Fanfic Piratas del Caribe -El Libro del Destino- *Capítulo 12: El Juego del Gato y el Ratón *

                                                  Resumen de la historia: El capitán Jack Sparrow comete el gran error de ponerse un anillo maldito que lo transformará en mujer y le traerá un sin fin de problemas tanto a él como a quienes lo rodean, amigos y enemigos. Una elección que cambiará la vida y los destinos de todos, en especial del Comodoro James Norrington y el mismo Jack. Esta historia está ambientada después de la primera película y desarrollada durante la segunda y tercera película. Una historia larguísima pero muy entretenida, con drama, humor, acción y romance. ¡Que la disfruten!



*PIRATAS DEL CARIBE: EL LIBRO DEL DESTINO*

TERCERA PARTE: JACKY Y NORRY, UNA PAREJA DISPAREJA

¡Jack y Jacky se separaron! ¡ahora son 2! ¡Un hombre y una mujer! ¡Doble problemas para todos! ¿Lograrán cambiar sus destinos y el de los demás? Continuaciòn de La Maldición del Anillo de la Calavera. James y Jacky pasan su primera noche juntos...¿pero será la última?

Género: drama, amistad, acción, suspenso, humor, romance, violencia, aventura, fantasía, erotismo
Pareja: Jacky Sparrow/James Norrington. Elizabeth Swan/Will Turner
Personajes: Jack Sparrow/Jacky Sparrow, James Norringon, Elizabeth Swan, Will Turner, Hector Barbossa ¡y muchos más!
Calificación: para mayores de 18 años
Cantidad de palabras: variable
Duración: 67 capítulos la primera parte, 57 la segunda parte y 51 la última parte.
Estado: finalizado
Escritora: Gabriella Yu
Mi estilo: estoy influenciada tanto por el anime, los dramas asiáticos y la literatura universal. Me gusta hacer pasar a los personajes por duras pruebas.
Aclaraciones: Esta historia la escribí hace más de 10 años, es muy entretenida, no se arrepentirán de haber perdido el tiempo en leerla. Le tengo mucho cariño porque fue una rara mezcla que logré hacer con el drama, humor y acción. 
IMPORTANTE: contiene escenas subidas de tono XD

*Capítulo 12: El Juego del Gato y el Ratón *


Cuando Jack logró volver en sí, no abría pasado más que diez minutos
desde que Jacky lo había abandonado, adolorido se levantó penosamente
del suelo y se sentó sobre si mismo cruzando las piernas al estilo indio
y tomándose la adolorida cabeza con una mano. Una vez acomodadas sus
neuronas, miró a su alrededor buscando a su "hermana" y, al no
encontrarla, frunció el entrecejo muy disgustado, adivinando
acertadamente que lo que ella quería, era quitarlo de en medio.

Al colocarse de nuevo su viejo y querido sombrero, el pirata vio la
botella rota de ron que Jacky había utilizado para noquearlo y,
poniéndose mucho más molesto que antes, la tomó como quien toma a una
pequeña criatura y la miró lleno de desconsuelo.

—¡Mi pobre ron¡Desperdiciado de esta manera¡Ah¡Pero ya pagará mi
hermanita por lo que nos hizo¡Ella no sabe que con qué clase de hombre
deshonesto ha hecho la apuesta! —y se rió malévolamente por un buen rato
hasta que un pensamiento alarmante cruzó por su cabeza y lo puso un
tanto serio.

—Me olvidaba… —comentó pensativo—, que mi "hermanita" es mi contraparte
femenina, o sea, que es mi otro yo, o sea, que es mi otra mitad, o sea,
que soy yo mismo, o sea, que ella también es deshonesta, o sea… ¡que yo
no sé con qué clase de mujer deshonesta he hecho la apuesta! —con aquel
inquietante pensamiento, inmediatamente se levantó del suelo y comenzó a
caminar de aquí para allá con una mano en la barbilla y la otra atrás de
su espalda, poniéndose en actitud pensativa.

—Mmm… Creo que debí pensar mejor en esto; conociéndome y, por lo tanto,
conociéndola, tengo grandes probabilidades de perder mi amado /Perla Negra/…

De pronto se detuvo y golpeó sus manos con renovado espíritu.

—¡Pues no voy a permitir que mi hermanita se salga con la suya¡Me pondré
a pensar en la mejor manera de ganarle esta apuesta¡Como que mi nombre
es Jack Sparrow que lo lograré¡Rumbo al /Perla Negra/ para tramar mi
maquiavélico plan que tirará por los mares los planes de mi hermanita!
—exclamó lleno de ímpetu mientras señalaba con su dedo índice hacia
ningún ligar en particular. Luego, se volvió sobre sus huellas y tomó
algunas botellas de ron de la caja que los dos piratas habían abierto.

—Necesito de mucha inspiración… —dijo mientras las ponía bajo el brazo y
se dirigía hacia la puerta de salida.

Pero no llegó a atravesarla, puesto que se detuvo y nuevamente se volvió
sobre sus pasos y, tomando una caja entera de ron, dijo:

—Necesito de muuuuuucha inspiración.

Y así, el capitán Jack Sparrow por fin se marchó, dispuesto a no dejar
ganar a su hermanita la mencionada apuesta. ¡No tenía idea de las
consecuencias que acarrearía aquella maniobra que estaba a punto de tramar!

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Pasada la primera impresión, y dándose verdadera cuenta de lo que estaba
haciendo, el comodoro James Norrington se separó rápidamente de la
capitana Jacky Sparrow y desvió la mirada bastante turbado, sin saber a
ciencia cierta cómo actuar en aquel embarazoso momento.

Divertida con aquella actitud, Jacky sintió unos deseos terribles de
divertirse con él, pero aquella idea se fugó de su mente al notar que
Norry tenía la mano derecha vendada y la cara lastimada, y no pudo
evitar preocuparse por ello.

—Creo que debería conseguirse una mujer lo más rápido posible ¿sabe,
comodoro Norrington?

James la miró sin comprender muy bien a lo que se refería.

—¿Por qué lo dice?

Jacky le hizo una indicación con la cabeza, frunciendo la boca y la nariz.

—Por lo de su mano… Jamás habría pensado esa afición en usted, comodoro.

Entendiéndolo por fin, James, sintiéndose tremendamente agraviado y
ofendido, replicó:

—Lo que usted acaba de decir es un insulto a mi orgullo, capitana Jacky
Sparrow, me ofende usted enormemente. Lo que usted insinúa es
completamente erróneo ya que no practico esa clase de "actividades"
repulsivas propia de gente como usted —Luego, su mancillado orgullo
pareció desaparecer hasta volverse una triste expresión cuando siguió
hablando.

—Cuando llegué del baile de máscaras, que supongo fue usted quien lo
arruinó, había llegado a casa un tanto… bebido y tropecé con la pata de
una mesa y me caí sobre una de las ventanas de la sala… Comprenderá,
entonces, el origen de estas insignificancias.

Terminó de hablar, pero lo sobresaltó el hecho de que Jacky se le había
quedado mirando tan intensamente, que parecía como si estuviera mirando
a través de él, examinándolo intensamente, como si supiera que le estaba
mintiendo. El comodoro bajó la vista un tanto nervioso cuando ella se le
acercó lentamente sin quitarle le vista de encima, sintió cómo ella lo
rodeaba mientras colocaba suavemente sus manos alrededor de sus hombros
y le musitaba suavemente al oído:

—Me insulta usted, comodoro¿cree que voy a creerme semejante patraña?
—lo miraba insinuantemente a la vez que él trataba de evadir su mirada.
Jacky lo tomó del mentón y lo obligó a mirarla—. Aunque usted no tenga
la cara tan encantadora como la del joven Will, resulta una verdadera
lástima que alguien haya sido capaz de lastimarle su recio rostro,
comodoro —Tomó su mano vendada y la alzó hasta el nivel de su hombro
para poder observarla mejor—. Y me parece que esta herida fue la más
peligrosa¿verdad? Se ha cortado la muñeca…, supongo que aún debe dolerle
muchísimo… —soltó la mano y volvió a concentrarse en el rostro del
azorado oficial, acercándolo al suyo—… y no me refiero únicamente a su
herida, comodoro… —acercó sus sensuales labios a los temblorosos de él—…
Quien le hizo esta canallada debería caminar por la tabla¿sabe?

Temblando como una hoja, con la dura pérdida de su querida Isabel y el
terrible maltrato que ella le había hecho objeto, el adolorido oficial
cerró sus ojos llenos de lágrimas, esperando un beso consolador por
parte de Jacky.

La pirata, aunque quisiera negarlo con todas sus fuerzas, deseaba como
nunca el poder besarlo otra vez, pero su antiguo orgullo masculino
luchaba contra su nuevo deseo femenino de disfrutar la compañía de tan
estimado enemigo. Sus impulsos masculinos de poseer eran tan fuertes
como sus impulsos femeninos de entregarse a él¡lo que sentía era una
poderosa mezcla de pasiones a punto de hacer explosión y no tenía pleno
control sobre ellos!

"¿Hace cuanto que no paso una buena noche de pasión? —pensaba—. Desde
que tengo este cuerpo no me han satisfecho del todo mis antiguas novias…
—recordó las cachetadas de Scarlett y Giselle—. Necesito sentir el
placer como lo sentía antes… pero… pero… ¡Yo soy en realidad un hombre,
no una mujer!".

Y aunque se negaba a entregarse a la verdad, Jacky decidió, en cambio,
entregarse un poquito a la pasión y decidió aprovecharse, como siempre,
del afecto que le profesaban los demás. Si Elizabeth era su debilidad
como hombre, pareciera que James iba a ser su debilidad como mujer, así
que se decidió a probar aquel delicioso néctar que le ofrecían en
bandeja de plata.

Pero cuando estaba a punto de hacerlo, pudo escucharse un ruidoso… ¡CLICK!

Sorprendida, Jacky se dio por enterada que el comodoro Norrington había
sido más astuto que ella y le había puesto uno de los grilletes en su
muñeca derecha, atrapándola. Desconcertada, lo miró.

Sonriendo astutamente, mientras su captor se ponía el otro grillete en
la muñeca izquierda, decía:

—No crea, capitana, que voy a caer de nuevo en sus jueguitos —la miró
jactancioso—. Oficialmente está arrestada, capitana Jacky Sparrow.

Lejos de seguir ofuscada, la pirata se rehizo enseguida y, para la
confusión y asombro de James, se le apoyó sugerentemente y, jugando con
el moño de su peluca, dijo:

—No sabía que le gustara estos "jueguitos" de alcoba, comodoro…
Interesante… interesante… a mí también me gustan mucho. ¿Acaso quiere
que comencemos en éste polvoriento lugar? Yo no me opongo¿sabe?

El comodoro Norrington, a pesar de quedarse completamente pasmado por
aquella idea, pudo lanzarle una mirada asesina a la degenerada pirata,
quien, al notarlo, hacía como si nada.

—Le he colocado estos grilletes, capitana Sparrow, para evitar que usted
pudiera escaparse nuevamente. Hay varias preguntas que quiero hacerle.

—¿Cómo en qué posición me gusta dormir en la cama?

James bufó fastidiado y puso los ojos en blanco¿es que ella nunca
hablaba en serio? Realmente había olvidado lo impertinente que era.

—¡Nooo¡Sepa usted que está arrestada¿Lo entiende ahora?

—¿Me va a meter en un calabozo? —inquirió muy preocupada esta vez.

—Esteee, no. ¡Ejem! Voy a llevarla a mi casa… —le respondió poniéndose
bastante colorado.

—¡A su casa¿Entonces va a meterme en su cama en vez de un calabozo?

—¡No¿Pero es que acaso usted solamente piensa en eso?

—¿Y es que acaso usted solamente piensa que siempre hablo en serio¿No se
da cuenta que le estoy tomando el pelo, comodoro?

Con aquella réplica burlona, el comodoro James Norrington prefirió
quedarse callado y no decir nada más. ¡Jamás sabría si aquella mujer
hablaba en serio o no! Con una mirada amenazante y dando un bufido de
fastidio, el comodoro la arrastró tras él, dirigiéndose hacia el portón
de salida de la bodega.

—Cúbrase con esto, así nadie sospechará —le dijo mientras le lanzaba una
capa azul con capucha que había encontrado abandonada sobre unas cajas.

Jacky olió aquella sucia ropa y frunció el entrecejo.

—¡Uf¡Huele a pescado!

James se volvió y le replicó con una sonrisa maliciosa:

—¿No hay gran diferencia con el ron, verdad? Póngaselo que ya está
amaneciendo y no quiero que nadie se fije en sus ropas… singulares.

Sonriendo, Jacky le hizo caso y se puso la capa, se sacó el sombrero y
lo escondió bajo la capa para después subirse la capucha. Ella estaba
muy interesada en conocer la casa de su "caballero", aparte, claro, que
allí cerraría el cerco alrededor de él y ganaría la apuesta y por
consiguiente el /Perla Negra /sería suyo. ¿Por qué el comodoro quería
llevársela a su casa en vez de al calabozo? La respuesta salía por si
misma: él aún estaba enamorado de ella y quería tenerla a su lado y,
Jacky sabría aprovecharlo muy bien.

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Ya había amanecido cuando el capitán Jack Sparrow finalmente había
aparecido sobre la cubierta del /Perla Negra/, trayendo tranquilidad a
todos sus tripulantes, quienes se habían quedado muy preocupados al
saber, por boca del contramaestre Gibbs, que Jack y Jacky no volverían
por el momento.

—¿Qué sucedió con la capitana, Jack¿Por qué no ha regresado ella con
usted? —preguntó el contramaestre visiblemente preocupado mientras
seguía a su capitán hasta el castillo de popa.

Jack detuvo de inmediato su andar vacilante, y con los brazos extendidos
a los costados, se dio media vuelta para enfrentar a Gibbs.

—Ni siquiera preguntes por esa especie de mujer… —le apuntó con el dedo
índice como si se lo estuviera advirtiendo—. Ella cometió la más alta de
las traiciones, Gibbs.

Y siguió su camino perseguido se cerca por una parte su intrigada
tripulación. Fastidiado, Jack, que solo pensaba en irse a echar una
siestecita a su camarote, se volvió muy enfadado.

—¡Bien¿Qué es lo que quieren saber?

—Pues… —comenzó a decir el enano Marty—¿cu-cuál fue su traición?

—¡Uf¿Acaso no es obvio¡Esa malvada rompió una botella de exquisito ron
en mi cabeza!

Y dejando a todos bastante consternados, el capitán Sparrow entró al
castillo de popa y desapareció tras la puerta de su camarote.

—¿Se referirá a que ella rompió la botella o que lo golpeó a él?
—inquirió una extrañada Ana María.

—¡Eso es todo un misterio! —exclamó Gibbs alzando las manos.

Cuando éste y los demás ya estaban a punto de cuchichear entre ellos
sobre aquel asunto engorroso y decidir a cuál de las dos cosas Jack se
refería a una traición, se oyó gritar a su capitán:

—¡¡Señor Gibbs¿¡Barbossa ya se ha recuperado de su "indisposición"!?

—¡¡No, capitán!!

—¡¡Ah¡¡Pues, qué lástima!!

Luego de unos instantes en completo silencio, Ana María le preguntó con
un susurro a Gibbs:

—¿No crees que fuimos demasiados duros con el capitán Barbossa?

—¿Con el capitán Barbossa? — la miró un tanto pensativo por unos
momentos para luego agregar con absoluta firmeza y apatía mientras
negaba con la cabeza y fruncía el entrecejo:

—¡Noooooo! No lo creo. ¡Le venía muy bien aquel laxante!

En ese momento, el loro de Cotton comenzó a chillar posado en el
flacucho hombro de su dueño.

—¡Leven anclas¡Leven anclas!

—No lo sé, Cotton, se le voy a preguntar —le respondió el contramaestre.

Y llevando su obeso cuerpo hasta la puerta del camarote de su capitán,
Gibbs se inclinó un poco y golpeó suavemente la puerta.

—Jack, entonces… ¿Vamos a partir?

La voz del capitán se dejó escuchar un tanto soñolienta.

—… No, Gibbs, no. Tengo que saber qué es lo que está tramando mi
"hermanita", no puedo permitirle que gane la apuesta y me quite el
/Perla Negra/… Ahora déjame dar un pequeño sueñecito y estén alertas, no
quiero que nos capturen Norrington y sus hombres…

Sorprendido, el contramaestre volvió con sus compañeros.

—¿Qué te dijo? —preguntó una ansiosa Ana María.

Gibbs la miró significativamente.

—¡Dice que apostó el /Perla Negra/ a la capitana Jacky!

La estupefacta cara de todos reveló la enorme sorpresa con la que habían
recibido aquella extraordinaria noticia.

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Mientras tanto, cuando ya amanecía sobre la mojada ciudad de Port Royal
y los habitantes empezaban a levantarse al canto vespertino de los
gallos y las naves mercantes comenzaban a levar anclas incluyendo al
navío del almirante Jacobson, dos personas iban caminando velozmente
hacia el sector más elegante de la ciudad. Una de ellas iba cubierta con
una larga y ondulante capa azul con capucha, la otra persona, que iba
tomándola de la mano, iba vestido como un militar de alto rango de la
Real Armada Naval. Eran Jacky Sparrow y James Norrington, y juntos
caminaban a toda prisa hacia la casa del mencionado oficial.

Saludando nerviosamente a cada soldado o pueblerino que los que se
encontraban, y hasta a veces secundado imprudentemente por la pirata, el
comodoro no veía la hora de llegar a su casa y ocultar a Jacky ante la
vista inquisidora de todos, pues no quería que la atraparan y la
condenaran a la horca por sus actos de piratería. Nadie la conocía, pero
no quería correr el riesgo.

Luego de algunos contratiempos causados por Jacky, ambos pudieron llegar
a la elegante vivienda. Una vez que traspasaron el umbral de la casa y
cerraron la puerta tras de sí, James se sintió bastante aliviado y le
quitó las esposas a la pirata.

—Ni se le ocurra escaparse, en esta parte de la ciudad hay muchos
soldados haciendo guardia —le advirtió.

Había sido una verdadera suerte que el mayordomo no estuviera allí para
atender la puerta, así que condujo rápidamente a la visitante a la sala
de estar.

Mientras ayudaba a la pirata a sacarse la capa, ésta miraba a su
alrededor muy interesada por las cosas valiosas que habían a su
alrededor, deseosa de apoderarse de ellas. James colgó la capa en la
percha de pie y se volvió para mirarla, no podía evitar sentirse tan
lleno de felicidad. Jacky se volvió y sus miradas se encontraron,
quedándose ambos mirándose en completo silencio.

El comodoro carraspeó un tanto nervioso, no sabía cómo reaccionar en
aquel momento… ¡por fin tenía a Jacky en su casa y no sabía cómo actuar!
Pero también se avergonzaba de sus propios sentimientos… ¡aquella mujer
era en verdad el odioso capitán Jack Sparrow!

—¿Qui-quieres un poco de té? —ofreció.

—Mmm… ¿No tienes algo más interesante¿Ron, por ejemplo? —preguntó
mientras inspeccionaba con gran interés cada rincón de la sala y
curioseaba cada objeto que llamaba su atención.

—¿Ron? —sabía que no debía impresionarse por aquella petición, pero lo
estaba—. No, no tengo, pero podría ofrecerte otra cosa.

—Mientras tenga alcohol…

Norrington se apresuró a ir hasta el aparador y sacó de él una botella
de gin y un par de vasos. Él también necesitaba beber algo, estaba muy
nervioso.

Una vez que hubo llenado ambos vasos, le dio uno a Jacky, quien lo
rechazó enseguida y tomó la botella de gin para sí para el asombro de
James, que se le quedó mirando con la boca abierta.

—Así está mucho mejor —arguyó la capitana del Perla Negra mientras se
bebía un buen poco de aquel líquido fuerte.

El comodoro le dio la espalda y se dirigió hacia la ventana, sintiéndose
muy desconcertado y, mientras observaba el amanecer, dijo:

—Estoy un poco confundido, Jacky… ¿Eres tú, verdad? —la miró—. Sé que
eres tú, lo presiento, pero no entiendo por qué eres de nuevo una
mujer¿acaso no se había roto ya la maldición?

Jacky Sparrow no le contestó de inmediato, en su lugar se echó sobre uno
de los cómodos sillones, puso la botella de gin sobre la delicada mesita
de caoba que había a un costado, juntó la yema de los dedos y se cruzó
de piernas con actitud seria.

—Mi estimado Norry —comenzó a decir—, confieso que no tengo la menor
idea de lo que pasó; la maldición se rompió de cierta manera… pero lo
extraño es que Jack y yo nos separamos.

—¿Se separaron? —inquirió asombrado.

—Así es, ahora somos dos: un hombre y una mujer.

—O sea que…

—Ahora soy toda una dama, mi caballero —una sonrisita picaresca asomó en
el rostro de la pirata, sabiendo perfectamente lo que eso significaría
para el comodoro.

Maravillado con aquella feliz noticia y mirando nuevamente por la
ventana, James se sintió completamente libre de amar por primera vez
desde que había conocido a la versión femenina del capitán Jack Sparrow.
Ahora que ambos se habían separado (de eso quería estar completamente
seguro) y Jacky oficialmente era una mujer, ya no habría implicaciones
morales para desear estar con ella y compartir toda su vida a su lado.
¡Estaba completamente feliz¡Por fin estaría con ella sin sentirse
automáticamente avergonzado¡Por fin podía declararse oficialmente
enamorado¡Ahora era libre de amarla¡Se habían acabado las
penurias¡Volvía s ver la vida como antes! No…, no iba a ver la vida como
antes¡la iba a ver completamente diferente con la capitana Jacky
Sparrow¡Vida¡Eso era lo que ella le daba¡Vida a su propia vida!

Se volvió hacia ella, su rostro otrora tan estoicamente ingles, estaba
radiante, dichoso; sus ojos brillaban por la emoción y la enorme
felicidad que sentía en su corazón. Para Jacky, aquella imagen la
impactó lo suficiente como para sorprenderse y darse cuenta de que, el
aburrido inglés, era bastante guapo y que valía la pena divertirse un
poco con él.

—No sabes lo feliz que me ha hecho escucharte decir eso —le confesó—.
Siempre temí estar haciendo lo incorrecto al sentir… al sentir lo que
siento por ti… —se puso colorado y volvió a mirar el alba en silencio.

Sonriendo, sabiendo ahora que lo tenía en sus manos, Jacky se levantó de
su asiento y se dirigió hacia el comodoro para abrazarlo por detrás,
tomándolo por la cintura, sorprendiéndolo.

—No sabía que era tan tímido para expresar sus sentimientos, comodoro
Norrington —le dijo con una pícara sonrisa mientras él la miraba cada
tanto de soslayo, bastante avergonzado—. Pero me gusta¿sabe? —le susurró
en el oído, haciéndolo temblar.

—… E-eran u-ustedes dos los que estaban en el baile de máscaras
disfrazados de españoles¿verdad? —apenas pudo preguntar.

—Así es. Yo quería verte, pero Jack había insistido en acompañarme.

—¿Q-querías verme?

—Por supuesto, mi estimado Norry, hacía mucho tiempo que no lo veía y
extrañaba mucho fastidiarlo¿sabe…¡Estoy tan aficionado-a a usted!

James se volvió para mirarla, ella aún abrazaba su cintura y él tenía
una de sus manos sobre el marco de la ventana y la otra relajada a su
costado.

—Entonces… ¿usted me ama, Jacky?

—¿Amarlo, dice? —acercó su rostro al de él, entrecerrando los ojos—. Eso
sería mucho pedir para mí¿sabe?

—… ¿Y puedo pedirle un beso…? —preguntó mientras se inclinaba un poco,
cerrando los ojos.

—… Eso se puede arreglar… —.Y lo besó en la boca.

En ese mismo y mágico instante, mientras los dos se besaban tierna y
suavemente, todo el dolor y la soledad que James sentía, desapareció
completamente de su vida; en cambio, Jacky sintió que toda su confusión
e inseguridad que sentía acerca de su nueva personalidad, desaparecían
para entonces dar lugar a una confusa mezcla de pasión y miedo. ¡Tenía
miedo de ser una mujer para siempre y perder la libertad que tanto
amaba¡Pero a la vez era tan fuerte su deseo de poseer a aquel hombre tan
locamente enamorado de ella! (porque ahora era "ella" y no "él", había
que aceptarlo… ).

"¿Y qué tiene que me aproveche de lo que me está ofreciendo? —comenzó a
pensar—. Después de todo mi naturaleza inmoral me pide a gritos que
tenga una ardiente noche de pasión con él; tengo una gran curiosidad por
saber lo que siente una mujer en el momento de hacerlo… Está decidido,
me acostaré con él, pero yo seré quien decida cuándo y dónde, y yo seré
quien tomará las riendas en esta relación".

—Tengo que irme… —susurró james de pronto mientras apartaba sus labios
de los de ella—. Tengo que presentarme ente el gobernador Swann, es hora
de iniciar mi jornada…

Jacky no quiso aceptarlo, pero se sintió algo desencantada, había
esperado poder divertirse un poco más. El comodoro se apartó suavemente
de ella sin apartar su vista del moreno y hermoso rostro de la mujer.

—Vamos a mi alcoba —dijo.

—¿Ya? Pero si quieres irte a trabajar te advierto que a mi me gusta
estar durante horas haciéndolo —le replicó mordazmente mientras colocaba
sus brazos alrededor del cuello él.

James Norrington se quedó con la boca abierta y se puso tan colorado,
que el polvo que usaba para el rostro pareció desaparecer.

—N-no me refiero a eso… —apenas pudo decir—, lo que quiero es que te
quedes en mi habitación hasta que yo regrese. No quiero que nadie te vea
por ahora, tengo miedo de que te descubra alguien que pueda llamar a la
guardia para que te apresen.

—¿Quieres que me quede encerrado… encerrada todo el tiempo en tu
habitación? —se cruzó de brazos muy molesta—. ¡Me niego¡Moriré de
aburrimiento y de sed¡Yo soy un pirata¡Amo la libertad!

—¡Shiiit¡Lo sé! —trató de calmarla abanicando las manos y mirando
nerviosamente hacia la puerta de entrada al salón—. ¡Te prometo que sólo
será hasta que yo regrese, confía en mí, por favor!

—Mmm… ¿Podré llevarme la botella de gin?

—Lo que tú quieras.

—¿Lo que yo quiera? —repitió la pirata muy interesada e inmediatamente
se dirigió a la alacena y sacó un par de botellas, una era de whisky y
la otra de Brandy—. Con esto será suficiente, me quedaré tranquilamente
en tu alcoba hasta que regreses.

Se acercó meneándose hasta el sorprendido y arrepentido comodoro y le dijo:

—Estoy listo, digo, lista¿qué le parece si me conduce a nuestro lecho de
amor, mi amado Norry?

Norrington suspiró cansadamente y murmuró mientras se dirigía hacia la
puerta:

—Espero no arrepentirme más adelante…

Y mientras el oficial espiaba el corredor para cerciorarse de que no
habría nadie de la servidumbre que los sorprendiera, Jacky murmuró
malignamente sin que éste se diera por enterado:

—Te aseguro que vas a arrepentirte más adelante, amorcito… jeh jeh jeh.

A una seña de James, jacky lo siguió a través del pasillo y subieron
sigilosamente por la escalera hasta llegar al primer piso de la casa, en
donde había otro pasillo y varias puertas que daban a los respectivos
dormitorios. A la pirata nada le pasó desapercibido, todo lo que tuviera
de valor lo clasificó en su mente para cuando, llegado el momento de la
fuga, lo robaría impunemente.

—Esta es mi alcoba… —susurró el comodoro Norrington mientras abría la
puerta e ingresaba con Jacky a la mencionada habitación.

Aquel dormitorio era muy espacioso y estaba todo perfectamente arreglado
y en su adecuado sitio; todos los muebles era de fina madera, caoba o
pino; una labrada y bien trabajada cama de caoba con sus respectivas
mesitas, cubierta por sábanas suaves y blancas; un gran guardarropa de
pino; un hermoso espejo de cuerpo completo con los marcos bien
elaborados; un tocador con espejo, que tenía peines, cepillos, pelucas,
frascos de polvo para el rostro y uno que otro frasco de perfume.
Cuadros finos adornaban las paredes y blancas cortinas de encaje cubrían
los dos grandes ventanales de la habitación. Aquella era la habitación
perfecta para un soltero tan serio como lo era el comodoro Norrington.

—Es… bonita —dijo la pirata mientras miraba a su alrededor
inspeccionándolo todo—. Es mejor que mi camarote.

Se dirigió hacia la cama y se lanzó alegremente sobre ella, rebotando un
poco.

—¡Wow¡Es un mullido colchón de plumas¡Adoro los colchones de plumas¿Y usted?

A James le hubiera gustado decir que adoraba verla allí, pero como era
un caballero bastante serio y pudoroso, prefirió guardarse aquella
opinión para sí mismo.

—Si tanto te gustan, tendrás uno en tu habitación, te lo prometo —le
dijo mientras se acercaba a la cama.

La capitana del /Perla Negra/ se le quedó mirando por unos instantes,
confirmando una vez más que aquel hombre era un tonto romántico y que le
daría todo lo que ella (o él) deseara. Tenía la apuesta totalmente
ganada, pues ya había pensado un plan perfecto para sacar a su querido
hermanito del camino y ser el único (o la única), capitán del /Perla
Negra/. Pero antes de eso, tenía que divertirse con su caballo-caballero.

Sin que el pobre oficial se lo esperara, la pirata lo tomó de la manga
de la casaca y lo tironeo fuertemente haciéndolo perder el equilibrio y
caer en la cama junto a ella. Rápidamente Jacky se le subió encima y lo
tomó de las muñecas, con cuidado de no apretarle la que tenía lastimada.

Con sus manos a cada lado de su cabeza, el comodoro James Norrington
miraba sorprendido a la atrevida capitana.

—No me negará que estaba buscando esto cuando me trajo hasta su casa,
comodoro —le dijo sonriendo de oreja a oreja.

—… Yo… la verdad… yo… —balbuceaba mientras se ponía cada vez más y más
colorado.

—Yo también lo he estado buscando¿sabe? —fue la sorprendente declaración
de Jacky mientras se abalanzaba sobre él y comenzaba a besarlo
suavemente por todo el rostro. James no hizo nada para evitarlo,
solamente cerró los ojos y la dejó hacer lo que ella quisiera. No
entendía muy bien el por qué, pero aquella mujer lo inhibía
completamente a pesar de que él ya había estado con otras mujeres. Jacky
tenía tanto poder sobre él, que lo hacía sentir tan inocente como un
jovenzuelo, y eso le gustaba.

Jacky, con su extenso pasado romántico como picaflor masculino, sabía
amar como un hombre, no como una mujer, y, acostumbrado a llevar las
riendas de la pación, le enseñaba algo nuevo a aquel aburrido oficial de
la armada, que para el deleite de nuestra protagonista, le encantaba ver
cómo respondía a sus muestras de amor.

Comenzó a besarlo con más pasión y él ya estaba respondiendo a sus
ardientes besos, pero Jacky abandonó su boca para luego empezar a
besarle la barbilla y el cuello, haciéndolo gemir de placer.

—… Sé muy bien que querías esto… —le susurró al oído para luego morderle
suavemente el lóbulo de la oreja—…, y te prometo que jamás en tu vida
volverás a sentir lo que yo te haré sentir…

Volvió a su boca, besándolo con mucha más pasión que antes, mordiéndole
suavemente el labio inferior, luego recorrió otra vez todo su rostro
para luego volver a su cuello. Completamente excitado, James inclinó la
cabeza para permitirle abarcar más con sus caricias, Jacky, sonriendo al
ver aquella actitud de sumisión, aprovechó su entrega para besar todo su
cuello.

De pronto, cuando más apasionados estaban, Jacky se levantó rápidamente
y tomó al sorprendido James de la casaca y también lo obligó a
levantarse, luego alzó el sombrero —que se había caído al suelo al otro
lado de la cama— y se lo colocó para después abrir la puerta y sacarlo a
empujones al pasillo. Norrington estaba tremendamente consternado y no
acababa de entender nada.

—¿P-pero qué pasó? —le preguntó mientras se asomaba al dormitorio a
través de la puerta semiabierta.

—Nada, ya tienes que irte a trabajar —le respondió con una sonrisa
burlona y le cerró la puerta en la cara.

James se quedó como un tonto parado en la puerta, mirándola, pero
enseguida aquella extraña situación le hizo gracia y, sonriendo, se
acomodó la ropa, la peluca y el sombrero y se marchó a la habitación en
donde se encontraba reposando madame Foubert, quería saber cómo se
encontraba antes de marcharse.

En la alcoba de Norrington, la capitana Jacky Sparrow no podía estar más
satisfecha; estaba acostada en la cama bebiendo plácidamente su amado
licor e ideando las mil y un travesuras para fastidiar a su Norry. Sabía
que lo tenía en la mano al igual que la victoria en la apuesta; sabía
que podía tener todo lo que quisiera mientras estuviera al lado de
Norry; podía vivir como una dama de alta sociedad y una descarriada
pirata a la vez; tendría toda la libertad para poder viajar como la
prometida de un comodoro alrededor del mundo y ser a la vez una fugitiva
pirata a lo largo de todo el Caribe. ¡Todo se desarrollaba tan
maravillosamente que resultaba casi imposible! Ya no se lamentaba tener
que entrar a la cama con él, era lo suficiente lujuriosa como para
aceptarlo y gozar con ello, después de todo, pasar toda su vida al lado
de él, parecía ser que iba a ser muy tranquila y entretenida a la vez.
Claro que quizás él se opusiera inicialmente a la idea de permitirle
seguir pirateando, pero Jacky sabía muy bien que podría convencerlo de
lo contrario.

—Esto es más de lo que me había propuesto… —dijo—. ¡Creo que he
encontrado a la gallina de los huevos de oro! —miró hacia la percha de
pie en donde colgaba una de las casacas de oficial de James—… Más bien,
creo que he encontrado un fabuloso tesoro…


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