Fanfic Piratas del Caribe -El Libro del Destino- *Capítulo 16: La Partida de Un Amor*

                                                      Resumen de la historia: El capitán Jack Sparrow comete el gran error de ponerse un anillo maldito que lo transformará en mujer y le traerá un sin fin de problemas tanto a él como a quienes lo rodean, amigos y enemigos. Una elección que cambiará la vida y los destinos de todos, en especial del Comodoro James Norrington y el mismo Jack. Esta historia está ambientada después de la primera película y desarrollada durante la segunda y tercera película. Una historia larguísima pero muy entretenida, con drama, humor, acción y romance. ¡Que la disfruten!



*PIRATAS DEL CARIBE: EL LIBRO DEL DESTINO*

TERCERA PARTE: JACKY Y NORRY, UNA PAREJA DISPAREJA

¡Jack y Jacky se separaron! ¡ahora son 2! ¡Un hombre y una mujer! ¡Doble problemas para todos! ¿Lograrán cambiar sus destinos y el de los demás? Continuaciòn de La Maldición del Anillo de la Calavera. James y Jacky pasan su primera noche juntos...¿pero será la última?

Género: drama, amistad, acción, suspenso, humor, romance, violencia, aventura, fantasía, erotismo
Pareja: Jacky Sparrow/James Norrington. Elizabeth Swan/Will Turner
Personajes: Jack Sparrow/Jacky Sparrow, James Norringon, Elizabeth Swan, Will Turner, Hector Barbossa ¡y muchos más!
Calificación: para mayores de 18 años
Cantidad de palabras: variable
Duración: 67 capítulos la primera parte, 57 la segunda parte y 51 la última parte.
Estado: finalizado
Escritora: Gabriella Yu
Mi estilo: estoy influenciada tanto por el anime, los dramas asiáticos y la literatura universal. Me gusta hacer pasar a los personajes por duras pruebas.
Aclaraciones: Esta historia la escribí hace más de 10 años, es muy entretenida, no se arrepentirán de haber perdido el tiempo en leerla. Le tengo mucho cariño porque fue una rara mezcla que logré hacer con el drama, humor y acción. 
IMPORTANTE: contiene escenas subidas de tono XD

*Capítulo 16: La Partida de Un Amor*


James no tenía idea de cuanto tiempo se había quedado dormido en la
bañera pero cuando se despertó sentía bastante frío, pues la tibieza del
agua había desaparecido y, si no fuera aquella noche un tanto calurosa,
hubiera pescado de seguro un buen resfriado. Se había olvidado
completamente de Jacky, así que cuando se sacó el paño de los ojos,
grande fue su sorpresa cuando la encontró parada frente suyo, con una
botella de whisky en la mano, vistiendo un largo camisón femenino lleno
de vuelos y encajes, mirándolo con una expresión tan lujuriosa que lo
asustó.

—Ya era hora de que despertara —le dijo—. Hace quince minutos que estoy
aquí. Me metería al agua con usted, pero el baño y yo no nos llevamos
muy bien, /¿savy?/

Luego de quedársele mirando como un estúpido durante unos segundos, el
comodoro Norrington se puso bastante azorado.

—¿P-pero qué haces aquí? ¿Es que no tienes un poco de decencia?

Y haciendo como que estuviera midiendo una pequeña fracción de aire con
los dedos meñique índice y pulgar, la pirata declaró descaradamente:

—No, ni un poquito de decencia, comodoro.

—Pues yo sí, así que vete de aquí —replicó molesto.

—¡Oh, vamos! ¡No sea tan aguafiestas, comodoro! —rebatió Jacky mientras
se agachaba aferrándose en el borde de la bañera con la mano que le
quedaba libre, mostrando sus bellos atributos femeninos—. Vine a
divertirme un rato con usted.

James frunció el entrecejo.

—Puede que sea divertido para ti, pero para mí no lo es, así que vete de
una vez y déjame solo.

—¡Uuuuh! ¡Me parece que ahora estamos de muy mal humor! —se burló la
pirata mientras se sentaba el borde de la tina y se llevaba la botella a
la boca y bebía su fuerte contenido—. Creo que deberé hacer algo al
respecto… ¿No quiere algo de whisky? Le aseguro que lo pondrá muy jocoso…

—¡No! ¡Y claramente te he dicho que no volvieras a tomar!

Sonriente, y desafiándolo, la capitana Sparrow se llevó otra vez aquel
liquido a sus seductores labios.

—Usted solamente se refirió al ron, nunca habló del resto de las bebidas…

Al saberse pescado por su propia regla, James Norrington dio un bufido
de fastidio y se cruzó de brazos hundiéndose en el agua hasta el mentón.
Mirándolo detenidamente, a Jacky se le ocurrió comprobar algo que le
habían ducho respecto a los finos caballeros ingleses, así que, sin
previo aviso, metió la mano al agua y, tomando uno de los tobillos del
hombre, levantó bruscamente la pierna hacia fuera del agua provocando
que su pobre dueño se sumergiera completamente bajo el agua, agitando
sus brazos como un desesperado.

—¡Vaya! ¡Lo que me dijeron era verdad! —exclamó asombrada—. ¡Ustedes se
afeitan las piernas!

Apenas hubo terminado de decir esto, James logró aferrarse de los bordes
de la tina para poder sacar su cabeza de debajo del agua y comenzar a
respirar agitadamente.

—¡Va-váyase inmediatamente de aquí si no quiere que le prohíba beber
hasta el agua! —exclamó furioso.

Viendo que lo único que había logrado era enfurecerlo aún más, la pirata
se alzó de brazos bastante indiferente a esa amenaza y le soltó la
pierna, que cayó pesadamente al agua provocando un buen salpicón.

—Bueno, me voy —dijo ésta mientras se levantaba con su acostumbrado
vaivén—. Viendo que usted se ha dispuesto a ponerse de muy mal talante,
no le veo la gracia permanecer aquí por más tiempo.

Pero, cuando apenas dio un paso bajo la enojada mirada de su
"prometido", el agua que había caído al suelo le provocó un inesperado
resbalón que la obligó a dar unos bruscos y cómicos patinazos hasta que
la capitana Jacky Sparrow cayó sobre la tina justo sobre el sorprendido
Norrington, dándose un buen chapuzón y quedando cara a cara frente a él,
quien la miraba con los ojos bien abiertos por la sorpresa.

Jacky hizo una mueca de asco.

—¡Aaagh! ¡Odio el agua jabonosa! —exclamó molesta mientras se sentaba
sobre las piernas de Norrington y sacudía las manos tratando vanamente
de sacarse el agua de encima. La botella de whisky había caído al suelo,
afortunadamente, sin romperse.

Cuando la capitana Sparrow por fin fijó su atención sobre el comodoro,
notó que este aún la miraba en completo silencio pero con la cara tan
roja como un tomate. La razón era que el delicado camisón que ella
llevaba puesto (muy a su pesar) se había mojado completamente y ahora
contorneaba sus simétricas y perfectas formas de una manera muy
sugestiva. Además, el contacto tan íntimo de sus cuerpos mojados los
había cohibido completamente, hasta a la descarada pirata, quien
últimamente había comenzado a sentir verdadero afecto por aquel fino
caballero tan serio y correcto, se sentía muy ruborizada. Pero eso no
iba a ser razón para detenerse y pasarla bien.

Acercando lentamente su cara a la de él, Jacky lo besó suavemente en los
labios mientras rodeaba sus mejillas con las manos. Y, sin decir una
sola palabra, él la tomó por la cintura sorprendiéndose que ella no se
opusiera esta vez a su tacto. Poco a poco, ambos fueron cediendo a sus
propias diferencias y conflictos personales para poder amarse sin más
pretextos falsos por parte de los dos. Mientras lo besaba, Jacky comenzó
a desabotonar el camisón de James para luego bajar la prenda y dejando
los hombros, la espalda y el pecho desnudos del hombre. Como si
estuviera sedienta de pasión, la capitana se lanzó a besar y acariciar
todo el cuello y hombros de su "prometido", haciéndolo gemir de pasión y
encendiendo todo su cuerpo. Entregándose completamente al placer, James
inclinó su cabeza hacia atrás mientras sentía que los sensuales labios
de su amada comenzaron a recorrer su pecho haciéndolo estremecer a cada
momento. Ella podría tener el cuerpo de una mujer, pero inevitablemente
sabía amar sólo como lo hacía un hombre y, aún así, a James le
encantaba. Jamás en su vida lo habían tocado de esa manera tan
excitante… pero, aquello no estaba bien.

—… Jacky, Jacky… —repitió mientras trataba de levantarla tomándola
suavemente por la cintura luchando contra de su propio deseo de
poseerla—… Jacky, detente, no quiero hacer esto ahora. Debemos esperar
para nuestra noche de bodas…

Apenas escuchó eso, la pirata alzó la cabeza y lo miró un tanto
fastidiada con aquella frase trillada.

—No me importa un comino esas cosas —le dijo—. No me hace falta una
estúpida bendición o un estúpido papel para saber que me perteneces,
/¿savy?/

—Pero a mí sí, Jacky… —le dijo mientras llevaba sus manos a las mejillas
de su molesta prometida—. Por favor, entiéndeme. Quiero tratarte como
trataría a una dama, no como trataría a una cualquiera. Eres la persona
más especial que he amado en mi vida y, aunque sé que no me respetas en
lo más mínimo, te pido que trates de respetar aunque sea, mi deseo de
pasar contigo la noche de bodas más esperada de mi vida.

Mirándolo fijamente, la pirata comprendió lo mucho que ella significaba
para él, tanto, que renunciaba a su instinto natural de querer poseerla
en una situación tan erótica como la que ahora se encontraban. Y, desde
ese momento, una pequeña luz de respeto y admiración, comenzó a nacer en
el rebelde corazón de la capitana de la /Perla Negra/.

Rozando sus suaves dedos sobre la mejilla de James, dijo:

—Si alguna vez le dices a alguien que me conozca como la capitana Jacky
Sparrow que te respeté hasta del día de nuestro casamiento, te haré
limpiar con brea toda la cubierta del /Perla Negra/ cien veces.

Entonces, una afable sonrisa poco vista en el recio rostro del comodoro
Norrington, lo iluminó, y, tomando suavemente la mano de su prometida,
se la besó dándole las gracias con enorme sinceridad y gratitud,
turbando a la pirata.

—¡Bah! ¡A mi no me gustan que me hagan estos galanteos! —exclamó
retirando rápidamente la mano.

James sonrió, la entendía, después de todo, ella no era una mujer como
las demás.

—Si yo te prometo respetarte hasta tu fastidiosa noche de bodas, tú
debes prometerme algo —le pidió seriamente, pues era algo muy importante
para ella.

—Lo que tú desees —asintió afablemente.

—Haz lo posible por no dañar demasiado al /Perla Negra/ —dijo—, amo ese
barco y quiero volver a tener mis manos sobre él.

Durante unos segundos interminables para nuestra protagonista, el
comodoro James Norrington se le quedó mirando en completo silencio por
un buen rato, entregado a profundas cavilaciones.

—¿Tan importante es ese barco para ti? —preguntó al fin.

—Tanto como para ti lo es la marina —replicó.

Comprendiéndola al fin, James la tomó de las manos y le dijo, mirándola
directamente a los ojos:

—Entonces /Perla Negra /será tuyo, te lo prometo.

Radiante de alegría, Jacky abrazó alborozada a su oficial dándole las
gracias una y otra vez, rodeandole con sus brazos la cabeza y,
adredemente, metiéndole la cara entre sus suaves y redondeados pechos
femeninos.

—… T-tienes que cambiarte de ropa, Jacky, podrías enfermarte... —apenas
pudo decir el sonrojado representante de la Armada Real sumergido entre
los senos de su amada.

—¿Bromeas? ¿Me tomas por un eunuco? ¡Yo jamás me enfermo! —replicó
soltándolo bruscamente y cruzándose de brazos—. Soy como un pez en el agua.

—Como quieras, pero yo debo cuidarme más, o si no, no podré salir tras
el capitán Jack Sparrow… —luego la miró tímidamente y agregó—: … ¿Puedes
dejarme salir, por favor?

Dándose cuenta de que aún permanecía encima del comodoro, Jacky se
recostó sobre uno de los lados de la bañera, aligerando así su peso
sobre las piernas del oficial, permitiéndole poder salir de allí.

Mientras ella le revelaba la ubicación del capitán Jack Sparrow y sus
hombres, que se encontraban a varias leguas de distancia ocultos en el
/Perla Negra/ que estaba anclada en una hondonada, la libidinosa pirata
no perdió de vista cada movimiento de su compañero, quien con la larga
ropa de baño chorreando agua, salió de la tina dispuesto a secarse y a
ponerse decente tras el biombo. Sonriendo, mientras apoyaba ambos brazos
sobre el borde de la bañera afirmando a su vez el mentón sobre ellos,
Jacky pensó que James tenía un bonito trasero y que valía la pena
pellizcárselo alguna vez.

—Debes irte a tu cuarto, Jacky —le dijo mientras se cambiaba.

—Prefiero quedarme aquí —objetó mientras alzaba la botella de whisky y
miraba con tristeza su reducido contenido gracias a que se había
desparramado por el suelo cuando se cayó.

—Eso es imposible; no quiero que los criados descubran que, en vez de
estar en tu habitación, estás en la mía.

—De eso no te preocupes, ya conoces mi privilegiada inteligencia; me iré
antes de que esos estirados se levanten.

Hubo un corto silencio antes de que Norrington replicara a eso, y,
cuando lo hizo, fue cuando salió de detrás del biombo, ya con la ropa de
dormir puesta.

—¿Y se puede saber la razón por la que quieres quedarte aquí? Me has
prometido respetar mi deseo sobre nuestra noche de bodas.

—Mi estimado Norry —dijo ésta mientras salía de la tina, no sin cierto
coqueteo—, ¿es que solamente piensas en el sexo? El que un hombre y una
mujer estén en un mismo cuarto no significa, necesariamente, que tengan
sexo; pero, pensándolo mejor, por otra parte, el que un hombre y una
mujer estén en el mismo cuarto significa, necesariamente, que tengan
sexo; a menos, claro, que uno de los dos no esté en el cuarto, que,
necesariamente, tendrían que satisfacerse de alguna manera. ¿Me entiendes?

—Cámbiate de ropa o te vas a enfermar —fue lo único que él dijo mientras
le lanzaba uno de sus camisones poniendo una cara de "mira quién
habla"—. Puedes quedarte aquí, pero no por mucho tiempo. Y tampoco
quiero que me molestes, ¿entendido?, tengo que levantarme a las cinco de
la madrugada para poder zarpar cuando suba la marea.

Odiando aquella actitud tan pesada que el comodoro Norrington a veces
tenía, Jacky solamente atinó a sacarle la lengua y comenzar a
desvestirse frente suyo —sabiendo que eso lo molestaría—. Tratando de
ignorar aquella actitud desafiante, James se dedicó a apagar las velas,
dejando prendida únicamente la lámpara que estaba en una mesita al lado
de la cama. Una vez hecho esto, procedió a acostarse y tratar de dormir
un poco (a sabiendas que no lo lograría con su nueva compañera).
Sonriendo maliciosamente, la descarada pirata también se dirigió al
lecho y se arrojó al colchón de un salto, rebotando y haciendo rebotar a
un asustado comodoro sobre el mullido colchón de plumas.

Muy molesto, James le dirigió una terrible mirada asesina a Jacky, quien
solamente se limitó a sonreírle inocentemente y, llevándose
delicadamente la mano a la boca, dijo:

—¡Ups! Lo siento mucho…

Frunciendo el entrecejo con disgusto, Norrington volvió a acostarse,
dándole la espalda a ella y tapándose hasta el cuello con las blancas
frazadas. Pasaron tan solo unos minutos cuando Jacky, inmensamente
aburrida, preguntó:

—¿Lees libros antes de dormir? Sé que todos los finos caballeros lo
hacen, o, por lo menos, los más instruidos.

Luego de unos segundos en silencio, su compañero contestó de mala gana
con un lacónico "Sí".

—¿Y qué es lo que estás leyendo ahora?

—… "Robinson Crusoe…"

—¿Y es interesante?

—… Muy interesante…

—Tal vez la lea.

James se volvió para mirarla un tanto incrédulo y, con una mezcla de
burla y sorpresa en su voz, preguntó:

—¿Acaso tú sabes leer?

Esta vez fue Jacky quien se cruzó de brazos y lo asesinó con la mirada.

—Le dije que hay muchas cosas que no sabe de mí, ¿/savy/?

—Bien. Quiero verte leer el libro —y se inclinó hacia la mesita para
tomarlo y dárselo—. Aquí lo tienes. Léelo, disfrútalo y déjeme dormir de
una buena vez.

Con una fingida sonrisa que demostraba tanto molestia como desagrado, la
capitana del /Perla Negra/ tomó el libro y se reacomodó en la gran
almohada de plumas y se dispuso a la difícil tarea de leer.

"/Nací en 1632, en la ciudad de York, de una buena familia, aunque no de
la región, pues mi padre era un extranjero de Brema1 que, inicialmente,
se asentó en Hull2. Allí consiguió hacerse con una considerable fortuna
como comerciante y, más tarde, abandonó sus negocios y se fue a vivir a
York, donde se casó con mi madre, que pertenecía a la familia Robinson,
una de las buenas familias del condado de la cual obtuve mi nombre,
Robinson Kreutznaer. Mas, por la habitual alteración de las palabras que
se hace en Inglaterra, ahora nos llaman y nosotros también nos llamamos
y escribimos nuestro nombre Crusoe; y así me han llamado siempre mis
compañeros."/ —aburrida, dejó descansar el rústico libro sobre su
vientre y dirigió su vista hacia James, que seguía dándole la espalda.

Aún tenía ganas de fastidiarlo.

—Dijiste que iba a verme leer el libro.

—… Lo dije figuradamente… —replicó un tanto disgustado luego de unos
momentos de no decir nada.

—Entonces no voy a leer el libro si no me miras.

—… Como tú quieras. Ahora déjame dormir que mañana tengo un día muy difícil…

Frunciendo el entrecejo, Jacky se echó nuevamente sobre la almohada y se
quedó mirando fijamente hacia la nada hasta que un recuerdo cruzó por su
cabeza y comenzó a reírse con muchas ganas provocando que James
Norrington, tremendamente fastidiado, se diera vuelta y se le quedara
mirando detenidamente.

—¿Y ahora de qué te ríes?

La pirata lo miró radiante de la alegría y respondió:

—Me hubiera gustado muchísimo ver tu rostro cuando Will y yo te robamos
el /Interceptor, ¿savy?/ ¡Debe haber sido muy divertido!

—… Pues para mí no lo fue… —replicó mientras se incorporaba y se cruzaba
de brazos, mirándola seriamente.

—Entonces… ¿tú te acuerdas de todo eso?

—De toooda mi vida —exclamó haciendo un enorme círculo imaginario con
sus brazos—; mis pensamientos, mis sentimientos, mis pillajes, mis
aventuras, mis desventuras, a las personas que conozco y conocí, a mis
amantes…. Absolutamente todo, /¿savy?/

—Y, aún así, con tu nuevo aspecto, tu nuevo cuerpo, tu nueva vida y el
haberte separado de Jack Sparrow…

—Capitán, capitán Jack Sparrow —aclaró la pirata.

—… capitán Jack Sparrow —se corrigió—… ¿Sabes que, de alguna manera,
eres diferente a él?

—Perfectamente hablando, haciéndole honor a la verdad: lo soy. Es por
eso es que ahora puedo estar contigo sin sentir ningún remordimiento
/¿savy?/ —le dijo zalameramente mientras lo tomaba del brazo y se
acurrucaba junto a él. Había algo de verdad en aquella declaración, pero
también había algo de falsedad. Jacky aún no estaba totalmente
acostumbrada a ser una mujer.

—¿Sabes una cosa? —le dijo él mientras volvía la cabeza para mirarla.

—¿Mh?

—Lamento haberme portado como un patán hace un rato, la verdad, es que
no estoy acostumbrado a tener a alguien más en mi cama.

—Pues tendrás que acostumbrarte a tenerme a tu lado, mi querido "patán".

James sonrió.

—¿Sabes? Durante toda mi vida soñé con tener a una compañera con quien
conversar en las horas de comida, en las de descanso, en las fiestas,
hasta en la cama… Conversar sobre la vida que quisiéramos llevar, sobre
los buenos y los malos momentos, sobre nuestros proyectos, todo.

La pirata no dijo nada al respecto, solo mantenía su cabeza apoyada en
el hombro de aquel hombre que le abría su corazón, mirando fijamente
hacia la extinguida chimenea con una expresión muy seria en su rostro.

James siguió sincerándose con ella:

—Cuando Elizabeth decidió quedarse con Turner, decidí que lo mejor era
respetarla y dejarla ir aunque eso significara un tremendo sufrimiento
para mí. Dudé en comenzar una nueva búsqueda del amor porque aún la
quería muchísimo, pero entonces apareciste tú en un momento de mi vida
que jamás hubiera imaginado enamorarme otra vez, ni mucho menos, de una
pirata… Pero me enamoré perdidamente de ti.

—¿Aún sigues amando a Elizabeth? —preguntó sin mirarlo. James,
nostálgico, dirigió su vista hacia la ventana que se encontraba a su
izquierda.

—Elizabeth sigue estando en un lugar muy especial en mi corazón… —miró a
Jacky y sonrió—. Pero es a ti a quien amo y nada ni nadie podrá cambiar
nunca eso. Cada mañana que me despierte y te encuentre a mi lado, mi
amor por ti crecerá aún más.

Lanzándole una mirada significativa, frunciendo el seño, la mujer pirata
volvió su atención hacia él.

—Aunque pienses lo que piensas de mí, me sorprende saber lo cursi que
puedes llegar a ser /¿savy?… /Y yo que siempre pensé que Will era el
cursi… ¿Qué te parece si nos dormimos de una vez? —propuso mientras se
volvía a acostar y se cubría con la frazada dándole la espalda a su
confundido admirador. Éste se le había quedado mirando por un rato hasta
que una sonrisa nació en su rostro.

—Dime una cosa, Jacky… —quiso saber—. ¿Cómo es que lograste aprender a
utilizar los cubiertos tan bien? ¡Hasta supiste cuáles eran para la
sopa, la carne o el postre!

Orgullosa por aquellos halagos, Jacky se volvió para mirarlo sonriente
mientras colocaba el codo sobre la almohada y apoyaba su cabeza sobre la
mano.

—Pues…, practiqué —fue la sencilla respuesta—. Sabía que querías a una
fina dama en tu casa y quise darte gusto.

Sonriendo y sintiéndose muy agradecido por los esfuerzos de Jacky por
ser una dama (que seguramente deberían haber sido muy grandes), James
posó suavemente la mano sobre la mejilla de su amada y le dijo:

—Trata de no darme gusto muy seguido, Jacky; yo me enamoré de una
pirata, no de una fina dama…

Aunque jamás lo hubiera admitido frente a nadie, el corazón de la
capitana del /Perla Negra/ comenzó a latir a gran velocidad en cuento
escuchó aquellas palabras tan sinceras pronunciadas por aquel regio
comodoro que la aceptaba tal cual era ella. Nuevamente él comenzaba a
tomar aquel pequeño lugar que ella le había otorgado en algún momento
durante la pasada aventura de la Maldición del Anillo de la Calavera.

Lentamente, y mientras cerraban los ojos, Jacky y James se besaron
dulcemente en la boca. Luego de unos momentos separaron sus labios y él,
que la miraba amorosamente, le dijo:

—Hasta mañana, mi querida pirata…, y gracias por haberme hecho el hombre
más feliz sobre la tierra. ¡No sabes lo mucho que agradezco tu presencia
en mi vida!

Lo único que atinó a hacer la aludida, era sonreír forzadamente sin
poder evitar sentirse culpable.

Durante todas las horas que la capitana Jacky Sparrow permaneció al lado
de James, quien dormía tranquilamente a su lado, se dedicó a tomarse lo
que quedaba de la botella de Whisky mientras pensaba que las cosas se le
estaban yendo de las manos. En un principio no le hubiera importado ni
pizca lastimar los sentimientos del comodoro, pero, a medida que él iba
demostrándole su gran amor y devoción, ella comenzaba a preocuparse por
que él no descubriera su engaño. ¡No quería verlo sufrir por su culpa!
Todos sus planes de eliminar a su "hermanito", obtener el /Perla Negra/
y piratear libremente por el Caribe, ya casi no significaban nada para
ella al lado del cariño sincero que le profesaba Norrington. Debía
admitirlo, así fuera en contra de su orgullo masculino, ella amaba a
James y tenía un miedo horrible de lastimarlo.

"Te estás comportando como un estúpido sentimental, Jack Sparrow —se
dijo a sí misma—, ¿te das cuenta de lo que estás pensando? ¡Estás
admitiendo que amas a un hombre!".

Y en ese mismo momento, acordándose repentinamente de algo, la capitana
Sparrow salió del lecho de James apresuradamente y se arrodilló para
comenzar a buscar a tientas sus ropas de pirata que había escondido bajo
la cama, y una vez que las encontró, esbozó una sonrisa y las sacó de allí.

Pero no eran aquellas sucias y harapientas ropas las que quería, sino un
objeto especial que le permitiría saber lo que deseaba su corazón y así
poder poner en orden sus propios sentimientos y pensamientos.

—¡Aquí está! —festejó murmurando mientras tomaba entre sus manos el
objeto de sus deseos.

Con manos temblorosas por no saber lo que se encontraría, la pirata
abrió la tapa de la brújula mágica y se fijó en ella para ver hacia
dónde apuntaba. Grande fue su sorpresa cuando vio que la aguja giraba
como loca hacia todas direcciones revelando que su corazón estaba
seriamente confundido.

Con la sonrisa huyendo de su bello rostro moreno, la mujer se sentó
sobre sus talones y dejó caer las manos con la brújula sobre su regazo.

—… Interesante… —murmuró con desagrado—, muy interesante… —y miró
detenidamente a James.

Totalmente ofuscada, la "hermanita" del capitán Jack Sparrow, se vería
obligada a decidir aquella noche, por sí misma, entre seguir con su
plan, quedarse definitivamente con James o desaparecer completamente de
su vida.

Media hora antes de que el comodoro Norrington se despertara, Jacky
salió a hurtadillas de su habitación (no sin antes asegurarse de que no
hubiera ningún criado cerca) y se dirigió a su propio dormitorio. Una
vez dentro, se metió a la cama y procuró dormir a pesar de la cantidad
de pensamientos que la acosaban respecto a su futuro, pero por mucho que
lo intentó, no lo logró, así que decidió levantarse y comenzar a
vestirse como pudiera entes de que Jane, la criada que estaba bajo su
cargo, llegara para despertarla e intentara ayudarla a ponerse el vestido.

La noche anterior, la pirata había logrado con gran éxito disuadir a la
joven y poco lúcida sirvienta de que no la ayudara a vestirse tras el
bastidor y se dedicara a acomodar sus nuevos vestidos —cosa que Jane no
se opuso para nada, puesto que le encantaban los vestidos— para luego
entonces la ayudara a peinarse el oscuro cabello (que en eso sí no podía
negar la ayuda de nadie). Teniendo varios tatuajes y algunas cicatrices
en casi todo el cuerpo, Jacky siempre había procurado usar chal sobre
sus hombros y largos guantes en las manos, tratando de tapar sus nada
femeninos adornos ante los ojos del resto de la gente.

Hasta que la capitana estuvo debidamente vestida, la criada aún no había
aparecido, quien seguramente se había hecho la idea de que la señora no
iba a levantarse tan temprano o simplemente la propia criada se había
dormido, así que decidió bajar al comedor para darle una grata sorpresa
al comodoro Norrington, a quien creía encontrar desayunando bajo su
elegante estampa de oficial de la marina.

Cuando llegó, se dio con que el criado que respondía al nombre de
Charles, se encontraba limpiando la mesa.

—¿Qué hace levantada tan temprano, señorita Watson? —preguntó el
mayordomo algo sorprendido pero sin perder su pomposa personalidad—. Son
apenas las seis de la mañana.

—No podía dormir pensando en James… —bromeó la pirata al tiempo que se
dirigía a la mesa con la intención de sentarse y disfrutar del delicioso
desayuno compuesto por té, leche, pan, mantequilla y mermelada.

Acostumbrada a tomar asiento sin que nadie hiciera alardes de
caballerosidad, Jacky casi se cae al suelo cuando el mayordomo le corrió
la silla para que se sentara, pero, gracias a los rápidos instintos
adquiridos durante toda su vida de pirata, logró evitar el bochorno
aferrándose rápidamente a la mesa y al espaldar de la silla.

Luego de pedirle perdón en reiteradas ocasiones, el afligido mayordomo
la ayudó a sentarse, y, luego de servirle el desayuno, pretendió
retirarse para ir a despertar a Jane para que peinara el desastroso
cabello de la dama.

—¿En dónde está el comodoro Norrington? —Jacky le preguntó de repente
mientras mordía un pedazo de pan abundantemente embadurnado con
mermelada y mantequilla—. ¿Cuándo bajará a desayunar?

Deteniéndose en el umbral de la puerta, éste la miró algo perplejo.

—Ya se ha retirado, señorita Watson. Zarpará con su flota dentro de poco
y no creo que volvamos a verlo por un buen tiempo.

Quedándose boquiabierta, aquellas sencillas palabras le habían revelado,
como el repentino destello de un rayo, lo que realmente deseaba su
corazón, y, sacando rápidamente la extraña brújula de entre sus ropas,
notó sorprendida que la aguja apuntaba hacia el puerto. ¡Era a James a
quien deseaba! ¡No al /Perla Negra/!

—… ¡Maldición…! —murmuró la pirata mientras se levantaba súbitamente de
su asiento y salía corriendo fuera del comedor dirigiéndose
inmediatamente hacia la puerta de salida. Tanto ímpetu había usado en su
escapada, que provocó la caída al suelo de todo un juego de porcelana
que la avinagrada señora Kinderhouse llevaba en una bandeja y que recién
había acabado de lustrar.

Tanto el criado como el ama de llaves se quedaron mirando atónitamente
hacia la puerta de calle que la "fina dama" había dejado abierta tras su
huracanado paso.

Mientras el fuerte viento azotaba una y otra vez la magnífica puerta de
madera, el ama de llaves exclamó:

—¡Por Dios santo! ¡Qué manera tan atroz de comportarse! ¿Qué pasó?

—Le dije que el señor Norrington se había marchado.

El terrible viento que corría sobre Port Royal era lo suficientemente
fuerte como para desanimar a más de un comerciante a abrir sus negocios,
los pescadores miraban hacia el cielo e intuían un temporal poco apto
para una pesca segura, y los pocos habitantes que habían tenido la
osadía de salir a la calle se dieron con la inesperada sorpresa de ver
correr con todas sus fuerzas a una mujer de buen vestir que llevaba sus
oscuros cabellos alborotados por el vendaval. Jacky, quien no era otra
la mencionada mujer, se había puesto en camino a toda velocidad hacia el
muelle con la firme convicción de detener al comodoro Norrington en su
misión de acabar con el escurridizo capitán Jack Sparrow, a quien ella
había traicionado.

No quería que se topara con él, no quería correr el riesgo de que su
querido comodoro se enterara de sus antiguas malas intenciones para con
él, ya que su antigua indiferencia había desaparecido casi por completo
para ocupar su lugar un sincero cariño que iba naciendo poco a poco en
su interior a pesar de querer negarlo con todas sus fuerzas. ¿Para qué
negarlo? ¡Amaba a ese hombre! ¡Y si quizás su propia existencia como
flamante mujer fuera quizás un capricho del destino o la manera de
romperse que tenía el hechizo, ¿qué demonios importaba?! ¡Si ella era o
no el verdadero capitán Jack Sparrow o un triste reflejo de su anterior
existencia como mujer, ¿qué demonios importaba?! ¡Aquella vida que
parecía tan vieja ahora le parecía completamente nueva al saberse dueña
de su propio destino! ¡Aquella inseguridad que había comenzado a
gobernar poco a poco su corazón al saberse diferente a su par masculino,
había comenzado a desaparecer imperceptiblemente bajo el amor y la
protección de tan gentil caballero! James tenía sus momentos, claro,
pero lo compensaba enormemente con su sentido del honor y su nobleza.

"¡Al diablo! —pensaba mientras corría a toda velocidad por las calles
del pueblo— ¡Aunque piensen lo que piensen los demás, me importa un
bledo! ¡Amo a ese tonto oficial y que todo lo demás se vaya por la borda
y que me condenen al averno!".

El viento seguía soplando con verdadera fuerza cuando negros nubarrones
en el horizonte parecieron amenazar con una feroz tormenta. Para cuando
Jacky logró llegar al puerto, unas cuantas gotas ya habían comenzado a caer.

Mientras tanto, a poca distancia de allí, los tripulantes de las dos
naves ya casi habían terminado con todo lo concerniente a preparar los
aparejes para la inevitable travesía. Los oficiales de rango más alto
veían con cierta preocupación la proximidad de la tormenta que parecía
prometer ser bastante tempestuosa.

—¿Cree que sea prudente zarpar con este temporal, comodoro? —preguntó el
teniente Gillette a su superior, quien permanecía estoicamente de pie a
su lado. Ambos se encontraban sobre el puente de la nave insignia.

—Con peores tempestades nos hemos hecho a la mar, teniente Gillette, no
debe preocuparse por semejante nimiedad —se volvió resuelto hacia su
subordinado—. No pienso perder la oportunidad de ponerle las manos
encima a Jack Sparrow y llevarlo a la horca.

El teniente lo miró un tanto consternado, aquella repentina convicción
de parte de su superior a pesar de haber fracasado con anterioridad
respecto a la captura de tan escurridizo pirata, lo hacían preguntarse
una y otra vez sobre el origen de las pistas que sabía el comodoro
acerca del paradero del mencionado delincuente.

Y cuando ya estaba a punto preguntarle acerca de aquella misteriosa
información, uno de los marineros que estaba trepado a uno de los
mástiles del otro barco, grito:

—¡¡Comodoro Norrington!! ¡¡Allí!! ¡¡Es una mujer y viene corriendo hacia
aquí!!

—¡¿Cómo?! —se sorprendió el aludido mientras se aferraba a la barandilla
del puente junto a un igualmente extrañado Gillette.

—¡Mire, Señor! ¡Es Katrina Watson! ¡Su prometida! —exclamó el joven
oficial quien no cabía en su asombro, quien ya estaba al tanto del
futuro compromiso de su superior gracias a que él mismo se lo había
mensionado.

No hay palabras para describir lo que James sintió cuando vio que la
mujer que más había amado en toda su vida corría sin detenerse un solo
segundo para recobrar algo de aliento, con toda su elegante ropa mojada
y los zapatos sucios por el barro, los cabellos morenos meciéndose con
el viento y sus manos agarrando torpemente las faldas de aquel odiado
vestido. Había cierta preocupación en su hermoso rostro moreno, no el
que presagiaba desgracias, sino esa que solamente saben tener las
personas que tienen alguna aflicción proveniente del corazón.

Extrañado y hasta un poco preocupado pero sin evitar ponerse feliz de
volver a ver a su amada pirata, James bajó a cubierta y se dirigió
rápidamente hacia la tabla hasta poner los pies sobre el puerto en donde
Jacky había llegado al mismo tiempo justo para detenerse frente a él tan
cansada que parecía a punto de perder el sentido.

—¡Pero, Jacky! ¿Qué ha pasado? ¿Por qué vienes corriendo de esa manera?
—quiso saber el comodoro mientras trataba de sostenerla.

Respirando el aire a bocanadas, nuestra protagonista apenas podía
sostenerse en pie, y encorvada, apoyaba una de sus manos sobre una de
las rodillas mientras que con la otra le pedía a James en silencio que
la esperara.

Cuando al fin pudo recuperar algo de su fuerza, murmuró a modo de reproche:

—… E-eso me pasa por beber tanto ron…

—¿Cómo dijiste? —quiso saber el oficial.

La mujer alzó la cabeza y lo miró directo a los ojos.

—… Di-dije que no te vayas…

—¿Eh? ¿Y por qué no quieres que me vaya?

Incorporándose esta vez del todo, Jacky se aproximó aún más a él y alzó
los puños con los dedos índices extendidos, indefinidamente apuntando
hacia arriba o hacia el comodoro, como siempre solía hacer para poner
más énfasis en sus palabras.

—Tú solo hazme caso, ¿si? Te estoy pidiendo que no cometas algo
increíblemente estúpido.

—¿Te refieres a ir en busca de Jack Sparrow? ¡Pero, mi querida Jacky!
¡Ahora que sé su paradero exacto no pienso perder la oportunidad de
capturarlo! —La miró de reojo, con cierta sospecha en sus ojos—… ¿Acaso
no era cierto todo lo que me dijiste acerca de sus deshonestas
intenciones para contigo?

—¡No! ¡Todo eso es cierto! ¿Pero has visto el mal temporal que hay? —le
dijo mientras miraba a su alrededor y extendía los brazos—. ¡Sería una
locura zarpar bajo estas condiciones! ¡Tu flota podría zozobrar!

James sonrió.

—Jacky, ¿es que realmente estás preocupada por mí?

La aludida bajó los brazos y volvió su seria mirada hacia él. Quería
decirle que sí, deseaba hacerlo, pero su arraigado orgullo masculino que
aún subsistía en ella se lo estaba impidiendo. Aún no podía ser
totalmente sincera con su querido Norry, así que no le quedaba otra cosa
más que seguir fingiendo.

—Tal vez sí, tal vez no. ¿Quién sabe? —le respondió mientras se encogía
de hombros—. Pero lo que sí sé es que no quiero que zarpes ahora… —lo
miró de soslayo—. Si dices que tanto me quieres, no partas, hazlo por mí…

Radiante de felicidad, el aludido la tomó suavemente por el mentón y la
obligó a levantar la cabeza para mirarlo a la cara.

—Mi querida Jacky, esto no solamente lo hago por ti, también lo estoy
haciendo por mi deber, por la obligación de mi puesto como protector de
Port Royal. Prometí liberar estas aguas de todo aquel que infringiera la
ley de la Corona Inglesa, así que me veo obligado a ignorar tu pedido y
seguir adelante con mi deber como oficial de la Armada.

—¿Pero vas a salir con este temporal? —insistió.

Norrington miró hacia el cielo gris y tormentoso.

—Ya he estado en peores situaciones que esta —le dijo mientras bajaba la
cabeza y la miraba—. Tú eres una pirata y sé que sabrás que esta
tormenta no significa nada para alguien que ha pasado toda su vida
navegando aún en los peores momentos. Además, sé que Jack Sparrow jamás
imaginaría que alguien lo atacara justo en un momento así. Debo
aprovechar esta oportunidad única para atraparlo ya que sé que no
volverá a presentarse tan fácilmente otra vez… —en sus ojos había tanto
determinación como tristeza—. No puedo acceder a tu deseo por el
momento, pero te prometo que te devolveré con creces este desaire…

La abrazó repentinamente y la estrechó suave y firmemente contra su
pecho. Sorprendida pero muy desilusionada a la vez, Jacky también lo
abrazó después de unos segundos.

—Voy a extrañarte como no tienes idea, mi amor —le dijo aquel tozudo y
enamorado oficial—, el pensar que deberé sepárame de tí me rompe el
alma… ¡Pero el verte llegar de esa manera me llenó de felicidad y
esperanzas al creer que realmente me amas en algún lugar de tu corazón!

Sin separarse de él, Jacky abrió enormemente los ojos.

—¿Creíste que no lo sabía? —le dijo él sin apartar su cabeza de la de
ella—. En algún lugar de mi mente había una pequeña vocecilla que
siempre me advertía que me cuidara de ti, que algo traías entre manos y
que lograrías hacerme un daño irreparable, que solamente estabas conmigo
para utilizarme a tu antojo como si fuera un simple juguete que luego
echarías a la basura una vez que te aburriera o no te sirviera… —la asió
con más fuerza, su voz, otrora tan estoica, ahora revelaba las emociones
más tiernas de la que era capaz de expresar—. Pero, poco a poco noté que
algo en ti había comenzado a cambiar, tus maneras pronto comenzaron a
ser verdaderas y había una especie de verdadero cariño para conmigo en
tus miradas… Creí tener que esperar mucho tiempo hasta ver que realmente
me amabas, ¡pero todo se ha dado tan maravillosamente rápido que apenas
puedo creerlo! Y aunque nunca puedas decirme con tus propios labios que
me amas, sé que lo haces y eso me llena de felicidad… —la apartó
suavemente y la miró a la cara, sus ojos verdes estaban gobernados por
las lágrimas.

—¡Te amo, jacky! ¡Te amo con toda mi alma y mi corazón! ¡Quiero que lo
sepas por si acaso no regreso jamás!

Ella se aferró a los brazos de su amado, y, aunque quiso evitarlo, las
lágrimas comenzaron a huir de sus ojos oscuros. ¿No volver a verlo
jamás? ¿Muerto y perdido para siempre en el fondo del mar? ¿Acaso era
ese su destino como su futura compañera? ¿Esperar un regreso triunfante
de sus arriesgadas misiones o una eterna y dolorosa espera en el puerto
sabiendo que jamás volvería a verlo? ¡No! ¡No quería saber siquiera de
una posible muerte! ¡Él tenía, no, él debía permanecer vivo para amarlo
con todo su ser! Pero… ¿era posible hacérselo saber? ¡Oh, orgullo!
¡Cuántas veces por haber sido escuchado has guiado a todo quien te oyera
hacia el camino equivocado!

Mientras él comenzaba a apartarse lentamente de ella, Jacky quiso
hablar, pero las palabras se negaron a salir de su boca. Cuando tan solo
estaban tomados de las manos, intentó pedirle que no se fuera, pero tan
solo un susurro inaudible salió de sus labios.

—Deséame suerte, mi querida Jacky —le oyó decir con una voz que le
parecía muy lejana—. Adiós…

Y el noble comodoro se despidió con un tierno beso en la frente la
pirata, sonriendo luego con una sonrisa entre forzada y resignada.

—… ¡No…! —exclamó ella con un tenue balbuceo que se perdió entre el frío
sonido del viento mientras sentía cómo la mano de James se escapaba de
entre las suyas dejándolas extendidas y suplicantes en el vacío.

Y así, la capitana Jacky Sparrow, quien antes había sido el afamado
capitán Jack Sparrow del /Perla Negra /ya que ahora aceptaba de buena
gana su nueva vida, vio cómo el único hombre que había sido capaz de
amarla y ser finalmente retribuido por ella, subía a la nave insignia
dispuesto a cumplir con su promesa y su deber a pesar de todo.

"¡Testarudo! —pensó entre molesta y desesperada— ¡Eres un tonto
testarudo! ¡vete si quieres, no me importa!".

Pero sí importaba, importaba porque sabía que lo amaba, y aunque estaba
segura de que Jack jamás respondería al ataque y huiría sin hacerle daño
alguno, la tormenta podría acabar con la vida de su Norry y la posible
captura de su "hermanito" podría acabar con el amor que sentía él por
ella en cuanto supiera la verdad acerca de la apuesta. Y por supuesto,
Jacky no quería que sucediera ninguna de las dos cosas.

Y mientras el fuerte viento se encargaba de apartar los navíos poco a
poco pero sin detenerse desde el muelle hacia las profundas aguas del
mar, la triste pirata deseaba con todo su corazón que su Norry regresara
sano y salvo a sus brazos.

/*En memoria de mi querido Maranga, muerto el 28 de Marzo del 2008, mi
amado perrito que siempre me acompañó durante varios años en el trabajo
que tanto detesto. Ahora que te han apartado tan brusca e injustamente
de mi lado, mi soledad será muy grande cuando ya nunca más volveré a
verte a mi lado.*/


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