Fanfic Piratas del Caribe -El Libro del Destino- *Capítulo 17: Comienza la Casería*

                                                       Resumen de la historia: El capitán Jack Sparrow comete el gran error de ponerse un anillo maldito que lo transformará en mujer y le traerá un sin fin de problemas tanto a él como a quienes lo rodean, amigos y enemigos. Una elección que cambiará la vida y los destinos de todos, en especial del Comodoro James Norrington y el mismo Jack. Esta historia está ambientada después de la primera película y desarrollada durante la segunda y tercera película. Una historia larguísima pero muy entretenida, con drama, humor, acción y romance. ¡Que la disfruten!



*PIRATAS DEL CARIBE: EL LIBRO DEL DESTINO*

CUARTA PARTE: CUESTA ABAJO

¡Jack y Jacky se separaron! ¡ahora son 2! ¡Un hombre y una mujer! ¡Doble problemas para todos! ¿Lograrán cambiar sus destinos y el de los demás? Continuaciòn de La Maldición del Anillo de la Calavera. James y Jacky pasan su primera noche juntos...¿pero será la última?

Género: drama, amistad, acción, suspenso, humor, romance, violencia, aventura, fantasía, erotismo
Pareja: Jacky Sparrow/James Norrington. Elizabeth Swan/Will Turner
Personajes: Jack Sparrow/Jacky Sparrow, James Norringon, Elizabeth Swan, Will Turner, Hector Barbossa ¡y muchos más!
Calificación: para mayores de 18 años
Cantidad de palabras: variable
Duración: 67 capítulos la primera parte, 57 la segunda parte y 51 la última parte.
Estado: finalizado
Escritora: Gabriella Yu
Mi estilo: estoy influenciada tanto por el anime, los dramas asiáticos y la literatura universal. Me gusta hacer pasar a los personajes por duras pruebas.
Aclaraciones: Esta historia la escribí hace más de 10 años, es muy entretenida, no se arrepentirán de haber perdido el tiempo en leerla. Le tengo mucho cariño porque fue una rara mezcla que logré hacer con el drama, humor y acción. 
IMPORTANTE: contiene escenas subidas de tono XD

*Capítulo 17: Comienza la Casería*


Para cuando /La Muerte Anunciada/ había llegado a Tortuga, su cruel
capitán, Bart "Sangre Negra" Morgan, hermano menor del famoso pirata que
había creado el código pirata bajo la Hermandad de los Piratas, se había
olvidado completamente de su prisionero y de su pequeña esclava, y se
había marchado al pueblo costero junto con casi toda la tripulación para
poder gozar de las mujeres y de la bebida que le ofrecía el hospitalario
pueblo descarriado de isla Tortuga dejando solamente a un par de sus
"chicos" a cargo del cuidado del barco y de su preciosa carga. De más
está decir que estos piratas se habían quedado de muy mala gana para
cumplir con su deber.

Viéndose liberada de una posible golpiza por parte de su jefe debido a
la mala limpieza que ella había realizado en la bodega, la pequeña
Alwine se había dedicado a seguir las instrucciones del doctor para
ayudarlo a curarse y entablillarse el brazo fracturado.

Mirando a su alrededor, notando que los ruidos habituales del barco
habían disminuido considerablemente hasta que solamente podía escucharse
el murmullo de las olas del mar que mecían al barco y las voces de
hombres que no parecían ser piratas sino pescadores, Christian pensó
esperanzado que habían llegado al puerto de algún lugar y, mirando a la
niña, quiso saberlo.

—Dime, mi pequeña amiga —dijo—, ¿sabes en dónde estamos?

Sentada tranquilamente sobre uno de los toneles de agua dulce, la niña
respondió inmediatamente.

—Estamos en Tortuga…, ese nombre es gracioso, ¡me hace acordar a las
tortugas! ¡Me encantan las tortugas! ¿Y a ti?

El aludido sonrió afablemente.

—Sí, pequeña, me gustan mucho las tortugas… —luego se quedó bastante
pensativo mientras Alwine comenzaba a hablar animadamente sobre aquellos
curiosos quelonios, de repente, él la interrumpió.

—¿Nunca has querido escaparte de aquí, pequeña Alwine?

El semblante risueño de la niña se transformó inmediatamente, una sombra
lo cubrió completamente antes de responder con voz apagada:

—… Lo intenté varias veces, pero siempre me atrapaban y me daban una paliza…

Una triste sonrisa se asomó a los labios del doctor mientras apoyaba su
afiebrada cabeza en los barrotes de su prisión. "Por lo menos —pensó—,
ha tenido el valor de intentarlo…".

Alwine también miró hacia arriba y la preocupación gobernó ahora en sus
pesamientos.

—¿Cree que vendrán muy borrachos?

—¿Eso te preocupa?

Luego de un corto silencio, la niña respondió cabizbaja:

—… El capitán siempre me golpea sin motivo cuando está borracho…

Apenas terminó de decir esto, Alwine comenzó a llorar desconsoladamente,
cubriéndose el rostro con el bracito apenas tapado con sus viejos
harapos. Apenado por verla llorar de esa manera, el doctor se aferró a
los barrotes y le habló con un tono entre urgente y preocupado, pero sin
perder su dulzura:

—¡Escúchame bien, mi pequeña amiga! ¡Tenemos que huir inmediatamente de
aquí! ¿Me entiendes?

Ella lo miró muy sorprendida y asustada.

—¡Pero nos descubrirán!

—No, no nos descubrirán si hacemos las cosas bien.

—Pero…, tengo miedo…

Él sonrió nuevamente, era una sonrisa tan tierna y paternal que Alewine,
de alguna manera, comenzó a tranquilizarse y a tenerse confianza tanto
para con ella como para con él.

—Yo también tengo miedo, mi querida niña, pero miedo de dejarte aquí
sola con este grupo de chimpancés borrachos.

La pequeña sonrió ante las últimas palabras, le parecieron graciosas y
el doctor pudo comprobar con satisfacción que ella aún tenía y mantenía
una gran inteligencia a pesar de toda la brutalidad a la que había
estado sometida todo aquel tiempo bajo aquellos insensibles y bestiales
piratas.

—Ahora escúchame con atención, Alwine —se puso serio—: esta es nuestra
única oportunidad de escaparnos de aquí y no debemos desaprovechar este
momento por nada del mundo ¿entiendes? A ambos nos seguirán tratando muy
mal si permanecemos más tiempo en ese horrible lugar… ¡Tenemos que irnos
ahora mismo!

La aludida lo miró detenidamente por algunos momentos, a Christian le
pareció ver algo más que inteligencia en aquellos ojos celestes, intuyó
que aquella niña era una criatura muy especial.

—¿Qué quiere que haga? —le preguntó ella cuando al fin pudo cambiar
todos sus miedos y sus dudas por determinación y valor.

--

El viento arreciaba cada vez más y más sobre las naves de la armada
provocando que sus tripulantes le pusieran más empeño a sus obligaciones
para evitar que las embarcaciones zozobraran en la tormenta. Casi todos
los marineros estaban nerviosos, pero los oficiales trataban de mantener
la compostura y, a la vez, de mantener la moral de sus hombres para que
no cayeran ante la desesperación. De entre todos ellos, el comodoro
James Norrington, quien permanecía completamente impasible sobre el
puente indicando al timonel la ruta a seguir, daba su mejor ejemplo a
quienes estaban bajo su mando. La gravedad en su rostro demostraba la
fría determinación de seguir el rumbo que se había trazado desde un
principio para hallar y capturar al pirata más escurridizo de todos, el
capitán Jack Sparrow, que seguramente estaría a bordo del /Perla Negra/,
anclado a orillas en una hondonada ubicada no muy lejos de Port Royal.

James pensó que sería fácil atraparlo, ya que el descarriado jamás
llegaría a imaginarse ser atacado y capturado justo cuando se daba a
lugar semejante temporal. Una vez atrapado, James lograría cumplir con
su deber de liberar definitivamente aquella zona de la pestilente
presencia de los piratas y, además, liberaría a Jacky de las peligrosas
malas intenciones de Jack Sparrow para con ella.

Con sus pensamientos puestos en su amada, Norrington se agarró con
fuerza a la balaustrada y sujetó con su mano el tricornio para que el
fuerte viento no se lo arrancara de la cabeza, pues la tormenta había
empeorando.

"Muy pronto te verás libre de Jack Sparrow, mi querida Jacky —pensaba—,
el /Perla Negra/ será tuyo y podrás vivir conmigo para poder amarte toda
mi vida… ¡Falta tan poco para que nuestros sueños se hagan realidad!".

Pero las cosas no se iban a dar como él deseaba, pues en dicha
hondonada, toda la tripulación del barco pirata, incluyendo al capitán
Jack Sparrow, se conservaban alertas mientras trataban de mantener al
/Perla Negra/ a flote y evitar al mismo tiempo que no encallara en la
playa o chocara contra las peligrosas rompientes que amenazaban con
destruir al viejo navío.

Como siempre que había una tormenta de esas características, el capitán
Sparrow se mantenía firme, seguro y preciso ante el gobierno de la nave
y de sus hombres. Maniobrando el timón con maestría con sus fuertes
manos, cada tanto se llevaba una botella de ron a la boca para
mantenerse a gusto con aquella situación que parecía empeorar a cada
momento.

Luego de devolverle la botella a "Jack", el monito mascota del capitán
Barbossa quien aún se hallaba indispuesto gracias a una de las pesadas
bromas de nuestro querido capitán, siguió manteniendo su amado /Perla/
bajo la seguridad de su comandancia.

—¡¡Señor!! ¡¡Parece que ésta tormenta va a empeorar!! —le gritó un
preocupadísimo Gibbs, quien se había acercado a su capitán a duras
penas—. ¡¡Esto es un mal presagio!!

—¡¡No!! ¡¡Esto es una bonita y terrible tempestad, Señor Gibbs!!
—replicó irónicamente su interlocutor.

—¡¡Ya estamos en Septiembre, Señor, corremos el riesgo de que esto se
transforme en un huracán y destruya al /Perla Negra/ junto a todos
nosotros y nos mande al averno!!

—¡¡Resistirá y resistiremos, Gibbs!! ¡¡Ya lo verás!!

—¡¡Pero, Señor!! ¡¿Por qué no quiere abandonar éste lugar?! ¡¡Es obvio
que la capitana Jacky no va ha regresar!!

—¡¡No voy a marcharme de aquí hasta que sepa lo que está tramando esa
bruja, Gibbs!! ¡¡Voy a arrastrarla de los cabellos hasta aquí para que
se convierta en nuestra cocinera y aprenda a no creerse más lista que el
capitán Jack Sparrow!!

—¡¡Pero quizás el comodoro Norrington ya la haya descubierto y metido en
un calabozo!! ¡¡Él vendrá por nosotros cuando la capitana le revele
nuestra ubicación!!

—¡¡Tonterías!! ¡¡Ése tonto está perdidamente enamorado de ella, Gibbs,
jamás la encerraría!!

—¡¿Y por qué está tan seguro de eso, Señor?!

Jack lo miró significativamente y esbozó una pícara sonrisa.

—¡¡En nuestra aventura anterior, Señor Gibbs, el comodoro Norrington me
demostró lo mucho que me amaba cuando yo era tan solo una inocente damita!!

El pobre contramaestre se quedó con la boca abierta, perplejo con
semejante explicación.

—¡¡Eso es muy confuso, Señor!! —replicó al fin luego de que un poco de
agua le cayera encima.

—¡¡No lo es!! ¡¡Imagínatelo!!

Gibbs trató de imaginárselo, pero lo único que consiguió fue ver cómo el
comodoro Norrington se le declaraba a Jack de rodillas mientras le
entregaba un anillo de compromiso y su capitán lo aceptara con ademanes
muy poco masculinos y altamente "sospechosos".

La cara de asco que puso del pobre obeso, divirtió en grande al capitán
Jack Sparrow, quien ya se había dado una idea de lo que el otro se
estaría imaginando.

Luego de estar unos momentos pensativo, Gibbs dijo:

—¡¡Pero la antigua devoción que el comodoro Norrington le haya tenido a
usted antes, no creo que la tenga ahora que se volvió a reencontrar con
la capitana Jacky, señor, es ella la que ahora está con él!!

A semejante razonamiento, Jack no pudo dudar de su alto grado de
probabilidad y, luego de pensarlo detenidamente por algunos momentos,
exclamó alarmado:

—¡¡Señor Gibbs, ordene a los hombres que leven anclas inmediatamente y
se preparen para adentrarnos mar adentro!!

—¡¿Pero por qué mi Señor?! ¡¿Acaso hay algo que lo preocupó
grandemente?! ¡¿La tormenta, quizás?!

—¡¡Nada de eso, Gibbs!! —lo miró detenidamente—. ¡¡Lo que me preocupa es
que mi "hermanita" nos haya traicionado y revelado nuestra posición al
comodoro Norrington!!

—¡¡Oh!! ¡¿Y la crees capaz, Jack?! —preguntó entre dubitativo y
sorprendido con aquella declaración.

Dirigiendo otra vez su penetrante mirada hacia el encrespado mar, el
capitán del /Perla Negra/ jamás pronunció palabras más preocupantes y
verdaderas que éstas:

—¡¡Yo soy ella y ella soy yo!! ¡¡Hicimos una apuesta, Señor Gibbs, y
usted sabe lo que yo haría por ganar una apuesta!!

Poco a poco los ojos del grueso contramaestre comenzaron a agrandarse al
darse verdaderamente cuenta de lo que su querido capitán le estaba
diciendo. El temor comenzó a apoderarse de él como siempre que tenía uno
de sus típicos "presentimientos".

—¡¡Que el Señor nos ampare!! ¡¡Estamos perdidos!! —exclamó horrorizado y
se dirigió raudo hacia cubierta para comenzar a dar las órdenes
pertinentes al caso a toda la tripulación del /Perla Negra/—. ¡¡Leven
anclas!! ¡¡Icen las velas!! ¡¡Tensen las amarras!! ¡¡Debemos dirigirnos
rápidamente hacia mar adentro!!

Mientras Ana María repetía las mismas órdenes al mismo instante de
haberlas escuchado, pues sin preguntar había visto el espantado rostro
que Gibbs llevaba, no sintió la necesidad de preguntarle el por qué de
la urgente decisión de levar anclas, práctica como era, solamente se
limitó a seguir órdenes pero, cuando dirigió su vista hacia el horizonte
por donde se extendía la costa, desagradable fue su sorpresa cuando
divisó las dos naves de la armada naval de Port Royal.

—¡¡Allí!! ¡¡Nos descubrieron!! —exclamó dando aviso a todos mientras
señalaba hacia sus temidos enemigos.

—¡Por Dios… —murmuró el contramaestre mientras se aferraba a la
balaustrada de la cubierta de popa—, es el comodoro Norrington…! ¡Nos ha
descubierto!

Pero el pasmo de todo el mundo no duró mucho tiempo, pues su capitán
comenzó a darles órdenes con la misma energía que la que viento soplaba
y logró devolverles algo de su valor y cabeza fría.

—¡¿Qué están haciendo allí parados?! —les gritó mientras seguía aferrado
al timón y luchaba contra la tormenta—. ¡¿Acaso quieren que nos condenen
al cadalso?! ¡¡A moverse, partida de miedosos!! ¡¡Tenemos que seguir
posponiendo nuestra entrada al averno que el comodoro Norrington nos
ofrece tan amablemente!!

Acicateados por su valiente capitán, la tripulación del /Perla Negra/
comenzó a ir de aquí para allá tratando de cumplir con sus obligaciones
que por culpa de aquel terrible temporal se les hacía aún más difícil de
realizar. Manteniendo la serenidad en su serio semblante, el capitán
Jack Sparrow pronto sintió que la nave estaba lista y liberada para
surcar a través de las tempestuosas olas para así iniciar su desesperado
escape de las frías y justicieras manos de la armada.

A varias leguas de distancia, bajo fuerte soplido de los tempestuosos
ventarrones, la flota de la armada real ya los había divisado.

—¡¡Señor, están emprendiendo la huida!! ¡¡Nos descubrieron!! —avisó el
teniente Gillette cuando apenas notó que el /Perla Negra/ había
comenzado a moverse.

Girando sobre sus talones, pues estaba de espaldas mirando hacia popa,
el comodoro Norrington se llevó su dorado catalejo al ojo y comprobó con
alarma que las palabras de su primer oficial eran certeras.

—¡¡Diga a los hombres que suelten las velas de todos los mástiles,
tenemos que tomar mucha más velocidad para poder alcanzarlos y cortar su
huida!!

—¡¡Pero el viento está soplando demasiado fuerte, Señor!! ¡¡Los palos
podrían romperse!!

James se volvió de cara al teniente Gillette y exclamó decidido:

—¡¡Las naves resistirán, teniente!! ¡¡Obedezca mis órdenes!!

Un tanto consternado, el comandado asintió y se retiró para llevar a
cabo con su cometido. Mientras lo miraba marcharse del puente, James
miró a su alrededor y pudo constatar que la tormenta estaba arreciando
aún más, aquello era una muy mala señal pero debía ignorarla si lo que
quería era cumplir con su deber para con la corona y su palabra para con
su amada Jacky y, claro está, para con su propia y orgullosa persona.

La casería había comenzado.

--

A todo eso, la capitana Jacky Sparrow, alias Katrina Watson, la
prometida del comodoro James Norrington, aún se encontraba en el puerto
a pesar de la creciente tempestad. Obviamente aquello no la preocupaba,
ya que había pasado casi toda su vida en el mar y estaba muy
acostumbrada a esas situaciones, así que lo que ahora mantenía a su
mente ocupada era el hecho de haber descubierto que estaba realmente
enamorada de James y que ahora corría el riesgo de perderlo gracias a
sus propias imprudencias. Lejos estaba, claro, la intención de casarse
con él, ya que formalizar una relación no era parte de su vocabulario y
por ninguna razón, por más buena que esta fuera, estaba dispuesta a
darle potestad sobre ella, no porque no lo creía capaz de respetarla,
sino, porque había mucho de su orgullo masculino y su sentido de la
libertad en juego. Pero convertirse o no en su esposa era lo que ahora
menos la preocupaba, ya que si su querido Norry llegara a atrapar a
Jack, toda su recién descubierta vida sentimental estaría en juego,
incluyendo su propia existencia si es que a Norry se le daba por
enfadarse tanto por la burla que, en vez de conducirla al altar, la
conduciría al cadalso. Pero, ¿era capaz Jack de revelar sus antiguas y
negras intenciones para con Norry? ¡¡Por supuesto que sí!! ¡Como ella,
él haría lo que fuera por la capitanía del /Perla Negra/! Pero ahora, a
preocupada Jacky se le agregaba algo más, y era que estaba dispuesta a
mantener el amor de su querido Norry fuera como fuera, porque él la
amaba y ella también lo amaba, agregando que él estaba dispuesto a hacer
cualquier cosa por ella y ella sabría aprovechar muy bien aquella
disponibilidad, ¡ni por asomo se le cruzaba por la cabeza el alejarse de
su vida de pirata ya que él le había asegurado la libertad necesaria
para seguir siéndolo! Muy bien podría llevar una doble vida…, una como
amante de un comodoro y, otra, como la única pirata que navegaría libre
sobre los mares caribeños bajo la protección de su amado y sin la
necesidad de las patentes de un corso… Él no se lo negaría jamás, ¡la
adoraba tanto! Y, por lo tanto, era ésta una de las poderosas razones
por la que Jacky prefería que la vendita tormenta lograra evitar que
Norry consiguiera aprender a su "hermanito" y, evitar así, que éste la
delatara.

Tan ensimismada estaba con aquellos pensamientos, que ni siquiera se dio
cuenta de que el joven y apuesto William Turner la había encontrado y se
había acercado lentamente hasta quedar detrás de ella.

—De modo que era cierto —dijo de repente provocando que la aludida diera
un exagerado sobresalto—, volviste a ser una mujer…

Volviéndose de cara a él, demostró lo sorprendida que estaba al verlo y,
como era su costumbre, uniendo la yema de sus dedos, comenzó a jugar con
ellos mientras subía y bajaba la vista.

—No es lo que tú piensas… —dijo.

—¿Ah, no? ¿Entonces eres una visión? —puso lo los brazos en jarra y la
miró de refilón mientras arqueaba las cejas—. ¡Mis sospechas eran
correctas, tú /eres/ Jack Sparrow…!

—El mismo que calza y viste, muchacho —sonrió—, pero en versión femenina.

—¿Pero cómo? ¡Se suponía que habíamos roto el hechizo!

—¡Se suponía! —se alzó de hombros con indiferencia—, pero no fue así y
aquí me tienes.

—¿Y lo primero que haces es buscar al comodoro Norrington? ¡Eres un,
un,…! ¡No tengo palabras para decirlo! —exclamó lleno de indignación.

—"Pervertido" podría ser la palabra correcta, muchacho… —le dijo
mientras se acercaba insinuantemente hacia él y le colocaba los brazos
alrededor del cuello de su nervioso amigo—. ¿Acaso estás celoso porque
no te busqué primero?

—¡C-claro que no! ¿Por quién me tomas? —replicó apartándose rápida y
bruscamente—. ¡No estoy tan desesperado como para recurrir a ti! ¡Voy a
casarme con Elizabeth en menos de una semana!

—¿Se van a casar? ¡Una boda! ¡Ron para todos! —exclamó brincando llena
de alegría, y luego agregó maliciosamente—: Si me invitas a tu boda, yo
te invitaré a la mía.

—¡¿Cómo dices?! ¡¿Tu boda?! ¡¿Y con quién te casarás?!

—Con Norry, ¿acaso no es obvio? ¡No iba a casarme contigo! Eres
demasiado muchachuelo para mí… —le dijo mientras lo miraba de abajo
hacia arriba con cara de reprobación.

El pobre chico se quedó con la boca abierta, impresionado, pero cuando
logró recuperar el habla y quiso decir algo, Jacky se le anticipó y lo
tomó del brazo preguntádole:

—¿Y en dónde está Elizabeth? ¿Está en su casa? ¡Vamos a verla! ¡Me muero
por darle la noticia y ver el rostro que pone!

Y, a pesar de la fuerte ventisca y la lluvia, ambos se pusieron en
camino rumbo a la mansión del gobernador Swann.

--

A medida que avanzaban mar adentro, la tempestad parecía arreciar cada
vez más y más, como si estuvieran dirigiéndose hacia el origen de dicha
tormenta, pero aquello no era motivo alguno para que el /Perla Negra/ o
la pequeña flota de la Armada detuvieran su marcha, de ninguna manera
estaban dispuestos a detenerse.

El capitán Jack Sparrow, al mando del enloquecido timón, combatía
fieramente en contra la tormenta y el infortunio que lo acechaban,
negándose a caer bajo cualquiera de las dos circunstancias. Sus hombres,
quienes actuaban bajo su seguro mando, también actuaban bajo el temor de
ser capturados por los hombres de Norrington pero envalentonados por la
audacia de su amado capitán.

Mientras tanto, a bordo del barco insignia de la armada, el comodoro
James Norrington se mantenía firme y sereno en el puente, al lado del
timonel, mirando a través del catalejo al /Perla Negra/ y a su capitán,
el objeto de sus ambiciones.

—¡¡Preparen los cañones!! —ordenó de repente mientras bajaba su
catalejo—, ¡¡disparen a discreción, quiero apoderarme de ese barco!!

El teniente Gillette lo miró bastante sorprendido e intrigado con aquel
pedido.

—¡¿Pretende capturar aquel horrible barco, Señor?!

James lo miró detenidamente, molesto por la inoportuna suspicacia de su
lugarteniente.

—Quiero capturar a Jack Sparrow, teniente Gillette, y eso requiere que
también me apodere de ese viejo barco, ¿ha comprendido usted?

—Perfectamente, Señor… —asintió no muy convencido y se retiró para
seguir con su trabajo dirigiendo al resto de la tripulación.

Luego de quedársele mirando por unos momentos, Norrington volvió su
atención hacia el escurridizo /Perla Negra/.

"Cumpliré mi promesa, querida Jacky, te entregaré el /Perla Negra/ como
regalo de bodas cueste lo que me cueste…" —pensó con determinación.

Pero Jack no tenía ninguna intención de ser capturado y mucho menos
entregar su preciosa nave, así que la persecución siguió durante toda la
mañana restante, evitando con maestría el ininterrumpido ataque de los
cañonazos y bajo una tormenta que estaba lejos de calmarse.

--

Will no pudo pronunciar una sola palabra durante el tiempo que les tomó
a ambos andar desde el muelle hasta la casa de gobernador Swann, o Jacky
lo interrumpía oportunamente o inoportunamente, o el tiempo lo obligaba
a poner más atención al camino para evitar cualquier contratiempo o sus
propios pensamientos, que estaban completamente confundidos, le hacían
guardar silencio. No fue sino hasta que ambos estuvieron sentados en un
sillón frente a una sorprendidísima Elizabeth y a un delicioso hogar en
la sala de estar, que el muchacho pudo decir algo.

—…Yo…, tampoco lo creo, Elizabeth…

—Nos estás tomando el pelo —replicó la joven, quien estaba sentada en un
sillón individual—, ¿tú casarte con James? ¿Te has vuelto loco? ¡Es tu
enemigo!

—Pues ahora es mi amante, mi querida Lizzy, acéptalo y déjamelo para mí,
¡no pretenderás tener a todos los hombres bajo tu yugo! —rebatió
tranquilamente mientras se cruzaba de piernas y se echaba para atrás con
las manos detrás de la nuca.

—¡Oh! ¡Pero esto es increíble! —se quejó la aludida mientras se ponía en
pie bastante exasperada—. ¡Entonces es verdad! ¡Vas a casarte con James
como si nada! Pero Will y yo te conocemos lo suficiente como para saber
que lo estás haciendo por conveniencia, ¡casarse por interés es lo más
bajo que hay!

Jacky solo se limitó a sonreírle irónicamente.

—Elizabeth tiene razón, Jack —secundó el joven herrero—, lo que vas a
hacer no tiene nombre.

Apenas terminó de decir esto, que la pirata se inclinó hacia Will y alzó
el dedo índice para corregirlo.

—Claro que tiene nombre, mi estimado jovencito, y es "casamiento", /¿savy?/

—¡Pero James está profundamente enamorado de ti! ¡Le rompería el corazón
saber que te casas con él por interés! —se quejó la hija del gobernador.

—¿Y quién dijo que me casaré con él por interés?

Ninguno de los dos se hubiera imaginado semejante afirmación, inquietos,
se miraron a los ojos.

—¡Pero tú no amas a James! —volvió a insistir la joven dirigiendo su
atención hacia la inesperada visita.

—¿Y quién dijo que no lo amo?

Otra vez el silencio absoluto, Will y Elizabeth lo miraban
boquiabiertos, ¡no podían creer semejante sugerencia venida por alguien
como el insensible capitán Jack Sparrow! ¡Y mucho menos sabiendo que él
era un hombre! Viendo el risueño rostro del susodicho pirata, creyeron
que éste les estaba tomando el pelo otra vez., por lo tanto, no creyeron
ni pizca de lo que éste les estaba diciendo y prefirieron creer lo que
para ellos era mucho más factible: la conveniencia y la amoralidad de
Jack Sparrow, y no en el posible amor que este pudiera sentir por
Norrington, pues lo creían incapaz de profesar semejante sentimiento.

—Mira —comenzó a decir Elizabeth mientras alzaba las manos como si
pidiera una tregua—, hablemos de esto después; lo primero es lo primero:
¿cómo volviste a convertirte en una mujer?

—Pues…, parece que no logramos romper el hechizo adecuadamente, mi
querida Lizzy —contestó tranquilamente para luego comenzar a mirar hacia
todos lados, como si estuviera buscando algo—. ¿Tienes un poco de ron
por ahí? ¡Me estoy muriendo de sed!

—Ya sabes que estoy en contra se ese vil licor, Jack —replicó la chica
mientras ponía los brazos en jarra y sentía que le hervía la sangre al
saber que no irían muy lejos con sus pesquisas, ya que su "invitada"
evadía responderlas con eficacia.

—Eres una racista, ¿lo sabías? ¿Qué te ha hecho el ron para que lo
trataras así? —replicó con seriedad.

Elizabeth frunció el entrecejo muy disgustada, ya estaba a punto de
hacerle saber lo mucho que la exasperaba cuando su padre apareció y se
mostró gratamente sorprendido ante la inesperada visita de tan singular
dama.

—¡Señorita Watson! ¡Pero qué gusto verla aquí honrándonos con su
agradable presencia!

Will y Jacky se levantaron para mostrar sus respetos al gobernador de
Port Royal, quien luego de besar delicadamente la mano de la recién
llegada, dijo:

—¿Cómo es que ha llegado hasta aquí con este tiempo tan horrible?
¡Resulta imprudente hacerlo! ¡Está completamente empapada! ¡Podría
pasarle algo! Ordenaré a la doncella que le consiga ropas secas, debe
cuidarse con mas esmero, mi estimada señorita, si es que acaso usted y
el comodoro Norrington planean casarse en breve… —la miró interrogante,
como si quisiera que ella le confirmase tales suposiciones.

—Fui a despedirme de él esta mañana cuando partió al mando de su flota,
gobernador Swann, y me encontré con el joven William Turner y decidimos
venir a visitar a su hija para anoticiarla de las buenas nuevas…

—¿Entonces van a casarse?

—Sin demora alguna, gobernador Swann.

—¡Oh! ¡Pero esa noticia es magnífica! ¡Enhorabuena! —festejó el padre de
Elizabeth mientras le indicaba pasar al salón siguiente con una
caballerosa inclinación—. ¿Qué le parece si vamos a tomar una buena taza
de té con pastas y me lo cuenta todo?

—Encantada… —respondió ésta mientras pasaba coquetamente su brazo en el
de él. Jacky era pura sonrisas y Will y Elizabeth estaban completamente
consternados.

Mientras se dirigían hacia el salón del té bajo la incrédula mirada de
la pareja, quienes permanecían parados en la sala de estar como un par
de tontos, Weathervy Swann seguía hablando:

—¡La felicito, señorita Watson, ha hecho usted una excelente elección,
el comodoro Norrington es un buen hombre y estoy seguro que la hará muy
feliz!

—De eso no lo dudo, gobernador Swann, él está dispuesto a hacer
cualquier cosa por mí…

¡Había tanto de doble sentido en aquellas palabras!

—Y también estoy seguro de que usted lo hará el hombre más dichoso del
mundo…

—De eso téngalo por seguro, gobernador Swann, puesto que lo amo con
sinceridad.

Los ojos de Will y Elizabeth se empequeñecieron, mirando fijamente a
aquella sucia embustera que les daba la espalda.

—¡No sabe cuánto festejo escucharla hablar así! Pero lamento saber que
el comodoro Norrington haya decidido partir justo ahora en busca de ese
terrible pirata llamado Jack Sparrow en vez de quedarse aquí el tiempo
suficiente como para disfrutar de su agradable compañía, mi estimada
señorita, ya que usted recién a llegado ayer mismo.

—¡Oh! No se preocupe por eso, gobernador Swann —volvió su cabeza hacia
atrás y miró sonriendo maliciosamente a los dos jóvenes que la miraban
estupefactos sin lograr comprender lo que Weathervy había dicho respecto
a capturar a Jack Sparrow—, el trabajo de mi futuro esposo es proteger a
esta hermosa ciudad de los malvados y facinerosos caballeros de fortuna
que quieran corromperla con su brutalidad o atacarla impunemente; jamás
me atrevería a ir en contra de sus obligaciones, más bien, tiene todo mi
apoyo.

—¡Bendita seas, muchacha! ¡Por fin una jovencita que comprende las
importantes labores de un hombre ocupado! ¡El comodoro ha hecho una
excelente elección en usted!

—Elección que jamás lamentará haber hecho, gobernador Swann… — Jacky le
guiñó el ojo a la joven pareja antes de volver su cabeza hacia delante y
desaparecer junto al padre de Elizabeth a la vuelta de la otra sala.

Luego de quedarse mirando boquiabiertos hacia la puerta, Will y
Elizabeth se miraron al fin y ella dijo:

—¿Escuché bien? ¿Mi padre dijo que James salió en busca de Jack?

—¡Pero eso es mentira! ¡Jacky es Jack Sparrow! ¡Y él o ella o lo que sea
quien fuere se encuentra aquí!

—¿Entonces por qué James se presta para un juego tan tonto como éste y
fingir que va a capturar a Jack? ¡Él sabe muy bien que él es Jacky!

Luego de un prolongado e incómodo silencio, Will dijo pensativo:

—O algo no nos ha contado Jack, o este asunto se ha vuelto más complicado…

Iban a seguir con aquella conferencia si no fuera porque los interrumpió
un llamado del padre de Elizabeth que estaba pidiendo que ambos jóvenes
se reunieran inmediatamente con él y su invitada de honor. De mala gana,
la joven pareja se dirigió al salón del té, pues sabían que tendrían que
soportar las indecorosas mentiras de Jack Sparrow.

—¿Se ha dado cuenta tu padre que yo también necesito ropa seca? —comentó
de repente el ofendido muchacho.

--

Ya estaba atardeciendo cuando el comodoro Norrington se dio cuenta de
que no podría darle alcance a Jack Sparrow tan fácilmente como había
creído, aquella persecución había durado casi todo el día y la tormenta
parecía negarse a menguar, más bien parecía arreciar cada vez más y más
poniendo en peligro a todo el mundo con la amenaza de convertirse en un
huracán.

Ambas naves habían recorrido largas leguas de distancia internándose en
el océano Atlántico en su loca carrera de persecución. El fuerte viento
amenazaba con partir en dos los palos de los barcos o dar vuelta el
casco en la peor de las situaciones. Pero el capitán Sparrow no tenía
intención en dejarse capturar y el comodoro estaba determinado a
atraparlo costara lo que le costara.

Aún había una distancia bastante considerable entre el /Perla Negra/ y
la flota de Norrington cuando todos notaron con alarma cómo un enorme
huracán comenzaba a formarse entre ambas partes amenazando acabar con
todos ellos.

—¡¡Mal presagio!! ¡¡Esto se está poniendo cada vez peor!! —se quejó
Gibbs mientras trataba de aferrarse fuertemente a la balaustrada y un
chorro de agua lo mojaba completamente.

—¡¡No lo creo, señor Gibbs!! ¡¡Esto se está poniendo cada vez más
interesante!! —replicó su capitán, quien se encontraba muy entusiasmado
al ver cómo se estaban sucediendo las cosas—. ¡¡De seguro Norrington no
querrá poner a sus hombres en peligro e intentar capturarme con
semejante tempestad amenazándolo!!

—¡¡No le replico eso, señor!! ¡¿Pero no cree que ésta tormenta también
nos amenaza a nosotros?!

—¡¡No si yo sigo siendo el capitán, señor Gibbs!! —lo miró sonriente
para luego volver a concentrarse en su tarea.

En ese momento, Ana María logró acercarse a ellos subiendo
trabajosamente por las escaleras hasta el puente gracias a los bruscos
vaivenes de la nave; gracias a la grave expresión que había en su
rostro, ambos la miraron interrogantes.

—¡¡Capitán Jack Sparrow!! —exclamó—. ¡¡El capitán Barbossa acaba de
caerse al agua!!

Jack y Gibbs se miraron a la cara un tanto sorprendidos y el segundo
comentó sin más detenimiento a su capitán:

—¡¡Creo que seguirá siendo el único capitán del /Perla Negra/, señor!!

—¡¿Entonces no vamos a rescatarlo?! —inquirió la mujer.

Entonces, el único e inigualable capitán del Perla Negra se volvió a
ella con su habitual balanceo y le dijo mientras la señalaba con el dedo:

—¡¡No, mi querida Ana Maria, "el que queda atrás, se queda atrás",
¿recuerdas?! ¡¡Seguiremos con nuestro camino como si nada hubiera pasado!!

En eso, los histéricos gritos del monito de Barbossa llamaron la
atención de los tres piratas y notaron que dicho animalito estaba
aferrado a una de las cuerdas sobre la balaustrada, mirando hacia el
encrespado mar. Dejando a Ana en el timón, Jack y Gibbs se acercaron al
borde de la nave y se dieron con que el capitán Hector Barbossa aún
permanecía penosamente a flote sobre las tempestuosas olas.

—¡¿ES QUE NO PIENSAS VENIR A RESCATARME, JACK SAPRROW?! —exigió en
cuanto puedo distinguirlo—. ¡¡SI NO FUERA POR TU ESTÚPIDA BROMA NO ME
HUBIERA CAÍDO AL MAR CON UN CLIMA TAN TRANQUILO COMO ÉSTE!!

—¡¡LO SIENTO, BARBOSSA —le respondió sonriente el aludido mientras
recostaba sus antebrazos sobre la balaustrada—, PERO EN EL PERLA NEGRA
SOLAMENTE PUEDE HABER UN CAPITÁN Y ÉSE SERÉ YO!! ¡¡QUE TE DIVIERTAS Y
SALÚDAME A LOS PECES!!

—¡¡MALDITO SEAS, JACK SPARROW!! —rugió enfurecido mientras luchaba por
mantenerse a flote—. ¡¡VAS A PAGAR POR ESTO, TE LO ASEGURO!!

—¡¡LO DUDO MUCHO, AMIGO MÍO!! ¡¡Y AHORA DISCULPA QUE TE DEJE, PERO TENGO
UNA FLOTA INGLESA QUÉ ELUDIR!! —Replicó con alegre indiferencia nuestro
protagonista y se marchó para tomar el lugar de Ana María en el timón
dejando a su suerte a un encolerizado capitán Hector Barbossa, a quien
nadie volvió a ver hasta que las circunstancias así lo exigieron.

Mientras tanto, en el barco insignia de la flota británica, el teniente
Gillette comenzaba a dudar con la misión de seguir persiguiendo al
/Perla Negra/ sin correr el riesgo de perder algún hombre o, lo peor,
alguna nave gracias al feroz tornado que se estaba formando muy cerca de
ellos, y así se lo hizo saber a su jefe pero este se negó a atender razones.

—¡¡No nos detendremos ahora, teniente, estamos más cerca que nunca de
atraparlos!!

—¡¡Pero, comodoro, es peligroso seguir enfrentando esta tormenta,
nuestras naves podrían sucumbir!!

—¡¡Eso no sucederá, teniente!! —Se volvió hacia la balaustrada del
puente de mando—. ¡¡Atraparemos a ese pirata como sea!!

—¡¡Pero, señor, esto es una locura!!

Fastidiado, James se volvió de cara a su subordinado y exclamó:

—¡¡Teniente Gillette, si no quiere que lo acuse de desacato y lo meta a
un calabozo, más le vale seguir acatando mis órdenes sin replicar ni un
segundo más, ¿ha comprendido usted bien?

Sin comprender muy bien el porqué de tan ciega testarudez por parte su
jefe, al teniente no le quedó otra más que obedecer.

Mientras tanto, a bordo del /Perla Negra/, el capitán Jack Sparrow había
tomado la temeraria decisión de esconderse detrás del recién formado
tornado para tratar de eludir la flota; lo hizo, pero justo en ese
momento y con la ayuda de su catalejo, el comodoro Norrington pudo
percatarse de la astuta maniobra de su enemigo.

—¿Crees que no voy a ser capaz de seguirte, Jack Sparrow? —murmuró—.
Parece ser que con todo el tiempo que pasamos juntos la vez pasada no te
ha servido para conocerme lo suficiente como para saber lo determinado
que soy en cuanto a una promesa… —Se volvió hacia el timonel y exclamó:

—¡¡Siga adelante, no se detenga!! ¡¡Trate de evadir el tornado!!

El oficial a cargo del timón lo miró asustado y el teniente Gillette
replicó de inmediato.

—¡¡Pero comodoro Norrington, el tornado podría atraparnos!!

—¡¡Pues si se nos interpone, lo atravesaremos, teniente!! —Se volvió a
la balaustrada del puente y, mirando fijamente hacia el tornado en donde
Jack Sparrow se había ocultado detrás tan temerariamente, dijo:

—¡¡No permitiré que se me escape otra vez!! ¡¡No permitiré que le haga
ningún daño!!

Gillett se sorprendió al escuchar esto último, puesto que no sabía a lo
que el comodoro se refería, pero tuvo miedo de que él hubiera perdido la
razón al arrastrar a todos una muerte segura.



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