Fanfic Piratas del Caribe -El Libro del Destino- *Capítulo 2: El Pasado de Isabel 2ª Parte: James y Christian*

                                        Resumen de la historia: El capitán Jack Sparrow comete el gran error de ponerse un anillo maldito que lo transformará en mujer y le traerá un sin fin de problemas tanto a él como a quienes lo rodean, amigos y enemigos. Una elección que cambiará la vida y los destinos de todos, en especial del Comodoro James Norrington y el mismo Jack. Esta historia está ambientada después de la primera película y desarrollada durante la segunda y tercera película. Una historia larguísima pero muy entretenida, con drama, humor, acción y romance. ¡Que la disfruten!



*PIRATAS DEL CARIBE: EL LIBRO DEL DESTINO*

PRIMERA PARTE: PLANES


¡Jack y Jacky se separaron! ¡ahora son 2! ¡Un hombre y una mujer! ¡Doble problemas para todos! ¿Lograrán cambiar sus destinos y el de los demás? Continuaciòn de La Maldición del Anillo de la Calavera. James y Jacky pasan su primera noche juntos...¿pero será la última?

Género: drama, amistad, acción, suspenso, humor, romance, violencia, aventura, fantasía, erotismo
Pareja: Jacky Sparrow/James Norrington. Elizabeth Swan/Will Turner
Personajes: Jack Sparrow/Jacky Sparrow, James Norringon, Elizabeth Swan, Will Turner, Hector Barbossa ¡y muchos más!
Calificación: para mayores de 18 años
Cantidad de palabras: variable
Duración: 67 capítulos la primera parte, 57 la segunda parte y 51 la última parte.
Estado: finalizado
Escritora: Gabriella Yu
Mi estilo: estoy influenciada tanto por el anime, los dramas asiáticos y la literatura universal. Me gusta hacer pasar a los personajes por duras pruebas.
Aclaraciones: Esta historia la escribí hace más de 10 años, es muy entretenida, no se arrepentirán de haber perdido el tiempo en leerla. Le tengo mucho cariño porque fue una rara mezcla que logré hacer con el drama, humor y acción. 
IMPORTANTE: contiene escenas subidas de tono XD


*Capítulo 2: El Pasado de Isabel 2ª Parte: James y Christian*


A la mañana siguiente, ya vestida como el recio Almirante que era y
representando su papel masculino de George Jacobson, Isabel paseaba
lentamente por su enorme y hermoso jardín de su mansión en Liverpool,
pensando en la pesadilla que la había despertado muy temprano en la
madrugada. El miedo, la tristeza y la ira se mesclaban en su corazón con
un frenesí tal que a duras penas ella podía contenerse bajo su armadura
de aparente calma.

Mientras caminaba ensimismada en sus propios pensamientos, justo al
doblar un recodo del jardín, se sobresaltó al ver a su tío de cuclillas
ante un rosal podándolo cuidadosamente y oliendo tranquilamente las
exquisitas fragancias que aquellas rosas rojas regalaban a quien se
acercara a ellas y se tomara el tiempo de admirarlas.

Isabel no supo muy bien porqué se sobresaltó al verlo, pero al rato se
dio cuenta de que era su absoluta calma lo que la había impresionado,
aquella calma a la que ella nunca podría acceder por más que lo
intentara. Ella recordaba que su tío no había tenido una vida fácil, aún
así él jamás había perdido las esperanzas de un futuro mejor. Y ahora,
cuando su tío ya contaba con 55 años de edad y estaba cerca de la
implacable mano de la muerte, aún seguía creyendo en el futuro.

Y como en una ensoñación, mientras lo observaba oler las flores con
aquel rostro de santo, Isabel comenzó a recordar su primer encuentro con
su tío después de haber salvado milagrosamente su vida del ataque cruel
y sanguinario de los piratas…

Hace casi 25 años atrás…

El doctor Christian Jacobson era un joven y apuesto, de aspecto
estudioso y de 30 años de edad, era muy sabio para su edad, tenía ojos
celestes, nariz elegante, cabellos castaños, una seductora boca y un
rostro angelical. Su elegante porte a la vez sencillo y humilde, daba la
impresión de estar ante un hombre que podía haber llegado a ser un
sacerdote, un monje o hasta un santo. Solo su rebeldía ante las antiguas
leyes hechas por la monarquía le quitaba algo de su aparente santidad.

Christian, muy angustiado, se allegó en su propio carruaje hasta el
puerto de Lisboa, aterrado ante las terribles noticias que había
recibido el día anterior: toda la familia de su hermano menor había sido
asesinada por unos desalmados piratas en el Mar del Caribe, solamente su
pequeña sobrina de de casi 8 años de edad, Isabel Jacobson, había
sobrevivido al cruel ataque de manera milagrosa.

Un bergantín la había encontrado entre las ruinas del navío mercante y
la habían llevado hasta Lisboa, en donde ella estaba esperándolo en uno
de los tantos albergues que había para niños huérfanos o desgraciados.

Cuando se reunió con su sobrina, el doctor Jacobson notó que algo en
ella no estaba bien, pues al haber presenciado el asesinato de sus
padres y su hermano, la había dejado sin habla, quizás, para siempre.

Y entonces, se la llevó a vivir con él en una hermosa y solitaria villa
española ubicada cerca de Bilbao en la provincia de Vizcaya, en donde
podía estar entre su querida Inglaterra paterna y su amada Francia materna.

A medida que pasaba el tiempo y la niña crecía bajo la tutela de su
abnegado tío, se notaba que ella había perdido su inocencia y su
alegría. No quería estudiar, no hablaba, comía muy poco y sólo
permanecía sumida en completo silencio arrinconada en la cama de su
habitación, preocupando enormemente a su tío que se negaba internarla en
un hospital. Así transcurrieron los meses, hasta que un día, la niña
reveló la razón de sus profundas cavilaciones.

1 año después…

—Quiero entrar a la Academia Naval, tío —fue la sorprendente revelación
de la pequeña Isabel, por fin había hablado después de un año de
mutismo. Su tío se quedó estupefacto.

—¿Dices que quieres entrar a la /Royal Navy/? —él repitió—, pero,
pequeña, tú sabes que nunca podrás lograrlo, eres una mujer.

Aunque aquella revelación había sido algo completamente inesperada,
Chritian, siendo de una personalidad inmutable y tranquila, no demostró
su asombro por semejante propuesta y lo tomó como algo que intuía que
iba a ocurrir de un momento a otro.

—No importa, me voy a disfrazar como chico —fue la testaruda respuesta
de Isabel mientras apretaba con fuerzas sus pequeños puñitos, tanto, que
se lastimó las palmas con sus propias uñas.

—Isabel… —comenzó a decir su tío, esta vez ya más serio—, lo que tienes
que hacer ahora es aprender a leer y escribir, aprender los labores de
una mujer, buscarte un buen marido y tener hijos¡tener una vida normal!
NO PUEDES hacer otra cosa, lamentablemente, en la época en que vivimos a
una mujer no se le permite decidir por su propia voluntad lo que hará
con su vida, y mucho menos, tener un título.

Había un ligero tono de ira en su tranquila voz, no en contra de Isabel,
sino en contra de aquellas tontas costumbres patriarcales sobre los
pocos derechos de la mujer. La rebelde sangre francesa de su madre
siempre luchaba contra la flemática sangre inglesa de su padre. Aquella
rebeldía que nunca había heredado su hermano, él la tenía a granel.

La pequeña niña de nueve años estaba completamente frustrada, sabía que
su tío tenía razón, sabía que a las niñas de su época sólo eran vistas
como "esposas" y "madres", nunca como verdaderas personas. Las niñas
pobres ni siquiera accedían al privilegiado derecho de leer y escribir,
a lo que por lo menos podían acceder las niñas ricas como ella. Pero eso
no le importaba, sólo le importaba vengar la muerte de su amada familia
y matar a todos los piratas que le habían arrebatado un futuro feliz en
América. No le importaba el costo, ella lograría su cometido. Isabel
había dejado de lado a la inocente niña que había sido para ser ahora un
instrumento de la venganza.

—Tío —le dijo—, no viste lo que yo vi... A mi querido papito le
cortaron… el cuello con un horrible cuchillo… —sus puños se cerraron aún
más, sus lágrimas luchaban por salir de sus ojos, aquellos recuerdos
eran muy dolorosos—, a mi mamita la golpearon y le dispararon…, y, y… ¡y
a George lo ahorcaron¡¡Y todo frente a mis ojos¡¿Y tú dices que no puedo
vengarme, tiito¡¡Quiero vengarme de esos piratas que mataron a mis papis
y a mi hermanito¡¡Quiero entrar al servicio militar y ser un soldado
para perseguirlos¡¡Daría todo por lograrlo¡¡Y le juro a Dios que si no
lo hago, me voy a morir para estar con mis papis y mi hermanito en el
Cielo!!

Entonces, la pequeña Isabel se lanzó llorando desconsoladamente hacia
los brazos de su tío, quien estaba mudo de la impresión a causa de la
declaración de su sobrina. Ella ya no era una niña y no lo volvería a
ser jamás.

—… Tío, eres un chico, y haces lo que quieres… —comentó la niña entre
sollozos—, no sabes lo terrible que es ser una niñita y no poder
vengarte… Me siento como un fantasma... Ya no tengo por qué vivir…

Miró a su tío a los ojos.

—Querido, tiito —dijo—, ayúdame por favor. Quiero cumplir la promesa que
le hice a mi familia… Te necesito... Por favor…

Luego de mirarla detenidamente, su tío suspiró, entregándose a la razón
de la niña, pues admiraba su determinación y madurez. Siendo él tan
rebelde a las normas de la sociedad como ella, sentía que la comprendía,
pero, también esperaba que con el tiempo ella olvidara sus deseos de
venganza y viviera una vida plena y normal. Había que intentarlo después
de todo.

—Te ayudaré, mi querida niña, pero debes saber que lo que haremos de
aquí en adelante, nunca podrás deshacerlo, ya que si lo haces, perderás
todo por lo que hayas luchado por conseguir¿me entiendes? Tendrás los
privilegios de un hombre, pero tendrás que renunciar a lo más hermoso de
una mujer: amar a un hombre y a tus propios hijos. ¿Lo entiendes,
verdad? JAMÁS podrás ser una mujer y jamás podrás tener una vida plena
como hombre. Tu vida será siempre incompleta y solitaria, NADIE tiene
que enterarse de tu verdad, pues podrías perderlo todo, hasta tu vida.
—La miró fijamente a los ojos—. ¿Aún así, lo harás?

—Lo haré –respondió ella con firmeza, aceptándolo todo por su venganza.

—Podrían matarte en batalla… —quería desanimarla.

—No importa.

—Te podrían herir gravemente.

—Te tengo a ti para curarme, tiito.

—…Veo que ya has pensado en todo… —opinó pensativo, entonces, apartó a
la niña de sus brazos y le dijo con igual firmeza:

—Bien, veo que estás completamente decidida, entonces, yo te ayudaré y
tendrás que hacer lo que yo te diga. Desde ahora en adelante, tomarás la
identidad de tu hermano, te llamarás George Jacobson, te hablaré como a
un chico, te cortarás ese lindo cabello tuyo y te vestirás como tal. No
jugarás con muñecas, sólo jugarás los juegos de los niños, no quiero
verte llorar jamás, no quiero que demuestres tus sentimientos
abiertamente, ni conmigo ni con nadie. Quiero que te comportes como todo
niño peleonero. Nunca te bañes junto a los otros niños, báñate solo.
Dormirás solo y sin ninguna compañía, nada de vestir camisón, sólo ropa
de dormir masculina. Siempre que estés por bañarte, cambiarte de ropa o
dormir, te cerciorarás de que todo esté cerrado y que no haya nadie.
¿Entendiste? Este camino que elegiste es un camino duro y solitario. Aún
así¿quieres seguir con esto?

—Sí —fue la seca respuesta, y desde aquel día, la pequeña y dulce niña
que fue Isabel, jamás volvería a ver la luz, dándole paso a un pequeño
niño serio y callado, esperando a crecer y vengar la injusta muerte de
su familia.

Cualquiera se hubiera negado a semejante petición, pero Christian sabía
muy bien que si se negaba a ayudar a su sobrina, ésta encontraría la
forma de matarse y volver a estar junto a su familia. Él, esperando a
que ésta se desilusionara muy pronto de su plan y lo abandonara, le
había dado un año de prueba, pero conforme pasaba el tiempo y su sobrina
no cambiaba de parecer comportándose como un chico, muy pronto
comprendió que Isabel hablaba muy en serio a pesar de sus 9 años de edad.

Aquella primera noche del inicio de su nueva vida, cuando Isabel se
acostó para dormir con ropas de muchacho en una habitación diferente a
la que había tenido antes, ésta se llevó las manos a la cabeza y tocó
horrorizada sus hermoso cabello cortado. ¡Ya nunca más volvería a tener
aquella hermosa cabellera rubia que la hacía tan parecida a su querida
madre¡Ya nunca más usaría hermosos vestidos¡Ya nunca jamás volvería a
ser feliz junto a su familia¡Ellos habían muerto¡¡Muerto!!

Durante toda aquella dolorosa noche, George, quien ya nunca más volvería
a ser Isabel, lloró amargamente por todo lo que había perdido.

1 año después…

Ya cumplidos sus diez años de edad, parado en fila al lado de otros
niños, todos ubicados en uno de los enormes patios de la Real Academia
Naval, el pequeño George veía cómo su tío se despedía de "él" y se
marchaba hacia la sección de enfermería de la academia, dejándolo solo
para perseguir su venganza.

Ambos habían logrado ingresar a la Royal/Navy/, George como cadete, y
Christian como doctor.

El año pasado había sido duro para Isabel, había aprendido a comportarse
como un niño, a leer y a escribir. Vestido como un chico, su tío había
logrado engañar a los demás argumentando que era George el que se había
salvado y no su hermana Isabel, así que, Isabel había tomado el lugar de
su hermanito muerto sin ningún problema. La primera vez que habían
llegado a la villa era de noche y nadie los había visto. Además de la
vieja cocinera, el cochero y la sirvienta, nadie más vivía en la enorme
casa, y durante todo el año en que Isabel no había pronunciado palabra,
jamás había salido de la casa y nadie más la había visto aparte de los
habitantes de la casa que tenían prohibido hablar de ella con los pocos
vecinos que habitaban en la zona.

—Es un idiota… —escuchó decir con desprecio a uno de los niños que
estaban con él haciendo fila en el enorme patio de la academia inglesa—,
parece una mariquita…

Aquel día, el pequeño George Jacobson, pasó su primer día encerrado en
su pequeña habitación como castigo por haberle roto la nariz de un
puñetazo a uno de sus compañeros, el que lo había insultado.

A partir de aquel día, el grupo liderado por el niño golpeado, quien era
nada más ni nada menos que el jovencito Cutler Beckett, se dedicaron a
la tarea de hacerle la vida imposible al niño George, y entre aquella
pandilla de buscapleitos, se encontraba el pequeño James Norrington,
arrastrado por el mal comportamiento de sus amigos.

1 año después…

Era el aniversario de la muerte de la familia de Isabel, había una
terrible tormenta, las excelentes notas de sus profesores habían
enfurecido a muchos de sus compañeros, tanto, que lo esperaron a la
salida de una de las clases y le dieron una feroz paliza. Al verse
tratada de esa manera, el recuerdo doloroso de su familia asesinada y el
no tener ningún amigo con quien hablar, la pequeña Isabel al fin comenzó
a llorar amargamente lamentando su soledad y tristeza, tirada en el
barro del patio de la academia. Más allá, parado en el umbral del
edificio central, el joven Norrington, ahora de 13 años, lo observaba
preocupado, sintiéndose culpable por todas las bromas pesadas que le
habían hecho durante aquel año. No lo quería admitir, pero admiraba
muchísimo la inteligencia y la pasión que demostraba su compañero por la
Armada.

Lentamente caminó hacia el pequeño y se puso en cuclillas frente a él,
la lluvia caía torrencialmente y ambos estaban empapados.

—Vas a enfermarte si te quedas aquí… —le advirtió amablemente.

George alzó el rostro y se enjuagó los ojos, luego parpadeó varias veces
incrédulo ante quien le había hablado. ¡Era uno de esos tontos que
siempre la habían molestado!

—¿Qué más te da si me enfermo o no? —le respondió desafiante mientras se
ponía en pie y se marchaba de allí con paso firme y la frente en alto,
dejando a James un tanto fascinado por su temple. Desde aquel entonces,
él jamás volvió a burlarse de George Jacobson.

Un día, cuando por causa de George los profesores habían recriminado
duramente a Beckett, éste decidió darle una buena lección junto con su
grupo de amigos. Asustado por lo que podría llegar a pasar, James estaba
entre ellos sin saber a quien apoyar.

Era casi el atardecer cuando Beckett y los demás sorprendieron a
Jacobson en el patio de los cañones, y, rodeándolo, cada uno de los
muchachitos tomó un buen puñado de guijarros mientras lo miraban
maliciosamente.

George Jacobson estaba asustado, pero no se los demostró y se quedó
parado, mirándolos detenidamente.

Beckett fue el primero en lanzar una piedra dándole de lleno en el
hombro. George vaciló pero no retrocedió, se mantuvo firme y desafiante.
Poco a poco los malvados niños comenzaron a lanzarle otras piedras
dándole en diferentes partes del cuerpo, George soportaba todo lo que
podía, no quería llorar ni demostrarse débil frente a aquellos tontos, y
eso era lo que justamente irritaba aún más a Beckett.

James también había lanzado algunos guijarros por temor a las
represalias de sus amigos, pero al ver la valentía que demostraba el
agredido, había dejado de lanzarle piedras y ya no le estaba gustando
que los demás lo golpearan de esa manera, y cuando vio que por fin
George caía de rodillas al suelo gracias a un golpazo en la frente
propinada por una piedra de Beckett, James se lanzó hacia el pequeño
agredido y se interpuso entre él y sus amigos. Extendió los brazos y dijo:

—¡Basta¡Esto ha ido demasiado lejos¡Van a expulsarnos!

Isabel estaba atónita al igual que los demás.

—¿Acaso estás defendiéndolo, Norringtonto? —inquirió Cutler muy
molesto—. ¿Estás traicionándome¡Quítate de allí!

—¡No!

—Ya sabía que eras un debilucho, mariquita… —comenzó a burlarse con
crueldad—. Dime, Norringtonto¿de qué lado estás si te hago esto?

Apenas había terminado de hacer la pregunta que le lanzó inmediatamente
un buen piedrazo en la cara, golpeándolo en la mejilla y provocando un
pequeño corte de donde comenzó a salir un poco sangre.

El jovencito no bajó los brazos a pesar del dolor que sentía, se quedó
unos momentos en completo silencio, y para el asombro de todos, exclamó
desafiante:

—¡Estoy del lado de Jacobson¡Ya estoy cansado de participar en tus
injusticias, Beckett! Eres, eres… ¡Eres un tonto cabeza de chorlito!

Furioso, el muchachito líder de la banda exclamó:

—¡Traidor¡A él, chicos!

Entonces, una lluvia de furiosos guijarros cayó como proyectiles sobre
el valiente y pequeño James Norrington, quien no dejaba ni siquiera que
una sola piedra golpeara al sorprendido George recibiéndolas todas para
él mismo.

Luego de varios minutos de aquella dura prueba de amistad y resistencia,
uno de los profesores apareció y detuvo justo a tiempo aquel duro
castigo antes de que pasara a mayores. Seriamente lastimado, el
jovencito que la había defendido con tanto valor, cayó desmayado delante
de la sorprendida niña. Aquel mismo día, Cutler Beckett fue expulsado de
la Real Academia Naval, marcándole para siempre su destino.

Luego, el profesor llevó a los dos chicos heridos a la enfermería,
George no estaba tan lastimado como James, y mientras su tío atendía al
pequeño futuro comodoro, oyó al profesor declarar:

—Éste muchachito va a morir joven, tiene un fuerte espíritu de sacrificio…

¡Cuánta razón tenía aquel hombre!

Unas semanas después, en el gran comedor de la Academia…

—¿Puedo almorzar contigo? —le había preguntado con amabilidad el
reaparecido jovencito James Norrington, a lo que el pequeño George
Jacobson se le había quedado mirando. El chico aún tenía algunos
moretones del día de la "ejecución".

—… Está bien —le respondió al fin.

James se sentó a su lado y comenzó a comer en silencio, hasta que sus
ojos se cruzaron con los de George, y entonces, ambos comenzaron a
reírse con ganas.

—Gracias por ir a visitarme todos los días a la enfermería… —dijo James
al fin.

—No. Yo te doy las gracias por haberme defendido aquel día… No sabes lo
mucho que significó eso para mí.

—No seas tonto —replicó modestamente mientras se sonrojaba—, la verdad
es que ya estaba arto de que te maltrataran esos bobos, y yo… A mi no me
gustaba verme como un malvado.

—Tú no eres malo, eres un cabeza de chorlito —se burló George.

Los dos se rieron con ganas.

Desde aquel día, ambos se convirtieron en amigos inseparables. James
siempre lo apoyaría en todo lo posible a su pequeño amigo, sintiéndose
responsable por él al ser mayor. Lo ayudaba en sus estudios y en la
actividad física, que era esto último lo que más dificultad le daba a
George, (por ser una niña, no podía competir de igual a igual con sus
compañeros), pero, su velocidad e inteligencia compensaba en mucho
aquella falta, al poco tiempo no hubo nadie que le ganara en el arte de
la espada y la puntería.

A pesar que Isabel le tenía un gran aprecio, gratitud y una enorme
confianza a su amigo, jamás se dio a conocer ante él como una jovencita.

3 años después…

Aquel día, James Norrington, recién recibido de la Real Academia Naval,
partía hacia aguas lejanas para comenzar una nueva vida al servicio de
la corona inglesa.

A George Jacobson, quien era en realidad una jovencita de 14 años, se le
partía el corazón al ver que su único amigo se marchaba de allí y lo
dejaba otra vez solo ante la extraña y ruda vida que había elegido vivir.

—Prométeme que jamás te darás por vencido aunque sientas que nunca
lograrás tus objetivos –le dijo James antes de subir al navío militar.

—Lo prometo —trató de mantenerse firme, aunque por dentro luchaba contra
el deseo que abrazarlo con todas sus fuerzas.

—Debes vengar a tu familia.

—Lo sé.

El joven Norrington sonrió condescendiente, sabía que su amigo George se
estaba haciendo el duro, así que sin dudarlo un momento, lo abrazó
firmemente, sorprendiendo a Isabel. El corazón de la chica comenzó a
latir apresuradamente y no pudo evitar ponerse colorada.

Luego de unos momentos, se apartó de él y le dijo:

—Cuando te recibas, sé que tarde o temprano nos encontraremos, no lo
dudes. Gracias por tu gran amistad, mi amigo, y te prometo que no pasará
demasiado tiempo antes de que volvamos a vernos.

Mientras el sol se alzaba sobre la enorme bóveda azul y el navío partía
hacia aguas lejanas, la triste jovencita vio marcharse a su mejor y
único amigo de toda su corta existencia.

2 años después…

Cuando le llegó el turno a Isabel de hacer su primer viaje como oficial
raso, tuvo la gran suerte de abordar el mismo barco que su querido
James. El navío militar bautizado como /Royal Warriors/, que ya había
dado la vuelta al mundo, volvía ahora para recoger nuevos oficiales
rasos. Y por supuesto, su tío Christian Jacobson también lo acompañaría
como el médico de a bordo.

Juntos la pasaron muy bien, pero, durante el viaje, Isabel comenzó a
sentir algo muy especial por su amigo. Lo que había sido en un principio
amistad y gratitud, comenzaba a transformarse en un inmenso sentimiento
de amor, y entonces, James pasó a ser su primer y único amor.

Turbada por aquellos sentimientos que jamás había experimentado antes,
la joven disfrazada de oficial, salió a cubierta para respirar el aire
fresco de la noche y ventilar su cabeza de ideas tontas. ¿Cómo se le
ocurría pensar en el amor cuando tendría que estar pensando en su venganza?

Suspirando profundamente, la muchacha se apoyó en la barandilla para
admirar mejor a las estrellas.

—¿Estás bien, George? —la sorprendió James, quien estaba parado detrás
de ella.

—¿P-por qué me preguntas eso? —se dio vuelta para mirarlo, estaba muy
nerviosa y se puso aún más cuando vio lo guapo que estaba el joven bajo
la luz de la luna.

—Has estado muy callado éste día y yo… —James lo miró detenidamente y
notó que su amigo estaba temblando. Rápidamente colocó su mano derecha
sobre la frente de su asombrado amigo y la izquierda en su propia frente.

—Vaya —dijo, dando un suspiro—, pensé que estabas enfermo… —volvió a
mirarlo, muy extrañado.

—¿P-por qué?

—Porque estás temblando demasiado… —tomó su mano y la apretó con
fuerza—¿acaso te ocurrió algo muy malo? Dime.

—Yo… —apenas pudo decir la pobre chica al sentir el cálido tacto de las
manos de James sobre la suya. ¡Oh¡Cómo le gustaría poder confesarle su
amor¡Pero no podía, debía pensar en su venganza!

—¡Yo no me siento muy bien ahora! —Exclamó bruscamente y se soltó de las
manos de su amigo, dirigiéndose apresuradamente hacia la cabina de las
literas mientras James lo observaba ir muy confundido por su extraño
comportamiento.

Durante los días que le siguieron a esa reveladora noche, Isabel logró
dominar su corazón y pudo poner otra vez toda su mente en la realización
de su carrera y su venganza personal. En cuanto a James, éste nunca se
dio cuenta del secreto que escondía el corazón de su amigo.

Luego de unos meses de navegación, lo que tuvo que ser un tranquilo
viaje de preparación para los cadetes, se convirtió en un viaje de
terror al ser atacados por un navío de guerra español, enemigos jurados
de los ingleses en aquellos tiempos.

La batalla fue larga y cruenta, todos los tripulantes de la fragata
pelearon con valentía en contra de sus enemigos, y estos a su vez
también demostraron su valor.

Mientras disparaban con sus mosquetes en contra de los tripulantes del
barco español (que se encontraba muy cerca de ellos), Isabel notó con
terror que uno de los marineros hispanos estaba apuntando directamente
hacia Norringon, quien ignoraba el peligro por estar concentrado hacia
otro lugar de la batalla.

—¡¡Cuidado!! —exclamó ésta a la vez que empujaba a su amigo para evitar
que la bala impactara en él, pero con tal mala suerte que fue ella quien
la recibió para luego caer desvanecida por la barandilla hacia el mar.

—¡¡Geooooorge!! —gritó James muy asustado y se lanzó sin pensarlo dos
veces hacia las aguas para rescatar a su amigo.

A duras penas logró James sacar a flote a su amigo, trató de encontrar
alguna soga para volver a subir a bordo de su barco, pero el mar,
encrespado, no se lo permitió, por lo tanto, ambos fueron arrastrados
por la corriente hasta que, después de una hora, lograron llegar hasta
una isla desierta. James, muy cansado por el extraordinario esfuerzo
físico por mantenerse a flote con un peso extra, se quedó profundamente
dormido junto a George sobre las arenas de la playa. Cuando despertó a
la mañana siguiente, recordó que su amigo estaba herido y se dispuso a
tratar de quitarle la bala que había impactado debajo de la clavícula.

Grande fue su sorpresa cuando descubrió que su mejor amigo de hacía
varios años era una mujer.

Cuando Isabel despertó ya entrada la noche, se incorporó un poco con
dificultad de su lecho improvisado con grandes hojas y ropas, descubrió,
entre asombrada y preocupada, que su torso estaba completamente vendado
y su brazo inmovilizado. ¡Para estar así alguien tendría que haberla
desnudado!

Pronto sus ojos se fijaron en la fogata para luego mirar hacia la
persona que estaba sentada un poco más allá.

Era el joven James, quien estaba sentado en la arena, con sus brazos
rodeando sus piernas flexionadas y con el mentón apoyado sobre ellas. La
observaba entre pensativo y preocupado. Isabel se sintió como si
estuviera completamente desnuda ante él, su corazón latía con enorme
rapidez.

—¿Lo… sabes? —le preguntó después de que ambos se miraran en completo
silencio por unos minutos. El miedo a ser recriminada, rechazada y hasta
expuesta, la llenaba de terror. ¿Qué le diría James¿Seguirían siendo
amigos¡No quería siquiera en pensar perder su amistad¡Eso acabaría por
destruirla ahora que sabía que lo amaba!

James la miró largamente y luego le contestó afirmativamente con la cabeza.

—Y… ¿qué vas a hacer? —inquirió expectante la joven.

Luego de unos segundos en completo silencio, el muchacho contestó con
gran firmeza en su voz:

—Seguir siendo tu amigo.

—¡Oh! —se sorprendió la pobre chica—. ¿Entonces no estás molesto por
haberte ocultado mi verdadera identidad durante tantos años?

—No —se levantó—. Lo que me contaste sobre tu familia asesinada es todo
cierto ¿verdad?, entonces tu venganza también lo es puesto que fuiste
capaz de hacerte pasar por hombre para ingresar a la armada y
convertirte en un oficial —se acercó a ella y se arrodilló, Isabel lo
miraba expectante, entonces, James la tomó de la mano y le dijo:

—¡Mi admiración por ti es ahora mucho más grande que antes¡Tu valor y tu
determinación siempre serán para mí un ejemplo a seguir¡Juro, amiga mía,
que nadie sabrá por mi boca sobre tu verdadera identidad! —apretó con
fuerza la mano de Isabel—. Y juro por mi honor, que haré todo lo posible
para ayudarte en tu venganza, ya que seré para siempre tu amigo
incondicional.

A Isabel le dieron unas ganas enormes de abrazar a su amado James y
ponerse a llorar de la emoción, pero, debido a tantos años de dominar
los típicos sentimientos femeninos, no lo hizo, solamente atinó a
colocar su otra mano sobre las manos de su amigo (que aún sujetaban la
de ella) y le dijo con un dejo de emoción en su voz:

—Gracias, James. No sabes lo mucho que significa tu amistad para mí.

Él la miró un tanto sonrojado, pues no pudo evitar acordarse del busto
de su "amigo", rápidamente sacudió la cabeza para sacarse esa imagen de
la mente, pues era a su mejor amigo a quien tenía al frente y debía
respetarlo, y mucho más ahora que sabía que era una mujer.

—¿C-cómo debo llamarte? —preguntó al fin.

—Llámame Geroge, amigo mío, pues esa es mi verdadera identidad.

Y así renunció Isabel a su última oportunidad de ser una mujer y
declararle su amor a James.

Pasaron algunos días antes de que ambos fueran rescatados por su propia
embarcación, que había ganado la batalla contra los españoles. Durante
aquellos días, ambos lograron acostumbrarse a la nueva situación en la
que se encontraban y pronto recuperaron otra vez su fresca y antaña
relación de amistad. Cuando subieron a bordo del /Royal //Warriors/,
nadie notó nada extraño en el oficial raso Jacobson, ni siquiera su
herida, que no había sido grave.

Cuando Isabel le contó a su tío todo lo sucedido, a éste no le había
gustado demasiado que Norrington supiera de la verdadera identidad de su
sobrina, pero al ver que era una persona de confiar y un buen amigo de
Isabel, lo aceptó como tal.

Y así, los años habían transcurrido y su amigo había partido hacia Port
Royal, la sede del gobierno británico en Jamaica, para combatir contra
los piratas y jamás lo volvió a ver. En su propia carrera, Isabel tuvo
un enorme éxito para su edad, gracias a su inteligencia, valentía y
sagacidad, había subido rápidamente grado por grado hasta alcanzar el
más alto rango de la armada naval: el almirantazgo. Durante aquellos
años, ella logró investigar los nombres de todos los piratas que habían
atacado el navío mercantil de su padre. Después comenzó a buscarlos uno
por uno y a hacerlos pagar por la muerte de su querida familia.

Su venganza ahora estaría concluida con la muerte del capitán Jack
Sparrow, y con la desaparición de la versión femenina de éste (Jacky
Sparrow), ahora ella tendría el camino libre para declararle por fin su
amor a James.

Isabel asintió con una determinada sonrisa.

Habían dos objetivos fijos en su vida: el primero era asesinar a Jack
Sparrow como el último de la lista de su venganza, y el segundo objetivo
era lograr tener a James Norrington como su esposo.

Lograría que ése fuera su destino, costara lo que le costara.





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