Fanfic Piratas del Caribe -Bajo la Espada de Odìn- *Capítulo 27: Un Castigo Para Elizabeth*

                         Resumen de la historia: El capitán Jack Sparrow comete el gran error de ponerse un anillo maldito que lo transformará en mujer y le traerá un sin fin de problemas tanto a él como a quienes lo rodean, amigos y enemigos. Una elección que cambiará la vida y los destinos de todos, en especial del Comodoro James Norrington y el mismo Jack. Esta historia está ambientada después de la primera película y desarrollada durante la segunda y tercera película. Una historia larguísima pero muy entretenida, con drama, humor, acción y romance. ¡Que la disfruten!



*PIRATAS DEL CARIBE: BAJO LA ESPADA DE ODÍN*

TERCERA PARTE: ¿DE QUÉ LADO ESTÁS?


Beckett quiere gobernar el mundo;Morgan quiere asesinar a todos;Jack y jacky quieren ser uno solo;Will quiere liberar a su padre;Isabel quiere vengar a sus padres;James quiere encontrar el perdón. ¿Quién lo logrará?Cont de El Libro del Destino. EL FINAL

Género: drama, amistad, acción, suspenso, humor, romance, violencia, aventura, fantasía, erotismo
Pareja: Jacky Sparrow/James Norrington. Elizabeth Swan/Will Turner
Personajes: Jack Sparrow/Jacky Sparrow, James Norringon, Elizabeth Swan, Will Turner, Hector Barbossa ¡y muchos más!
Calificación: para mayores de 18 años
Cantidad de palabras: variable
Duración: 67 capítulos la primera parte, 57 la segunda parte y 51 la última parte.
Estado: finalizado (Publicada en Fanfiction el 17 de Agosto del 2009 hasta el 21 de Marzo del 2011)
Escritora: Gabriella Yu
Mi estilo: estoy influenciada tanto por el anime, los dramas asiáticos y la literatura universal. Me gusta hacer pasar a los personajes por duras pruebas.
Aclaraciones: Esta historia la escribí hace más de 10 años, es muy entretenida, no se arrepentirán de haber perdido el tiempo en leerla. Le tengo mucho cariño porque fue una rara mezcla que logré hacer con el drama, humor y acción. 
IMPORTANTE: contiene escenas subidas de tono XD


*Capítulo 27: Un Castigo Para Elizabeth*


Bajo el amparo de la oscuridad que le prodigaba la bodega, se encontraba
la capitana Jacky Sparrow, tomando ron a más no poder, sentada en uno de
los cajones. En ese momento no quería pensar en nada ni en nadie,
simplemente quería emborracharse y nada más.

—Eso podría dañar a tus hijos, querida —le advirtió la inesperada Tía
Dalma, apareciendo tan de repente al lado de la pirata, que la hizo
sobresaltarse, escupiendo todo el ron que tenía en la boca.

—¡Mira lo que me hiciste hacer, especie de mujer! —se quejó, poniéndose
de pie, pero enseguida se lo pensó mejor y agregó—: ¿Qué… ¿Qué quieres
decir con eso de "hijos"?

—¿No lo entiendes? Tendrás dos hijos.

—¿Do-os…? —puso los ojos como platos, dejándose caer pesadamente sobre
su improvisado asiento, estupefacta—. ¿Dos…?

Estaba impactada, de por sí llevar una vida dentro suyo era ya un gran
peso para ella; dos, era simplemente desbastador.

—¿Y bien? ¿Qué es lo que vas a hacer ahora con él? —quiso saber la
pitonisa con una media sonrisa, cruzándose de brazos y mirando fijamente
a la futura madre.

—¿Con él? ¿A quién demonios se refiere?

—Me refiero almirante Norrington. ¿Quién más?

Jacky se puso a la defensiva.

—¿Y qué quieres que haga con él?

—Ahora que sabes todo lo que él hizo por ti, ¿no crees que, por lo
menos, deberías contarle que será padre de dos criaturas?

—¿Y para qué le voy a decirle eso? Podría hacerlo sólo para despreciarlo
después… Sería divertido… Pero, la verdad es que no quiero verlo ni en
figurita, /savvy?/

—¿Por qué?

—¿Cómo que "por qué"? ¡Lo desprecio!

—¿A pesar de que todo lo que hizo por ti?

—Precisamente por todo lo que me hizo.

—Si mal no recuerdo, tú también fuiste muy malvada con él.

Jacky se alzó de hombros, soltando un bufido.

—Se lo merecía, y era muy divertido fastidiarlo.

—¿Y no quisieras seguir fastidiándolo más?

—Esos tiempos ya pasaron. Ya no quiero saber más nada con ese sujeto
—replicó, cruzándose de brazos y volviendo la cabeza, terca como una mula.

—¿En serio? —la atravesó con la mirada—. Yo te diré la razón por la que
no quieres volver a verlo: temes que, si vuelves a tenerlo frente a ti,
nunca más lo dejarás ir.

Al escuchar esta conjetura, la pirata palideció y sus mejillas se
colorearon con una velocidad asombrosa.

—¡Boberías! —negó con vehemencia, pero Tía Dalma estaba dispuesta a
hacerle ver la realidad que escondía su corazón.

—Temes que cuando vuelvas a verlo, no te importará ser mujer toda tu
vida con tal de estar a su lado.

—Ya dije que son puras tonterías —insistió, sintiendo que su corazón
latía cada vez con más rapidez—. ¿Para qué voy a seguir interesándome
por él cuando lo único que quiero es volver a ser el estupendo semental
que era antes?

—¿Es que no entiendes que siempre fuiste mujer, Jacky?

—¿Cómo? —la miró entre ofendida y extrañada, pidiendo una explicación.

—Cómo tú misma dijiste antes, ese anillo, además de volver mujeres a los
hombres, también es capaz de separar el lado femenino del masculino que
todos llevamos en nuestro interior. Tú, querida, eres indiscutiblemente
la parte femenina de Jack Sparrow, lo fuiste desde antes de que él se
convirtiera en mujer, cuando se convirtió y después cuando te separarte
de él. O sea, /siempre/ fuiste y serás una mujer por más que se unan
otra vez, sólo que permanecerás oculta tras bambalinas como antes por el
predominio del lado masculino de Jack porque él nació siendo hombre.

Jack se quedó bastante desconcertada con esa explicación, pero, quisiera
o no admitirlo en voz alta, sabía, en su interior, que esa era la
absoluta verdad.

—¡Bah! ¡Tonterías! —replicó, terca como una mula, sin querer admitir la
arrolladora verdad.

—Tonterías o no, lo menos que puedes hacer por Norrington, si no quieres
volver a ser su novia, es que le salves la vida.

—¿Salvarle la vida? ¡Pues que él sólo se la salve en el menudo lío en el
que se metió! —refunfuñó.

—¿Estás segura de lo que dices? —sonrió, achicando los ojos con suspicacia.

—Segurísimo —asintió testaruda, con los brazos y las piernas cruzadas
moviendo impacientemente el pie.

—Bien —dijo la pitonisa con tranquilidad, dándole la espalda—. Como quieras.

Subió lentamente las escaleras rumbo a la cubierta superior, pero antes
de desaparecer de la vista de Jacky, agregó:

—Desde mañana no tendrás por qué preocuparte, ya que James Norrington
morirá esta misma noche.

Al escuchar aquello, la pirata se quedó completamente inmóvil.
¿Realmente Norry moriría esa noche? Tía Dalma era una pitonisa más que
acertada y no cabía duda en su pronóstico, así que era seguro que la
vida de Norrington llegaría a su fin irremediablemente… Pero… Tía Dalma
también le había sugerido que podía salvarle la vida si quería… La
cuestión era: ¿estaría dispuesta a hacerlo? No lo sabía aún, pero ahora
comprendía que su realidad fue, era y siempre sería la parte "femenina"
de Jack Sparrow, aún si se uniera con él, seguiría siendo lo mismo… La
única diferencia radicaría en que ya no tendría la absoluta libertad de
actuar como la tenía desde que había tomado una existencia propia, así
que, unirse nuevamente a Jack, sería, en fin, una pérdida absoluta de su
tan amada libertad y, como la buena Sparrow que era, no era algo de lo
que estaba dispuesta a renunciar.

—¡Bueno! —se puso de pié, con actitud decidida—. ¡Seré mujer! ¡Lo
acepto! ¡Viva le emancipación femenina! —Alzó el puño con vehemencia,
pero pronto lo bajó y comenzó a divagar, como era su costumbre,
caminando de aquí para allá, gesticulando con las manos y balanceándose
como siempre lo hacía.

—A pesar de que comencé con el pie izquierdo cuando me convertí en
mujer, debo admitir, y lo admito, que la pasé bastante bien, lo admito.
Y más allá de esto —se tocó la panza con ambas manos—, admito también,
que la seguiré pasando muy bien. Sólo que… —Su rostro se entristeció, no
llegó a terminar la oración porque a su mente volvió la imagen de aquel
hombre de mirada triste al que no podía reconocer, aquella voz que la
llamada y a la luz a la que siempre había seguido en sus pesadillas…,
ahora comprendía que esa persona, esa voz y ese resplandor, no eran otra
cosa más que el odioso de James Norrington, su querido "Norry".

Perdida en estos pensamientos, la pirata dirigió su triste mirada hacia
un pequeño rayo de luz que se filtraba a través de una delgada rendija
ubicada en la parte de arriba del casco, suspiró quedamente. ¿Realmente
podría vivir sin él?

—Mi capitana —la sobresaltó el contramaestre, oteando desde arriba de la
escalera—, ¿está usted aquí?

—¿Y en dónde más voy a estar si no es en la bodega, Gibbs? —replicó
malhumorada.

El aludido se quedó un tanto pensativo.

—Cierto —dijo al fin.

—¿Qué quieres? Más te vale que sea algo muuuy importante para molestar a
una singular pirata como yo que está en la dulce espera, ¿eh? —Se tomó
otro trago de ron y se limpió la boca con la manga de su camisa.

—Su hermano mandó por usted porque vamos a tener una reunión muy
importante en el camarote del capitán. Tenemos que decidir qué hacer
respecto a Beckett y a Sangre Negra.

—¿Ésas alimañas? Con una buena dosis de veneno se soluciona el problema,
/savvy?/ Pero igual tendríamos el mismo resultado si los ponemos a ellos
en una habitación junto al capitán Hood… ¡la pedantería de ese sujeto
los conduciría al suicidio y asunto arreglado! —tomó otro poco más.

Gibbs bajó unos escalones más para poder mirarla mejor.

—¿No le hará daño a su bebé si sigue tomando así, mi capitana?

Jacky bufó fastidiada y lo asesinó con la mirada, bajando de golpe la
mano que sostenía la botella.

—¿Qué daño les va a hacer un poco de ron, Gibbs? Más bien les
beneficiará. Si van a nacer como hijos de la gran capitana Jacky
Sparrow, más les vale que se aguanten este delicioso elixir celestial.

Y dicho esto, subió las escaleras, haciendo a un lado sin mucha
ceremonia a su subalterno al pasar.

Éste pestañeó varias veces, desconcertado.

—¿Capitana?

—¿Qué quieres ahora, especie de jamón? —se detuvo, pero sin volverse a
verlo.

—Dijo…: ¿"hijos"?

—Claro, bobo —se volvió, sonriéndole pícaramente—. Van a ser gemelos,
por lo tanto, son "hijos". Creí que sabías contar.

Y se fue lo más campante, dejando al pobre de Gibbs profundamente
consternado.

—Vaya, eso sí que no me los esperaba… ¿Qué diría el almirante Norrington
si lo supiera? ¡Gemelos!

Minutos después, Gibbs ingresó al camarote en dónde se estaba celebrando
la reunión y en donde Jack ya estaba.

Allí se encontraban todos los demás capitanes de las embarcaciones: Jack
Sparrow, Hector Barbossa, Jade, Nefud Yidda y Seagull Hood. También se
encontraban allí Will y su novia Elizabeth, el doctor Jacobson y Tía
Dalma. Todos reunidos alrededor de la mesa con sus respectivos tarros de
ron, menos Jade, Elizabeth y Will.

—Escuchen —comenzó a decir Barbossa, dirigiendo una dura mirada de
advertencia a los dos atolondrados hermanos piratas mientras Gibbs se
sentaba a la mesa—, La Hermandad se reunirá en la Bahía del Naufragio, y
ustedes tienen que estar allí sin discusiones ni protestas.

Jack y Jacky, que estaban sentados uno al lado del otro, se miraron.

—Tenemos que discutir y protestar —respondieron al mismo tiempo.

—Si van a reunirse, yo apuntaré mi nave a otro lado —aclaró Jack.

—¿Cómo que "tu" nave? También es /mi/ nave, /savvy?/ —Protesto Jacky de
inmediato.

—Claro que no es tu nave. Perdiste la apuesta —replicó su hermano.

—¿Dices que perdí la apuesta? ¡Pero sí la gané! ¡El /Perla Negra/ es
legalmente mío!

—¡No! ¡Es mío! —insistió Jack, casi pegando su rostro al de su hermana.

—¡No! ¡Es mío! —rebatió, terca como una mula.

—¡No! ¡Es mío!

—¡No! ¡Es mío!

—¡No! ¡Es mío!

—¡No! ¡Es mío!

—¡YA BASTA! —gritó Barbossa, sobresaltando a todo el mundo—. ¡¿De qué
endemoniada apuesta están hablando?

—Déjame aclararlo, compañero —se anticipó Jacky—: mi hermano y yo
apostamos que si Norrington se entregaba a mí, él me entregaría el
/Perla Negra./

—Y si Norrington no se entregaba a ella, Jacky tenía que entregarse a mí
/—/concluyó Jack.

—Exacto, hermanito —asintió la sonriente pirata—. Mi hermanito y yo
apostamos que si Norrington se entregaba a mí, él me entregaría el
/Perla Negra/ y entonces yo no tendría que entregarme a él; pero si
Norrington no se entregaba a mí, entonces yo tendría que entregarme a
Jack y él no tendría que entregarme al /Perla Negra/, ¿no es así? —lo
miró triunfante.

—Eeeh…, sí. Creo que eso fue lo que dije —contestó el capitán Jack
Sparrow pestañeando algo confundido y meneando la cabeza.

—Y como él finalmente se entregó a mí, y aquí está la evidencia —señaló
con las dos manos el pequeño bulto de su abdomen—, el /Perla Negra/ me
pertenece.

—Se supone, querida —la interrumpió Jack, sonriendo también—, que eso lo
tenías que lograr en /una semana/, tardaste más que eso.

—Porque /tú/ interferiste, ¿lo recuerdas, hermanito? Fuiste a la casa a
deschavetarme para que Norry se enterara de todo ¡y así hacerme perder
la apuesta porque sabías que la ibas a perder! —le gritó en la cara,
furiosa, de pie y encima de él—. ¡Si no te hubieras entrometido, Norry
se habría entregado a mí en menos de una semana y todo andaría sobre
ruedas! ¡Tramposo petulante!

Tía Dalma sonrió.

"Se nota que aún lo ama, no puede negarlo del todo aunque no lo diga
abiertamente" —pensó.

—No lo creo, hermanita —Jack volvió a sonreír—, en ese caso, la puesta
quedaría anulada.

—¡Pero hiciste trampa! ¡Redomado tramposo! ¡Por lo tanto, yo gané la
apuesta!

—¡No! ¡Queda anulada!

—¡No! ¡Yo la gané!

—¡No! ¡Queda anulada!

—¡No! ¡Yo la gané!

—¡No! ¡Queda anulada!

—¡No! ¡Yo la gané!

—¡Dios! ¿Cómo pueden apostar algo así? —se quejó Elizabeth, tan
escandalizada como Jade.

—¡YA BASTA, MALDITA SEA! —aulló el fastidiado capitán Barbossa, con el
rostro como la grana, golpeando la mesa con su puño con tanta fuerza que
logró rajarla, sobrecogiendo a todos los presentes—. ¡¿ACASO QUIEREN QUE
LOS LANCE POR LA BORDA! ¡CÁLLENSE DE UNA MALDITA VEZ!

—A los gorriones les encanta pelear —opinó el sabio doctor.

—Tendrás que pagarnos la mesa —adujo Jack con una mezcla entre calma y
seriedad, apuntando tranquilamente dicho mueble.

—Eso —apoyó la fresca de Jacky—. Además, no debes hacer esos berrinches
de niño chiquito porque podrías hacerme daño… ¡Recuerda que estoy en una
situación taaan delicada!

Furibundo, Barbossa rechinó los dientes con una fuerza increíble, su
furia era tal, que podía comparársele a un volcán a punto de hacer
erupción. Jade y Seagull Hood, que estaban sentados a ambos lados del
pirata, corrieron las sillas para quedar a una distancia prudencial.

—Ten calma, por favor —le pidió Will a Hector—, no le hagas caso o será
peor. ¿Por qué mejor no sigues con lo que estabas diciendo?

—Pero tendrá que pagar la mesa… —insistió Jack.

William puso cara de fastidio, pero, haciendo un gran esfuerzo de su
parte, forzó una sonrisa y animó a Barbossa para que siguiera con su
discurso, pero Elizabeth se le adelantó, enojada con la actitud
displicente del capitán del /Perla Negra/.

—Los piratas tratarán de enfrentar a Beckett, y tú eres un pirata.
¡Debes luchar también!

—No te metas en esto o ya te enterarás de mí, especie de mujer
traicionera —Jack le replicó con tanto odio reflejado en sus ojos
oscuros, que la pobre muchacha se quedó realmente asustada.

—Déjala en paz, Jack —le advirtió el joven herrero—. Pelees o no, no
puedes huir para siempre de Beckett o "Sangre Negra".

—Si nadie lo detiene nos cazará uno por uno y acabará con todo menos a
tí —declaró Barbossa, acusando con la mirada a su compañero pirata.

—Eso sería interesante —objetó el acusado con una amplia sonrisa,
brillándole los ojos con aquella nueva perspectiva—: "Capitán Jack
Sparrow, el último pirata".

—¿Eres tonto o qué? —Jacky se quejó—. Te estás olvidando de mí, cabeza
de medusa.

—¡Oh! Perdona mi imprudencia, hermanita —se disculpó con una
reverencia—. Entonces seremos "Los hermanos Sparrow, los últimos piratas".

—"Los Últimos y Grandiosos Hermanos Pirata", diría yo —sonrió.

—¡Oh! Eso queda mucho más chic, querida, ¡eres una genio!

—Claro, por algo soy tu hermana, ¿no? —declaró orgullosa.

—¡Se me había olvidado tan importante parentesco, hermanita! —exclamó—.
¡Juntos seremos invencibles!

—Y únicos. ¿Por qué no brindamos por nuestra hermandad, hermanito?

—¡Estás hablando en mi idioma, hermanita! —festejó y, tomando su jarra
de ron, la hizo chocar con la que ella tenía en la mano.

—¡Salud! —exclamaron al unísono, y se llevaron la jarra a la boca.

—Un minuto están peleando y al otro están bromeando, ¿quién los
entiende? —se quejó Seagull Hood.

—"Hablar no cocina el arroz" —sentenció la sabia Jade, preocupada—.
Debemos decidir qué hacer antes de que sea demasiado tarde.

—La pequeña sabandija tiene razón —declaró Barbossa mientras la chica lo
asesinaba con la mirada—. ¿Acaso quieren enfrentar ustedes solos a
Beckett y a "Sangre Negra"? ¿Eso también está en sus planes?

—Aún no lo decidimos, ¿verdad, hermanito? —lo miró con una sonrisa,
buscando su beneplácito.

—Así es, hermanita —le sonrió también, y luego se volvió hacia su
compañero pirata—. Pero no vamos a regresar al fondo, te lo aseguramos.

—¿Realmente es necesario que vayan ustedes dos a la reunión? —preguntó
Will, llamando la atención a todos por aquella pregunta tan extraña.

—¿Qué quieres decir con eso? —quiso saber su prometida.

—Lo que pasa, es que no sé cuál de los dos es el verdadero Señor Pirata.

—¡Cielo santo! ¡Eso es cierto! ¡Tenemos a dos capitanes Sparrow en vez
de uno! —exclamó Gibbs.

—¿Cuál es el problema? Si se nos pierde uno, tendremos el otro como
repuesto —comentó el siempre jocoso doctor.

Todos lo miraron como si lo estuvieran recriminando por semejante
opinión, luego se volvieron hacia los hermanos Sparrow, esperando
ansiosamente la respuesta a aquella importante cuestión: ¿cuál de los
dos era el verdadero Señor Pirata?

Los dos piratas se miraron entre sí pero fue Jack el que habló primero,
señalándoles con el dedo la moneda que llevaba colgada del ribete de su
cabeza, aquella que lo representaba como uno de los nueve Señores Pirata.

—Como verán, amigos míos, yo y sólo yo soy el verdadero y único Señor
Pirata.

Todos de le quedaron mirando y arquearon una se las cejas un tanto
confundidos, mirando a uno y luego al otro Sparrow.

—¡Ejém! —carraspeó Jacky, tratando de llamar la atención de su hermano.
Éste se volvió hacia ella.

—¿Acaso no te diste cuenta de esto, hermanito? —le dijo, apuntando con
su dedo hacia la idéntica moneda que llevaba en el mismo lugar que él—.
¡Hombre tenías que ser para no haberte fijado en este pequeño pero
importante detalle!

Jack abrió los ojos cuán grandes pudo, sorprendidísimo.

—¡No puede ser! —exclamó Barbossa—. ¡Ahora somos diez Señores Piratas!
¡Esto es inconcebible a todas luces!

—Bueno —Jacky se alzó de hombros, siempre tan fresca como una lechuga—.
diez son mejor que nueve, ¿no les parece?

—Y yo creo que diez cabezas piensan mejor que nueve, ¿por qué no dejarlo
así? —aconsejó el siempre tranquilo doctor.

—Exacto. Dejémoslo así. Luego decidiremos cuál de los dos irá a la
Corte, pero hay algo que no puedo dejar pasar por más tiempo… —declaró
Jack, poniéndose de pie y lanzándole una terrible mirada de desprecio
hacia Elizabeth—, y es que quiero hacer pública mi acusación hacia esta
especie de mujer que fue capaz de dejarme como regalo a las dolorosas
fauces del temible Kraken… Claro que con eso pude pagar mi deuda en
cierta manera… Pero eso no le quita lo feo que fue todo, sin queso ni
nada de eso.

—De modo que era verdad, ¿eh? —dijo Gibbs, mirándola acusadoramente—.
Eso se llama traición, ¿lo sabías?

Elizabeth no pudo siquiera articular una sola palabra.

—¿Y sabes lo que le sucede a los traidores? —le preguntó Jack, quien
apenas lograba reprimir la furia que sentía en contra de la mujer que
tanto había amado y que lo había traicionado—. ¡Pues son obligados a
caminar por la plancha o abandonados en una isla desierta!

—Si esto va a votación, me temo que saldrás condenada —advirtió el
contramaestre.

—¡Pero yo lo hice para salvarlos a todos! ¡No había otra manera de
hacerlo! —se defendió la acusada, terriblemente afligida.

—Por lo menos me lo hubieras propuesto —replicó el capitán Sparrow.

—Tú no ibas a aceptarlo, ¿o acaso me equivoco? —rebatió la chica,
dispuesta a hacer valer su punto.

Jack torció el gesto, era evidente que ella tenía razón, pero eso no lo
hacía menos reprobable.

—De todas maneras, lo que hiciste fue traición. —No quiso agregar que
también le había roto el corazón—. Agregando el hecho de que no la pasé
exactamente muy bien en el Armario de Davy Jones, solicito, pido,
reclamo, exijo y requiero una compensación. Ya no me interesa una
compensación…, digamos… desarropada, pero sí me interesaría otra clase
de compensación, /savvy/?

—¿A… a qué te refieres?

Jack la miró fijamente, una mirada vengativa, un poco cruel, pero sí muy
resentida.

—De un castigo… Pienso dejarte en una isla desierta, completamente sola,
con un arma y una bala, y con la ropa que llevas puesta y nada más, eso
último sería desastroso para una mujer.

Elizabeth abrió los ojos cuán grandes pudo. ¡Aquello iba en serio!

—¡Pero, Jack! ¡No puedes hacerme esto! ¡Yo también sufrí mucho por lo
que te hice!

—Yo también sufrí mucho, /savvy/? Y lo peor de todo es que no se me
quita el condenado queso de la cabeza en vez de pensar solamente en mi
amado ron. Lo siento, querida, pero ya decidí cuál será tu trágico
destino, el apropiado para un ser traicionero como tú.

—Creo que eso no es del todo justo —intervino Jade, poniéndose de pie—.
Ella lo hizo para salvar la vida de sus amigos, arriesgando su propia
conciencia; luego ella fue a rescatarte, arriesgando su propia vida.
Según tengo entendido, usted no hubiera sido capaz de salvar la vida de
sus hombres a menos que alguien le diera un "empujoncito" para hacerlo.
¿Le parece justo semejante castigo cuando la señorita Elizabeth sufrió
casi tanto como usted?

Todo el mundo se quedó boquiabierto con semejante argumento. Jade era,
en verdad, una chica muy persuasiva, justa y... también muy ingenua.

Jack tuvo que hacer un gran esfuerzo para seguir con lo suyo.

—Lo siento, pero como yo soy el capitán de esta nave, la decisión ya
está tomada y esta especie de mujer se va a quedar en una isla como castigo.

—¡Oh! ¡Pero…! —la acusada quiso replicar, pero Will se le adelantó.

—Yo sé en qué isla podemos abandonarla —dijo, sin siquiera molestarse en
mirarla a los ojos.

—¡Pe-pero, Will! ¿Q-qué dices? —dijo, con sus ojos cubiertos por las
lágrimas.

—Yo también sufrí mucho por tu culpa, Elizabeth. Tengo el derecho de
elegir el lugar en dónde te quedarás —la acusó, atravesándole el corazón
con la fría expresión de su rostro—. Mereces lo que Jack pide. Tú y yo
hemos terminado para siempre.

—Will… —gimió la desconsolada joven, cayendo de rodillas al suelo, con
el corazón destrozado.



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