Fanfic Piratas del Caribe -Bajo la Espada de Odìn- *Capítulo 38: Cuando el Fin Justifica los Medios*

                                    Resumen de la historia: El capitán Jack Sparrow comete el gran error de ponerse un anillo maldito que lo transformará en mujer y le traerá un sin fin de problemas tanto a él como a quienes lo rodean, amigos y enemigos. Una elección que cambiará la vida y los destinos de todos, en especial del Comodoro James Norrington y el mismo Jack. Esta historia está ambientada después de la primera película y desarrollada durante la segunda y tercera película. Una historia larguísima pero muy entretenida, con drama, humor, acción y romance. ¡Que la disfruten!



*PIRATAS DEL CARIBE: BAJO LA ESPADA DE ODÍN*

PENÚLTIMA PARTE: LA BAHÍA DEL NAUFRAGIO


Beckett quiere gobernar el mundo;Morgan quiere asesinar a todos;Jack y jacky quieren ser uno solo;Will quiere liberar a su padre;Isabel quiere vengar a sus padres;James quiere encontrar el perdón. ¿Quién lo logrará?Cont de El Libro del Destino. EL FINAL

Género: drama, amistad, acción, suspenso, humor, romance, violencia, aventura, fantasía, erotismo
Pareja: Jacky Sparrow/James Norrington. Elizabeth Swan/Will Turner
Personajes: Jack Sparrow/Jacky Sparrow, James Norringon, Elizabeth Swan, Will Turner, Hector Barbossa ¡y muchos más!
Calificación: para mayores de 18 años
Cantidad de palabras: variable
Duración: 67 capítulos la primera parte, 57 la segunda parte y 51 la última parte.
Estado: finalizado (Publicada en Fanfiction el 17 de Agosto del 2009 hasta el 21 de Marzo del 2011)
Escritora: Gabriella Yu
Mi estilo: estoy influenciada tanto por el anime, los dramas asiáticos y la literatura universal. Me gusta hacer pasar a los personajes por duras pruebas.
Aclaraciones: Esta historia la escribí hace más de 10 años, es muy entretenida, no se arrepentirán de haber perdido el tiempo en leerla. Le tengo mucho cariño porque fue una rara mezcla que logré hacer con el drama, humor y acción. 
IMPORTANTE: contiene escenas subidas de tono XD


*Capítulo 38: Cuando el Fin Justifica los Medios*


Todo el mundo se quedó boquiabierto, hasta Alrun, quien siempre hacía
gala de su tibieza. A Jacky se le cayeron las monedas de las manos y
provocaron un gran estrépito sobre las tablas de la cubierta principal;
Jade no podía creer lo que estaba viendo a pesar de que ella se
enorgullecía de su propia habilidad con la espada.

Aquello que habían presenciado todos era de por sí increíble y digno de
admirar:

Cuando Christian y Seagull se volvieron al mismo tiempo y dispararon con
la misma rapidez, el primero había desenvainado el sable al instante
mismo en que la bala de su contrincante iba a impactar contra su hombro
izquierdo, haciendo que esta rebotara contra la hoja. Sólo le tomó un
par de segundos cubrir la distancia que lo separaba de su enemigo y
colocar el filo de su espada sobre la garganta de su sorprendido
enemigo, quien apenas unos segundos antes, había sido rozado por bala
del doctor a un costado de la cabeza.

Christian Jacobson se veía impresionante con su pose marcial. Estaba
bien posado sobre la planta de sus pies separados por medio metro, con
ambas manos sobre el mango de la espada a la altura de su mentón, parado
al lado del pálido pirata, con la mirada concentrada hacia un punto
imaginario que se encontraba delante de él.

Su concentración en la batalla era perfecta.

Seagull no podía creerlo. Todo había sido tan monstruosamente rápido que
no había tenido tiempo ni de reaccionar. ¡En tan sólo tres segundos, dos
veces había estado a punto de morir…! y el doctor le había perdonado la
vida… dos veces en un instante…

James Norrington fue el primero en reaccionar.

—¡El doctor Christian Jacobson es el vencedor! —declaró.

Como un resorte todos reaccionaron al unísono con vítores y expresiones
de sorpresa, otros, los pocos que habían apostado por el doctor, habían
concurrido a Jacky para exigirle su parte en las ganancias. Ella no se
negó, pero de todas maneras se las ingenió para sacarle partido a la
situación y hacerse quedar más de lo que le correspondía.

El capitán Hood, impresionado y derrotado, se dejó caer sentado sobre la
cubierta.

—Pero… ¿qué demonios pasó?

Christian, al escucharlo, envainó la espada y se volvió hacia él,
sonriéndole amistosamente.

—Mi sobrina tiene una reputación intachable como la mejor espadachín del
mundo, capitán Hood, ¿pero usted sabe quién fue la persona que le enseñó
a pelear y que también viajó con ella alrededor del mundo para aprender
nuevas técnicas de esgrima para ser su mejor contrincante en un combate?
A diferencia de ella, mi puntería con un arma es una de las mejores del
mundo.

Seagull lo miró de hito en hito y luego comenzó a reírse nerviosamente.

—¡Ja, ja, ja! ¡Es cierto! ¡Muy cierto! ¡Pero qué ingenuo fui al creer
que podría derrotarlo! —Se quedó bastante pensativo, con el aspecto de
todo un perdedor—… Supongo que tendré que entrenar duro para poder
sobrepasarlo algún día…

—Tal vez. Pero antes de eso le pediría que fuéramos amigos y nos dejemos
de tanta tontería, ¿qué le parece? —le tendió la mano con la expresión
más amistosa y amable que Seagull había visto en su vida.

Aunque no quería admitirlo, ahora admiraba a aquel hombre de apariencia
afable, sencilla pero dotado de una gran fortaleza interior y una gran
habilidad marcial. Sí, a Seagull le gustaba tanto Isabel como Christian,
pero éste último era ya muy difícil (por no decir imposible) de
"convencer", así que decidió que si no podía tenerlo como él quería, lo
tendría aunque sea como un amigo.

—Ok. Seremos muy buenos amigos, entonces, doc —le respondió tomando su
mano mientras se ponía de pie.

—Le advierto que no me gustan ni nunca me gustarán los hombres, ¿eh? —le
aclaró con un dejo de advertencia.

—¡Oh! De eso estoy muy enterado, doc —le respondió alzando las dos
manos, fresco como siempre.

—Me siento alagado por su… preferencia, pero no soy de su tipo, ¿bien?

—¡Qué lástima! Pero no te olvides que también me gustan las mujeres, ¡y
mucho! Podemos ir de juerga alguna vez y…

—Prefiero las relaciones serias —le sonrió, cortante. Comprendía que su
idea sobre las mujeres era muy diferente a la de Seagull

—Me es muy reconfortante que ambos hayan llegado a un acuerdo —intervino
Alrun, acercándose a ellos—. Realmente temí por un momento que no
pudieran superar la prueba.

—¿Qué prueba? —inquirió Seagull, alarmado.

Jacky se recostó sobre el hombro de James mientras observaban
detenidamente aquella escena al igual que el resto de la tripulación.
Sólo Tia Dalma permanecía serena pero vigilante.

—Debían superar sus personalidades y sus prejuicios para que juntos
pudieran cuidar de mi hija Alwine.

—¡¿CÓMO? ¡¿JUNTOS? —exclamaron al unísono, mirándose entre ellos muy
sorprendidos.

—¿Pero por qué él? —replicó el preocupado doctor, apuntando al pirata—.
¡Es un mal ejemplo para la niña! ¡Y-y además tiene malas intenciones!

—¡Sí! ¿Por qué yo? ¡Soy un mal ejemplo para la niña y tengo malas
intenciones! ¡Soy el peor de los libertinos! Ya sé que soy todo un
galán, un héroe para las masas oprimidas… ¡No tengo motivos para
permanecer atado a una sola persona! Por más guapa que esta sea…

Y diciendo esto, miró de soslayo al enardecido doctor. Pero la Guardiana
ni siquiera se inmutó por aquellas quejas.

—Tú cuidaste a mi niña cuando ambos fueron prisioneros de ese despiadado
pirata. La cuidaste tan bien como lo hizo Christian y yo decidí que
ambos cuidarán de ella hasta que pueda valerse por sí misma, sólo así se
verán libres de su obligación para con ella.

—Usted lo acaba de resumir muy bien, madeimoselle Alrun —intervino
Christian muy molesto—: "obligación". Una obligación que usted nos
impuso en contra de nuestra voluntad. No necesito tal cosa para cuidar a
la pequeña, pues la quiero tanto como si fuera mi propia hija y no
necesito que otro cumpla con mi misma labor.

—Se hará como yo he ordenado, doctor Jacobson —rebatió con tono frío e
imperante—. Yo le he otorgado la vida y la juventud para que cumpla
debidamente su cometido hasta que Alwine sea mayor, así y sólo así usted
se verá liberado de su obligación y será libre de vivir su vida como se
le antoje.

—¿Pero por qué tiene que ser otro hombre? ¿Por qué no una mujer?

—Porque yo y sólo yo seré la única a la que Alwine llamará "madre",
¿entendido?

—¡Oh! ¡Por todos los cielos! ¡Eso es una soberana estupidez! —se quejó
con las manos alzadas, fastidiado.

A Alrun le centellaron los ojos con furia asesina.

—Tenga cuidado con lo que dice o la vida que le fue concedida se le
quitará con la misma celeridad.

Viendo que las cosas se estaban poniendo feas, Seagull intervino.

—¿Usted quiere decir que esa… "antipatía" que nos sentíamos…?

—Yo no siento antipatía por usted —aclaró Christian con su habitual
serenidad. El capitán Hood lo asesinó con la mirada.

—Pues yo sí. —Se volvió hacia Alrun—. ¿Usted preparó todo esto, no? Lo
tenía todo planeado desde un principio.

La Guardiana simplemente sonrió, le volvió la espalda y se fue,
dejándolos con la palabra en la boca.

—¡Pues no crea que todo saldrá como lo planea! —le espetó Seagull,
furioso—. ¡Nadie utiliza al gran capitán Seagull Hood como si fuera una
marioneta!

Luego pasó descaradamente el brazo sobre los hombros del incomodado
doctor y le guiñó el ojo.

—¿Entonces seremos amigos y nada más?

—¡Por supuesto! —declaró, sacándose inmediatamente el brazo de encima.

—Muy bien —asintió el otro con envidiable beneplácito y se fue
tranquilamente hacia Ana María para probar suerte y seguir con su camino
de "Casanova".

Para cuando encontraron el camino que los guiaría hacia la bahía del
Naufragio, Seagull Hood ya había conquistado a casi toda la "gente
linda" de la tripulación (incluyendo hombres), pues como su atención ya
no estaba centrada únicamente en el doctor Jacobson y podía actuar a su
antojo y ambición.

Mientras Tia Dalma observaba a la pequeña Alwine jugando amenamente con
Christian, ésta se volvió hacia Alrun y le preguntó:

—¿Ésa era la condición a cambio de la vida del doctor? ¿Cuidar a la niña
con el otro hombre hasta que ella pueda defenderse sola en la vida? Me
parece muy injusto el no permitirle tener una vida normal con una mujer.

—¿Quién dijo que los dos tienen que ser necesariamente una pareja?
—replicó la imperturbable elfo—. Fue la retorcida personalidad de ese
pirata lo que hizo posible dar una impresión así. Aunque Christian sea
capaz de cuidar a Alwine como el mejor de los padres, debo asegurarme
que ella no se quede sola si algo llegara a pasarle.

—¿Entonces el capitán Seagull será una especie de "repuesto"?

—Exacto.

La pitonisa torció el gesto, disgustada. Alrun sonrió.

—No soy tan cruel como usted piensa —le dijo—. Como madre, debo hacer lo
que esté a mi alcance para asegurar el futuro de mi única hija… Además,
era otra clase de precio la que el doctor debía pagar a cambio de su vida.

—Una vida que él no pidió —replicó cortante la pitonisa—. ¿Puedo saber
cuál era esa condición?

La Guardiana sonrió.

—Morir cuando Alwine se enamorara de su futuro esposo —y dicho esto, se
fue junto a su hija y Christian, dejando a Tia Dalma más que molesta.

—Es por eso que no confío en los seres sobrenaturales —la sobresaltó
Jacky, quien había escuchado todo escondida detrás del palo mayor—.
Nunca sabes el verdadero precio de lo que tienes que pagar a cambio de
tu pedido…—y la miró de reojo.

—Ella y yo somos personas muy diferentes —replicó ofendida y se marchó.

Jacky se le quedó mirando y dijo:

—Claro. Una es blanca y la otra es negra.

Como el capitán Sao Feng le había enseñado todo lo necesario a su hija
Jade, ella no tuvo la necesidad de que nadie la guiara hacia la guarida
de los Señores piratas. Llena de confianza como siempre, la chica guió
al /Emperatriz/ por una oscura y estrecha cueva secreta cuyo nombre era
"La Garganta del Diablo" y llevaba directamente hacia la Caleta del
Naufragio que estaba ubicada en el centro de la isla. Ésta era de origen
volcánico, pero su volcán ya se había extinguido bajo las aguas hacía ya
miles de años dejando en su lugar la tan buscada bahía.

Cuando por fin terminaron de atravesar la gruta, grande fue el asombro
de todos al encontrarse con cientos y cientos de barcos piratas que se
amontonaban alrededor de una enorme torre artificial hecha con los
restos de cientos de barcos de cuyos pisos se podían divisar las luces
de las farolas y grandes fumarolas grises. Allí era en donde la Corte de
la Hermandad debía reunirse tras el llamado de Barbossa.

—¡Son cientos de barcos! —exclamó el asombrado Su Shi, quien junto a la
demás tripulación, se encontraba parado junto a la balaustrada,
observándolo todo, atónitos.

—Creo que no ha habido una reunión así desde los tiempos de mi padre
—opinó Jade.

—Y a todos les debo dinero… —comentó Jacky por lo bajo, frunciendo la
boca con preocupación. Norrington la miró reprobadoramente.

—Bueno, ganaste mucho dinero con las apuestas. ¿Por qué no pagas tus
deudas con eso?

Jacky se volvió hacia él muy ofendida, con los brazos en jarra.

—¡Blasfemo! ¡Ese dinero será para mis pequeños renacuajos! —luego pensó
con una sonrisita picaresca—. "… Cuando ya no esté con la panza, pienso
embriagarme con ron hasta las orejas con este dinero…".

—¿Hace cuánto que eres una mujer? —Le preguntó James de improviso—. ¿Un
año? ¿En un año te metiste en deudas hasta el cuello con estos… hombres?

—¿Un año? ¿Mujer? ¡Pero claro! ¡Eres un genio, Norry! —y se lanzó encima
de él para besarlo efusivamente en la boca (y de paso apretarle el
trasero)—. ¡Es Jack el que le debe a todos, no yo! —y volvió a besarlo.

—¡M-mira, Jacky! ¿No es ése el /Perla Negra/? —le avisó mientras trataba
de sacársela de encima pues no le gustaba aquellas demostraciones de
cariño en público.

Como un trompo la pirata se volvió, olvidándose momentáneamente de él.

—¡Mi /Perla Negra/! ¡Al fin! —exclamó llena de emoción.

James suspiró aliviado, pero Tia Dalma no podía compartir su alivio,
puesto que sabía que una vez que pusiera los pies sobre aquella extraña
edificación, abandonaría su existencia como ser mortal.

—Ya no podrás protegerme en este lugar, Guardiana Sagrada —le dijo a
Alrun mientras miraba fijamente hacia el puerto en donde pronto
desembarcarían.

—No permitiré que le pongan las manos encima, diosa Calipso —rebatió
fría pero decidida.

La pitonisa la miró severamente.

—Es mi destino —le espetó—. Ya no puedes intervenir en lo que está
escrito, ya lo sabes. Además, te ordeno que no intervengas en esto.

Si la elfo estaba furiosa, supo disimularlo muy bien bajo su impasible
semblante.

—Será como usted lo desee, diosa Calipso.

Unos minutos después, toda la tripulación del /Emperatriz/ descendía por
la tabla para dirigirse hacia el interior del edificio, pero antes de
entrar en él se encontraron con el capitán Barbossa y el resto de la
tripulación, esperándolos.

—¡Vaya, vaya! ¡Ya era hora de que aparecieran! —les dijo Hector,
caminando hacia ellos—… ¿En dónde está el capitán Sao feng?

—Murió —le contestó la joven Jade, encabezando orgullosamente la
comitiva—. Ahora yo soy la capitana del /Emperatriz/, la ama de Singapur
y la nueva Señora pirata.

—¡Ja, ja, ja! ¿Tú eres todo eso, chicuela? ¿No es demasiado para una
niña torpe como tú?

—¡Yo no soy torpe! —se quejó, caminando hacia él con paso decidido pero
con tan mala fortuna que tropezó con el perro Pirata (que había corrido
entusiasmado a los brazos de la pequeña Alwine) y cayó de cara al suelo.

Avergonzados, sus subordinados no pudieron hacer otro cosa que llevarse
la mano a la cabeza.

Barbossa sonrió y le tendió la mano.

—Me alegra que estés bien, pequeña sabandija oriental.

La avergonzada niña se le quedó mirando un momento y finalmente aceptó
la mano del pirata y se puso de pie para comenzar a sacudirse el polvo
de la ropa con las manos, muda como una tumba pero colorada como un tomate.

—¡Jacky! —gritó Jack a viva voz, apareciendo de entre sus hombres,
extendiendo los brazos cuan largos eran para correr hacia ella con su
modo exagerado de siempre.

—¡Jack! —gritó ella también, ensordeciendo a James y extendiendo los
brazos, corriendo aparatosamente al encuentro de su "hermano".

Los dos piratas, que antes habían sido uno sólo, se abrazaron con gran
entusiasmo, demasiado...

—¡EY! ¡NO TOQUES AHÍ! —gritaron al unísono, separándose de repente y
mirándose de reojo, recelosos.

Hector Barbossa no pudo hacer otra cosa que negar con la cabeza y soltar
un bufido de fastidio. Entonces, sus ojos se cruzaron con los de James.

—¿Qué hace ese sucio cerdo inglés en este lugar? —gritó, desenvainando
enfurecido la espada.

—Tranquilo, especie de chivo del monte, éste está aquí para darnos una
mano y vengarse de Beckett… Además de servirme como semental —agregó la
atolondrada pirata.

—¡Oh! Si lo pones así… ¡Je, je, je…! —Barbossa se rió con tono lujurioso
mientras envainaba la espada y miraba burlonamente al avergonzado
Norrington.

—Veo que tienes algo más qué tocar, hermanita… —le dijo Jack, mirando
maliciosamente hacia James Norrington, ruborizándolo hasta las raíces
del cabello—. Te felicito. Es un excelente espécimen, exceptuándome a
mí, claro.

—Eso es incluyéndote a ti también, hermanito —volvió orgullosa su mirada
hacia el oficial—. ¡Lástima que aún no puedo divertirme con él como
quisiera! El pobre casi se muere al ayudarnos a escapar de las
desagradables pinzas de Davy Jones… Ahora está un poco delicado, pero ya
verás cuando se recupere… ya lo verás… —y comenzó a reírse macabra y
estrepitosamente, uniéndose luego su hermano, dejando al pobre de
Norrington muy preocupado y asustado. Pero pronto se olvidó se sus
preocupaciones cuando vio aparecer a Billy de entre la tripulación del
/Perla Negra/.

—Mi querido muchacho… —dijo en un susurro, extendiendo los brazos para
recibirlo.

Al muchachito italiano se le llenaron los ojos de lágrimas y su boca
comenzó a temblar, ¡había llegado a pensar que jamás lo volvería a ver!
Cerrando los puños con fuerza, se obligó a sí mismo a dominarse y caminó
como un verdadero hombrecito hacia su tutor y ambos se abrazaron
fuertemente como si fueran padre e hijo.

Alwine, felicísima por su amiguito, apretó con más fuerza la mano de
Christian, como si quisiera darle a entender que ella también lo quería
de la misma manera a pesar de que no era su verdadero padre. A Alrun no
le pasó desapercibido aquella muestra de cariño y sonrió complacida.

—¿En dónde está Will? —intervino Elizabeth, deteniéndose frente al
capitán Sparrow y su gente.

—Él nos traicionó, pequeña embustera —el pirata le respondió sin
preocuparse por ocultar el desprecio que aún le sentía—. El muy pícaro
le estaba mostrando el camino de los ladrillos amarillos a Beckett y yo
decidí mandarlo a nadar un rato.

La joven Swann se quedó perpleja, ¿por qué su prometido había hecho algo
así? ¿Qué había pasado con el joven justiciero e idealista del cual ella
se había enamorado?

—Él… ¿estará bien?

—¡Pues, claro, mi despreciable traidorcilla! —le puso el brazo sobre sus
esbeltos hombros—. ¡Yerba mala nunca muerte, cariñito! Tú y yo somos la
prueba, /savvy?/

—Gracias, Jack —replicó molesta, sacándose de encima el poco apreciado
brazo.

—De nada. Estoy siempre bajo tu vestido —y le hizo una venia.

—¡Uf! ¡Pero qué idiota eres! —se quejó, dando un taconazo al suelo.

—¡Bien! ¡Basta ya de tanto encuentro emotivo y sentimentalismos baratos!
—declaró el capitán Barbossa—. ¿En dónde está Tia Dalma?

Alrun cerró los puños con fuerza al escucharlo y apretó los dientes para
contener su furia. Como sirviente de los dioses, era su deber
defenderlos, pero Calipso le había prohibido hacerlo y debía obedecerla
aunque lo le gustara.

—Aquí estoy, Barbossa. ¿Qué es lo que quieres? —respondió la aludida,
abriéndose paso entre los piratas chinos, enfrentando al que la había
llamado.

El pirata se acercó a ella, haciendo a un lado bruscamente a la joven Jade.

—No te hagas la desentendida, Tia Dalma, con que tengamos dos que se
hagan los tontos es suficiente —Jack y Jacky se miraron entre ellos,
sintiéndose aludidos por las palabras de Barbossa—. Tú sabes por qué
estás aquí.

—Barbossa —sonrió burlonamente—, ¿no sería mejor dar la orden a los
hombres de ir a las armas? Toda la Hermandad está reunida en este lugar,
los puedes forzar a hacer lo que quieras.

—Lo que no quiero es hacer el tonto, y lo que me estás sugiriendo es
hacer lo más tonto de lo tonto. Estás hablando conmigo, no con los
hermanitos Sparrow.

—… Y dale con lo mismo… —murmuró Jack, fastidiado.

—Nunca reniego de un pacto que haya hecho —Hector siguió hablando—. El
fin quedó acordado y puedo decidir los medios…

Quiso tocarle la mejilla, pero la ofendida pitonisa le atrapó la mano,
furiosa.

—Cuidado, Barbossa —le advirtió, atravesándolo con sus profundos ojos
negros—No te olvides que debido a /mi/ poder has regresado de entre los
muertos… ¿Entiendes lo que significa si me fallas? —y diciendo esto,
hizo que la mano del pirata se volviera huesuda y seca como la de un
cadáver para el horror de éste, luego lo soltó con desprecio e intentó
retirarse, pero el furioso capitán Barbossa la tomó del brazo y la
regresó ante él.

—¡Y tú no olvides por qué me reviviste y por qué tuve que rescatar a
Jack de su merecido destino! —le dijo—. ¡Nueve Señores piratas te
aprisionaron en el pasado, Calipso, y se necesitan no menos de nueve
para liberarte! Hasta entonces, ¡no aceparé órdenes de tu parte!
¡Maestres Pintel y Ragetty! —llamó, y los dos hombres acudieron
rápidamente hacia él—. Escolten a este… "esperpento" a la prisión

—Por aquí, esperpento —le dijo Pintel con el mismo tono de desprecio que
su capitán, tomándola del brazo, pero ella se desasió de inmediato y le
lanzó una terrible mirada de desprecio a Barbossa antes de marcharse con
sus carceleros.

La encolerizada Guardiana, al presenciar el vergonzoso mal trato al que
era sometida la diosa, comenzó a formar silenciosamente una bola de
poder en la palma de su mano para eliminar a los infieles, pero una
mirada advertencia por parte de Tia Dalma la hizo claudicar en sus
intenciones, dejándola muy frustrada.

La mayoría de los presentes podían entender la razón por la que la
pitonisa era llevada a prisión, pero para James, Christian, Elizabeth,
Seagull y Jade, no tenían idea de lo que estaba ocurriendo ni lo que
pasaría a continuación.


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