Fanfic Piratas del Caribe -La Maldición del Anillo de la Calavera- *Capítulo 48: Nefud Yidda, el Temible Bandido del Desierto *

                    Resumen de la historia: El capitán Jack Sparrow comete el gran error de ponerse un anillo maldito que lo transformará en mujer y le traerá un sin fin de problemas tanto a él como a quienes lo rodean, amigos y enemigos. Una elección que cambiará la vida y los destinos de todos, en especial del Comodoro James Norrington y el mismo Jack. Esta historia está ambientada después de la primera película y desarrollada durante la segunda y tercera película. Una historia larguísima pero muy entretenida, con drama, humor, acción y romance. ¡Que la disfruten!



PIRATAS DEL CARIBE: LA MALDICIÓN DEL ANILLO DE LA CALAVERA

DECIMA PARTE: EN EL DESIERTO DE LA ESPERANZA

Jack Sparrow se convierte en mujer gracias a la maldición de un anillo, en tu intento por volver a la normalidad, meterá en problemas a sus amigos y James Norrington caerá rendido a sus pies y hará hasta lo imposible para ayudar al atolondrado pirata que le robó el corazón. Una loquísima historia que comenzó como una broma y terminó como una gran historia de amor y aventuras.

Género: drama, amistad, acción, suspenso, humor, romance, violencia, aventura, fantasía, erotismo
Pareja: Jacky Sparrow/James Norrington. Elizabeth Swan/Will Turner
Personajes: Jack Sparrow/Jacky Sparrow, James Norringon, Elizabeth Swan, Will Turner, Hector Barbossa ¡y muchos más!
Calificación: para mayores de 18 años
Publicación:
Cantidad de palabras: variable
Duración: 67 capítulos la primera parte, 57 la segunda parte y 51 la última parte.
Estado: finalizado
Escritora: Gabriella Yu
Mi estilo: estoy influenciada tanto por el anime, los dramas asiáticos y la literatura universal. Me gusta hacer pasar a los personajes por duras pruebas.
Aclaraciones: Esta historia la escribí hace más de 10 años, es muy entretenida, no se arrepentirán de haber perdido el tiempo en leerla. Le tengo mucho cariño porque fue una rara mezcla que logré hacer con el drama, humor y acción. 
IMPORTANTE: contiene escenas subidas de tono XD


*Capítulo 48: Nefud Yidda, el Temible Bandido del Desierto *


El comodoro James Norrington despertó con un fuerte dolor de cabeza. Se
encontraba muy confundido, pero Elizabeth, tía Dalma y el almirante
Jacobson lo pusieron al tanto de lo sucedido, y entonces, su
preocupación por la peligrosa situación en la que ahora se encontraba
Jack, se acrecentó. ¿Quién sabía las terribles cosas le harían aquellos
impíos bandidos? Tenían que hacer algo de inmediato.

-Debemos rescatarlo –dijo éste mientras se levantaba del suelo y se
dirigía muy decidido hacia la puerta de salida del bar-. No sabemos de
lo que sean capaces esos bandidos…

-Si no fuera por la estúpida maldición que pesa sobre él y que tiene
completamente atontado a Will, yo dejaría que se lo lleven –protestó
Elizabeth mientras lo seguía afuera.

-Yo más bien estaría preocupada por los secuestradores. ¡No saben a
quién se llevaron! –fue la acertada opinión de tía Dalma.

Llevaba poco tiempo de conocer al capitán Jack Sparrow, pero George
Jacobson no pudo estar más de acuerdo con ella.

Justo en el momento en que nuestros personajes salían de aquella cantina
bajo la sorprendida mirada de todos los presentes, Will llegó a toda
velocidad montado en un caballo de color azabache que le había
arrebatado a un jinete para poder perseguir a los secuestradores apenas
vio que se llevaban a su "amada". Pero al no haber tenido suerte en
alcanzarlos, (puesto que aquellos hombres conocían perfectamente cada
metro cuadrado del desierto, se le habían escabullido sin ningún
problema), así que, desesperanzado y muy preocupado, el joven Will había
regresado a la polvorienta y antigua ciudad con la esperanza de
encontrar alguna solución y ayuda entre sus "amigos".

Cuando apenas había llegado hasta sus compañeros de aventuras, William
detuvo el caballo, se apeo de inmediato y se dirigió directamente hacia
ellos con gran decisión.

-¿Qué fue lo que…? –Norrington comenzó una pregunta que no pudo
terminar, ya que el joven le propinó un poderoso golpe de puño en la
nariz derribándolo al suelo.

-¡¿Pero qué haces?! –se molestó Jacobson mientras iba en ayuda de su
amigo y lo ayudaba a ponerse de pie.

-¿Por qué lo golpeaste, Will? –preguntó la joven Swann, aunque ya
suponía los motivos.

-¡¡Por su culpa raptaron a Jack!! ¡¡Él permitió que se la llevaran!! –lo
culpó tremendamente enojado mientras lo apuntaba acusadoramente con el dedo.

-¡¿Acaso cree que permití tal cosa?! ¡No cometa el error de pensar
semejante barbaridad, señor Turner! –se ofendió el agredido.

-¡Usted siempre quiso deshacerse de Jack!

-¡Pero ahora no es eso lo que deseo! ¡Lo único que ahora quiero es ir en
su rescate! Y le aclaro, señor Turner, que si hay alguna persona
indicada para acabar con ese pirata, ¡ésa persona soy yo y nadie más!

-¿Lo ven? ¡Yo tengo razón!

Ambos hombres se miraron con desafío, la ira y el rencor se encontraban
a flor de piel. No decían ni hacían nada, sólo se miraban entre sí sin
desviar la vista ni por un segundo, preparados para pelear entre ellos
si era necesario.

-Disculpen, caballeros –los interrumpió Jacobson con su inexpresivo
rostro mientras se interponía entre ellos dos-, deben calmarse.
Recuerden que nuestra misión es romper la maldición para poder
liberarnos de su influencia, por lo tanto, necesitaremos sano y salvo a
ese maloliente pirata estafador –y miró detenidamente a su amigo-, quien
REALMENTE es un hombre y no una indefensa mujer. ¿Lo recuerdan? Estoy
seguro que sabrá defenderse solo ante sus secuestradores.

James la miró entre sorprendido y confundido. ¿Acaso ella había
sospechado la verdad? Sabía que Isabel estaba enterada sobre su "amor"
por tal pirata, ¿pero acaso sospechaba que ése amor le era ya
correspondido? El oficial frunció el entrecejo, ¿y porqué se preocupaba
por si ella lo había descubierto o no? ¡Era por el bienestar de Jack
Sparrow por lo que ahora debía preocuparse!

Viendo que el almirante tenía toda la razón, Will decidió calmarse y
pensar en lo que debía hacerse de inmediato antes de que fuera demasiado
tarde.

-Regresemos de inmediato al "Perla", tomemos los camellos, llevemos a
todo aquel que quiera ayudarnos a rescatar a Jack y seguiremos a esos
bandidos hasta lograr atraparlos y arrebatarles a Jack. ¡Pongámonos en
acción! –dijo con gran decisión.

-¿Y cómo lograremos saber hacia dónde se dirigieron? –preguntó Norrington.

-Eso es muy fácil –respondió tía Dalma-, utilizaremos la brújula de
nuestro querido capitán para encontrarlo.

-Tengo una objeción –replicó Jacobson-. Será mejor que solamente vayamos
nosotros cinco a rescatar al pirata, ya que no creo conveniente seguir
perdiendo el tiempo en prepararnos, además, recuerden que todos a bordo
del "Perla Negra" se encuentran totalmente idiotizados por el efecto de
la maldición del anillo y podrían cometer alguna tontería que nos
perjudicaría. Creo, señores, que somos capaces de valernos por nosotros
mismos.

Luego de pensarlo unos momentos, Will y James aceptaron lo propuesto por
el almirante, y mientras todos se marchaban para comenzar con su plan de
rescate, Jacobson suspiraba aliviado para sus adentros, pues a éste no
le hubiera convenido a sus planes hacer lo que Will pedía.

El calor del desierto era abrasador, los fuertes rayos del sol
abofeteaban sin piedad contra todo ser vivo que se aventurase por
aquellos inhóspitos lugares. El capitán Jack Sparrow, la bella pirata,
viajaba incómodamente echada boca abajo sobre la montura del brioso
caballo color castaño. Atado de pies y manos, nuestro pobre protagonista
no podía moverse con libertad, y en cuanto aquellos bandidos habían
descubierto que ésta tenía la mala costumbre de hablar de más, la habían
amordazado. El pobre de Jack, indefenso como estaba, sólo podía
entregarse a su suerte y esperar que sus supuestos amigos vinieran en su
ayuda.

El capitán Sparrow viajaba en el caballo del jefe de la banda, a quien
pudo darle un buen vistazo mientras lo ataba; aquel hombre era un poco
más alto que Norrington, de cuerpo bien formado pero delgado, su piel
estaba quemada por el sol y tatuada con una serie de extraños símbolos
árabes, sus ondulados cabellos largos, su incipiente barba y bigotes
eran morenos, usaba aros, anillos y cadenas, vestía las típicas ropas
negras del lugar, botas y un cinturón ancho de cuero, llevaba un par de
espadas árabes bien afiladas. Aunque poseía una personalidad tranquila y
filosófica, también era un sujeto muy orgulloso de sí mismo y de sus
habilidades, y que debido a su estilo de vida, jamás cedía ante los
problemas y le hacía frente a cualquier peligro que se le presentara.
Era demasiado persistente y decidido en cuanto se proponía lograr algo.
Por su fuerte idealismo y convicciones, era admirado por sus hombres. En
resumen, aquel hombre era un bandido muy pintoresco, testarudo y
bastante atractivo.

Todo aquel grupo de hombres nómades formaba un total de veinte
individuos, quienes viajaron en apacible silencio junto a su jefe
durante todo el viaje. Se notaba en ellos la fiel devoción y lealtad que
le profesaban a su líder.

Aquella travesía había durado varias horas, pero a Jack Sparrow le había
parecido una eternidad, sobre todo en la incómoda posición en la que se
encontraba viajando sobre el caballo. Estaba ya atardeciendo cuando el
jefe de la banda decidió que ya era hora de detenerse y montar el
campamento para así poder pasar la noche con tranquilidad.

Sin bajar todavía a su rehén, el hombre desmontó y comenzó a dirigir a
sus hombres para que hicieran sus respectivas tareas, quienes
obedecieron sin chistar a sus órdenes. Una vez armado el campamento y el
fuego encendido en medio del lugar, el jefe se dirigió hacia su montura
y bajó por fin a un adolorido Jack Sparrow, a quien tomó en brazos y se
lo llevó a una de las tiendas más grandes.

Una vez adentro de la vieja y polvorienta tienda de campaña de color
blanco amarillento, depositó a la mujer en la alfombra y le quitó la
mordaza.

-¡Hajjj! Casi pierdo la habilidad del habla… -fue lo primero que dijo
nuestro pirata mientras hacía toda clase de muecas con su boca para
distenderla al verse por fin liberado de semejante impedimento. Luego,
su atención se centró en su captor y enseguida comenzó a hablar como si
nunca antes lo hubiera hecho.-. ¡Eres un eunuco! ¿Cómo te atreves a
amordazarme durante tanto tiempo? ¡Si no querías que hablara me lo
hubieras dicho! Conozco perfectamente el dicho "callado como una tumba"…
-mintió.

Sin decirle una sola palabra, el hombre lo liberó de sus ataduras, y
mientras Jack se frotaba sus adoloridas muñecas, el árabe se dirigió
hacia a la salida de la tienda para dar una orden, que inmediatamente
fue atendida por uno de sus hombres entregándole una bandeja de comida
para luego marcharse inmediatamente.

Entonces, el líder de los bandidos se dirigió hasta su prisionera y le
preguntó mientras destapaba la bandeja:

-¿Quieres comer? –le ofreció una serpiente asada con algunos vegetales.

Al ver semejante platillo, Jack puso cara de asco.

-¿Estás loco o eres un eunuco? Yo no como esas cosas… -lo rechazó
mientras agitaba las manos negando el peculiar alimento-. ¿Acaso no
tienes tocino frito, cazuela de pescado o guiso se pollo?

-Pero no has comido desde que te rapté, seguramente debes estar muerta
de hambre –insistió.

-No tan desesperado como para comerme eso.

Viendo que no lograba hacerle cambiar de idea, el joven hombre se sentó
entonces en el suelo alfombrado y comenzó a comer la serpiente con
evidente apetito, logrando despertar la curiosidad y el hambre a su
"invitada".

-¡Dame eso! –exclamó Jack de repente mientras le arrebataba la serpiente
de las manos y comenzaba a comerla con desesperación. El bandido sonrió
satisfecho.

-¿Tienes ron? –preguntó la pirata de repente.

-¿Ron? –no pudo evitar sorprenderse-. No, pero tengo un vino excelente...

-¡Pues tráelo, amigo! ¿Qué estás esperando? No querrás que me atragante
con esta cosa, ¿verdad?

Un tanto desconcertado por el trato tan confiado con que lo trataba
aquella extraña mujer, el secuestrador se fue en silencio de aquella
tienda para ir en busca de lo solicitado.

Antes de ponerse a pensar en la mejor forma de escapar, Jack Sparrow
había preferido lanzarse sobre la apestosa serpiente asada y devorarla
sin más preámbulos, pues no valía la pena intentar escaparse con el
estómago vacío. El destino y la suerte ya le proveerían el mejor momento
para escapar.

-Mmm… No está mal… -comentó mientras saboreaba semejante alimento y
miraba alrededor del interior de la tienda.

Dicho lugar estaba alfombrado con viejas y bellas alfombras árabes,
candelabros y cómodos almohadones, en los cuales, nuestro protagonista
se recostó mientras comía cómodamente su serpiente asada.

Entonces, su captor entró con una jarra de barro llena de apetitoso vino.

-Aquí tienes lo que me pediste –le dijo mientras le servía el preciado
liquido en un vaso de alfarería, pero en vez de que Jack tomara aquel
vaso, le quitó la jarra y comenzó a tomar ávidamente de ella.

-¡Ah! ¡Muy rico este vino! –dijo al terminarlo y entregarle el
recipiente completamente vacío-. ¿Podrías traerme más?

Muy sorprendido, el árabe tomó la jarra mientras miraba estupefacto a la
desvergonzada mujer, y dirigiéndose de nuevo hacia la entrada de la
tienda, llamó a uno de sus hombres, quien de inmediato cumplió con la
orden trayéndole lo que le pedía.

-¿Acaso no me suplicarás que te libere o que no te haga daño? –preguntó
su captor mientras le entregaba el recipiente lleno-. ¿Acaso no estás
muerta de miedo?

El comedido Jack Sparrow, la capitana del "Perla Negra", se recostó
nuevamente entre los mullidos almohadones completamente satisfecho, y
mirando detenidamente a su secuestrador, le respondió con su habitual
desfachatez:

-Mira, he estado metido en tantos problemas que esta nimiedad no
significa nada para mí, ¿sabe?

Y aunque el "temible" capitán Jack Sparrow estuviera muerto de miedo
como en tantas otras ocasiones peligrosas a las que inevitablemente se
enfrentaba, él jamás lo demostraría, pues siempre utilizaba su ingenio y
la mentira para encubrir su temor. Él tenía un honor y orgullos qué cuidar.

-¿Cómo te llamas? –preguntó entonces muy interesado el nómada.

Esta vez, Jack se puso serio. ¿Sería conveniente que ése hombre supiera
su verdadera identidad? No estaba muy seguro, si le decía la verdad,
probablemente lo eliminarían o lo tildarían de lunático, pero si le
mentía, las cosas podrían ponerse bastante peligrosas, ya que sería él
solo contra un grupo de salvajes nómades del desierto, pues no lo habían
secuestrado para lavar platos, ciertamente. Jack tenía que barajar muy
bien los naipes si quería salir bien parado de aquella situación hasta
que sus compañeros lo rescataran, si es que lo rescataban.

-…Me llaman "Jacky"… -le respondió luego de titubear unos momentos.

-Es un extraño nombre, ¿vienes de occidente? ¿Acaso de Inglaterra?

-No, vengo de América, pero originariamente soy de la India.

-Mi nombre es Nefud Yidda, el más terrible de todos los bandidos que
habitan esta región desértica –el joven hombre, que seguramente tendría
casi la misma edad de Jack, dijo todo esto con su pecho lleno de
orgullo-. Nací de una gran familia nómada que durante siglos ha vivido
en el desierto. Todas las tribus y pueblos nos respetan y temen. ¡Yo soy
dueño de todo lo que ves a tu alrededor!

Con una mueca de desinterés y vacilación, Jack, sin mover la cabeza,
dirigió sus ojos de izquierda a derecha como si estuviera viendo dicha
región, escéptico.

-Pues yo creo que te estafaron, amigo, solamente tienes desierto y más
desierto…

Nefud bajó los brazos y la miró de reojo bastante desconcertado.
Verdaderamente, la mujer que tenía frente suyo no le tenía ni siquiera
un poco de miedo, y eso era lo que irremediablemente lo atraía a ella:
Su valentía.

-¿Sabes por qué te secuestré? –preguntó al fin.

-No fue sólo para mostrarme tus arenosas comarcas, ¿verdad? –Jack siguió
mofándose.

-No.

-Ni tampoco para beberme todo tu vino fino, ¿no?

-Tampoco.

-¿Ni comerme todas tus asquerosas serpientes asadas?

-No era esa la idea, exactamente.

Entonces, Jack frunció el entrecejo y torció la boca, sospechando para
qué lo quería realmente aquel sujeto. Resultaba muy evidente, y no le
caía en gracia, ciertamente.

-¿Tú no me secuestraste para redecorar tu tienda, no es así? –aventuró
con su sentido del humor. –Pues debo decirte que tienes pésimo gusto.

Nefud sonrió, le agradaba mucho el ingenio de esa hermosa mujer, pero
seguramente también sería muy rebelde. ¿Pero qué tan rebelde sería?
¿Acaso podría hacerla suya? A él le gustaba mucho que una mujer se le
resistiera, pero él la había elegido como su esposa y ella debía acatar
sus mandatos, lo quisiera o no, pues él era el hombre y ella, como
mujer, debía acatar todos sus deseos.

-Te secuestré para poder desposarte. –Le rebeló al fin.

¿Por qué sería que aquello ya no sorprendía a nuestro pirata? ¿Acaso era
porque en el transcurso de las últimas semanas le habían propuesto
matrimonio infinidad de veces?

-Pues yo creo que antes de haber armado semejante alboroto en aquella
ciudad para secuestrarme, deberías haberme preguntado primero como buen
hombre civilizado. ¿Sabe?

Nefud Yidda sonrió divertido. Había algo muy atractivo en la sonrisa de
este hombre salvaje.

-¿Y qué te hizo pensar que te lo preguntaría?

Jack, alarmado por esa declaración, supo que su "virginidad" peligraba
frente a aquel sujeto tan viril y dispuesto a todo. Entonces, nuestro
protagonista, pensó velozmente en como salir de semejante atolladero.

/-Y bueno…Tendré que usar la misma táctica que usé con Norry…/- Decidió,
y así, ayudado por su falta de integridad, Jack comenzó a representar un
nuevo papel.

-¡Oh! Mi amado bandido errante… -dijo mientras ponía cara de dulzura-,
¡no sabes cuánto soñé encontrarme con alguien tan valiente como tú para
que me rescatara de las terribles garras ese perverso oficial ingles!

Nefud pareció sorprenderse, así que el capitán del "Perla Negra" siguió
con su engaño sinceramente asombrado por lo que un cuerpo bonito y la
apariencia de una frágil mujer podían hacer.

-En realidad soy una pirata del mar del Caribe y ese hombre logró
apresarme hace unos meses, que para mi mala suerte, se enamoró
perdidamente de mí y desde entonces me ha utilizado a su antojo… -se
cubrió el rostro con las manos, tratando de contener un fingido
sollozo-. …Tú, tú ya sabes a lo que me refiero, ¿verdad? ¡Fue un
sufrimiento sin límites! –Se lanzó repentinamente a sus pies abrazando
sus botas- ¡gracias! ¡Gracias! ¡Muchas gracias por ser mi libertador!
¡Le debo tanto que haría "cualquier" cosa por usted! –y entonces,
nuestro mentiroso protagonista, comenzó a llorar lágrimas de cocodrilo.

En base a la verdad y a la mentira, Jack Sparrow no podía ser acusado
completamente de mentiroso, ya que prácticamente había utilizado para su
relato todo lo que le había ocurrido durante los dos meses pasados,
poniendo únicamente al comodoro James Norrington como su perverso captor.

Totalmente conmovido por el triste y desventurado relato de su rehén, y
lamentando su duro trato para con ella cuando la raptó, Nefud Yidda,
quien a pesar de su apariencia salvaje e independiente, era un hombre
que se ablandaba ante los lamentos femeninos, se arrodilló ante ella y
la abrazó tiernamente mientras le decía:

-¡Oh, mi tierna mujer del occidente! No te preocupes, amada mía, veo en
ti a mi alma gemela, por lo tanto, jamás dejaré que vuelvan a hacerte daño…

/-Idiota, cayó redondo… /-pensó el capitán Sparrow con malicia, y viendo
el descuido de su captor, procedió con la segunda parte de su plan:
romperle el cántaro en la cabeza para así noquearlo y huir de allí.

-Te prometo ante Alá, que haré sufrir a ese vil sujeto cosas indecibles
como nunca antes sufrió en su vida hasta que me ruegue, despellejado,
que lo mate lo más rápido posible.

Jack abrió grandemente los ojos, realmente no esperaba aquel resultado,
ni por asomo deseaba que aquel tipo árabe atrapara a Norry para vengar
su supuesto honor mancillado.

-Ya mismo iré por ese truhán –sentenció el gran líder Nefud Yidda
mientras se ponía en pie y le daba la espalda a su dama, quien
inmediatamente aprovechó su descuido y le rompió la pesada jarra en la
cabeza.

Lentamente, el árabe se dio media vuelta para mirar a su sorprendida
rehén, quien no podía creer que no había logrado noquearlo.

-… ¿Acaso creíste que me desmayarías con eso? –dijo.

-… Eh… Sí –respondió dubitativo mientras inclinaba de lado la cabeza.

-Pues tienes toda la razón… -apenas terminó de decir esto, que el líder
de los bandidos cayó pesadamente al suelo, completamente acabado.

Jack se le quedó mirando unos momentos.

-Debo admitir que me asustó un poquito. –Dijo, luego miró con
detenimiento hacia la salida de la tienda.

-Pájaro que comió, voló –parafraseó nuestro pirata convertido en mujer
mientras tiraba los restos del jarrón al suelo y se acercaba hasta la
salida de la vieja tienda para observar si estaba custodiado, y
efectivamente habían varios hombres haciendo guardia muy cerca de allí.
También notó que éstos habían atado a todos los caballos muy cerca de la
tienda. Como Jack Sparrow era una persona de sagaz inteligencia y
rápidos movimientos, su cerebro y cuerpo se pusieron rápidamente en
acción, y se puso manos a la obra atando de pies y manos a su captor,
para luego comenzar a buscar algo entre sus ropas hasta que al fin lo
encontró: eran unos pequeños fuegos artificiales chinos.

-Sabía que los traía conmigo –comentó mientras sonreía gratamente-. Ese
viaje a China fue de lo más conveniente.

Pero justo cuando iba a llevar a cabo la segunda parte de su plan, Jack
se detuvo en medio del camino para después darse media vuelta (con los
brazos extendidos, como era su costumbre) y mirar hacia su desmayado
captor. A Jack se le había ocurrido algo.

Caminando de puntillas con su típico balanceo, se acercó hasta el árabe
y tomando un pedazo de tela vieja muy sucia, lo amordazó.

-Esto es por haberme amordazado durante todo el camino –dijo.

Ya realizada su peculiar venganza, se dedicó plenamente a seguir con su
plan de escape y sigilosamente se dirigió hacia la salida de la
polvorienta tienda y observó los movimientos del enemigo, hasta que por
fin vio su oportunidad cuando un par de guardias se apartaron de la
carpa para acercarse al fuego y tomar algo comida.

-Vamos a comenzar un pequeño baile, amigos… -murmuró mientras encendía
las mechas de los pequeños explosivos para luego lanzarlos
inmediatamente hasta donde se encontraban los caballos.

El estruendo que provocaron las pequeñas explosiones bajo las patas de
los animales, fue lo suficientemente efectivo como para asustarlos
terriblemente y provocar que éstos rompieran sus ataduras y salieran
huyendo despavoridos a través del desierto. Tomados completamente por
sorpresa y muy preocupados por perder a tan valiosos animales, todos los
bandidos comenzaron a perseguir a los caballos dejando de custodiar
transitoriamente las tiendas, momento que el pícaro capitán del "Perla
Negra" aprovechó para huir, no si antes tomar sus preciadas cosas (su
sombrero, su espada y su pistola), una cantimplora llena de agua y algo
de comida para el viaje forzado.

Mientras toda la banda se dispersaba a través del desierto, Jack Sparrow
salía sigilosamente de la tienda y echaba a correr cómicamente hacia el
lado opuesto sumergiéndose entre la oscuridad de la noche y la
inmensidad del desierto sin saber si saldría vivo de él.



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