Fanfic Piratas del Caribe -La Maldición del Anillo de la Calavera- *Capítulo 65: ¿Se Romperá Por Fin la Maldición?*

                                    Resumen de la historia: El capitán Jack Sparrow comete el gran error de ponerse un anillo maldito que lo transformará en mujer y le traerá un sin fin de problemas tanto a él como a quienes lo rodean, amigos y enemigos. Una elección que cambiará la vida y los destinos de todos, en especial del Comodoro James Norrington y el mismo Jack. Esta historia está ambientada después de la primera película y desarrollada durante la segunda y tercera película. Una historia larguísima pero muy entretenida, con drama, humor, acción y romance. ¡Que la disfruten!



PIRATAS DEL CARIBE: LA MALDICIÓN DEL ANILLO DE LA CALAVERA

ÚLTIMA PARTE: CARRERA CONTRA EL TIEMPO

Jack Sparrow se convierte en mujer gracias a la maldición de un anillo, en tu intento por volver a la normalidad, meterá en problemas a sus amigos y James Norrington caerá rendido a sus pies y hará hasta lo imposible para ayudar al atolondrado pirata que le robó el corazón. Una loquísima historia que comenzó como una broma y terminó como una gran historia de amor y aventuras.

Género: drama, amistad, acción, suspenso, humor, romance, violencia, aventura, fantasía, erotismo
Pareja: Jacky Sparrow/James Norrington. Elizabeth Swan/Will Turner
Personajes: Jack Sparrow/Jacky Sparrow, James Norringon, Elizabeth Swan, Will Turner, Hector Barbossa ¡y muchos más!
Calificación: para mayores de 18 años
Publicación:
Cantidad de palabras: variable
Duración: 67 capítulos la primera parte, 57 la segunda parte y 51 la última parte.
Estado: finalizado
Escritora: Gabriella Yu
Mi estilo: estoy influenciada tanto por el anime, los dramas asiáticos y la literatura universal. Me gusta hacer pasar a los personajes por duras pruebas.
Aclaraciones: Esta historia la escribí hace más de 10 años, es muy entretenida, no se arrepentirán de haber perdido el tiempo en leerla. Le tengo mucho cariño porque fue una rara mezcla que logré hacer con el drama, humor y acción. 
IMPORTANTE: contiene escenas subidas de tono XD


*Capítulo 65: ¿Se Romperá Por Fin la Maldición?*


Cuando Jacky, Norry y Billy llegaron a la gran bóveda cavernosa en donde
se encontraba el "Tesoro de la Calavera Dormida", se sorprendieron al
ver lo que estaba ocurriendo: Tía Dalma se encontraba parada en medio
del tesoro mientras Nefud Yidda y sus hombres luchaban contra las
concubinas del jeque Alí Tel Aviv.

El apuesto y valiente árabe había llegado justo a tiempo antes de que
éstas asesinaran a la pitonisa y a Al Sha'ab, y como la maldición se
había debilitado gracias al accionar de Billy y la daga, habían
recuperado algo de su cordura.

Luego, como un remolino, hizo su aparición el capitán Hector Barbossa
llevándose todo por delante y atacando a diestra y siniestra con su
sable a toda ambigua mujer que se le cruzara en el camino, y para el
asombro de Jack, el capitán escocés, Henry McKinley también había ido en
su ayuda.

-Creo que empezó la fiesta sin nosotros, Norry –comentó Jacky Sparrow
mirando todo aquello con sumo interés. Pero claro, él esperaría "el
momento oportuno" para actuar-. Y como no recibimos imvitación…

James no dijo nada, sólo se limitaba a analizarlo todo con la mente de
un militar.

-Esas mujeres serán difíciles de eliminar –dijo-, son iguales a ti, nada
les puede hacer daño.

-Es por eso que no quiero intervenir aún –le replicó plácidamente.

-Eres una cobarde –acusó su compañero con una media sonrisa.

-No, está usted muy equivocado, comodoro –le negó sonriente con el dedo
índice-. Si veo que es el momento oportuno, intervengo, pero si
intervengo cuando el momento es inoportuno, entonces no es un momento
oportuno y por lo tanto, no intervengo. ¿Sabe?

-Perfectamente… –le respondió dubitativo enarcando las cejas.

En eso, tía Dalma descubrió que Jack Sparrow por fin había aparecido
junto a Norrington y la tan anhelada daga. ¡Por fin había llegado la
hora de romper el hechizo!

-¡¡Capitán Sparrow!! –lo llamó-. ¡¡Tienes que abrir ese cofre!! –y se lo
señaló en cuanto éste la miró.

Una de las concubinas del Jeque se lo había arrebatado anteriormente a
la pitonisa y pretendía escapar con él entre la multitud.

Jack bufó fastidiado, no quería intervenir aún, pero sabía que cuando
tía Dalma ordenaba algo, era que ese algo era muy importante, así que
decidió ir de todas formas. Pero antes, tenía que hacer algo muy importante.

-Cuida de Norry, Billy, te lo encargo. Él aún no está bien. –Le dijo muy
serio al muchacho, luego, dirigió su atención hacia el preocupado
comodoro y tomando su mano entre las suyas, le dijo:

-Norry, no creo que podamos volver a vernos como ahora, pero quiero que
sepas que tú siempre fuiste mi favorito… -bromeó melancólicamente.

-Jacky… yo… -una lágrima recorrió su mejilla-. Yo podría… ¿besarte por
última vez?

La capitana del "Perla Negra" asintió con una triste sonrisa
concediéndole su último deseo, entonces, James se inclinó para
obsequiarle un tierno beso en la boca a modo de despedida, segundos
después, sintió que las frágiles manos de ella se soltaban de las suya y
la vio marcharse apresuradamente de allí. De él.

-Jacky… -murmuró desconsoladamente sabiendo que ya nunca más volverían a
estar juntos.

Billy, el pequeño sordomudo, se había tomado muy en serio su papel de
guardaespaldas y se había colocado al lado del comodoro Norrington, bien
parado y derechito como un joven árbol. Entonces, el oficial se afirmó
contra la pared curvada de la caverna, suspiró mientras se tomaba el
brazo herido y miró al muchacho detenidamente.

-¿Así que te llamas Billy? Mucho gusto, joven Billy –le dijo mientras
extendía su mano para saludarlo, a lo que el chico la estrechó gustosamente.

Después de unos momentos de mirarlo un tanto preocupado, Billy le tiró
de la manga para llamar su atención y le ofreció la moneda de oro que el
comodoro le había entregado antes para su protección.

James se le quedó mirando por unos instantes, luego sonrió y le tomó de
la mano y le cerró el puño, negando aquel objeto precioso.

-No, joven Billy, tú la necesitarás más que yo. Yo soy un oficial y he
recibido heridas mucho peores que estas, no te preocupes por esta nimiedad.

El muchachito se le quedó mirando, pero pareció entender lo que le
pedía, ya que luego de dudar un momento, volvió a guarda la moneda en el
bolsillo de su raída chaqueta marrón.

Al ver eso, la preocupación de James Norrington volvió hacia la capitana
del "Perla Negra", y la buscó con la mirada entre aquella extraña batalla.

Mientras tanto, la versión femenina del capitán Jack Sparrow ya había
alcanzado a la mujer que tenía el cofre y se lo arrebató luego de
propinarle un buen puñetazo en el rostro.

-Lo siento -se disculpó cuando ésta yacía en el suelo con las manos en
la lastimada nariz-, pero no veo la razón por la que no debería golpear
a un eunuco.

-¡¡Ábrelo ya!! –le pidió urgentemente tía Dalma.

-Ya voy, ya voy… -se quejó el pirata y se dispuso a abrir la dichosa
caja en medio de todo el jaleo que armaban los demás-. No sé porqué
tanto apuro…

Pero no llegó a abrirlo, ya que en ese mismo momento Will Turner y
Elizabeth Swann hicieron su aparición a través del corredor de la gruta
y lograron advertir un peligro justo a tiempo.

-¡¡Jaaaaames!! –exclamó la chica asustada.

-¡¡Tenga cuidado, comodoro Norrington!! –le advirtió también el muchacho
y Jack se volvió para notar con horror que éste estaba a punto de ser
atacado por la espalda por el reaparecido Jeque Alí Tel Aviv.

-¡¡Noorrryyyy!! –le gritó la asustada pirata y trató de regresar, pero
estaba demasiado lejos como para poder ayudarlo a tiempo.

-¡¡Oh!! –exclamó James horrorizado pero advertido, así que se dio vuelta
justo a tiempo para bloquear el golpe de su adversario con la hermosa
espada que el joven Turner había hecho tiempo atrás.

Ambos comenzaron a hacer fuerza con sus respectivas espadas para poder
derrotar al otro, pero por más que se esforzara, el comodoro Norrington
no iba a poder soportar por mucho tiempo aquel esfuerzo físico al que
sometía a su malherido brazo izquierdo.

Pero entonces, el pequeño Billy quiso intervenir en la pelea tratando de
clavarle nuevamente la daga al malvado jeque, pero una de las mujeres
hechizadas lo atrapó por detrás y lo alejó de allí mientras éste
pataleaba histéricamente.

Por más que lo intentara, la pobre y desesperada Jacky Sparrow no podía
avanzar con rapidez a través de aquellas odiosas y estorbosas concubinas
que trataban de detenerlo en su carrera hacia James Norrington.

"¡Norry! –Pensaba angustiado-. ¡No dejes que te mate, por favor! ¡No te
mueras! ¡Resiste hasta que yo pueda llegar!"

Pero no podía llegar, nadie podía llegar, y James ya comenzaba a ceder
bajo la fuerza del jeque, hasta que…

-¡Quítale las manos de encima, maldito! –le advirtió el gran almirante
George Jacobson al tiempo que se interponía con su imponente espada y lo
apartaba de Norrington para comenzar a batirse en duelo contra el
molesto y sorprendido Tel Aviv, alejándolo del malherido y exhausto oficial.

Aprovechando el breve momento de "paz" para el comodoro, el recuperado
doctor Christian Jacobson se apresuró a atender, con lo que tenía a
mano, el brazo dañado de James Norrington, deteniéndole así la hemorragia.

Dando un profundo suspiro de alivio por Norry (que increíblemente se lo
debía al odioso del almirante Jacobson), el capitán Jack Sparrow
procedió por fin a abrir el cofre ¡y lo hizo sin ninguna dificultad! Muy
extrañado por lo que vio en su interior, sacó una ancestral y polvosa
calavera.

-¡¡NO!! –gritó el jeque al ver que el cráneo de su amada había sido
sacado de su seguro resguardo. Quiso ir, pero el almirante no lo dejó,
obligándolo a seguir peleando.

"¡Muy bien! –pensó feliz tía Dalma-. ¡Todo va según lo supuse, lo único
que hace falta ahora es que Jack destruya ese cráneo!".

-¡Niña! ¡Comodoro! ¡Jack! ¡Vengan aquí! –les gritó imperiosa-.
¡Tráiganme el cráneo y la daga! ¡Es hora de terminar con todo esto!

-¡Eso jamás! –exclamó decidido el jeque Alí Tel Aviv y, en cuanto pudo
eludir los peligrosos ataques de Jacobson, alzó los brazos y conjuró
todos los malignos poderes oscuros del pergamino dorado que llevaba
sujeto en la larga faja violeta que envolvía su cintura:

-¡¡Esqueletos sirvientes del infierno!! ¡¡Les ordeno que emerjan de las
profundidades abismales de la tierra y les arrebaten la vida a estos
cerdos infieles de Satán!!

De pronto, la tierra empezó a temblar para el espanto de todos los
presentes (exceptuando a las concubinas) y desde ella comenzaron a
surgir espantosos esqueletos dispuestos a acabar con Will Turner y los
demás para recuperar las pertenencias de su amo (incluyendo a jack
Sparrow). Aquellos espantosos esqueletos eran los mismos que habían
aparecido a bordo del barco árabe fantasmal cuando Abdul se había
llevado a Jack por primera vez.

Pintel, Ragetti, Murtogg y Mullroy, quienes también habían entrado a la
cueva, gritaron espantados por lo que estaba pasando.

-¡Salgamos de aquí antes de que nos maten! –pidió angustiadísimo el
tuerto Ragetti a su compañero de aventuras mientras se daba media vuelta
para marcharse de allí, pero Pintel lo sujetó por el brazo y le dijo
angustiado:

-¡No podemos, tonto! ¡Acuérdate que Gibbs trató de entrar con nosotros y
se quedó atascado en la entrada de la cueva!

-¡Es cierto! ¡Y a ti casi te pasa lo mismo! –opinó sin pensar mucho en
lo que decía, así que recibió un coscorrón bastante doloroso por parte
de su ofendido compañero y su ojo de madera salió despedido de su
cavidad ocular. Nervioso, el pobre pirata se lanzó a gatas al suelo y
comenzó a buscar frenéticamente su ojo perdido.

Mientras Murtogg y Mullroy miraban toda aquella extraña pero cómica
escena, olvidándose unos momentos de sus esqueléticos enemigos, el
oficial más delgado miró detenidamente a su compañero de armas y le dijo
inocentemente:

-Tú también casi te atascas… Deberías hacer dieta.

Mullroy nada dijo, pero lo asesinó con una fulminante mirada, a lo que
su compañero no pudo evitar sonrojarse por la vergüenza.

-¿Qué te parece si vamos a ayudar al comodoro Norrington y dejamos de
hablar estupideces? –le propuso un molesto Mullroy a la vez que se
reacomodaba su fusil, listo para dispararlo.

-Como digas –asintió el otro con un mal disimulado temor y se preparó
también para la pelea-. Fue un gusto luchar a tu lado, compañero –le
dijo a modo de despedida mientras extendía su mano hacia Murtogg.

-Lo mismo digo, compañero –le replicó el otro mientras tomada la mano
amistosa pero temblorosamente.

Luego, ya hechas las formalidades pertinentes al caso, los dos se
lanzaron al ataque con temeridad, dejando al destino decidir sobre ellos.

-Son demasiados… -murmuró tía Dalma mientras miraba a su alrededor y
constataba la numerosidad de sus nuevos y esqueléticos enemigos (eran
cerca de 50), pero sabiendo que aquellos provenían del poder del
Pergamino Dorado, sabía que mucho de ellos eran pura ilusión así que
decidió utilizar lo último que le quedaba de la pócima que había creado
a partir de la Piedra Blanca para ayudar al capitán Jack Sparrow y
compañía. Y así lo hizo, y para el disgusto del Jeque Alí Tel Aviv, vio
cómo la mayoría de los guerreros esqueléticos desaparecían bajo el
efecto de la poderosa niebla verde, quedando como veinte.

-¡¡A LUCHAAAAAR!! –ordenó valientemente el almirante Jacobson a sus
compañeros para darles ánimos y comenzó a luchar frenéticamente contra
los esqueletos y las concubinas del Jeque, pero la misma Isabel, se las
vería con el propio Jeque Alí Tel Aviv.

Se había armado entonces una terrible y confusa batahola de la que era
imposible distinguir a nuestros héroes para cualquiera que los viera por
primera vez, pues ellos eran muy pocos comparados a sus enemigos. Will,
Barbossa, Jacobson, Nefud Yidda, Al Sha'ab, Kassar, McKinley, Murtogg,
Mullroy, Pintel, Ragetti y hasta Norrington y el doctor se encontraban
luchando.

-¡Es increíble que ese viejo sepa pelear! ¡Pensé que era un intelectual
afeminado! –exclamó el capitán McKinley mientras luchaba contra un
esqueleto al ver la asombrosa agilidad que desplegaba el doctor
Christian Jacobson en el arte de la espada.

-¡Él es muy bueno en el esgrima deportivo, señor McKinley! –le replicó
George a la vez que luchaba contra el jeque y dos esqueletos a la misma
vez-. ¡Es tan bueno que hasta yo tengo complicaciones para ganarle en un
duelo amistoso! ¡Pero él nunca le ha hecho daño a ningún ser vivo!

-¿¡Y entonces por qué demonios está peleando si no va a matar a nadie!?
–inquirió incrédulo el pirata.

-¡Mire bien por qué lo hace!

Curioso, Henry volvió su rostro hacia el lugar en donde el doctor se
encontraba luchando bravamente, y se sorprendió al notar que estaba
defendiendo y abriendo paso a través de sus enemigos para que la joven
mujer y el niño moreno pudieran llegar sin dificultades hacia donde se
encontraba tía Dalma. Christian Jacobson no hería a nadie con su espada,
sólo los derrotaba quitándoles los sables con rápidos y complicados
movimientos de mandoble, si eran mujeres, o miembros, en el caso de los
esqueletos.

Mientras tanto, el capitán Jack Sparrow trataba de evadir toda lucha
(innecesario o no) e intentaba llegar hasta donde se encontraba la
pitonisa para entregarle la calavera de la hechicera Jezabel, cosa que
no era muy fácil de hacer, ya que las concubinas del jeque trataban
siempre de arrebatársela.

Con su característico andar de borracho, la capitana del "Perla Negra"
comenzó a abrirse paso a través de todos sus enemigos que trataban de
arrebatarle el dichoso cráneo; se agachaba, se inclinaba, andaba a
gatas, brincaba, en fin, utilizaba toda su habilidad de escapismo
propias en él (o ella). Pero cuando ya estaba bastante cerca del lugar
en donde se encontraba tía Dalma, a orillas del cuantioso tesoro árabe,
una de las "mujeres" de Tel Aviv logró quitarle el objeto deseado, y
entonces, comenzó una cómica lucha por aquel macabro objeto.

La falsa fémina echó a correr a través de todos los combatientes directo
hacia el lugar en donde la esperaba su ansioso amo, pero, una inesperada
zancadilla del capitán Hector Barbossa la lanzó por los suelos y éste
pudo tomar la calavera sin ninguna dificultad.

-¡Tómala, mujer! –le dijo burlonamente al molesto Jack Sparrow mientras
se la lanzaba, pero con tan mala suerte, que otra de las concubinas la
cazó al vuelo con sus manos y salió huyendo.

-¡Eres una morsa inútil, Barbossa! –se quejó Jack mientras ponía los
brazos en jarra.

-¡Y tú eres una mujer! –se mofó el pirata mientras evadía al mismo
tiempo el espadazo de un enemigo.

Maldiciendo a su compañero traidor, Sparrow buscó con su mirada a la
ladrona y vio que el almirante Jacobson la había detenido con un buen
puñetazo en la cara, quitándole lo que le había robado. Acto seguido,
Jacobson, al ver que estaba siendo rodeado por sus antagonistas, lanzó
rápidamente el cráneo hacia las manos de un asustadísimo Pintel, quien
comenzó a hacer saltar la calavera entre sus manos como si ésta
estuviera muy caliente. Actuó tan torpemente que se le cayó y comenzó a
rodar a través de los pies de todos los presentes. Cada uno trató de
atraparla, pero ninguno lo logró hasta que el apuesto Will Turner lo
hizo ágilmente con su espada.

El muchacho se dio media vuelta y echó a correr hacia donde estaba tía
Dalma, pero enseguida se vio rodeado por varios esqueletos y hombres
convertidos en mujeres, así que decidió deshacerse del cráneo.

-¡Atrápenlo! –exclamó mientras se lo lanzaba a nuestros conocidos
fusileros, y fue Murtogg quien logró tomarlo entre sus manos pero no
pudo reprimir una sensación de repulsión y se lo lanzó entonces a su
amigo Mullroy, quien tubo la misma actitud y tiró la calavera lejos de
él dándole justo un buen golpe en la cabeza a Jack, quien cayó al suelo
graciosamente de costado y con los ojos revueltos.

El temible bandido, Nefud Yidda, fue quien logró alzar la calavera antes
de que una de sus enemigas lo hiciera, pero no estaba entre sus
intenciones ayudar a Jack Sparrow para que volviera a ser un hombre,
pues aún mantenía las esperanzas de casarse con la inigualable capitana
Jacky Sparrow. Quiso huir con ella, pero se topó con un molesto William
Turner, en cuyos planes no se contemplaba la posibilidad de volver a
olvidar a su querida Elizabeth.

Tomando también la calavera de Jezabel entre sus manos, el joven herrero
comenzó a forcejear por ella con su ex contrincante en el amor, como si
ambos fueran unos chiquillos que peleaban por una sabrosa golosina. La
pelea contra los esqueletos había quedado en segundo plano para ellos.

-¡Dame eso! –pedía rabioso el joven Turner-. ¡No te saldrás con la tuya!

-¡Ni lo sueñes! –se negó rotundamente el apuesto árabe-. ¡Jamás dejaré
que rompas la maldición! ¡Yo aún quiero casarme con la hermosa pirata!

-¡No sabes lo que dices!

De repente, sin que ninguno de los dos lo advirtiera a tiempo, el
capitán sin barco, Henry McKinley, les arrebató el objeto en cuestión y
salió huyendo de allí con una amplia sonrisa, dejándolos con cara de tontos.

Mientras corría con el cráneo robado evadiendo todos los intentos de sus
enemigos por quitárselo, una revivida mano esquelética (arrancada por el
nada suave Kassar) lo tomó por el tobillo y lo hizo caer de bruces al
suelo, obligándole soltar la calavera de Jezabel, que otra vez se fue
rodando entre los pies de todos los combatientes.

Ragetti, quien aún se encontraba buscando su ojo de madera, lo divisó al
fin, pero justo cuando estaba a punto de tomarlo, el cráneo empujó el
ojo y el pirata lo tomó en su lugar. Asustado con lo que tenía entre sus
manos, Raggeti dio un grito y lanzó hacia atrás la calavera, que, con
tan mala suerte, otra vez le dio a Jacky en la cabeza cuando ésta recién
se había levantado del suelo, quien cayó otra vez hacia atrás con los
ojos en blanco y con las piernas levantadas.

Pero esta vez, fue el mono de Barbossa quien logró apropiarse del cráneo
y comenzó a saltar por encima de las cabezas de los presentes,
dirigiéndose hacia la impaciente pitonisa. Nadie pudo atraparlo, así que
logró llegar sin problemas hasta ella, y luego de unos segundos, fue
James Norrington quien también llegó.

-¿En dónde demonios se metió Jack? –le preguntó una molesta Elizabeth
Swann en cuanto lo vio llegar.

-No lo sé, Elizabeth –le respondió extrañado-. Creí que ya estaba aquí.

-Pues no. No sé en qué anda ese tonto, o tonta, o lo que sea… ¡ya ni
siquiera sé qué demonios es! –replicó fastidiada la pobre joven mientras
llevaba sus esbeltas manos a la cabeza y se sentaba sobre uno de los
grandes cofres que habían sobre aquella enorme montaña de oro y joyas.
Su cuerpo y su mente ya no podían resistir tanta tensión. El cíclope la
había dejado muy mal.

-Cálmate, Elizabeth, no te pongas así –el comodoro trató de
tranquilizarla con su habitual voz flemática inglesa, colocándole una
mano sobre su hombro-. Ya verás que muy pronto todo esto se terminará.

Luego, volvió su atención hacia tía Dalma y le preguntó:

-¿Solamente falta Jacky para que podamos romper la maldición? ¿Para qué
lo necesitas?

La morena y extraña mujer asintió con la cabeza en silencio para luego
decirle:

-El niño trajo la daga, el mono la calavera, ustedes dos ya están aquí,
y necesito al capitán Jack Sparrow para que destruya la calavera con la
daga… -entonces, lo miró al oficial directo a la cara, penetrándolo con
su poderosa mirada-. ¿Estás seguro de que es esto lo que quieres,
comodoro James Norrington?

-¿Eh? –Aquella pregunta formulada tan inesperadamente lo tomó por
sorpresa-. ¿A qué se refiere con eso?

-No se haga el tonto, Norrington, usted sabe a lo que me refiero: al
inmenso amor que usted siente hacia Jacky Sparrow -. Lo escudriñó con la
mirada, poniéndolo aún más nervioso que antes-. Usted la ama
sinceramente, y dudo mucho que la maldición tenga mucho que ver con eso.

Sintiéndose avergonzado y descubierto a causa de que tía Dalma expusiera
tan abiertamente sus más recelados sentimientos, James se volvió a
Elizabeth para saber cómo lo había tomado ella. La chica lo miraba con
los ojos muy abiertos por lo asombrada que estaba al ser testigo de
aquella revelación. Ella y Will sabían que aquellos dos se atraían de
cierta manera, pero el que James estubiera seriamente enamorado de Jack
era otra cosa muy diferente.

-Amo a la capitana Jacky Sparrow, usted tiene razón sobre ello –se
volvió decidido hacia tía Dalma-. Pero también odio al capitán Jack
Sparrow, que quede eso bien claro.

-Ya veo… -asintió pensativa-. Entonces…, está usted dispuesto a cambiar
una cosa por otra, comodoro James Norrington?

James tardó unos segundos en contestar, era de por sí demasiado difícil
para él.

-Sí. Estoy dispuesto.

-¡No! –negó Elizabeth a la vez que se ponía en pie, sorprendiéndolos-.
¡Esto no es justo! ¡Tía Dalma, ¿acaso no hay otra manera de romper la
maldición?! ¿Una forma para que Jack pueda quedarse como mujer sin que
por eso le haga daño a nadie?

-Niña… -le dijo condescendientemente-, si esto que vamos a hacer no
llegara a dar resultado, no sé que otra cosa lo hará.

-¡Pero…! –insistió la muchacha tercamente, actitud propia de su
juventud, pero Norrington, mucho más grande y experimentado que ella, la
interrumpió.

-No, Elizabeth. Aún si hubiera otra forma, el capitán Jack Sparrow ya no
desea seguir siendo una mujer… -miró detenidamente a la segunda persona
que más amaba sobre el mundo-. Además, tu prometido correrá el riesgo de
perder completamente la razón, y sé muy bien que sufrirás por eso.

-Pero… -no quería darse por vencida, pero se quedó callada bajo la
impasible y decidida mirada de su ex prometido. Él ya había tomado una
decisión y la seguiría por más dura que ésta fuera.

-Si el amor que sientes por Sparrow no es verdadero, te verás libre de
la maldición como los demás –le dijo con tono serio tía Dalma-, pero si
llegara a ser sincero…, sufrirás.

-Estoy dispuesto a correr el riesgo. No creo que Jacky esté enamorada
realmente de mí y no quiero que esté conmigo si no me quiere. Además…
-la miró con determinación-, prometí olvidarme de ella y cumpliré con mi
palabra de caballero. Ayudaré al capitán Jack Saparrow para que rompa la
maldición, cueste lo que me cueste.

-Muy bien, si ya estás decidido… -extendió la daga de oro hacia él-.
Quiero que te hagas un corte en el dedo y derrames tu sangre sobre esta
calavera. Tú representarás el sacrificio.

Luego, miró a la joven mujer.

-Tú harás exactamente lo mismo que él, pero en nombre del amor.

Elizabeth y James se le quedaron mirando bastante sorprendidos, después,
se miraron entre ellos, en silencio.

Mientras tanto, Will Turner se había acercado hasta Jack Sparrow después
de haber acabado fácilmente con varios contrincantes esqueléticos y lo
ayudó a levantarse.

-¿Qué diablos estás haciendo allí, Jack? ¿Cómo se te ocurre dormir una
siesta justo ahora?

-Es que me gusta dormir en el peligro, viejo –le respondió irónicamente
mientras se llevaba una de las manos a su adolorida cabeza y se mantenía
parado con dificultad, como si estuviera tan borracho que no podía
sostenerse en pie, así que se sostenía del pobre muchacho.

-Debes llegar hasta tía Dalma, Jack, y yo voy a ayudarte a hacerlo-. Se
desenvarazó de él y se puso galantemente en guardia.

-Y yo también voy a ayudarme a hacerlo –secundó la pirata mientras
tomaba una vieja espada del suelo que había pertenecido a uno de los
esqueletos, y se puso en guardia.

Y así, ambos comenzaron a combatir contra sus enemigos con la magnífica
sincronización que siempre los había caracterizado: giraban, saltaban,
rodaban, caminaban espalda contra espalda mientras atacaban y bloqueaban
los golpes de espada enemigos. Lograban acabar con cada esqueleto que se
le cruzaba y resistir a cada concubina del jeque abriéndose paso hacia
su objetivo.

Pero, justo cuando más cerca estaban, el jeque Alí Tel Aviv (que se la
había escapado a George) les salió al paso y de un solo golpe mandó al
pobre muchacho a volar, dejando a Jacky totalmente bajo su merced. Éste,
poniéndose en guarida, comenzó a retroceder mientras decía:

-¡Hola! Lindo clima, ¿no? Aunque no se aprecie mucho desde el interior
de esta cueva… ¿Ya te dije que te abandonaré? ¿No? ¡Vaya sorpresa! Pero
bueno, así es la vida… Créeme que lo siento, pero lo nuestro jamás iba a
funcionar, a ti solamente te interesa coleccionar mujeres (por lo cual
yo estaría de acuerdo si fuera hombre) y a mí solamente me interesa el
mar y la libertad… ¿Tú me comprendes, verdad? Nuestra relación sería
demasiado esclavizante para mí…

Frunciendo muy molesto el entrecejo, el jeque la tomó fuertemente por el
brazo y la atrajo hacia sí mismo y sus rostros quedaron desamasado cerca
uno del otro.

-Ya cállate de una vez. ¿Creíste que ibas a poder escapar de mí, mujer?
–le inquirió muy molesto.

-¿De ti? Claro que sí.

–Pues no lo creo… ¡antes voy a volver a hipnotizarte!

Pero justo antes de que éste lograra siquiera comenzar con su magia, la
pirata le propinó un formidable rodillazo en la entrepierna,
doblegándolo por el intenso dolor y logrando que la soltara.

-¿Ves qué fácil fue? –le dijo con tono de burla y enseguida se dirigió
apresuradamente hacia donde se encontraban tía Dalma, Norrington,
Elizabeth y Billy, quienes estaban parados en medio del enorme tesoro,
esperándolo.

"Unos pasos más y me veré liberado de este calvario femenino, pero…"
–pensaba afligido el capitán del "Perla Negra" mientras se acercaba y su
vista se mantenía sobre su "Norry". No lo quería admitir, pero en alguna
parte de su ser no quería perder a la persona que más le interesaba en
todo el mundo.

Cuando por fin logró llegar hasta ellos (no sin haber evadido a algunas
mujeres/hombres), la persona causante de su preocupación le extendió la
mano para ayudarlo a subir por la montaña de oro y joyas preciosas.

-Y bien, capitán Jack Sparrow ¿Está usted decidido a romper el hechizo?
–le preguntó arrogantemente James Norrington con una bien disimulada
tristeza.

–Por supuesto, comodoro, en caso contrario no me encontraría aquí –le
respondió mientras hacía a un lado la mano ofrecida y "escalaba" solo
aquella "montaña de riquezas".

– ¿Qué es lo que tengo que hacer, tía Dalma? –le reguntó una vez que
estubo frente a ella.

–Toma la daga, hazte un corte en el dedo que lleva el anillo, derrama tu
sangre sobre la calavera y luego clávale la daga con todas tus fuerzas
para destruirla.

– Suena doloroso –hizo un gesto de aprensión-. ¿Y entonces se romperá la
maldición?

–No lo sé –la despreocupada pitonisa se encogió de hombros.

–Eso es lo que me gusta de ella –les dijo irónicamente a los otros tres
que tenían cara de preocupación–. Siempre está segura de lo que dice…

Y sin perder más tiempo, la capitana Jacky Sparrow tomó la daga de las
manos de tía Dalma y se hizo un corte con ella. Acto seguido, derramó
unas cuantas gotas de sangre sobre el cráneo de Jezabel (el cual no se
le escapó el hecho de que ya habían otras gotas de sangre). Luego, lo
acomodó en el suelo y se arrodilló con la daga en su mano derecha,
dispuesto a clavársela, pero justo cuando estaba por hacerlo, le
preguntó intrigado a tía Dalma:

– ¿De quién es esta sangre?

Entonces, la pitonisa miró hacia James y Elizabeth, pero su principal
atención se concentró en el oficial.

–Son de la jovencita y del comodoro: ella representa el amor y él el
sacrificio, dos cosas que destruirán el odio con el que está hecha ésta
maldición. Y tú, como el último hechizado, tienes la capacidad de
deshacer el hechizo…

Pero la capitana Sparrow ya no la escuchaba, su atención estaba
completamente centrada sobre James Norrington, quien la miraba entre una
mezcla de abatimiento y resignación. Entonces se levantó y poco a poco
se acercó a él hasta que ambos quedaron tan cerca que casi sus cuerpos
se tocaban por sí solos.

– ¿Usted representa el sacrificio? –le preguntó con disimulada burla–.
¿Y de qué demonios se sacrifica?

–Creo que usted puede imaginárselo, capitana–. Le sonrió tristemente.

–Debo confesarle que poseo mucha imaginación, comodoro.

–De eso no tengo duda, capitana… -aquellas palabras apenas pudieron
salir de su garganta, el dolor que había comenzado a sentir en su
corazón le era ya insoportable.

Y sin darle tiempo a reaccionar, la pirata se colgó de su cuello y lo
besó desesperadamente en la boca. Sorprendido, Norry la abrazó por la
cintura, dejándose besar y respondiendo mansamente a sus apasionados besos.

Elizabeth Swann se llevó ambas manos a la boca, sorprendida por lo que
veía, pero impactada por lo que representaba aquella escena: una
dolorosa separación. Y no pudo evitar que las lágrimas comenzaran a
brotar de sus hermosos ojos.

Después de aquella muestra de cariño, la atolondrada pirata acercó su
seductora boca hacia el oído de James y le confesó con voz temblorosa
pero decidida:

-Tú siempre fuiste y serás el único a quien yo he amado de verdad…

–¡Oh! –abrió los ojos enormemente por la sorpresa. Era la primera vez
que ella le decía que lo amaba.

Pero, en ese momento, Jacky se marchó, dejándolo solo y desamparado

–Jacky… –la llamó en un susurro a la vez que extendía su mano hacia
ella, pero tía Dalma se interpuso y le dijo con cierta dureza e
impasibilidad:

–Vaya a vigilar, comodoro, y que nadie interrumpa.

–Pero…

–Sé que duele, lo sé. Pero no hay otra manera, todos estaremos perdidos
si esto sigue así… ¡Ahora cumpla con su deber! ¡Sea hombre!

Y así, acicateado y cabizbajo, el comodoro James Norrington comenzó a
bajar por la montaña de monedas hacia la batalla, alejándose de la mujer
que tanto amaba para dejarla desaparecer hasta sólo convertirse en un
hermoso y nostálgico recuerdo en su atribulado corazón.

A todo eso, el jeque Alí Tel Aviv se encontraba desesperado, al ver que
sus enemigos ya casi estaban a punto de romper el hechizo y que su
disminuido ejército de esqueletos y mujeres estaba perdiendo contra un
grupo muy diverso de gente.

El almirante Jacobson, el comodoro Norrington, el capitán Barbossa, el
capitán McKinley, los fusileros Murtogg y Mullroy, los piratas Pintel y
Ragetti, el doctor Jacobson, el armero Turner, el jefe árabe Yidda, el
intelectual Al Sha'ab, el guerrero Kassar, la aristocrática Elizabeth y
hasta el pequeño Billy se encontraban luchando contra el ejército del
jeque, oponiéndoles una férrea resistencia, defendiendo una
circunferencia casi perfecta alrededor del capitán Jack Sparrow hasta
que éste lograra realizar el último paso para romper la "Maldición del
Anillo de la Calavera", destruyendo el cráneo de la hechicera Jezabel.
Todos luchaban a su manera, a su estilo, pero era Isabel Jacobson quien
peleaba nuevamente en contra de Alí Tel Aviv y no lo dejaba avanzar.

– ¡Rápido! ¡Clava la daga con todas tus fuerzas sobre esa cabeza! –le
ordenó una inquieta tía Dalma a Saprrow, pues ésta había comenzado a
sentir que una presencia maligna y peligrosa había empezado a percibirse
en el ambiente.

–Bueno, al mal paso darle prisa –versó la pirata mientras le dirigía una
última mirada de despedida a su querido "Norry" y éste también volvía su
rostro para hacer lo mismo. Ambos despidiéndose definitivamente de su
amor imposible.

Jacky tuvo que hacer acopio de todas sus fuerzas para poder levantar la
daga y hacer lo que tenía que hacer, aunque no lo quisiera.

"¿Qué te pasa? ¿Por qué dudas? ¿Te hiciste eunuco? –comenzó a insultarse
a sí mismo para darse ánimos–. ¡Eres el capitán Jack Sparrow y el
capitán Jack Sparrow es todo un hombre! (y tengo un montón de mujeres
para que lo comprueben…). ¿Acaso te enamoraste de un hombre? ¡Le dijiste
que lo amabas! ¡A él! ¡Aaaajjjhhhh! ¡Hazlo de una maldita vez antes de
que te arrepientas!".

Y así, medianamente convencida, la pirata trató de clavar la daga en la
calavera para terminar con todo de una vez por todas, pero, dicha
calavera comenzó a brillar con una luz blanquecina resplandeciente,
segando a nuestro/a protagonista.

– ¡Oh no! –exclamó tía Dalma muy alarmada mientras señalaba hacia donde
se encontraban los demás–. ¡La maldición se ha intensificado! ¡Mira!

Y así era en realidad, al verse amenazado, el espíritu vengativo de
Jezabel había incrementado su poder para controlar a sus víctimas, y
así, todos (incluyendo al mono), completamente todos los hombres dejaron
de hacer lo que estaban haciendo y se dirigieron hacia donde se
encontraba la aterrada capitana Sparrow para detenerla y hacerla suya.
Parecían un montón de zombis.

–¡¡Ah!! ¡¡Todos quieren abusar de mí!! –exclamó aterrorizado–. ¡¡Si
logran atraparme esto va a ser una orgía!! (Que, pensándolo mejor, no me
parece tan mala idea…).

-¡Maldición, Jack! ¡Quita ya esa cara de libidinoso y destruye de una
vez esa maldita calavera! –le increpó una molesta y preocupada Elizabeth
mientras intentaba, junto a el almirante Jacobson, evitar que los demás
llegaran hasta nuestro desvergonzado protagonista. Por supuesto que
ellas no podían matar a su propia gente, así que utilizaban a las otras
"mujeres" y esqueletos para echárselos encima y detenerlos a medias.
Pero por más hábil que fuera Isabel, u obstinada como Elizabeth, nada
pudieron hacer una vez que se vieron superadas en número por las
personas que ellas conocían y no tenían ninguna intención de hacerles
daño, poco a poco, éstos comenzaron a acercarse a la capitana del "Perla
Negra".

-¡Norry! ¡Will! ¡Doc! ¡Billy! (me sorprendiste) ¿Acaso no pueden
controlarse? –les dijo Jack bastante alarmado al verlos aproximarse con
desleales intenciones.

Pero, en determinado momento, cuando más cerca estaban de ella, todos
comenzaron a pelearse entre sí por el "honor" de llegar primeros hasta
su amada pirata. Los puñetazos y espadazos no se hicieron esperar entre
todos ellos, peligrando así sus vidas.

Jack veía todo aquello con bastante desconcierto, acompañando cada golpe
que se daban con una mueca graciosa y diferente.

–Me dan lástima, parecen animales en celo… Van a terminar matándose
entre todos. Creo que éste es el momento oportuno para actuar…

Y así, completamente resuelto, volvió a levantar la daga entre sus manos
y se dispuso a clavarla en el cráneo maldito de la hechicera, pero, en
cierto momento, su mirada se cruzó con la de su querido Norry y no pudo
completar su plan.

James, quien era el único que no estaba peleando contra los demás, se
encontraba parado, mirándola detenidamente, como rogándole que no lo
abandonara. Era una imagen demasiado triste como para ignorarla.

"¡Si destruyo la maldición lo perderé para siempre! –pensó desesperada
la capitana sin darse cuenta de que también había caído completamente
bajo el poder de la maldición–. ¡No! ¡Me niego a abandonarlo! ¡No
destruiré el hechizo! ¡Voy a quedarme con él!"

Ya estaba a punto de lanzar el cuchillo lejos de ella cuando notó
horrorizada que Nefud Yidda se había colocado detrás del distraído
oficial y se disponía a cortarle la cabeza con un machete.

-¡¡NNNNOOOOOOOOO!! –gritó la capitana Sparrow a la vez que hacía lo
único que podía hacer para salvarlo: deshacer la maldición.

Y así, de un solo y rápido golpe, la capitana jacky Sparrow, incrustó la
daga en la calavera, atravesándola. De repente, se escuchó un grito
aterrador y el cráneo explotó en mil pedazos, todo el lugar comenzó a
temblar y una oscura nube de polvo cubrió velozmente todo a su paso,
sumiendo a todos en una profunda oscuridad.




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