-//"Está bien. Mi nombre es Elizabeth Swann"./

/-"Te estoy cuidando, Will"./

Entonces, el hermoso rostro de una niña que le parecía angelical vino a
su mente, luego, recordó más, a la misma niña, pero ya siendo una
atractiva joven:

/-"También el mío". /–Ella lo defendía, estaba con él, lucharía por él.

/-"No. Es un pirata".//-/Entonces, un beso, un anhelado beso. Bello,
hermoso. Ella lo aceptaba al fin.

/-"Will…"./

¿Quién era ella?

/-"Will…". /

¿Por qué se había olvidado de ella si sentía que lo era todo para él?

/-"Te amo…"./

Estaba seguro que la amaba también, que estaba dispuesto a hacer
cualquier cosa por ella. Hasta arriesgar su propia vida… ¿pero quién era
ella?

/-"¡¡Will!!"/

De pronto, algo pasó. Fue como si algo parecido a un relámpago hubiera
atravesado horizontalmente su mente, provocando un quiebre en sus
recuerdos olvidados, despertándola al fin.

¡¡Era Elizabeth, su querida y valiente Elizabeth¡Ella lo estaba
llamando!!¡¡Necesitaba su ayuda¡¡Se estaba muriendo!!

-¡¡ELIZABEEEETH!! –Will gritó el nombre se su amada recordándola al fin
mientras giraba con una velocidad asombrosa y lanzaba la espada con su
característica fuerza hacia el único ojo del cíclope, incrustándoselo e
hiriéndolo a muerte.

Chillando de dolor, el enorme monstruo soltó a la joven para poder
llevar sus manos hacia su ojo malherido para luego salir disparado hacia
la playa.

Cuando Elizabeth cayó, William pudo atajarla a tiempo para que no se
golpeara contra el suelo. Desesperado, la acostó en la tierra y comenzó
a sacudirla desesperado tratando de despertarla.

-¡Elizabeth¡Reacciona¡Elizabeth! –pedía el muchacho mientras comenzaba a
llorar amargamente al ver que ella no volvía en sí. Ni siquiera respiraba.

-No… no, no, no –negó angustiosamente el joven Turner y estrechaba el
inerte cuerpo de la joven entre sus brazos, negándose a admitir la dura
realidad-. Elizabeth… Nooo… Mi amor… ¡Por qué fui tan estúpido!

Y comenzó a llorar desconsoladamente con el corazón hecho pedazos,
sintiéndose la peor basura que se pudiera encontrar sobre la faz de la
Tierra. Como un hipócrita, había dejado morir a su amada novia por culpa
de un capricho estúpido. ¡No merecía seguir viviendo!

-Perdóname, perdóname… -gemía lastimeramente mientras escondía su rostro
entre los dorados cabellos de la chica hasta que de pronto sintió cómo
una delicada mano comenzaba a acariciar su largo cabello castaño.

-… No es tu culpa, Will… -escuchó que le decían.

Sorprendido al oír aquella débil y dulce voz femenina, el muchacho alzó
la cabeza y se encontró con que su amada Elizabeth había recuperado la
conciencia. ¡Ella no estaba muerta!

-¡Elizabeth! –exclamó Will lleno de alegría mientras volvía a abrazar a
su prometida, esta vez con más cuidado que antes, pues sabía que ella
estaba delicada-. ¡Perdóname¡Perdóname¡Fui un estúpido!

-… Fue la maldición, Will, no te preocupes, no fue tu culpa… -le sonrió
la hermosa joven mientras acariciaba con sus dedos las mojadas mejillas
de su querido novio-… ¡No sabes cuánto tiempo esperé para que volvieras
a recordarme…! –Comenzó a llorar-… ¡Todo era una pesadilla sin ti…¡Me
encontraba tan sola…!

Will no podía decir nada, con solo verla llorar de esa manera le rompía
el corazón, solamente se limitaba a mirarla tristemente.

-… Bésame, Will, por favor… -pidió ella, a lo que el muchacho accedió
sin reparos y unió sus labios a los de ella en un dulce y tierno beso.

Luego de unos instantes, el gallardo joven la levantó del suelo y
llevándola entre sus brazos, comenzó a caminar a través de la vegetación
del bosque. Ella, con su cabeza recostada sobre el pecho de su prometido
y abrazándose a su cuello, le preguntó:

-… ¿Qué haremos ahora…?

-Seguiremos al loro de Cotton –respondió Will Turner con gran
determinación, pues sabía que el hechizo aún no se había roto y
necesitaba hacer algo antes de que volviera a perder la cabeza por la
versión femenina de Jack Sparrow-, él nos guiará a la cueva y acabaremos
con todo esto de una vez por todas y jamás volveré a abandonarte.

Y así, los dos desaparecieron entre los árboles y arbustos, dispuestos a
seguir adelante con ayuda de su mutuo amor.

El lugar quedó en completo silencio y sumido en la mayor soledad, sólo
se escuchaba de vez en cuando algún que otro chillido de un ave o un
mono, dándole al lugar un aspecto siniestro a pesar de que el sol
alumbraba ya desde hacía rato. Y entonces, entre una maltratada planta
espinosa, alguien que se ocultaba en ella, dijo:

-Creo que acabamos de quedarnos solos…

-¿Y-y el cíclope?

-¡Vendrá por nosotros!

-¡Vámonos de aquí!

-¡¡Aaaaaaaaaaaaaaaahhhhhh!! –gritaron al unísono Pintel, Ragetti,
Murtogg y Mullroy mientras salían huyendo despavoridos de los matorrales
hacia la dirección que había tomado la pareja.

Mientras tanto, en la cueva, Isabel Jacobson había tomado una dura
decisión con respecto a su tío, no importaba cuanto le doliera, no
importaba cuánto le costara, ella tenía una deuda con sus padres y su
hermanito y debía cumplirla costara lo que le costara. Ella acabaría con
aquel espíritu perverso asesinando a su propio tío.

En el momento en que Abdul quiso asestarle el golpe de gracia con su
espada y cortarle la cabeza, el almirante George Jacobson giró sobre sus
rodillas y bloqueó el golpe con su filoso sable japonés. Sorprendido, el
sirviente árabe le peguntó:

-¿Q-qué estás haciendo¿Por qué no te dejas matar¿Acaso piensas acabar
con tu propio tío?

-Sé muy bien porqué decidiste poseer a mi tío –le respondió esta-.
Tienes miedo de que yo sea el único capaz de hacerte frente a ti o a tu amo.

-¿Eso crees¡Jah jah jah! –se rió tratando de disimular su desconcierto,
pero su frente estaba perlada por el sudor-. Me parece que estás divagando…

-No. Yo casi nunca me equivoco –lo desafió mientras se levantaba
empujando la espada de su oponente con su sable, soportando todo el
dolor que le provocaban las heridas que tenía por todo el cuerpo. La
fuerte determinación que revelaban sus ojos celestes puso muy nervioso
al árabe.

A pesar de que Abdul era un espíritu, sabía muy bien que si aquella
mujer lograba herir gravemente el cuerpo que había poseído, él tendría
que vagar de nuevo entre las tinieblas de la muerte, ya que el verdadero
dueño de aquel cuerpo no había muerto y Abdul estaba condenado a ser
arrastrado junto a él hacia el mundo de los muertos. El cuerpo que había
tenido antes había sido el suyo desde hacía varias centurias al igual
que el de su amo. ¡Maldito el día en que aquel sucio pirata había
acabado con su verdadero cuerpo!

Abdul no tuvo más tiempo para seguir pensando en lo que le pasaría si
era asesinado otra vez, ya que el almirante Jacobson comenzó a atacarlo
con una agilidad increíble, la misma que había desplegado cuando derrotó
al pirata Bart "Sangre Negra" Morgan.

El árabe hacía lo que podía, pero no era nadie para hacerle frente a
aquella insensible mujer, solamente le quedaba convencerla con palabras
para que no acabara con él.

-¡Éste es el cuerpo de tu tío! –le decía mientras seguía defendiéndose
desesperadamente con su sable árabe-. ¡Si me matas él morirá también!

-¡Cállate! –le gritó ésta mientras seguía atacándolo-. ¡No lograrás
hacerme cambiar de parecer!

No. Ella no quería escucharlo. Sabía que si lo hacía la haría dudar y
desistiría entonces de su plan. Amaba a su tío, sí, él la había acogido
con todo cariño y apoyado en todo cuando ella había perdido a toda su
familia… Pero, su venganza estaba primero y estaba segura de que su tío
Christian no hubiera querido que lo usaran para poder matarla. Isabel
sabía que él hubiera preferido morir antes de ser el culpable de la
muerte de su querida sobrina.

Aunque se le rompiera el corazón en mil pedazos, ella asesinaría a su
amado tío.

Abdul no tenía nada que hacer, sus esfuerzos eran inútiles ante los
ágiles ataques de su enemigo. Por más mandobles que intentaba, no podía
romper la defensa de aquella peligrosa mujer, quien se acercaba aún más
hacia su objetivo.

Y entonces, en un momento dado, Isabel logró arrebatarle el arma con un
poderoso espadazo, hiriéndole la mano, luego, en un veloz movimiento
giratorio, se colocó detrás del sorprendido Abdul y se dispuso a
cortarle la cabeza de un solo golpe, pero justo cuando estaba por
hacerlo, escuchó un quejido proveniente de la garganta de su enemigo, y
para su desconcierto, lo vio caer pesadamente al suelo, inconsciente.

Sin entender nada de lo que había pasado, el almirante Jacobson se hincó
ante el cuerpo de su tío para averiguar lo que le había sucedido. Grande
fue su sorpresa cuando éste abrió lentamente sus ojos, la miró
dulcemente y le dijo:

-… Pequeña… Tu tío ha vuelto…

Con sus bellos ojos enormemente abiertos y luego de asimilar
difícilmente aquellas palabras, Isabel comprendió al fin, que había
estado a punto de matar insensiblemente a la persona que más amaba en
todo el mundo por culpa de su estúpido egoísmo. ¡Había estado a un
segundo de cometer el error más grande de su vida!

Lentamente, la arrepentida joven se inclinó sobre su tío para abrazarlo
y comenzar a llorar amargamente como hacía muchos años que no lo hacía.

Jacky Sparrow y James Norrington volvían a reencontrarse después de que
ambos creyeran que jamás volverían a verse. La corta distancia que los
separaba les parecía ahora muy larga.

A pesar de que la atracción entre ellos era mutua y muy fuerte, los dos
aún se resistían a entregarse a aquella pasión, luchando contra sus
propias convicciones y personalidades.

-Pensé que usted había muerto… -le dijo la versión femenil del capitán
Jack Sparrow, tratando a duras penas de reprimir sus impulsos femeninos
de lanzársele a sus brazos, agradecido por verlo con vida y aterrorizado
por encontrarlo tan lastimado-. ¿Otra vez herido? Se ve que le encanta
llamar la atención…

-Oh, sí… –le sonrió suavemente mientras apoyaba su espalda contra la
pared de piedra-. El señor Turner y la señora Dalma se encargaron se
salvarme la vida con una de esas monedas malditas… -miró a la pirata
entre una expresión de ternura y acusación-. Pero usted casi se encarga
de acabar personalmente conmigo, capitana Sparrow, así que yo… me vi
obligado a defenderme… Lo siento, yo quería rescatarla y solamente he
conseguido todo lo contrario… Realmente no tengo madera de héroe…

-Ya le dije que no confiara en los piratas…, mucho menos en uno
convertido en mujer y que ya está loco…

-Pues con gusto estaría otra vez dispuesto a arriesgar mi vida por
volver a confiar en ti.

-Sigue siendo un tonto, comodoro cursi… –la pirata comenzó a acercarse
lentamente hacia él, balanceándose un tanto y jugando con la daga y la
espada que sostenía en cada mano.

-Lo sé, lo sé… -asintió Norrington cansadamente mientras apoyaba su
cabeza en la pared y cerraba los ojos. Los golpes y las heridas que
había recibido lo habían debilitado bastante.

Luego de unos segundos, volvió a abrirlos y se encontró con el hermoso
rostro de la capitana del "Perla Negra" a sólo unos centímetros del
suyo. Ella había dejado las armas a un lado y había colocado sus manos a
cada lado de los hombros del comodoro, "encerrándolo".

Ambos se miraron directamente a los ojos en completo silencio, sintiendo
cómo la tensión iba creciendo con cada segundo que pasaba y sus
corazones empezaban a latir con más fuerza. ¿Hasta cuándo podrían
resistirse a la tentación?

-L-lamento haberlo herido de esta manera… -le dijo Jacky nerviosamente
mientras le limpiaba suavemente la sangre de la nariz con su manga-. Ese
maldito jeque me incitó a atacarlo… Pero yo no estaba del todo
idiotizado¿sabe? Eso era lo peor, aunque no quería lastimarlo, no podía
evitarlo. Todo me parecía una horrenda pesadilla de la que no me podía
despertar.

-Y-yo también sentía lo mismo… -le dijo James con un hilo de voz,
inmóvil ante la enorme personalidad de Sparrow.

-En realidad… -seguía limpiándole la sangre de la cara mientras acercaba
cada vez más su rostro al de él-. En realidad no había advertido lo
mucho que lo extrañaría si lo perdía… -volvió a colocar su mano al lado
del agitado oficial.

-… Yo también pensé lo mismo… -apenas susurró James al tiempo que
cerraba nuevamente sus ojos, preparándose para lo que se veía venir,
pero..., pasaron los segundos y nada ocurrió.

El comodoro Norrington abrió los ojos desconcertado y desencantado,
descubriendo que Jack lo había dejado para ir hasta donde se encontraba
desmayado el pequeño muchacho. Bufó fastidiado, otra vez jugaba con él.

Dándole unos cuantos sacudones, el capitán Sparrow logró despertar al
chico, quien al verla, se puso tan feliz que enseguida se irguió para
abrazarla lleno de alborozo.

-¡Chico listo! –lo felicitó el capitán Jack Sparrow mientras le
alborotaba el oscuro cabello con una brusca y cariñosa restregada-.
¡Apareciste justo cuando más te necesitábamos¡Tuvimos suerte de que
usaras el cuchillo que encontré¡Le diste su merecido a ese eunuco¿Qué te
parece si vamos a ayudar a Norry?

Aunque Billy no podía escuchar nada de lo que Jack le decía, con sólo
verlo gesticular con su rostro y su cuerpo, se daba una idea de lo que
él quería.

Asintiendo siempre con una sonrisa, el muchachito acompañó a la singular
pirata hasta donde se encontraba James, quien los miraba con admiración.

-Bien, hecho. Eres muy valiente –lo felicitó mientras colocaba su mano
derecha sobre la cabeza del agradecido muchacho. Mientras lo hacía,
Jacky notó la fea herida en su brazo izquierdo y no pudo evitar sentirse
culpable.

Dándole unos golpecitos al hombro de Billy para llamar su atención, el
capitán Sparrow le indicó que alzara el sable y la daga del suelo,
luego, tomó al sorprendido comodoro por la cintura y le hizo colocar el
brazo derecho sobre sus hombros, sujetándolo por la mano.

-¿Qué hace? –inquirió James mientras la miraba con los ojos bien abiertos.

-No crea que no me doy cuenta lo que usted no quiere que me de cuenta,
porque yo siempre me doy cuenta lo que los otros no quieren que me dé
cuenta¿sabe?

-¿Eh? –el comodoro no pudo seguir aquella jerga tan embrollada, aún le
dolía mucho la cabeza, y si no le doliera, sabía que igual no la entendería.

-Usted no se ha movido un sólo centímetro de este lugar¿sabe? –Lo miró
directo a los ojos obsequiándole una amistosa sonrisa-. Por sus heridas
me doy cuenta que no puede moverse por sí mismo¿o me equivoco?

Norrington sonrió también, era una sonrisa de agradecimiento y admiración.

-Veo que usted no es fácil de engañar, capitán Sparrow.

-Lo obvio salta a la vista, comodoro Norrington, pero debo admitir (para
mi desgracia) que el eunuco de Beckett fue el único que me engañó
miserablemente –le replicó ésta mientras los dos se quedaban mirándose
como un par de tontos enamorados que no se animaban a ir más allá de lo
que habían llegado.

Pero un tirón de manga del pequeño Billiy hizo que el Jack volviera su
atención hacia él.

-¿Qué pasa, chico¿No ves que estoy preparando el terreno? –le preguntó
mientras James lo miraba extrañado al haber escuchado aquello último.

Y haciéndole unas señas desesperadas, el niño le indicó con la mano el
lugar en dónde el jeque Tel Aviv tendría que haber estado derrotado y ya
no estaba.

-¿Qué diablos le pasó al árabe? –inquirió Jack más para sí mismo que a
otro. No sabía si éste se había escapado o desaparecido… ¿Quién lo
sabía? Aquel tipo era un espíritu después de todo¿o era un revivido?

-Tenemos que reunirnos de inmediato con su extraña hechicera, capitán
Sparrow –le aconsejó James-. Ella está aquí junto a otros más para
romper el hechizo. No podemos arriesgarnos quedándonos aquí solos.

-Tiene usted razón, comodoro –asintió la pirata y enseguida echó a andar
ayudándolo a caminar. Resultaba gracioso verlos balanceándose como si
fueran un par de borrachos-, tenemos que darnos prisa si no queremos
arrepentirnos por lo que podría pasar al quedarnos aquí los dos solos.

James Norrington lo miró un tanto perplejo por aquellas palabras tan
extrañas. ¿A qué se refería realmente ella? No cabía duda que jamás
lograría entenderla del todo.

Mientras caminaban en silencio por el largo corredor de piedra seguidos
de cerca por el pequeño Billy, ambos comenzaron otra vez a sentirse
irremediablemente atraídos el uno al otro sin poder evitarlo.

Jack, que convertido en mujer era mucho más bajo que cuando era hombre,
podía sentir el peso del cuerpo del comodoro Norrington sobre el suyo,
siendo ésa una sensación muy agradable para ella/él. Desde que había
tenido aquel encuentro de hombre-mujer con Norry a bordo del buque
insignia cuando lo había rescatado de las perversas manos del capitán
McKinley hacía ya varios meses atrás, no se había dado cuenta de que
deseaba poseerlo con toda su alma.

Jack no podía saber muy bien si aquella sensación de "poseer" venía de
su lado masculino o simplemente era causada por culpa de la maldición,
pero el sólo hecho de saber que aquel acartonado hombre era capaz de
hacer cualquier cosa por él (ella, en realidad) mantenía a Jack parado
justo en medio de la línea que separaba la poca moralidad que tenía de
la gran inmoralidad de la que se dejaba arrastrar casi siempre.

No sabía si a ciencia cierta era "amor" lo que sentía por él (que
esperaba que no fuera así), pero sí sabía con certeza que era un loco
deseo por poseer a aquel fino caballero lo que lo atraía a él. El poder
corromperlo era una manzana deliciosa de la que le costaba evitar darle
un pequeño mordisco.

William Turner le había parecido que no era persona que lo entretuviera
oponiéndole resistencia a sus encantos, no, el chico hubiera sido muy
fácil de manejar, además, Jack no lo molestaba más de la cuenta por
"respeto" a Elizabeth al notar que la chica sufría mucho por culpa de la
maldición (lo cual disimulaba muy bien pero los astutos ojos de Sparrow
igualmente lo había percibido). Pero Norry…, él era otra cosa, su
resistencia y su aparente indiferencia era lo que lo había llevado a
poner sus ojos sobre él.

Pero, el juego estaba a punto de terminar y su juguete se emanciparía
muy pronto de sus encantos y volvería a ser otra vez el irascible
comodoro James Norrington, su eterno antagonista.

La pirata frunció la boca y el entrecejo, mirando sin mirar hacia un
punto que no existía, pensando. ¿Realmente quería eso¿Quería perder a su
"Norry"¡Se había acostumbrado tanto a él!

-Estamos a un paso de terminar toda esta locura –le dijo James de pronto
sacando a Jacky de sus pensamientos. Al mirarlo, ella se sorprendió al
notar en su rostro una expresión de triste resignación. ¿Acaso él
pensaba lo mismo¡Pues claro!, él le había confesado su amor tantas veces
que no cabía duda de que aquello no le gustaba para nada.

-La pasamos muy bien juntos¿verdad? –le confesó Jacky con un increíble
dejo de nostalgia mientras volvía a mirar hacia adelante.

Entonces, el extrañado James notó que la pirata se sujetó con más fuerza
de su mano y de su cintura, como si no quisiera dejarlo ir.

-Pues usted la habrá pasado bien, yo la pasé muy mal la mayor parte del
tiempo… -le replicó mientras la miraba lleno de curiosidad. ¿Acaso Jacky
tampoco quería volver a la normalidad¿Acaso ella realmente lo amaba?

-Voy a extrañar fastidiarte todo el tiempo… -le dijo la pirata son una
tenue sonrisa al recordar todo lo que habían pasado juntos.

-Me lo imagino. Usted se divirtió de lo lindo conmigo…

Seguían caminando hacia donde se encontraba el tesoro y tía Dalma. Ya
estaban muy cerca, pero aquel corto trecho les pareció eterno y doloroso.

-Pronto volveremos a ser los de antes y recuperar nuestras vidas,
capitán Sparrow…

-No sabe cuánto lo lamento por usted, comodoro… -bromeó tristemente la
pirata.

De pronto, Norrington se detuvo y la miró directo a los ojos.

-Voy a extrañarla a usted, señorita Sparrow, no al capitán Jack Sparrow.
A él lo odiaré con toda mi alma en cuento vuelva a verlo.

-Estás loco, él y yo somos la misma persona.

-¡No! –Negó el oficial sacudiendo la cabeza con vehemencia-. ¡No lo
son¡Jamás lo será para mí!

-Entonces… No tenemos elección¿verdad? –le preguntó resignada la pirata.

-Me temo que no –James negó con la cabeza-. Si se queda así todos
nosotros enloqueceremos y usted no tendrá paz jamás mientras sea
perseguida como un trofeo de caza. Debemos romper el hechizo… nos guste
o no.

-Entonces… -le propuso mientras colocaba suavemente sus esbeltas manos a
ambos lado del cuello de su amado oficial-, no nos queda otra que
despedirnos, Norry…

Sumido en la tristeza al comprender lo que estaba ocurriendo, el joven
Billy vio cómo aquella extraña pirata se paraba de puntas de pie para
poder alcanzar los labios de su amado mientras éste se inclinaba un poco
para recibir aquel tierno beso de despedida.

Luego de unos momentos que parecieron eternos, Jacky Sparrow separó sus
labios de los de él y contempló largamente su triste semblante.

-Siento haberte utilizado de esta manera, Norry, creí que podía
divertirme contigo, pero… ¿Cuántas veces has arriesgado tu vida por mí y
yo jamás podré retribuírtelo¡Si tan solo pudiéramos vivir como lo planeamos!

"Y así yo podría delinquir sin preocupaciones…" –pensó egoístamente el
capitán del "Perla Negra".

-Lo sé, pero eso es imposible –susurraba James mientras la tomaba
delicadamente por al cintura dejándose llevar por unos momentos por sus
sueños románticos. Pero él ya había tomado una dolorosa decisión y debía
seguirla aunque se le partiera el alma-. Jacky, tú lo sabes tan bien
como yo que somos tan diferentes al igual que nuestros mundos… Eres una
persona soñadora, y yo no, debemos apegarnos a la realidad por más
difícil que sea.

Se apartó de ella y le dio la espalda mientras por dentro sentía que
comenzaba a desmoronarse.

-Muchas gracias por todo, mi querida Jacky, a pesar de todo usted me ha
hecho muy feliz cuando sufría a causa del rechazo de Elizabeth. Voy a
amarla para toda la vida y no habrá nunca más otra mujer a la que ame de
la misma manera, se lo juro por mi vida que así será.

"¡Pobre idiota romántico¡Solamente dice puras cursilerías!" –pensó la
pirata despectivamente mientras las lágrimas comenzaban a recorrer su
rostro impunemente sin que ésta lograra detenerlas al comprender al fin
que lo estaba perdiendo. Daba las gracias de que James no se diera la
vuelta, porque no le agradaba la idea de que lo viera llorar por él.

-Vamos ya –le dijo el comodoro Norrington con aparente decisión mientras
comenzaba nuevamente a caminar hacia la caverna principal, sin desear
darse vuelta para mirarla, pues sabía que no podría contenerse y no
quería llorar frente a ella-, rompamos de una vez éste maldito hechizo.

-Sus deseos son órdenes para mí, comodoro –le replicó Jack con una
disimulada jocosidad y lo tomaba del brazo para ayudarlo a caminar.

Y reprimiendo sus sentimientos de amor y tristeza, siguieron su camino
hacia la definitiva separación.

El pequeño Billy, que seguía contemplándolos con amargura, secó las
lágrimas de sus ojos y echó a andar tras ellos.




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