Fanfic Piratas del Caribe -La Maldición del Anillo de la Calavera- *Capítulo 52: En el Templo de la Hechicera*

                        Resumen de la historia: El capitán Jack Sparrow comete el gran error de ponerse un anillo maldito que lo transformará en mujer y le traerá un sin fin de problemas tanto a él como a quienes lo rodean, amigos y enemigos. Una elección que cambiará la vida y los destinos de todos, en especial del Comodoro James Norrington y el mismo Jack. Esta historia está ambientada después de la primera película y desarrollada durante la segunda y tercera película. Una historia larguísima pero muy entretenida, con drama, humor, acción y romance. ¡Que la disfruten!



PIRATAS DEL CARIBE: LA MALDICIÓN DEL ANILLO DE LA CALAVERA

DECIMA PARTE: EN EL DESIERTO DE LA ESPERANZA

Jack Sparrow se convierte en mujer gracias a la maldición de un anillo, en tu intento por volver a la normalidad, meterá en problemas a sus amigos y James Norrington caerá rendido a sus pies y hará hasta lo imposible para ayudar al atolondrado pirata que le robó el corazón. Una loquísima historia que comenzó como una broma y terminó como una gran historia de amor y aventuras.

Género: drama, amistad, acción, suspenso, humor, romance, violencia, aventura, fantasía, erotismo
Pareja: Jacky Sparrow/James Norrington. Elizabeth Swan/Will Turner
Personajes: Jack Sparrow/Jacky Sparrow, James Norringon, Elizabeth Swan, Will Turner, Hector Barbossa ¡y muchos más!
Calificación: para mayores de 18 años
Publicación:
Cantidad de palabras: variable
Duración: 67 capítulos la primera parte, 57 la segunda parte y 51 la última parte.
Estado: finalizado
Escritora: Gabriella Yu
Mi estilo: estoy influenciada tanto por el anime, los dramas asiáticos y la literatura universal. Me gusta hacer pasar a los personajes por duras pruebas.
Aclaraciones: Esta historia la escribí hace más de 10 años, es muy entretenida, no se arrepentirán de haber perdido el tiempo en leerla. Le tengo mucho cariño porque fue una rara mezcla que logré hacer con el drama, humor y acción. 
IMPORTANTE: contiene escenas subidas de tono XD


*Capítulo 52: En el Templo de la Hechicera*


El capitán Jack Sparrow y todos sus compañeros de aventuras estaban
sorprendidos ante la majestuosidad y el aire siniestro que tenía aquel
enorme templo de piedra enclavado en la ladera de la desértica montaña.

Era un edificio enorme, de varios metros de altura. El polvo de varias
décadas se había acumulado sobre su estructura tapando segmentos de los
gravados y esculturas de un antiguo arte árabe que daban magnífica forma
al viejo templo.

Como no había animales viviendo en aquel lugar, la soledad y el silencio
provocaban un sentimiento de turbación sobre los viajeros.

-¡Esto es un castigo de Satanás¡Es el Templo de la hechicera! –exclamó
el muchachito árabe, cuyo nombre era Yamil Jiah y seguramente tendría
unos 16 años de edad.

-Esto es… increíble… -apenas dijo Elizabeth.

-¿De dónde salió? No estaba allí antes –opinó Will.

-Creo que el tener a Jack cerca de aquí, hizo que de alguna forma el
templo se mostrara –fue la dubitativa opinión de tía Dalma.

-¡Y todo gracias por este hermoso caballito que me guió hasta aquí!
–exclamó agradecido mientras abrazaba al dichoso animal provocando que
el camello se pusiera celoso. Luego, con picardía bien disimulada, agregó:

-Estoy seguro de que es el templo que estábamos buscando, lo presiento...

-Obviamente, capitán Sparrow. No creo que haya otro templo que se
aparezca de esa manera así como así –James replicó fastidiado cayendo en
la trampa literaria de Jack.

-¡Oh¡Cómo me gusta cuando usted se pone así! –exclamó melosamente la
pirata mientras se le colgaba del brazo provocando que el comodoro se
incomodara y se pusiera rojo como un tomate ante las miradas
sorprendidas de todos los demás.

-¿Lo-lo dijo a propósito, verdad¿Para que yo le replicara?

-Claro, viejo. Quería fastidiarlo un poquito¿sabe? –le sonrió con
aquella manera tan atractiva que tenía.

Al verlos llevarse tan "bien", Nefud Yidda no pudo evitar ponerse
celoso, y entonces, horrorizado, se dio cuenta que había caído en la
maldición de la hechicera. El gran orgullo del temible bandido del
desierto había sucumbido bajo los "encantos" de un hombre transformado
en mujer¿cómo podría mostrarse entonces ante los demás como el
legendario ladrón de Arabia¡Todos se reirían de él por haberse enamorado
de un hombre¡¡Su reputación estaba completamente destruida!!

-¡Maldito! –acusó a Jack mientras lo apuntaba amenazadoramente con una
de sus estropeadas espadas gemelas-. ¡Todo esto es por tu culpa!

-¡¿Eeeh?! –exclamó el acusado poniendo cara de inocente mientras se
refugiaba detrás del comodoro Norrington-. ¡Protégeme, Norry!

-¡No se atreva a hacerle daño¡Antes tendrá que vérselas conmigo!
–amenazó de inmediato el oficial mientras se interponía entre su "amada"
y ese rufián.

-¡Lo mismo digo yo! –se incluyó el joven Will mientras sacaba su espada
dispuesto a defender a la "indefensa" dama en apuros.

-Pues yo le ayudaré, Jidda, detesto a ese pirata tanto como usted –fue
la sorpresiva intervención del almirante, quien aún se encontraba muy
enojado por la actitud de su amigo James.

El apuesto árabe no pudo evitar sonrojarse, pues en su corazón sabía que
no odiaba a esa hermosa mujer¡simplemente la amaba!

-Ya basta de pelear por tonterías y entremos de una vez –ordenó la joven
Swann completamente agotada e irritada por culpa de las tonterías de
Jack. ¡No veía la hora de liberarlo de aquella endemoniada maldición
para así poder recuperar a su prometido!

-Tiene razón, vamos de una vez que para eso hicimos este viaje tan largo
–apoyó tía Dalma mientras se habría paso entre ellos y marchaba directo
hacia la enorme entrada de aquel viejo edificio.

Mientras todos comenzaban a seguirla en completo silencio dando por
terminada aquella disputa degradante, Jack se quedó parado por unos
segundos un tanto ofendido.

-Yo no soy una tontería… -murmuró para luego salir caminando tras de
ellos. Pero antes de que se uniera al grupo, todos comenzaron a escuchar
unos gritos que provenían del desierto.

-¡¡Mi señor¡¡Mi señor!!

Todos se volvieron, y grande fue su sorpresa (sobretodo para Nefud
Jidda) cuando vieron a tres hombres vestidos de negro montados sobre
unos corceles que venían directo hacia ellos.

-¡¡Mi señor¡¡Mi señor!! –volvieron a decir con un tono entre alegría y
preocupación, y una vez que llegaron hasta donde su amo se encontraba,
desmontaron de inmediato.

-Mi señor¿se encuentra usted bien¿Qué está haciendo en el Lugar
Prohibido? –preguntó el más culto de los tres mirando receloso hacia los
desconocidos hasta que sus ojos reconocieron a la mujer desaparecida-.
¡Mi señora¿Se encuentra usted bien¿No le hicieron daño estos sujetos¿Por
qué se escapó de nuestro campamento?

Jack se encontraba completamente apabullado por tantas preguntas, una
detrás de otra, así que no pudo contestarle con celeridad. Realmente
estaba asombrado por lo mucho que lo había tenido en cuanta aquella
banda de rufianes.

-Nosotros estamos bien, Al sha'ab, pero tengo malas noticias…

-¿Cuáles, mi señor?

Entonces, Nefud dirigió su mirada hacia el capitán Sparrow, torció la
boca con disgusto y frustración y le respondió un tanto reticente a
hacerlo, pues se sentía bastante humillado.

-Nuestra "señora", resultó ser un pirata de mala muerte llamado Jack
Sparrow.

Los recién llegados abrieron desmesuradamente sus ojos, comprendiendo de
inmediato lo que su querido líder les había dicho.

-¡La Maldición del Anillo de la Calavera! –exclamó sorprendido Al
sha'ab, un hombre delgado y alto con aspecto de ser el más lúcido y
juicioso de todos.

-¿Entonces no es una mujer¡¿Es un hombre?! –apenas pudo decir otro de
sus hombres, Tima, uno de cuerpo rollizo y de baja estatura.

Pero Abha, el más fornido y alto de todos, nada dijo, sólo se mantenía
cruzado de brazos mirando detenidamente hacia el desconcertado capitán
del Perla Negra. Nadie sabía con exactitud qué era lo que estaba
pensando o sintiendo en aquellos momentos.

-¡Eso significa que todos hemos caído en su maldición, mi señor!
-Exclamó muy preocupado Al sha'ab-. ¡Tenemos que hacer algo de inmediato
o perderemos la cordura!

-Eso ya lo sé¡pero nadie sabe con exactitud lo que tenemos que hacer!
–replicó Nefud con ansiedad.

-¿Y si acabamos con su vida? –fue la repentina y fría propuesta del
gigantesco Abha mientras desenfundaba su sable turco.

Al escuchar semejante propuesta, Jack nuevamente buscó refugio detrás
del afligido comodoro Norrington, lo que provocó que Will y George
volvieran a ponerse celosos.

-Eso no es necesario, guarda tu arma –dijo tranquilamente tía Dalma-.
Todos estamos aquí por el mismo problema: Jack Sparrow.

Se acercó sensualmente hacia el grandote para luego tocar suavemente sus
poderosos músculos poniendo a Abha bastante tenso. Luego, la pitonisa se
dirigió hacia Nefud Yidda y le dijo:

-Si quieres volver a recuperar tu vida y la de tus hombres, te sugiero
que te unas a nosotros para buscar la manera de romper este hechizo.
¿Qué dices?

Luego de mirar a sus hombres, Nefud dirigió una penetrante mirada hacia
la causante de su orgullo herido, quien sólo se hacía el tonto
poniéndose a juguetear con el tricornio del irritado comodoro Norrington.

-Iré con ustedes –decidió al final.

-Nosotros también iremos con usted, amo Yidda –secundó Al Sha'ab para
desgracia de Tima y Yamil, quienes eran los más cobardes de todos-.
Estoy seguro que le seremos de gran ayuda

-Pero ni se les ocurra ponerle una mano encima a la capitana
Jacky¿entendido? Sino tendrán que vérselas conmigo –amenazó Will Turner
con su conocida actitud de caballerosidad.

Los árabes lo miraron enfurecidos y ofendidos por aquella amenaza, pero
Elizabeth decidió intervenir antes de que las cosas pasaran a planos
mucho más peligrosos.

-¡Por favor, Will, ya todo quedó aclarado¡Deja de comportarte
ridículamente por culpa de la bestia de Jack!

El pirata aludido torció la boca con disgusto al escucharla hablar tan
mal de él.

-Vamos, entremos de una vez para acabar con esta locura –ordenó el
almirante Jacobson mientras encaminaba sus pasos hacia la entrada del
templo. Los demás comenzaron a seguirlo después que se hubieran mirado
entre sí con cierta desconfianza, y luego de haber mirado detenidamente
al culpable de todo aquello.

Cuando casi todos habían ingresado por la gran puerta de piedra, Jack,
quedándose de pie, sólo frente a la entrada, dijo:

-¿Y creen que yo estoy feliz con todo esto¡Besé al comodoro Norrington,
por todos los diablos!

Mientras lo veían entrar al edificio cargado con varias botellas de ron,
el corcel, que se encontraba junto a los otros camellos y caballos,
relinchó de tristeza al verlo partir. De alguna manera, el caballo
presentía que jamás volvería a ver aquella hermosa mujer.

Una vez adentro del Templo de la Hechicera, todos se vieron obligados a
encender las antorchas que llevaban para poder ver con mayor seguridad
el camino que seguían, pues aquel sitio se encontraba inmerso en la más
completa oscuridad.

No habían "puertas" en aquel lugar, simplemente grandes y hermosos
marcos de mármol bien elaborados por hábiles manos de escultores,
separaban los pasillos de las enormes habitaciones, todo ello cubierto
por el polvo del desierto de varias décadas, en dónde vivían cientos de
insectos, ofidios y toda clase de arácnidos venenosos. La oscuridad y el
tenebroso silencio invadían todo el lugar, así como también sobre los
corazones de nuestros aventureros.

Todo el grupo caminaba con cuidado por los diversos corredores del
templo, pero muchas veces, alguno de ellos siempre tropezaba con muebles
viejos, telarañas u otro desagradable ser vivo.

-Parece que no fuimos los primeros en venir… Este lugar está lleno de
trampas -opinó el comodoro Norrington mientras miraba sin ninguna
aprensión varios esqueletos clavados en las paredes por varias flechas
que seguramente habían salido por los orificios que habían en la pared
opuesta.

-Estas trampas se activaron por estos pobres diablos, ahora no podrán
hacernos daño –agregó el almirante Jacobson.

-Pero tenemos que tener cuidado, no creo que nadie más haya desactivado
las otras trampas más adelante… -rebatió el capitán Sparrow. Todos lo
miraron preocupados, pues sabían que él, o ella, tenía razón.

La visión de aquellos horribles esqueletos dejó muy impresionado a todo
el grupo, pero no se dejarían vencer por sus miedos, seguirían adelante
hasta alcanzar sus objetivos: romper el hechizo del anillo y destruir la
Piedra Mística.

Nadie sabía con exactitud hacia dónde tenían que dirigirse, pero todos
seguían a tía Dalma, quien llevaba la brújula de Jack y abría el camino
junto al almirante Jacobson, los seguían Will y Elizabeth, detrás de
ellos venían Jack y Norrington, seguidos por Nefud y Al Sha'ab, Tima y
Yamil. El inmenso Abha era el que cerraba toda aquella procesión,
manteniéndose muy alerta por si acaso algo peligroso se aproximara por
detrás del grupo para atacarlos.

-Tengan mucho cuidado en caerse al suelo, hay muchos escombros en el
camino –advirtió George mientras ayudaba a la pitonisa a pasar por
encima de una columna rota que se encontraba en el polvoriento suelo de
piedra.

Poco faltó para que Elizabeth se cayera al tropezarse con una piedra,
pero fue Will quien rápidamente la detuvo sujetándola por la cintura.
Mientras sus ojos se cruzaron por algunos segundos, el joven Turner
sintió que algo en su corazón se había encendido como un chispazo, algo
que le había hecho recordar momentáneamente todo el amor que le había
profesado a aquella joven y bella mujer.

-… Elizabeth… -murmuró tiernamente mientras rozaba suavemente con su
mano la sonrojada mejilla de su ex prometida.

-Will… –ella apenas pudo pronunciar su nombre al sentir que le faltaba
el aire y le temblaban las piernas. ¡Si tan sólo todo volviera a ser
como antes!

Pero aquel romántico momento duró solamente unos cuantos segundos, pues
Will volvió a perderse dentro de la maldición que lo consumía, y sus
ojos sólo vieron a un antiguo amor. Era a Jacky Sparrow a quien él amaba
ahora.

Entonces, el joven aprendiz de herrero retiró sus manos de la adolorida
muchacha para centrar su atención en el objeto de sus pensamientos: la
capitana Jacky Sparrow, quien estaba en compañía del odioso comodoro
James Norrington.

/-¿Por qué diablos lo escogió a él¡Si es uno de sus peores enemigos!
/–Pensaba muy molesto y desconcertado al ver con qué buena camaradería
se llevaban aquellos dos, bueno, si se le podía decir "buena".

Como Jack era una persona de naturaleza libre, aventurera y curiosa, no
cesaba de husmear por cada lugar en el que pasaba, con las esperanzas de
encontrarse con algún maravilloso tesoro. Ante la preocupación y enojo
de James, la pirata tocaba todo lo que se pareciera a una palanca con la
idea de abrir algún pasadizo secreto.

-Ya deje de hacer eso, Jack, va a meternos en problemas –se quejaba el
oficial.

-¡Bah!, yo sé lo que hago¿sabe? –se burló mientras seguía palpando la
pared de mármol buscando lo que quería encontrar.

James se calló, pues veía que resultaba en vano tratar de convence a
alguien tan terco como una mula.

-¿Por qué besaste a James, Jack¿De verdad lo elegiste a él¿Acaso ya no
puedes hacerle frente a la maldición? –preguntó de repente la hija del
gobernador de Port Royal, sorprendiendo al aludido.

-…Bueno, pues… yo… -el capitán Sparrow no pudo evitar ponerse rojo como
un tomate¿realmente había necesitado tener que besar a Norry¿O acaso
había sido una excusa para poder volver a sentir sus labios sobre los
suyos¿Acaso ahora él era un eunuco¡NO¡Eso jamás!

-¡Vamos¡Rápido¡Tenemos que darnos prisa antes de que oscurezca¡Estamos
perdiendo tiempo precioso! –exclamó Jack muy nervioso mientras pasaba a
través de sus compañeros, eludiendo las preguntas de Elizabeth y las
suyas propias por temor a darse cuenta de la verdad por la que había
cometido semejante barbaridad.

Nadie dijo nada, pero la actitud extraña del capitán del Perla Negra les
daba la respuesta por sí sola.

Sólo caminaron unos metros más por un largo y oscuro corredor hasta que
llegaron a un enorme salón completamente vacío, en las paredes podían
verse las esculturas de pedernal de guerreros árabes gigantes con los
brazos cruzados sobre sus pechos, en cuyas manos llevaban enormes sables
gemelos.

-Turbantes, chalecos, pantalones bombachos y babuchas. Típica vestimenta
árabe –comentó el almirante mientras alumbraba las esculturas talladas
sobre las enormes paredes.

-Más bien, eso es un estereotipo –replicó Jack mientras comenzaba a
tantear dichas paredes en busca de alguna palanca o algo parecido.

-¿Se puede saber qué estás haciendo? –preguntó Elizabeth mientras ponía
los brazos en jarra.

-Busco algún pasaje secreto que me conduzca hacia un fabuloso tesoro.

-Le dije que eso puede meternos en problemas –advirtió James por enésima vez

-¿Tú nunca aprendes, verdad? –inquirió tía Dalma con una tenue sonrisa.

-Soy todo un burro –replicó Jack dedicándole una pícara sonrisa.

Mientras el pirata seguía con sus pesquisas, Nefud Yidda observaba a la
mujer que le había robado el orgullo. Claro que quería vengarse por
haberlo tomado por un tonto¿y qué mejor manera que romper la maldición y
así no tener ningún problema en hacerle daño?, porque ahora la veía tan
bella, que no tenía el coraje de ponerle siquiera un dedo encima. Luego
dirigió su vista hacia el hombre con cara de pocos amigos que siempre
estaba cerca de ella, cuidándola, ése a quien la pirata había acusado de
ser su secuestrador, quien en realidad había resultado ser su amante.
Nefud lo odiaba a muerte, sí, lo odiaba y sentía envidia por él sin
comprender bien el porqué, aún negándose que podía ser los efectos de la
Maldición del Anillo de la Calavera. Por otro lado, la idea original de
casarse con la pirata, aún lo atraía, pues había imaginado (y estaba muy
seguro de ello), que con ella hubiera sido tremendamente feliz bendecido
con vástagos incomparables.

El apuesto árabe estaba pensando en todo ello hasta que algo en las
estatuas de piedra caliza le llamó la atención, como si aquella enrome
figura de cuatro metros lo hubiera mirado por un pequeño instante.

-¿Qué pasa, mi señor Nefud? –le preguntó Al Sha'ab muy preocupado al
notar la expresión de extrañeza de su amo.

-… Hay algo en éste lugar que no me gusta… -respondió.

-Eso es verdad –habló de repente la pitonisa-. Yo también siento algo
maligno en el ambiente. Tenemos que irnos de aquí antes de que pase algo
malo.

De pronto se escuchó un ¡CLICK! y al capitán Sparrow exclamar alegremente:

-¡Sí¡Encontré una palanca!

Sin darle importancia a las estupideces de su "amigo", Elizabeth había
estado rozando suavemente con sus delgados dedos la superficie de piedra
de aquella estatuas, pero cuando oyó lo que había dicho tía Dalma, ésta
se había dado media vuelta para preguntarle algo sobre los poderes de la
hechicera, sin darse cuenta que la enorme estatua había alzado su
gigantesca espada para partirla en dos.

-¡¡CUIDADO!! –Will advirtió del peligro a su ex novia, pero como ésta se
había quedado como petrificada muerta de miedo al ver tan cerca su
final, que el muchacho se arriesgó y se lanzó sobre ella empujándola
fuera del alcance de la espada, cuyo filo agrietó el piso de loza por la
enorme fuerza con que el golpe fue descargado.

-¡Dios mío¿Estás bien Will? –inquirió la joven entre asustada y
preocupada por su novio al ver que su brazo sangraba.

-No te preocupes, Elizabeth, so-solo fue un rasguño… -trató de restarle
importancia a su herida, ya que no era de gravedad, pero al verla tan
afligida por él, casi volvió a recordar el amor incondicional que alguna
vez había sentido por ella-. Elizabeth, yo…

-¿Sí? –la chica se puso ansiosa al querer saber lo que él intentaba
decirle, pero no pudieron seguir con la conversación, ya que notaron con
horror que las enormes estatuas esculpidas sobre las enormes paredes de
piedra, comenzaron a separarse de ellas para poder atacarlos libremente
con sus peligrosos y pesados sables de pedernal.

-¡Ups! –fue lo único que pudo decir Jack al ver lo que había provocado.

-¡Horror¡Las estatuas cobraron vida¡Van a acabar con nosotros! –gimió el
obeso Tima poniéndose completamente histérico.

-¡No! Si nos van a enseñar a jugar al críquet… –fue la aguda réplica del
suspicaz pirata.

-¡Tenemos que tumbarlas de alguna manera! –exclamó Nefud Yidda mientras
su mente trabajaba a toda velocidad para crear un buen plan de ataque.

-¡La puerta se está se está cerrando! –advirtió el jovencito Yamil.

Y efectivamente, todos vieron con horror que una pesada piedra plana
había comenzado a bajar por la puerta de salida que estaba al otro
extremo de la habitación, si lograba cerrarse por completo todo estaría
perdido, ya que la otra puerta por la que habían entrado la estaba
bloqueando una de aquellas gigantescas estatuas.

-¡¡Sujétala, Abha!! –ordenó urgentemente el líder de los bandidos, por
lo que el gigante musculoso actuó de inmediato y llegó a tiempo como
para detener la caída de la puerta de piedra con sus poderosos músculos.

-¡¡Todos salgan por esa puerta de inmediato!! –ordenó el almirante
Jacobson, sabiendo muy bien que jamás derrotarían a esas cosas con las
armas de fuego que poseían-. ¡Yidda¡Ata el extremo de tu látigo en
aquella columna! –le ordenó apresuradamente al árabe, quien se le había
quedado mirando por unos segundos hasta darse cuenta de las intenciones
de aquel hombre.

-¡Entendido! –asintió, y haciendo lo que le habían indicado, de un
latigazo ató el otro extremo del látigo en la columna, y justo en ese
momento, uno de los gigantes de piedra se tropezó con el látigo
perdiendo el equilibrio, entonces cayó de bruces al suelo, destruyendo a
uno de sus compañeros con sus propias espadas al caerse.

-¡Excelente trabajo, señor Yidda! –lo felicitó el almirante, a lo que el
árabe sólo hizo un gesto sin importancia, pero sintiéndose muy orgulloso
en su interior.

A todo eso, y viendo que corrían grave peligro, el comodoro Norrington
trataba de convencer a Jack de que se marcharan de allí antes de que les
pasara algo malo.

-¡Tenemos que irnos de inmediato, Jack! –le pedía nerviosamente mientras
lo tomaba por el brazo.

-C-creo que tiene razón, Norry –admitió el pirata mientras veía asustado
a una de las enromes estatuas dirigirse hacia ellos con claras
intenciones de eliminarlos.

Por poco sucumbieron los dos bajo un terrible golpe de espada que fue a
incrustarse en la pared, que lo único que logró fue que el techo
comenzara a venirse abajo por pedazos aplastando a varios de los
guerreros de terracota. Muy asustados por correr con la misma suerte,
todos nuestros protagonistas huyeron a través de la puerta que el
inmenso Abha sostenía con dificultad, pero uno de ellos no lo logró, y
fue el obeso Tima quien pereció bajo una pila de escombros tras haber
liberado al joven Yamil a quien se le había atorado su pie en unos
escombros.

-¡¡TIMAAAAA!! –exclamó Nefud Yidda mientras extendía su brazo muy
adolorido al ver que uno de sus hombres había muerto sin poder hacer
nada para evitarlo. Al Sha'ab y Will lo detenían por la fuerza para
evitar que entrara nuevamente a aquella mortal habitación, en dónde aún
habían un par de guerreros de terracota en pie-. ¡¡TIMAAAA!!

Luego de que Abha soltara la pesada piedra y la puerta quedó sellada,
todos permanecieron en respetuoso silencio por el compañero caído, el
pobre Yamil no paraba de llorar a su pobre salvador.

Al verlo sollozar tan desconsoladamente, Nefud Yidda se llenó de ira e
impotencia, y lo volcó todo hacia la persona que había provocado todo
aquello.

-¡¡Maldito infiel, todo esto fue por tu culpa!! –y sorprendiendo a
todos, el adolorido árabe sacó el cuchillo de la manga de su camisa y se
lo clavó en medio del pecho al desprevenido Jack Sparrow, pero, ante la
pasmo de todos, no logró hacerle ningún daño.

-¡Ma-maldición¡Lo olvidé¡No puedo hacerte daño! –se quejó mientras
observaba el cuchillo totalmente limpio sin rastros de sangre alguna.

-¿Ahora ya te sientes mejor? –le preguntó Jack con seriedad-. Eso es
justamente lo que yo hago con el mono de Barbossa, desquitar mi
frustración con él. –el pirata no parecía estar molesto por aquel
ataque-. Acepto mi culpa por haber activado esa trampa. Aún así, yo no
tengo la culpa de que ése pobre gordito haya muerto, pero sí estoy muy
orgulloso de él por haber dado valientemente su vida por el niño… ¿Acaso
tú no lo estás también¡Fue la muerte más honorable que existe!

Yidda bajó la cabeza entristecido al igual que sus compañeros árabes,
pues sabía que aquella extraña mujer tenía toda la razón, así que no
permitirían que un arrebato de ira les borrara la acción tan heroica de
su fiel Tima, a quien muchas chicas y compañeros habían tachado de gordo
cobarde en el pasado. Ahora, dando su vida por otro, había demostrado
cuánto valía.

-Sigamos adelante, ya no hay nada que podamos hacer más que acabar de
una vez con ésta maldición –el almirante aconsejó gravemente mientras
comenzaba a caminar por el oscuro pasillo. Poco a poco, los demás
comenzaron a seguirlo, menos Norrington y Jack, quienes se habían
quedado rezagados a causa de una manía de éste último.

-¡Por Dios Santo, capitán Jack Sparrow¿Acaso no aprendió la lección¡Ya
deje usted de hacer eso que en cualquier momento nos meterá otra vez en
problemas! –pedía James muy nervioso y molesto-. ¡Ya marchémonos de aquí
de una vez!

-Claro que aprendo de mis errores, ahora nadie está conmigo si llega a
pasar algo malo.

-Pero YO sí lo estoy –se ofendió mientras ponía sus brazos en jarra.

-Usted no cuenta. –Hizo un ademán de menosprecio con la mano mientras
seguía buscando, y luego agregó:

-¿Es que acaso no quiere encontrar un gran tesoro y vivir cómodamente
por el resto de sus días sin tener que arriesgarla en las batallas?
–preguntó la pirata sin prestarle demasiada atención mientras seguía
presionando cada sector de la pared buscando algún ladrillo suelto que
le revelara la entrada a algún pasaje secreto que lo llevara a un
fabuloso tesoro.

-¡Pero no muerto! –exclamó muy molesto mientras tomaba a la pirata por
el hombro justo cuando esta logró hundir una baldosa de la pared.

-¡Eureka¡Encontré el pasaje! –festejó, pero éste festejo no le duró
mucho, pues de repente y ante las sorpresa de todos (que aún no se
habían alejado mucho), el piso se hundió bajo sus pies provocando que
Jack cayera al vacío junto al comodoro James Norrington. Inmediatamente
después, el piso volvió a cerrarse ante el desconcierto de los presentes
sin que pudieran hacer nada al respecto.

-¡Oh, por Dios¡Espero que los dos estén bien! –apenas pudo decir Elizabeth.

-¡¡JACKY!! –Will exclamó completamente aterrado mientras se lanzaba
hacia el lugar donde se había cerrado el suelo y trataba inútilmente de
abrirlo, pues estaba completamente sellado, ni siquiera volviendo a
presionar el ladrillo de la pared volvía a abrirse.

-Jacky… -murmuró apesadumbrado mientras permanecía sentado en el suelo,
dándose por vencido.

-Tenemos que seguir adelante, señor Turner –le dijo el almirante
tratando de dominar su angustia al pensar que su amigo James podría
haber perecido en aquella trampa-. Norrington quizás haya muerto, pero
tu amigo pirata no puede morir, recuérdelo. Nada podemos hacer al
respecto más que seguir buscando lo que sea que encontremos para poder
romper este hechizo¿entendido?

-Entendido…, almirante Jacobson… -el muchacho tubo que aceptar de mala
gana lo que le pedía aquel hombre, pues sabía que tenía razón.

Muy preocupados por la suerte que pudieron haber corrido el capitán Jack
Sparrow y el comodoro Norrington (por quien en realidad no les
interesaba mucho su bienestar), volvieron a retomar su camino esperando
que no los sorprendiera otra trampa mortal.

Sólo tía Dalma pensaba en las consecuencias que podían acarrear el que
Jack estuviera a solas con el comodoro Norrington, claro, por si acaso
éste último estuviera con vida luego de semejante caída.

/-Jack, cediste ante los designios de la maldición frente a nosotros.
Ahora me pregunto¿Hasta cuándo podrás soportar la tentación? Eres un ser
pervertido y no me sorprendería que hicieras una locura, sólo espero que
el destino te de una mano y no cometas ninguna tontería con aquel
hombre, ya que la maldición del anillo se hace cada vez más fuerte en la
mente y corazones de todos". /–pensó un tanto afligida-. /¿Acaso estarás
tan "enamorado" como para ser capaz de convertirte en la "señora de
Norrington"?/




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