Fanfic Piratas del Caribe -El Libro del Destino- *Capítulo 45: Picotazos*

                       Resumen de la historia: El capitán Jack Sparrow comete el gran error de ponerse un anillo maldito que lo transformará en mujer y le traerá un sin fin de problemas tanto a él como a quienes lo rodean, amigos y enemigos. Una elección que cambiará la vida y los destinos de todos, en especial del Comodoro James Norrington y el mismo Jack. Esta historia está ambientada después de la primera película y desarrollada durante la segunda y tercera película. Una historia larguísima pero muy entretenida, con drama, humor, acción y romance. ¡Que la disfruten!



*PIRATAS DEL CARIBE: EL LIBRO DEL DESTINO*

LIBRO SEGUNDO: EL COFRE DEL HOMBRE MUERTO

SEXTA PARTE: TORTUGA

¡Jack y Jacky se separaron! ¡ahora son 2! ¡Un hombre y una mujer! ¡Doble problemas para todos! ¿Lograrán cambiar sus destinos y el de los demás? Continuaciòn de La Maldición del Anillo de la Calavera. James y Jacky pasan su primera noche juntos...¿pero será la última?

Género: drama, amistad, acción, suspenso, humor, romance, violencia, aventura, fantasía, erotismo
Pareja: Jacky Sparrow/James Norrington. Elizabeth Swan/Will Turner
Personajes: Jack Sparrow/Jacky Sparrow, James Norringon, Elizabeth Swan, Will Turner, Hector Barbossa ¡y muchos más!
Calificación: para mayores de 18 años
Cantidad de palabras: variable
Duración: 67 capítulos la primera parte, 57 la segunda parte y 51 la última parte.
Estado: finalizado
Escritora: Gabriella Yu
Mi estilo: estoy influenciada tanto por el anime, los dramas asiáticos y la literatura universal. Me gusta hacer pasar a los personajes por duras pruebas.
Aclaraciones: Esta historia la escribí hace más de 10 años, es muy entretenida, no se arrepentirán de haber perdido el tiempo en leerla. Le tengo mucho cariño porque fue una rara mezcla que logré hacer con el drama, humor y acción. 
IMPORTANTE: contiene escenas subidas de tono XD


*Capítulo 45: Picotazos*


Navegando entre las enormes y encrespadas olas de un mar turbulento, el
/Holandés Errante /desafiaba bravamente una terrible tormenta que
parecía arreciar cada vez más, amenazando con hundirlo de un momento a
otro; pero éste, a pesar de su agujereado y antiguo casco, parecía
mantenerse a flote como por arte de magia.

Mientras que el capitán Davy Jones tocaba su órgano con la ayuda de los
apéndices de su cabeza con desbocada efusividad, en la cubierta
principal su tripulación hacía todo lo posible para evitar que el barco
no zozobrara ante la tormenta.

El joven y bien parecido William Turner, quien intentaba sobrevivir a
bordo de aquel barco maldito, ya había caído en la cuenta de que el
capitán Jack Sparrow lo había engañado una vez más. Ya se lo haría
pagar, pero por ahora sus pensamientos se encontraban pura y
exclusivamente concentrados en su amada Elizabeth, de quien no sabía
nada acerca de su destino.

Bajo las órdenes de los ansiosos contramaestres, tanto Will como los
demás marineros condenados por la maldición de Davy Jones, intentaban
llevar a buen resguardo uno de los pesados cañones mediante unas poleas,
tirando de las gruesas sogas que lo dejaban suspendido en el aire
torrencial mientras el barco se estremecía bajo la presión de las olas y
la lluvia golpeaba fuertemente sus cuerpos.

—¡Asegure los aparejos del mástil, maestre Turner! ¡De inmediato! —gritó
apremiante uno de los contramaestres, por lo que el alarmado muchacho se
vio obligado a soltar la soga que sostenía junto a otros de sus
compañeros e ir a ejecutar presuroso aquella orden sin darse cuenta de
que "Bootstrap Bill" Turner también había respondido con prontitud a
aquel mandato y había llegado antes que él a los aparejos del mástil.

—¡Quítate!—exclamó Will empujándolo mientras intentaba tomar el aparejo.

—¡Eh! ¡Ten cuidado, muchacho! ¡Fuera de aquí! —exclamó molesto el
aludido sin quitar las manos de la soga— ¡Suéltalo, muchacho! —insistió,
pero cuando ambos se miraron a la cara, éste logró reconocer a su hijo
en aquel joven prisionero, dejándolo enormemente asombrado

—¡No! —exclamó el angustiado e impresionado, soltando sin querer la
amarra, pero como Will no la había soltado, se vio arrastrado
sorpresivamente por ella a través de la cubierta, por lo que el cañón,
ya sin aquel seguro sostén, cayó como un peso muerto sobre la cubierta,
golpeando a los desafortunados tripulantes que se encontraban justo
debajo de él.

—¡Rápido! ¡Traigan a esa alimaña ante mí! —ordenó furioso el
contramaestre al ver aquel desastre, por lo que el asustado muchacho fue
levantado con celeridad del piso y llevado hacia uno de los mástiles,
colocándolo de cara al palo, pues ya sabían lo que su maestre quería
hacer con él.

—¡Cinco azotes para que no olvides cómo sujetar el cabo! —exclamó para
la desesperación de Will y su padre, por lo que éste último decidió
intervenir inmediatamente.

—¡No! —pidió con desesperación mientras sujetaba firmemente la mano del
monstruoso capataz que sostenía el látigo

—¡¿Te atreves a obstaculizar mis deberes, Turner?! ¡Entonces van a
sufrir ambos el castigo! —amenazó su superior.

—¡Lo quiero todo! —pidió decidido "Bootstrap", asombrando a todo el mundo.

—¡No me digas! ¿Estás dispuesto? —inquirió gustoso Davy Jones, haciendo
una inesperada aparición sobre cubierta.

Acercándose a ellos muy interesado por lo que había escuchado, se detuvo
frente al asustado pero decidido hombre.

—¿Y qué impulsa este acto tan grande de caridad? —preguntó con su
maliciosa voz.

—Mi, mi hijo…—contestó luego de balbucear por algunos segundos para
luego volverse a mirar a Will, quien también lo miró sin poder creer lo
que estaba escuchando—. Él es mi hijo…

Tan sorprendido como los demás, pero sintiendo gran complacencia por
aquella inesperada noticia, Jones adelantó unos pasos para mirar con más
detenimiento al joven Turner y comenzar a carcajearse de puro gusto.

—¡Ja, ja, ja! ¡Qué afortunada circunstancia, ¿verdad?! —exclamó mirando
maliciosamente a "Bootsrap"—. Me parece que eran cinco azotes, según he
oído…

Y extendiendo su extraña mano que tenía tentáculos por dedos, Davy Jones
recibió el látigo con el que Willian Turner iba a ser castigado para
entregárselo a un sorprendidísimo "Bootstrap".

—¡No…! ¡Yo no! —se negó horrorizado—. ¡No! ¡No puedo!

—¡El gato salió de la bolsa, maestre Turner! ¡Las cartas están boca
arriba! —replicó firmemente Davy Jones, amenazándolo—. ¡Tu hijo probará
la caricia de la mano del contramaestre… o de la tuya!

El pobre padre del muchacho estaba perplejo, no tenía idea de lo que iba
a hacer; pero en cuanto volvió sus desesperados ojos sobre Will, supo de
inmediato que no quería dañar a su propio hijo.

—¡Oh, no! —rogó finalmente, dando a entender su decisión por lo que el
capitán del /Holandés Errante/ optó por la otra opción.

—¡Contramaestre! —llamó al monstruoso ser que iba a castigar al muchacho
desde un principio.

—¡No! —exclamó "Bootsrap", arrebatándole desesperadamente el látigo.
Finalmente había decidido azotar él mismo a su propio hijo.

Y así, luego de que los deformes marineros desgarraran las ropas de Will
dejando expuesta su espalda, lo sujetaron contra el palo del mástil, en
donde fue azotado una y otra vez por su atribulado padre, a quien se le
rompía el corazón cada vez que aplicaba aquellos ardientes golpes. En
cambio, Davy Jones disfrutó enormemente del conflicto emocional que
había provocado entre padre e hijo.

Una vez que los cinco azotes fueran aplicados sin que el valiente
muchacho profiriera un solo grito de sufrimiento o súplica, fue lanzado
de cabeza hacia la cubierta interior, con la espalda llena de dolorosas
marcas ensangrentadas.

—¡Te fue bien, muchacho! ¡Ja, ja, ja! —se burló uno de los tripulantes
mientras el chico yacía sobre el empapado piso del entrepuente.

—¡Will…! —lo llamó su desesperado padre, quien había bajado
apresuradamente por las escaleras con la intención de ayudarlo a ponerse
de pie.

—¡No! ¡Suéltame! ¡No necesito tu ayuda! —exclamó furioso su hijo,
haciéndolo a un lado y luego alejarse inmediatamente de él con pasos
tambaleantes, deteniéndose sobre uno de los aparejos.

—¡El contramaestre pudo haberte desprendido la carne del hueso! ¡Lo hice
por ti! —explicó angustiado, acercándose a él, entregándole el chaleco.

Will dirigió furioso su vista hacia aquel hombre que se decía ser su
padre y quien, hacía años, los había abandonado a él y a su madre a la
buena de Dios con falsas promesas de un regreso que jamás se concretó.

—¿Debo entender que lo que hiciste fue un acto de compasión? —replicó
lleno de rencor.

—Sí… —respondió con una tristísima expresión en su desfigurado rostro,
expresión que ablandó el bondadoso corazón del muchacho, haciéndolo
recapacitar. ¿Acaso no era mejor escuchar su propia versión de la historia?

Unos minutos después, los dos se encontraban caminando por la enmohecida
cabina de las troneras en donde los oxidados cañones se extendían en
fila apuntando hacia el tempestuoso mar, en donde "Bootstrap Bill"
Turner le contaba a su hijo sobre el destino que había sido obligado a
tomar:

—… cien años navegando sin rumbo, sirviendo en este navío…; olvidando
quién eres poco a poco hasta que terminas como el pobre Weaber… —le dijo
mirando hacia el casco de la nave entre medio de los toberas, en donde
una especie de musgo marino con la sinuosa forma de un ser humano de
fundía contra el casco.

Will se vio obligado a mirarlo detenidamente para poder creer lo que
estaba viendo.

—Una vez que has hecho el juramento ante el Holandés quedas atrapado,
jamás te vas hasta que tu deuda se pague —siguió diciéndole, mirándolo
muy preocupado.

—Yo nunca juré nada —replicó su hijo al darse cuenta de su aflicción.

—¡Entonces debes huir, hijo! —le pidió tan esperanzado como ansioso,
tomándolo del brazo, pero Will sacó del bolsillo de su chaleco el lienzo
que Jack Sparrow le había entregado anteriormente.

—Pero antes debo encontrar esto… —le dijo mostrándoselo. En su rostro no
había otra expresión que la preocupación que sentía por su prometida—:
una la llave.

De pronto, como si aquel maligno dibujo hubiera sido el culpable de su
repentino despertar, lo que quedaba de Weaber pareció cobrar vida y
despegó su torso del casco de la nave, manteniendo aún la lámpara que
llevaba en su mano derecha.

—¡Oh! —exclamó entre sorprendido y asustado—¡El cofre de la muerte…!

Will y su padre se volvieron muy sorprendidos.

—¿Qué sabes de esto? —le preguntó nuestro joven protagonista,
acercándose a él.

—Abre el cofre con la llave y apuñala el corazón —le aconsejó para luego
arrepentirse inmediatamente—. ¡No, no, no, no! ¡No lo apuñales! Este
barco necesita que viva el corazón o no habrá capitán, y si no hay
capitán entonces nadie cuidará ni tendrá la llave.

—¿Así que el capitán tiene la llave? —Will adivinó certeramente.

—¡Oh! —exclamó el aludido, sintiendo que había hablado de más, volviendo
a su estado anterior, pegando su espalda contra el casco.

—¿Dónde está la llave? —insistió el muchacho.

—¡Oculta!

—¿Dónde está el cofre?

—¡Oculto! —y cerró los ojos, obligándose a sí mismo a guardar silencio y
sumirse en su extraño autismo, volviendo a ser el extraño y silencioso
ser que era.

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Una vez que hubieran conseguido la cantidad buscada de tripulantes en
otra taberna para sellar el trato con Davy Jones, el capitán Jack
Sparrow y Gibbs se dirigieron presurosos hacia el muelle en donde se
encontraba amarrado el /Perla Negra/, pues no deseaban volver a
encontrarse con el problemático ex comodoro Norrington ni con la furiosa
Mabel, la obesa y peligrosa dueña de la taberna que había sido destruida
dos veces aquel día por culpa de los hermanos Sparrow.

—Dicen que la capitana Jacky Sparrow estuvo aquí, señor —comentó Gibbs
con marcada preocupación.

—Pues la felicito, éste es un buen lugar para beber ron —replicó su
capitán, caminando con su habitual y extraño andar.

—¿Pero es que no vamos a esperarla? Ella también forma parte del trato,
¿verdad?

Jack se detuvo y miró largamente a su contramaestre.

—Me extrañas, Gibbs. Como sabrás, ella soy yo y yo soy ella, por lo
tanto y afirmando con sinceridad mi firmeza, que ella se verá
irresistiblemente atraída al /Perla Negra/; por lo tanto no hay
necesidad de esperarla —Volvió a seguir con su camino—. Se sentirá
fuertemente atraída como un borracho al ron.

Luego se fruncir el entrecejo pensando en lo que su capitán le había
dicho, Gibbs lo siguió.

—¿Pero qué hay del comodoro Norrington? —preguntó una vez que lo hubo
alcanzado—. Seguramente estará buscándote y la capitana Jacky a él.

—Pues espero que ella lo encuentre antes de que él nos encuentre a
nosotros.., o que nosotros lo encontremos a ellos. Estoy seguro de que
mi "respetable" hermanita logrará distraerlo con sus "delicadezas" y el
"ex comodoro" Norrington terminará por olvidarse de mí, y... —lo miró
sonriendo maliciosamente—, en cuanto menos se lo espere, lo echaremos
por la borda.

—¿Y no se molestará su hermana?

—No lo creo; no tendrá mucho tiempo para pensar en su "querido" ex
comodoro en cuanto ella forme parte de la tripulación de Davy Jones —le
dijo guiñándole el ojo para después seguir caminando tranquilamente
entre los atestados muelles lleno de marineros, piratas, bultos y animales.

A pesar de que era casi la media noche, aquel lugar bullía de movimiento
como si fuera de día.

—¿Aún estás seguro de entregarla a Davy Jones, Jack? —le preguntó en
cuanto logró nivelar su paso.

—Por supuesto, Gibbs. Como te dije antes: ella es como yo y yo soy como
ella… o ella soy yo o yo soy ella... Estoy muy consiente de lo que ella
puede llegar a hacerme y no pienso arriesgarme nuevamente a otro motín
—Se detuvo bastante pensativo—. Además…, si no la entrego a Davy Jones,
deberé entregarle mi alma y eso es algo que no quiero hacer…

—Es verdad… —asintió Gibbs también muy pensativo.

Ambos hombres volvieron a retomar su camino hacia el /Perla Negra/ cuya
silueta comenzaba a dibujarse en la cercanía. Toda su tripulación aún
estaba muy ocupada subiendo bultos y provisiones, amen de que los nuevos
marineros habían comenzado a abordar el navío, ansiosos de aventuras y
sin figurarse de que habían caído en la boca del lobo.

Pero justo en el momento en que el capitán Jack Sparrow estaba ya a
punto de subir a bordo, alguien lo llamó:

—¡Capitán Sparrow!

Muy poco interesado, el aludido volteó unos segundos para echar una
ojeada hacia atrás para luego continuar con su camino. Tan sólo había
visto a un muchachito delgado, sucio y sin importancia.

—¿Quieres unirte a mi tripulación, chico? Bienvenido a bordo —le dijo,
volviéndole la espalda.

—Vine a buscar al hombre que amo —fue la inesperada y decidida réplica,
obligando a que Gibbs se volviera para mirar al intruso y que Jack se
detuviera en seco.

—De verdad me halagas, hijo, pero mi primer y único amor es el océano,
¿eh?—rebatió el capitán Sparrow bastante preocupado sin desear volverse
mientras le hacía un gesto con la mano a su contramaestre de que se
encargara de hacer desaparecer al pequeño "eunuco".

—Hablo de William Turner, capitán Sparrow —declaró la joven con gran
determinación para la sorpresa de los aludidos.

Ninguno de los dos se había dado cuenta de que Norrington, Billy y Jacky
también estaban con ella, pero, como estos tres se encontraban a unos
metros detrás de ella, solamente se podían ver sus desdibujadas siluetas
en la oscuridad, entre medio de la gente y los bultos.

Mareado de borracho, James se vio obligado a devolver el estómago con
muy poca corrección al borde del muelle ante la sorpresa de Billy y la
preocupación de Jacky, quienes no paraban de darle palmadas muy poco
oportunas en la espalda, terminando por ahogarlo.

—¿Elizabeth? —inquirió muy sorprendido el capitán Jacky Sparrow,
caminando lentamente hacia ella para luego volverse otra vez hacia Gibbs
una vez que se hubiera convencido de que era ella.

—¡Esconde el ron…! —le pidió muy preocupado, por lo que el aludido se
apresuró a acatar su orden, pues era muy conocido por todos lo mal que
se llevaba Elizabeth con el ron.

—Ese traje no te favorece —Jack le confesó sonriendo con picardía a la
joven—. O llevas un vestido o nada… Te puedo prestar "nada" en mi
camarote... Además hueles muy mal… ¿acaso dormiste en un chiquero? —le
preguntó frunciendo la nariz, pues la chica estaba cubierta de lodo de
arriba a abajo.

—Fue por culpa de tu querida hermanita por el que estoy así, Jack. La
muy imbécil me malinterpretó —rebatió muy enojada poniendo los brazos en
jarra.

—¿Mi, mi hermanita? —repitió sorprendido.

—¡Así es! ¡La misma que calza y viste, hermanito! —exclamó la aludida,
emergiendo de repente de entre las sombras—. ¿Cómo has estado,
¿hermanito"? —el tono de su voz no era muy amistoso.

—¡Hermanita! ¡Felices los ojos que te ven! —exclamó con fingida alegría,
abalanzándose sobre ella para abrazarla calurosamente y, de paso, tocar
sus "atributos traseros"; pero el terrible hedor que despedía su
sonriente "hermana", lo hizo retroceder inmediatamente.

—¡Uf! ¡Agh! ¡Tú también hueles horrible! —se tapó la nariz con aversión.

Antes de que Jacky lograra replicarle, Elizabeth intervino
interponiéndose entre los dos.

—Jack, sé que Will vino a buscarte. Dime dónde está —le dijo, muy
preocupada.

Viendo que había llegado el momento de dar las respectivas
explicaciones, el capitán Sparrow decidió que, lo mejor era, lavarse las
manos.

—Querida, de verdad lamento tener que decirte esto —comenzó a decirle,
acercándose a ella—, pero en una desafortunada y casi inevitable serie
de circunstancias totalmente impredecibles, que no tuvieron nada que ver
conmigo, el pobre Will fue reclutado por Davy Jones y su gente.

—¿Por qué será que no me convence esa explicación? —murmuró Jacky con
marcado sarcasmo, cruzándose de brazos y mirando acusadoramente a su
hermano.

—¿Davy Jones? —repitió extrañada la joven Elizabeth, mirando
alternadamente a cada uno de los dos.

—¡Por favor! ¿Otra vez con esa estúpida historia? —intervino James
después de haber vomitado otro poco mientras el preocupado Billy seguía
golpeándole la espalda en un vano intento de ayudarlo a recuperarse—.
¿El capitán de un navío fantasma? ¡Ya basta! —le pidió al italianito,
muy fastidiado.

—¡Norrington, te ves terrible! ¿Qué haces aquí? —le preguntó Jack
Sparrow con marcado desagrado.

—Tú me contrataste, amigo. No es mi culpa que aceptes a cualquiera con
tus requisitos tan laxos… —replicó con el mismo sentimiento, apoyándose
cómodamente sobre unos de los toneles.

—¡Hueles muy mal!—rebatió el pirata—. ¿Es que ahora está de moda oler
como un cerdo? Yo no contrato cerdos bajo mi comando, Norrington (salvo
Gibbs), así que ya mismo puedes largarte de aquí —le dijo al notar la
presencia de Billy, pensando que bien podría utilizar al muchachito para
incluirlo en el pago de su deuda a cambio de aquel peligroso enemigo
suyo a quien no deseaba tener a bordo.

Pero su macabro plan estaba destinado al fracaso.

—¡Ah! ¡Pero si tú lo "descontratas", yo lo "recontrato", hermanito!
—rebatió Jacky, colocando su mano sobre el hombro de su protegido—. Yo
también soy la capitana del /Perla Negra, ¿savvy?/ —declaró para luego
inclinar la cabeza y señalarse el tricornio—. Y soy la única de los dos
que lleva un sombrero, hermanito.

Jack se le quedó mirando detenidamente por espacio de algunos segundos
hasta que, inesperadamente, le arrebató el tricornio de la cabeza,
colocándoselo rápidamente sobre la suya.

—Pues ahora /yo/ soy el que lleva el sombrero, hermanita. Gracias por
cuidármelo todo este tiempo —le dijo con una luminosa y pícara sonrisa.

—¿Cuidártelo? ¡Ése es /mí/ sombrero, hermanito! —exclamó dándole un buen
puntapié en la entrepierna, obligándolo a agacharse de dolor y
quitándole el objeto de la discordia mientras los demás fruncían la cara
no pudiendo evitar sentir dolor ajeno.

—… E-está bien… Es tuyo… (por el momento…) —susurró éste último,
mirándola de reojo tramando una jugosa venganza en contra de su
"querida" hermanita.

—Jack —los interrumpió Elizabeth, llamando la atención del capitán.

—¿Eh? —dirigió su mirada hacia ella, incorporándose penosamente.

—Sólo quiero encontrar a Will. Jacky me ha dicho que no sabe nada sobre
él y que tú eres el único que podrías ayudarme a encontrarlo.

—¡Ay! ¡Lo sé! —replicó un poco mortificado. Pero enseguida se dio cuenta
de que podría utilizar a la joven para su propio beneficio.

—¿Estás segura? ¿Es lo que más deseas en el mundo? —le preguntó con
seriedad, mirándola directamente a los ojos.

—¡Claro que sí! —exclamó sin duda alguna, cosa que llenó de satisfacción
al confabulador pirata.

—Porque yo considero, que lo que más bien tú deseas es encontrar un modo
de salvar a Will, ¿verdad? —le propuso mientras colocaba amistosamente
su mano sobre la esbelta espalda de la joven para comenzar a caminar
hacia el /Perla Negra/ mientras los demás lo seguían, sin que su astuta
hermana le quitara la vista de encima.

—Y tú sabes cómo hacerlo, ¿no? —comentó la muchacha, deteniéndose para
mirarlo detenidamente, pues ella no era ninguna tonta y sospechaba de
sus verdaderas intenciones.

—Bueno, hay un cofre… —comenzó a contar el aludido.

—¡Ay, no! ¡Por favor! ¿Otra vez comenzamos con lo mismo? —se quejó
Norrington al tiempo que Jacky le pedía que se callara, pues estaba muy
interesada en los oscuros planes de su "hermano".

Luego de dirigirle una mirada muy poco amistosa a su enemigo, Jack
continuó con su historia:

—No conozco su tamaño ni su origen…

—Pero contiene aun el corazón palpitante de Davy Jones —lo interrumpió
Pintel, pasando a su lado, transportando un enorme cajón lleno de
botellas de ron ayudado por Ragetti, quien iba por detrás de él y que
también tenía algo qué agregar:

—¡Es verdad! ¡Tu-tum, tu-tum! —exclamó imitando el sonido de un corazón
ayudado con un gesto de su mano.

—Quien obtenga ese cofre poseerá el poder de obligar a Jones a hacer la
voluntad de él o /ella/. Incluyendo, salvar al valiente William de su
triste fin —concluyó el sonriente capitán del /Perla Negra/, haciendo
hincapié en los deseos de la muchacha.

—¿No creerás en sus mentiras, verdad? —intervino James, quien, a pesar
de que Jacky ya le había puesto sobre aviso acerca del cofre, aún no
podía creer que éste fuera de verdad.

Un tanto confundida, Elizabeth miró dubitativa a uno y a otro hombre.
Ella conocía muy bien a ambos, pero tenía que decidirse por la creencia
de uno de ellos; aquel en el que ella confiaría y pondría el destino de
su novio en sus manos.

—¿Cómo lo busco? —le preguntó finalmente al capitán Jack Sparrow
mientras James la miraba perplejo y sorprendido ante aquella repentina
decisión.

—¡Con esto! —exclamó el triunfante pirata, sacando su compás del
cinturón para mostrárselo—. Mi brújula. Es única…

—/Era/ única —intervino Jacky, mostrándole a la joven el mismo objeto
para luego pasárselo burlonamente por las narices de su enfadado hermano.

—No me refería a eso, "hermanita" —replicó, mirándola como si quisiera
asesinarla, casi pegando su rostro al de ella.

—Ya lo sé, "hermanito"; pero "único" también significa raro, singular,
solo, absoluto, exclusivo, peculiar, impar, característico, escaso y
demás; pero, como ya hay otra, tu dichosa brújula ya dejó de ser la
única, rara, singular, sola, absoluta, exclusiva, peculiar, impar,
característica, escasa y demás, /¿savvy?/

Ante semejante argumento, Jack se había quedado con la boca abierta,
pues ella había mencionado todos los sinónimos que él conocía y ya no
podía contradecirla con su ingeniosa y bien conocida jerga.

—¡¿Por qué te empeñas en fastidiarme los planes, hermanita?! —protestó
con una rabieta infantil mientras golpeaba el piso con la suela de la
bota—. ¡¿Es que no te das cuenta que esto es para nuestro beneficio?!

Dándose cuenta de lo que había acabado de decir, Jack se puso colorado
como un tomate y le sonrió estúpidamente a la consternada Elizabeth.
Jacky se cruzó de brazos muy complacida.

—Cuando dice "única" significa entonces que está averiada —le explicó
Norrington a Lizzy con cierta ironía en su voz.

—Es cierto —apoyó Jack, por lo que el ex oficial resopló fastidiado y
decidió no meterse más en el asunto, pero la capitana del /Perla Negra/
aún tenía todas las intenciones de seguir fastidiándolo.

—No está rota —replicó, provocando que su hermano pusiera los ojos en
blanco, incomodado.

—Está rota —rebatió furioso.

—No está rota.

—¡Está rota! —le replicó en la cara.

—¡No está rota! —insistió poniendo los brazos en jarra, mirándolo
desafiante a los ojos—. ¡Si estuviera rota no apuntaría hacia ningún lado!

—¡Pero sí apunta! —exclamó al borde de la histeria.

—¡Ja! ¿Ves? —sonrió triunfante mientras se apartaba de él y se cruzaba
de brazos—. Sí funciona y por lo tanto no puede estar rota. Tú mismo lo
admitiste, hermanito.

Jack nuevamente se quedó sin habla, comprendiendo que había caído en la
trampa intelectual de su hermana y había perdido miserablemente.
Histérico, soltó un alarido al cielo mientras se tomaba la cabeza con
ambas manos para luego intentar serenarse un poco y volver su atención
hacia lo que realmente valía la pena: Elizabeht Swann.

—Mira, no le hagas caso a esa especie de mujer. Esta brújula no apunta
al norte… —comenzó a explicarle mientras le mostraba el extraño y
hermoso compás.

—¿Hacia dónde apunta? —preguntó la chica.

—Apunta hacia aquello que tú quieres de verdad en este mundo…

Elizabeth lo miró con incredulidad.

—Jack, ¿lo que dices es cierto? —inquirió.

—Lo que dice es verdad, mi querida Lizzy —le dijo Jacky, colocando
confianzudamente su brazo sobre los hombros de la joven—. Confía en esta
especie de hombre, esta vez no te está mintiendo, como tantas otras veces...

—Gracias por tu apoyo, "querida" hermanita —le sonrió forzadamente para
luego volverse hacia Elizabeth, quien ya se había quitado de encima el
brazo de la capitana, pues sospechaba, con certeza, que ella iba a
pellizcarle el trasero en cualquier momento—. Como verás, no miento,
linda. Y lo que más deseas de verdad en este mundo… —siguió diciendo
mientras le colocaba la brújula entre sus esbeltas manos— es encontrar
el cofre oculto de Davy Jones, ¿no es así?

—¡Rescatar a Will! —ella replicó de inmediato.

—Busca entonces el cofre de Davy Jones —Jack rebatió sonriente para
luego levantar la tapa del compás y apartarse exageradamente de ella.

Elizabeth miró la brújula y, por espacio de algunos segundos, la aguja
giró alocadamente hasta que se detuvo, señalando hacia una dirección
fija. Entonces, el capitán Jack Sparrow espió el compás desde abajo,
maravillado: ¡por fin tenían una pista!

—¡Maestre Gibbs! —llamó sin quitarle la vista de encima a la brújula.

—¿Señor? —el aludido bajó rápidamente por el puente del barco.

—¡Tenemos el curso!

—¡Por fin! —festejó para comenzar inmediatamente a dar las órdenes
correspondientes a la tripulación que aún seguía preparándose para
zarpar—¡Suelten amarras! ¡Leven anclas e icen las velas!

Todo el mundo comenzó a apresurarse, ansiosos por hacerse a la mar lo
más rápido posible, ignorando que, su capitán, guardaba intenciones muy
oscuras para con ellos.

—Señorita Swann, por aquí… —la invitó amablemente el capitán Sparrow,
así que la "invitada" se dirigió hacia el /Perla Negra/ acompañada por
nuestro intrigante y sonriente protagonista.

—Tú también puedes abordarme, digo, abordar mi navío, Norry —le propuso
Jacky al fastidiado Norrington, colgándose de su brazo, mirándolo
amorosamente y pestañeando coqueta y exageradamente.

Pero en el momento que comenzaban a caminar hacia el /Perla Negra/,
Pintel se acercó a ellos y puso una vivaz cabra blanca entre los brazos
del sorprendido James Norrington.

—¡Sea bienvenido a bordo, ex comodoro! ¡Ja, ja, ja! —se burló, pues
siendo ahora Norrington un simple grumete, estaba obligado a cumplir
aquellas faenas de baja categoría.

No pudiendo con el peso del animal gracias a su borrachera y a sus
heridas, James cayó sentado al suelo con la cabra entre sus manos.
Furiosa, Jacky le arrebató el animalito y se lo entregó a Billy para
después dirigirse hacia Pintel, quien estaba desamarrando el /Perla,/ y
le propinó un buen puntapié en el trasero, lanzándolo de cabeza al agua
ante las risas de los demás piratas.

—¡Nadie trata así a mi semental, idiota! —le gritó la capitana—. ¡Para
que sepas él será mi esclavo sexual a partir de ahora y no un simple
grumete como tú!

Y así, luego de decir esto, se dirigió con paso firme hacia el
avergonzado "semental" y lo ayudó a ponerse en pie mientras declaraba:

—No te preocupes, Norry; no voy a permitir que estos brutos te
maltraten. Yo me ocuparé de tus heridas y muy pronto estarás bien, ya lo
verás. ¡Vamos a divertirnos de los lindo los dos juntos! ¿Te imaginas
las cosas lujuriosas que podremos hacer a bordo? —comentó ilusionada—.
¡Sube a bordo, pequeño Billy! —le dijo, haciéndole una señal.

El chico los siguió muy contento con la cabrita entre sus brazos, pero
James se preguntaba para sus adentros si no hubiera sido mejor quedarse
en Tortuga y olvidar sus ansias de venganza.


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