Fanfic Piratas del Caribe -El Libro del Destino- *Capítulo 13: El Retorno de Katrina Watson*

                                                   Resumen de la historia: El capitán Jack Sparrow comete el gran error de ponerse un anillo maldito que lo transformará en mujer y le traerá un sin fin de problemas tanto a él como a quienes lo rodean, amigos y enemigos. Una elección que cambiará la vida y los destinos de todos, en especial del Comodoro James Norrington y el mismo Jack. Esta historia está ambientada después de la primera película y desarrollada durante la segunda y tercera película. Una historia larguísima pero muy entretenida, con drama, humor, acción y romance. ¡Que la disfruten!



*PIRATAS DEL CARIBE: EL LIBRO DEL DESTINO*

TERCERA PARTE: JACKY Y NORRY, UNA PAREJA DISPAREJA

¡Jack y Jacky se separaron! ¡ahora son 2! ¡Un hombre y una mujer! ¡Doble problemas para todos! ¿Lograrán cambiar sus destinos y el de los demás? Continuaciòn de La Maldición del Anillo de la Calavera. James y Jacky pasan su primera noche juntos...¿pero será la última?

Género: drama, amistad, acción, suspenso, humor, romance, violencia, aventura, fantasía, erotismo
Pareja: Jacky Sparrow/James Norrington. Elizabeth Swan/Will Turner
Personajes: Jack Sparrow/Jacky Sparrow, James Norringon, Elizabeth Swan, Will Turner, Hector Barbossa ¡y muchos más!
Calificación: para mayores de 18 años
Cantidad de palabras: variable
Duración: 67 capítulos la primera parte, 57 la segunda parte y 51 la última parte.
Estado: finalizado
Escritora: Gabriella Yu
Mi estilo: estoy influenciada tanto por el anime, los dramas asiáticos y la literatura universal. Me gusta hacer pasar a los personajes por duras pruebas.
Aclaraciones: Esta historia la escribí hace más de 10 años, es muy entretenida, no se arrepentirán de haber perdido el tiempo en leerla. Le tengo mucho cariño porque fue una rara mezcla que logré hacer con el drama, humor y acción. 
IMPORTANTE: contiene escenas subidas de tono XD

*Capítulo 13: El Retorno de Katrina Watson*


El dolor del brazo era terrible; al estar roto y el haberlo expuesto a
semejante esfuerzo, resultaba un milagro que no lo perdiera y, más aún,
que no perdiera su propia vida. Lanzado a una oscura y sucia celda, el
doctor Chrsitian Jacobson recién había acabado de despertarse de su
desmayo, sintiendo todo su cuerpo terriblemente adolorido. Apenas pudo
sentarse, apenas logró ahogar un agudo grito de dolor y se tomarse del
brazo lastimado. Luego de unos minutos, cuando ya había logrado calmarse
y acostumbrase al dolor, recorrió lentamente con su mirada a su
alrededor, examinándolo todo, pudiendo comprobar que no había nadie más
que él en aquel horrible lugar.

Volvió a cerrar los ojos e intentó concentrarse en su amada Annete,
rezando porque ella hubiera sido lo suficientemente fuerte como para
haber soportado la dura prueba a la que él la había sometido. Esperaba
que ella lograra comprenderlo, esperaba que ella lo perdonara, que
comprendiera que no había habido otra salida más que dispararle
confiando en su puntería y hacerle creer a todos que ella había muerto
para que la dejaran en paz. Como doctor, él sabía hacia dónde dispar
para no provocarle mayor daño, y, como excelente tirador, sabía que lo
había logrado, que ella aún estaba con vida y pronto alertaría a los
demás para que salieran a su rescate.

"Espero que no demoren mucho —pensó tristemente mientras abría los
ojos—. ¡No creo poder resistir tanto!"

En ese preciso momento, la puerta de la bodega se abrió provocando un
horrible chillido, dando paso al temible pirata apodado con el nombre de
"Sangre Negra".

Con una sonrisa burlona, dicho hombre se paró frente a la celda y miró
con desprecio a su prisionero.

—¿Cómo encuentra su estadía en mi barco, doctorcito de pacotilla?

—… Grandioso. Es como si estuviera en el palacio de Versalles…

El capitán Morgan rió entre dientes.

—Muy pronto dejará de decir estupideces como esa, maldito puerco inglés.

—… Bueno, de lo primero no estoy muy seguro; pero de lo segundo, pues,
si sigo en este asqueroso chiquero, creo que muy pronto seré un puerco…

Gruñendo de furia, el pirata se aferró brutalmente de los barrotes y gritó:

—¡¡Si no fuera porque está detrás de estas condenadas rejas, le
arrancaría esa asquerosa lengua con mis propias manos!!

Sin amedrentarse, el doctor replicó tranquilamente:

—… Yo creo que el principal obstáculo es que usted es demasiado perezoso
como para tomar la llave y abrir la puerta para venir a ajustar cuentas
conmigo…

—¡¡Cállese si no quiere que entre y lo haga mil pedazos!! —Morgan estaba
al límite de su paciencia, aquel sujeto lo hacía salir de las casillas.

El doctor abrió la boca para decir otra de sus ingeniosas frases, pero
en aquel momento le llamó la atención ver entrar a una pequeña niñita
harapienta que traía un pesado balde de agua que apenas podía llevar con
ella. Era una chiquilla sucia, difícilmente podía verse en ella su piel
blanca y sus cabellos rubios; su demacrado pero bonito rostro poseía un
par de grandes ojos celestes de enorme tristeza. Aquella pequeña debería
tener por lo menos unos seis años de edad.

Cuando la chiquilla alzó la vista y miró al doctor, tropezó sin querer
con un escalón y cayó de bruces al suelo golpeándose y derramando toda
el agua.

El capitán, al ver eso, se dirigió directamente hacia ella y la tomó
bruscamente del bracito y la sacudió con violencia.

—¡Estúpida perra¡Te dije mil veces que no tiraras así la maldita agua!
—y de un bofetón, la lanzó otra vez al suelo.

Y mientras la niña permanecía allí llorando desconsoladamente, el
malvado pirata —que se había olvidado de su enojo contra el doctor— se
dirigió hacia cubierta para marcharse de una vez, pero volviendo su
rostro para gritarle a la niña:

—¡Y más te vale que dejes este apestoso lugar reluciente si no quieres
que te de una buena paliza! —amenazó mientras cerraba la puerta.

Atemorizada por aquella amenaza, la pequeña dejó de llorar e hizo acopio
de todas sus fuerzas para poder ponerse de pie y tomar el balde y el
estropajo para ponerse a limpiar inmediatamente el piso, que estaba muy
sucio, con la poco agua que tenía. Mientras lo hacía, la pequeña
sollozaba en silencio. Ni siquiera había reparado otra vez en el
prisionero, quien, impresionado, no apartaba la vista de ella.

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Nadie sabía con exactitud el por qué de que el comodoro James Norrington
se comportaba de manera poco usual aquel día. No se lo veía triste —que
últimamente se le había comenzado a notar frente a todos—, seguía siendo
serio y responsable en el trabajo, pero no duro; una que otra sonrisa de
dejaba ver de vez en cuando y algo muy especial brillaba en sus ojos. En
otras palabras, él finalmente estaba feliz después de haber estado tanto
tiempo sumido en la tristeza.

—¿Se puede saber, comodoro Norrington —le preguntó el gobernador Swann
bastante interesado en aquel cambio que lo llenaba de curiosidad—, el
por qué de su nueva actitud?

—¿Eh¿Me ha dicho algo, gobernador? —levantó la vista del nuevo mapa de
América del Norte que estaba examinando con gran minuciosidad.

Ambos estaban en la oficina del mencionado oficial, uno frente al
escritorio y otro sentado en una cómoda silla tomando algo de Brandy.

—¡Ejem! —carraspeó el aludido mientras se levantaba y se acercaba
lentamente a su hombre de confianza.

—Comodoro Norrington —dijo—, sé que no es de mi incumbencia, pero me
llama la atención que después de lo que sucedió anoche, usted se
mantenga lo suficientemente sereno como para sonreír de vez en cuando
con esa manera tan extrañamente afable… ¿Le ha ocurrido algo que lo ha
hecho feliz nuevamente? Si así fuera, mi querido muchacho, en norabuena;
lo he visto tan triste y entregado a su suerte en estos últimos meses
que temí que perdiera su buena salud.

James volvió a mirar el mapa, tratando en vano de concentrarse en él y
no en la bella imagen de una pirata descarriada, y, dando un profundo
suspiro, alzó nuevamente la cabeza, cerró los ojos y sonrió, permitiendo
que la brisa marina, que entraba por la ventana, soplara cómodamente
sobre su rostro.

—Es cierto que ha ocurrido algo que me ha devuelto un poco de felicidad,
Señor, pero en este mismo momento no puedo revelar la razón —lo miró—.
No se moleste, se lo pido, pero tenga por seguro que cuando todo esté
aclarado y listo para ser revelado, usted será el primero en saberlo.

Weathervy sonrió, sabía muy bien a lo que su primer oficial se refería
y, poniéndole amistosamente una mano sobre el hombro, le dijo:

—Creo entender a lo que se refiere —sus ojos brillaron—, y sé también
que no se debe forzar a nadie a decir lo que no quiere. No se preocupe,
comodoro, sabré esperar y espero que cuando se sienta más seguro de sí
mismo, tenga la gentileza de depositarme toda su confianza para que yo
lo escuche y lo aconseje de la mejor manera.

Lleno de gratitud, James sonrió afectuosamente.

—Gracias, Señor, usted ha sido siempre muy amable conmigo; mucho más de
lo que me merezco.

—¡Tonterías! Es una verdadera lástima que mi hija no haya decidido
desposarlo, comodoro, pero no por eso sería yo capaz de olvidar todos
sus años de servicio para conmigo, mi familia y con los habitantes de
Port Royal. Aunque Elizabeth haya elegido al joven Turner como dueño de
su corazón, sé que igualmente lo tiene a usted en muy alta estima al
igual que yo.

—Estoy seguro que así debe ser, pero mucho me temo que el joven Turner y
yo aún nos tengamos un poco de resentimiento…

—¡Oh¡Pero pasará, ya lo verá! —exclamó con cordialidad mientras palmeaba
amistosamente la espalda de Norrington—. Le aseguro que cuando usted
encuentre a la dama de sus sueños, todo resentimiento respecto al joven
Turner, desaparecerá.

—Así lo espero yo también, Señor —asintió con una sonrisa y se dispuso a
seguir trabajando mientras el padre de Elizabeth se dirigía hacia la
ventana para admirar el paisaje marítimo.

"Espero que Jacky sea capaz de encauzar mi voluntad hacia los buenos
sentimientos en vez de que éstos se dirijan hacia el resentimiento y la
venganza" —pensó Norrington un tanto preocupado—. "Tengo miedo de perder
la cabeza y cometer alguna estupidez de la que más adelante me arrepienta".

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Mientras tanto, la capitana Jacky Sparrow ya estaba comenzando a
aburrirse en el dormitorio del comodoro Norrington. Ya se había tomado
toda la bebida que se había llevado cayendo en la cuenta que no se había
traído nada para comer y se estaba muriendo de hambre. Inquieta, miró
hacia el reloj de cuerda que estaba sobre el escritorio y vio que apenas
eran las once de la mañana. Desesperada y con el estómago gruñéndole
furiosamente, se levantó de la cama y comenzó a pasear por toda la
habitación buscando algo que la entretuviera y le hiciera olvidar el
tema de la comida por un momento.

Tocando y registrando todo lo que estuviera a su alcance, Jacky comenzó
a formarse una idea más extensa de lo que sería la personalidad de
James: todo estaba bien ordenado, los trajes estaban limpios y
perfectamente doblados, papeles y libros de estudio estaban cada uno en
el lugar y orden que les correspondía, demostrando que era un hombre
serio e instruido, dedicado a perfeccionarse; los exquisitos perfumes
que usaba rebelaban a un hombre de muy buen gusto, también poseía libros
de poesía y novelas, revelando también a un hombre romántico y soñador,
pocas veces visto por los demás. Jacky frunció el ceño, ella había
decidido quedarse con él pero no tenía idea de cómo era su personalidad
ni cómo se iban a llevar durante el tiempo que transcurrieran juntos.
Claro que su intención era sacarle todo el provecho posible y luego
abandonarlo, ésa había sido su idea original y trataría de mantenerla
así, pero cuando encontró el diario íntimo del comodoro James
Norrington, pronto supo que mantener su postura, iba a ser realmente
difícil.

Entusiasmada por haber encontrado semejante tesoro, la pirata comenzó a
leerlo con avidez, burlándose continuamente de lo que allí estaba
escrito, hasta que llegó a las páginas que hablaban sobre ella. En
muchas hojas había dejado el enamorado oficial su relato sobre aquella
pirata de la que se había sentido atraído desde la primera vez que se
habían conocido, explicando su confusión, su dolor, su tristeza, su
amor, sus desesperanzas, sus ilusiones, sus sueños, todo, dejando a una
pirata bastante pensativa mientras dejaba el diario en donde lo había
encontrado para luego dirigirse hacia el espejo de cuerpo completo y
quedarse mirando a sí misma por unos momentos en actitud muy seria.

—Ni se te ocurra enamorarte de él¿entendido? —dijo—. Estás aquí para
mentirle y engañarlo y sacarle todo el provecho posible hasta que no te
sirva más. Tú objetivo es obtener el /Perla Negra/ a como dé lugar y
nada más…

Luego, se dirigió hacia la ventana y miró a través de ella haciendo a un
lado las suaves cortinas apuntilladas para poder ver el hermoso jardín y
el enorme mar azul que se extendía hacia el infinito. Ya eran casi las
doce del mediodía y el comodoro no había regresado aún y Jacky comenzaba
a impacientarse encerrada en aquel lugar.

Con el estómago pidiéndole a gritos un poco de alimento, Jacky Sparrow
se atrevió a abrir la puerta de la alcoba y a asomarse un poco por el
pasillo, miró hacia las escaleras y pudo escuchar que dos mujeres
hablaban sobre el almuerzo y la pronta llegada del comodoro Norrington.
Sabiendo que no podía bajar a la planta baja pero sabiendo que Norry
pronto llegaría y la liberaría de aquel encierro —suponía que él no
tenía intenciones de tenerla escondida en su alcoba para siempre, pues
había hablado de darle una propia—, Jacky miró hacia el otro lado
llevándose una enorme sorpresa.

Sentado frente a una puerta y acurrucado en la pared, se encontraba el
pequeño Billy con la cabeza escondida entre los brazos, rezando y
gimoteando en silencio por la pronta recuperación de madame Foubert a la
que tanto le había tomado cariño a pesar se sus peleas frecuentes.

Encantada de volver a encontrarse con tan querido y estimado
compañerito, Jacky procedió a llamar su atención tirándole con algunos
cepillos o zapatos hasta lograr darle con uno en la cabeza. Asustado, el
chiquillo levantó la mirada mientras se tomaba la golpeada cabeza con la
mano y miraba muy extrañado a su alrededor al darse cuenta de todas las
cosas que habían desparramadas por aquel sector del pasillo. En un
momento, su mirada se cruzó con la de la pirata, quien lo saludó con la
mano llena de alborozo y una amplia sonrisa. Poniéndose tan blanco como
un papel, el pobre chico se quedó completamente petrificado con los ojos
tan abiertos como platos. ¡No podía creer lo que estaba viendo¡Pensaba
que estaba soñando o viendo a un fantasma¡Allí estaba su querida
pirata¡La que lo había liberado de la esclavitud y de la soledad
invitándolo a ser un pirata!

Dándose cuenta de que el chico estaba anonadado, Jacky salió finalmente
de la habitación y comenzó a hacerle algunas extrañas señales con las
manos y con la cara, viéndose bastante divertida.

—Soy yo, Billy¿acaso no me recuerdas¡Soy tu querido e inigualable
capitán Jack Sparrow!

Comprendiéndola al fin y dándose verdadera cuenta que no estaba soñando
y que aquella mujer sí era Jacky, al chico se le llenaron los ojos de
lágrimas y corrió a lanzarse a sus brazos, abrazándola con todo su ser,
como si tuviera miedo de perderla otra vez. ¡La había extrañado tanto!

Sorprendida y un poco turbada con semejante muestra de cariño, que
sinceramente no se lo esperaba, la capitana trató de calmarlo con
inútiles palabras primero y con cariñosos pellizcotes y tiradas de
cabello después. Ambos estaban muy contentos de volverse a ver y se lo
contaban expresándose con extrañas señas propias de la ignorancia de la
brillante Jacky y el recién adquirido lenguaje por señas de Billy. Sea
como sea, los dos eran lo bastante inteligentes como para darse a
entender a pesar de las diferencias intelectuales.

Temiendo que alguien la descubriera en el pasillo, Jacky le hizo saber a
Billy que la acompañara a la alcoba de Norrington porque estaba aburrida
y el chico asintió con alegría. Pero justo cuando se estaban por dirigir
a ella, la capitana escuchó a la servidumbre darle la bienvenida al
mencionado oficial que regresaba a casa para almorzar. Dándole
rápidamente a entender al muchachito que la ayudara a recoger las cosas
que ella había lanzado para que luego pudiera volver a su lugar. Una vez
que hubieran terminado rápidamente de recoger dichos objetos, la
capitana Sparrow volvió a la habitación cerrando la puerta tras de sí
mientras Billy volvía a sentarse en el piso. Al cabo de unos minutos,
James ya estaba allí.

Sorprendido, el comodoro Norrington dejó un gran paquete sobre una
hermosa sillita blanca que estaba ubicada estratégicamente en el pasillo
más como adorno que para uso práctico.

—¡Pero, Billy¿Qué estás haciendo aquí sentado en el suelo? —le preguntó
utilizando a la vez las manos como le había enseñado su nanny.

El chico se levantó del suelo y, muy triste, le hizo comprender, por los
mismos medios, que quería saber cómo se encontraba nanny y si se
recuperaría pronto.

James le colocó la mano sobre la cabeza y le dijo con una sonrisa:

—Ella estará bien, Billy. Pasé a ver al doctor antes de regresar a casa
y me dijo que muy pronto nanny estaría tirándonos de la oreja.

Entonces, el chico sonrió de oreja a oreja, dichoso por tan buena noticia.

—Ahora baja a almorzar, yo iré tan pronto termine de ver a nanny —le
dijo mientras echaba una mirada hacia la puerta de su propia habitación.

Adivinando que su protector quería estar solo, el chico partió lo más
pronto posible, dirigiéndole una sonrisa cómplice a su extrañado tutor.

Cumpliendo son su palabra, James fue a ver a madame Foubert antes de ir
a ver a su amada Jacky, y tan pronto notó que la buena mujer comenzaba a
adquirir nuevamente su mal carácter, se dirigió mucho más tranquilo
hacia su propia alcoba, deseoso de ver a Jacky.

Recogiendo el paquete, se dirigió a la puerta y le dio algunos
golpecitos para anunciar su entrada y, al no escuchar nada, entró
silenciosamente a la habitación.

Al hacerlo, se dio una bonita sorpresa, pues encontró a la hermosa
pirata dormida en la cama. Ésta no estaba en una posición
"desparramada", sino, en una tan delicada que no parecía ser una mujer
de dudosa educación. Embelesado por aquel rostro angelical, James se
arrodilló al lado de la cama quedando justo frente a Jacky para poder
observarla mejor. Dejando el paquete a un lado, el comodoro se cruzó de
brazos sobre el colchón y apoyó la barbilla sobre ellos, admirando la
belleza de su invitada. Sus rostros habían quedado al mismo nivel y
estaban apartados por tan solo veinte centímetros.

Dejándose llevar por sus propios sueños, James se sumergió en la inusual
pero atrayente idea de verse casado con ella y, a pesar de que sabía que
ambos eran tan diferentes, esperaba encontrar en ella a la compañera ideal.

Cuando más ensimismado estaba con aquellos pensamientos, Jacky Sparrow
abrió los ojos de repente y le dijo sonriente:

—Bienvenido a casa, mi caballero… —y le dio un pequeño y rápido beso en
la boca.

—¡Oh! —exclamó asustado el pobre oficial, que tan de sorpresa había sido
tomado, que se echó para atrás y cayó sentado en el suelo.

—¿Esto es para mí¡Pero qué atento! —exclamó la incorregible pirata
mientras tomaba el paquete y comenzaba a abrirlo. Mientras tanto, el
comodoro Norrington ya se había puesto de pie y comenzado a arreglarse
la ropa un poco molesto por aquella broma pesada.

—Usted se estaba haciendo la dormida¿verdad?

Jacky lo miró y esbozó una sonrisita burlona.

—Evidentemente, circunstancialmente, congruentemente cierto, mi estimado
Norry.

James frunció el entrecejo.

—¿Sabe usted, por lo menos, lo que está diciendo?

—¡Oh! De eso no se preocupe, comodoro, más bien usted debería
preocuparse por entenderme… si es que vamos a vivir juntos… ¿sabe?

—¿Eh¿Vi-vir juntos, dices…? —repitió poniéndose bastante colorado por la
manera tan franca con la que Jacky había hablado de algo que a él le
hubiera costado hacer.

—¡Vamos, comodoro¿O acaso piensa que me trajo aquí solamente para que le
haga compañía al perro? —lo miró de soslayo—. ¿Tiene perro?

Sabiendo que le estaba tomando el pelo otra vez, James le dio la espalda
y se dirigió a la ventana para mirar el mar.

—Le traje un vestido para que se cambie de ropa, Jacky, usted no puede
andar vestida de esa manera en esta casa si no quiere despertar las
sospechas de todo el mundo… Además, así podrá pasear a su antojo por
todo este hermoso lugar.

La capitana del /Perla Negra/ miró con cierto reparo el hermoso vestido
que había acabado de desempaquetar. Odiaba ponérselos porque eran muy
incómodos, pero si aquello contribuía a la realización de sus plantes,
pues bienvenido era aquel regalo.

James la miró.

—Cámbiese enseguida, Jacky, tiene que bajar al comedor para almorzar.

Y cuando ya estaba dirigiéndose a la puerta, la mujer lo tomó
rápidamente del brazo y le dijo:

—¡Comodoro¿Qué le sucede¿Por qué ahora está tan serio y reservado¿Tan
tímido resultó ser usted?

Él se le quedó mirando sin saber qué responderle. Advirtiendo su
ofuscación y queriéndose divertir un rato, Jacky Sparrow decidió
ayudarlo a seguir adelante con el cortejo y lo apoyó de espaldas a la
puerta.

—No pretenderá bajar a almorzar con todo eso puesto, sería muy
incómodo¿no lo cree así, Norry? —le propuso mientras le sacaba el
tricornio y lo lanzaba sobre la cama mientras mantenía su boca muy cerca
de la de él.

—… No…, ciertamente que no era mi intención… —replicó apenas con un hilo
de voz por lo nervioso que se estaba poniendo.

Jacky sonrió¡como le gustaba ver a aquel hombre perder la cabeza por ella!

Siguiendo con sus indirectas, la atrevida pirata procedió a sacarle
lentamente la casaca azul mientras respiraba sobre el cuello del
nervioso oficial. Una vez que la colocó sobre la cama, se volvió para
mirarlo y, para su diversión, éste aún seguía arrinconado contra la puerta.

—Ahora es mi turno —dijo ella e inmediatamente comenzó a desvestirse.

—¡E-espere un momento! —exclamó Norrington totalmente escandalizado
mientras abanicaba las manos y se ponía muy colorado—. ¿Va a cambiarse
en frente mío¡Pero qué falta de vergüenza! Ya mismo me marcharé de la
habitación para que se cambie tranquilamente…

Pero James ni siquiera tuvo el tiempo suficiente para abrir la puerta,
pues rápidamente Jacky fue hasta él y lo rodeó con sus brazos,
murmurándole al oído:

—No se perturbe usted, comodoro, si vamos a vivir juntos creo que tendrá
que acostumbrarse a esto¿sabe? Además, estos vestidos son tan difíciles
de ponerse que, necesariamente, se necesita la ayuda de alguien
más¿sabe? No querrá que baje para la cena… Pensé que, como no puede
mandarme a una de sus criadas para ayudarme, pues, no tiene más remedio
que ayudarme usted mismo…

Sabiendo que la capitana tenía razón, James frunció la boca bastante
contrariado, y cruzándose de brazos, aclaró:

—Como usted quiera, pero me volveré para no tener que verla y usted me
avisará cuando necesite mi ayuda¿entendió?

—Perfectamente, mi comodoro —asintió con una expresión que rebelaba que
iba a cometer algunas "imprudencias" muy mal intencionadas.

Y así, molesto y contrariado, James se volvió de espaldas quedándose de
cara contra la pared mientras que Jacky, siempre sonriente, alzó el
paquete y se dirigió detrás de un bonito biombo para comenzar a
cambiarse de ropa.

Mientras lo hacía, su incansable lengua no paraba de hablar.

—Jamás me hubiera imaginado que usted fuera tan tímido y pudoroso, mi
querido Norry, podría apostar mis calzones que usted tuvo sus
aventuritas en las casas de citas...

—No hable de esa manera, Jacky, es impropio para una mujer, me avergüenza.

—¿Avergonzarse usted de lo que yo diga¡No sea ridículo! Tendrá que
acostumbrarse a mis agudezas ¿sabe? …Pero no me negará lo que acabo de
decir… Vamos, sea franco y confiéselo, cualquier hombre lo hace y sobre
todo cuando se es un joven oficial sin ninguna obligación marital… ¡Yo
he ido infinidad de veces a esos lugares tan agradables! Apuesto todo mi
ron a que el joven Turner jamás ha ido a una casa de citas a divertirse…
Él es todo un eunuco¿sabe?

Sintiéndose más animado a coversar sobre aquel asunto tan embarazoso
tras escuchar a Jacky hablar de esa forma del pobre de Will, que,
después de todo, James se dio cuenta de que Jacky había sido antes parte
del capitán Jack Sparrow y sabía muy bien sobre esos asuntos y no había
nada de qué avergonzarse sobre ellos.

—El joven Turner hubiera hecho mejor meterse en un convento… —opinó
sonriendo.

La capitana rió con aquella ocurrencia.

—Debo admitir que en mi juventud asistí a esos lugares en busca de algo
de diversión con señoritas de dudosa moral, pero esos tiempos ya pasaron
y ahora deseo pasar mis años en compañía de una fina dama, y quizás,
tener una familia más adelante.

—¿Me cree una fina dama, Norry?

James se quedó en silencio por unos momentos antes de contestar un tanto
pensativo.

—No, no la creo una fina dama, más bien creo que usted es la mujer más
encantadora que he conocido en toda mi vida.

Otra vez se hizo el silencio, Norrington aún permanecía parado frente a
la puerta con la mirada baja, sonriendo tenuemente y pensando en cómo se
habían dado las cosas últimamente, de pasar de un simple sueño a la
simple realidad. Tan ensimismado estaba, que no se había dado cuenta que
Jacky, semidesnuda, se había acercado sigilosamente hacia él, dispuesta
a fastidiarlo otro poquito.

—No sé si tomarlo como un halago o un ofensa lo que acaba de decir¿sabe?
—dijo ella de repente.

Sobrecogido, el comodoro se dio media vuelta y se encontró frente a
frente con su amada Jacky vestida apenas con unas bragas y un ligero
camisolín que apenas cubría sus bellísimos senos dorados. Aunque aquella
desnudez revelaba algunos tatuajes y una que otra cicatriz, ella seguía
viéndose tremendamente sensual.

—¡Jacky¿Pero qué…?

La pirata no le permitió seguir hablando, pues lo arrinconó contra la
puerta tomándolo de la cintura y acercando su boca a la de él.

—No tienes idea de lo mucho que me atrae, comodoro Norrington, y me
alegro de no ser una dama o si no, no podríamos pasarla tan bien como
ahora¿sabe?

Colorado como un tomate por la vergüenza y completamente embelesado por
lo que veía, James no pudo hacer otra cosa más que asentir con la cabeza.

Luego de que Jacky lo besara bruscamente en la boca, preguntó:

—¿Me ayuda a ponerme esto¡Es un castigo de los siete mares tener que
usarlo! —le dijo mientras le mostraba un corsé—. Si quiero impresionar,
tengo que ponérmelo, no hay remedio…

—P-pero yo no tengo idea de cómo se pone esto… —se quejó James mientras
Jacky se lo entregaba y se deba vuelta quedando de espaldas a él.

La pirata levantó un poco los brazos y dijo sonriente:

—Yo tampoco tengo mucha idea de cómo se lo pone, Norry. Elizabeth me
ayudaba con eso cuando la muy graciosa me había convencido de vestirme
como mujer. Póngamelo alrededor de mi torso con los sujetadores a mi
espalda…

Con las manos temblorosas, James así lo hizo, rozando sin querer los
pechos de Jacky, quien sonrió maliciosamente.

—Tenga paciencia, mi caballero, pronto podrá poner sus manos en este par
de cositas suaves…

—¡Oh¡Eso no es gracioso! —se quejó.

—Pero sí sexy…

Bufando de fastidio, Norrington decidió seguir con aquel arduo trabajo,
que por cierto, Jacky Sparrow no se lo facilitaba para nada por lo
inquieta que era.

—¿Y ahora qué hago?

—Ate esas cosas.

Y mientras lo hacía, la capitana Sparrow se puso seria esta vez y preguntó:

—¿Ya sabe qué le dirá a la gente sobre mí?

—… Aún no lo sé muy bien… —le respondió mientras trataba de concentrarse
en su extraña tarea—…, pero aquí todo el mundo la conoce como Katrina
Watson, la mujer que…

—La otra mujer que lo abandonó¿verdad?

—Sí… —asintió con tristeza.

—En el baile escuché que muchos se burlaban de usted por su mala suerte
con las mujeres.

James, en silencio, ató las últimas tirillas, estaba un poco molesto y
triste a la vez.

—A la gente le gusta burlarse de la desgracia ajena, sobre todo cuando
se trata de una persona como yo… Ya está.

—Gracias —le dijo ella haciéndole una reverencia mirándolo con un
especial brillo en los ojos. Luego, se dirigió al sillón en donde había
dejado el vestido y procedió a ponérselo.

—¿Qué le parece si les damos algo más de qué hablar a esa gente? —le
propuso.

—¿A qué se refiere?

Entonces, Jacky Sparrow se volvió para mirarlo con una reluciente mirada
de picardía.

—Tengo una idea que volverá loco de envidia a todo el mundo en Port Royal.

—Espero que no sea nada indecente… —le advirtió mientras se cruzaba de
brazos frunciendo el entrecejo.

—¡Claro que no¡Es una idea magnífica¡Propia de un Sparrow! …¿Me ayuda a
peinarme? —le preguntó mientras se dirigía coquetamente hacia la cómoda.

Un poco preocupado por la misteriosa idea de su amada, James se acercó y
tomó uno de los cepillos con actitud dudosa.

—Debo confesarle que soy muy malo respecto a los peinados femeninos.

—¡Bah¡Hombres¡Nunca saben nada! —se burló la pirata para luego agregar
con un ademán de desinterés—: Poco me importa si sabe o no de estas
tonterías femeninas. En mi plan no entra un excéntrico peinado
francés¿sabe? Ayúdeme a peinarlo como pueda y ya veremos el resultado.

Aquella labor les costó bastante tiempo; varias veces subió la doncella
a avisar que la comida ya estaba lista y varias veces Norrington había
dicho que ya bajaría, pero todo aquel tiempo que compartieron juntos,
tratando de domar aquel cabello tan rebelde como su dueña, fue tan
divertido y entretenido que, interiormente, ambos dieron gracias por no
saber cómo peinar un estilo femenino. Al final, el resultado no fue del
todo satisfactorio para el comodoro, pero la pirata, en cambio, estaba
muy conforme.

—Bueno, llegó el momento de seguir con el plan —dijo la capitana del
/Perla Negra/ una vez que se hubiera dado un vistazo en el espejo de
cuerpo completo y se había dado unos últimos toques dándose el aspecto
de una fina dama devenida a menos.

—¿Qué es lo que piensa hacer? —preguntó James bastante intranquilo.

Jacky dirigió su pícara mirada hacia él y respondió:

—Lo que mejor sé hacer, mi querido Norry: engañar a todo el mundo.

Y sin darle más explicaciones, la ocurrente pirata tomó la capa de james
y se la puso rápidamente para luego salir disparada hacia la ventana.

—¡Jacky! —llamó el alarmado comodoro mientras corría hacia ella y de
detenía tomándola por los hombros muy preocupado—. ¿Qué está por
hacer¡Va a matarse!

Con un pie sobre el marco inferior de la ventana, Jacky rió divertida y
tomó al comodoro de la barbilla y le dijo:

—No se preocupe, sé muy bien lo que hago, confíe en mí. —Y luego
agregó—: Esta gran idea mía le va a dar un enorme respeto a Katrina
Watson por parte de todos los malhablados de Port Royal y, por supuesto,
usted quedará muy bien ante los ojos de todos y será la envidia de todo
el mundo.

—Pero… ¿volverás?

La capitana volvió a reírse, le encantaba ver la cara de tonto enamorado
que ponía aquel hombre.

—¡Pues claro que volveré¿Acaso piensa que dejaré de lado el poder
divertirme con usted por mucho más tiempo?

Y sin agregar nada más, le dio un gran beso en la boca para luego
comenzar a salir por la ventana. Mientras lo hacía, dijo:

—Vaya a almorzar, comodoro, haga de cuenta que nada sabe sobre mí y ni
del destino de Katrina Watson. Muy pronto recibirá una inesperada y
lastimosa visita... —comenzó a bajar por una hermosa enredadera
florecida mientras James se asomaba por la ventana para verla marcharse.
Dirigiendo su vista hacia él, la pirata agregó con una sonrisita—: Si
todo sale bien, mi querido caballero, le auguro que ambos pasaremos una
larga y apasionada "noche de bodas".

Sorprendido con aquel vaticinio verdaderamente descarado, el extrañado
comodoro vio llegar a tierra a su amada para luego saludarlo con la mano
y desaparecer entre los arbustos sin que nadie haya notado su presencia.
Quedándose un tanto abstraído por algunos segundos, el repentino toque
de la puerta le hizo dar un respingo y volver a la realidad.

—¿Si? —contestó sin quitar la vista del jardín.

—Señor, el almuerzo ya está listo hace rato y el pequeño Billy está tan
desesperado por el hambre que creemos que va a comerse las servilletas
—avisó la doncella que estaba del otro lado de la puerta.

James sonrió.

—Ahora mismo bajo.

Una vez que se hubo acomodado un poco más sus ropas y esconder los
apestosos trapos de Jacky bajo el colchón, tomó aire y salió al pasillo
para dirigirse directamente hacia el comedor, rezando porque la idea de
la pirata no fuera lo suficientemente descabellada como para que nadie
se la creyera.

El pequeño Billy se puso muy feliz en cuanto vio a su querido protector
bajar al fin y sentarse a la mesa mientras la doncella se encargaba de
servirles la comida. Luego de dar gracias a Dios por los alimentos y de
que la doncella fuera a servirle el almuerzo a madame Foubert, ambos se
dedicaron a comer y beber; uno muy ensimismado y el otro muy hambriento.

La hora del almuerzo había pasado sin ningún acontecimiento importante y
lo mismo había pasado con la hora de la siesta. El comodoro James
Norrington, ya perfectamente vestido para asistir a su trabajo como
protector de Port Royal, cada vez estaba más tranquilo por la rápida
recuperación de su querida nanny y más intranquilo por la prolongada
ausencia de su amada Jacky.

—Regresaré a la noche, Charles —le iba diciendo a su viejo criado
mientras se disponía a marcharse—. Procura que la doncella se ocupe de
madame Foubert con la mayor solicitud posible, lo necesita.

—Sí, señor, la tendré estrechamente vigilada —asintió el pomposo criado
para luego agregar maliciosamente—: La señorita Jane Hopkings es a veces
tan torpe que logra romper todos los platos de una sola vez. Dio la
casualidad que un día Madame Foubert tuvo que recriminarla por haber
confundido la sal por el azúcar, que por esa razón aquel día los
bizcochos dulces habían salido tan salados, y…

—Si, sí. Conozco la historia… —lo interrumpió Norrington acordándose del
asqueroso sabor salado de aquellos bizcochos mientras esperaba que su
criado le abriera la puerta para poder marcharse de una vez y no tener
que escuchar los chismes de la servidumbre.

Una vez afuera, se dio con la mala sorpresa que el sol había vuelto a
cubrirse por oscuros nubarrones que amenazaban con otra jornada de
lluvia. Ya subido a su carruaje, el paje azuzó al caballo para que se
pusiera en marcha mientras el oficial miraba muy pensativo por la
ventana, preguntándose si la capitana Jacky no lo habría engañado o
burlado de él otra vez, puesto que ella aún no había regresado a casa.

Ya en el fuerte, justo cuando había comenzado a llover, el comodoro
Norrington procedió a seguir con sus actividades militares en su oficina
y a averiguar si había alguna noticia respecto al almirante Jacobson, el
doctor Jacobson o hasta del mismo pirata "Sangre Negra". Al obtener una
respuesta negativa, sus preocupaciones aumentaron al igual que por Jacky
Sparrow. James sabía que ni siquiera había pasado un día entero desde
que aquellos acontecimientos habían sucedido y era demasiado pronto para
preocuparse aún más de lo que ya estaba; pero cuando uno está
desesperado, los segundos y los años no parecen tener diferencia.

Seguía lloviendo interrumpidamente a las seis de la tarde cuando el
gobernador Swann había llegado para hacer su visita diaria al fuerte y
levantarle el ánimo a su oficial favorito. Ambos estaban discutiendo
sobre la idea de trasladar el polvorín a un lugar más seguro, cuando, de
pronto, los alarmó unos gritos tanto de hombres como de una mujer.
Dejando al gobernador en su despacho para su mayor seguridad, el
comodoro salió disparado hacia fuera para averiguar qué era lo que
estaba pasando. Mayor fue su sorpresa cuando vio a una mujer
completamente empapada, sucia y desalineada forcejeando con unos
soldados. Ella no era otra más que la capitana Jacky Sparrow
representando su nuevo papel: el de la fina dama, Katrina Watson.

—¡Oh, James! —exclamó ésta con los ojos llenos de falsas lágrimas al
verlo en la escalera—. ¡Te ruego que perdones mi agravio contra ti¡No
había otra opción más que abandonarte!

Curioso, Weathervy salió de donde estaba y se acercó por detrás de
Norrington para ver lo que estaba ocurriendo.

—¡Santo cielo¡Pero si es Katrina Watson¡Su ex prometida! —exclamó
estupefacto.

Abriendo y cerrando la boca como un pez, James por fin logró dominar su
asombro y caer en la cuenta que aquel era uno de los típicos y alocados
planes de Jacky Sparrow. Debía actuar de inmediato.

—¡Suéltenla! —ordenó mientras terminaba de bajar por las escaleras—.
¿Acaso no ven que están maltratando a la señorita¡Pórtense como
caballeros y tráiganle ropa seca y cacao caliente!

Cuando los fusileros apenas la soltaron, la pobre mujer se sintió
desfallecer y cayó sobre el sorprendido comodoro, quien rápidamente la
alzó en brazos y se la llevó inmediatamente a su despacho seguido por el
alarmado gobernador Swann, quien pedía a gritos que trajeran a un médico.

—¡Esto es asombroso¡Absolutamente asombroso! —exclamaba éste mientras
entraba al cuarto detrás del comodoro y de la recién llegada..


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