Fanfic Piratas del Caribe -La Maldición del Anillo de la Calavera- *Capítulo 58: La Astuta Trampa de Lord Beckett*

                              Resumen de la historia: El capitán Jack Sparrow comete el gran error de ponerse un anillo maldito que lo transformará en mujer y le traerá un sin fin de problemas tanto a él como a quienes lo rodean, amigos y enemigos. Una elección que cambiará la vida y los destinos de todos, en especial del Comodoro James Norrington y el mismo Jack. Esta historia está ambientada después de la primera película y desarrollada durante la segunda y tercera película. Una historia larguísima pero muy entretenida, con drama, humor, acción y romance. ¡Que la disfruten!



PIRATAS DEL CARIBE: LA MALDICIÓN DEL ANILLO DE LA CALAVERA

ÚLTIMA PARTE: CARRERA CONTRA EL TIEMPO

Jack Sparrow se convierte en mujer gracias a la maldición de un anillo, en tu intento por volver a la normalidad, meterá en problemas a sus amigos y James Norrington caerá rendido a sus pies y hará hasta lo imposible para ayudar al atolondrado pirata que le robó el corazón. Una loquísima historia que comenzó como una broma y terminó como una gran historia de amor y aventuras.

Género: drama, amistad, acción, suspenso, humor, romance, violencia, aventura, fantasía, erotismo
Pareja: Jacky Sparrow/James Norrington. Elizabeth Swan/Will Turner
Personajes: Jack Sparrow/Jacky Sparrow, James Norringon, Elizabeth Swan, Will Turner, Hector Barbossa ¡y muchos más!
Calificación: para mayores de 18 años
Publicación:
Cantidad de palabras: variable
Duración: 67 capítulos la primera parte, 57 la segunda parte y 51 la última parte.
Estado: finalizado
Escritora: Gabriella Yu
Mi estilo: estoy influenciada tanto por el anime, los dramas asiáticos y la literatura universal. Me gusta hacer pasar a los personajes por duras pruebas.
Aclaraciones: Esta historia la escribí hace más de 10 años, es muy entretenida, no se arrepentirán de haber perdido el tiempo en leerla. Le tengo mucho cariño porque fue una rara mezcla que logré hacer con el drama, humor y acción. 
IMPORTANTE: contiene escenas subidas de tono XD


*Capítulo 58: La Astuta Trampa de Lord Beckett*


Los sagaces ojos del capitán Sparrow registraron velozmente toda la
habitación en una desesperada búsqueda de alguna potencial salida. No
encontró ninguna para su desesperación, todo estaba completamente
cerrado y había guardias vigilando en las puertas y ventanas. Pero aún
así, su perspicaz cerebro seguía trabajando a toda velocidad para hallar
la forma de salir de aquel atolladero.

-¿Desea un poco de té, señorita Sparrow? Seguramente debe estar muerta
de frío con esta helada noche –ofreció inesperadamente su declarado
enemigo mientras lo liberaba de las cadenas con la llave que el
almirante Jacobson le había facilitado, tomando por sorpresa a nuestro
protagonista, quien se rehizo enseguida y declaró:

-Capitán. Capitán Jack Sparrow para usted.

-Por supuesto, como usted desee, /capitán/ Jack Sparrow –se corrigió
inmediatamente el dueño de la casa con una amplia sonrisa falsa-. ¿Qué
le parece si entramos a mi oficina y tomamos un poco de té mientras
conversamos sobre negocios?

-¿Negocios? –repitió Jack nuevamente tomado por sorpresa, pues esperaba
otra cosa por parte de aquel mal sujeto. Aún así, su sentido de la
conveniencia pudo más, y llevándose una mano al mentón, murmuró interesado:

-Interesante, muy interesante…

Con una amabilidad de caballero extraordinariamente bien fingida, Cutler
Beckett condujo a su "invitada" hacia su oficina. Una vez en ella, la
invitó a sentarse en un cómodo y largo sillón de terciopelo rojo
mientras él hacía lo mismo en otro sillón individual.

Antes de que comenzaran a tratar sobre el tema en cuestión, el mayordomo
entró al salón trayendo una fina tetera de porcelana china y se dispuso
a servirles el té en un par de costosas tazas acompañadas con algunos
sándwiches servidos en una bandeja de plata, la cual dispuso en una
elegante mesilla ratona que se encontraba entre medio de los sillones.

Mientras el criado servía el té, éste y Lord Beckett no pudieron evitar
mirar hacia los bellísimos senos que emergían a medias a través de la
raída camisa y el chaleco color azul de la sensual capitana del "Perla
Negra".

Dándose cuenta que el distraído criado estaba a punto de hacer rebalsar
el té de la taza que sostenía Beckett, el pícaro y atrevido pirata, se
inclinó un tanto hacia adelante mostrando aún más sus agraciados
"atributos", incitando que el mayordomo y Cutler Beckett se embobaran
aún más hasta que la taza rebalsó sin que ninguno de ellos se diera
cuenta, provocando que el hirviente té cayera sobre la entrepierna del
"fino caballero inglés", quien, muy adolorido y sorprendido, se levantó
de inmediato de su asiento.

-¡¡Eres un imbécil!! –culpó enfurecido al asustado mayordomo mientras
trataba de limpiarse el pantalón con una servilleta-. ¡Vete de aquí
inmediatamente¡Estás despedido!

Con el rabo entre las patas, completamente avergonzado por lo sucedido,
el criado se marchó del salón como si fuera un rayo.

El "inocente" Jack Sparrow trataba de contener la risa lo mejor que
podía mientras Beckett volvía a tomar asiento y lo miraba acusadoramente.

-¿Té? –ofreció con un dejo de furia mientras alzaba la tetera.

-Preferiría una medidita de ron, si fuera posible, claro. Pero si no
fuera posible una medidita de ron, quizás sería posible una copita de
ron. Me comprende usted¿verdad?

El inglés sonrió y volvió a colocar la tetera sobre la bandeja de plata.
Había olvidado lo mucho que le gustaba hablar del ron a ese hombre…, esa
mujer.

-No tengo ron –le dijo mientras lo miraba maliciosamente divertido. Daba
la impresión de ser un hambriento lobo disfrazado de inocente ovejita-,
pero puedo ofrecerte otras bebidas igualmente alcohólicas.

-Por mí no hay ningún problema –sus ojos se iluminaron con la idea de
saborear algo que tuviera alcohol, hacía varios días que no probaba nada
parecido desde que James le había dado un poco de ron antes de que el
almirante Jacobson los descubriera.

-Estamos de acuerdo, entonces –dijo Beckett.

Mientras Jack tomaba varios de los sándwiches y se los llevaba a la boca
sin mucho decoro, Lord Cutler Beckett se dirigió hacia la alacena en
donde guardaba sus bebidas y sacó de allí una botella de brandy. Una vez
que hubiera tomado dos copas de fino cristal, regresó a su asiento
frente a la atragantada "mujer". Una vez servido el brandy, decidió dar
comienzo a su propuesta. Pero en vez de tomar el licor, Beckett había
optado por el té.

-Señor Sparrow, tengo una propuesta imposible de declinar para usted.

-¿Y de qué s-se tra-trata…? –apenas pudo decir mientras trataba de pasar
un pedazo de sándwich por su garganta con ayuda de un poco de brandy-…
Lo sien-siento, es que no me, me alimen-taban muy, muy bie-bien en
pri-prisión… ¡Glup!

-Entiendo… -Beckett hizo una mueca de aprensión, pero trató de seguir
con el plan. Se reacomodó en su sillón y dijo mientras unía las yemas de
sus dedos:

-Trabaje como corsario para mí, y le prometo que se beneficiará
considerablemente.

-¿Cómo corsario? –repitió el pirata entre intrigado y asombrado, luego
sorbió lentamente el líquido de la copa mientras miraba detenidamente a
su enemigo, receloso de su propuesta.

-Tómelo o déjelo, capitán Sparrow, pero le advierto que tiene cinco
minutos para decidirse.

-¿O si no, qué? –lo desafió mientras se echaba sobre el respaldar del
sillón, inclinaba la cabeza a la vez que lo miraba de reojo, extendiendo
sus brazos hacia ambos lados con un sándwich en una mano y una copa de
brandy en la otra y cruzaba las piernas.

Beckett sonrió, y a modo de respuesta, se levantó de su asiento y se
dirigió hacia cada una de las puertas y ventanas, asegurándolas bajo
llave. Una vez que terminó, se volvió hacia Jack mientras guardaba el
manojo de llaves en el bolsillo de su pantalón.

-Tendrá que pasar una candente noche conmigo, como la mujer que es ahora.

Tratando de ocultar su miedo y preocupación, Jack Sparrow quiso
aparentar la mayor indiferencia posible bajo su bien conocida jerga.

-Dudo que sea usted candente, más bien me parece un eunuco… Pienso que
nos divertiríamos más jugando al ajedrez.

Lord Cutler Beckett lo fusiló con la mirada, pero el pirata convertido
en mujer siguió hablando como si nada:

-¿Sabe cuantas mujeres y hombres quisieron pasar una candente noche conmigo?

-No. ¿Cuántos?

-Incontables, interminables, ecuanemicamente impresionables –dijo
extrañamente mientras extendía más y más los brazos en forma circular.

Un tanto perplejo por aquellas palabras sin sentido, Beckett siguió
preguntando.

-¿Y cuántos lo lograron?

-Muchas mujeres tuvieron el placer, casi todas… -aquí se sintió muy
orgulloso-. Pero ningún hombre lo logrará jamás. ¿Sabe?

El representante de la East India Company sonrió maliciosamente al
escuchar aquello último.

-Siempre hay una primera vez para todo –dijo-. Me gustan mucho los desafíos.

A Jack no le gustó para nada aquel tono amenazante y oscuro. Había algo
que no andaba bien en todo aquel asunto dudoso, se lo decía su
"intuición femenina" recién adquirida.

-¿Y entonces qué me responde, capitán Jack Sparrow? –inquirió su
peligroso anfitrión cambiando de tema-. ¿Acepta la propuesta?

El capitán del "Perla Negra" lo miró dubitativo, aunque no le agradaba
ni pizca tener que trabajar nuevamente para ese cruel hombre, comprendía
que lo mejor era fingir que aceptaba el trato para poder zafar de ser
involuntariamente convertido en una verdadera "dama". Debía esperar el
momento oportuno para escapar o ser rescatado.

Ni siquiera se le cruzaba por la mente hacerle a ese desagradable sujeto
la misma propuesta indecorosa que le había hecho a Norrington¡ni
pensarlo!, aunque Lord Beckett tuviera muchísimo poder e influencia
gracias a la East India Company, era un hombre completamente malvado y
despiadado, a comparación de la "humanidad" que demostraba el comodoro
con sus fallos y sus buenos actos. Jack podía se un hombre…, perdón, una
mujer inescrupulosa en cuanto a las riquezas, pero no lo era tanto como
para entregarse enteramente a un hombre que podía ser de la peor calaña.

-¿Y bien? –insistió Lord Beckett.

-Pues… Si no tengo otra salida, acepto trabajar para usted.

-¡Excelente! –festejó el inglés mientras chocaba las palmas de sus
manos-. ¡Esto hay que celebrarlo con otra copa de brandy¡Una bellísima
mujer trabajará para mí!

-¡Ejem! –Jack llamó su atención-. Pero tengo dos condiciones que
presentarle a usted.

-¿Condiciones? –la seriedad casi volvió al rostro de Cutler-. ¿Y cuáles con?

-Número 1 –le dijo mientras alzaba el dedo índice de su mano-: me tendrá
abastecerme de ron sin importar la cantidad que le pida…

-Hecho.

-Número 2 –agregó su dedo medio-: no pienso seguir siendo una mujer,
quiero que me ayude a romper el hechizo.

-Pero se ve tan bien como una dama… -se quejó un tanto burlón.

-¡Oh¿Quién dice que yo me quejo por el sólo hecho de ser lo que soy
ahora? Lo que pasa, es que ésta maldita maldición enloquece a todo los
hombres y yo no quiero tener más problemas de los que ya he
tenido¿entiende, usted?

-Perfectamente.

-¿Podré navegar por donde me plazca a bordo del "Perla Negra?

-Por donde usted lo desee, capitán Sparrow, siempre y cuando cumpla con
su trabajo.

-¿Me dará el 50 de las ganancias? –le brillaron los ojos al pirata.

-¿Qué le parece el 10?

-¿Está loco¡Yo no trabajo por naderías! –se quejó mientras se cruzaba de
brazos al igual que las piernas-. ¿El 40?

-No puedo, piense en que tengo que rendirle cuentas a la corona… ¿20 ?

-¿30 ?

-25 , y es mi última oferta.

-¡Hecho! –y extendió la esbelta mano y estrechó la de Beckett cerrando
el trato. Luego, se recostó cómodamente sobre el sillón de terciopelo,
suspiró y dijo a modo de comentario:

-Después de todo, no fue tan mala la entrevista… Pensé que iba a
sobrepasarse con mi bellísima y sensual apariencia…

-¡Oh¡Por supuesto que no haría eso! Yo soy todo un caballero –le dijo
mientras le servía un poco de brandy en la copa.

-Pues no lo parecía cuando fue a "visitarme" en mi alcoba la otra noche
en casa del gobernador –recordó mientras llevaba la copa a sus sensuales
labios.

-Estaba furioso por lo que me hizo en la fiesta –le replicó mientras
sorbía lentamente su té y miraba detenidamente a su "invitada"-, lo que
quería era vengarme.

-¡Oh, sí¡Eso estuvo /magnifique/! –dijo Jack terminando la oración en
francés mientras sonreía al recordar lo sucedido aquella noche en el
baile, pero su rostro volvió a ponerse serio en cuanto recordó también
al comodoro Norrington. No quería reconocerlo, pero lo extrañaba.

-¿Qué opina del "almirante" James Norrington? –preguntó Beckett tomando
nuevamente por sorpresa al capitán Sparrow.

-¿Qué quiere decir con eso? –no pudo evitar ponerse nervioso, ni tampoco
ponerse rojo como un tomate-. Yo pensé que era comodoro.

-No se haga el tonto, sabe a lo que me refiero… -sus sagaces ojos
estudiaban cada movimiento de la bella pirata-. He sabido, por mis
fuentes, que usted y él se llevaban...¿cómo lo diré?: "Como una
encantadora pareja que no hacía otra cosa que llevarse intencionadamente
mal para ocultar lo que realmente sentían el uno por el otro".

Los ojos de "Jacky" Sparrow se agrandaron considerablemente al escuchar
semejante afirmación.

-Pu-pues le informaron muy mal¿sabe? Yo jamás sentiría nada por un tipo
tan acartonado como ése eunuco… Más bien, si me dieran a elegir,
preferiría a un tierno e inexperto muchachito como Will Turner… O el
cadalso…, no me agrada mucho la idea de "sentir" algo por un hombre…

-Pues una de las maldiciones de ese anillo era que usted debía
enamorarse de uno de sus compañeros.

-¿Cómo sabe usted eso¿Se lo contó algún pajarillo chismoso? –se
sorprendió el aludido.

-Exactamente –asintió mientras tomaba uno de los sándwiches-. Creo,
señor Sparrow, que ya va siendo hora que nos retiremos a la… cama –sus
ojos brillaron maliciosamente.

Un tanto nerviosa por lo último, la capitana comentó mientras miraba
fijamente a su anfitrión:

-Supongo que tendré una habitación para mí solo.

-Supone mal –fue la nada agradable aclaración-. Ambos pasaremos una
inolvidable "noche de bodas".

-E-esto no estaba dentro del trato –se quejó Jack poniéndose alerta.

-No recuero que hayamos hablado algo al respecto –fue la malintencionada
replica de Beckett mientras se recostaba cómodamente sobre su sedoso
sillón de terciopelo y mordía su sándwich-. Usted ya cerró el trato,
"señorita".

Jack Sparrow se levantó de su asiento dispuesto a presentarle
resistencia a aquel sujeto, pero se encontraba bastante perplejo al ver
a Beckett muy tranquilo. Parecía que aquel sujeto estaba completamente
seguro de que "aquello" ocurriría sin ningún problema. Sin que él
opusiera resistencia alguna.

-Perdón, pero tú no eres mi tipo –dijo tratando de demostrarle seguridad
en sí mismo mientras se dirigía hacia las ventanas con su típico
balanceo de borracho-. No quiero romperte el corazón, pero ésa es la
entera verdad –decía mientras trataba de abrir la ventana, y al ver que
ésta no se abría, trató de forzarla sacudiéndola y sacudiéndose él mismo
como era su costumbre. Al ver que nada lograba con esto (como siempre),
miró a Cutler y con una sonrisa, le dijo:

-No fuiste honesto, y yo tampoco fui honesto. Y de un par de hombres que
no son honestos, sólo se puede esperar que no sean honestos
(corrigiendo, somos una mujer y un hombre deshonestos). En ese caso, un
matrimonio de deshonestos no promete ser, honestamente hablando, una
relación muy honesta –Jack decía toda esta palabrería mientras trataba
de abrir inútilmente cada una de las puertas y ventanas sin lograr
ningún resultado positivo. Frustrado, se volvió hacia Beckett y preguntó:

-¡Bien! Está todo bien cerrado, pero eso no te asegura que la bellísima
capitana Jacky Sparrow, codiciada por todos los hombres y odiada por las
despechadas (y me refiero expresamente a Elizabeth), se entregará a tus
sucios brazos.

-No hará falta que te entregues –fue la tranquila réplica.

-Pero tú no me gustas.

-Tampoco importa.

-…No lo haré ni aunque amenaces destruir al "Perla Negra"… -dijo dudando.

-Ni se me cruzó por la mente.

Jack tragó saliva tremendamente preocupado e incapaz de seguir con sus
réplicas, ya que temía que la amenaza fuese algo más terrible que la
destrucción de su querida nave.

-¿Y si te diría que puedo hacer desaparecer todo el ron sobre la faz de
la Tierra si tú no accedes a mis deseos? –fue la sorprendente
intimidación de Lord Cutler Beckett.

Jack, con los ojos completamente desorbitados, moviendo las manos
frenéticamente, y balbuceando antes de volver a encontrar su voz,
exclamó preocupadísimo:

-¡No serías capaz¡No puedes ser tan cruel¡El ron no te hizo nada!

-La "East India Company" es dueña de casi todo el mundo, capitán
Sparrow. Nada me cuesta hacer desaparecer al ron. ¿Y bien¿Qué dices¿Lo
harás?

"¡Vil rata cobarde!" –pensó nuestro pobre capitán, sintiéndose entre la
espada y la pared. Debía tomar de inmediato una decisión: o su
virginidad o el ron.

Beckett notó un tanto extrañado los intentos de Jack Sparrow por
decidirse a pronunciar palabra alguna, hasta que por fin lo logró, no
sin tartamudear un poco y divagar entre una cosa u otra.

-…E-elijo el ron. ¡No¡Elijo mi "virginidad"¡No¡El ron, mi amado
ron¡N-no¡M-mi "virginidad"!

-Decídete ya –ordenó fastidiado su interlocutor.

-Bueno, yo… -completamente nervioso, los inquietos ojos oscuros de Jack
se dirigieron de un extremo a otro de la sala, hasta que algo llamó su
atención: la botella de brandy, los dos vasos (uno usado y el otro no),
la tetera y las dos tazas (una usada y la otra no).

-¿Por qué tú no tomaste brandy como yo? –preguntó alarmado, temiendo
sobre algo que se le había ocurrido al ver todo aquello.

-Pues, yo prefiero el té –le respondió tranquilamente.

Incrédulo, el capitán del "Perla" se echó un tanto hacia atrás y achicó
los ojos.

-No creo que un hombre que tenga intenciones de "pasarla bien" con una
mujer, prefiera tomar té a un poco de licor¿sabe?

-A menos que… -comenzó a decir Becket, dejando que su invitada terminara
la oración.

-¿… a menos que no /debiera /tomar /ese /licor?

Entonces, sonriendo siniestramente y saboreando el momento, el ex
cazador de piratas dejó lentamente la taza en la mesita y le respondió:

-Exactamente, capitana Jacky Sparrow.

-¡Me tendiste una trampa¡Me envenenaste¡Eunuco! –exclamó asustado el
pirata mientras se llevaba la mano a la garganta.

-¿Envenenarte? Nooo. Eso no sería divertido, más bien, le coloqué una
droga poderosa al brandy en cuanto supe que Jacobson había llegado hasta
aquí contigo… Yo sabía que rechazarías el té sabiendo que podrías
tomarte algún otro aperitivo alcohólico… Nunca de diste cuenta de mi treta.

-¿Y todo lo que me dijiste antes¿Qué pasará con el trato que hicimos¿Qué
hay de mi paga?

-¿Y por qué debería pagarle a mi futura esposa, señorita Sparrow? –se
levantó amenazadoramente-. No veo la necesidad de hacerlo cuando puedo
utilizarte a mi antojo una vez que te hayas convertido definitivamente
en mi esclava. No pienso esperar a que otro lo logre y yo pierda la
razón por ello.

Entonces, el capitán Jack Sparrow comprendió todo. Tanto palabrerío
había sido sólo para distraerlo de la verdadera intención del
maquiavélico Beckett, drogarlo para así dominarlo a su antojo. La
flamante pirata, supo entonces, que muy pronto se hallaría en plena
desventaja. Debía hacer algo de inmediato si no quería perder su
"virginidad" con aquel sujeto.

-¿Sabes por qué te rebelé mi engaño sino hasta ahora? –le preguntó el
inglés mientras se acercaba a la asustada capitana.

-No… ¿Por qué? –Jack comenzó a retroceder mientras sonreía estúpida y
nerviosamente.

Los ojos de Cutler Beckett brillaron con malicioso placer.

-Porque desde ahora, comenzará a hacer efecto la droga que te di.

Y como si fuera un reloj, como lo había predicho su enemigo, el capitán
Jack Sparrow, ahora convertido en una sensual pirata por culpa de un
anillo maldito, sintió que la cabeza comenzaba a darle vueltas, la vista
se le nublaba y sus otros sentidos comenzaban a fallarle
irremediablemente. Pero eso no pudo evitar que siguiera escuchando
hablar a Beckett como si estuviera metido dentro de una enorme cueva.

-Te confiaste, estúpido –decía-. Tu inteligencia no pudo con tu afición
al alcohol… Yo sé lo astuto que eres, es por eso que tramé todo este
engaño… Y ahora, mi querida mujerzuela, pagarás por todo lo que me has
hecho… Y no sabes cuánto lo disfrutaré. –Y luego agregó con tono de burla:

-Recordarás ésta noche como la noche en que dejaste de ser el "capitán
Jack Sparrow".

Entonces, Jack supo que aquella peligrosa situación no era ni
cómicamente parecida a la que había protagonizado junto al capitán Henry
MacKinley a bordo del "Cazador de Doncellas".

Mientras tanto, el almirante George (Isabel) Jacobson había regresado
rápidamente al "Kassar" en su carruaje alquilado con la intención de
convencer a su amigo James respecto a la decisión que había tomado al
entregar a Jack Sparrow a Beckett. Ella sabía que su amigo y compañero
iba a estar muy molesto con ella, pero confiaba que una vez que aquella
libidinosa mujer pirata estuviera lejos de él, él se olvidaría
completamente de su estúpido amor por ella.

Interiormente rogaba que la supuesta maldición de que "todos los hombres
que se habían'enamorado' de la aparente pirata, enloquecerían una vez
que ésta fuera convertida en una verdadera mujer", no se realizara, que
fuera falsa, ya que ella no podría soportar que por su culpa, su amado
James perdiera la razón.

La aparentemente perfecta Isabel Jacobson, temía haberse equivocado
descomunalmente en sus cálculos. Pero la promoción a almirante era algo
por la que valía arriesgarse, sobre todo, cuando Jack Sparrow era uno de
los asesinos de su familia.

Una vez que el carruaje que la transportaba llegó al puerto, el
almirante Jacobson se apeó inmediatamente y se dirigió con suma rapidez
hacia su navío, subiendo por el puente e ingresando a la cabina hacia el
camarote del comodoro James Norrington. Pero grande fue su sorpresa
cuando encontró a los soldados que lo custodiaban completamente
desmayados, la puerta abierta y el camarote totalmente vacío.

Mientras trataba de despertar a los guardias, algo le llamó la atención:
un par de vasitos de cristal rotos, con su líquido contenido esparcido
por todo el suelo. Con el seño fruncido, el almirante tomó uno de los
vasos y lo examinó oliendo su contenido. Era belladona, un somnífero muy
eficaz.

"¡Tío!" -pensó inmediatamente.

El almirante George (Isabel) Jacobson, se puso lentamente de pie,
absolutamente anonadado y sorprendido por lo que acababa de descubrir.
Sólo su tío, siendo médico, podía tener acceso a aquella poderosa droga
hecha con una de las plantas más peligrosas usadas para fines
medicinales. Fue él quien había dejado fuera de combate a los soldados.
Fue él quien había liberado a James con el propósito de ayudar a ese
pirata de mala muerte. ¿Por qué¡¿Por qué¡Su propio tío la había
traicionado¡Su propia sangre y carne¡¡Su amado tío la había traicionado!!

"¡¿Por qué, tío¿¡Por qué!? –pensaba incrédula y herida-. ¿Por qué me
hiciste esto¡¡Me traicionaste!!

Saltándole las lágrimas por la rabia y frustración que sentía, la
adolorida mujer lanzó iracunda el vaso contra la pared haciéndolo mil
pedazos, en un vano intento de descargar su furia.

-Esto no se quedará así… -murmuró-. Sé muy bien hacia dónde se fueron.

A todo eso, ignorando que Isabel ya había descubierto su fuga, el
comodoro James Norrington, el doctor Christian Jacobson y el pequeño
Billy (a quien, obviamente, también habían liberado), montados en un
carruaje negro tirado por un par de caballos café y dirigidos por un
diestro cochero, se dirigían a toda velocidad hacia la residencia de
Lord Cutler Beckett, para así evitar que éste abusara de la indefensa
capitana del "Perla Negra".

Terriblemente preocupado y nervioso, James permanecía en completo
silencio, mirando sin ver hacia un punto imaginario frente suyo. Con las
manos crispadas, rezaba vehementemente para sus adentros el poder llegar
a tiempo para rescatar a su atolondrada pirata.

Christian, también muy preocupado por Jack Sparrow y por el pergamino,
no lo demostraba con nerviosismo, sino, son una tranquila preocupación.
Al notar que el chico temblaba como una hoja a causa del miedo, el
doctor le rodeó los hombros con el brazo, proporcionándole un tranquilo
refugio para que se calmara. Entonces, Billy le expresó su
agradecimiento con una afable sonrisa.

-Tenemos que llegar a tiempo –murmuró el comodoro sin mirar a nadie-.
DEBEMOS llegar a tiempo.

-No te preocupes –le dijo el doctor Jacobson-, llegaremos a tiempo.
Tengo fe en que la capitana sabrá hacer el tiempo necesario para que la
rescatemos.

Norrington bajó levemente la cabeza y cerró los ojos mientras asentía
con una sonrisa. El tío de Isabel siempre había sabido cómo darle
esperanzas a quien ya no las tenía. Pero luego, al recordar a su amiga
militar, su expresión se volvió muy seria.

-George se dará cuenta que fue usted quien nos ayudó a escapar… ¿No le
teme a una represalia de su parte?

El doctor lo miró con su típica expresión, mezcla de una seria
tranquilidad y tolerancia.

-¿Acaso le temes, James?

-Le temo a su ira.

Christian Jacobson sonrió para calmarlo, pero había gravedad en su voz
cuando habló, demostrando así que le preocupaba las acciones que tomaría
su sobrina.

-Ahora es cuando por fin has conocido el verdadero fuego de George,
muchacho, aquello que siempre lo ha alentado para cumplir sus propósitos
–suspiró, y mientras lo hacía, miró por la ventanilla-. El tierno y
alegre niño que fue, desapareció para dar paso a un… un hombre cruel y
vengativo –hizo una breve pausa, y murmuró para sí con un dejo de
tristeza y culpabilidad:

-…Y yo no hice nada para evitarlo, nada.

El "Perla Negra" se había posicionado lo suficientemente cerca de Port
Royal como para que una lancha descendiera sin ser vistos por los
soldados que vigilaban celosamente las costas.

Los que iban a bordo del bote, eran Will Turner, Nefud Yidda, Al Sha'ab
y el enorme Kasar, quien sería el encargado de remar a toda velocidad
hacia el puerto de Port Royal. Aunque iban principalmente a rescatar a
Jack Sparrow, Kasar estaba expresamente dispuesto a vengar a su hermano
Abha, asesinado por el insensible almirante Jacobson.

El robusto Kasar, era el mejor luchador de todas las tribus que vivían
en el desierto, su fuerza era formidable y su velocidad era inigualable.
Yidda estaba seguro que el maldito oficial inglés tendría serios
inconvenientes con él en cuanto llegaran a enfrentarse.

El capitán Barbossa, Elizabeth, tía Dalma y los demás, se habían quedado
mirándolos desde el navío de velas negras, preocupados por ellos y por
Jack Sparrow. Nadie sabía con exactitud lo que podría pasar una vez que
todos se encontraran a la vez en un territorio que favorecía a Beckett,
Jacobson y Norrington.

-Espero que lleguen a tiempo… -dijo la joven Swann.

-Y si no llegan –agregó Barbossa con tono festivo acompañado por un
chillido de su peluda mascota-, yo seré el único capitán indiscutible
del "Perla Negra".

Elizabeth lo miró desaprobadoramente. ¡Realmente aquel sujeto no era
detestable!

-Si definitivamente Jack se convierte en mujer –comenzó a decir tía
Dalma-, tú perderás la razón definitivamente al igual que toda la
tripulación masculina de este navío, y no creo que puedas disfrutar de
la condición de ser el único capitán del "Perla Negra".

Mientras Elizabeth Swann la miraba con admiración por haber puesto en su
lugar a Barbossa, éste, en cambio, le dedicó una frustrada y malhumorada
mirada a la pitonisa.

-¡Que el buen Dios no permita que nuestro querido capitán caiga en manos
de Beckett y termine siendo una dama y nosotros un atajo de lunáticos!
–exclamó el viejo y gordo Gibbs.

Mientras Jack Sparrow comenzaba a perder el dominio de sí mismo y Lord
Beckett se disponía a atraparlo, James Norrington y los demás se
aproximaban rápidamente a la casa, seguidos de cerca por un enfurecido
George Jacobson montado sobre un veloz caballo y Will Turner y el resto
lograban desembarcar cautelosamente en el puerto. Misteriosas nubes
negras cargadas de electricidad comenzaron a cubrir el cielo presagiando
que lo peor, aún estaba por venir.

Tía Dalma, presintiendo en el aire la cercanía de un terrible espíritu
maligno, murmuró:

-Nos hemos olvidado de algo muy importante, importante y peligroso: la
"Maldición del Anillo de la Calavera".



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