Fanfic Piratas del Caribe -El Libro del Destino- *Capítulo 41: La Apuesta*

                    Resumen de la historia: El capitán Jack Sparrow comete el gran error de ponerse un anillo maldito que lo transformará en mujer y le traerá un sin fin de problemas tanto a él como a quienes lo rodean, amigos y enemigos. Una elección que cambiará la vida y los destinos de todos, en especial del Comodoro James Norrington y el mismo Jack. Esta historia está ambientada después de la primera película y desarrollada durante la segunda y tercera película. Una historia larguísima pero muy entretenida, con drama, humor, acción y romance. ¡Que la disfruten!



*PIRATAS DEL CARIBE: EL LIBRO DEL DESTINO*

LIBRO SEGUNDO: EL COFRE DEL HOMBRE MUERTO

SEXTA PARTE: TORTUGA

¡Jack y Jacky se separaron! ¡ahora son 2! ¡Un hombre y una mujer! ¡Doble problemas para todos! ¿Lograrán cambiar sus destinos y el de los demás? Continuaciòn de La Maldición del Anillo de la Calavera. James y Jacky pasan su primera noche juntos...¿pero será la última?

Género: drama, amistad, acción, suspenso, humor, romance, violencia, aventura, fantasía, erotismo
Pareja: Jacky Sparrow/James Norrington. Elizabeth Swan/Will Turner
Personajes: Jack Sparrow/Jacky Sparrow, James Norringon, Elizabeth Swan, Will Turner, Hector Barbossa ¡y muchos más!
Calificación: para mayores de 18 años
Cantidad de palabras: variable
Duración: 67 capítulos la primera parte, 57 la segunda parte y 51 la última parte.
Estado: finalizado
Escritora: Gabriella Yu
Mi estilo: estoy influenciada tanto por el anime, los dramas asiáticos y la literatura universal. Me gusta hacer pasar a los personajes por duras pruebas.
Aclaraciones: Esta historia la escribí hace más de 10 años, es muy entretenida, no se arrepentirán de haber perdido el tiempo en leerla. Le tengo mucho cariño porque fue una rara mezcla que logré hacer con el drama, humor y acción. 
IMPORTANTE: contiene escenas subidas de tono XD


*Capítulo 41: La Apuesta*


**********Comienzo de Flashback, hace 25 años atrás aproximadamente**********

Todo lo que estaba sucediendo no podía ser verdad, era una horrorosa
pesadilla, solo era eso. Ver morir a sus padres y a su hermano bajo la
asesina mano de un pirata era una terrible pesadilla, su mente infantil
permanecía completamente embotada, incrédula, el ver los cuerpos
ensangrentados de sus seres queridos tirados sobre la cabina era más de
lo que podía soportar una niña de su edad… ¿Por qué tenía que haber
pasado eso? No era justo.

De pronto, después de haber acabado con la vida de su hermanito, el
pirata de negros dientes y oreja sangrante la miró con aquellos ojos
fríos inyectados en sangre.

—De modo que solamente quedas tú, mocosa del demonio… —dijo.

La pequeña Isabel trató de gritar, pero no pudo, estaba demasiado
asustada como para hacerlo. Las piernas le temblaban enloquecedoramente
y creía que iba a desmayarse en cualquier momento, estaba aterrorizada,
pero al ver que aquel horrible hombre estaba a punto de saltarle encima,
la adrenalina la hizo escabullirse entre las piernas de su atacante y
salir corriendo hacia la cubierta, llorando desesperadamente.

—¡No creas que lograrás escaparte de mí, mocosa! ¡Voy a atraparte y te
voy a hacer todo lo que no pude hacerle a la perra de su madre! —amenazó
bastante frustrado y corrió detrás de ella dispuesto a realizar su amenaza.

En la cubierta principal, la niña corría desesperadamente de aquí para
allá, horrorizándose con lo que veía, pues la batalla entre los piratas
y los mercaderes aún no había terminado y eran estos últimos los que
estaban llevando la peor parte, siendo asesinados brutalmente uno tras
otro por sus salvajes enemigos.

—… ¡Mamá…! ¡Papá…! —suplicaba entre sollozos mientras corría—…
¡Ayúdenme…! ¡Tengo miedo…! ¡Mamá…! ¡Papá…!

Se detuvo, desesperada miró a su alrededor y, aterrada, sus ojos se
encontraron con los de aquel horrible pirata, quien estaba sobre la
cubierta de popa y que, al verla, comenzó a correr hacia ella.
Aterrorizada, Isabel lo comparó con el mismísimo demonio y hecho a
correr con todas sus fuerzas para tratar de alejarse de él lo más
posible, obligándose a ignorar las atrocidades que sucedían a su alrededor.

Pero por más que buscara y pidiera ayuda, no lograba encontrar ningún
refugio que la cobijara ni ninguna ayuda que la auxiliara contra ese
cruel hombre. Solamente encontraba el basto mar y escalofriantes gritos
a su alrededor. Nadie podía ocuparse de ella ni nadie podía ayudarla.

Isabel corrió todo lo que pudo con sus cortas piernitas, buscando un
lugar en dónde esconderse, pero cuando intentó subir por las escaleras
que llevaban hacia el puerto de mando, se topó de repente con un
muchachito mugriento y desalineado, que la miró muy sorprendido. La niña
se había dado un gran susto y su mente conmocionada ya no pudo soportar
por más tiempo aquella situación, así que se desmayó sobre cubierta,
frente al otro niño.

******************************Fin de Flashback***************************

Isabel, luego de recordar todo aquello que había quedado relegado en lo
más profundo de su mente, volvió su consternado rostro hacia la capitana
Jacky Sparrow; tan sorprendida como incrédula, fijó detenidamente sus
ojos celestes sobre el rostro de la pirata. Entonces, en su mente, aquel
sucio y odiado rostro femenino comenzó a cambiar lentamente hasta
convertirse en el rostro del capitán Jack Sparrow y, por consiguiente,
terminó convirtiéndose en el rostro de aquel niño con el que se había
topado en la cubierta del /Saint Prudence/ durante su frenético escape
de una muerte asegurada en manos de un joven y violento Bartolomé Morgan.

Frunció el entrecejo, reconociéndolo.

—¿Tú fuiste el que me salvó la vida escondiéndome de ese maldito pirata?
—le preguntó—. ¿Tú me salvaste la vida cuando éramos niños? Jamás supe
cómo terminé dentro de ése barril…

Jacky se le quedó mirando, asombrada por aquellas palabras, asombrada
porque ahora lograba entenderlo todo con mayor claridad. Ahora recordaba
a una hermosa niñita con su rostro cubierto de lágrimas y su ropa
manchada en sangre, parada frente a él con su bello rostro suplicante.

—Tú… —murmuró—. Tú eras ella… ¡La hermosa señorita…!

Y así, los recuerdos tan largamente olvidados volvieron a su mente con
una claridad asombrosa, revelándole el significado de aquel horroroso y
triste capítulo del pasado de su niñez que tanto había intentado olvidar.

************************Continuación de Flashback*************************

El pequeño Jack Sparrow se le quedó mirando muy sorprendido y sin saber
cómo reaccionar con ella. Pero cuando alzó la vista y se dio cuenta de
que Morgan, uno de los piratas más sanguinarios que formaban la
tripulación del /Captain Blood,/ la estaba buscando, tomó rápidamente
una decisión y alzó a la niña entre sus brazos y se la llevó a la bodega
del barco, escondiéndola dentro de un tonel que sus compañeros ya habían
revisado con anterioridad.

Antes de marcharse, impresionado por la belleza de la niña, el jovencito
le dirigió una mirada un tanto triste y preocupada, despidiéndose de
ella y deseándole mucha suerte. Luego subió corriendo hacia cubierta y
se encontró de golpe con el pirata que había estado persiguiendo a la
niña que él había ayudado. Petrificado por el miedo, pues sabía de lo
que era capaz aquel malvado sujeto, el muchacho se le había quedado
mirando como un tonto.

—¡Oye, tú! ¡Jack Sparrow! ¿No has visto a una mocosa correr por aquí?
—le preguntó.

—Esteee… ¿Una chiquilla rubia, señor Morgan? La vi caer al mar por la
balaustrada de estribor. Ya debe estar haciéndole compañía a los peces…
—respondió el aludido de largo cabello finalizado con una coleta.

El pirata puso los brazos en jarra y, frunciendo el entrecejo, lo miró
de reojo un tanto desconfiado.

—¿Estás diciéndome la verdad, pequeña sabandija? No puedes mentirle al
segundo de a bordo, ¿sabes? Ni siquiera porque eres el hijo del capitán
Teague Sparrow…

El jovencito no pudo evitar ponerse nervioso, pero supo mantener su
compostura a pesar de ser tan sólo un niño inexperto.

—Le digo toda la verdad, señor Morgan; que me parta un rayo si no es
así… —declaró mirando temerosamente hacia el cielo como si esperara a
que le cayera uno de un momento a otro, poniéndose en evidencia ante su
superior, quien, al darse cuenta de la treta, lo tomó por el cuello de
la camisa y lo levantó hasta que sus caras estuvieron una frente a la otra.

—Estoy seguro que estás mintiéndome, grumetillo estúpido, ¿crees que soy
idiota? ¡Ahora dime en dónde está esa maldita mocosa si no quieres
convertirte en un eunuco!

—¿E-eunuco? ¿Y-y qué es eso? —quiso saber a pesar de que estaba muerto
de miedo. El olor a sangre que emanaba aquel hombre era realmente
penetrante y nauseabundo.

Sonriendo maliciosamente, el horrible pirata murmuró la respuesta en el
oído del temeroso niño:

—Un eunuco es aquel que le cortaron los genitales o aquel que le gustan
los hombres en vez de las mujeres… ¿No quieres que te pase eso, verdad?

El pequeño Jack tragó saliva.

—¡No! ¡No quiero que me los corten ni que me gusten los hombres!
—respondió con celeridad mientras se cubría sus partes con ambas manos.

—Bien, bien… —asintió satisfecho—. Ahora dime en dónde está esa mocosa
del diablo.

El chico se quedó unos segundos sin abrir la boca, dudando, pero
enseguida sonrió, iluminándosele el rostro.

—Ya se lo dije, señor Morgan: está en el fondo del mar haciéndole
compañía a los peces…

—¡Maldito mocoso mentiroso! —gritó enfurecido el hombre, comenzando a
zarandear al pobre chico por el cuello—. ¡Ya verás! ¡Voy a sacarte las
tripas si no me dices en dónde está esa cría del demonio!

Si no fuera por una repentina e ineludible interrupción, nuestro pequeño
y asustado protagonista hubiera revelado el escondite de su protegida.
Pero justo en aquel crucial momento para la vida de la pequeña Isabel
Jacobson, los piratas, alarmados, divisaron una flota inglesa de la
Royal Navy que comenzaba a acercarse peligrosamente a ellos.

—¡¡A los botes!! ¡¡Regresen al /Captain Blood/!! —comenzaron a
escucharse los gritos de advertencia de los piratas, incluyendo a su
capitán, puesto que no estaban para nada en condiciones de luchar contra
una flota tan poderosa como la que se aproximaba a ellos—. ¡¡Salven sus
cuellos!! ¡Regresen al barco!!

Si antes era una horrible batahola sangrienta, ahora era una tremenda
confusión de idas y venidas por parte de los piratas que intentaban
darse a la fuga antes de que sus enemigos los alcanzaran y les hicieran
pagar por los terribles asesinatos que habían cometido a bordo del
/Saint Prudence/.

Al notar que ya nada podía hacer y dejando escapar una horrible
blasfemia de su sucia e inmunda boca, el joven Morgan se vio obligado a
abandonar su malsano entretenimiento y soltar al chico, quien quedó de
pie sobre la cubierta, con la mano en su maltratado cuello, sorprendido
por su buena estrella.

—Luego arreglaremos esto, mocoso —le advirtió antes de marcharse a toda
prisa hacia el barco pirata.

Y así, antes de seguir a sus compañeros en su rápida huída, el pequeño
Jack Sparrow le dirigió una última y triste mirada a la bodega, en cuyo
interior se encontraba la hermosa niñita que había salvado de las
brutales manos de su compañero. Comprendiendo el inmenso dolor que ésta
tendría en su corazón a partir de ese mismo día, Jack juró que jamás
volvería a formar parte de una banda de gandules como aquella. Jamás
volvería a cometer el mismo error. Jamás volvería a provocar tanto dolor
a un inocente.

Cuando ya todos estuvieron a bordo del /Capitán Blood/, el capitán dio
la orden de alejarse lo más rápido posible de aquel inminente peligro.
Fue entonces cuando la pequeña Isabel fue encontrada por sus salvadores
y llevada hacia Lisboa en donde se encontraría con su tío Christian
Jacobson. Mientras tanto, el travieso Jack Sparrow había abandonado a
sus compañeros y había ingresado como grumete al servicio de la compañía
mercantil de las Indias Orientales.

******************************Fin de Flashback*************************

Jacky e Isabel se miraron fijamente a los ojos por un largo rato,
recordando sus respectivos pasados y el ínfimo momento en que sus vidas
se cruzaron por causa de aquel terrible incidente. Para la almirante,
aquello era algo que no se hubiera esperado jamás, pero para Jacky,
aquello había sido una sorprendente revelación, dejándola sinceramente
impresionada. ¡Cuántas veces se había preguntado durante toda su vida
por el destino de aquella niña tan hermosa!

—¿Aun pretende asesinarme, almirante? —le preguntó con una media
sonrisa—. Yo le salvé la vida, ¿lo recuerda? —la miró de arriba hacia
abajo, como si quisiera imaginarse la verdadera figura femenina que se
escondía bajo aquellas ropas de oficial.

Isabel frunció el entrecejo y sacudió su cabeza en un claro intento de
reordenar sus ideas, adivinando los pecaminosos pensamientos que
cruzaban por la mente de aquella desvergonzada pirata.

—Almirante —dijo James llamándole la atención—. ¿Podría explicarnos lo
que está pasando aquí?

—¿Es verdad que usted es una mujer? —quiso saber Annete.

La aludida miró primero a uno, luego a la otra y después a todos los
demás hasta que finalmente sus ojos se posaron sobre los del apuesto
capitán Seagull Hood durante unos segundos, quien seguía mirándola
detenidamente.

—Está bien, se los contaré todo —decidió mientras soltaba a Jacky y
miraba a su alrededor. Suspiró profundamente como si estuviera a punto
de sacarse un enorme peso de encima—. Hace 25, cuando yo apenas tenía 8
años de edad, viajaba junto a mi familia a bordo de un navío proveniente
de los astilleros de mi padre, Steven Jacobson, rumbo a América. Durante
la travesía fuimos interceptados por un barco pirata, el /Captain
Blood/, que nos abordaron sin ningún inconveniente y eliminaron
brutalmente a toda la tripulación de /Saint Prudence/, incluyendo a mis
padres y a mi pequeño hermano George Jacobson.

—¿Y puedo saber qué hacías entre esos asesinos, Jacky? —le preguntó
James Norrington mientras la miraba con una mezcla de desaprobación y
frustración.

—Bueno… —la aludida comenzó a divagar, mirando sus propios dedos índices
jugar—, yo… yo subí a bordo del /Captain Blood/ como polizón… Jamás
pensé que iba a suceder algo así.

—¿Entonces fuiste tú el que salvó de la muerte al almirante Jacobson
aquella vez?—James quiso asegurarse.

—Exacto, mi querido Norry. Así que… —se volvió hacia Isabel con gesto
suplicante y con una sonrisa compradora—Tendrá usted clemencia, ¿verdad?

Ante aquel suplicante pedido, Isabel miró suspicazmente a la pirata,
torciendo la boca y pensando en lo que haría, puesto que, además de
haber descubierto a su salvador entre los asesinos de su familia, su
verdadera identidad había quedado al descubierto. Pero… ¿cambiaban en
algo sus planes? Al dirigir su mirada hacia Norrington, supo
inmediatamente que Jacky Sparrow seguía siendo su enemiga pero que el
capitán Jack Sparrow no. Extrañamente, el que hecho de que todo había
salido a la luz, le había aclarado la mente de una manera impresionante,
ya no se sentía acorralada ni tampoco perdida en una oscuridad en la que
no podía encontrar la salida.

Sonrió tristemente al recordar a su querido tío diciéndole que el día en
que ella se liberara de sus propias cadenas, ya no la perseguirían sus
propios dragones y se sentiría tan libre como una pluma.

"¡Cuanta razón tenías, mi querido tío! —pensó mirando hacia el cielo con
una expresión de tranquilidad muy desusada en ella—. ¡Nunca me había
sentido tan bien como ahora! Pero… —miró hacia James Norrington y su
rostro volvió a ensombrecerse— aún tengo muchas cosas qué hacer...".

Y así, mientras le daba la espalda a nuestra protagonista y se dirigía
hacia el pirata Bart "Sangre Negra" Morgan, dijo:

—Su deuda para conmigo aún no está saldada, capitana Sparrow. Quizás
perdone a su otro yo, pero difícilmente la perdone a usted. Ahora, mi
intención es eliminar al último miembro de la tripulación del /Captain
Blood/, entonces así sabré si ustedes seguirán con vida sobre este mundo.

La capitana del /Perla Negra/ se le había quedado mirando bastante
extrañada. ¿Por qué esa mujer no podía perdonarla pero sí estaba
dispuesta a perdonar a Jack? La respuesta era muy fácil: James Norrington.

—¿Usted sabía que el almirante Jacobson era una mujer, señorito
Norrington? —quiso saber madame Foubert mientras ella y Billy lo
ayudaban a ponerse en pie.

—Lo supe cuando ambos nos recibimos de la Real Academia Naval, desde
entonces he guardado su secreto… hasta ahora —le respondió mientras
miraba tristemente hacia su amiga.

—¿Pero por qué hizo algo así? —volvió a preguntar la francesa.

—Por venganza —respondió con gravedad—. Era la única manera de poder
realizarla… Destruyendo su propia vida para destruir a los que
asesinaron a su familia…

"Entonces, Christian estaba involucrado en todo eso… —pensó Annete tan
decepcionada como enojada con el buen doctor—. ¿Pero cómo permitió que
una inocente niña llegara hasta estos extremos? ¡Yo jamás lo hubiera
permitido!".

Ya frente al capitán Morgan, Isabel Jacobson desenfundó su espada y lo
apuntó con ella.

—Capitán Bartolomé Morgan, la llama de su vida se extinguirá como usted
extinguió la vida de mi familia.

El aludido sonrió.

—Sea, almirante Jacobson —dijo, inclinando su cabeza hacia adelante
acompañado con una reverencia—, ya que es justa su venganza, no me
opongo a mi castigo.

Isabel alzó la espada, dispuesta a decapitar al desgraciado y tomar su
revancha tan largamente acariciada.

—¡No! —exclamó Seagull, tomando con firmeza la mano de la mujer—. ¡No
sigas con esto! ¡La mano de una dama no debe mancharse con la sangre de
un sujeto tan retorcido como éste! —la miró profundamente a los ojos—.
Deja que yo lo haga.

Ella se le quedó mirando por algunos instantes, entre sorprendida y
molesta, desasiéndose bruscamente de la mano de Seagull.

—No se meta en esto —le dijo con voz sibilante, clavándole la mirada—.
Ésta es mi venganza y debo concluirla.

—¿Y luego qué? ¿Seguirás fingiendo ser lo que no eres? ¡Tu secreto ya
está revelado! ¡Cualquiera de nosotros podría hablar!

Al escuchar eso, Isabel esbozó una sonrisa cruel, casi insensible.

—Al que se atreva a revelar mi verdadera identidad, sentirá el frío
metal de mi espada sobre su cuello —declaró—. Ahora no me estorbe más y
déjeme matar a este maldito pirata.

Pero, Seagull Hood, furioso a causa de la testarudez de ella, volvió a
tomarla fuertemente por la muñeca y le dijo:

—¡No lo haré! ¡Eres una mujer demasiado caprichosa! ¡Es hora de que
alguien te de una buena lección!

—¿Ah, sí? ¿Y tú pretendes dármela? —lo desafió—. Le advierto que la vez
pasada logró derrotarme porque yo no estaba en buenas condiciones para
batirme en duelo… Pero ahora es diferente, ya estoy recuperado y ya no
podrá vencerme nunca más.

—¡Lograré derrotarte! ¡Ya lo verás!

—¡Ja, ja, ja! ¿De veras? —sonrió burlonamente—. Le propongo algo,
estimado capitán Hood: si logra vencerme, me casaré con usted y me
olvidaré de mi vida como oficial, ¿está de acuerdo?

Impactado con aquella propuesta inesperada, Seagull Hood se quedó unos
instantes boquiabierto, sin poder pronunciar palabra alguna, pero
enseguida se recuperó y sonrió muy seguro de sí mismo y sus habilidades.

—Acepto la propuesta con mucho gusto, almirante Jacobson —y diciendo
esto, soltó su mano y desenvainó su espada dispuesto a derrotarla.

Más allá, todos se alarmaron por lo que estaban viendo, pues, a la
distancia en que se encontraban de Isabel, Seagull y Morgan, ninguno
podía escuchar de lo que ellos estaban hablando.

—¿Pero qué es lo que está pasando allá? —inquirió James muy preocupado
mientras daba un paso hacia adelante en un intento de acercarse a ellos,
pero madame Foubert lo sujetó fuertemente por el brazo, deteniéndolo.

—¡No, señorito Norrington! —le advirtió—. Usted no está en condiciones
para intervenir.

Encontrando razón en sus palabras, James no tuvo otra alternativa que
detenerse a sí mismo a pesar de sentirse muy preocupado por su amiga,
pues sabía, por buenas fuentes, que el capitán Seagull Hood era uno de
los mejores piratas espadachines del mundo. Pero… ¿por qué éste no había
derrotado rápidamente a Morgan cuando se habían enfrentado? Sus ojos
verdes se dirigieron hacia Jacky, pues se había dado cuenta de que ella
no se había acercado a él para molestarlo como usualmente lo hacía,
sorprendiéndose al verla mirar detenidamente a Isabel, con la misma
expresión de libidinoso interés con que lo miraba a él.

—Jacky… —susurró su nombre al adivinar lo que estaba pasando por la
mente de la lujuriosa pirata—. ¡Jacky!

Ella se sobresaltó al escucharlo gritar, volviéndose hacia él
inmediatamente con una inevitable cara de culpable.

—¿Sí?

—Ni siquiera se te ocurra algo así —le advirtió fulminándola con la mirada.

—¿Qué cosa? —se hizo la desentendida, pero su sonrojado rostro la dejaba
completamente al descubierto.

—Ya sabes a lo que me refiero.

Al darse cuenta de que James la había atrapado, Jacky no tuvo más opción
que sonreírle estúpidamente y abrazarlo melosamente por el cuello,
enfureciendo a madame Foubert.

—Si tú te estas refiriendo a lo que te refieres de lo que yo pienso que
me estoy refiriendo ahora de lo que tú te refieres, juro que el único
amor de mi vida sigues siendo tú, mi amado y celoso "caballo-caballero…"
—y antes de que él le replicara, lo besó suavemente en la boca para la
hirviente ira de Annete, la tremenda felicidad de Billy, la triste
mirada de ternura de Alwine y la pícara mirada de Elena.

Isabel había visto eso, por lo que su rostro se contorsionó de tal
forma, que Seagull se dio cuenta inmediatamente de lo que eso
significaba para ella. Así que, mirando hacia Norrington y luego hacia
ella, declaró sonriente:

—Vaya, vaya, vaya… ¿Así que un amor no correspondido, verdad?

—¡Cállate! ¡Esto no es de tu incumbencia! —se volvió furiosa—. ¿Por qué
no empezamos de una buena vez con nuestra pelea? —Miró a Morgan, quien
estaba sentado sobre la arena a unos cuantos metros de distancia de
ellos, acompañado por Smith, quien, asustado, no había intentado
escaparse—. No veo la hora de eliminar a ese gusano…

—Yo seré quien lo elimine, querida, pues cuando seas mi esposa, no
tendrás la necesidad de hacerlo todo por ti misma —refutó con su pícara
y seductora sonrisa mientras se ponía en guardia—. Yo estoy herido en la
pierna y tú herida en tu suave y esbelto abdomen… Ésta será una pelea
justa y yo resultaré ser el ganador, preciosura.

—¿Ah, sí? —le sonrió condescendientemente—. Ya lo veremos… ¡Prepárate!
—le advirtió con los ojos brillantes por la emoción de una buena pelea
mientras se ponía en una extraña pose para la esgrima occidental, una
que llevaba horizontalmente su espada japonesa por detrás de su cabeza.

Los ojos claros de ambos contendientes se cruzaron con gran determinación.

En la lejanía, el ocaso comenzaba a finalizar para dar paso a la noche;
la marea había comenzado a subir y el ruido de las olas era interrumpido
por los gritos de las rezagadas gaviotas que se marchaban hacia la
acogedora seguridad de los árboles para dormir. Tanto la capitana Jacky
Sparrow como todos los demás habían concentrado toda su atención hacia
el combate que estaba a punto de iniciar sin percatarse de que Elizabeth
Swann ya había llegado a la isla y de que el /Perla Negra/ estaba a
punto de tocar puerto.


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