Fanfic Piratas del Caribe -Bajo la Espada de Odìn- *Capítulo 43: La Liberación de la Diosa Calipso*

                                         Resumen de la historia: El capitán Jack Sparrow comete el gran error de ponerse un anillo maldito que lo transformará en mujer y le traerá un sin fin de problemas tanto a él como a quienes lo rodean, amigos y enemigos. Una elección que cambiará la vida y los destinos de todos, en especial del Comodoro James Norrington y el mismo Jack. Esta historia está ambientada después de la primera película y desarrollada durante la segunda y tercera película. Una historia larguísima pero muy entretenida, con drama, humor, acción y romance. ¡Que la disfruten!



*PIRATAS DEL CARIBE: BAJO LA ESPADA DE ODÍN*

ÚLTIMA PARTE: LA BATALLA FINAL


Beckett quiere gobernar el mundo;Morgan quiere asesinar a todos;Jack y jacky quieren ser uno solo;Will quiere liberar a su padre;Isabel quiere vengar a sus padres;James quiere encontrar el perdón. ¿Quién lo logrará?Cont de El Libro del Destino. EL FINAL

Género: drama, amistad, acción, suspenso, humor, romance, violencia, aventura, fantasía, erotismo
Pareja: Jacky Sparrow/James Norrington. Elizabeth Swan/Will Turner
Personajes: Jack Sparrow/Jacky Sparrow, James Norringon, Elizabeth Swan, Will Turner, Hector Barbossa ¡y muchos más!
Calificación: para mayores de 18 años
Cantidad de palabras: variable
Duración: 67 capítulos la primera parte, 57 la segunda parte y 51 la última parte.
Estado: finalizado (Publicada en Fanfiction el 17 de Agosto del 2009 hasta el 21 de Marzo del 2011)
Escritora: Gabriella Yu
Mi estilo: estoy influenciada tanto por el anime, los dramas asiáticos y la literatura universal. Me gusta hacer pasar a los personajes por duras pruebas.
Aclaraciones: Esta historia la escribí hace más de 10 años, es muy entretenida, no se arrepentirán de haber perdido el tiempo en leerla. Le tengo mucho cariño porque fue una rara mezcla que logré hacer con el drama, humor y acción. 
IMPORTANTE: contiene escenas subidas de tono XD


*Capítulo 43: La Liberación de la Diosa Calipso*


Tal y como lo había planeado, el capitán Jack Sparrow fue llevado a
bordo del /Holandés Errante/ y arrojado dentro de una celda húmeda y
mohosa en dónde esperaría el momento oportuno para escapar e ir en busca
del corazón de Davy Jones para apuñalarlo y convertirse así en el
capitán de la nave maldita y navegar para siempre en los mares que tanto
amaba. Sólo tenía que esperar a que iniciara la batalla y aprovecharía
ese momento para llevar a cabo la última parte de su (según él)
magnífico plan.

Entretanto, la improvisada flota pirata partía de la Isla del Naufragio
rumbo al punto de encuentro en donde comenzaría la batalla final entre
ellos y la poderosa flota de la Compañía de las Indias Orientales.

Con Jack a bordo del /Holandés/, parte del plan ya había sido llevado a
cabo; la artillería china había llegado a tiempo y Norrington,
utilizando sus conocimientos sobre estrategia bélica naval, había
trazado un plan que involucraba a cada uno de los barcos piratas para
que pudieran tener éxito en tal empresa. Todo era trabajo en equipo, y
Jade, la Reina de los Piratas, lo sabía muy bien e intentaba transmitir
a su gente toda la confianza posible como líder para que la siguieran
sin dudar de ella un solo segundo. A pesar de que sentía dudas y miedo
acerca del desenlace de la batalla que a simple vista le daba la
victoria al enemigo por superioridad numérica y armamentista, Jade
intentaba permanecer lo más seria y segura de sí misma, pero su habitual
torpeza, siempre presente, hacía dudar de su capacidad como líder.

Un grupo de forajidos sin instrucción ni entrenamiento no se podía
comparar con un ejército bien armado y entrenado. El primero,
obviamente, era más propenso a sufrir deserciones y caídas en pánico que
el último.

A pesar del descontento que le había causado el no haber podido
despedirse como hubiera querido de su buen amigo doctor porque no había
podido dar con él en la isla, la suprema felicidad llegó al capitán
Seagull Hood cuando vio aparecer a sus hombres a bordo de su amado navío
/El Intrépido Brabucón/ que clamaban a gritos por su amado capitán al
que no habían visto por espacio de varios meses desde que "Sangre Negra"
los había separado.

El León del Desierto, Nefud Yidda, también reapareció y se incorporó a
la flota pirata, agregando un gran contingente de naves árabes abordadas
por valerosos hombres ansiosos por entrar en acción.

Cada Señor Pirata comandaba además su propia flotilla, siempre
siguiendo, de buena o mala gana, las indicaciones de la nueva Reina.

Y así, con los nervios de punta, Jade y su gente habían partido hacia el
campo de batalla bajo la ansiosa mirada de los que se quedaban en la
Isla del naufragio, rogando porque todos ellos volvieran con vida y,
principalmente, con la victoria.

—Necesito al /Perla Negra/ como insignia —le dijo la capitana Jade a
Barbossa—. Los piratas le tienen mucha estima a esta nave y la seguirán
hasta la muerte. James Norrington se quedará al mando del /Emperatriz/ y
se encargará de que los demás barcos sigan con la estrategia planeada.

—Como tú quieras —le respondió el astuto pirata.

A diferencia de ellos, Elizabeth y Will aún no habían llegado a un mutuo
acuerdo de lo que debían hacer.

—No deberías haber venido, Elizabeth. Deberías haberte quedado con Jacky
—le reprochó mientras ambos abordaban el /Perla/ desde otro barco junto
a Hector y Jade.

—No aprendí en vano el manejo de la espada, Will, iré contigo aunque no
te guste y lucharé en nombre de mi padre y la gente de Port Royal
—replicó enfadada, olvidándose de los consejos de Norrington.

Su ex prometido frunció la boca, disgustado.

—Como quieras —le dijo, dándole la espalda y rompiendo aún más el
corazón de la joven y volviéndola aún más obstinada que antes.

Cuando los barcos llegaron al punto establecido, rodeados por una pesada
niebla, los piratas lograron divisar a la nave insignia del enemigo, el
/HMS Endeavour/, aparentemente sólo.

—¡EL ENEMIGOOO! ¡AL ATAQUEEE! —gritó el enardecido enano Marty,
desenfundando su arma mientras era secundado por los frenéticos gritos
de sus compañeros, salvo Jade, Barbossa, Will y Elizabeth.

Pronto la alegría de los ingenuos piratas fue socavada cuando, por
detrás del /Endeavour/ y emergiendo de entre las tinieblas, apareció la
increíble flota inglesa que superaba con creces a la de los piratas,
dejándolos a todos prácticamente anonadados, y peor aún, cuando vieron
aparecer el inmenso y terrible Kraken frente a la flota acompañado por
el fantasmagórico /Holandés Errante/.

—¡Wah! ¡Abandonen la nave! —gritó el cobarde pero astuto loro de Cotton,
dándose a la fuga velozmente hacia la relativa seguridad de la lejana
isla ante los ansiosos ojos de los piratas que desearon en ese momento
tener alas y volar como aquel perico hablador.

—¡Oh, no! —exclamó Jade, aferrándose desesperada a la balaustrada. Aún
con todos los preparativos, ¿serían capaces de hacer frente a semejante
desafío?

A diferencia de su aterrorizada tripulación, Barbossa simplemente sonrió
e hizo una seña a Pintel, Ragetty y Marty quienes inmediatamente sacaron
a la altiva Tia Dalma de la bodega completamente atada con fuertes sogas
y tratada cuidadosamente como si fuera un feroz tigre.

—¡Barbossa, no lo hagas! —le pidió Elizabeth, visiblemente preocupada
por las consecuencias que podría acarrear aquello.

—¡Deja que Jack actúe como lo planeamos! —la secundó Will.

Ni bien dijeron esto que pronto fueron rodeados por varios piratas que
los apuntaron amenazantes con sus armas. Jade, al ver esto, corrió
inmediatamente hacia Hector para pedirle explicaciones.

—¡Capitán Barbossa! ¿Qué está haciendo? ¡Decidimos que no llegaríamos a
esto!

—Mil perdones, majestad, pero hace tiempo que no controlo mi propio
destino… ¡hasta ahora! —le dijo, arrebatándole la "pieza de ocho" de Sao
Feng que ella llevaba al cuello.

—¡Eres un traidor! —exclamó llena de rabia y frustración mientras era
sujetada de los brazos por un par de piratas.

—Sólo cuido nuestros intereses, pequeña sabandija oriental —le sonrió
Hector.

Entretanto, a bordo del /HMS Endeavour/, Lord Beckett pasaba lista a la
vez que infundía valor a sus hombres de mayor rango para que actuaran
sin vacilaciones ante la importantísima batalla que estaba a punto de
estallar.

—…y es por eso que el enemigo a optado por el exterminio —finalizó su
discurso y se detuvo ante su oficial mayor quien no era otra que la
almirante Jacobson—. Reúna toda la flota, almirante, el momento de la
batalla a llegado.

Isabel sonrió, pronto se mediría intelectualmente contra James y se
sabría cuál de los dos era el mejor estratega. En los juegos de ajedrez,
siempre habían estado casi parejos pero era ella la que finalmente
lograba la victoria.

—¡A SUS ESTACIONES! —ordenó con voz potente y sus subalternos corrieron
presurosos hacia sus propias naves para comandarlas según el
procedimiento militar.

Sintiendo una gran ansiedad, Isabel oteó el horizonte, buscando…

Mientras tanto, a bordo del /Perla Negra/, el capitán Barbossa dejaba
caer las dos piezas de a ocho que faltaban en el interior del cuenco con
las demás piezas, todo colocado frente al rostro de la pitonisa y
sostenido por el fiel Pintel.

—¿Viene acompañado de un rito o un hechizo? —preguntó Gibbs.

—Sí —respondió Hector con la seguridad y arrojo que lo caracterizaban,
se volvió hacia el recipiente para colocar ambas manos sobre él,
moviéndolas estratégicamente—. ¡"Los objetos reunidos"! ¡Listo! ¡Quemar
los objetos…! —exclamó con gravedad como si estuviera recitándolo todo
de memoria, extendiendo la mano para recibir por parte de Ragetty una
especie de báculo bípedo especial enrollado con mechas humeantes
mientras Gibbs derramaba un poco de ron de su petaca en el interior del
cuenco para facilitar el fuego— ¡y repetir las palabras: ¡"Calipso, te
rescato de tu cuerpo mortal"!

—¿Es todo? —quiso saber Pintel. El astuto Barbossa lo miró de reojo.

—Y se deben repetir como hacia una amante… —sonrió.

Pintel y Cotton lo imitaron estúpidamente. Luego, Barbossa enarboló la
antorcha con gran convicción y exclamó en voz alta:

¡Calipso! ¡Te rescato de tu cuerpo mortal! —acto seguido, tocó el
interior del cuenco con la punta de la mecha encendida del báculo y…
nada ocurrió.

—¿Es todo? —volvió a preguntar el extrañado Pintel.

—¡No, no! ¡Así no se dice, partida de tontos sin cerebro! —se quejó Ana
María.

Barbossa se volvió hacia ella muy molesto.

—Y bien, señorita sabelotodo, ¿cómo se hace?

Ella bufó fastidiada, negando con la cabeza. ¿Cómo podían ser tan bestias?

—¡Pues hay que pedírselo gentilmente! ¡Así se trata a las mujeres!

El capitán torció la boca un tanto escéptico, pero… tal vez ella podría
tener razón.

—¡Tú! —apuntó hacia Ragetty—. ¡Pídeselo con amabilidad!

—¿Y-yo? —balbuceó temblando de pies a cabeza.

—¡Sí, tú! ¡Hazlo antes de que te saque el otro ojo!

Y así, el pobre larguirucho se acercó temblando de pies a cabeza hacia
Tia Dalma.

—Calipso… —le susurró suavemente al oído—, te libero de tu cuerpo mortal.

De repente, las piezas de ocho se prendieron fuego y Tia Dalma entró
momentáneamente en una especie de trance, y cuando el fuego se consumió
los objetos, una especie de vaho comenzó a salir de los restos
calcinados y la pitonisa fue obligada a aspirarlos.

—¡Tia Dalma! —Will quiso liberarse para ayudarla, pero los piratas lo
tenían muy bien sujetado y ella no reaccionó a su llamado.

—Los mortales no pueden jugar con los dioses… Son los dioses los que
juegan con los mortales… —murmuró la preocupadísima Jade.

—¡Calipso…! —insistió otra vez el joven herrero.

Al escuchar su verdadero nombre, la pitonisa giró repentinamente la
cabeza hacia él y el cuenco cayó al suelo, desparramando su endeble
contenido, entonces Will aprovechó el momento para hablar con ella ahora
que había llamado su atención.

—Cuando te apresó la Primera Corte, ¿ sabes quién les dijo cómo hacerlo?

Temblando de pies a cabeza, ella lo miró fijo.

—¿Sabes quién traicionó tu confianza? —insistió.

—¡Nómbralo! —exigió la mujer.

—Fue Davy Jones…

Entonces, el rostro de la asombrada Calipso comenzó a convulsionarse de
dolor al comprender que su amado la había traicionado otorgándoles a sus
enemigos la única manera de someterla.

Furiosa y con su poder sagrado recién liberado, ella comenzó a
transformarse para la estupefacción de todos los presentes.

Un poderoso halo de luz de color dorado plateado comenzó a envolver su
cuerpo, las sogas que la aprisionaba comenzaron a cortarse, emitiendo
una especie de energía tan poderosa que lanzó a varios de sus captores
hacia el turbulento mar, finalmente, el cielo se cubrió con espesas
nubes negras que presagiaban lo peor.

Los temerosos tripulantes del barco pirata comenzaron a retroceder
llenos de pánico al sentir a su alrededor un tremendo poder que
estremecía hasta sus almas.

James, alejado de ellos con una parte de la flota, miró con gran
preocupación hacia el convulsionado cielo, preguntándose qué era lo que
estaba sucediendo. Hasta el mismo Teague Sparrow, quien estaba en el
cuarto de Jacky, se acercó a una de las ventanas para contemplar aquel
extraño cambio climático.

—La Diosa Calipso ha sido liberada —reveló Alrun, tratando de ocultar su
gran preocupación detrás de su inexpresivo y pálido semblante—. Esos
mortales no tienen idea de lo que acaban de liberar… ¡Un dios resentido
es capaz de destruir todo a su paso!

Hasta la misma Alwine sentía todo el poder que emanaba de la diosa
recién despertada, obligándola a acurrucarse debajo de la mesa,
temblando llena de pánico ante el asombrado Billy.

—Pero fue la Primera Corte la que la encerró —dijo Christian, sentado en
una silla al lado de la cama de Jacky—, ¿por qué debería vengarse sobre
las personas que nada tuvieron que ver con ellos? ¡No tiene sentido!

Alrun se volvió hacia él.

—Los actos de los dioses nunca tienen sentido —había un dejo de triste
resentimiento en su voz.

—Jaque mate… —dijo Jacky de mala gana. ¿Por qué Barbossa tenía que ser
tan testarudo y hacer todo a su antojo? Además… ¿estaría bien su Norry?

—¿Qué haremos entonces? —insistió el doctor.

La elfo no respondió y, muy pensativa, se acercó lentamente hacia la
ventana. Si la diosa Calipso estaba dispuesta a eliminar a todos con su
ira, ella misma se vería obligada a intervenir para evitar que dañara a
su hija.

—¿Qué estará sucediendo allí? —se preguntó Beckett muy extrañado al
divisar una luz muy rara sobre el /Perla Negra/. Su cuerpo también
vibraba ante un poder inexplicable que emanaba desde allí.

Isabel nada dijo, pero intuía que sería algo muy serio.

Cuando la luz desapareció y los tripulantes del /Perla/ recuperaron la
vista, grande fue la sorpresa cuando ante ellos encontraron a Tia Dalma
con un aspecto completamente diferente al de antes: el tono de su piel y
de su cabello eran los mismos, sólo que éste último ya no tenía rastas y
ahora permanecía liso y bien peinado, adornado con una pequeña corona de
olivo dorada; vestía una larga túnica griega, brazaletes dorados, una
larga capa violeta y sandalias. Pero no era su aspecto lo que más
impresionó, sino el magnífico poder que emanaba de ella.

Impresionado, el capitán Hector Barbossa creyó que era el momento justo
para hacer su pedido a la Diosa, así que caminó hacia ella y se hincó
sobre la cubierta mientras los demás lo imitaban imbuidos en una mezcla
de miedo y respeto.

—¡Calipso! —comenzó a decir el pirata con la cabeza gacha—. Me presento
ante ti como un sirviente humilde y contento —alzó la vista—. He
cumplido mi promesa de liberarla y ahora solicito un favor.

Ella nada dijo, sus ojos y su semblante derrochaban desdén y frialdad.
Barbossa continuó:

—Perdona a mi barco, a mí y a mi gente, pero lanza tu furia sobre
aquellos que se atrevieron a llamarse amos tuyos o… míos.

La Diosa Calipso sonrió, una sonrisa para nada tranquilizadora. Luego,
lentamente alzó la mano e inesperadamente envió una fuerte ráfaga de
viento contra todos ellos, golpeándolos fuertemente contra la
balaustrada y dejándolos muy adoloridos y atontados.

—¿Tú crees que mereces mi ayuda, pobre mortal? —le dijo—. ¡Lo que tú
mereces es la muerte!

Entonces, ante la atónita mirada de todos, el capitán Barbossa comenzó a
elevarse poco a poco hasta que sus pies quedaron suspendidos en el aire:
con un poder invisible, la diosa lo había sujetado por el cuello y
comenzado a estrangularlo ante sus aterrorizados hombres que no podían
hacer otra cosa que mirar impotentes.

—¡Pagarás por cómo me has tratado!

Hector intentaba liberarse desesperadamente de aquella invisible mano de
hierro que estaba quitándole la vida de a poco, pero sus esfuerzos eran
completamente inútiles, nada podía hacer un mortal contra un dios.

—¡Barbossa! ¡Tenemos que ayudarlo! —exclamó Elizabeth poniéndose de pie,
pero Will la detuvo aferrándose de su brazo.

—¡No, Elizabeth! ¡Te pasará lo mismo a ti!

—¡Pero…!

—¡ATAQUE DE LUZ Y OSCURIDAAAD! —se escuchó de repente, y ante la atónita
mirada de todos, dos grandes destellos pasaron con la velocidad de un
relámpago, uno de color blanco resplandeciente y el otro de color negro,
e impactaron estruendosamente contra la ex pitonisa, provocando que ésta
se desconcentrara y soltara a su victima, quien cayó al suelo casi
desfallecido mientras que los temerosos Pintel y Ragetty corrían hacia
él para reanimarlo.

Hirviendo de furia, Calipso se volvió hacia la dirección por donde había
provenido aquel golpe y se encontró con la temeraria hija de Sao Feng
empuñando las poderosas espadas gemelas.

—¡Jade! —exclamó Will.

—¿¡Cómo se atreve a atacar a un pobre anciano quien únicamente tiene el
noble propósito de defender a sus amados hombres de la injusticia de un
tirano? ¡Nunca la perdonaré por haberse entrometido entre la amistad, el
amor y la justicia! —La apuntó con uno de sus espadas gemelas—. ¡Yo la
castigaré en el nombre de Confucio y sus enseñanzas!

Al escuchar semejante descargo, todos enrojecieron hasta las raíces del
cabello, avergonzados.

—¿P-pobre anciano…? ¿A-amados hombres…? —repitió Barbossa muy ofendido
mientras se ponía de pie con una mano sobre su maltratado cuello—. ¡Esa
niña es una tonta!

La diosa Calipso sonrió despectivamente.

—¿Dices que me castigarás usando esas armas inservibles? ¡Niña patética!
¡¿Cómo te atreves a atacarme con eso?

Y sin darle tiempo a nada, los ojos de la diosa brillaron y Jade fue
lanzada directamente contra el palo trinquete, impactando de espaldas
contra él para caer sentada en el suelo, atontada y adolorida, entonces
Calipso extendió la palma de la mano y le lanzó otro de sus poderes
invisibles para acabar con ella.

—¡NO! —gritó Barbossa, interponiéndose entre la diosa y la niña para
terminar recibiendo él mismo el impacto, siendo lanzado justo a los pies
de su sorprendida protegida.

—¡Señor Barbossa! —exclamó la jovencita, gateando desesperadamente hacia
el pirata desmayado.

Calipso sonrió divertida. Su venganza iba sobre ruedas.

—Éste será su final —dijo, volviendo a extender la mano ante el horror
de todos, entonces, una extraña energía de color blanco comenzó a
reunirse en la palma de su mano, convirtiéndose en una pequeña bola
resplandeciente que comenzó a crecer poco a poco hasta que tomó el
tamaño de una pelota de fútbol—. Adiós…

Y el poder fue lanzado contra la aturdida tripulación del /Perla Negra/
que no podía hacer otra cosa que quedarse allí a recibir la muerte.
Will, preocupado por Elizabeth, la abrazó con todas sus fuerzas en un
vano intento de protegerla.

A unos cuantos metros de impactar contra ellos, el ataque te la diosa
fue súbitamente desviado por otro, cayendo los dos en las aguas del mar
y explotando con todo su poder.

Furiosa por aquella interrupción, Calipso se volvió hacia la dirección
de donde había provenido aquel ataque, encontrándose con la mismísima
Guardiana Sagrada de la Espada de Odín, la elfa, Alrun.

—¡La Guardiana desapareció! —exclamó el sorprendido Christian,
levantándose de la silla.

—Sí… Es como si se hubiera evaporado en el aire… —comentó Teague,
manteniendo la calma a pesar de sentirse igualmente sorprendido.

—Algo muy malo debe estar sucediendo allá… —dijo el preocupado doctor,
acercándose a la ventana para mirar a través de ella.

—Tampoco está Jacky —avisó Alwine luego de unos minutos.

—No puede ser, pequeña, ella está en… ¡¿En dónde está? —exclamó
sorprendidísimo al girar y encontrar la cama completamente vacía sin
rastros de la pirata.

—¡Ups! Creo que quiso extender sus alas —comentó Teague con una calma
increíble.

Christian se quedó unos momentos en silencio, suponiendo que la
incorregible Jacky se había marchado en busca de Norrington.

—Tenemos que buscarla —dijo al fin—. Si hará lo que creo que hará, será
un suicidio tanto para ella como para sus hijos.

Mientras, a bordo del /Perla Negra/, las cosas iban de mal en peor.

—¿¡Cómo te atreves a interferir en mi venganza, inmunda elfo!

—¿Cómo puedes llamarle a eso "venganza" cuando atacas a gente inocente?
—replicó siempre imponentemente seria, parada al otro extremo de la
cubierta.

—¿Gente inocente? ¡Ellos fueron los que me encerraron!

—La Primera Hermandad de los Piratas fue la que te encerró, Diosa
Calipso, no ellos.

Las dos mujeres se contemplaron en completo silencio hasta que la diosa
comenzó a reírse con ganas.

—¡Ja, ja, ja! ¿Crees que no lo sé, elfa estúpida? —le dijo—. Esa gente
murió hace mucho tiempo, pero eso no significa que no pueda tomarme la
libertad de vengarme a mi antojo… Observa esto… —alzó la mano hacia el
cielo y una especie de poderosa energía explotó de su interior haciendo
que sus cabellos y su ropa flotaran en el aire—. ¡EL CIELO Y EL MAR SON
TESTIGOS DE MI SUFRIMIENTO! ¡OTÓRGENME EL PODER PARA VENGARME!

De pronto, un viento muy fuerte comenzó a soplar sobre el mar,
arremolinando sus aguas y alarmando a todos los tripulantes de las
embarcaciones. Entonces, para el horror de todos, en el espacio que
había entre ambos bandos enemigos, comenzó a formarse una enorme tromba
marina.

—¿Ves esto? ¡Este es mi verdadero poder! —La miró, sonriendo muy
divertida—. ¿Quieres saber algo? Este torbellino comenzará a crecer poco
a poco hasta tragarse todo a su alrededor… incluyendo a la Isla del
Naufragio, en donde está tu hija, ¿no es cierto?

A la elfo le brillaron los ojos de furia. Calipso siguió:

Si quieres evitar que tu hija sea tragada por el torbellino, primero
deberás derrotarme.

—Muy bien —asintió sin dudarlo un segundo—. Lucharemos en la playa y te
detendré aunque me cueste la vida conseguirlo.

—Sea —aceptó la diosa y, ante la atónita mirada de todos, ambas
desaparecieron instantáneamente.

Entretanto, la fugada Jacky Sparrow llegó corriendo hasta el puerto de
la bahía con la intención de robar un bote para dirigirse hacia /El
Emperatriz/ y reencontrarse con James y protegerlo del enemigo. ¡Jamás
se perdonaría si le pasaba algo!

Comenzó a buscar desesperadamente un barquillo que le sirviera a sus
propósitos, pero, cuando lo encontró, su sonrisa desapareció cuando
también encontró un obstáculo muy pero muy difícil de evadir.

Allí mismo, ante ella, se alzaba la enorme, horrible y nauseabunda mole
de músculos que representaba al pirata más sanguinario y temido de
todos: el despreciable de Bart "Sangre Negra" Morgan.

—¡Vaya, Vaya! —dijo el pirata mientras Jacky comenzaba a retroceder
lentamente, muerta de miedo—. ¡Que suerte tengo al encontrarme contigo,
maldita perra! Tengo tantos deseos de probar mi nueva espada…

—¡Ups! —fue todo lo que pudo decir nuestra pálida protagonista.


También te podría interesar...

ÚLTIMAS ENTRADAS PUBLICADAS

Comentarios

X Queridos visitantes: Únanse a las redes sociales del blog para estar en contacto si algún día es eliminado de nuevo.