Fanfic Piratas del Caribe -Bajo la Espada de Odìn- *Capítulo 8: Jacky Toma una Decisión Terrible*

       Resumen de la historia: El capitán Jack Sparrow comete el gran error de ponerse un anillo maldito que lo transformará en mujer y le traerá un sin fin de problemas tanto a él como a quienes lo rodean, amigos y enemigos. Una elección que cambiará la vida y los destinos de todos, en especial del Comodoro James Norrington y el mismo Jack. Esta historia está ambientada después de la primera película y desarrollada durante la segunda y tercera película. Una historia larguísima pero muy entretenida, con drama, humor, acción y romance. ¡Que la disfruten!



*PIRATAS DEL CARIBE: BAJO LA ESPADA DE ODÍN*

PRIMERA PARTE: LA SAGRADA ESPADA DE ODÍN


Beckett quiere gobernar el mundo;Morgan quiere asesinar a todos;Jack y jacky quieren ser uno solo;Will quiere liberar a su padre;Isabel quiere vengar a sus padres;James quiere encontrar el perdón. ¿Quién lo logrará?Cont de El Libro del Destino. EL FINAL

Género: drama, amistad, acción, suspenso, humor, romance, violencia, aventura, fantasía, erotismo
Pareja: Jacky Sparrow/James Norrington. Elizabeth Swan/Will Turner
Personajes: Jack Sparrow/Jacky Sparrow, James Norringon, Elizabeth Swan, Will Turner, Hector Barbossa ¡y muchos más!
Calificación: para mayores de 18 años
Cantidad de palabras: variable
Duración: 67 capítulos la primera parte, 57 la segunda parte y 51 la última parte.
Estado: finalizado (Publicada en Fanfiction el 17 de Agosto del 2009 hasta el 21 de Marzo del 2011)
Escritora: Gabriella Yu
Mi estilo: estoy influenciada tanto por el anime, los dramas asiáticos y la literatura universal. Me gusta hacer pasar a los personajes por duras pruebas.
Aclaraciones: Esta historia la escribí hace más de 10 años, es muy entretenida, no se arrepentirán de haber perdido el tiempo en leerla. Le tengo mucho cariño porque fue una rara mezcla que logré hacer con el drama, humor y acción. 
IMPORTANTE: contiene escenas subidas de tono XD


*Capítulo 8: Jacky Toma una Decisión Terrible*


Una fina gota de sangre se deslizó lentamente por la sien del almirante
Norrington. Aunque la bala le había rozado la cabeza, la intención de
asesinarlo le había dado justo en el corazón.

—¡Maldición! ¡Fallé! —se quejó la asesina, decepcionada, sin quitarle la
vista de encima a su victima, quien seguía de pie completamente
aturdido, con los ojos abiertos de par en par.

—¡Debemos irnos ahora! —exigió Nefud Yidda, tomándola del brazo y
obligándola a seguirlo un segundo antes de que los fusileros comenzaban
a disparar sus armas en contra ellos.

Mientras que los fugitivos desaparecían por el hueco de la pared y los
soldados corrieron en vano para detenerlos, James Norrington, con el
rostro lívido, los ojos desmesuradamente abiertos y la boca entornada,
se llevó lentamente la crispada mano al corazón y apretó su pecho;
incrédulo, dolido… Poco a poco se llevó la temblorosa mano izquierda a
la sien, ignorando la herida de su hombro, mucho más profunda pero
antojándosele menos dolorosa que el rasguño que Jacky le había provocado
en la cabeza; tocó con sus dedos la sangre que corría por su cabeza para
luego bajar su mano y contemplar horrorizado su propia sangre, la sangre
que provenía de la herida que /ella/ le había hecho adrede.

A duras penas podía caer en la cuenta que Jacky, la mujer que aún seguía
amando con toda su alma, era quien le había disparado. Era ella la que
ahora deseaba su muerte. Ya no lo amaba, lo aborrecía; quería verlo
muerto. James había notado la dura y fría expresión de desprecio y odio
en el rostro demacrado de la pirata, no había notado ni una pizca de
amor en ella…

Finalmente y por culpa de sus errores, él había perdido al amor de su
vida… Había perdido a Jacky para siempre… Ya nada tenía sentido, no
había nada por qué seguir viviendo… El amor que siempre había anhelado,
lo había perdido para siempre y jamás volvería a recuperarlo,
escapándosele de las manos.

Con el corazón destrozado y desbordado por la desesperanza, temblando de
pies a cabeza y con la mente en shock, James Norrington cayó de rodillas
al suelo y se llevó las manos a la cabeza que comenzaba a sentir muy
pesada, el intenso dolor que apretujaba su corazón era ya insoportable.
Estaba a punto de perder la razón y quería gritar con todas sus fuerzas
su desgracia, su presente y su futuro perdidos.

De pronto, James sintió cómo alguien lo sacudía fuertemente por los
hombros, obligándolo a salir de su oscuro retraimiento y volver a la
dura realidad. Molesto y desesperado, abrió los ojos y miró al infeliz
que había osado en tratarlo de esa manera.

—¿Qué dem…?!!!

Se quedó mudo, con los ojos fijos, clavados sobre el moreno rostro
juvenil que le sonreía alegremente a pesar que en su semblante se podía
leer un profundo pavor.

—¡Billy! —exclamó James, incrédulo—. ¡Billy! ¡Billy! ¡Billy! ¡Billy!
¡Estás vivo!

Y lo abrazó por la cintura con todas sus fuerzas, llorando entre la
desesperación y la alegría, como si temiera que aquella pequeña conexión
con los pocos días de felicidad que había pasado al lado de Jacky,
desapareciera de un momento a otro. El chico lo abrazó de igual forma,
ocultando la cabeza de su tutor entre sus brazos y apoyando la barbilla
sobre ella, sollozando también.

Arrodillado frente a aquel pequeño muchacho, aferrado fuertemente a él y
ocultando su cabeza en su pecho, el frío y severo almirante James
Norrington se quebró al fin, tratando de sofocar sus gritos y sollozos
en el pecho de Billy, sin mucho éxito.

—¡Mi Jacky me disparó! ¡Mi Jacky me disparó! ¡Ella me odia! ¡Me odia!

Había perdido todo por su desmedida ambición y por perseguir la
aprobación de su padre: su dignidad, su paz, su felicidad, su vida, a su
querida Elizabeth, al paternal gobernador Swann, a su maternal
institutriz, a sus criados…, y a Jacky, su amada Jacky Sparrow. La
minúscula esperanza que lo había impulsado a buscarla se había hecho
pedazos al contemplar el odio visceral en su rostro femenino, haciendo
trizas su corazón y volviendo jirones su ya endeble alma.

Ya nunca nada volvería a ser como antes. Nunca más. Ni siquiera él.

—P-pero, almirante Norrington… —murmuró el sorprendido teniente
Gillette, deteniéndose al lado de su superior, sin poder comprender del
todo aquella escena pero conmovido por el intenso dolor que expresaba
aquel hombre que siempre se había mostrado duro e impasible.

Percatándose de que todos los fusileros que se encontraban allí también
estaban observándolo todo y que cuchicheaban entre ellos el motivo del
desmoronamiento de uno de sus superiores, el joven oficial decidió
llevarse de allí al almirante antes de seguir exponiéndolo a la
humillación. A duras penas logró convencerlo de que se pusiera en pie, y
con la ayuda de Billy lograron llevárselo a su oficina, cada uno
sosteniéndolo un brazo, pues el pobre hombre apenas podía sostenerse de
pie debido al shock emocional que lo había afectado.

Si Billy no hubiera aparecido en aquel momento, habría sido seguro de
que James hubiera perdido la cordura, pero, a pesar de aquel pequeño
respiro para su espíritu, en sus apagados ojos verdes ya no había vida,
esperanza ni alegría.

Oculta en las escaleras, Isabel lo había visto todo desde el momento en
que James y Jacky habían cruzado sus caminos. Se sentía extraña, ella
creía que iba a disfrutar enormemente el sufrimiento y la caída de su ex
amigo, pero en vez de eso no podía evitar sentirse un poco… ¿culpable?

—¿Alguna vez ha observado a un espectro caminar entre los vivos,
almirante Jacobson? —la sorprendió el mismísimo lord Cutler Beckett,
parado detrás de ella, hablándole casi al oído—. Pues allí tiene a uno.
La capitana Sparrow lo ha despreciado, y aunque él desee quitarse la
vida, deberá mantenerla para cuidar del muchacho… Ni yo lo hubiera hecho
mejor. Lo felicito, almirante Jacobson, ni siquiera yo hubiera sido tan
exitoso en destruir la vida de alguien.

—Se equivoca, lord Beckett, no dejé a ese chiquillo vivo con esa
intención —replicó, volviéndose a él, ofendida—. No tenía motivos para
ejecutarlo, él no puede hablar y nunca podrá revelar mi verdadera
identidad como las otras dos que hice ejecutar, por eso tenía sentido
matarlo... Solamente quise darle una lección a James haciéndole creer
que también ahorcarían a su querido chico mudo.

Beckett le sonrió siniestramente, todo aquello le resultaba muy divertido.

—Créame cuando le digo que esa fue una lección que el almirante
Norrington jamás olvidará, almirante. ¿Sabe? Usted y yo somos personas
muy parecidas: nos gusta el poder y ejercerlo sobre los demás,
decidiendo quién vive y quién muere… ¡como los césares o los mismos dioses!

Isabel se le quedó mirando entre pensativa y sorprendida, hasta
asqueada. ¿Acaso aquel horrible y petulante hombrecillo era el resultado
de su propio reflejo? ¿La crueldad que él mismo profesaba era también la
suya? De pronto, a su mente vinieron aquellas palabras que James le
había dicho cuando ella lo había atacado en su oficina:

"… /me pregunto cómo una pareja tan buena y amorosa como tus padres
llegaron a tener por hija a un ser tan despreciable y sanguinario como
el pirata que los asesinó… —/le había dicho/—. //[…] //Ellos deben estar
muy decepcionados de ti… Tan sólo eres una pobre niña confundida y
asustada… Me das lástima, Isabel"./

"¡Bah! ¡El que da lástima eres tú, James! —pensó, negándose a aceptar la
verdad que comenzaba a descubrirse frente a sus ojos—. Ahora te has
convertido en un ser patético, en una marioneta del destino. ¡Mira en lo
que has acabado por negarte a casarte conmigo, amar a la mujer
equivocada y traicionarme! Dime ahora quién es el que da lástima, James…".

En su mente se formó la imagen de un joven y radiante James Norrington
de 13 años, sonriéndole amistosamente.

"¿Hace cuánto tiempo no lo he visto sonreír así? —pensó la joven mujer—.
Ahora tiene una mirada tan triste y perdida… ¡No! —sacudió la cabeza con
fuerza, cerrando los ojos—. ¡No debo pensar en eso! ¡Él se merece todo
esto por haberme defraudado!".

Entonces, una pequeña vocecilla en su interior quiso hacerse escuchar
por primera vez desde hacía ya mucho tiempo, aprovechando que la dura
pared de insensibilidad que ella había construido a su alrededor parecía
que comenzaba a agrietarse.

/¿No eres tú la que ha defraudado a todos, incluyéndote a ti misma, Isabel?/

Isabel se quedó boquiabierta, con los ojos completamente abiertos,
impactada por la voz de su conciencia a la que no escuchaba hacía ya
mucho tiempo. Pero rápidamente su corazón volvió a cerrarse, negándose a
sentir cualquier cosa más que odio. Los sentimientos eran para los
débiles, y ella no podía darse el lujo de ser débil.

—Discúlpeme, lord Beckett, pero debo ir a ver cómo va la batalla contra
esos árabes y recuperar a la prisionera… —Lo miró sonriéndole
maliciosamente—. ¿O acaso estaba en sus planes que ella escapara?

—Ciertamente no era eso parte de mi plan, almirante Jacobson —replicó,
tratando de ocultar toda su rabia y frustración tras una falsa sonrisa—.
Aún quería seguir divirtiéndome con ella; pero si a usted se le presenta
la oportunidad de volver a capturarla, le aseguro que se sentirá
plenamente vengado cuando la vea sufrir en mis manos.

—Si es que no la mato yo antes —rebatió para luego darle la espalda y
marcharse de allí, alejándose del hombre en cuyo horrible ser podía
reflejarse el monstruo en el que ella se había convertido.

Luego de haber sorteado con éxito los cañonazos del enemigo, la chalupa
que llevaba a Jacky Sparrow, Nefud Yidda y a sus cuatro hombres, llegó
hasta la nave insignia a la que abordaron para luego darse a la fuga
antes de que los ingleses los persiguieran.

—No te preocupes —le dijo Nefud—, van a tardar bastante en poner sus
naves a punto, puesto que algunos de mis hombres estropearon sus timones
antes de iniciar el ataque.

—Veo que pensaste en todo para venir a rescatarme, Nefud… —dijo la
pirata, apoyándose en la barandilla, cerrando los ojos y elevar el
mentón para poder recibir de lleno en su sucio rostro la suave brisa
marina que hacía varios meses que no sentía sobre ella. ¡Por fin volvía
a ser libre!

—Oye, Nefud, respóndeme una cosa —se volvió hacia él, sonriéndole
pícaramente—. Supongo que no viniste a rescatarme para tenerme como tu
amante, ¿verdad? Aunque eres muy guapo, eso lo admito, y que me parece
que estás bien equipado, eso lo admito también, prefiero ser la amante
de tu mujer… o, "el" amante.

—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó desconcertado.

—Que estoy dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de volver a ser un
hombre —fue la sorprendente respuesta.

Se podía leer una fuerte determinación en sus ojos. Ella ya había tomado
una decisión. Debía olvidarse definitivamente de Norry y alejarse de
aquel pasado en el que había jugado a ser una mujer. Jacky quería dejar
de ser Jacky y volver a ser el orgulloso y despreocupado capitán Jack
Sparrow, y para eso debía conseguir la manera de volver a unirse con su
otro yo; sólo que había un pequeño problemita… Jack estaba en el armario
de Davy Jones.

—No creo que sea conveniente que vuelvas a ser un hombre ahora, Jack —la
sorprendió una voz femenina que ella conocía muy bien.

Al volverse, Jacky vio a una hermosa mujer morena ricamente vestida e
inesperadamente embarazada.

—¡Beatriz! ¿Eres tú?

—Pues claro que soy yo, tonto —le sonrió, acercándose seductoramente
hacia ella, acariciando su barbilla—. Hace mucho tiempo que no te veía.

—Lo mismo digo… —la observó lascivamente. Había olvidado lo sensual que
era—. Deberíamos recuperar el tiempo perdido, ¿savvy?

Ella acercó sus seductores labios carmesí a los de la pirata, como si
quisiera besarlos, pero cuando Jacky hizo el amague de hacerlo, Beatriz
la esquivó y se fue directo a su esposo, tomándolo del brazo y apoyando
cariñosamente la cabeza en su hombro.

—Lo siento, Jack, pero mi cuerpo y mi corazón le pertenecen enteramente
a mi querido esposo: "El León del Desierto", como lo ha nombrado su
tribu; ya no tienes ninguna oportunidad conmigo. Además… —bajó la vista
y llevó su mano sobre su vientre, observándolo amorosamente—, estoy
esperando un hijo…, como tú.

—¡¡¿¿QUÉ DIJISTEEE??!! —exclamó la pirata, sorprendidísima—. ¡Yo no
estoy esperando un hijo! ¡Eso es imposible! ¡El capitán Jack Sparrow no
puede quedarse embarazado! (Qué raro sonó eso…) ¡Estás loca, especie de
mujer! ¿Qué se hace pensar en esa tontería?

Beatriz le sonrió condescendientemente.

—¿Es que no te diste cuenta, jack? ¡Ja, ja, ja! ¡Se nota que no naciste
siendo una mujer! En ese estado lamentable en el que te encuentras sería
imposible que tuvieras esa "pancita". Dime… ya te has acostado con
alguien, ¿verdad? ¿Es que no te diste cuenta de que podías quedarte
encinta? —la miró maliciosamente—. Espero que nos digas quién es el
afortunado padre, futura mamá…

Jacky no dijo nada, estaba tan atónita que no podía pronunciar palabra,
pues había recordado todos aquellos síntomas típicos de las embarazadas
que él había tenido en su encierro. No cabía duda, estaba embarazada, o
embarazado… ¡y justo ahora que había decidido volver a ser un hombre!
¡Aquello no era justo! ¡No era justo!

"¡Estoy esperando un hijo de ese maldito inglés! —pensó llena de furia y
rencor, humillada—. ¡Maldito Norrington! ¡Arruinaste mi vida! ¡Que
lástima que no logré acabar con tu miserable y vil existencia! ¡Ja! Pero
no creas que te vas a salir con la tuya… ¡No te daré el gusto de conocer
a tu hijo!".

Miró a Nefud Yidda y a su esposa con los ojos llenos de determinación.

—No pienso tener a este pequeño bastardo, encontraré la manera de volver
a ser un hombre sea como sea. Jack Sparrow volverá a ser uno sólo, único
e inigualable.



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