Fanfic Piratas del Caribe -El Libro del Destino- *Capítulo 9: Inesperado*

                                               Resumen de la historia: El capitán Jack Sparrow comete el gran error de ponerse un anillo maldito que lo transformará en mujer y le traerá un sin fin de problemas tanto a él como a quienes lo rodean, amigos y enemigos. Una elección que cambiará la vida y los destinos de todos, en especial del Comodoro James Norrington y el mismo Jack. Esta historia está ambientada después de la primera película y desarrollada durante la segunda y tercera película. Una historia larguísima pero muy entretenida, con drama, humor, acción y romance. ¡Que la disfruten!



*PIRATAS DEL CARIBE: EL LIBRO DEL DESTINO*

SEGUNDA PARTE: NO TODO LO QUE SE PLANEA SALE BIEN

¡Jack y Jacky se separaron! ¡ahora son 2! ¡Un hombre y una mujer! ¡Doble problemas para todos! ¿Lograrán cambiar sus destinos y el de los demás? Continuaciòn de La Maldición del Anillo de la Calavera. James y Jacky pasan su primera noche juntos...¿pero será la última?

Género: drama, amistad, acción, suspenso, humor, romance, violencia, aventura, fantasía, erotismo
Pareja: Jacky Sparrow/James Norrington. Elizabeth Swan/Will Turner
Personajes: Jack Sparrow/Jacky Sparrow, James Norringon, Elizabeth Swan, Will Turner, Hector Barbossa ¡y muchos más!
Calificación: para mayores de 18 años
Cantidad de palabras: variable
Duración: 67 capítulos la primera parte, 57 la segunda parte y 51 la última parte.
Estado: finalizado
Escritora: Gabriella Yu
Mi estilo: estoy influenciada tanto por el anime, los dramas asiáticos y la literatura universal. Me gusta hacer pasar a los personajes por duras pruebas.
Aclaraciones: Esta historia la escribí hace más de 10 años, es muy entretenida, no se arrepentirán de haber perdido el tiempo en leerla. Le tengo mucho cariño porque fue una rara mezcla que logré hacer con el drama, humor y acción. 
IMPORTANTE: contiene escenas subidas de tono XD


*Capítulo 9: Inesperado*


—Jacky¿eres tú? —volvió a decir, mirándola con ojos suplicantes—. Dime,
por favor que eres tú…

En ese momento, Jacky Sparrow no supo qué decir. Por primera vez en su
vida se sintió tremendamente confundido o… confundida; por una parte
quería seguir divirtiéndose con él, pero por otra, se moría de ganas por
rebelarle su verdadera identidad y acabar con todo de una buena vez.

James la asió con más fuerza, más lágrimas comenzaron a resbalar por su
rostro pulcramente afeitado y empolvado. Su semblante era tan triste y
suplicante, que a ella se le hacía muy difícil poder contenerse.

—Te lo suplico, Jacky, ya no puedo soportar por más tiempo este
infierno, dime que eres tú…

La capitana del /Perla Negra/, que hasta ese entonces había permanecido
un tanto cabizbaja, se animó a mirarlo directamente a los ojos y,
entonces, todo ruido que había a su alrededor pareció esfumarse: las
voces, la música, las risas, todo. Solamente pudo escuchar entre el
absoluto silencio la penosa súplica de Norry, conmoviéndola, haciéndola
dudar. ¡Estúpidos sentimientos femeninos¡Ahora tan solo pensaba en
abrazarlo, besarlo y consolarlo¡Sus maléficos planes ya no tenían cabida
alguna en sus pensamientos!

—Jacky… —murmuró dolorosamente rozando suavemente con su mano la
temblorosa mejilla de la pirata—, dímelo por favor, te lo pido, te lo
suplico…

Jacky Sparrow jamás supo lo que podría haberle dicho a Norry en aquel
momento, seguramente le hubiera revelado su identidad, pero el destino
quiso que antes de que la pirata pudiera responderle, una gran
exclamación de sorpresa se dejó escuchar por todo el salón, seguida lugo
por un largo coro de murmuraciones, interrumpiéndolos.

Aprovechando aquel confuso momento y que el comodoro Norrington había
desviado momentáneamente su atención hacia aquella irregularidad, Jacky
Sparrow se escabulló rápidamente entre los invitados, dejando bastante
desorientado al distraído oficial, quien comenzó a mirar hacia todos
lados tratando de encontrarla.

Caminando a gatas por el piso, la capitana no pudo evitar la tentación
de husmear a través de las faldas de las finas damas de sociedad,
provocando a su paso, que cada importunada mujer diera un respingo por
el susto. Más de una vez la atolondrada pirata recibió su merecido con
una buena tanda de sombrillazos propinada por alguna ofendida dama.

A medida que iba mezclándose con la gente y alejándose de Norry, a la
pirata comenzó a prestar atención a las murmuraciones que habían
interrumpido oportunamente a Norry y que seguían en boca de los
invitados: "¿Quién será esa belleza?", "¡Dios mío, jamás vi a una dama
tan fina en mi vida!", "¿Quién será esa señora tan hermosa?", "¡Esa
mujer es muchísimo más bella que la hija del gobernador!". Aquella
última observación tan poco decorosa, llamó poderosamente la atención de
nuestra protagonista, quien se irguió y alzó la cabeza para buscar a la
joven en cuestión, hasta que la vio.

Tanto su boca como sus ojos se agrandaron enormemente al ver a la mujer
más hermosa que había visto en toda su vida de pasados galanteos cuando
era un hombre.

Dorados bucles sedosos caían graciosamente sobre su aterciopelada
espalda semidesnuda, una sensual boca carmesí parecía querer regalar
besos inolvidables a quien fuera el afortunado merecedor de ellos, sus
encendidos ojos azules rebelaban una gran inteligencia y pasión, y, su
hermoso y delicado rostro de ángel, parecía iluminar todo el salón con
su resplandor. La esbelta figura de la orgullosa joven estaba envuelta
con finas sedas y suave raso color celeste, las proporciones del busto,
cintura y cadera eran más que perfectas, sus maneras suaves y andar
elegante y majestuoso iban acompañados por las delicadas ondulaciones de
las largas plumas blancas que adornaban su tiara y abanico. Toda ella
era un espectáculo imposible de no admirar.

Todo el mundo se hacía respetuosamente a un lado para dejar pasar a
aquella belleza que inspiraba gran admiración por parte de los hombres
y, gran envidia por parte de las mujeres. Tal acontecimiento había
llamado la atención tanto del gobernador Swann como la del disfrazado
capitán Jack Sparrow, quienes recién habían ingresado al salón luego de
haber hechos sus respectivos y aburridos "negocios" en la sala de estar
de dicho gobernador. No hay palabras para explicar la expresión de
sorpresa que pusieron los dos al ver la razón por la que todo el mundo
había enloquecido.

"¡Ese bombón tiene que tener el placer de ser saboreado por este fino
caballero de fortuna!" —pensó el obsceno pirata.

Hasta el joven Will Turner había quedado prendado de la irreal belleza
de la dama recién llegada, para el desagrado de su prometida Elizabeth,
quien miraba impotente aquella angustiosa escena.

Unos instantes después de aquel inesperado acontecimiento, los músicos
lograron dominar sus propias mentes y comenzaron a tocar nuevamente sus
instrumentos. Poco a poco todo comenzó a retomar el ritmo normal de la
velada, los invitados comenzaron a espabilarse y entonces los hombres
intentaron "luchar" por el derecho a invitar a bailar a la recién
llegada, (para el completo desencanto de toda la concurrencia femenina).

A todos ellos la joven rechazó amablemente mientras recorría el salón en
búsqueda de una persona en especial: el comodoro James Norrington.

En un momento dado, Jack logró divisar a su querida "hermanita" Jacky,
que estaba escondida entre la multitud, mirando a hurtadillas a la
recién llegada. Disimulando un tanto y robando otro poco las joyas de
las incautas damas, el supuesto español comenzó a acercarse a la pirata,
que dicho sea de paso, también se encontraba sustrayendo hábilmente
algunas baratijas.

—¿Viste a esa hermosura? —le preguntó en cuanto se paró a su lado,
mirando de reojo a la dama recién llegada, que como ustedes sabrán, no
era otra más que Isabel Jacobson.

—¿Crees que estoy ciego¡Por supuesto que la ví!

—Voy a conquistarla con mi inigualable personalidad.

—Eso será si yo no la cortejo antes…

—¿Tú? —inquirió Jack incrédulo y con tono burlón—. ¡Pero si tú eres una
mujer!

—¿Y qué con eso? —replicó muy ufana—, con que conozca mi exuberante
personalidad caerá rendida a mis pies. Estoy seguro que le gusta las
"experiencias nuevas".

—¿Te tomaste agua bendita en vez de ron? —Le refutó, incrédulo.

—¡No¡Tú eres el que está hablando tonterías!

Entonces, los dos se miraron desafiándose bravamente, ninguno quería
cederle al otro la hermosa presa que se disputaban. No pronunciaron ni
una sola palabra hasta que Jacky rompió el silencio.

—¿Apostamos?

—¡Apostamos!

—Si gano, tienes que ser mi paje de cámara por un mes.

—Igualmente.

Y se tomaron de las manos con un fuerte apretón, sellando la apuesta
oficialmente, e inmediatamente se dirigieron hacia su objetivo con
decisión y gran confianza.

Lo que ellos no habían notado, era que la mujer en cuestión, a medida
que iba abriéndose paso entre la multitud de curiosos, rechazaba sin
ningún reparo cualquier hombre que se animara a invitarla a bailar, así
que cuando nuestros piratas disfrazados de españoles lograron llegar
hasta ella, corrieron con la misma suerte que los demás.

—¿Me concedéiz el honor de bailar ezta pieza conmigo, zeñorita? —le
preguntó el impertinente Jack Sparrow en cuanto se le puso en frente
haciéndole un saludo exageradamente ceremonioso.

Isabel lo miró con gesto despectivo —como quien mira a una sucia
cucaracha— y siguió de largo, ignorándolo completamente, pasando a su
lado como si éste no existiera, dejándolo boquiabierto y humillado.
¿Cómo era posible tal desplante¿Quién era esa mujer que tenía la osadía
de rechazar a semejante semental marinero? Esa actitud no había hecho
más que acrecentar su interés por ella.

Burlona, Jacky se paró a su lado y le dijo con tono condescendiente:

—Creo que tu magnética personalidad se estropeó con tanta agua salada,
hermanito¿Por qué no observas al maestro¡Te caerás de espaladas!

Con su característico y extraño andar, la orgullosa pirata se dirigió
muy ufana hacia la recién llegada bajo la mirada expectante y molesta de
su "hermano". En cuanto tuvo a la extraña y fina dama a su alcance,
Jacky inició sus obscenas intenciones.

—¿Acazo no le guztariaiz bailar con una excepcional mujer como yo y
tener una experiencia inolvida…?

Isabel pasó de largo sin dejarla terminar de hablar, pero, además le
dirigió una extraña mirada inquisidora —como si pudiera observarla
detrás de la máscara— antes de ignorarla totalmente y seguir con su camino.

Jacky se quedó bastante perpleja, pues no le había gustado en nada cómo
lo había mirado aquella mujer. Entretanto, Jack, hinchado de gusto
malsano, se acercó para burlarse de ella.

—Creo que más que maestro, eres un simple grumete de agua dulce,
"hermanita".

—¡Bah! Di lo que quieras… —luego agregó con preocupación—. No me gustó
nada la forma en que me miró, es como si tuviera todo el odio del mundo
concentrado en sus ojos… Hasta sentí que la había visto antes.

—Interesante, interesante… —el pirata se meció la barbilla, que
extrañamente se encontraba limpia y cepillada—. Yo también sentí lo mismo.

A todo eso, el comodoro James Norrington se encontraba buscando aquí y
allá un tanto desconcertado por la repentina desaparición de la supuesta
dama española. Aún no se había dado cuanta de la presencia de la recién
llegada, sino hasta el último momento. Estaba de espaldas cuando ella se
detuvo detrás de él y, cuando James se dio media vuelta, se sorprendió
enormemente al verla. ¡Jamás había visto a una mujer tan hermosa!

A Isabel no se le notaba, pero estaba tan nerviosa y excitada, que
sentía que se iba a desmayar allí mismo.

Recuperando apenas el dominio de su ser, luego de varios segundos que
parecieron interminables para ambos, James se apresuró a inclinarse
ceremoniosamente ante ella y tomarle la mano para besársela
delicadamente. Isabel se estremeció hasta la punta de los cabellos al
sentir aquel dulce contacto que había anhelado durante tantos años.

—Encantado de conocerla, señorita. Me presento: soy el comodoro James
Norrington. ¿Puedo tener la fortuna de saber el nombre de tan
encantadora y fina dama?

La pobre mujer no cabía en sí de gozo¡jamás en su vida después de sus
ocho años había recibido un trato tan suave y caballeroso! Luego de unos
momentos de silencio, ella logró responderle con suave firmeza, logrando
ocultar el temblor en su voz.

—Comodoro James Norrington, es un afortunado placer el conocerlo, pero
le revelaré mi nombre en cuanto usted me haya invitado a bailar la
siguiente pieza musical.

James sonrió amablemente.

—Con mucho gusto me encantaría invitarla a bailar la siguiente pieza,
señorita.

Y ante la sorpresa de todo el mundo, en cuanto se inició la nueva pieza,
la flamante pareja se unió junto a los otros bailarines y comenzaron a
danzar al compás de la música una vieja pieza del siglo pasado:
/"Daniele"/ de Giacomo Carissimi

Todos los presentes comenzaron a preguntarse quién sería aquella mujer y
por qué había escogido al comodoro Norrington de entre tantos
pretendientes, con mejor condición social que él o hasta más guapos, que
habían solicitado su turno con ella. Pero de entre todos los
sorprendidos, eran Jack y Jacky los que más afectados que estaban por
ello: uno, porque le podría echar por la borda sus sucios y
maquiavélicos planes, y una, porque por primera vez en su vida como
mujer, comenzaba a sentirse terriblemente celosa, (aunque no estaba
dispuesta a demostrárselo a nadie, sobretodo a Jack).

—¡Esa belleza nos quiere arrebatar la presa! —se quejó el capitán del
/Perla Negra/, pero enseguida agregó con un tono más bien libidinoso:

—… ¿Pero quién sería lo suficientemente eunuco para negarse a semejante
diosa…?

Jacky lo asesinó con la mirada y, cuando volvió su vista hacia la
susodicha pareja, murmuró furiosa:

—Maldita $& Ç&$&$Ç... Me las va a pagar todas juntas…

—¿Qué dijiste?

—Nada…

Y mientras ambos miraban impotentes aquella romántica escena, James e
Isabel seguían bailando elegantemente para la satisfacción e
incredulidad de los concurrentes.

Para Isabel era un sueño hecho realidad¡por fin bailaba con su amado
james como hombre y mujer¡Oh¡Si tan solo pudiera vivir así con él por el
resto de su vida…! No como un serio oficial de la armada representando
el papel de un hombre que no lo era. Soñaba con el momento de confesarle
la verdad y pedirle que se casara con ella y así poder vivir felices
para siempre…

Isabel dio un suspiro imperceptible. Claro que primero estaba su deber,
y ese deber debía ser cumplido sin demora alguna; tenía que acabar con
la vida de quienes le habían arrebatado a su familia y su felicidad,
aquellos sucios piratas, ese maldito Jack Sparrow… ¡Menos mal que el
hechizo se había roto y "Jacky" había desaparecido para siempre y
también su extraña influencia sobre James! No comprendía cómo su amigo
se había "encariñado" con semejante prospecto de mujer.

Ajeno a todos aquellos pensamientos, James se ocupaba de los suyos
propios, dejándolos volar libremente…

"Es gracioso —pensaba—, jamás me hubiera imaginado soñar de esta manera.
Desde que mi vida se tropezó con la de mi querida Jacky, he cambiado
bastante…"

Y así era, ahora sus pensamientos no consistían en la armada y el mar,
sus primeros amores, y la bella Elizabeth había dejado su pedestal
romántico para ocupar otro de completo cariño y amistad. Ahora sus
pensamientos se ocupaban completamente en dos cosas: Jacky y la
misteriosa mujer.

Los primeros pensamientos que cruzaron por su mente eran respecto a la
desconocida dama. ¿Quién era ella¿Por qué sentía que ya la conocía¿De
dónde¡Él jamás habría olvidado a una mujer así! Sin embargo…, aquellos
intensos ojos azules ya los había visto antes. ¿Por qué ella había ido
directamente hacia él para escogerlo como su pareja de baile¿Acaso lo
conocía de vista? Era sencillamente asombroso, aquella fina dama
representaba indudablemente a la mujer de sus sueños y, seguramente,
tendría muchísimas posibilidades de cumplir ese sueño con ella, pues era
casi evidente que la dama en cuestión gustaba mucho de él, pero… Ella no
le interesaba, ya no le interesaba su viejo sueño, ahora solo le
interesaba averiguar si aquella mujer española era verdaderamente su
amada Jacky Sparrow como había comenzado a sospechar. ¡Oh, caprichos del
destino¡Qué sorpresas depara hasta al más seguro de sí mismo¡Teniendo a
su alcance a la mujer soñada y él seguía prendado de una mujer alocada
que jamás había existido de verdad!

Dio un profundo suspiro. Seguramente ya habría perdido la razón¿cómo se
le ocurría que Jacky estaría de regreso con la maldición rota?

Isabel era astuta, y pronto se dio cuenta que los pensamientos de James
estaban en otro lado que no fueran en ella. Estaba furiosa, pero pudo
disimularlo muy bien.

Cuando terminó el baile, Isabel se dispuso a revelarle su identidad a su
amigo pero, la repentina aparición del gobernador Weathervy Swann, de su
hija y del prometido de ésta sobre la sima de la escalera de mármol
central para anunciar el compromiso de su hija, obstaculizó sus intenciones.

—Damas y caballeros —comenzó a decir el gobernador con su habitual tono
pomposo inglés—, supongo que ya sospecharán el motivo por el que fueron
invitados a esta elegante acontecimiento —miró cariñosamente a su hija—:
Anuncio oficialmente el compromiso matrimonial entre mi querida hija
Elizabeth y su prometido, el joven William Turner, cuya consumación del
matrimonio frente a Dios se realizará dentro de una semana.

Alegres frases de felicitaciones y aplomados aplausos —exceptuando los
groseros modales de los hermanos españoles, cuyos silbidos entusiastas y
aparatosos aplausos, recibían miradas de reprobación por parte de los
demás—, demostraron la gran aceptación de la feliz noticia por parte de
la concurrencia.

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Mientras tanto, madame Foubert, ya había tomado una decisión firme con
respecto a la propuesta amorosa del doctor Jacobson. Después de haberlo
pensado seriamente durante largo rato, había decidido, por fin, que
estaba dispuesta en convertirse en su esposa.

Con una luminosa y alegre sonrisa en el rostro, Annete, ignorando la
celebración que acontecía en el gran salón, salió del balcón y caminó
rápidamente a través de un largo y elegante pasillo adornado con una
hermosa alfombra india en el piso y finos candelabros dorados en las
paredes en dirección de una salida lateral de la mansión. Luego salió
hacia el enorme jardín principal y tomó el camino que conducía hacia la
playa, allí en donde Christian la estaría esperando. Con paso firme y
serena decisión, Annte rompería con la monotonía de lo que era su vida y
la cambiaría para vivirla con amor y entusiasmo, sin asomo de
arrepentimiento alguno, con la primera persona que había aprendido a
amar. "Y que se vayan al diablo las burlas de los demás" —pensó.

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A todo eso, en el salón principal, ya realizado el anuncio del
compromiso, el baile volvió a comenzar bajo el alegre compás de la
música de la elegante sinfónica y, para el desencanto y fastidio de
Isabel, James la abandonó para ir en busca de la extraña dama española
poder confirmar sus sospechas sobre su verdadera identidad. Norrington
sabía que era una completa locura, sabía que la maldición del Anillo de
la Calavera se había roto y el odioso Jack Sparrow había vuelto a la
normalidad. Sabía que era una completa locura, que él, un estoico
caballero, comodoro de la Armada Real Británica, custodio de Port Royal,
siguiera enamorado de un fantasma, enamorado de una mujer que jamás
había existido y, que lo peor de todo¡había sido un hombre¡Un odioso
pirata! … Pero el ser humano, a veces, es un ser irracional en sus
actos, prevaleciendo sus sentimientos por encima de la razón; y él no
iba a ser la excepción.

Y abriéndose paso entre la multitud que acudía a felicitar a los novios,
por fin vio a la española que se encontraba acompañada de su hermano e
inmediatamente fue hacia ellos.

Ninguno de los dos Sparrow se dio cuanta de que James se dirigía hacia
ellos, ya que estaban concentrados en beberse todas las copas que el
asombrado sirviente llevaba en una bandeja de plata, pero justo cuando
el comodoro estaba por llamar a la española con el nombre de "Jacky"
para ver si ésta reaccionaba con aquel nombre, Isabel lo tomó
fuertemente del brazo. Sorprendido, se volvió a ella.

—¿Quería algo, señorita?

—¿Se olvida que le dije que le diría mi nombre después de haber bailado?
Pues resulta que aún no se lo he dicho.

—Es verdad… ¿Puedo tener el honor de saber su nombre, señorita?

La joven misteriosa abrió la boca para contestarle, pero justo en ese
momento, Jacky y Jack intervinieron (deliberadamente).

—¡Comodoro Norrington¡Qué alegría volveroz a encontraroz! —exclamó la
española con exagerada afectación, pasando su brazo por bajo el brazo
del sorprendido oficial y enfureciendo a Isabel.

—¿Puedo zaber quién ez la dama? —preguntó el español mientras miraba a
la joven desconocida de una forma como si la estuviera desvistiendo.

—Justamente estaba por decírmelo cuando ustedes nos interrumpieron,
señor De Los Gorriones —replicó Norrington con cierto recelo de su
parte, pues había algo en aquel sujeto que no le agradaba en lo más
mínimo y lo le inspiraba confianza.

—¡Oh¡Cuanto lo ziento! —se disculpó con fingida actitud haciendo un
venia exagerada.

James e Isabel fruncieron el entrecejo, aquel hombre era tan vulgar,
igual que su hermana…, quien seguía colgada del brazo del comodoro para
el enfado de su amiga.

—Mi estimado comodoro Norrington —dijo la desconocida, volviéndose hacia
él mientras Jacky la asesinaba con la mirada—, con gusto le daría mi
nombre, pero no quisiera hacerlo frente a "esta gente" pues temo que no
podrá usted reaccionar como se debe.

Al escuchar "esta gente", los dos Sparrows fruncieron el ceño muy
ofendidos y disgustados al sentirse discriminados.

James parpadeó un tanto ofuscado e interesado.

—¿Acaso la conozco desde antes, mi señora?

Los capitanes del /Perla Negra/ alternaban sus miradas a medida que los
otros dos conversaban, no perdían un solo detalle de la misteriosa
conversación.

Isabel sonrió.

—Desde que éramos pequeños, James, usted ha sido mi mejor amigo.

No por nada Norrington había alcanzado el nivel de comandancia en la
armada, su ágil mente ató cabos de inmediato, y en cuanto tuvo el
chispazo de lo que podía ser la verdad, su imperturbable semblante
inglés apenas se vio afectado por aquel increíble descubrimiento.

—Isabel… ¿eres tú? —inquirió casi con incredulidad, mirándola con otros
ojos el nuevo aspecto de su amigo. Realmente se veía muy atractiva—.
¿P-pero porqué…?

Con la sonrisa más hermosa del mundo, la joven estiró la mano y tomó
suavemente la de amigo, quien seguía mirándola como a través de un velo.

—Tengo tantas cosas qué confesarte amigo… —apretó su mano. Aunque su
semblante permanecía sereno, sus ojos azules estaban vidriosos—, pero no
puedo contártelos, no ahora. Aún así, confío que, si lo piensas mejor,
sabrás el motivo de mi presencia en este lugar.

Jacky Sparrow estaba que se prendía del techo por lo terriblemente
celosa y ansiosa que se econtraba¡jamás en su vida había detestado tanto
a una mujer¿Qué diablos pretendía¿Acaso arrebatarle a SU
Norry¡¡Jamás¡¡¡Por todos los siete mares que jamás se lo
quitaría¡¡Solamente él y nadie más que él tenía el completo derecho de
fastidiarlo!!

Ya estaba por abrir la boca cuando se reunieron con ellos Will,
Elizabeth y su padre, interrumpiéndola para su completo fastidio.

—Veo que está muy solicitado por las mujeres, comodoro Norrington
—comentó el apuesto joven con si típica y simpática sonrisa.

—Pero creo que una es mucho más bonita que la otra —arremetió su
prometida, evidentemente contra la española, pues aún tenía la "sangre
en el ojo" por el mal momento que les había hecho pasar.

Jacky le clavó la mirada como si fuera un puñal, de por sí ya estaba
furiosa por la inoportuna desconocida para tener que soportar a
Elizabeth y sus pullas, que dicho sea de paso, ya las había escuchado
cuando ambos se quedaron solos en la isla en donde Barbossa lo había
abandonado la primera vez cuando era un hombre.

—Hija —le dijo con tono de amonestación—, no seas desagradable con los
invitados en la noche de tu compromiso. Has de saber que los hermanos De
Los Gorriones han venido hasta aquí, a costa de sus propias vidas, a
hacer unos negocios muy convenientes para Port Royal, así que…,
trrratalosssbiennn.

De inmediato Elizabeth se puso ceñuda y se cruzó de brazos muy
disgustada, pero como Will era un muchacho, era natural en él preguntar
la naturaleza de aquellos "negocios",y, como sospechaba de la identidad
de aquellos españoles, pues, tampoco no estaba de más averiguar más
sobre ellos.

—¿Y pudo saber en qué consisten esos negocios, gobernador Swann? Como su
futuro yerno me complacería poder ayudarlo en lo que esté a mi alcance y
entendimiento, claro está que jamás podré igualarme a su nivel, señor.

Su prometida lo miró un tanto extrañada, era raro que Will, siendo un
chico sincero y sin pretensiones, utilizara aquella clase de palabras
tan "superficiales" pero igualmente halagadoras, resultaba obvio que se
traía algo entre manos.

—Con mucho gusto le explicaré algo sobre ello, mi joven muchacho —dijo
complaciente el gobernador Swann, mordiendo fácilmente el anzuelo como
era de esperarse debido a su vanidosa personalidad—. El señor Juan de
Los Gorriones posee miles de hectáreas de prosperas plantaciones de uva
(viñedos, para ser más exactos) en…

Y mientras el padre de Elizabeth seguía hablando acerca de los negocios
que iba a tener con De Los Gorriones, Will asentía con la cabeza en
silencio —haciendo como que escuchaba— mientras miraba de tanto en tanto
a los dos españoles, pero como veía que seguían tan impertinentes y
seguros de sí mismos como antes, decidió cambiar de estrategia.

—Supongo que el rey Carlos no debe estar muy de acuerdo que sus súbditos
hagan negocios con los británicos o sus respectivas colonias; como ésta,
por ejemplo… —le dijo a Juan de Los Gorriones, y como esperaba el sagaz
muchacho, la excesiva seguridad del español, hizo que "pisara el palito"
sin darse cuenta de ello.

—¡Bah! El rey Carloz puede iroz a quejarze a /Isla Calamarez/; mi
hermana y yo hacemos lo que noz venga en gana con nueztraz uvaz… ¡Ze va
a enterar! —replicó demasiado rápido.

Cuando apenas terminó de hablar, él y su "hermana" se dieron cuenta que
el gobernador Swann, Elizabeth, Will, el comodoro y hasta la desconocida
los miraban con una buena mezcla de desconcierto, desagradable sorpresa
y enojo.

—Ups… —murmuraron al unísono, sospechando que habían metido la pata.
(Aunque no sabían a ciencia cierta en qué)

—Disculpe, señor "De Los Gorriones", si acaso es su verdadero apellido,
señor —dijo Elizabeth con un tono alarmantemente irónico—, pero tengo
entendido que el rey Carlos murió hace ya tiempo y, que el rey Felipe es
el que gobierna ahora toda España…

Si no fuera porque los Sparrow tenían la cara exageradamente pintada y
llevaban encima un antifaz, todos hubieran visto el subido color rojo
que coloreó sus acaloradas medillas debido a la angustia y a la
estupidez de saberse descubiertos por un "pequeñísimo desliz" por parte
de Jack. Enseguida, Jacky le hizo saber su opinión dándole un buen
pisotón con el taco de su zapato a su "hermanito", haciéndolo aullar de
dolor y dirigirle una espantosa mirada. Pero de inmediato volvieron su
atención a los demás y les sonrieron tontamente, bastante nerviosos.

—¿El pobre rey Carlos ya ze murió? —comenzó a decir Jack mientras
empezaba a retroceder junto a su hermana—. ¡Pobrecillo! Nosotros ni nos
habíamos enterado…

—¡Eso! Ni idea… —apoyó Jacky.

—Eso sí que suena extraño… —comentó el comodoro mientras comenzaba a
caminar lentamente hacia ellos con su manso sobre la empuñadura de su
espada, listo para atacarlos—, ya que el rey Carlos murió hace más de
diez años…

—¿¡¡Hace más de diez años!!? —exclamaron los dos al unísono para luego
mirarse a la cara unos momentos bastante consternados.

—¡Idiota! —murmuró muy enfadada Jacky—. ¡Debimos habernos informado
mejor antes de venir!

—¿De qué te quejas¡A ninguno de los dos se nos ocurrió investigar quién
demonios era el rey de España!

Y luego de discutir entre ellos, se volvieron hacia los demás con aire
de orgulloso patriotismo y exclamaron a la vez llevándose la mano
derecha al corazón:

—¡¡Dios salve el Rey!!

Y justo en ese momento, mientras los demás los asesinaban con la mirada
por decir semejante ofensa, a los dos Sparrow se les cayeron al suelo
varios objetos fruto de sus silenciosos pillajes en la casa del
gobernador. Jack y Jacky se quedaron como de piedra por unos instantes
hasta que el pirata exclamó acusadoramente:

—¡Hermana¿Pero cómo pudizteiz¡Zoiz la dezhonra de la familia!

Ofendida, Jacky replicó de inmediato.

—¡Hermano¿Pero cómo pudizteiz¡Zoiz el idiota de la familia!

Y tomando desprevenido a todo el mundo, los dos piratas emprendieron una
veloz huída a través de los invitados y los sirvientes. Bandejas de
comida y bebida fueron lanzadas al aire y varios invitados cayeron
sentados en el suelo durante el estrepitoso paso de los falsos
españoles, (que dicho sea de paso, no perdieron la oportunidad de
beberse unas copitas.

Viendo que nadie se movía y se quedaban mirando como tontos cómo
escapaban los timadores, el gobernador Swann gritó:

—¿Puede alguien, por favor, atrapar a esos rufianes?

—¡¡Tras ellos¡¡Atrápenlos!! —gritó el comodoro de inmediato para luego
salir corriendo en dirección de los desfachatados ladrones. Varios de
los soldados que custodiaban al salón también corrieron en dirección de
los fugitivos para poder detenerlos.

La salida, ya sea puertas o ventanas, estaba lejos, así que Jack y Jacky
(quines corrían a la par y a su típica manera con los brazos
extendidos), huían a toda velocidad como desequilibrados tratando de
hallar la forma de despistar a sus perseguidores, utilizando todo lo que
podían utilizar para detener a quienes querían capturarlos: lanzaron
deliciosos pollos horneados, (que aterrizaron sobre las cabezas de
algunos soldados, quedándoles como sombreros), utilizaron las bandejas
de plata para frenar los golpes de espada, regaron por todo el piso las
conchas de las ostras provocando que muchos se resbalaran con ellas,
cortaron con una espada militar un gran cortinaje que cayó
inmediatamente sobre unos desafortunados soldados, tomaron algunos
instrumentos musicales y se los rompieron en la cabeza a otros, en fin,
provocaron tal batahola, que todo el mundo comenzó a correr despavoridos
hacia todas direcciones, obstaculizando a los desesperados oficiales que
trataban de aprehenderlos, sólo Norrington pudo seguirles el paso y los
vio salir por una de las ventanas luego de romper los cristales con la
ayuda de una silla.

Luego de saltar él también por la ventana, se encontró con que había
aterrizado en los adorados rosales del gobernador y encima afuera estaba
tan oscuro, que no pudo distinguir por dónde habían huido los facinerosos.

Bufó fastidiado con sable en mano¡que tonto había sido al pensar que
aquella descarada mujer era su querida Jacky cuando sabía que ella había
dejado de existir para siempre de la faz de la tierra¡Tonto inocente! De
repente y sin previo aviso, alguien lo tomó sorpresivamente por los
hombros desde atrás, lo giró bruscamente y lo azotó de espaldas contra
la pared sin darle tiempo a reaccionar. Con tanto repentino movimiento,
James había cerrado los ojos instintivamente, pero en cuanto sintió que
ya no lo sacudían más, abrió los ojos y se dio con la sorpresa de que la
"supuesta española" era quien lo tenía sujeto contra la pared. Ella ya
no llevaba la máscara, revelando un poco más sus conocidas facciones
tras el abundante maquillaje.

—¿T-tú¿P-pero por qué…?

La mujer sonrió y, sin darle tiempo a reaccionar, lo besó efusivamente
durante varios segundos, que a Norrington le parecieron interminables,
pues aquella manera alocada de besar le hacía recordar a su amada Jacky
y no tenía deseos de evadir.

Viendo que Norry aflojaba la presión de su cuerpo y que por fin se
entregaba bajo sus apasionados besos, dejó de besarlo y lo miró directo
a los ojos, sonriéndole pícaramente pero manteniendo aún sus manos sobre
los brazos de éste.

—No te olvides de mí, Norry, puesto que jamás dejaré de fastidiarte… —y
lo besó otra vez en la boca, pero fue un beso corto ya que luego agregó
susurrándole al oído:

—Recordarás esta noche, como la noche en que la capitana Jacky Sparrow
volvió a su vida, comodoro Norrington.

Y diciendo esto, lo soltó y desapareció corriendo entre las plantas y
los árboles del jardín, ocultándose bajo el velo oscuro de la noche,
proporcionándole una huida asegurada

James ni siquiera se movió, se quedó mirando hacia el vacío con los ojos
completamente abiertos y la mente perdida, sin poder razonar
acertadamente lo que le había acabado de pasar. Dio un suspiro y apoyó
su cabeza sobre la pared, aún sorprendido y desconcertado por lo que le
había ocurrido. ¡Tenía que habérselo imaginado¡Estaba borracho!

—¡Mi señor! —apareció repentinamente el armero Mullroy, quien se le
quedó mirando como un tonto—. ¿Señor¿Está usted bien? Está pálido…

—¿Yo…? —con gran esfuerzo, James logró volver a la realidad—. Estoy
bien, Mullroy, estoy bien… ¿Y los fugitivos?

—Se escaparon, señor, no logramos atraparlos.

El comodoro suspiró y se volvió hacia la luna, que se estaba ocultando
tras unas nubes, para contemplarla y reordenar sus pensamientos.

—No se preocupe, soldado, déjelos ir, ya los encontraremos mañana….
Estoy seguro que de ellos solos vendrán a nosotros.

Mullroy lo miró un tanto confundido, no entendía a qué se refería con lo
último.

¿Qué había hecho Isabel hasta ése momento? Nada, absolutamente nada.
Siendo ahora una mujer, no podía darse el lujo de salir en busca de esos
bandidos y tenía que quedarse parada como una inútil junto al
gobernador, su hija y su yerno, ya que hubiera sido muy sospechoso y
arriesgado invitar ella misma al peligro. A pesar de que aparentaba una
tranquilidad absoluta, en su interior se sentía completamente impotente
y ansiosa por actuar junto a James y sus hombres, además de la
frustración que sentía al ver que todo no había terminado como hubiera
querido. ¡Ni idea tenía lo que le había acabado de pasar a su amigo!

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Mientras tanto, Jack había logrado escapar fácilmente de sus
perseguidores y se encontró con Jacky en el carruaje guiado por Gibbs,
quien de inmediato azuzó al caballo para que se pusiera en movimiento y
así huyeron velozmente de la casa del gobernador y sus oficiales,
internándose en las oscuras y solitarias calles del pueblo de Port Royal
rumbo al puerto en donde los estaba esperando el bote que los llevaría
hasta la seguridad del /Perla Negra/.

—¿Y bien? —preguntó el capitán del /Perla Negra/ mientras se reacomodaba
en el asiento—. ¿Lo hiciste?

—Sí… —asintió de mala gana su compañera un tanto sofocada—. La próxima
vez, tú lo besarás.

—¡Oh, vamos¿Acaso no te gustó? —se burló.

—¡Bah! Ya sabes que en realidad soy un hombre a pesar de mi sensual
apariencia femenina, odio tener que besar a otro hombre, sobretodo al
odioso de Norrington.

—Pensé que él te gustaba…

—¡Oh, no¡A ti te gustaba!

—¡No¡A ti! —dijo Jack mientras se inclinaba muy ofendido hacia ella.

—¡No¡A ti! —rebatió Jacky, inclinándose también, pero bastante colorada.

—¡No¡A ti!

—¡No¡A ti!

Y así siguieron por un buen rato.

Gibbs, quien seguía guiando al caballo, escuchó que sus dos capitanes
estaban discutiendo como un par de chiquillos, y bufando bastante
fastidiado, puso los ojos en blanco y siguió con su tarea tratando de no
arrollar algún perro o gato en el camino.

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A todo eso, en la playa, el doctor Christian Jacobson se encontraba
tranquilamente sentado sobre una gran roca esperando a que Annete
llegara con su respuesta.

Él estaba seguro de que ella llegaría, fuera cual fuera su respuesta,
claro que el doctor esperaba que fuera la respuesta que él esperaba,
después de todo, era lo que deseaba fervientemente.

—¡Oh, Annete! —murmuró mirando hacia las estrellas que estaban siendo
ocultadas tras un velo de oscuras nubes—, espero que te des cuenta de lo
mucho que tú puedes llegar a amar…

Cerró los ojos, sintió la fría brisa soplar y tocar suavemente su ser
como si fuera un delgada gasa de seda. El silencio reinaba sobre toda la
playa, tan solo se veía rota de tanto en tanto por las olas que llegaban
hasta las costas provocando un ruido característico… Pero algo lo
alarmó, sintió una presencia peligrosa muy cerca de allí que lo obligó a
abrir los ojos y mirar hacia todos lados, buscando la razón de su
ansiedad. De pronto, pudo distinguir entre las oscuras sombras de la
lejanía, una alta figura tenebrosa que comenzó a acercarse lentamente
hacia él.

A medida que iba acercándose, los ojos del doctor Jacobson comenzaron a
abrirse más y más al darse cuenta de quién se trataba.

—¡Bart "Sangre negra" Morgan! —murmuró estupefacto.

—El mismo que mata y roba, doctor Jacobson, mucho gusto en conocer al
tío del maldito almirante Jacobson… ¡¡JAH JAH JAH!!

La escalofriante carcajada del desalmado pirata se dejó escuchar a lo
largo de toda la playa, vaticinando el golpe de horror que descargaría
sobre su nueva victima.


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