Fanfic Piratas del Caribe -El Libro del Destino- *Capítulo 34: Amargo Reencuentro*

             Resumen de la historia: El capitán Jack Sparrow comete el gran error de ponerse un anillo maldito que lo transformará en mujer y le traerá un sin fin de problemas tanto a él como a quienes lo rodean, amigos y enemigos. Una elección que cambiará la vida y los destinos de todos, en especial del Comodoro James Norrington y el mismo Jack. Esta historia está ambientada después de la primera película y desarrollada durante la segunda y tercera película. Una historia larguísima pero muy entretenida, con drama, humor, acción y romance. ¡Que la disfruten!



*PIRATAS DEL CARIBE: EL LIBRO DEL DESTINO*

LIBRO SEGUNDO: EL COFRE DEL HOMBRE MUERTO

SEXTA PARTE: TORTUGA

¡Jack y Jacky se separaron! ¡ahora son 2! ¡Un hombre y una mujer! ¡Doble problemas para todos! ¿Lograrán cambiar sus destinos y el de los demás? Continuaciòn de La Maldición del Anillo de la Calavera. James y Jacky pasan su primera noche juntos...¿pero será la última?

Género: drama, amistad, acción, suspenso, humor, romance, violencia, aventura, fantasía, erotismo
Pareja: Jacky Sparrow/James Norrington. Elizabeth Swan/Will Turner
Personajes: Jack Sparrow/Jacky Sparrow, James Norringon, Elizabeth Swan, Will Turner, Hector Barbossa ¡y muchos más!
Calificación: para mayores de 18 años
Cantidad de palabras: variable
Duración: 67 capítulos la primera parte, 57 la segunda parte y 51 la última parte.
Estado: finalizado
Escritora: Gabriella Yu
Mi estilo: estoy influenciada tanto por el anime, los dramas asiáticos y la literatura universal. Me gusta hacer pasar a los personajes por duras pruebas.
Aclaraciones: Esta historia la escribí hace más de 10 años, es muy entretenida, no se arrepentirán de haber perdido el tiempo en leerla. Le tengo mucho cariño porque fue una rara mezcla que logré hacer con el drama, humor y acción. 
IMPORTANTE: contiene escenas subidas de tono XD


*Capítulo 34: Amargo Reencuentro*


Los primeros días de estadía en Tortuga fueron motivos de gran
preocupación para el ama de llaves francesa, pues poco había faltado
para que sus habitantes lincharan a su ex pupilo, buscando una suerte de
venganza por las ejecuciones de sus compañeros por parte de éste en Port
Royal, pero la afortunada aparición del gobernador de Tortuga, quien era
conocido de Billy, había evitado un trágico final para el ex comodoro
tras las reiteradas súplicas de su joven amigo, concediéndoles a los
tres una especie de salvoconducto y prodigándoles a los pobladores una
buena cantidad de amenazas de muerte o expulsión si alguno de ellos
osara en hacerles daño, por lo tanto, James, Annet y Billy gozaban de
una relativa seguridad en un mundo donde solamente reinaba la anarquía y
el desenfreno. Era de esperarse que los piratas se enfurecieran en un
principio, pero nada les impedía tomar a James como objeto preferido de
sus pullas en un intento de buscar algún tipo de desquite a riesgo de
ser ensartados como una salchicha por el ex oficial.

James jamás tuvo conocimiento de aquellos primeros incidentes, pues
gracias a su trágico encuentro con la horca, la fiebre había dominado su
razón hasta el punto de hacer creer a su ex institutriz que iba a
perderlo de un momento a otro.

Encerrados en un de los tantos cuartuchos de un viejo hostal, Annete
procuró cuidar de James hasta que por fin éste lograra recuperarse del
todo. Pero mientras tanto, por las noches, cuando la fiebre se asentaba
con fuerza, James llamaba desesperadamente a Jacky, extendiendo las
manos hacia el vacío como si ella estuviera delante de él, inalcanzable,
pero, durante el día, todo cambiaba cuando la fiebre cedía terreno y
James comenzaba a murmurar palabras de venganza en contra de su amada y
todo aquel que le diera la espalda en el pasado. Madame Foubert, y
algunas veces Billy, habían presenciado aquellos terribles delirios,
pero solamente la primera podía comprender la verdadera gravedad de todo
eso: el corazón de James Norrington, que siempre había sido guiado con
severidad, ahora parecía haber dado un vuelco hacia la insensibilidad
habiendo sido negada su felicidad y su destino.

Llena de angustia e infinita tristeza, Annete tuvo que abandonar la
sucia habitación cuando James se lo pidió en cuanto pudo hacer pleno uso
de su razón. Él quería estar solo y pensar. Sufrir en silencio su
desdicha, gritar su rencor sin que nadie estuviera allí y pudiera ver su
dolor… su degradación… su patetismo… Pues, siendo un hombre, un oficial,
no estaba bien mostrarse débil ante los demás, aún cuando todavía no
lograra aceptar su actual estado.

Durante toda su convalecencia no quiso probar bocado alguno, pero en
cuanto finalmente logró habituarse a su patético estado y aceptarlo de
mala gana, entregándose definitivamente a un destino incierto, James
bajó a la taberna para no hacer otra cosa que ahogarse con ron y
emborracharse como una cuba para la desesperación de Annete, quien
solamente podía ser un espectador más del montón, pues él siempre se
alejaba de ella cuando éste trataba de acercársele.

—Regrese a Inglaterra, Madame Foubert —le decía mientras tomaba una
enorme jarra de ron—; no tiene nada que hacer por aquí más que mirar a
un patético perdedor como yo.

Pero ella no se marchaba, en vez de eso, subía a su cuartucho y se
echaba a llorar sobre la cama, viendo que nada podía hacer a favor de su
niño, quien iba a la deriva, dejándose arrastrar por la autocompasión y
la desesperanza. De nada valían los retos, las amenazas, los consejos o
los ruegos, James ya no reaccionaba a su presencia; ella ya no
representaba nada para él. Ella era tan sólo otro de los tantos
recuerdos de un pasado que jamás volvería… ¿De qué servía, pues, seguir
aferrándose a su antigua vida? Annete aún extrañaba a horrores a su
querido Christian, así que, al agregársele otra pérdida más (más
figurada que literal), la había dejado en un estado de lamentable
depresión y tristeza.

Fiel como siempre, Billy se mantenía persistentemente al lado de quien
alguna vez fue su benefactor, cuidándolo a pesar de que éste lo corría
cada vez que se daba cuenta de su presencia. El pobre chico, incapaz de
comprender las razones del sufrimiento y la dejadez de su tutor, sufría
como nadie aquella patética vista de pordiosero que ofrecía su antes
admirado oficial de la armada inglesa.

Mascullando su furia, su dolor y su desilusión, bebiendo ron como un
camello sediento, peleando con quien quisiera ponerse en su camino, con
su peluca y su traje de oficial hechos un desastre, el ex comodoro James
Norrington no tenía idea de que su antes tan querida Jacky Sparrow, la
pirata que lo había enamorado perdidamente y luego abandonado cuando más
la había necesitado, ya se encontraba en la isla de Tortuga, buscándolo.

Sintiéndose la más feliz (o el más feliz) de todas las mujeres (o de
todos los hombres), Jacky Sparrow, la capitana del /Perla Negra/, la
otra mitad del archiconocido capitán Jack Sparrow, caminaba radiante
ante la mirada de cada habitante del pueblo de Tortuga que se cruzaba
con ella, pues ésta poseía aquel fuerte magnetismo personal que siempre
había caracterizado a nuestro protagonista… O, tal vez, era el gran saco
de botellas de ron que ella llevaba felizmente sobre sus espaldas lo que
realmente llamaba la atención de todos.

Mientras paseaba por la zona comercial del pueblo y pasaba al lado de la
tienda de un vendedor de frutas y se apoderaba furtivamente de una
manzana, Jacky Sparrow pensó que lo mejor sería, entes de encontrarse
con su amado oficial, vestirse para la ocasión. Así que, ni lerda ni
perezosa, nuestra atolondrada pirata entró sigilosamente al patio de una
casa y se apoderó de una sencilla falda que se encontraba secando en un
tendedero.

Como Jack Sparrow (que en este caso sería más práctico llamarla Jacky
Sparrow para diferenciarla de su otra mitad) era un ser desprovisto de
toda moralidad, no veía ningún inconveniente en vestirse como una mujer,
siempre y cuando siguiera conservando su propio estilo.

Cuando Jacky terminó de vestirse para el momento que tanto había estado
buscando (su anhelado y esperado reencuentro con su Norry), el resultado
fue más que notorio, porque aunque ella se había cambiado únicamente los
pantalones por su nueva y recién "adquirida" falda, había conservado su
aspecto tan pintoresco y llamativo de siempre, agregando ahora un toque
femenino que la hacía ver salvaje e indómita. Ya no era una mujer
vestida de hombre, ahora era Jack Sparrow convertido en una verdadera mujer.

Muy satisfecha con aquel resultado y luego de haber ocultado el saco de
las botellas en el hueco de un árbol viejo y seco, la capitana se
dispuso a averiguar entre los pobladores el destino del comodoro James
Norrington. Pero a medida que iba recibiendo información acerca de él,
su preocupación iba inevitablemente en aumento al comprobar que las
advertencias de Tía Dalma acerca de su Norry parecían, lamentablemente,
bastante acertadas.

Luego de media hora de búsqueda, Jacky se encontraba de pie frente a la
posada en donde lo habían visto por última vez. Aspirando hondo y
tratando de prepararse para lo que pudiera venir, Jacky Sparrow, llena
se ansiedad, hizo acopio de todo el valor que pudo y entró a la posada.

Caminando con su habitual, extraño y sensual vaivén, Jack se allegó
hasta la barra de bebidas bajo la atenta y lujuriosa mirada de los
presentes, tanto hombres como mujeres que se deleitaron con su presencia.

—¡Tabernera! —llamó—. Una botella de ron para beber, otra para el camino
y un cajón de botellas para cargar en mi navío… cuando se lo robe a
Jack. ¡Hum!, mejor que sean dos cajones. Seguro que mi hermano me las va
a robar…

—¡¡Tú, perra!! —gritó furiosa la obesa aludida mientras tomaba a Jacky
bruscamente por el cuello de la camisa y comenzaba a sacudirla
violentamente—. ¡¡Me debes varias botellas de ron!! ¡¡Es mejor que me
las pagues ahora mismo si no quieres que te haga un agujero en el coco
con mi mosquete!!

—¡Tranquila, Mabel! ¡Ahora mismo te las pago!

Y sacando rápidamente un pequeño saco de monedas del cinturón, la
capitana Sparrow le alargó algunas monedas con la mano.

Mabel la soltó y tomó las monedas para contarlas de inmediato, pues
conocía muy bien las tretas de los Sparrow. Cuando terminó de contarlas,
alzó la vista bastante sorprendida.

—Increíble, está todo, no me lo esperaba…

—La vida nos da sorpresas, ¿verdad? —replicó con tono burlón, sonriendo
a su manera pícara y atractiva de siempre mientras se arreglaba la
ropa—. Ahora que estamos a peces, ¿me darás la botella de ron que te pedí?

—¿Y no me pagarás lo que me debe tu entrometido hermano y lo que le
pusiste a su cuenta?

—¿Me has visto cara de benefactora? Las cuentas de mi hermano son las
cuentas de mi hermano, y mis cuentas son sus cuentas también, /¿savvy?/
Ahora dame mi ron que estoy muriéndome de sed que hace como una hora que
me tomé mi último traguito.

De muy mala gana y sin decir nada, la nauseabunda tabernera colocó
bruscamente la botella sobre la barra.

—Vas a correr a tus clientes con tu pésimo humor, Mabel —le dijo
sonriente mientras tomaba la botella de ron.

—No me importa. Nadie en esta maldita isla tiene el ron tan bueno como
el mío. ¡Ja, ja, ja!

—¡Es verdad y brindo por eso! ¡A tu salud! —y Jacky se llevó el pico de
la botella a la boca para beber su delicioso contenido mientras miraba
disimuladamente a su alrededor, buscando a la persona a quien había
venido a encontrar. Y la encontró.

Al principio le costó darle crédito a sus ojos, pero su intuición le
decía que era James Norrington. Nunca se lo hubiera imaginado, pero lo
dio un vuelco el corazón cuando lo vio sentado en una de las tantas
mesas de la taberna bebiendo tanto ron como el peor de los borrachos,
completamente solo y con un aspecto realmente lamentable. Ya no era
aquel recio oficial de la marina, ahora era tan solo un insignificante
pordiosero más de Tortuga. ¿Qué demonios le había pasado en Port Royal
para haber terminado de esa manera tan miserable? Jacky quería saberlo.

—¿Tabernera, quien es el nuevo? Creo que no lo había visto antes por aquí...

—¡Bah! es un estúpido ex oficial de la marina inglesa... ¿Te acuerdas
del famoso comodoro Norrington? ¡Pues ahora es un sucio perro borracho
como todos nosotros! ¡Ja ja ja!

Jacky la acompañó con una risilla falsa, pues no le hacía ni pizca de
gracia aquellos insultos hacia su adorado comodoro.

— Interesante.... ¿Y qué está haciendo él por aquí?

—Me dijeron que lo perdió todo por culpa de una mujer... Una pirata...
—La miró significativamente—. Una pirata que lo había enamorado
perdidamente hasta hacerle olvidar a quién servía para que luego lo
condenaran a la horca por alta traición…

—¡Ay, ay, ay! —Jacky tragó saliva dándose cuenta de a quién se refería y
que había escogido un muy mal momento para reencontrarse con su querido
James. Tal vez debería esperar para más adelante hasta que las cosas se
hubieran calmado un poco con el paso indulgente del tiempo.

Pero las cosas no se iban a dar como Jacky planeaba, pues Mabel, la
dueña de la taberna, no estaba dispuesta a dejarla ir sin darle las
felicitaciones.

—¿Eso te dice algo, no? ¡ja, ja, ja! —y le dio una sonora palmada en la
espalda, llamando la atención de varios de los clientes.

Al darse cuenta de que la estaban mirando, la capitana Sparrow se tapó
el rostro con el tricornio y replicó bastante nerviosa, esperando que
Norrington no hubiera reparado en ella:

—¡No! ¡Eso no me dice nada! ¡Ni siquiera la conozco! Soy la sobrina...
de un primo hermano...conocido... un vecino... pariente lejano... que no
ha visto en muchos años...! —Comenzó a retroceder.

—¿Pero qué me estás diciendo, perra? —se enojó la mujer—. ¡Tú eres esa
pirata! ¡Todo el mundo lo sabe!

—¿Yo? En ningún momento dije que esa pirata era yo. Tal vez tus
informantes se equivocaron de heroína… —siguió retrocediendo, negándolo
todo y dejando a Mabel bastante confundida, enojada y con ganas de usar
su mosquete sobre ella.

Preocupada por alejarse rápidamente del posible ataque de la iracunda
tabernera, Jacky retrocedió sin ver por dónde iba hasta que chocó
tontamente contra la mesa en donde James Norrington se encontraba bebiendo.

Mirándola de reojo y reconociéndola en el acto, Norrington no pudo dar
mérito a lo que veían sus ojos: ¡allí estaba la mujer que tanto amaba!
¡No era un sueño! ¡Era ella! Por un momento sintió el impulso de
abrazarla con todas sus fueras, loco de alegría, pero volvieron a su
mente todos aquellos pesares y angustias que había sufrido por culpa de
ella y su hermano, y entonces, su corazón se olvidó de todo el amor que
le profesaba se volvió duro y frío como roca sin sentimientos.

Pudiendo controlar su sorpresa, le dijo con marcado sarcasmo:

—¡Vaya, vaya, vaya! ¿Pero a quién tenemos aquí? ¡Si no es otra más que
la mujer que me traicionó y me mintió…! Reconocería tu apestoso aroma a
ron en cualquier lugar, capitana Jacky Sparrow...

Viendo que de nada valía negarse, la aludida le sonrió nerviosa y
tontamente mientras se olía la ropa.

—Si la lavé... el mes pasado... Creo.

—¿Te crees que estoy de broma?

—No.... —Se inclinó para ver su sucio rostro más de cerca— ¿De veras
eres tú?

—¡Noooo! ¡Soy el hada madrina de los piratas...! —replicó irónicamente.

—¡Ah, que bien! Por un momento me asusté. ¿Me ayudas a llevarme el cajón
con el ron? ¿O prefieres concederme un deseo?

Él la miró detenidamente, furioso.

—¿Pero quién te crees que soy yo? ¿Es que no te cansas de burlarte de
mí? ¡Mejor llévate tú sola esas porquerías y déjame en paz! ¿No te
parece suficiente todo el daño que me has hecho ya?

Y ante el asombro de Jacky, James pidió otra botella más de ron.

—¿Norry, pero qué te ha pasado? Siempre consideraste al ron como un vil
licor… Como Elizabeth, discriminándolo sin piedad alguna.

—Me choqué contra la realidad... ¿te parece poco? —La fulminó con la
mirada mientras se bebía de un sorbo el vaso repleto de ron.

—Suele suceder... —se sentó a su lado y lo contempló con cierta
tristeza— Eso te hará daño, tú no estás acostumbrado...

—¡Bah! ¡Déjame en paz! ¡No eres mi madre! —protestó, bebiendo
desafiantemente otro poco de ron para atragantarse inmediatamente
después, comenzando a toser desesperadamente.

—¡Norry! ¡Ya deja de hacerte el tonto! ¿Por qué no dejas esto a los
profesionales? —se quejó quitándole la botella para darle rápidamente un
buen trago—. ¡Agggh! ¡Esta horrible! ¿Es que aquí no hay hielo?

—¡Dame eso! ¡Es mío! —James le quitó la botella y se puso a beberla del
pico.

Entonces, la capitana del /Perla Negra/ abrió enormemente los ojos,
sorprendida. La imagen que aquel hombre daba ahora era realmente
deplorable y lastimosa. Aquel no podía ser James Norrington, era
imposible, ella estaba equivocada.

—¿Quien eres tú, sucio pirata impostor, remero de piltrafa? ¿Qué has
hecho con James Norrington? —Y echándole las manos al cuello, comenzó a
ahorcarlo y a sacudirlo.

—¡Wagh! ¡Suéltame, Jacky! ¡Soy yo, maldita sea! —protestó, tratando de
quitársela de encima.

—¡Argh! ¡De veras eres tú! —exclamó asqueada, pero enseguida puso una
mirada lasciva y, mientras le rodeaba amorosamente el cuello con los
brazos, declaró—: Caramba, Norry, veo que ahora tenemos muchas mas cosas
en común... ¿Por qué no las aprovechamos?

—¡Vete al diablo! ¡Estoy harto de tus jueguitos! —protestó furioso,
quitándosela bruscamente de encima para beberse otro trago más de ron
con actitud derrotista—… Esto que estás viendo ahora, es lo soy después
de lo que tú y todos los demás me hicieron…

—¡Pero yo no te he hecho nada! ¡Es por perseguir al idiota de Jack que
te encuentras en ese estado lamentable! ¡No me eches la culpa de todos
tus problemas!

—¿Ah no? ¡Pues entonces por qué no fuiste a rescatarme cuando estuvieron
a punto de colgarme por tu culpa? ¿Eh? ¿En dónde has estado? ¡Dime!

—¿In… intentaron colgarte? —repitió incrédula.

—¡Ah! ¿No lo sabes? La Corte Marcial me acusó de alta traición por
haberte dado refugio en mi casa y ayudarte a escapar del cadalso.

—Pero eso lo hiciste sin que yo te lo obligara a hacerlo.

—¡Ja! Lo sé. Lo hice porque estaba enamorado de ti… —sonrió como si
ahora pensara que aquella actitud había sido demasiada estúpida.

Un silencio incómodo y hasta casi nostálgico se hizo entre ambos hasta
que Norrington volvió a hablar con su ahora habitual tono sarcástico.

—Y dígame, capitana Jacky Sparrow, ¿Cuál fue el motivo por el que no
apareciste para salvarme de la horca? ¿Fue el ron? ¿Falta de interés?
¿Otro hombre?

—No lo recuerdo... Creo que me golpearon la cabeza...

—¡Pues yo sí! ¡Recuerdo muy bien la soga en mi cuello!

—¡Fue culpa del bruto mi hermano! ¡Yo sí quise regresar a Port Royal
para ayudarte, pero no me lo permitieron! ¡Nadie quiso ayudarme porque
eres un inglés odioso! —Cansada de tener que estar discutiendo
tonterías, Jacky se cruzó de brazos y se recostó sobre el espaldar de la
silla, muy ceñuda—. Hubiera podido hacer algo para rescatarte si me lo
hubieran permitido…

—¡Tonterías! ¡Si no fuera por mi institutriz y Billy, a estar horas
estaría bajo tierra!

—Bien por ellos, son unos héroes…—murmuró ella, dándoles las gracias con
todo su corazón por haber arriesgado sus vidas por la de James.

Un poco más tranquila, Jacky tuvo tiempo de asimilar sus propias
palabras, sorprendiéndose con lo que había acabado de decir.

—Caramba, creo que no estoy en mis cabales... ¿De verdad he dicho lo que
he dicho y tu has oído lo que yo he dicho?

—¿De que querías rescatarme? Lo he escuchado, pero no creo en los
cuentos de hadas... —James tomó otro poco de ron, pero aun era demasiado
fuerte para él y comenzó a toser otra vez.

Sin prestarle atención, la pirata se levantó de su asiento y comenzó a
caminar en círculos, divagando, sumergida en sus pensamientos, dándose
cuenta por fin de lo mucho que realmente estaba enamorada de Norrington.
No era un capricho ni una atracción, tampoco un simple sentimiento de
afición…, era amor. Amor verdadero. Ella estaba completamente enamorada
de James Norrington. El gran capitán Jack Sparrow estaba enamorado de un
hombre y había estado dispuesto a dar su vida por él y aún lo estaba.

—¡Ay! —Se quejó—. Esto no está bien... No está nada bien. No. Yo no
rescato a nadie, nunca lo he hecho ni quise hacerlo...

—Y nunca lo harás... —agregó irónicamente el ex oficial.

Jacky siguió ignorándolo.

—Salvo a Elizabeth, claro, pero en esa época era distinto...

—… Eras hombre...

—¡Ay, ay, ay! Ya no soy el mismo de antes.....

—… Ahora eres una mujer sin sentimientos y traicionera...

—¡Yo nunca quise rescatar a nadie de la horca antes! —Volvió a sentarse
totalmente impactada— ¡Y menos a un oficial de la marina inglesa!

—… Ni ahora tampoco... ¡Jah! ¡Jamás lo harías…! Ya lo comprobamos...

—¿No? ¿Y por qué entonces el imbécil de Jack me obligo a quedarme en el
/Perla/? —le preguntó, volviendo su atención hacia él.

—¡Qué sé yo! —fue todo lo que James dijo, tomando otro sorbo de ron.

—Al principio me pareció algo sospechosa la actitud del idiota de mi
hermano cuando intentó retenerme. Pensé que estaba celoso de lo que
teníamos nosotros dos y quiso raptarme para tener sobre él este hermoso
cuerpo femenino… —comentó mientras se abría aun más la camisa para
mostrar sus hermosos y sensuales senos y se contorneaba lujuriosamente
el cuerpo con las manos en un vano intento de seducir a Norrington—.
Pero ahora sé que fue para salvar su propio pellejo porque Tía Dalma
(¿Te acuerdas de ella, verdad?) nos dijo que si alguno de los dos
moríamos iba a ser muy perjudicial para el otro, /¿savvy?/

—¡Bah! Ya deja de dar más explicaciones. No te creo y punto. ¡Tabernero!
¡Más ron y otra jarra! —Miró a Jacky—. Supongo que te quedarás a beber, ¿no?

—Jamás rechazaría una invitación tuya... —replicó para luego agregar
lujuriosamente—… /cualquier invitación/…

—¡Bah! —el ex oficial la asesinó con la mirada mientras Lidia, la
mesera, llegaba con otra botella de ron y una jarra y los dejaba sobre
la mesa.

Y mientras James le servía un poco de ron a su invitada, comenzó a
hablar con cierta sarcasmo en su voz:

—Así que... ¿nos encontramos de nuevo, capitana Jacky Sparrow? ¿Qué has
estado haciendo después de haberme abandonado a mi suerte?

—Ya te lo dije: Jack volvió a Port Royal (como tú sabes), me golpeó la
cabeza, me llevó al /Perla/ y me obligo a quedarme allí hasta que tuve
que darte por muerto. Luego fuimos a ver a Tía Dalma y ella me dijo que
estabas con vida… —Lo miró significativamente—. Desde entontes, lo único
que quise fue buscarte, así que aproveché a la más mínima oportunidad
para escaparme, y aquí me tienes. —Se sirvió más ron—. Tuve que sobornar
a Pintel y a Raggeti con algunas botellas de mi precioso ron… Si el
estúpido de me hermano hubiera dejado a Gibbs vigilándome no habría
hecho falta desperdiciar el ron, ya que, por suerte, Gibbs se duerme
enseguida si lo golpeas en la cabeza con un catalejo…

—¡Ya basta! ¡No quiero escucharte más! No te creo, no te creo y no te
creo... ¿Te suena la canción?

—No, pero si me la cantas, tal vez.... —batió rápidamente sus largas
pestañas negras, insinuándosele.

—Vete al diablo, capitana Jacky Sparrow.

Y, para el disgusto de ella, James se llevó nuevamente la botella a la
boca para inmediatamente después comenzar a cantar una canción pirata en
un estado realmente lastimoso.

—¡Te estoy diciendo la verdad, maldita sea! —exclamó furiosa—. ¡¿Que
tengo que hacer para que me creas y dejes de cantar tan
desafinadamente?! ¡Pareces un soprano en desgracia!

—¡Nada! —el aludido dejó de golpe la botella en la mesa, igualmente
colérico—. ¡Nada de lo que hagas o digas me convencerá de otra cosa! —Se
levantó inmediatamente de la silla y declaró a viva voz, llamando la
atención de los presentes:

—¡Tú me traicionaste y jamás te lo perdonaré en lo que me quede de esta
asquerosa vida por vivir! —y, ante la sorpresa de la pirata, James cayó
de espaldas al suelo, inconsciente y perdido de borracho.

Todos los presentes comenzaron a burlarse de él sin pérdida de tiempo.
"¡Ja ja ja! ¡No soporta el ron! ¡Parece una nenita!", decían.

Jacky suspiró, tan decepcionada como avergonzada.

—Hay, James, ¿qué fue lo que te pasó para que terminaras en ese estado?

Y sin decir nada más, salió de la taberna y volvió rápidamente con un
cubo de agua y se la tiró encima.

—¿Mejor? —le preguntó al ver que recuperaba la conciencia.

—¡Me ahogo! —comenzó a decir mientras respiraba como un pez fuera del
agua, escupía agua y, ridículamente, intentaba nadar sobre el suelo—.
¡Me ahogo! ¡Auxilio!

—Vaya, Norry, yo siempre creí que, siendo tú un oficial de la marina,
sabías nadar... —comentó Jacky irónicamente entre tanto todos a su
alrededor se destornillaban de la risa.

—¿Eh?—James logró volver en sí y, dándose cuenta de que estaba haciendo
el ridículo, se levantó veloz como un rayo y exclamó enojado—:

—¡Ya déjame en paz! ¡Me voy a mi cuarto!

Norrington intentó caminar derecho hacia las escaleras, pero se
encontraba demasiado borracho y mareado como para seguir un rumbo fijo.

—¡Oye, cuidado! —exclamó Jacky, tomándolo rápidamente del brazo y
sosteniéndolo para que no se cayera otra vez.

—¡Suéltame inmediatamente! ¡No me toques! —le gritó, tratándose de
liberarse de los brazos de Jacky, sin conseguirlo. Ella ni siquiera se
inmutó por sus chillidos.

—Que raro es esto... —opinó—, me gustaba más cuando yo me tambaleaba y
tú me sostenías a mí… —Lo miró y frunció el ceño—. ¿Que sucede contigo?
¿Por qué te derrumbaste de esta manera?

—¿Qué te importa? Nunca te importé... —replicó disgustado, tratando de
desembarazarse de Jacky, pero aquel día había tomado más de lo que podía
soportar y no era más fuerte que un ratón.

—¡Eso no es cierto! ¡Claro que me importas! ¡Y puede ser que mucho más
que el ron…! —se calló, frunciendo el entrecejo muy pensativa—. Bueno…
Tal vez no tanto como el ron…

—¡A ti te importo únicamente para sacarme los pantalones! ¡Pero te juro
que eso no pasará!

—¿Ah no? ¿Quieres apostarlo? —lo retó mientras lo abrazaba por la
cintura y lo atraía fuertemente hacia ella.

Haciendo una mueca de fastidio, James logró desembarazarse de ella y se
dirigió a duras penas hacia las escaleras, tambaleándose.

—Parece que no quiere divertirse… —comentó la pirata de mala gana, y
encogiéndose de hombros, salió disparada detrás de él—. ¡Norry! ¡Espera!
¡En ese estado no puedes ir a ninguna parte!

Girando sobre sus talones, James declaró con vehemencia:

—¿Ah no? ¡Pues mira! —y, para su desgracia, le erró a las escaleras y
pasó directo por la ventana cayendo hacia afuera, desapareciendo ante la
vista de todos y provocando una explosión de risa entre todos los presentes.

—¡Ja, ja, ja! ¡Mejor lleva a tu novio a su cuarto, preciosa, o terminará
matándose él solo! —le aconsejó la tabernera.

Dando un bufido de fastidio, Jacky se volvió para mirarla y respondió:

—¡Ya quisiera yo, pero no se deja! —y se dirigió inmediatamente hacia la
puerta de salida ante las carcajadas de los presentes, murmurando para
sí bastante enojada y abochornada—: ¡Condenado demonio! ¡Si todos los
hombres somos así de estúpidos, ahora entiendo porqué Scarlet y Giselle
me abofeteaban a cada rato!

Y salió de la taberna por la misma ventana que James había utilizado
accidentalmente y comenzó a buscarlo con la mirada hasta que logró
encontrarlo. Andando a gatas sobre el barro, James Norrington intentaba
encontrar las escaleras y la botella de ron que se le había caído.
Disgustada por aquella vista panorámica tan patética que mostraba su
"caballo-caballero", Jacky se acercó a él y puso los brazos en jarra.

—¿Se te perdió algo, Norry?

—Mi vida... —respondió con sarcasmo sin siquiera levantar la vista del
suelo fangoso.

Torciendo el gesto, la pirata se puso en cuclillas inclinando un poco la
cabeza para observarlo detenidamente.

—¡Bah! Ya deja de estar lamentándote. Yo también perdí algunas...
"cosas" cuando me alcanzó la maldición, /¿savvy?/ Pero trato de seguir
adelante, ya ves. Le pongo el "pecho" al destino.

James la fusiló con la mirada y luego volvió a dirigirla hacia el suelo.

—Me alegro por ti... Yo perdí todo cuando me alcanzó "tu" maldición...
¡Ah! ¡Ya la encontre! —exclamó alegremente mientras alzaba la botella y
se levantaba del suelo, limpiándole el barro con la mano.

—¡Oh! ¡Ya deja eso! ¡Tú no sabes beber! —quiso arrebatarle la botella,
pero él no se dejó.

—¡Pues aprenderé! —la desafió, bebiendo otro poco más de ron.

Un corto silencio se hizo entre los dos hasta que la capitana Sparrow,
intrigada, preguntó:

—¿Que quieres decir con que lo perdiste todo?

—Pues... perdí mi rango, mi comisión, mi familia, mi vida, a ti...
Todo... —sonrió irónicamente, pero rápidamente una tristeza
indescriptible por fin se hizo notar en su sucio rostro de barba
incipiente—. ¡Ja! Olvida que dije "a ti"... Yo jamás te tuve...

Jacky, por primera vez en su vida, se sintió realmente conmovida. No
sabía cómo explicárselo ni siquiera a ella misma, pero le rompía el
corazón verlo en ese estado tan lamentable. Hasta podía intuir el
tremendo dolor que anidaba en el pecho del hombre que amaba. Resultaba
muy duro para ella, pero debía sincerarse si quería volver a verlo un
poco mejor.

—Bueno, en parte es verdad lo que dices sobre mí, pero… —Se maldecía a
sí misma por tener que hablar de sus sentimientos como si fuera una
verdadera mujer—… pero he vuelto. Me tienes a tu lado ahora y… ¿Te
parece entonces que me has… perdido? —Jacky no paraba de insultarse a sí
misma, pues sentía que estaba rebajando su orgullo masculino al hablar así.

—¡Bah! ¡Tonterías! —Norrington replicó con marcado desprecio, provocando
que Jacky se enfadara bastante, pero ella logró dominarse y trató de
seguir convenciéndolo, después de todo, ¿no había vuelto a su lado
dispuesta a decirle lo mucho que lo amaba? Debía ser sincera si quería
recuperarlo.

—Mira, me va a costar mucho decir esto, así que solo lo diré una vez,
porque si no me escuchas, ya no lo diré otra vez, ¿entendido?

—Como quieras.

—Este... Yo... tú... ¡Maldición! —Protestó, era realmente difícil
decirlo. ¿Cómo declararle su amor a otro hombre?

Desesperada, lo tomó por el cuello de la sucia casaca azul y comenzó a
sacudirlo violentamente.

—¡James Norrington! ¡Maldito soprano eunuco! ¡¿Es que no entiendes que
yo creí todo este tiempo que estabas muerto?! ¡Regresé a este nido de
víboras por ti! ¡¡Por ti!!

—¡Suéltame! ¿¡Pero qué demonios te pasa?! ¡Ya déjame en paz! —Se soltó
bruscamente de ella—. ¿No entiendes que mi corazón ya no siente nada por
ti? ¡Me engañaste! ¡Me dejaste solo frente a la muerte y nadie se
molestó en ayudarme! ¡Tú y el maldito de Jack Sparrow arruinaron mi
vida! ¡Destruyeron todo lo que me costó conseguir todos estos años!
¡Perdí absolutamente todo! —Comenzó a reírse como un desquiciado
mientras alzaba los brazos—. ¡El gran comodoro James Norrington es ahora
un donnadie! ¡Un perdedor! ¡Ja, ja, ja! —Dejó de reírse y acercó su
rostro al de ella, tan sólo por unos pocos centímetros, sus narices no
se tocaron— ¡Tan sólo siento odio a todo lo que me rodea! —murmuró—.
¡Daría cualquier cosa por vengarme! ¿No entiendes que ya no soy el mismo
iluso de antes?

Inclinándose un poco su cabeza hacia atrás, Jacky le sonrió nerviosamente.

—P-pero te estoy diciendo la verdad… /¿savvy?/

—Métete esto en la cabecita hueca que tienes, capitana Jacky Sparrow —la
miró fijamente—: el hombre que conociste antes está muerto. Murió el día
en que se dio cuenta de que tan sólo fue un juguete para dos malditos
hermanos hipócritas.

—¿Entonces quieres que me vaya y te deje solo como a un perro?

—Vete si quieres, es lo mejor que sabes hacer, abandonarme...

—A menos que quieras que te ayude a llegar a tu cuarto… —lo miró de
reojo de abajo hacia arriba—. No creo que puedas hacerlo solo… a menos
que quieras hacer reír otra vez a los clientes de Mabel.

—Yo no necesito tu ayuda, Jacky Sparrow y jamás la necesitaré —y
diciendo esto, caminó oscilando hacia la posada, entrando en ella ante
la consternada mirada de Jacky, quien luego de suspirar bastante
fastidiada, decidió que lo mejor era no dejarlo solo y lo siguió. Debía
convencerlo de la verdad.

Mientras James subía penosamente la escalera hasta el primer piso en
donde tenía su cuarto, se percató de que la pirata lo estaba siguiendo a
unos cuantos metros de distancia. Revolviendo los ojos de fastidio, giró
sobre sí mismo y la enfrentó:

—¿Se puede saber qué estás haciendo? ¡Te dije que ya no quiero saber
nada de ti!

—Ya lo sé —replicó alzando los hombros con aparente indiferencia—.
¿Crees que toda la vida voy a estar pendiente de ti? Yo también alquilé
un cuartucho en este antro, /¿savvy?/

Sin replicarle a eso y frunciendo la boca con visible disgusto, James
volvió su precaria atención a su propio camino. Una vez que hubo
terminado de subir endeblemente las escaleras, recorrer lastimosamente
el pasillo e intentar introducir la llave en la cerradura que le parecía
escapársele por momentos a la cual le dirigía una sarta de palabrotas
irreproducibles, el ex comodoro pudo ingresar por fin a su cuarto. Pero
grande fue su sorpresa cuando la capitana Jacky Sparrow también se
introdujo rápidamente a la habitación antes de que él lograra cerrar la
puerta para agarrarlo inesperadamente del cuello de la camisa y
empujarlo bruscamente de espaldas contra la pared al mismo tiempo que
serraba la puerta tras de ella y sacaba un cuchillo de su cinturón y lo
clavaba en la pared a unos cuantos centímetros de la entrepierna de
Norrington.

—Ni siquiera intentes moverte, Norry, o te juro que terminarás siendo un
eunuco y te aseguro que ambos nos arrepentiremos de eso, /¿savvy?/ —lo
amenazó, aproximando su rostro al de él.

—¡¿Pero qué demonios crees que estás haciendo?! —se quejó tan asustado
como sorprendido, tratando de zafarse, pero lo único que consiguió fue
que ella lo presionara aún más contra la pared, sosteniendo firmemente
el cuchillo.

—Te dije que no te movieras… —le advirtió, acercando sus labios a los de
él y sintiendo con inmenso placer su agitación—. Tú me obligaste a tomar
esta medida desesperada porque estás tan borracho y molesto que no
quieres escucharme. Ahora, vas a tener que hacerlo te guste o no, /¿savvy?/

—¿Ah sí? ¿Y por qué diablos tengo que escucharte, eh? Solamente me dirás
más mentiras.

—¿Tan seguro estás de que lo único que diré serán mentiras?

James sonrió despectivamente.

—Olvidaste una cuestión muy importante, amiga mía: tú eres la capitana
Jacky Sparrow… —le respondió con acertada razón.

Viéndose atrapada por sus propias aseveraciones, Jacky se quedó
desconcertada por algunos segundos hasta que se obligó a sonreírle un
tanto abochornada.

—Veo que me conoces muy bien, mi querido Norry —le dijo—, pero te
aseguro que ahora mis intenciones son decirte la completa e inesperada
verdad.

—Sorpréndeme —la desafió.

Jacky se tomó su tiempo, pero su risueño rostro se tornó muy serio,
triste y hasta sensual.

—Yo creía que estabas muerto… —le confesó, respirando sobre la boca de
su prisionero, observando todo su rostro con lascivo apetito—. Sufrí
mucho, /¿savvy?/ Me di cuenta de lo mucho que te amaba; de lo mucho que
te deseaba; de lo mucho que te necesitaba… Pero cuando supe que estabas
vivo, lo único que quise fue venir a buscarte para confesarte lo que
siento por ti y a amarte como te mereces… —Hizo una pausa, para ver cómo
reaccionaba él a sus palabras, pero se desilusionó al notar que ningún
tipo de expresión afloraba en su rostro, solamente mantenía un semblante
frío y hostil, y su mirada se mantenía recta, como si estuviera
ignorándola adrede, mirando directo a la pared.

Por primera vez en su vida femenina, Jacky sintió cómo se le rompía el
corazón al darse cuenta definitivamente que él ya no sentía por ella lo
que antes; pero no podía reaccionar como una mujer, sino, como un
hombre. Estaba furiosa y desesperada. ¿Por qué cuando le decía la
verdad, él no le daba crédito alguno?

—No me crees, ¿verdad?

—La última vez que te creí, me rompiste el corazón —le contestó con
frialdad luego de unos momentos de permanecer en silencio.

—Vas a terminar por creerme otra vez, Norry —lo desafió mientras rozaba
sus labios con los de él, entrecerrando los ojos—. Porque te amo y no
permitiré que lo nuestro termine de esta manera…

James, aunque se negaba a aceptarlo, tenía que admitir que aún sentía
verdadero amor hacia ella, pero había tanto dolor y resentimiento en su
corazón, que aquel noble sentimiento no podía salir a flote.

—¡Ja! ¿Es que realmente crees que alguna vez tuvimos algo?

Jacky levantó la vista y sonrió.

—Tú no me engañas, comodoro, sé muy bien que aún sientes algo por mí
detrás de esa actitud fría que tienes… A ustedes los oficiales les
enseñan a no demostrar sus sentimientos, ¿no es así? Siempre escudados
tras una regia y severa apariencia… —colocó la mano izquierda en su nuca
y lo obligó a inclinar su cabeza para que la mirara.

—Sé que sufriste mucho por mí, mi querido Norry —le dijo—. También sé
que te hice reír, pero, me pregunto si también te hice llorar…

—Y yo te pregunto, capitana Jacky Sparrow: ¿alguna vez lloraste por mí?
—rebatió.

—Sí, lloré por ti cuando creía que estabas muerto.

James, impactado con aquellas palabras, no dijo nada, solamente la miró
directamente a los ojos, atontado, completamente confundido.
Aprovechando su desconcierto, Jacky lo besó. Primero fue un beso suave y
delicado, como si quisiera probar su nuevo sabor, luego comenzó a
besarlo con mucha más fuerza, como si quisiera fusionar sus labios con
los de él. En un principio, Norrington se quedó petrificado, casi
disfrutando aquel momento tan apasionado, pero al recordar todo el daño
que ella le había causado y que seguramente estaba engañándolo de nuevo,
no quiso responder a sus ardientes besos.

Poco a poco Jacky apartó sus labios a los de él y, mirándolo
detenidamente a los ojos, le sonrió con una sonrisa pícara pero un tanto
triste.

—No me rendiré hasta conquistarte de nuevo, mi caballo-caballero.
Recordarás éste día como el día en que la capitana Jacky Sparrow te
dijo…: "Te amo".

Y luego de regalarle un pequeño beso en la boca, Jacky desencajó el
cuchillo y se dirigió inmediatamente hacia la puerta. Pero, antes de
cerrarla, le dijo:

—Me gusta mucho tu nuevo sabor a ron, pero es el aroma del té lo que
ahora extraño de tí.

—Yo no te extraño —le dijo, frío y duro—. Te odio.

Un dolor indescriptible rompió en mil pedazos el corazón de la pirata.

—Qué pena escucharte decir eso —su voz pareció temblar—, porque yo aún
lo amo, James Norrington.

Y se marchó de allí, dejando a James completamente solo y desconcertado,
sin saber qué hacer.

Y así, con el corazón palpitándole alocadamente en el pecho como si
quisiera explotársele por todas las diferentes emociones que se
agolpaban en él, James se dejó caer poco a poco hasta quedar sentado en
el suelo, y, dando un fuerte suspiro de desesperación, se llevó ambas
manos a la cabeza.

Se encontraba tan confundido que no tenía idea de lo que iba a hacer. No
sabía si creer o no en las palabras de Jacky. ¿Ella estaría diciéndole
la verdad? ¿Era sincera? ¿Era cierto que lo amaba? ¿O estaba
mintiéndole? ¡Oh! ¡Cómo le gustaría creer en ella otra vez…! Pero tenía
mucho miedo en volver a confiar… Mucho miedo.

Entre tanto, en una habitación contigua a la del ex oficial, la capitana
Jacky Sparrow se encontraba de pie, en silencio, con el rostro pálido y
sin expresión. Entonces, en un instante, las lágrimas comenzaron a
brotar de sus ojos negros como nunca antes lo habían hecho, comenzando a
llorar con gran amargura los continuos rechazos de James.

—¡Norry me odia…! —murmuró dolorosamente—. ¿Por qué no me cree? ¿Por qué
demoré tanto en darme cuanta de lo que siento por él? ¿Por qué tuve que
jugar tanto con sus sentimientos? ¡Lo he perdido para siempre…!
¡¡Maldición!! —gritó, tomando una botella de ron que había sobre la
mesa, lanzándola con furia contra la pared, haciéndola mil pedazos.

Y cubriendo su lloroso rostro con las manos, cayó de rodillas al suelo,
gimiendo de dolor.

Mientras todo esto pasaba, algo realmente increíble ocurría en las
calles del pueblo de Tortuga. Ante la atónita mirada de sus habitantes
(algunos mirando con temor y otros con ira), el recién llegado a la
isla, el almirante George Jacobson, caminaba impune y solemnemente entre
ellos, como si andar por aquellas sucias y atiborradas callejuelas era
cosa de todos los días.

Muy pronto, ella y James volverían a encontrarse, y el resultado de ese
encuentro marcaría a James Norrington para siempre.


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