Fanfic Piratas del Caribe -El Libro del Destino- *Capítulo 20: Jack Sparrow Vs Jacky Sparrow*

                                                          Resumen de la historia: El capitán Jack Sparrow comete el gran error de ponerse un anillo maldito que lo transformará en mujer y le traerá un sin fin de problemas tanto a él como a quienes lo rodean, amigos y enemigos. Una elección que cambiará la vida y los destinos de todos, en especial del Comodoro James Norrington y el mismo Jack. Esta historia está ambientada después de la primera película y desarrollada durante la segunda y tercera película. Una historia larguísima pero muy entretenida, con drama, humor, acción y romance. ¡Que la disfruten!



*PIRATAS DEL CARIBE: EL LIBRO DEL DESTINO*

CUARTA PARTE: CUESTA ABAJO

¡Jack y Jacky se separaron! ¡ahora son 2! ¡Un hombre y una mujer! ¡Doble problemas para todos! ¿Lograrán cambiar sus destinos y el de los demás? Continuaciòn de La Maldición del Anillo de la Calavera. James y Jacky pasan su primera noche juntos...¿pero será la última?

Género: drama, amistad, acción, suspenso, humor, romance, violencia, aventura, fantasía, erotismo
Pareja: Jacky Sparrow/James Norrington. Elizabeth Swan/Will Turner
Personajes: Jack Sparrow/Jacky Sparrow, James Norringon, Elizabeth Swan, Will Turner, Hector Barbossa ¡y muchos más!
Calificación: para mayores de 18 años
Cantidad de palabras: variable
Duración: 67 capítulos la primera parte, 57 la segunda parte y 51 la última parte.
Estado: finalizado
Escritora: Gabriella Yu
Mi estilo: estoy influenciada tanto por el anime, los dramas asiáticos y la literatura universal. Me gusta hacer pasar a los personajes por duras pruebas.
Aclaraciones: Esta historia la escribí hace más de 10 años, es muy entretenida, no se arrepentirán de haber perdido el tiempo en leerla. Le tengo mucho cariño porque fue una rara mezcla que logré hacer con el drama, humor y acción. 
IMPORTANTE: contiene escenas subidas de tono XD

*Capítulo 20: Jack Sparrow Vs Jacky Sparrow*


Sentada en uno de los sillones del salón principal y luego de haber
despachado a la mucama una vez que ésta les hubiera dejado una bandeja
de té con masitas, la capitana Jacky Sparrow, alias Katrina Watson,
soportaba lo mejor que podía los terribles sermones que le prodigaba
madame Annete Foubert, ex institutriz del comodoro James Norrington y
actual ama de llaves de la familia Norrington en las lejanas tierras de
Inglaterra. Era de esperarse que nuestra independiente y rebelde
capitana del /Perla Negra/ —supuesta hermana gemela del capitán Jack
Sparrow—, no iba a aguantar aquella situación por mucho tiempo como la
supuesta "dama" que intentaba aparentar.

Sentada al otro lado del sillón, Elizabeth Swann, hija única del
gobernador Weathervy Swann y prometida (única : ) ) de William Turner,
valiente muchacho armero, permanecía en absoluto silencio mientras
observaba toda aquella situación un tanto extraña. Ella aún estaba muy
enfadada por lo que le había dicho aquella mujer en el jardín respecto a
las dudas que le ponía Foubert al amor que ella le profesaba a Will y
esperaba con ansias de que Jacky se saliera con alguna de las suyas para
fastidiar a aquella pesada.

Mientras tamborileaba con los dedos la base de la mesita de caoba que
tenía a un lado y llevaba su mano izquierda a su mejilla, Jacky
suspiraba cansadamente mientras escuchaba el incesante parloteo de
Annete, que hacía ya como media hora había comenzado a prodigárselo una
y otra vez en cuanto apenas habían entrado al salón.

—Y en resumidas cuentas, señorita Watson —comenzó a darle punto final a
su sermón—, fue un verdadero descaro de su parte el haberse atrevido a
regresar con el señorito Norrington después de haberlo abandonado Dios
sabe por qué motivo. ¿Tiene algo qué agregar a esto, señorita Watson?
—le preguntó muy enojada al ver que la joven había bostezado con toda su
alma—. ¿O tal vez prefiere comerse alguna mosca por cena?

—… Más bien tengo ganas de comerme a una vieja víbora… —murmuró la
"acusada".

—¡¿Cómo dijo?!

—¿Yo? Yo no dije nada, usted debe habérselo imaginado… —replicó
haciéndose la inocente—. A veces una persona de edad avanzada suele
imaginarse escuchar cosas a menudo, /¿sav/… sabe?

—¡¿Qué es lo que está insinuando?! ¡¿Me está llamando vieja loca?!

Jacky se alzó de hombros.

—Yo no he mencionado en ningún momento tal cosa, madame, a menos, claro,
que usted tenga ese feo concepto sobre usted misma, eso sería cosa suya
y no mía, madame. Pero yo le sugeriría que eleve su autoestima si no
quiere caer en la dura realidad.

Annete la fusiló con la mirada, estaba terriblemente furiosa, sabía muy
bien que aquella mujer estaba tomándole el pelo y eso no lo iba a
permitir. Katrina parecía ser bastante locuaz e inteligente, la pelea
por saber cuál de las dos era la más astuta, prometía ser muy interesante.

—¿Se cree muy graciosa, señorita? Sepa usted que no permitiré que se
mofe de mí de esa manera tan poco agraciada de parte de una supuesta
señorita que tanto pretende aparentar. No sé cómo el señorito se enamoró
de una mujer tan poco femenina y decente como lo es usted.

A Jacky, pirata como era y acostumbrada a palabras mucho más ofensivas,
no le hizo ningún efecto aquellas palabras propias de una dama bien
educada, así que, a modo de respuesta, se llevó las manos detrás de la
nuca, se cruzó de piernas y comenzó a silbar con verdadero descaro,
desafiando la autoridad del ama de llaves de la familia Norrington.

—¡¿P-pero cómo se atreve…?! —replicó la mujer tremendamente ofendida—.
¡Jamás vi tamaña desfachatez!

—Pues vaya acostumbrándose, madame, pues muy pronto seré la señora de
James Norrington y también seré dueña absoluta de toooda esta casa
incluyendo la servidumbre. Además… —agregó muy ufana—, a mi querido
Norry no le gustará ni pizca que usted me tenga un trato tan hostil
solamente por mi manera de ser.

—¡Oh! ¿Así que usted ya se cree la señora de la casa? ¡Jamás permitiré
tamaño suceso! ¡Removeré tanto el cielo como la tierra para evitar que
usted contraiga matrimonio con el señorito Norrington! Toda su familia
de Inglaterra se enteró del rompimiento del compromiso entre él y la
señorita Sawnn, al principio supimos que el desgraciado acontecimiento
se debió por causa de un tercero —aquí miró acusadoramente a la
incomodada Elizabeth—, un pobre herrerucho de pueblo; pero luego
supimos, de boca de uno de de los mejores amigos del padre del señorito
Norrington, que estuvo en la cena que el respetable gobernador de Port
Royal, el señor Weathervy Swann, había ofrecido en honor de la nueva
pareja; un compromiso del señorito Norrington con una dama de dudosa
moral llamada Katrina Watson…

—Eeesa soy yo —comentó musicalmente y con sobrada frescura la acusada
mientras le dirigía una mirada orgullosa a la nerviosa y joven prometida
de Will Turner.

—Exactamente —la interrumpió la ex institutriz—, y muy preocupados por
esa desagradable descripción que nos había hecho dicho caballero (que no
vale la pena exponer su nombre en este caso), mayor fue nuestro respiro
cuando nos enteramos de que al final se había roto el indeseable
compromiso; pero, cuando pasaron algunas semanas, llegaron a nuestros
oídos las preocupantes informaciones de que usted era quien había roto
el compromiso y no él, y que lo había dejado muy herido gracias a que él
se había encaprichado sobremanera con usted, mención a parte de que
todavía no había pasado siquiera un año del rechazo de la señorita
Swann. ¿Cuál es su opinión al respecto?

—Que los demás aprendan a meter las narices en sus propios asuntos y no
en el de los demás.

Dando un bufido de fastidio al escuchar aquella respuesta tan poco
educada, Annete siguió con su discurso:

—Sabiendo del terrible sufrimiento que padecía su hijo, la señora
Norrington me mandó inmediatamente hacia aquí con el objeto de ayudarlo
a sobreponerse de sus malas experiencias amorosas.

—¡Que amor maternal tan admirable! —replicó la pirata un tanto
sarcástica, pero luego miró fijamente a madame y le dijo con tono cómplice:

Pero por más buenas intenciones que ustedes tengan, dudo mucho que Norry
se enamore de usted, madame Foubert, es usted algo… mayorcita para él…

Elizabeth apenas pudo reprimir una inesperada risotada tapándose la boca
con su mano, el rostro de indignación y sorpresa de Annete Foubert era
verdaderamente cómica.

—¡¿Pero cómo se atreve a decir semejante tontería?! ¡Me ofende usted!
¡El señorito Norrington es como un hijo para mí!

—¡Uf! No sabe cuánto me alegra escuchar eso… —suspiró Jacky
descaradamente mientras se pasaba la mano sobre la frente—, por un
momento me los había imaginado en su noche de bodas, y no es algo muy
agradable de imaginar…

Al escuchar semejante declaración, la pobre hija del gobernador Swann no
pudo retener la infusión de té que se había llevado a la boca y se vio
obligada a escupirlo de regreso a la taza.

—¡Oh! ¡Oh! ¡¿P-pero cómo se atreve siquiera a pensar en eso?! ¡Es usted
una, una, una mujer muy vulgar, señorita Watson! ¡No puedo entender cómo
el señorito se ha enamorado de una persona con una educación tan baja
como la usted! ¡Jamás escuché semejante grosería durante toda mi vida
—replicó ofendidísima la orgullosa mujer que estaba más colorada que un
tomate.

—Mi franqueza siempre fue objeto de admiración por parte de los demás,
madame —comentó tranquilamente la capitana del /Perla Negra/ mientras se
servía un poco de té con galletitas—, quizás fue eso lo que le agradó
tanto de mí al comodoro Norrington.

—¿Ah, sí? Pues yo me había figurado otra cosa, ¿sabe? Como un acto
deshonesto o indecoroso propuesto por usted como una manera sucia de
disuadirlo o chantajearlo, por ejemplo… —declaró con evidente sarcasmo
la francesa.

—¡Oh, no! ¿Cómo puede pensar esas cosas de mí? Me ofende, usted, ¿sabe?
—mintió descaradamente—. Me he portado como toda una dama con James,
madame Foubert; mi difunto padre se esmeró muchísimo en mi educación
antes de que falleciera y yo me viera obligada a mendigar y a frecuentar
lugares y personas de poca educación… de ahí mi comportamiento poco
adecuado, /¿sa…, /sabe?

Pero a pesar de esta explicación "tan razonable", la francesa no parecía
creerle del todo, pero tuvo que admitir, interiormente, que la
mencionada Katrina Watson (si ese era su verdadero nombre), era una
joven bastante inteligente y desinhibida. Aún así, no estaba dispuesta a
aceptarla tan fácilmente, sobre todo con los terribles defectos que
demostraba tener su carácter rebelde e impetuoso.

—¿Sabe con qué desagradable sorpresa me encontré al llegar aquí?
—preguntó la ex institutriz.

—Déjeme adivinar: ¿se vio en un espejo?

—¡No! ¡El haberme encontrado con la noticia de que el señorito
Norrington se había comprometido con usted a pesar de lo que usted le
hizo! ¿Es que no puede hablar en serio alguna vez en su vida como toda
una dama?

—Perdón, prosiga usted… —dijo con aparente aire sumisión la acusada y
luego agregó por lo bajo—: Yo estaba hablando en serio…

—Discúlpela, madame Foubert —intervino Elizabeth luego de reprimir otra
risotada—, la pobre no está muy bien de la cabeza. Desde que murió su
querido padre y perdió toda su fortuna, no ha vuelto a ser la misma de
antes y hasta a veces resulta imposible mantener una conversación
racional con, Ja… Katrina.

Sorprendida al verse "defendida" por la prometida del joven Turner luego
de todas las trastadas que le había hecho antes, la pirata se le había
quedado mirando fijamente, aún no muy convencida de las "buenas
intenciones" de Elizabeth.

—Aún así, no es motivo para ser deferente con ella, señorita Swann
—replicó Annete.

—Pero a pesar de la estupidez de la señorita Katrina, sus malos modales,
su falta de cultura, su falta de aseo personal, su incorregible carácter
rebelde, sus caprichos y su total ignorancia respecto a las labores
femeninas, James la aceptó, madame Foubert, y eso dice mucho de lo bien
que usted lo ha educado sin inclinarlo a ser un hombre detestablemente
prejuicioso a quien mi padre tanto admira —dijo la joven Elizabeth
mientras se ponía en pie dejando a Jacky hirviendo de la rabia y a
Annete bastante confundida. Y acercándose a ésta última, le dijo
mientras la tomaba por los hombros y la besaba en la mejilla:

Mis más sinceras felicitaciones, madame Foubert, ha hecho de James un
hombre envidiable y un excelente partido para cualquier mujer. Es una
pena que mi corazón pertenezca a otro y no a nuestro querido comodoro.

Acto seguido, la astuta hija del gobernador se dirigió hacia la puerta
de salida bajo la desorientada mirada de las dos mujeres y agregó con
falso tono de sorpresa al volver su atención hacia ellas:

—¡Oh! ¡Por poco me olvido! ¡Mi padre jamás me lo hubiera perdonado! Él
me dijo que te informara que él mismo se hará cargo de todos los gastos
de la boda y que espera que no lo vuelvan a defraudar otra vez. —Miró
hacia la ventana y exclamó:

¡Oh! ¡Pero que tarde se ha hecho! Quería quedarme aquí para saber sobre
James pero le he prometido a Will visitarlo después de acompañarte a tu
casa, Katrina, así que me marcharé inmediatamente y le avisaré sobre
esta terrible desgracia… —les sonrió tristemente—. ¡Espero que el
comodoro Norrington regrese sano y salvo! ¡Adiós!

Y luego de que cerrara la puerta, dejara atrás la casa y subiera a su
carruaje para marcharse de allí, Jacky murmuró un tanto admirada y ofendida:

—Elizabeth Swann es toda una astuta descarada, ¡lástima que no sea una
pirata!

Aquel mismo atardecer, luego de un angustioso viaje a través de la
distancia marítima que lo separaban del lugar del desastre hasta la
colonia de Port Royal, el comodoro James Norrington se encontraba ya con
una nueva muda de ropa frente al gobernador de dicha colonia, Weathervy
Swann, permaneciendo de pie en el elegante despacho de la mansión del
mencionado gobernador. Elizabeth aún no había llegado a su casa.

Todos los heridos habían sido trasladados al hospital y, lo que se
encontraban en buenas condiciones se habían retirado a sus casas con sus
familias, los que las tenían, y los que no las tenían, se habían quedado
en el fuerte para descansar de la dura travesía. Muchos lloraron a los
pobres infelices que habían perecido en la lamentable jornada anterior.

El recio rostro del comodoro permanecía estoico como siempre a pesar de
que en su interior se sentía terriblemente abatido por las terribles
circunstancias que lo rodeaban. Debía enfrentar el desastre sin queja
alguna ya que él mismo lo había provocado con su tozudez.

Weathervy, que estaba sentado detrás de su escritorio, se mantenía con
un aire entre preocupado y desconcertado, mirando en completo silencio a
su estimado oficial, pensando. Luego de unos momentos, se levantó y
comenzó a recorrer toda la sala con paso lento, sumido en graves
pensamientos. En un momento dado, se detuvo y miró directamente hacia su
visitante.

—Me imagino, comodoro James Norrington, que usted conoce muy bien la
gravedad de los hechos, ¿verdad?

—Así es, gobernador Swann —respondió sin una nota de sentimiento alguno
en su voz y manteniendo la mirada fija hacia un punto imaginario en la
ventana.

—Y supongo que sabrá usted que yo no podré hacer gran cosa para salvarlo
de un posible juicio marcial.

—Lo sé muy bien, Señor.

—Tampoco se opondrá a mi inevitable y penosa decisión de relevarlo de su
puesto, comodoro.

—Esa decisión es justamente la que yo hubiera tomado estando en su
lugar, señor.

Un intenso silencio volvió a apoderarse del ambiente hasta que el padre
de Elizabeth emitió un triste suspiro y dijo:

—Lamento muchísimo lo que ha pasado, muchacho, ojalá yo pudiera hacer
algo para ayudarlo para que no pierda su puesto, pero soy un simple
gobernador de una colonia y me encuentro atado de manos frente al poder
del Almirantazgo…

—No debe preocuparse por eso, Señor —lo miró—, usted no puede hacer nada
al respecto para suavizar mi comprometida situación, esto debo
enfrentarlo yo solo y como mejor pueda.

—¿Cómo es que ha cometido semejante error, muchacho? ¿Qué lo llevó a
arriesgar su vida y la de sus hombres frente a semejantes circunstancias?

James se tomó su tiempo para responder, no podía decirle al gobernador
que lo había hecho todo por el pedido de una mujer, una mujer pirata.

—… Fue un acto irreflexivo, Señor, una estupidez. Un informante me
comunicó el paradero del pirata Jack Sparrow en las cercanías de nuestra
colonia… Eufórico por aquella noticia, no pensé más que en atrapar al
deshonesto y mandarlo a la horca luego de que se me hubiera escapado
tantas veces dejándome en absoluta vergüenza frente a mi gente, así que
decidí capturarlo en contra de cualquier circunstancia que se me
presentara… —Se volvió hacia Weathervy, decidido y arrepentido—. Insisto
que fue un acto atropellado y atroz de mi parte, Señor, un error
imperdonablemente grotesco para alguien de mi estatus, capacidad y
experiencia militar, es por eso que estoy preparado para afrontar
cualquier castigo que se me imponga ya que estoy perfectamente consiente
de lo que he hecho. Asumiré las consecuencias de mis actos y usted no
tiene por qué lamentarse al tener que relevarme de mi puesto ya que he
sido un tonto desconsiderado e inconsciente y no merezco compasión alguna.

—Es demasiado duro consigo mismo, comodoro Norrington.

—Soy el culpable de la muerte de 150 hombres, ¿acaso merezco ser
perdonado por un crimen tan atroz como ese?

Luego de permanecer unos instantes en silencio, Weathervy volvió a hablar:

—Ya veo que usted está preparado para todo, comodoro… —suspiró
tristemente—. Pero le prometo que haré todo lo que esté a mi alcance
para dejarlo bien parado frente a la corte marcial que seguramente usted
deberá afrontar. Es lo menos que puedo hacer después de todos estos años
de excelente servicio que nos ha prestado protegiendo a Port Royal,
muchacho.

Le colocó afectuosamente la mano sobre el hombro y le sonrió
paternalmente, a lo que James también le sonrió, pero con un triste
semblante en el rostro.

—Gracias, Señor.

Con paso lento y con las manos entrelazadas detrás de la espalda, el
gobernador Swann regresó a su asiento y se sentó pesadamente sobre él,
abatido. Miró hacia su desafortunado militar, colocó los codos sobre el
escritorio y juntó las yemas de los dedos.

—Como el teniente Gillette aún no está en condiciones de tomar su puesto
hasta que se recupere de sus heridas o hasta que el Almirantazgo envíe
un suplente, por el momento usted seguirá estando al mando de la
guardia, ¿entendido?

—Perfectamente, gobernador Swann.

—Bien, entonces lo dejo partir, comodoro, seguramente necesita un buen
descanso después de todo lo que ha tenido que vivir. Puede usted retirarse.

Con una leve inclinación de cabeza, James se volvió sobre sus pasos y se
dirigió hacia la puerta de salida con paso decidido.

—¿Cómo cree que lo tomará ella, muchacho? ¿Le contará todo lo que ha
sucedido? —preguntó de repente el gobernador.

Con la mano en el picaporte, el aludido se volvió y le sonrió
esperanzadoramente.

—Francamente no lo sé, gobernador, pero prefiero contárselo yo mismo
esta noche antes de que ella se entere por boca de otros mañana.

—Le aseguro que ella estará a su lado pase lo que pase, muchacho, se le
nota mucho el sincero amor que le profesa a usted.

Norrington no dijo nada al respecto, pero se despidió del padre de
Elizabeth con una inclinación de cabeza y se marchó de allí. Weathervy
se quedó ensimismado unos momentos antes de murmurar en voz baja:

—Espero que logre encontrar algo de paz en sus sueños, comodoro, tiempos
difíciles se le aproximan y espero que pueda hallar una dulce y fuerte
contención en su prometida.

Tan solo por el espacio de unos cuantos minutos, James y Elizabeth no se
cruzaron en el camino, si aquello hubiera ocurrido, las desgracias para
el oficial hubieran sido mucho menores.

Una vez que Elizabeth se hubo marchado a su casa, el asustado Billy no
se había asomado por el salón bajo ninguna circunstancia al saber que la
francesa estaba de muy mal humor hasta que por fin el chico se cansó de
esperar para poder ver a Jacky y se marchó a su habitación, también
madame Foubert se había marchado después a la suya propia un tanto
pensativa respecto a lo que la señorita Swann le había dicho antes de
irse. Y así, la capitana Jacky Sparrow, por fin pudo respirar en paz
quedándose completamente a solas en el salón principal. Aunque aquella
molesta francesa con sus tiránicas reglas de etiqueta la hubiese
aceptado a regañadientes como futura esposa de James, a la pirata no le
hacía ni pizca de gracia el tener que compartir su vida al lado de una
mujer que sospechaba se su sinceridad —que no estaba del todo errada,
había que admitirlo—, porque si aquella arpía se decidía a hacerle la
vida imposible o a estar sobre ella vigilando cada movimiento que diera,
Jacky no podría llevar la doble vida que se había propuesto vivir con la
plena aceptación de su querido Norry. Elizabeth había hecho un buen
trabajo confundiéndola, pero aquella confusión no le iba a durar mucho
tiempo a Annete.

—… Pero todo esto de nada valdrá si tú no estás con vida, mi querido
Norry… —murmuró apesadumbrada mientras se acomodaba en el sillón
favorito del mencionado comodoro y se llevaba una copa de buen vino a
los labios.

Aún no lo quería admitir del todo, pero se encontraba terriblemente
preocupada por él. Ahora que James no estaba a su lado como siempre
solía estarlo, soportando sus tonterías, debía admitir que se había
aficionado demasiado a su presencia, y eso no iba con su verdadera
personalidad, ella era una pirata y le encantaba sentirse libre, no
estaba hecha para ser una empaquetada dama de sociedad que debiera
permanecer encerrada en una jaula dorada pudiendo volar libre por los
cielos como un gorrión. Pero amaba a James y estaba dispuesta a
renunciar a la mitad de su libertad para permanecer a su lado. Todo
tenía su costo, y eso Jacky lo sabía muy bien.

Miró a su alrededor algo inquieta, todo el salón estaba sumido en una
total penumbra nocturna, ninguna luz se filtraba y el silencio era
absoluto y perturbador, como si algo terrible estuviera a punto de caer
inexorablemente sobre ella, y aquel sentimiento no le gustaba nada en
absoluto, para nada.

—Necesito tomar algo más fuerte… —dijo un tanto nerviosa, levantándose
para dirigirse hacia el pasillo.

Luego de espiar por el corredor para cerciorarse de que no había nadie
en él, se dirigió sigilosamente hacia la bodega que se encontraba en el
sótano de la casa. Una vez en ella, se paró delante de los estantes
repletos de bebidas cuidadosamente seleccionadas. Mientras levantaba las
manos como si estuviera venerando aun dios, exclamó:

—¿Pero quién lo hubiese imaginado? ¡Mi estimado Norry tiene una bodega
repleta de bebidas finas! ¡Esto es más de lo que me había esperado! ¡Es
el paraíso! ¡Amo a mi eterno benefactor!

Feliz con su descubrimiento, Jacky Sparrow se dedicó a seleccionar
alguna botella fina para degustar, hallando enseguida un magnífico
champaña e inmediatamente la destapó para dedicarse a saborear su contenido.

Estaba tan embelesada con su sabor, que no notó que había alguien
escondido en la oscura bodega, hasta que ese alguien habló.

—Es una descortesía no invitar una copa de fino vino a alguien que
estuvo condenado a la muerte, /¿savy?/

Con los ojos y la boca completamente abiertos por la sorpresa, Jacky se
quedó mirando fijamente hacia las penumbras.

—¿Ja-Jack? ¿Eres tú? —apenas pudo decir.

Y de entre las sombras de los oscuros rincones de los estantes, el
mencionado pirata hizo su lenta aparición con una botella de ron en la
mano y con su característico andar.

—Capitán Jack Sparrow, mi estimada traidorcita, el mismo que viste y
calza, vivito y coleando, como verás.

—¿Q-qué demonios haces aquí? ¿Cómo entraste? ¿A qué viniste? —le
preguntó mientras ponía cierta distancia entre ella y su "hermanito". Y
fijando una brillante mirada a la botella que Jack llevaba en la mano,
agregó:

¿Y de dónde sacaste ése elixir?

—¿Me preguntas por qué estoy aquí y cómo entre aparte de estar
degustando este delicioso ron? Pues, verás, cuando Norrington estuvo a
punto de atraparme por tu culpa, pensé que sería una buena idea el venir
a visitarte para saber cómo estabas y, de paso, preguntarte qué demonios
te pasó por la cabeza para intentar traicionar al único y verdadero
capitán Jack Sparrow. —Había un ligero tono de amenaza en su voz a
medida que hablaba y caminaba hacia Jacky mirando y pasando sus dedos
sobre los picos de las botellas. Pero luego miró hacia ella y agregó:

Así que puse al /Perla Negra/ rumbo a Port Royal, y una vez cerca de la
costa, desembarqué en una chalupa (ya era de noche) y con mucho cuidado
llegué hasta la playa y me dirigí sigilosamente hasta aquí (sabiendo que
te encontrarías en casa del pesado de Norrington), entre por la puerta
de atrás y me escondí en este hermoso lugar adivinando que tarde o
temprano bajarías a buscar algo qué tomar, hermanita.

—Hiciste justamente lo que yo hubiera hecho en tu lugar, hermanito
—replicó la pirata con una nerviosa sonrisa—, así que no tienes por qué
venir a reclamarme nada, ya que estoy completamente seguro de que tú
hubieras hecho lo mismo que yo estando en mi misma situación, a menos
que tú no hubieras estado en mi misma situación y yo no hubiera estado
en tu misma situación /¿savy?/

Jack se le quedó mirando por unos momentos un tanto confundido, pero
enseguida replicó con la misma astucia que su otro yo.

—Tienes toda la razón, hermanita, así que supongo que estarás de acuerdo
de que tú hubieras hecho lo mismo que yo estoy haciendo ahora si
hubieras estando en mi lugar, a menos, claro, que no hubieras hecho lo
que hiciste y entonces yo no hubiera hecho lo que estoy haciendo ahora,
/¿savy?/ ¿Creíste que te ibas a salir con la tuya tan fácilmente?

—Por un momento, sip, lo pensé.

—Pues olvidaste una muy importante cuestión, hermanita: soy el capitán
Jack Sparrow.

—¡Oh! ¡Es verdad! ¿Pero sabes qué? Tú también olvidaste una muy
importante cuestión, hermanito: yo también soy el capitán Jack Sparrow
—se burló—. ¿Y… qué es lo que vas a hacer ahora? —preguntó ella mientras
retrocedía un paso.

—¿Adivinas, hermanita? —le contestó mientras tomaba con su mano la
empuñadura de su espada.

Una rápida mirada dirigida hacia aquel movimiento, hizo comprender a
Jacky lo que estaba por venir, no tenía arma alguna encima pero, siendo
ella tan inteligente como su hermano, encontró enseguida con qué hacerle
frente si Jack osaba en atacarla. Miró sonriente a su contraparte y le
contestó:

—Adivino, hermanito.

—Bien, entonces, ajustemos cuentas.

El repentino ataque del capitán Jack Sparrow fue muy rápido, pero los
movimientos de la capitana Jacky Sparrow también lo fueron, ya que logró
bloquear el golpe de la espada con un viejo atizador que se encontraba
apoyado en unas cajas y que había recogido con la velocidad de un rayo.

—Eres muy ágil, hermanita, te felicito —le sonrió mientras mantenía la
presión de la espada sobre el atizador de la pirata.

—Gracias, no por nada soy la capitana Jacky Sparrow —le devolvió la
sonrisa y al instante se hizo a un lado para hacerle perder el
equilibrio a su atacante para luego comenzar a lanzarle una seguidilla
de ataques rápidos que Jack apenas pudo bloquear con su sable.

En un momento dado, antes de que el capitán del /Perla Negra/
contrarrestara sus embates, Jacky comenzó a lanzarle un montón de
botellas una tras otra, rompiéndoselas sobre el capitán Sparrow, quien,
desesperado, utilizó sus brazos como escudo y se volvió de espaldas a
ella. Aprovechando aquel precioso momento, la astuta pirata le arrebató
la botella de ron y salió disparada escaleras arriba.

—¡¡NO!! ¡¡EL RON, NO!! —gimió desesperado al darse cuenta del robo
mientras salía corriendo como un borracho por las escaleras.

Pero cuando apenas llegó hasta arriba, fue recibido por Jacky con un
enorme jarrón en la cabeza cuyo golpe lo hizo tambalear y caerse hacia
atrás haciéndolo rodar escaleras abajo hasta chocar estruendosamente
contra uno de los estantes, cayéndosele encima dicho mueble y docenas de
botellas.

—Si no fuera por los golpes —dijo una vez que hubo terminado aquel
trance quedando algo magullado sobre el suelo y rodeado de botellas
rotas—, diría que éste hubiera sido uno de los mayores sueños de mi
vida: el haber visto "llover" alcohol sobre mi cabeza…

Dicho esto, se levantó rápidamente del suelo, como si hubiera sido
impulsado por un resorte, y echó a correr nuevamente hacia la planta
baja de la casa.

Asustados por los fuertes ruidos que habían escuchado hacía unos
instantes, Annete y la servidumbre se habían levantado se sus camas para
asomarse temblorosamente al pasillo para saber lo que estaba ocurriendo.
Se asombraron de sobremanera cuando vieron pasar corriendo de una manera
muy cómica por el pasillo de los dormitorios del primer piso a la
"distinguida" prometida del comodoro James Norrington, que, al verlos,
les ordenó que se volvieran a sus habitaciones si no querían ser
asesinados por los piratas. Incrédulos pero temerosos, la vieron entrar
a su dormitorio y cerrar la puerta con llave tras de ella.

Furiosa por aquella actitud tan extraña que tenía la joven, madame
Foubert, que estaba de camisón y gorra de dormir, comenzó a golpear la
puerta exigiendo alguna explicación al respecto.

—¿Pero podría explicarme qué es lo que está pasando aquí? ¿Qué está
haciendo allí adentro? ¡Abra la puerta inmediatamente, señorita Katrina
Watson!

—¿Qué es lo está ocurriendo? ¿Qué fueron esos ruidos? —preguntó la
recién llegada señora Kinderhouse a los demás criados, quienes
permanecían en el pasillo con la piel de gallina y con las piernas
temblándole incansablemente. Todos estaban con sus ropas de cama.

—No lo sabemos con certeza, señora Kinderhouse —le contestó Charles, el
mayordomo—, pero la señorita Watson nos dijo que han entrado piratas en
la casa.

—¡¿PIRATAS?! ¡Pero qué tontería! ¡Esta casa está bien custodiada por los
fusileros!

—¿P-pero y si les ocurrió algo malo a los soldados…? —fue la temerosa
propuesta de la joven criada llamada Jane, quien no se despegaba del
flaco y algo atractivo cochero inglés de la casa cuyo nombre era Timothy.

—¡Para eso estamos nosotros! —declaró valientemente el muchacho—.
¡Defenderemos esta casa con uña y dientes si fuera necesario!

—¡Exactamente! ¡Con ollas y sartenes también! —lo secundó Lousia, la
obesa cocinera.

—¿Y creen que esos "terribles" piratas les tendrán miedo al verlos
vestidos con camisones y armados con ollas y sartenes? —les preguntó de
repente el capitán Jack Sparrow, que se encontraba justo parado al lado
de ellos.

Todos los criados lo miraron fijamente con los ojos y la boca bien
abiertos por la impresión que se habían dado, tan enfrascados estaban en
sus diálogos, que no se habían dado cuenta de que el pirata se les había
acercado.

—¡¡AAAAAAAAAAAAAHHH!! —gritaron todos los ellos al unísono y salieron
corriendo despavoridos por el pasillo y bajaron raudos por las escaleras
profiriendo todo tipo de gritos. Solamente madame Annete Foubert
permaneció parada al lado de la puerta de la habitación de Katrina
Watson, mirando desafiantemente al pirata a pesar de que estaba muerta
de miedo.

Sin prestarle demasiada atención a la mujer, el capitán del /Perla
Negra/ tenía puesta gran parte de su atención en la dirección que habían
tomado los criados.

—Pues…, que valientes resultaron ser después de todo lo que dijeron que
iban a hacer… —comentó mientras se rascaba la cabeza un tanto
desconcertado para luego dar media vuelta y encontrarse cara a cara con
la institutriz de la familia Norrington.

Aunque ahora me doy cuenta de que aquí hay alguien con algo de valor
para ser una anciana… —dijo.

—¡Más respeto para una dama, degenerado! —replicó de inmediato Foubert—.
¡No voy a permitir que le haga ningún daño a la señorita Watson, que
aunque no me agrade, sigue siendo la prometida del señorito James, así
que le sugiero que se marche prontamente de aquí si no quiere que yo,
que yo…!

Jack sonrió al ver que la mujer se calló al darse cuenta de lo que
estaba diciendo, ¿pues qué podría hacer ella contra un hombre como él?

—¿Qué usted qué? —preguntó mientras se acercaba lentamente hacia ella
con su característico contoneo—¿Qué es lo que piensa hacerme?.

La pobre Annete se puso cada vez más nerviosa al verlo acercarse cada
vez más y más hacia ella, no tenía idea de lo que pasaría y estaba
muerta de miedo. A su mente vinieron los hermosos recuerdos de su
querido Christian, ya que él siempre le había infundido más valor de lo
que ella se hubiera creído capaz de tener, pero ahora que él no estaba,
ella no podía tener tanto valor como quisiera para poder enfrentar a
aquel sucio pirata que le hacía recordar a alguien y no sabía muy bien a
quién por lo nerviosa que estaba.

—Debo admitir que usted tiene un cierto atractivo, señora; a pesar de su
edad, parece que usted fue una belleza en su juventud —le dijo el pícaro
capitán Sparrow mientras se aproximaba cada vez más y más a ella,
mirándola con una expresión bastante libidinosa—. Ya que estamos de
camisón… ¿no podríamos pasar a la siguiente etapa?

—¡Oh! ¡Pero qué atrevido! —se quejó Annete poniéndose roja como un
tomate y temblabando como una hoja mientras trataba de retroceder a
pesar de que sentía que las piernas no le respondían—. ¡No se me acerque
más! ¡No permitiré que me ponga las manos encima un sujeto tan asqueroso
como usted!

—¡Vaya! ¡Me agradan las mujeres maduras con carácter!

La verdadera intención de Jack era asustar a la mujer y hacerla huir, no
le agradaba nada la idea de tener que lastimarla aunque se un poquito
para deshacerse de ella. Le estaba costando, pero parecía que lo iba a
lograr, hasta que…

—¿Así que ahora estás tan desesperado que te atreves a seducir a una
vieja iguana, hermanito?—preguntó la capitana Jacky Sparrow mientras
salía de su habitación vestida con su verdadero atuendo y con todas sus
armas interponiéndose entre la sorprendidísima madame Annete Foubert y
el capitán Jack Sparrow—. ¿Por qué no te metes con alguien de tu edad?
¿Yo por ejemplo?

—¿Acaso te me estás insinuando, hermanita? —sonrió el aludido.

—Podría decirse que sí… —respondió ésta mientras desenvainaba su
espada—. Ahora estamos parejos, hermanito.

—¿Y la botella de ron que me robaste? ¿En dónde está? —quiso saber lleno
de preocupación.

Sonriendo diabólicamente, la capitana del /Perla Negra/ sacó dicha
botella del bolcillo de su vieja casaca y se la lanzó. Jack la atrapó
como quien atrapa a un delicado jarrón de porcelana.

—Ahí la tienes, tanto que la quieres. Muchas gracias por traerla,
hermanito, me estaba muriendo de sed.

—¡P-pero está vacía! —exclamó el pirata lleno de indignación mientras
miraba la botella completamente vacía para luego intentar en vano que
una mísera gota cayera a su sedienta lengua. Furioso, volvió su mirada
hacia su hermana y le dijo mientras la apuntaba con el sable:

¡Esta me la vas a pagar bien caro, hermanita! ¡Nadie se mete con mi
amado ron ni con mi preciosa /Perla Negra/!

—¡Eso mismo digo yo! ¡Comencemos a ajustar cuentas ahora mismo,
hermanito! ¡Vamos a ver cuál de los dos es el verdadero capitán Jack
Sparrow!

—¡De acuerdo!

Y ante la desconcertada y asustada madame Annete Foubert, los dos
piratas comenzaron a combatir fieramente con sus espadas, tratando de
definir de una vez por todas sus gemelas diferencias.

Mientras tanto, afuera de la casa, el comodoro James Norrington recién
llegaba a bordo de un carruaje luego su visita a la casa del gobernador
Weathervy Swann. Mayúscula fue su sorpresa al ver que sus criados salían
despavoridos de su casa pidiendo ayuda con desesperación.

Una vez que se hubo apeado del carruaje, la servidumbre por fin lo vio y
salieron corriendo hacia él hablando todos al mismo tiempo sin que
lograran hacerse entender por su amo. Estaban muy sorprendidos al verlo
sano y salvo, pero los acontecimientos actuales eran mucho más urgentes
que preguntarle cómo se encontraba y cómo había sobrevivido a la tormenta.

—¡SILENCIO! —exclamó al fin el comodoro bastante fastidiado al notar que
nada podía entenderles si todos hablaban al mismo tiempo— ¡Cálmense de
una vez! ¿Pero podrían decirme de una buena vez qué es lo que está
pasando aquí?

—¡Señor! —logró decir Charles al fin sobre todos los demás—. ¡Gracias a
Dios que ha llegado! ¡Los piratas nos atacaron! ¡Están dentro de la casa
y me parece que vieron por la señorita Watson!

—¡¿Cómo?! —replicó muy alarmado el aludido, y dirigiendo su vista hacia
la casa, dejó de escuchar a sus criado y comenzó a caminar
apresuradamente para luego comenzar a correr directamente hacia su
propia casa al escuchar el barullo que había comenzado a oírse en su
interior.

¡Traigan a los soldados inmediatamente! —les ordenó sin siquiera
volverse a verlos.

"¡Jacky! ¡Ahora no, por favor! ¡No puede estar pasando esto justo ahora
que más te necesito! ¡No sé qué haría sin ti si algo malo te sucediera!
—pensó muy angustiado, seguro de que era ella quien estaba luchando
contra los supuestos atacantes—. ¡Resiste, por favor! ¡Pronto estaré
allí para ayudarte a acabar con los rufianes que ha osado atacarte!".



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