Fanfic Piratas del Caribe -El Libro del Destino- *Capítulo 28: La Mancha Negra*

       Resumen de la historia: El capitán Jack Sparrow comete el gran error de ponerse un anillo maldito que lo transformará en mujer y le traerá un sin fin de problemas tanto a él como a quienes lo rodean, amigos y enemigos. Una elección que cambiará la vida y los destinos de todos, en especial del Comodoro James Norrington y el mismo Jack. Esta historia está ambientada después de la primera película y desarrollada durante la segunda y tercera película. Una historia larguísima pero muy entretenida, con drama, humor, acción y romance. ¡Que la disfruten!



*PIRATAS DEL CARIBE: EL LIBRO DEL DESTINO*

LIBRO SEGUNDO: EL COFRE DEL HOMBRE MUERTO

QUINTA PARTE: DAVY JONES

¡Jack y Jacky se separaron! ¡ahora son 2! ¡Un hombre y una mujer! ¡Doble problemas para todos! ¿Lograrán cambiar sus destinos y el de los demás? Continuaciòn de La Maldición del Anillo de la Calavera. James y Jacky pasan su primera noche juntos...¿pero será la última?

Género: drama, amistad, acción, suspenso, humor, romance, violencia, aventura, fantasía, erotismo
Pareja: Jacky Sparrow/James Norrington. Elizabeth Swan/Will Turner
Personajes: Jack Sparrow/Jacky Sparrow, James Norringon, Elizabeth Swan, Will Turner, Hector Barbossa ¡y muchos más!
Calificación: para mayores de 18 años
Cantidad de palabras: variable
Duración: 67 capítulos la primera parte, 57 la segunda parte y 51 la última parte.
Estado: finalizado
Escritora: Gabriella Yu
Mi estilo: estoy influenciada tanto por el anime, los dramas asiáticos y la literatura universal. Me gusta hacer pasar a los personajes por duras pruebas.
Aclaraciones: Esta historia la escribí hace más de 10 años, es muy entretenida, no se arrepentirán de haber perdido el tiempo en leerla. Le tengo mucho cariño porque fue una rara mezcla que logré hacer con el drama, humor y acción. 
IMPORTANTE: contiene escenas subidas de tono XD


*Capítulo 28: La Mancha Negra*


Al día siguiente de la repentina invasión de la East India Company, la
vida en Port Royal volvió casi a la normalidad, con excepción de que
Lord Cutler Beckett había tomado el poder destituyendo al gobernador
Weathervy Swann de su puesto y encarcelado a su hija Elizabeth y a su
prometido William Turner.

Inmediatamente después de que hubo tomado el control de la ciudad,
Beckett comenzó a introducir muchos cambios, tanto comerciales,
edilicios, legales y administrativos, instalándose impunemente en el
espacioso, elegante y bien iluminado despacho portuario del ex
gobernador, haciéndole algunas reformas a su gusto, como por ejemplo,
había mandado a pintar un detallado mapamundi en una de las paredes. Tal
vez con la intención de observarlo todas las veces que quisiera e
imaginar que todo eso, muy pronto, sería suyo.

Mientras Cutler Beckett conversaba seriamente con Mercer, su hombre de
confianza, sobre el desaparecido comodoro James Norrington y su posible
interceptación, un fusilero trajo al joven Will Turner ante la presencia
del nuevo Lord.

El haber pasado una noche en prisión y preocupado por su destino y el de
Elizabeth, había dejado una perceptible huella de tranquila
desesperación en su atrayente rostro masculino.

—Lord Beckett —informó el soldado—, el prisionero como lo ordenó, Señor.

—Quítenle los grilletes —ordenó mientras despedía a su guardaespaldas.

Dirigiéndose tranquilamente hacia la mesita de bebidas ante la molesta
mirada del agraviado muchacho, Beckett sirvió un poco de whisky en un
par de copas.

—La East India Trading Company necesita de tus servicios… —comenzó a
decir con habitual su tono arrogante, aproximándosele y ofreciéndole una
de las copas que, naturalmente, Will no aceptó.

Haciendo caso omiso al rechazo indiferente del muchacho, Cutler Beckett
dejó la copa en la mesa y se dirigió hacia la chimenea para comenzar a
revolver los leños con un atizador muy particular.

—Queremos que nos representes en una transacción comercial con nuestro
amigo mutuo, el capitán Sparrow… —comenzó a explicar, vuelto de espaldas
ante su "invitado".

—Más conocido que amigo —aclaró Will inmediatamente—. ¿Lo conoce también?

—Hicimos negocios en el pasado… —respondió alzando el atizador ante sus
ojos para poder observar la letra "P" que estaba al rojo vivo en uno de
sus extremos. Al mirarlo, Beckett pareció sumirse, con cierto rencor, en
los desagradables recuerdos que lo conducían el solo hecho de escuchar
el odiado nombre de su antiguo enemigo, quien, alguna vez en el pasado,
había trabajado para él y luego se había revelado en contra suyo—… y
ambos dejamos una /marca/ imborrable el uno en el otro…

—¿Y qué marca le dejó a usted?

No queriendo ni deseando hablar de ello, Beckett dejó el atizador en la
chimenea y se dirigió otra vez hacia su interlocutor con la intención de
seguir hablando del asunto que les concernía en aquel momento. No tenía
por qué hablar con aquel muchachuelo sobre su pasado.

—Por tu culpa, Jack Sparrow fue liberado —lo acusó mientras se paraba
frente suyo—. Quiero que encuentres a ese pirata y recuperes /cierta/
propiedad que él posee.

Y mientras Beckett tomaba su aperitivo, Will comentó con cierta ironía:

—¿Recuperar? ¿Con la espada en su cuello?

—Un intercambio —le aclaró con la misma ironía mientras dejaba la copa
en la mesa y se dirigía hacia su escritorio para abrir un pequeño
cofrecillo que llevaba la marca de la East India Company en la tapa, de
cuyo interior sacó un sobre de cuero que contenía unos papeles muy
importantes.

—Una Patente de Corso —le aclaró mientras se la mostraba—Le vas a
ofrecer el equivalente al perdón. Jack sería libre, trabajaría como
corsario para Inglaterra

—La verdad, dudo que Jack considere un empleo una forma de libertad
—replicó el muchacho no muy convencido al respecto.

—¡Ja! Libertad… —se burló mientras volvía a guardar el sobre en el
cofrecillo y se dirigía hacia el balcón para contemplar el paisaje que
allí se le ofrecía.

—Jack Sparrow es de una raza en vías de extinción —comenzó a decir
mientras Will se paraba al lado de él. Afuera se podía contemplar el
arduo trabajo de subir un enorme reloj mediante cuerdas y poleas. Muy
pronto, la torre del reloj estaría lista.

—El mundo se encoje a medida que completamos los vacíos que rodeaban el
mapa—siguió explicando Beckett—. Jack debe adaptarse al nuevo mundo o
perecer… —Lo miró significativamente mientras se recostaba de espaldas
sobre el balcón.

—Al igual que tú, señor Turner… —amenazó—. A ti y a tu novia los espera
la horca…

A Will le preocupó mucho aquella sentencia, pero no se lo quiso
demostrar a ese hombre frío e inescrupuloso. No le daría el gusto de
mostrarse débil ante él, pero tampoco estaba dispuesto a permitir que
ejecutaran a su amada Elizabeth y haría cualquier cosa para evitarlo.

—Así que quiere recuperar a Jack y al /Perla Negra/… —supuso.

—¿El /Perla Negra/? —repitió Beckett un tanto extrañado.

—La propiedad que usted quiere y que él posee —replicó un tanto desafiante.

—¿Un barco? Claro que no… —rebatió con una sonrisa burlona—. Ese objeto
que quiero es un tanto más pequeño y más valioso que un barco. Algo que
Sparrow lleva en su persona todo el tiempo…: una brújula.

En ese momento, Will creyó recordarla, creyó haberla visto en el
cinturón de Jack Sparrow, y también en el de la extraña mujer que se
parecía al mencionado pirata. Aquella extraña brújula que parecía estar
estropeada y que nunca apuntaba hacia el Norte… Pero… ¿para qué demonios
querría Beckett aquel viejo y sucio trasto sin importancia?

—¡Ah! La recuerdas… —dijo el Lord, feliz al notar los gestos del
muchacho, así que, acercándosele a él, le propuso con tono amenazador
que si no le traía aquel objeto, no había trato. Él y Elizabeth no
serían indultados de sus crímenes contra la corona.

Acto seguido, Cutler Beckett entró a su despacho, dejando a Will muy
preocupado, pues ahora, la vida de Elizabeth y la suya, estaban en juego.

—Una cosa más, señor Turner —lo llamó, sacándolo de sus pensamientos y
obligándolo a dirigirse hacia él para escucharlo, no sin cierto
desagrado por parte de nuestro joven protagonista—. Tengo entendido que
el comodoro Norrington salvó de la horca a una pirata hace unos pocos
días… —le comentó mientras se sentaba detrás de su escritorio y juntaba
la yema de sus dedos—. ¿Es eso cierto?

—Eso es algo que hasta a nosotros sorprendió —respondió de mala gana.

—Ajá… —sonrió malévolamente—. Y también tengo entendido que esa pirata
se parecía muchísimo al capitán Jack Sparrow, ¿verdad?

—Como dos gotas de agua…

—Pero que el mismo capitán Sparrow estuvo involucrado en la liberación
de aquella mujer, ¿no es cierto?

—Así es —Will se preguntaba cómo aquel sujeto podía estar tan bien
informado de todo lo que ocurría a su alrededor.

—Bien, bien… —parecía disfrutar enormemente con aquella inesperada
noticia, entonces se levantó de su asiento y apoyó las manos sobre el
escritorio, mirando fijamente al muchacho—. Aquí hay algo que no
entiendo, señor Turner… ¿Acaso no se suponía que la maldición del Anillo
de la Calavera se había roto para el capitán Jack Sparrow? ¿O me equivoco?

—No se equivoca. Yo fui testigo cuando la maldición se rompió y Jack
volvió a ser un hombre… —Arqueó las cejas un tanto extrañado—. Realmente
no entiendo por qué y cómo apareció esa mujer que se parece tanto a él,
pues podría haber jurado que aquella extraña mujer era el mismo capitán
Jack Sparrow… Y lo seguiría creyendo si no los hubiera visto a los dos
juntos al mismo tiempo.

—Bueno, pues creo que ése es un misterio que hay que revelar, entender
y… aprovechar… —comentó maliciosamente Lord Cutler Beckett mientras se
volvía a sentar en su sillón ante la preocupación y desconcierto de
William Turner. ¿Qué estaría tramando aquel desagradable hombre?

"¡Magnífico! —pensó Beckett lleno de malsana felicidad—. Podré vengarme
de jack después de todo…".

--

Aquella misma tarde, Isabel Jacobson volvió a recuperar el conocimiento,
pero, sintiéndose mucho mejor que antes. Cuando había despertado la vez
anterior, lo único que había gobernado su mente eran los recuerdos de su
querido tío Christian y su obsesionado amor por James, pero ahora, desde
que había abierto los ojos, lo único que pensaba era en su tremendo odio
hacia el capitán Seagull Hood por haberla humillado de una manera tan
ridícula durante el enfrentamiento anterior. Lo único que deseaba en ese
momento, era demostrarle que ella era mucho mejor que él, mucho mejor
que un pirata.

Pero justo cuando pensaba en levantarse de la cama, escuchó la masculina
y sensual voz de su odiado enemigo, claro que, sin perder aquel toque
burlón del que siempre parecía estar sazonado.

—¿Por qué no se queda más tiempo en la cama, señorita? Le hará bien a
sus heridas… —le dijo con una enorme y blanca sonrisa, trayendo consigo
una bandeja con comida y bebida—. Hace días que no come como debiera,
así que decidí que ya era tiempo de alimentarla como Dios manda.

Isabel no dijo nada al respecto, simplemente lo asesinó con la mirada
mientras éste se sentaba en la cama al lado de ella.

—¿Quieres pollo? Está muy rico —le ofreció tomando una de las piernas.

—No gracias, no quiero nada que provenga de un pirata —replicó con
desprecio, cruzándose de brazos y evitando tener que mirarlo a la cara.

—¿No? Pues qué lástima, nuestro querido monje cocina a las mil
maravillas y creo que debería ser condenado al infierno por trasgredir
las leyes de Dios.

—Usted habla demasiado de Dios para ser un pirata —replicó fulminándolo
con una salvaje mirada.

—Y usted habla demasiado bien para ser una mujer disfrazada de pirata,
señorita —rebatió astutamente, logrando que Isabel se incomodara y
respondiera demasiado deprisa.

—¿Y cómo supo que yo estaba diz…?! —se calló inmediatamente, dándose
cuenta de que había caído como una tonta en la pequeña trampa
lingüística de aquel detestable sujeto.

—¡Ajá! ¡Sabía que usted no era lo que aparentaba en un principio!
¡Maldición! ¡Perdí la apuesta! —se quejó el capitán del /Intrépido
Brabucón/, sin perder su risueño rostro burlón.

—¿Cómo? ¿De qué apuesta habla usted?

Y mirándola con un especial brillo de picardía en sus hermosos e
inteligentes ojos celestes, le respondió acompañado por una amplia sonrisa:

—Mis alegres muchachos apostaron que usted era una dama disfrazada de
pirata.

—¿Y usted qué apostó? —preguntó muy intrigada, deseando saber lo que
pensaba acerca de ella un hombre tan odioso y apuesto como él.

—Que usted era una cualquiera —fue la sorprendente y ofensiva respuesta,
dejando a Isabel con la boca completamente abierta. ¡Jamás en su vida
había sido insultada de esa manera!

—¡¡RATA!! —exclamó furiosa mientras le descargaba un repentino y feroz
puñetazo en la cara, rompiéndole la nariz al apuesto pirata, quien, sin
inmutarse en lo absoluto a pesar del terrible dolor que sentía, logró
atrapar con su mano derecha un nuevo golpe de puño que la agraviada
pensaba darle.

—Golpeas como un hombre —le dijo un tanto molesto pero siempre
sonriéndole descaradamente—, eres demasiado ruda para ser mujer.

—¡¡Cállate de una vez, maldito desgraciado!! —quiso pegarle con su otro
puño libre, pero Seagull no la dejó, sujetándola fuertemente de la
muñeca, inutilizándola por completo y dejando a Isabel completamente
indefensa y muy iracunda ante aquella desagradable situación.

—Creo que necesitas que alguien te enseñe a ser toda una dama, pequeña
salvaje —le insinuó con picardía mientras se le acercaba con la visible
intención de besarla.

Por supuesto que a Isabel la tomó por sorpresa aquella actitud, pero su
desconcierto no impidió que forcejeara desesperadamente para liberarse
de las garras de aquel sucio atrevido, pero todo esfuerzo fue inútil,
ella aún no se encontraba del todo bien y un dolor punzante en el
abdomen había terminado por paralizarla.

Con el corazón en la boca y muerta de miedo y desesperación, la joven y
orgullosa mujer nada pudo hacer cuando aquel desfachatado pirata unió
sus sensuales labios con los de ella, que hasta ese momento, habían sido
vírgenes. A pesar de ser un beso forzado y hasta violento, era a la
misma vez sumamente dulce y suave, pero, evidentemente, era para
demostrarle quién ordenaba en aquel lugar, imponiendo su voluntad sobre
la de ella.

"¡James! ¡James!" —llamaba desesperada a su amigo mientras las lágrimas
comenzaron a brotar de sus ojos a la vez que los cerraba con fuerza—.
"¡No puede ser que mi primer beso me lo dé un sucio y repugnante pirata!
¡Yo deseaba con toda mi alma que fueras tú el que me besara!".

Aunque aquel beso era completamente obligado, el duro corazón de Isabel
comenzó a disfrutarlo poco a poco, aunque su mente jamás quisiera
admitirlo, cediendo ante la arrolladora personalidad de aquel hombre.
Pero justo cuando parecía comenzar a ceder ante sus deseos, el capitán
del /Intrépido Brabucón/ se apartó repentinamente de ella, dejándola con
la boca abierta como si ésta estuviera pidiéndole un poco más de
aquellos efusivos besos.

—Bueno —comenzó a decir Seagull con su habitual sonrisa burlona mientras
se dirigía hacia la perta de salida—, creo que al final logré domar a la
bestia.

—¡¡Maldito infeliz!! —exclamó Isabel furiosa y humillada al escucharle
decir eso, lanzándole bruscamente la bandeja con comida y todo, pero,
con tan mala suerte, que le dio únicamente a la puerta, ya que Seagull
había logrado salir rápidamente de la cabina antes de que lo alcanzara
aquel proyectil culinario.

—¡Demonios! ¡Fallé! —se quejó muy frustrada y molesta, pero entonces,
para su completa desgracia, el pícaro pirata volvió a aparecer por la
puerta.

—Oye, te advierto que si no te comportas como una dama, no volverás a
tener de postre mis deliciosos labios —la amenazó sonriente.

—¡¿Y QUIÉN DEMONIOS LOS QUIERE?! ¡¡FUERA DE AQUÍ SI NO QUIERE AMANECER
MAÑANA MISMO CONVERTIDO EN UN EUNUCO!!

Y le lanzó el vaso, que también fue a estrellarse contra la puerta
cerrada, el capitán Hood había escapado de nuevo.

Bufando como un toro embravecido, Isabel se sintió tan humillada,
confundida y frustrada, que se levantó inmediatamente de la cama y
comenzó a romper todo a su alrededor, terriblemente furiosa.

--

Más tarde, esa misma noche, los hermanos Sparrow se encontraban en su
camarote tratando de decidir el rumbo a seguir en su desconocida
travesía y, como era su costumbre, también estaban acompañados por su
amado ron. Tanto Jack como Jacky, llevaban la misma marca de la letra
"P" en sus ante brazos izquierdos.

Inclinado sobre los mapas de la mesa, Jack calculaba con un compás las
coordenadas exactas para su viaje, decepcionándose al darse cuenta de
que la brújula no lo ayudaba mucho, puesto que la aguja comenzaba a
girar de aquí para allá cuando él la tocaba.

—Ni siquiera sabes hacia dónde ir, hermanito, eres un completo inútil.
¿Por qué no me lo dejas a mí? —le propuso su hermana Jacky, que estaba
al otro lado de la mesa con los codos apoyados en ella y con la
expresión más aburrida que se hubiera visto jamás, pues Jack insistía en
hacer el trabajo él solo.

—¡Ah! Y supongo que tú no eres ninguna inútil, ¿verdad? —replicó ofendido.

Jacky se encogió de hombros.

—Pues, honestamente hablando, hasta ahora te he ganado honesta y
deshonestamente en todas tus jugadas deshonestas, hermanito.

—Honestamente puede ser, pero debes admitir, honestamente, que lo que
más vale es la "calidad" y no la "cantidad", hermanita.

—¿A qué te refieres con eso?

—Me refiero a que, si bien, me llevas la ventaja en cuanto al número de
jugarretas, debes admitir, honestamente, que la trastada que te hice con
el comodoro Norrington supera con creces las tuyas.

La pirata lo asesinó con la mirada, pues, aunque muy dolida, tenía que
admitir que su hermano tenía toda la razón. Por más que ella le ganara
en sagacidad en reiteradas oportunidades, él había logrado que ella y
James se pelearan terriblemente antes de la muerte de éste último.

—Un día de estos, mi querido hermanito, vas ha arrepentirte por todo lo
que nos hiciste, /¿savvy?/ —amenazó mientras se disponía a beber de la
botella de ron que estaba a su izquierda, justo en el mismo instante en
que Jack hacía lo propio.

Con ambas manos sobre la misma botella y siendo ésta la única que
quedaba en la habitación, ambos capitanes se miraron hoscamente con toda
la intención de defender sus derechos sobre la pobre botella de ron.

—Suelta la botella, hermanita, es mía.

—No veo tu nombre escrito en ella, hermanito.

—Eso es porque antes no tenía que lidiar con una esponja borracha como
tú, hermanita.

—¿Y quién te dijo que tú estabas antes que yo, hermanito? ¿No te
detuviste a pensar que quizás tú seas el segundo Jack Sparrow?

—Jack Sparrow es todo un semental hermanita, nunca una mujer y lo estás
viendo ante ti ahora mismo.

Y, haciendo como que no lo veía, Jacky comenzó a mirar hacia todas
direcciones.

—Pues debo confesar que no vea a ningún semental por aquí, hermanito
—replicó maliciosamente.

—¡Ja! ¡Qué graciosa! Y supongo, hermanita, que el odioso del comodoro
Norrington sí lo es, ¿verdad?

Ella lo miró maliciosamente y le contestó sonriente:

—Pues puedo asegurarte que Norry está muuucho mejor "equipado" que tú,
/¿savvy?/

—¡Que se te haga la boca a un lado, hermanita! ¡Eso es mentira y lo
sabes muy bien! —replicó muy ofendido.

—Es justamente porque lo sé muy bien es que lo estoy diciendo,
hermanito. Recuerda que antes, tú y yo, éramos un solo capitán Jack
Sparrow y, que por lo tanto, conozco muy bien el tamaño del "paquete"
que llevas encima.

Entonces, ladeando la cabeza un tanto extrañado y suspicaz, Jack se lo
pensó mejor y decidió que lo mejor era averiguar la verdad:

—¿Es que ya te acostaste con él, hermanita? ¿Lo viste desnudo?
—frenético, la tomó repentinamente del cuello de la camisa y la obligó a
acercar su rostro al de él—. ¿Lo hacía mejor que yo? ¿Es verdad que
tenía el "paquete" más grande que el mío?

Sonriendo muy divertida, la capitana se liberó de las manos de su otro
yo y se cruzó de brazos.

—Te diré la verdad, hermanito, porque me das mucha lástima —respondió
despectivamente—: Primero: no, no me acosté con él (fue una verdadera
pena no hacerlo). Segundo: Lo vi en su camisón de baño (que mojado
resultaba muy sensual). Tercero: que como no logré acostarme con él, no
sé y nunca sabré cómo lo hacía (gracias a tu estúpida culpa, eunuco). Y
por último… —comenzó a acercarse a Jack con los ojos chispeantes de ira
mientras éste comenzaba a retroceder un tanto asustado—, Norry era más
alto que tú…

Jack se miró hacia arriba y se puso la mano en la cabeza, para "medirse".

—Tenía las manos más grandes que las tuyas…

Jack se miró las manos.

—Los pies más grandes que los tuyos y…

Jack se miró las pies.

—Por lo tanto, y saliendo por lógica… ¡¡tenía el "paquete" más grande
que el tuyo!!

Herido en su orgullo, Jack se llevó las manos hacia sus partes íntimas y
replicó:

—Puede que lo que digas es verdad, hermanita, pero lo importante es cómo
se usa el "paquete", /¿savvy?/

—¡Bah! Eso lo dices porque estás celoso del "paquete" de Norry, hermanito.

—¿Yo celoso de su "paquete" dices? ¿Acaso estás de broma, hermanita?
¡Por supuesto que no! —. Y haciendo una corta pausa agregó
suspicazmente—: si quieres, puedo hacerte una demostración…

Sonriendo despectivamente, Jacky volvió a cruzarse de brazos.

—No gracias, hermanito, ya conozco de sobra esas demostraciones y estoy
segura de que me decepcionarán mu… ¡Oye! ¡Suelta eso! ¡Es mío! —exigió
muy molesta en cuanto se dio cuenta de que su hermano Jack le había
sacado la botella de ron a hurtadillas.

—¡Jamás! ¡Esta botella mía! —declaró mientras escapaba con dicho objeto
con la intención de dirigirse hacia la puerta, pero Jacky lo interceptó
saltando desde la mesa y cayéndole encima. Durante varios minutos, ambos
lucharon salvajemente en el suelo por la posesión de la botella de ron,
rodando de aquí para allá y manteniendo firmemente sus manos sobre aquel
codiciado objeto, pataleando y chillando como si fueran dos niños
malcriados.

Y así podrían haber estado por un buen rato hasta que Jack gritó de
repente señalando hacia la puerta de la cabina:

—¡Mira! ¡El comodoro Norrington!

—¡¿Dónde?! —preguntó ansiosa la pirata, descuidando por un momento la
pelea que se estaba llevando a cabo, instante en el que Jack aprovechó
para apoderarse definitivamente de la botella y apartarse de su otra mitad.

—¡Oye! ¡Eso no es justo! —protestó Jacky muy ofendida y desencantada al
darse cuenta de que Jack se había aprovechado de sus sentimientos por su
querido Norry.

Haciendo caso omiso a las protestas de su hermana, Jack se llevó el pico
de la botella a la boca… dándose con la desagradable sorpresa de que no
tenía ni una sola gota de ron.

Decepcionado, Jack comentó más para sí mismo que para Jacky:

—No se nota, pero el ron se agota…

—No se nota, pero eres un idiota…—replicó la pirata, aún muy molesta por
la pesada broma de su otro yo.

Luego de asesinarla con la mirada, Jack tomó su sombrero y se dispuso a
salir del camarote tratando de caminar entre los vaivenes de la nave,
que, por cierto, acentuaban mucho más su extraño andar zigzagueante.

—¿A dónde vas? —preguntó su compañera.

—A buscar más ron, hermanita.

—¿Ah sí? Pues yo también voy contigo. No quiero que tú solo acapares
todas las botellas de ron, hermanito —replicó mientras se levantaba
penosamente del suelo y comenzaba a andar de la misma manera que Jack lo
hacía, a quien no le agradó mucho la idea de que ella lo acompañara a la
bodega en donde guardaban aquel precioso cargamento alcohólico. "Una
boca más que dar de beber".

Con linterna en mano para iluminar su oscuro camino, los flamantes
hermanos Sparrow salieron zigzagueantes de su camarote y se dirigieron
hacia la bodega en donde guardaban su delicioso ron. Tras haber cruzado
la cabina de su tripulación, quienes dormían profunda y tranquilamente
entre estrepitosos ronquidos, y el sector en donde guardaban los
animales, llegaron a la bodega luego de abrir el cerrojo de la puerta
con su juego de llaves. Apenas entraron allí, sintieron que algo no
andaba bien, que había un aire siniestro en todo aquel sitio oscuro,
húmedo y lleno de telarañas, pero no quisieron (o trataron) de prestarle
demasiada atención y decidieron comenzar a buscar el objeto de sus
deseos en los estantes para las botellas. Se extrañaron bastante cuando
se toparon varias veces con asquerosos gusanos o moluscos de mar en
dichos estantes. Y, mientras Jacky observaba con preocupación aquellos
bichos marinos que no deberían estar allí, Jack logró divisar con
alegría una botella de ron en la parte de abajo del estante, y, sin
decirle nada a su hermana, se apoderó de ella rápidamente.

—Se acabó el tiempo, Jack—le dijo de repente una voz siniestra,
provocando que el pirata soltara espantado la botella, que se hizo
añicos en el suelo, y que Jacky chocara de espaldas contra el estante,
tan asustada como su hermano.

Pero al instante recuperaron su valor y, con linterna en mano, se
acercaron lentamente hacia un oscuro rincón en donde parecía estar la
oscura forma de un hombre, a quien ambos capitanes creyeron reconocer y oír.

—¿"Bootstrap…"? —Jack preguntó un tanto estupefacto mientras acercaba la
linterna hacia el hombre.

—¡Bill Turner…! —murmuró Jacky con incredulidad, reconociendo
inmediatamente a su inesperado visitante, escondida detrás de su hermano.

Entonces, aquel sujeto de apariencia cansada que respondía al nombre de
"Bootstrap" Bill Turner, quien permanecía sentado sobre unas cajas con
la espalda miserablemente arqueada, giró lentamente hacia quien le había
hablado. Su rostro deforme impresionó enormemente a los dos capitanes.

"Bootstrap" Bill Turner, había sido alguna vez un marinero inglés, que
por ir detrás de mejores oportunidades de trabajo en el Caribe, dejó a
su esposa y a su pequeño hijo Will en Inglaterra. Pero el destino quiso
que terminara convirtiéndose en un pirata a bordo del /Perla Negra/ bajo
el comando del capitán Jack Sparrow, a quien luego había traicionado
durante el motín liderado por su primer oficial, el capitán Hector Barbossa.

—Hola, Jack…—saludó tenebrosamente el extraño visitante mientras
chorreaba agua por todas partes y los insectos recorrían su horrible
cara. Sus ojos revelaban tanto tristeza como sufrimiento.

Haciendo un gesto de incredulidad, Jack se echó hacia atrás y preguntó:

—¿Esto es un sueño, Bill?

—No.

—Eso creí. Si fuera un sueño ya abría ron —se quejó nuestro capitán.

Cuando apenas terminó de decir esto," Bootstrap" le ofreció
inmediatamente una botella de ron, que a Jack le costó un poco de
trabajo tomar, pues su amigo la tenía pegada a su mohosa y arenosa mano.

—Veo que recuperaste el /Perla Negra/… —comentó sonriente el maldecido.

—Alguien me ayudó a recuperarla… Por cierto, fue tu hijo —fue la
sorprendente revelación de Jack Sparrow mientras bebía un poco de ron.

—…William… —repitió aquel nombre con nostalgia y decepción—. Así que
acabó siendo un pirata después de todo…

—¡Oye! ¡No te tomes todo el ron, hermanito! ¡Déjame la mitad para mí!
—protestó repentinamente la capitana Jacky Sparrow mientras le
arrebataba la botella a Jack y sacaba de su ensimismamiento al padre de
Will Turner, sorprendiéndolo.

—¿Quién es ella, Jack? ¡Es igual a ti! Sólo que es… es una mujer…!
—terminó diciendo bastante confundido y con los ojos muy grandes.

Jack estuvo a punto de responderle, pero su otro yo se le adelantó
haciéndolo despectivamente a un lado y, inclinándose un poco hacia
adelante, levantó el dedo índice para ponerle más énfasis a sus palabras.

—Soy la capitana Jacky Sparrow, mi querido "Bootstrap" Bill Turner, o lo
que es lo mismo, soy el mismísimo capitán Jack Sparrow.

—¿Cómo? —Bill no logró entender nada.

—Mira, escucha atentamente a mis palabras, "Bootstrap" —quiso aclarar el
capitán Sparrow—: Yo soy yo y ella también soy yo, y como ella soy yo,
yo soy ella, /¿savvy?/

Un silencio embarazoso se hizo en aquella bodega, Bill Turner no había
logrado entender nada de nada.

—¡Bah! ¡Pero qué idiota eres, hermanito! ¡"Bootstrap" no ha entendido
nada de lo que le dijiste! —lo acusó poniéndole el dedo índice en el
pecho de Jack, quien de inmediato se defendió de aquellas acusaciones.

—¿Y por qué no se lo explicas tú, hermanita? Ya que te crees más
inteligente que yo… —puso los brazos en jarra.

—¡No hay problema! Fíjate cómo se hace, hermanito —y, orgullosa, se
volvió hacia el pobre y confundido visitante y le dijo: —Yo soy él y él
soy yo, y como él soy yo, yo soy él, ¿lo entendiste ya, "Bootstrap"? Los
dos somos el capitán Jack Sparrow.

—No —Bill negó amargamente mientras Jack se llevaba la mano a la cabeza,
fastidiado.

—Bueno, no perdamos más tiempo con esto y sigamos en lo que quedamos
—comenzó a decir Jack Sparrow dirigiéndose hacia el confundido padre de
Will Turner—. ¿A qué se debe el leproso placer de tu visita?

Por fin, "Bootstrap" Bill Turner, volvía a pisar terreno conocido.

—Él me envía…—respondió tenebrosamente a la vez que los capitanes lo
miraban como si le estuvieran pidiendo más explicaciones. Ahora eran
ellos los que no entendían nada de nada. El solo hecho de ver aparecer a
un extraño y desaparecido Bill Turner, era de por sí muy extraño.

—¿A qué te refieres con eso de que "él me envía…"? —preguntó Jacky
imitando el tono de voz tenebroso de "Bootstrap".

—… Davy Jones… —fue la espantosa respuesta del extraño visitante ante el
asombro de los hermanos Sparrow.

Davy Jones era el tenebroso capitán del /Holandés Errante/, un navío
"fantasma" que recorría los mares tomando como prisioneros a los
supervivientes de los barcos que previamente había hundido. Todo aquel
que era capturado por Jones tenía dos opciones: morir a manos de su
tripulación maldita o unirse a ella por cien años para luego convertirse
irremediablemente en parte su navío al final de dicho plazo.

—¡Ah! Ahora entiendo… —dijo Jack mientras se sentaba sobre otra caja de
madera y Jacky se apoyaba sobre una de las columnas y se cruzaba de
brazos cruzados—. Te hizo entrar a su servicio, ¿eh?

—Yo lo elegí —siguió explicando "Bootstrap"—. Lamento haber participado
en el motín en tu contra, Jack —se disculpó en el mismo momento que
atrapaba con la mano a uno de sus "habitantes" marinos que trataba de
escapar de él— Yo te defendí, pero después todo salió mal… —contó
mientras mordía el crocante molusco como si fuera una galleta ante el
desagrado de Jack y la repulsión de Jacky, quien no pudo evitar ponerse
a vomitar toda su cena sobre el piso de la bodega.

Bill siguió con su explicación:

—Me ataron a un cañón y terminé en el fondo del océano… El peso del agua
me aplastaba cada vez más y más, ya no podía moverme… —pareció
angustiarse con aquellos desagradables recuerdos—. Nunca moría, Jack,
así que decidí que de presentarse la mínima oportunidad de escapar de
aquella suerte, la tomaría. Daría lo que fuera por ella… —Jack le cedió
la botella de ron para que se calmara un poco con su contenido ante la
suplicante mirada de su hermana que no le gustaba ni pizca tener que
compartir el ron.

—Es curioso lo que un hombre es capaz de hacer para escapar del Juicio
Final… —comentó el capitán del /Perla Negra/ mientras se levantaba de su
asiento y tomaba a Jacky del brazo para dirigirse hacia la puerta de la
bodega con la intención de alejarse del padre de Will, pues ya estaba
suponiendo la razón por la que él se encontraba allí, pero el enviado de
Devy Jones les cortó rápidamente el paso, interponiéndose en su camino.

—¡Tú también hiciste un trato con él, Jack! —rebatió amenazadoramente
acercándose demasiado y obligándolos a retroceder—. ¡Sacó al /Perla/ del
fondo del mar para ti y durante trece años fuiste su capitán!

—En realidad… —Jack quiso refutar aquello, pero "Bootstrap" lo
interrumpió inmediatamente.

—Jack, no vas a librarte con palabras esta vez… —le advirtió—. Las
mismas condiciones que yo pacté, también las pactaste tú: un alma
obligada a servir en su navío durante cien años…

—Sí, pero el /Holandés Errante/ ya tiene capitán, así que… —replicó
Jack, tratando en vano de evadirse de su destino.

—¡¡Tú ya has tocado fondo, Jack!! ¡¡Te enterrará en el fondo del mar!!
¡Jones enviará al terrible Leviatán a buscarte y te encontrará! —lo
interrumpió, amenazándolo terriblemente, casi pegando su rostro al de
Jack mientras Jacky observaba todo aquello desde un segundo plano,
aprovechando el momento para beberse toda la botella de ron—… Y se
llevará al /Perla/ de vuelta al fondo del mar contigo adentro.

—¿Tienes idea de cuándo piensa Jones soltar a la terrible bestia? —el
acusado le preguntó en una posición muy incómoda, puesto que Bill Turner
se le había acercado tanto, que Jack Sparrow se había visto obligado a
inclinarse exageradamente hacia atrás.

Luego de una breve pausa tras haberse apartado lentamente de su ex
capitán y haciendo caso omiso a su pregunta, "Bootstrap" le advirtió:

—Ya te ha avisado, Jack, se acabó tu tiempo —tomó su mano izquierda e
hizo un ademán de colocarle algo en palma—. Ya se acerca, atraído por un
hambre voraz hacia el hombre que porta… "la mancha negra…".

Y mientras "Bootstrap" Bill Turner se alejaba del capitán Jack Sparrow,
éste alzaba la mano para ver lo que su inesperado y extraño visitante le
había dejado. Movida por la curiosidad, Jacky se acercó también para
mirar. Grande fue la sorpresa de ambos cuando vieron aparecer una
horrible mancha negra en la palma de la mano de Jack. Aquella era la
típica señal de los piratas cuando sentenciaban a muerte a uno de ellos,
y el capitán Jack Sparrow estaba sentenciado a muerte por el mismo Davy
Jones.

Ambos capitanes alzaron la vista y miraron hacia el oscuro rincón en
donde "Bootstrap" se había marchado, pero éste ya no estaba con ellos,
era como si se hubiera esfumado misteriosamente en el aire una vez
cometido su labor.

—¡Uf! ¡Menos mal que no me lo dieron a mí!—exclamó Jacky de pronto con
un suspiro a la vez que su hermano la miraba como si quisiera asesinarla
de un momento a otro.

Y entonces, con actitud condescendiente, la capitana pasó su brazo
izquierdo sobre los hombros de su infortunado otro hermano, sonriéndole
como si disfrutara enormemente con aquella terrible desgracia que le
había tocado vivir a su otro yo.

—Mira, hermanito —comentó—, cuando uno hace un trato, hay que cumplirlo
por más que no nos guste y, siendo tú un hombre adulto y responsable,
creo, deberás agachar la cabeza y cumplir con el trato que le hiciste a
Davy Jones, /¿savvy?/

—¡Ah, claro! ¿Así que ahora no eres mi otra mitad como siempre andas
pregonando por ahí, verdad, hermanita? ¡Ahora quieres desentenderte de
mis problemas! —protestó ofendido.

—Pues claro, yo no recuerdo nada de mi vida anterior antes de separarme
de ti en la isla del Cuello Torcido… —mintió descaradamente, pero cuando
el capitán Jack Sparrow miró hacia la mano de su triunfadora hermana,
abrió grandemente los ojos y dijo:

—Pues creo que Davy Jones no se ha enterado de eso, hermanita.

—¿Y por qué dices eso? —le preguntó muy extrañada.

—Porque tú también llevas la "mancha negra" en la palma de tu mano…

Inmediatamente la aludida se desembarazó de su otro yo y comprobó
aterrorizada que aquel mortal aviso también había aparecido en su propia
mano.

—¡¿Pero por qué yo también tengo la "mancha negra"?! ¡No es justo!

—¿No será porque dijiste: "Yo soy él y él soy yo, y como él soy yo, yo
soy él. Los dos somos el capitán Jack Sparrow"?, ¿hermanita? —se mofó.

—Entonces… ¿eso quiere decir que aquel bicharraco soltado por Jones
vendrá por nosotros dos, hermanito?

Jack, muy preocupado y asustado, asintió con la cabeza. Entonces, ambos
capitanes volvieron a mirar sus manchas negras para luego mirarse a la
cara, dar media vuelta y salir corriendo desesperadamente hacia la cubierta.

—¡¡Todos a cubierta!! ¡¡Suban el anclaaa!! —gritaron alarmantemente
mientras corrían a través de las escaleras y cruzaban por la cabina de
sus hombres, despertándolos con gran sobresalto de sus tranquilos
sueños—. ¡¡De prisa!! ¡¡Corran!! ¡¡Quiero ver acción!! ¡¡Arriba!!
¡¡Vamos, vamos, vamos!! ¡¡Rápido!! ¡¡Movimiento!! ¡¡Quiero movimiento!!
—les ordenaban desesperadamente a la misma vez que personalmente se
encargaban de sacudir a algunos perezosos para despertarlos. Gibbs y Ana
María no lograban entender nada de nada de lo que les estaba pasando a
sus capitanes.

—¡No los soporto! ¡Están cada vez más locos! ¡Con un Sparrow era más que
suficiente, pero con dos Sparrow ya es un suplicio! ¡Deberíamos
abandonarlos en una isla! —se quejó la joven mujer mientras se colocaba
apresuradamente las botas.

—Yo mismo averiguaré el motivo de su locura, tú ocúpate de que los
hombres hagan bien su trabajo —propuso Gibbs mientras se levantaba
rápidamente de su litera.

Mientras tanto, ya en cubierta, ambos capitanes seguían dando toda clase
de órdenes desesperadas a su asustada y sobresaltada tripulación que
corrían de aquí para allá tratando de cumplir rápidamente con sus
obligaciones.

—¡¡Suelten las velas!! ¡¡Rápido!! ¡¡Giren a sotavento!! ¡¡Corran!! ¡¡No
se detengan!! ¡¡Corran como si el mismo diablo quisiera atraparnos!!
—gritaban al unísono mientras corrían atropelladamente de un lado a otro
hasta que se ocultaron detrás de uno de los mástiles para vendarse con
trapos viejos las manos afectadas por el agujero negro.

—¿Qué rumbo tomamos? —preguntó Gibbs de repente a sus capitanes, quienes
dieron un brinco de espanto al escucharlo.

—¡Huyamos! ¡A tierra!—volvió a repetir el capitán Sparrow con el terror
reflejado en su rostro así también como en el de su hermana. Y ante la
extrañeza del contramaestre, ambos volvieron a ocultarse detrás del mástil.

Como sus capitanes aún no habían proporcionado un punto fijo, Gibbs
volvió a insistir y rodeó el palo para poder encontrarlos y, al
reencontrarse repentinamente, esta vez los tres fueron los que gritaron
de espanto.

—¿A qué puerto? —les preguntó cuando se hubo recuperado del susto.

—Yo no dije puerto, dije tierra, cualquier tierra —aclaró al borde de la
desesperación su capitán, pues sabía muy bien el peligro que se les
avecinaba.

De pronto, como si quisiera dificultarles aún más aquella terrible
situación, apareció el monito mascota del capitán Hector Barbossa que,
aferrado a una cuerda, pasó rasante por encima de los capitanes,
arrebatándole el sombrero al espantado Jack Sparrow para luego dejarlo
caer maliciosamente por la borda luego de una pequeña batalla de
"gruñidos" entre él y Jack.

Como aquel tricornio era uno de los objetos personales que su capitán
más amaba sobre todas las cosas, tanto Gibbs, Ana María, Cotton, Marty y
demás piratas, se acercaron inmediatamente a la balaustrada para
observar con preocupación cómo aquel dichoso sombrero se alejaba del
barco impulsado por la marea.

—¡¡Deténganse!! ¡¡El sombrero de Jack se cayó al agua! —Ordenó Gibbs—.
¡¡Vamos por él!!

—¡No, no! ¡Alto! ¡Déjenlo! —les pidió su capitán, sorprendiendo a todo
el mundo. ¿Cómo era posible que Jack Sparrow estuviera dispuesto a
abandonar una de sus pertenencias más queridas si nunca lo había hecho
antes? Algo malo estaba pasando con seguridad, no había duda de ello.

—¿P-pero estás seguro, Jack? Es tu sombrero… —preguntó su contramaestre
muy consternado.

—No te preocupes, tengo otro de repuesto —le respondió mientras le
sacaba tranquilamente el sombrero de Jacky y se lo colocaba como si nada.

—¡Oye! ¡Eso no es justo! —la capitana Sparrow replicó muy enojada—. ¡Ese
sombrero es mío! ¡Devuélvemelo!

—¡Oblígame! —la desafió inmediatamente mientras ponía los brazos en jarra.

Como era de esperarse, la capitana Sparrow no se hizo de rogar y se le
lanzó encima, comenzando entonces, una ridícula pelea entre hermanos
caprichosos por un viejo sombrero.

Viendo que ningún miembro de la tripulación se movía, Jack Sparrow
volvió a ordenarles que se movieran mientras seguía forcejeando con su
enojadísima hermana.

Gibbs, quien se encontraba bastante confundido, decidió que lo mejor era
obedecer a su capitán y se volvió hacia su confundida tripulación. Más
adelante se enteraría de lo que los estaba atormentando hasta el punto
de aterrorizarlos.

—¡Vayan a sus lugares! ¡Todos ustedes! —les ordenó con viva voz, por lo
que la tripulación obedeció inmediatamente y cada uno de ellos se fue a
realizar sus obligaciones pertinentes.

Constatando de que Ana María había comenzado a dirigir a los hombres,
Gibbs se dedicó a buscar a los dos hermanos Sparrow para preguntarles
qué demonios les ocurría, pues ambos habían vuelto a desaparecer de su
vista.

Los encontró escondidos debajo de la escalera del puente de mando,
peleando briosamente por el sombrero.

—¡Jack! ¡Jacky! —intentó llamarles la atención, pero estos le
respondieron rápidamente con un "¡Shiiit!", pero Gibbs no iba a quedarse
con eso, debía averiguar lo que estaba pasando—. ¡Por todos los
monstruos de los océanos, capitanes! ¿Qué nos persigue esta vez?

Y entonces, los dos capitanes dejaron de pelear y lo miraron
detenidamente con sus rostros blancos por el miedo.

—Nada —fue mala y frustrante respuesta de aquellos hermanos tan
extraños. ¿Por qué revelarle al pobre gordo que sus días estaban
contados si seguía bajo su comando? ¡Aquel terrible monstruo no tendría
piedad con ninguno de su tripulación una vez que encontrara al /Perla
Negra/!

--

Alejado de su legítimo dueño, iluminado tenuemente por un tímido
amanecer, el tricornio navegaba tranquilamente flotando en las aguas y
conducido por la marea, en un viaje solitario y sin rumbo fijo. Pero
justo cuando navegaba cerca de unos pequeños islotes, un barco turco lo
interceptó y fue recogido con un gancho por uno de los dos únicos
marineros que pilotaban aquella pequeña embarcación. Muy feliz por haber
encontrado aquel particular tricornio, el hombre se lo colocó e hizo
gala de su buena fortuna a su compañero, pero este último, celoso por el
hallazgo hecho por su amigo, se lo quitó y se lo colocó él mismo ante
las protestas de su anterior y frugal dueño, que muy pronto se
convirtieron en alegres comentarios.

Ninguno de los dos marineros se habían dado cuenta de que algo terrible
se les estaba aproximando por debajo de las profundas aguas del mar,
algo terrible y enorme, sediento de sangre. Era la temible bestia que
"Bootstrap" Bill Turner había vaticinado, atraído por el aroma del
sombrero de Jack Sparrow, pues ya había comenzado con su mortal búsqueda.

Unos extraños gemidos se dejaron escuchar alrededor de la barcaza,
poniendo a los dos marineros turcos bastante preocupados, mirando a su
alrededor, tratando de buscar aquello que los había asustado. Pero
entonces, sin previo aviso, una repentina sacudida de la embarcación,
acompañado de un espantoso rugido, fue suficiente como para que los
aterrorizados hombres comenzaran a morirse de miedo y a acusarse
mutuamente por lo que estaba ocurriendo gracias al desafortunado
encuentro de un sombrero hechizado.

No tuvieron mucho tiempo para discutir, puesto que, sorpresivamente, la
barcaza fue tironeada desde abajo por aquel enorme y poderoso monstruo
de las profundidades, haciéndola desaparecer bajo el agua entre un
enorme columna de agua, haciéndola pedazos, quedando luego el mar tan
tranquilo como antes y con las gaviotas sobrevolando el lugar del desastre.

Aquella terrible bestia, el poderoso y temible Kraken, era el que Davy
Jones había soltado para que ajusticiara al capitán Jack Sparrow y a
quien quiera que estuviera con él.


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