Fanfic Piratas del Caribe -La Maldición del Anillo de la Calavera- *Capítulo 57: No Hay Marcha Atrás*

                             Resumen de la historia: El capitán Jack Sparrow comete el gran error de ponerse un anillo maldito que lo transformará en mujer y le traerá un sin fin de problemas tanto a él como a quienes lo rodean, amigos y enemigos. Una elección que cambiará la vida y los destinos de todos, en especial del Comodoro James Norrington y el mismo Jack. Esta historia está ambientada después de la primera película y desarrollada durante la segunda y tercera película. Una historia larguísima pero muy entretenida, con drama, humor, acción y romance. ¡Que la disfruten!



PIRATAS DEL CARIBE: LA MALDICIÓN DEL ANILLO DE LA CALAVERA

ÚLTIMA PARTE: CARRERA CONTRA EL TIEMPO

Jack Sparrow se convierte en mujer gracias a la maldición de un anillo, en tu intento por volver a la normalidad, meterá en problemas a sus amigos y James Norrington caerá rendido a sus pies y hará hasta lo imposible para ayudar al atolondrado pirata que le robó el corazón. Una loquísima historia que comenzó como una broma y terminó como una gran historia de amor y aventuras.

Género: drama, amistad, acción, suspenso, humor, romance, violencia, aventura, fantasía, erotismo
Pareja: Jacky Sparrow/James Norrington. Elizabeth Swan/Will Turner
Personajes: Jack Sparrow/Jacky Sparrow, James Norringon, Elizabeth Swan, Will Turner, Hector Barbossa ¡y muchos más!
Calificación: para mayores de 18 años
Publicación:
Cantidad de palabras: variable
Duración: 67 capítulos la primera parte, 57 la segunda parte y 51 la última parte.
Estado: finalizado
Escritora: Gabriella Yu
Mi estilo: estoy influenciada tanto por el anime, los dramas asiáticos y la literatura universal. Me gusta hacer pasar a los personajes por duras pruebas.
Aclaraciones: Esta historia la escribí hace más de 10 años, es muy entretenida, no se arrepentirán de haber perdido el tiempo en leerla. Le tengo mucho cariño porque fue una rara mezcla que logré hacer con el drama, humor y acción. 
IMPORTANTE: contiene escenas subidas de tono XD


*Capítulo 57: No Hay Marcha Atrás*


Casi por instinto marcial, el comodoro James Norrington desenfundó de
inmediato su arma, pero en cuanto lo hizo, se dio cuenta de que ya no
había nada qué hacer, pues ambos estaban completamente rodeados, y era
prácticamente imposible ganarle al almirante Jacobson.

Comprendiendo lo mismo que su compañero, Jack le susurró por lo bajo una
pequeña y muy conocida sugerencia:

-Espera el momento oportuno, Norry…

James lo miró de reojo, pero lo obedeció y bajó lentamente la espada,
luego, por una orden de Jacobson, un soldado se la quitó junto con su
mosquete.

El almirante estaba muy, pero muy molesto con aquella situación y miraba
acusadoramente al flamante representante del supuesto sexo débil, quien
se sintió amenazado y se defendió inmediatamente.

-Él fue el de la idea –acusó rápidamente a Norrington, quien, muy
molesto por aquella insensible inculpación, lo asesinó con la mirada.

-Seguramente influenciado por usted –rebatió George Jacobson.

-¡Oh no! Yo soy toda una blanca palomita –dijo poniendo cara de
inocencia, pero al notar que el almirante no le creía ni pizca, agregó
en modo de súplica:

-Tendrá piedad¿verdad? –pidió mientras extendía las manos a modo de ruego.

El almirante Jacobson sonrió con desprecio. A él no le afectaban lo más
mínimo las súplicas de los demás.

-No habrá piedad para los traidores –aclaró, y dando una señal con la
mano, agregó:

-¡Traigan al chico!

Y para la desagradable sorpresa del capitán Jack Sparrow, un par de
soldados trajeron a rastras al muchachito sordomudo de 12 años que se
había encargado de cuidarlo, quien estaba muerto de miedo ante tal maltrato.

-Lo encontramos tratando de recuperar sus cosas, señor Sparrow –dijo el
almirante.

-Le advertí que no se dejara ver… -murmuró el comodoro bastante
contrariado, pues por pedido del chico, quien había insistido en ayudar
a la "bella señorita", le había encargado tomar las pertenencias de la
pirata que estaban colgadas en la bodega.

-¿A él no van a hacerle nada, verdad? –inquirió Jack un tanto preocupado
por el futuro del niño que le había caído tan simpático.

George sonrió significativamente y respondió:

-Prometo no hacerle daño a la pequeña rata traidora si ustedes me
prometen no tratar de escaparse otra vez.

Jack y James se quedaron anonadados con el pedido y el almirante tubo
que volver a insistir:

-¿Aceptan el trato¿No? Pues bien… ¡Tírenlo por la borda!

-¡Momento! –intervino inmediatamente el capitán del "Perla Negra"-.
¡Acepto el trato!

El almirante Jacobson volvió lentamente el rostro, sonriendo
despectivamente.

-¿De veras? Bien, muy bien… ¿Y tú, James¿Me prometes que no volverás a
intentar escaparte con el prisionero?

Luego de un momento de silencio, Norrington asintió.

-Lo prometo, George. Ahora suelta al niño, él no tiene la culpa, yo le
ordené que me ayudara.

-Claro que sí, como tú digas, amigo mío –le replicó incrédulamente y
luego le ordenó a sus hombres que encerraran al chico en una de las
prisiones de la bodega.

-Creí que ibas a liberarlo –comentó el comodoro.

-No dije eso, solamente prometí no hacerle daño.

Y mientras miraban impotentes cómo se llevaban al chico para encerrarlo,
Jack murmuró un tanto molesto:

-Tramposo igual que Barbossa…

El resto del viaje fue terrible para Jack y James, pues la una se
encontraba atada dentro de la prisión de la bodega (separado del niño
impedido), y el otro encerrado en su camarote. Luego de haber sido
separados aquella noche en que descubrieron su escape, no habían vuelto
a verse otra vez.

Por una petición hecha por el comodoro Norrington al almirante Jacobson,
éste le había concedido al pirata un mejor trato y una buena
alimentación. ¡Pero sin nada de ron!

Encerrado bajo llave en su camarote, James Norrington se ponía cada vez
más preocupado a medida que los días pasaban y se iban acercando cada
vez más a su destino final. Muy pronto tocarían puerto en Port Royal y
su "amigo" entregaría a la pobre pirata en manos de Lord Cutler Beckett…
¡Maldito el día en que había hecho aquel condenado trato con ese demonio!

Y como un león enjaulado, el comodoro iba y venía por aquella reducida
habitación. No podía condenar los actos irreflexivos de Isabel, ya que
ella estaba convencida de que lo hacía por su bien. ¡Si tan sólo ella
entendiera que lo que realmente estaba haciendo era absolutamente todo
lo contrario! Claro que no se animaba a decirle que amaba a esa
impudorosa pirata, ya que ni él mismo estaba verdaderamente seguro de
que "eso" fuera amor. James quería ayudar a Jack para que rompiera el
hechizo y así saber la verdad acerca de sus sentimientos: si todo era
producto de la maldición o tal vez amor verdadero. Si lo último
resultara ser lo acertado, él tendría que aceptar la pérdida de un gran
amor y tratar de vivir con ello cuando Jack volviera a ser hombre. Pero
si resultara ser la primera opción, entonces se vería liberado de tales
sentimientos vergonzosos y haría pagar al condenado pirata todo lo que
le había hecho pasar.

Mientras tanto, el capitán Jack Sparrow, ahora convertido en una
bellísima mujer, trataba de sobrellevar todo aquel embrollo de la mejor
manera posible: "conversando" con "Billy", su compañero de celda,
cantando todas las canciones piratas que conocía y dándose unas largas
siestas reparadoras, estrechamente vigilado por sus carceleros y sobre
todo por el almirante Jacobson.

-No te preocupes, Billy –trató de calmar al muchacho al verlo tan
asustado-, te prometo que nada malo te pasará…

El chico lo miró desesperado y parecía a punto de ponerse a llorar, él
no podía escucharlo ni comprenderlo, cosa que puso muy nervioso a
nuestro capitán. Tenía que hacer algo antes de que "Billy" se pusiera a
llorar.

-¡Oye¿Alguna vez no quisiste ser un pirata? –le preguntó mientras le
indicaba uno de los tatuajes piratas que llevaba en el cuerpo para
hacerse entender, y como el chico no era ningún tonto, captó la idea.

Entonces, lo miró con atención, olvidando momentáneamente sus penas.

-¿Quieres ser un pirata y navegar por toooodo el mundo sin que nadie te
moleste? –le hizo señales con la mano indicando el mundo y un barco
navegando entre las olas del mar.

El muchachito asintió rápidamente con la cabeza, muy entusiasmado con la
idea.

-¿Qué te parecería entonces formar parte de mi tripulación? –lo señaló
para luego señalarse a él mismo, y como contara con los dedos de la
mano, iba diciendo:

-Ya tengo a un mudo y a un enano. Creo que también está ese que le falta
un ojo. Barbossa está algo cojo pero igual puedo acogerte en mi barco…
-miró al muchacho, y sonriendo, extendió su brazo por entre los barrotes
para poder estrecharle la mano a "Billy", quien también extendió su mano
lleno de felicidad.

Y mientras se estrechaban las manos dando por cerrado el trato, Jack
exclamó con alegría:

-¡Entonces recordarás este día como el día en que el capitán Jack
Sparrow te reclutó a la tripulación del "Perla Negra"!

El jovencito se encontraba radiante de felicidad, pero el capitán
Sparrow sabía que primero tenía que verse él mismo libre de aquel asunto
antes de tomar al niño bajo su cuidado.

Jack no tenía idea de lo que sería de él en el futuro, pero no podía
evitar horrorizarse cuando se imaginaba en manos del detestable Beckett…
Le resultaba particularmente extraño el pensar que no le parecían
asquerosas las manos del comodoro Norrington…

Totalmente espantado, el ambiguo pirata sacudió la cabeza de inmediato,
tratando de quitarse esa ridícula idea de la cabeza. Estaba seguro de
que no era amor lo que sentía por aquel hombre, o eso creía, solamente
lo veía perfecto para sus futuros planes de piratería enriquecedora si
él seguía convertido en mujer. Su flamante condición de mujer fatal y la
posición social del comodoro, era justo la combinación ideal para
navegar tranquilamente sobre las aguas caribeñas a bordo de su amado
"Perla Negra". Sí, Jack era capaz de todo con tal de salirse con la suya.

Al pasar por su mente el recuerdo de su querida nave, un dejo de
nostalgia invadió su corazón.

"Hace muchos, muchos meses que no navego tranquilamente en mi querido
"Perla Negra". …" -pensó-. "Y si logro salirme con la mía, lo haré muy
pronto…".

Pero las cosas se veían muy negras para él en el futuro venidero.

Ya era casi la medianoche cuando el barco bautizado con el nombre de
"Kassala" comandado por el temido almirante George Jacobson tocó puerto
en Port Royal luego de haber viajado durante varios días desde las
lejanas tierras de Arabia Saudita.

Todo se encontraba muy tranquilo en aquel puerto del siglo XVIII, casi
toda la población del la ciudad de Port Royal (sede del gobierno
británico en Jamaica) se encontraba entregada al descanso nocturno en
sus casas desde hacía ya varias horas después del toque de queda.
Solamente algunos vigías, soldados, parias, borrachos, delincuentes y
algunos perros y gatos permanecían deambulando por la adormecida ciudad.

El cielo nocturno se hallaba completamente cubierto de nubes negras,
como si estas quisieran presagiar el terrible destino que le esperaba al
capitán Jack Sparrow.

Completamente fuera de sí, el comodoro Norrington iba y venía por todo
su camarote, muy preocupado por la suerte que correría su amada pirata
una vez que cayera en manos del despreciable Lord Cutler Beckett.
Mirando nerviosamente a su alrededor, trataba de hallar la manera de
escapar de su prisión y evitar semejante injusticia, pero por más que lo
buscara, no había cómo salir de allí; tanto la puerta como la ventana se
encontraban completamente cerradas con llave y no había ningún objeto
para que pudiera utilizar para su beneficio.

-¡Maldita sea! –protestó desesperado, y justo en ese momento, entró el
almirante Jacobson.

Por unos instantes que parecieron eternos, ambos amigos enfrentados, se
miraron detenidamente con gran desafío. Muy decidida una, muy impaciente
el otro.

-Supongo que ya notaste que llegamos a Port Royal –dijo insensiblemente
el almirante.

-Lo noté –contestó con sequedad el comodoro, aún muy ofendido por los
atropellos de su amiga, pero luego, su tono cambió entre ruego y
advertencia.

-No lo hagas, George, te lo suplico.

-¿Estás suplicando por un sucio pirata? –inquirió con incredulidad y
desprecio-. Ahora más que nunca me resulta obvio que estás bajo la
influencia de la "Maldición del Anillo de la Calavera", amigo mío, si
no, no me pedirías semejante cosa. No te rebajarías a tanto por una basura.

-Puede que sea eso o no –replicó-, pero fuera lo que fuese, no apruebo
esta sucia maniobra.

-Pero James… -le dijo condescendientemente mientras colocaba su mano
sobre el hombro de su amigo explicándole con suspicacia-, hace unos
meses tú estabas dispuesto a entregar a Sparrow cuando hiciste el trato
con Beckett. ¿Qué pasó?

Norrington permaneció muy pensativo por unos momentos. No podía refutar
eso, ya que era la completa verdad y debía lidiar consigo mismo por
aquella errónea decisión tomada. Pero no por eso tenía que pagarla Jack
Sparrow con su libertad y su supuesta "virginidad".

-Cuando tomé esa decisión –comenzó a explicar-, yo me encontraba muy
confundido respecto a mis sentimientos. No quería aceptar que Sparrow me
atraía, y creí que entregarlo a Beckett sería la mejor manera de
sacármelo de encima… Pero me equivoqué. Aunque el capitán Jack Sparrow
realmente no sea una mujer, estoy convencido de que aún así, no le
gustaría que abusaran de él como tal. No estoy de acuerdo en obligar a
alguien que no te quiere a que te ame –(al escucharle decir eso, Isabel
tembló sintiéndose inquietada)-, y esté yo hechizado o no, ahora sé que
cometí un grave error al aceptar la propuesta de ese hombre.

-¡Pero te arriesgarías a perder tu promoción por defender a un
delincuente! –se quejó Jacobson-. ¿Sabes cuánto tendrás que esperar para
tener otra oportunidad tan fácil como ésta¡Te tomaría años llegar al
rango de almirante!

-Rechazo terminantemente el título de almirante si lo tengo que
conseguir a cambio de entregar a una mujer honesta en manos de un sujeto
vil y degenerado como ese hombre.

-¡¡Eres un imbécil!! –exclamó Isabel enfurecida. ¡No podía creer que su
amigo cediera tan codiciado título por un inmundo pirata de mala
muerte!-. ¡No permitiré que cometas el error de rechazar semejante
oportunidad en tu vida por un estúpido capricho tuyo¡¡Soldados!!

Como si ya hubieran estado esperando aquella orden, un par de soldados
entraron inmediatamente al compartimiento, dispuestos a seguir sus órdenes.

-Aten al comodoro Norrington a la silla –fue el sorpresivo pedido de su
superior-. Quiero que lo vigilen estrechamente hasta que yo regrese de
realizar mi misión¿entendido?

Los oficiales asintieron de inmediato y se dispusieron a realizar
rápidamente el mandato dirigiéndose hacia el estupefacto prisionero para
atarlo a la silla.

-No puedo creer que seas capaz de hacer algo como esto. Estás
completamente… loco –le dijo James muy decepcionado mientras lo
enlazaban al asiento.

Una vez que cumplieron su cometido, los soldados salieron afuera para
vigilar la puerta, y antes de que Isabel saliera del camarote, se detuvo
en la puerta y miró a su amigo directo a la cara.

-Puede que estés en lo cierto, James, yo perdí la razón cuando ví a unos
asquerosos piratas asesinar cruelmente a mi familia sin tener piedad por
sus almas.

Y antes de que serrara la puerta, dándole la espalda a su amigo, agregó:

-…Espero que me perdones algún día…

Y se marchó, dejando a un afligido comodoro Norrington escuchar cómo le
echaban cerrojo a la puerta.

Mientras tanto, Jack había estado intentando abrir la puerta de la celda
con tal desesperación probando cualquier artilugio para lograr la tan
anhelada libertad, que había quedado con la cabeza agarrada entre los
barrotes sin poder sacarla de allí para la diversión del pequeño "Billy".

-¿Y tú de qué te ríes¿Acaso te parece que me estoy divirtiendo? Porque
si te estás divirtiendo de mi desgracia y/o intento de /escapamiento/,
te valdría más quedarte bien calladito¿sabe?

Pero por culpa de las caras que hacía Jack (entre cómicas, patéticas y
enfadas), el supuesto "Billy" no pudo evitar seguir descostillándose de
la risa tirado en el suelo de su celda.

Pero la alegría no duró mucho pues el almirante llegó y se dio con tan
patética y risible escena, que apenas si pudo evitar romper a
carcajadas. En cambio, "Billy" no pudo ocultar el terror que le
provocaba aquel hombre perverso.

-Llegó la hora, señor Sparrow… -le informó cuando logró dominarse del
todo-. Lord Cutler Beckett lo está esperando, o mejor dicho… -su rostro
se volvió malicioso-, su "novio" la está esperando.

-¿No sería mejor que me entregara mi padre antes que usted? Eso sería lo
usual¿no le parece?

George sonrió, aunque no quería admitirlo, aquella mujer siempre salía
con alguna ingeniosa frase. Muchas veces se había preguntado qué
apariencia habría tenido ese tonto de Jack Sparrow antes de convertirse
en una de su mismo sexo, ya que su recuerdo de él en el pasado era
prácticamente nulo.

-Soldados –llamó-, el señor Sparrow no puede sacar su cabeza de allí,
traigan brea, por favor.

-¿Brea? –repitió el pirata con gran preocupación.

Momentos después, ayudados con la resina, los soldados sacaron de su
"trampa" a su prisionera con la cabeza completamente embadurnada con brea.

-Ahora sí que podrán llamarme "escurridizo" –bromeo Jack de mala gana en
un vano intento de darse ánimos.

No fue muy amable el trato del almirante Jacobson para con Jack Sparrow.
Luego de sacarlo de prisión y encadenar sus manos, y ante la
desesperación de "Billy" quien permanecía aferrado a los barrotes de su
celda, lo sacó a empujones y lo arrastró bruscamente hacia cubierta
cruzando toda la bodega y las escaleras que llevaban hacia arriba. Una
vez fuera, bajaron por el puente hasta el puerto y subieron
inmediatamente a un carruaje que los estaba esperando para llevarlos
directamente hacia la casa en donde residía Lord Cutler Beckett.

Isabel no se había dado cuenta, pero su tío Christian había estado
observándolo todo escondido entre las sombras propias de un barco en la
noche.

-Esto no está bien, no está bien… -murmuró preocupado el doctor mientras
observaba al carro desaparecer entre las oscuras calles de Port Royal-.
Isabel no debería tratarlos así…

Mientras tanto, algo lejos en el horizonte, la tripulación del "Perla
Negra" por fin había divisado su destino pero con casi una hora de
retraso a comparación del "Kassala".

-Esto no va bien… -comentó Will Turner mientras observaba la brújula
mágica de Jack apuntando directamente hacia Port Royal-. Según esto,
Jacky ya se encuentra… allá.

-¡¡Condenada suerte¡¡Tal vez ya sea demasiado tarde!! –se quejó Barbossa
al escucharlo-. ¡¡Que un mal rayo parta a ese cerdo de Beckett!!

-¿Qué vamos a hacer ahora? –inquirió Elizabeth preocupada.

-Seguir con nuestro plan –fue la decisiva respuesta del muchacho
mientras miraba detenidamente hacia la ciudad de Port Royal.

-Eso nos metería en problemas –replicó Ana María-, si ese traidor de
Jacobson ya se encuentra en el puerto, también estarán muchos de sus
soldados.

-No importa, seguiremos con el plan –rebatió Will. Sus ojos brillaban
con determinación.

-Ana María tiene razón, Will –le dijo Elizabeth-, será ahora mucho más
peligroso que antes, ahora todos estarán sobre aviso y habrá mucho más
soldados que antes. Quizás…, esperándonos…

-Correré los riesgos que sean necesarios para poder rescatar a Jacky. No
me importa si después tengo a toda la armada tras de mí el resto de mi vida.

-Will… -murmuró la joven, asustada ante tanto fanatismo-, tú…

-No te preocupes, muchachita –le dijo tía Dalma-, por suerte nuestro
capitán Sparrow aún no cayó bajo las manos de ese tal Beckett. Si fuera
así, todos aquí ya hubieran perdido la razón.

Los hermosos ojos de la joven brillaron al escucharla.

-¡Tenemos chance entonces! –exclamó con renovadas esperanzas-. ¡Aún no
es tarde!

-Pero no creo que tengamos mucho tiempo –opinó la siempre despierta
Beatriz-, estoy segura que ese lindo traidor llevará a Jack directo a
ver a ese tipo apenas hayan tocado puerto.

-¡¡Pues entonces a toda marcha, señores¡¡Pónganse a trabajar, partida de
haraganes¡¡La virginidad de su capitana depende de nosotros!! –ordenó de
inmediato el capitán Barbossa a su tripulación, quienes se apresuraron a
trabajar con los aparejos y las velas para hacer más rápida la nave.

Un tanto perpleja, Elizabeth Swann murmuró para sí:

-Siempre me he preguntado a qué clase de "virginidad" se refieren con el
pervertido de Jack…

A todo eso, a bordo del navío mercante en el que había viajado Jack
Sparrow, el "Kassala", en el camerino que era vigilado por un par de
soldados, James Norrington trataba se zafarse de las sogas que
aprisionaban sus manos detrás del respaldar de la silla, desesperado por
querer ir a ayudar a su amada pirata antes de que cayera en las
inescrupulosas manos de Beckett.

-¡Maldición! –se quejó al ver que nada podía hacer con tan magníficos
nudos. Pero eso no iba a detenerlo, no señor, no iba a permitir que
ocurriera semejante injusticia con la pobre de Jacky¡tenía que liberarse
como fuera¡Aún si se rompía las muñecas!

Con renovada determinación, el comodoro reanudó con más fuerza sus
intentos por romper las cuerdas.

-Vamos… vamooos… ¡rómpanse! –pidió histérico mientras seguía forcejeando
con las sojas y sentía que la piel de sus muñecas comenzaba a abrirse al
igual que las hebras de dichas cuerdas. Al final hizo un esfuerzo tan
tremendo, que logró romper con violencia de un solo tirón las sogas que
lo aprisionaban.

James, jadeando por el cansancio provocado con semejante esfuerzo, se
miró un tanto sorprendido las muñecas adoloridas, ardorosas y
sangrantes. Y luego de unos momentos, se levantó de la silla, se fue
directo hacia la puerta y tomó el picaporte para abrirla. Frunció la
boca, era obvio que se encontraba cerrada con llave. ¿Cómo haría
entonces para salir de allí¿Acaso provocar a sus guardias?

Mientras pensaba en la mejor manera de hacer entrar a los soldados y
noquearlos para poder escaparse, el oficial de la armada se sorprendió
al escuchar una voz muy conocida detrás de la puerta. Alguien que
conversaba con sus carceleros.

De repente, James escuchó que dos cuerpos caían pesadamente al suelo, y
luego de un par de minutos, la cerradura de la puerta se destrabó.

Alarmado, el comodoro Norrington se dispuso a defenderse de la persona
que estaba a punto de abrir la puerta, hasta que… una vez abierta,
mostró a quien había abatido fácilmente a dos soldados bien entrenados.

-¿Usted? –inquirió James muy sorprendido al ver quién era.

Durante todo el viaje, el capitán Sparrow permaneció en completo
silencio para la extrañeza de George, quien ya se había acostumbrado a
su jerga incansable. Parecía estar sumido en la mayor de las preocupaciones.

-Veo que por fin a comprendido la situación en la que está metido, señor
Sparrow –le dijo entre un tono burlón e inquisitivo.

Jack lo miró a los ojos y le respondió como si nada lo preocupara,
intentando ocultar sus propios temores al enemigo:

-Es que todavía no me decido por el diseño de mi vestido de bodas.

-Usted es un imbécil –replicó el almirante un tanto contrariado y
molesto por aquella respuesta sarcástica, pues pretendía seguir
disfrutando con su desgracia.

Ambos volvieron a quedarse completamente callados.

Doce campanadas fueron escuchadas desde la torre de la iglesia, justo
cuando el pequeño carruaje tirado por un par de corceles negros llegó
ante la residencia de Lord Cutler Beckett. Una vez que el cochero detuvo
la marcha, el almirante Jacobson se apeó del carruaje bajando a
empujones a su "prisionera". Luego, ambos caminaron por el elegante
sendero que llevaba a la casa, y una vez allí, parados frente a la
entrada, George llamó a la puerta.

Pasaron unos cuantos minutos, que le parecieron eternos a nuestro
protagonista, cuando por fin se abrió la puerta mostrando ante ellos al
estirado mayordomo que se encargaba de los criados de la casa.

-¿Qué es lo que desea a estas horas, señor? –le preguntó un tanto
molesto por haber sido despertado a altas horas de la noche.

-Dígale a su señor, Lord Cutler Beckett, que el almirante George
Jacobson le ha traído un par de regalos muy interesantes –le respondió
con arrogancia.

-Bien, mi señor. Hágame el honor de pasar a la sala –le pidió esta vez
con gran amabilidad.

Una vez instalados en el elegante salón, se dispusieron a esperar a que
el mayordomo regresara con la persona buscada, mientras tanto, Jack
comenzaba a ponerse más asustado de lo que estaba, e Isabel parecía
seguir incólume ente la situación en la que se hallaban.

-Será muy interesante vivir aquí –el pirata comenzó a hablar con
nerviosismo mientras trataba de zafarse de las cadenas que lo
aprisionaban-, hay cosas muy bonitas… para robar.

Su voz resonaba entre el silencio y las paredes de aquella habitación,
volviendo la situación aún más espantosa.

George lo miró y notó su creciente preocupación. No quiso prestarle
demasiada atención, pues no quería sentir lástima por aquel sujeto que
había participado en la matanza de su familia hacía ya muchos años atrás.

Pero no tuvieron que concentrarse en sus sentimientos por más tiempo, ya
que la persona requerida bajó tranquilamente las marmoladas escaleras
detrás su mayordomo, quien iba encendiendo los finos candelabros de
plata y bronce.

-Veo que ha cumplido con su palabra, almirante Jacobson –le dijo
jocosamente el dueño de la casa en cuanto terminó de bajar las escaleras.

-Yo siempre cumplo con los tratos que hago, Lord Beckett –aún no
terminaba de agradarle aquel sujeto. Había algo en él que no le gustaba
para nada-. Le he traído el pergamino de la "Piedra Mística" que le
ayudará a controlarla, y a la versión femenina de Jack Sparrow.

-Eso veo… -opinó mientras miraba libidinosamente a la desesperada
pirata. Luego, cuando se paró frente a Jacobson, dijo con un tono de
arrogancia:

-Y yo cumpliré con mi palabra de caballero y le otorgaré a su amigo
Norringon el título de almirante.

-Que así sea entonces.

Una vez que el pergamino estuvo en manos de Cutler Beckett y luego de
haberle explicado la manera de usarlo, el almirante George Jacobson se
dispuso a retirarse inmediatamente, pero no antes de burlarse de la mala
fortuna de Jack Sparrow.

-Que se divierta, señor Sparrow...

Jack lo miró fastidiado.

-Capitán. Capitán Jack Sparrow. Así se dice.

-Ya no más, porque desde ahora en adelante usted será la "mujer" de Lord
Beckett, señorita Sparrow y jamás volverá a navegar por el mar para
asesinar personas inocentes –le replicó con desprecio para luego
desaparecer por la puerta principal ante los perplejos ojos del pirata.

-¿A-sesinar…? –repitió confundido. Pero el capitán del "Perla Negra" ya
no pudo seguir pensando en aquellas extrañas palabras, ya que el
despreciable Lord Beckett le habló con su peculiar odiosidad llamando su
atención.

-Creo que llegó la hora de arreglar las cuentas pendientes entre
nosotros, "capitana Jacky Sparrow…".

-¡Glups! –Jack tragó saliva al notar la maligna mirada de aquel hombre,
enemigo jurado desde hacía ya muchos años.

"¡Espero que alguien me ayude o terminaré pariendo hijos de este
eunuco!" –pensó completamente desesperado.

Pero nadie quien pudiera evitar semejante ultraje se encontraba cerca de
allí para ayudarlo¿acaso él (o más bien dicho, "ella") sucumbiría ante
la cruel virilidad de aquel detestable sujeto?



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