Fanfic Piratas del Caribe -Bajo la Espada de Odìn- *Capítulo 33: La Decisión más Difícil *

                               Resumen de la historia: El capitán Jack Sparrow comete el gran error de ponerse un anillo maldito que lo transformará en mujer y le traerá un sin fin de problemas tanto a él como a quienes lo rodean, amigos y enemigos. Una elección que cambiará la vida y los destinos de todos, en especial del Comodoro James Norrington y el mismo Jack. Esta historia está ambientada después de la primera película y desarrollada durante la segunda y tercera película. Una historia larguísima pero muy entretenida, con drama, humor, acción y romance. ¡Que la disfruten!



*PIRATAS DEL CARIBE: BAJO LA ESPADA DE ODÍN*

CUARTA PARTE: EL DESTINO DE JAMES NORRINGTON


Beckett quiere gobernar el mundo;Morgan quiere asesinar a todos;Jack y jacky quieren ser uno solo;Will quiere liberar a su padre;Isabel quiere vengar a sus padres;James quiere encontrar el perdón. ¿Quién lo logrará?Cont de El Libro del Destino. EL FINAL

Género: drama, amistad, acción, suspenso, humor, romance, violencia, aventura, fantasía, erotismo
Pareja: Jacky Sparrow/James Norrington. Elizabeth Swan/Will Turner
Personajes: Jack Sparrow/Jacky Sparrow, James Norringon, Elizabeth Swan, Will Turner, Hector Barbossa ¡y muchos más!
Calificación: para mayores de 18 años
Cantidad de palabras: variable
Duración: 67 capítulos la primera parte, 57 la segunda parte y 51 la última parte.
Estado: finalizado (Publicada en Fanfiction el 17 de Agosto del 2009 hasta el 21 de Marzo del 2011)
Escritora: Gabriella Yu
Mi estilo: estoy influenciada tanto por el anime, los dramas asiáticos y la literatura universal. Me gusta hacer pasar a los personajes por duras pruebas.
Aclaraciones: Esta historia la escribí hace más de 10 años, es muy entretenida, no se arrepentirán de haber perdido el tiempo en leerla. Le tengo mucho cariño porque fue una rara mezcla que logré hacer con el drama, humor y acción. 
IMPORTANTE: contiene escenas subidas de tono XD


*Capítulo 33: La Decisión más Difícil *


—¿Por qué no ayudó al padre de esa niña? Es usted un ser sobrenatural,
podría haberle salvado la vida —quiso saber el doctor Jacobson. Su tono
de voz reflejaba un dejo de reproche y desencanto.

Alrun lo miró como quien mira a un ser insignificante.

—No tenía por qué salvar la vida de una persona que quiso hacerme daño.

—Entiendo eso, pero hay más grandeza en el perdón que en el odio.

La elfo sonrió.

—Es usted muy sabio, supo cómo dejarme sin palabras —se volvió, dándole
la espalda—. Pero eso no hará que lamente mi accionar.

Y se fue, dejando a Christian muy molesto por el desprecio de Alrun
hacia la vida de los humanos. Ni siquiera él sabía a ciencia cierta
cuáles eran las consecuencias de su propia resurrección ya que tenía
entendido que cuando un ser sobrenatural concedía un favor, siempre
había un precio qué pagar.

Suspiró cansadamente y se dirigió hacia la desvanecida hija de Sao Feng,
quien estaba recostada en un rincón bajo el cuidado de Wai y Tía Dalma.
La pequeña Alwine también estaba con ellas y cuando vio que él se
acercaba corrió a su encuentro para saltarle encima y abrazarlo llena de
alborozo.

Él también hizo lo propio.

—¿Cómo está tu joven amiguita, pequeña mía? ¿La has cuidado con propiedad?

—Sí, papá —asintió rápidamente con su cabecita, luego miró a su
alrededor algo atemorizada—. Pero éste lugar me asusta mucho… ¿Cuándo
nos iremos?

—Muy pronto —le respondió la misma Elizabeth, interrumpiendo la
respuesta del doctor.

Todos se volvieron hacia la recién llegada, quien había sido conducida
hasta allí por los hombres de Davy Jones luego de haber sido entregada
por los soldados de Norrington.

Mientras abrían la puerta para meterla dentro de la prisión, Elizabeth
le preguntó a cada uno de aquellos seres horripilantes si alguno de
ellos era "Bootstrap" Bill Turner, el padre de su prometido (si es que
aún lo era), pero no recibió otra respuesta que burlas y risas hasta que
por fin alguien repitió aquel apodo tan singular. Perplejos, tanto ella
como sus compañeros, se volvieron hacia el que recién había hablado.

Con el deforme cuerpo de monstruo marino asimilado en el casco de la
nave, se encontraba el padre de William Turner, casi mimetizado con las
algas y los moluscos que crecían allí a su libre albedrío. Solamente
podía distinguirse su cabeza que ya comenzaba a dejar de ser humana.

—¡Increíble! —murmuró atónito el doctor, acercándose lentamente hacia el
embrujado pirata para observarlo detenidamente. Su espíritu curioso y
científico se había despertado nuevamente.

—Conoces mi nombre —le dijo "Bootstrap" a la joven.

—Sí… —asintió, estupefacta—. Y también conozco a tu hijo.

El pirata pareció confundido.

—Will Turner —le aclaró Elizabeth.

—¡William! —exclamó, recordándolo al fin.

La chica asintió y entonces "Bootstrap" comenzó a reírse a carcajadas y
se "despegó" de la pared, poniéndose de pie. Christian y Elizabeth
retrocedieron unos pasos, maravillado uno, asustada la otra.

—¡Escapó! ¡Está vivo! —exclamó sarcásticamente, acercándose a ella muy
excitado—. Y ahora te envía a decirme que aún espera rescatarme… ¡Ja,
ja, ja! ¡Qué tal! ¡Ya viene en camino!

—Sí. Will está vivo —repitió la chica en un tono muy serio, tratando de
hacerle entender que la cosa no era para tomarlo a la chacota—, y quiere
salvarte.

La sonrisa se borró de la cara de Bill para dar lugar a una profunda
expresión de preocupación mientras Christian intentaba arrancarle
suavemente con los dedos uno de los tantos moluscos que estaban pegados
en su piel. Como científico, quería estudiarlo.

—No llegará jamás —le advirtió el pirata—. No puede ayudarme.

—Pero eres su padre —insistió la chica.

—Te conozco —la señaló—. Habló de ti… Escucha, no tengo salvación, no lo
hará debido a ti.

—¿A mí?

—Eres Elizabeth, ¿no?

—Sí, soy Elizabeth —asintió con firmeza. "Bootstrap" se detuvo a pensar
un momento.

—Si Jones fallece, quien le haya dado muerte tomará su puesto… Capitán
para siempre.

—Lo sé… —replicó con un hilo de voz, comprendiendo la razón por la que
su prometido se había comportado de manera tan extraña últimamente…
Pero… ¿realmente Will sería capaz de ocupar el puesto de Davy Jones para
liberar a su padre?

—¡La nave debe tener siempre un capitán! —insistió el padre de Will,
tomándola por los hombros y sacándola de su ensimismamiento, tratando de
hacerle comprender el grave destino que correría Will—. Y si me salva…
él se quedará sin ti.

Elizabeth, preocupada, finalmente asintió.

—Entiendo…

El pirata se apartó de ella.

—No me salvará —le dijo—. Yo no me salvaría.

Se dirigió hacia su antiguo lugar.

—Dile que no venga —le pidió mientras se sentaba—. Dile que se aleje,
que ya es tarde… Ya soy parte de la nave… y de su gente… —Comenzó
fusionarse al amohecido casco, quedándose como antes, sin conciencia,
dormido… Como si nunca antes hubiera hablado o existido.

Elizabeth y Christian, extrañados, se acercaron dubitativos hacia él,
observándolo detenidamente.

—¿"Bootstrap"? —lo llamó la joven, posando su mano sobre la rodilla del
pirata.

—¡Conoces mi nombre! ¡Conoces mi nombre! —repitió éste,
sobresaltándolos. La joven y el doctor Jacobson se miraron atónitos. Su
mente ya no le pertenecía, estaba completamente perdido.

—Sí, conozco a tu hijo —volvió a decirle la hija de Swann.

—¡William! —exclamó el sorprendido "Bootstrap"—. ¡Él vendrá por mí!
¡Estoy seguro! Lo sé… Lo prometió… —enmudeció, volviendo a formar parte
del casco, como si ya no tuviera vida ni voluntad propia.

Elizabeth se quedó completamente horrorizada. Sabía que tanto Will como
James parecían querer hacer algo en contra de Davy Jones… ¿Acaso era
arrebatarle el puesto de capitán apuñalando su corazón? Si era así,
alguno de los dos sería condenado a una vida eterna convertido en un
monstruo… ¡Era una sentencia segura!

—¿Y bien? ¿Qué te dijo ese cerdo inglés? —quiso saber Ana María—.
Olvídate de ese monstruo y dinos de una vez lo que pasó entre tú y ese
maldito traidor.

La aludida se sobresaltó y miró a su alrededor. Todos la estaban
observando con gran atención.

—No le digas así —le espetó, molesta—. Tú no lo conoces.

—¿Es que ahora quieres defenderlo después de todo lo que hizo? —puso los
brazos en jarra, furiosa—. ¡Por culpa de ese idiota es por lo que
estamos metidos en este lío! ¿Acaso no fue él el que le dio el corazón
de Jones al miserable de Beckett? ¿Eh?

—Sí. Y será él también el que nos ayudará a escapar de aquí.

Ana María la miró de hito en hito al igual que todos los demás, incluso
Jade, quien recién había vuelto en sí.

—¿Y en verdad le creíste?

—¡Claro que sí! —replicó ofendida—. Él ha cambiado. Ha cambiado mucho.
Sé que nos ayudará.

—¡Uf! ¡Pero qué ingenua resultaste ser! —se quejó la morena, alzando las
manos las manos al cielo.

—¿Él es ese hombre del que nos habló tu padre? —quiso saber Jade. Todos
se volvieron hacia ella.

—Sí —asintió Elizabeth—. Incluso creo que lo castigaron por salvar la
vida de mi padre.

—¿Lo castigaron? —intervino el doctor—. ¿Qué le hicieron?

—Lo marcaron con la señal de la piratería.

Todos se quedaron atónitos, mirándose entre ellos.

—¿Y no tuvo complicaciones? ¿No se le infectó la herida? Muchos mueren
por infección… —Christian nunca olvidaba sus deberes como médico y
Seagull no pudo evitar poner los ojos en blanco.

—No —le sonrió agradecida—. Él es un hombre muy fuerte.

—Bien por él.

Nadie dijo nada por espacio de unos segundos.

—Si está marcado… ¿eso quiere decir que ya no será un caballero y no
podrá vivir como tal? —quiso saber la hija de Sao Feng.

—Sí… —asintió tristemente.

Entonces Jade se puso de pie, orgullosa como era, y dijo:

—Entonces yo confiaré en él.

La jovencita era un monumento a la ingenuidad, la amistad y la razón,
impresionando a todos sus compañeros.

—Yo también —la apoyó la pequeña y sonriente Alwine, tomándola de la mano.

Las dos niñas se dirigieron una mirada cómplice y terminaron soltar una
pequeña risita amistosa.

—¿Quién más está de acuerdo? —inquirió Seagull Hood.

Poco a poco, uno por uno, fue alzando la mano; salvo algunos pocos que
parecían resistirse a la idea de confiar en Norrington, y una de esas
personas era, obviamente, Ana María; la otra era Alrun. Por alguna
razón, Christian no pudo evitar sentirse algo molesto con esa actitud
distante de la elfo. Era como si ella estuviera más allá de los
problemas de los mortales.

—Bien, por mayoría de votos, vamos a confiar en ese tipo —sentenció
Seagull—. Después de todo, ¿qué podemos perder?

—¿La vida? —replicó la astuta morena.

—Tú no estás enamorada, ¿verdad? —rebatió con fastidio.

—¿Por qué lo dices? —puso los brazos en jarra, enarcando una ceja.

—Porque…

Y ante la sorpresa (y por qué no vergüenza ajena) de todos, el alocado
pirata comenzó a bailar y cantar como siempre lo hacía: al estilo
Hollywoodense de los años 50…

/¿Cómo puede alguien vivir sin amor?/

/¡El capitán Seagul Hood no!/

/¿Cómo puede alguien vivir sin amar?/

/¡El capitán Seagull Hood dice que no!/

Giró y giró hábilmente sobre las puntas de sus pies, tomando a Ana María
de las manos para hacerla girar grácilmente a su alrededor hasta
soltarla, siendo Elizabeth la siguiente en ocupar su lugar.

/En cada puerto encuentro un amor./

/¿Cómo puede alguien vivir sin amor?/

/En cada cuento hay una dama y un héroe./

/¿Cómo puede alguien vivir sin amar?/

Ahora fue el turno de la sorprendidísima Alrun el bailar con él, dejando
a todo el mundo boquiabierto por la etérea figura de la elfo, puesto que
su vestido ondeaba a su alrededor con toda su majestuosidad. La próxima
víctima fue la mismísima Tía Dalma.

/El cielo y el mar siempre estuvieron enamorados./

/Bailando en el horizonte eternamente, día y noche./

/¡Damas y caballeros! ¡Sigan el concejo del capitán Hood!:/

/¡Vivan siempre enamorados! /

Y fue por la asustada Jade, quien a pesar de intentar evadirlo, Seagull
logró tomarla de la mano y la cintura para obligarla a danzar con él.

/¡Vive para amar! ¡Ama para vivir!/

/¿Cómo puede algui…?/

El capitán Seagull Hood nunca supo cómo de repente se vio tendido de
espaldas sobre el suelo cuan largo era. Un segundo antes había estado
bailando y cantando con la jovencita oriental hasta que todo giró a su
alrededor y terminó mirando hacia el desvencijado el techo.

Medio mareado medio adolorido, logró incorporarse un poco, sentándose y
sobándose la aporreada nuca.

—¿Qué fue lo que ocurrió? —inquirió confundido.

—Muy sencillo —sonrió condescendientemente el doctor, poniéndose de
cuclillas frente a él—: Jade lo mandó a volar con una de sus técnicas
marciales.

—Ah… Creo que no quería bailar…

La mayoría de sus compañeros comenzó a reírse con ganas por aquella
ocurrencia como hacía mucho tiempo no lo hacían, Alrun simplemente
sonrió y la pequeña Alwine se unió a la algarabía sin entender muy bien
por qué se reían; sólo Elizabeth apenas logró esbozar una triste sonrisa.

La pitonisa, entendiendo su preocupación, posó su mano sobre el hombro
de la joven. Ésta se volvió.

—No te preocupes por algo que no puedes cambiar —le aconsejó.

—¿Entonces es lo que sospecho? ¿Will y James quieren tomar el lugar de
Jones?

Tía Dalma asintió con la cabeza. La chica se quedó sumida en la más
profunda angustia..

—Correrán la misma suerte de Jones, ¿no es así? ¿No puedo hacer algo
para evitarlo?

—No. Sus destinos ya están escritos… —Ahora fue su turno el quedarse
pensativa.

—¿Qué ocurre?

—aunque tal vez… —Alzó la vista—. Tu padre tendría que haber muerto,
pero Norrington lo evitó gracias a la intervención del pequeño Billy, a
quien Jack conoció cuando estaba convertido en mujer.

—¿Qué quiere decir?

—Que el destino de todos podría cambiar con la intervención de alguien a
quien no tendríamos que haber conocido… Teníamos un camino qué recorrer,
pero Jack lo cambió en cuanto se puso aquel anillo maldito.

—¿Entonces puedo mantener la esperanza de que ninguno de ellos dos se
convierta en el capitán de este barco?

Tía Dalma volvió a quedarse sumida en sus cavilaciones por unos
interminables segundos, finalmente, dijo:

—Puedes mantenerla, pero te recomiendo que no te hagas grandes ilusiones.

Elizabeth asintió, pero, al menos, una pequeña luz de esperanza se
encendió en su corazón.

Mientras tanto, en el camarote en donde los oficiales Murtogg y Mullroy
vigilaban recelosamente el cofre en donde se guardaba el corazón de Davy
Jones, entró el almirante James Norrington, sorprendiéndolos.

—Vayan afuera —les ordenó.

—Pero… —quiso protestar Murtogg.

—¡Dije que vayan afuera! —Los dos dieron un respingo—. Obedézcanme si no
quieren que los mande a una Corte Marcial —Les advirtió un poco más
calmado pero con un tono de voz que no daba ningún tipo de concesión.

Los dos amigos se miraron con una mezcla de extrañeza y temor, pero
finalmente decidieron acatar las órdenes de su superior y se dirigieron
hacia la puerta.

—No permitan que nadie entre —les pidió sin volverse a mirarlos.

—S-sí, Señor —asintió Mullroy, y luego de dirigirle una mirada
significativa a su compañero, se marcharon, cerrando la puerta detrás de
ellos.

James Norrington, de pie frente al cofre, fijando su determinada mirada
sobre él, cerró los puños con fuerza mientras sentía cómo su propio
corazón comenzaba a latir con todas sus fuerzas.

Miró a su alrededor, como si estuviera despidiéndose de la vida que
hasta ahora había llevado y que muy pronto le podría un final para
iniciar otra completamente diferente, llena de soledad y remordimiento.

Suspiró entrecortadamente, con el corazón destrozado, completamente abatido.

—… Y no quería esto… —susurró amargamente mientras las lágrimas
comenzaban a rodar por sus mejillas—… Yo quería una esposa, hijos. Una
familia… Quería ser alguien y ahora no soy nada…

Recordando que debía ser fuerte y aceptar dócilmente la condena de sus
pecados para salvar la vida de quienes amaba, se secó las lágrimas con
la manga de su elegante casaca y extrajo la daga de su bolcillo,
dispuesto a apuñalar el corazón de Davy Jones.

Abrió la tapa del cofre y allí encontró el negro corazón palpitante de
su enemigo. Pronto el suyo iba a tomar su lugar.

Con mano trémula alzó el cuchillo sobre su cabeza y enarcó las cejas. Su
rostro se volvió frío y duro como el granito, su determinación ahora era
muchísimo mayor de lo que nunca había sido.

—Esto lo hago por ti —dijo al fin, y se dispuso a apuñalar el corazón…



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