Fanfic Piratas del Caribe -La Maldición del Anillo de la Calavera- *Capítulo 49: Perdidos en el Desierto*

                     Resumen de la historia: El capitán Jack Sparrow comete el gran error de ponerse un anillo maldito que lo transformará en mujer y le traerá un sin fin de problemas tanto a él como a quienes lo rodean, amigos y enemigos. Una elección que cambiará la vida y los destinos de todos, en especial del Comodoro James Norrington y el mismo Jack. Esta historia está ambientada después de la primera película y desarrollada durante la segunda y tercera película. Una historia larguísima pero muy entretenida, con drama, humor, acción y romance. ¡Que la disfruten!



PIRATAS DEL CARIBE: LA MALDICIÓN DEL ANILLO DE LA CALAVERA

DECIMA PARTE: EN EL DESIERTO DE LA ESPERANZA

Jack Sparrow se convierte en mujer gracias a la maldición de un anillo, en tu intento por volver a la normalidad, meterá en problemas a sus amigos y James Norrington caerá rendido a sus pies y hará hasta lo imposible para ayudar al atolondrado pirata que le robó el corazón. Una loquísima historia que comenzó como una broma y terminó como una gran historia de amor y aventuras.

Género: drama, amistad, acción, suspenso, humor, romance, violencia, aventura, fantasía, erotismo
Pareja: Jacky Sparrow/James Norrington. Elizabeth Swan/Will Turner
Personajes: Jack Sparrow/Jacky Sparrow, James Norringon, Elizabeth Swan, Will Turner, Hector Barbossa ¡y muchos más!
Calificación: para mayores de 18 años
Publicación:
Cantidad de palabras: variable
Duración: 67 capítulos la primera parte, 57 la segunda parte y 51 la última parte.
Estado: finalizado
Escritora: Gabriella Yu
Mi estilo: estoy influenciada tanto por el anime, los dramas asiáticos y la literatura universal. Me gusta hacer pasar a los personajes por duras pruebas.
Aclaraciones: Esta historia la escribí hace más de 10 años, es muy entretenida, no se arrepentirán de haber perdido el tiempo en leerla. Le tengo mucho cariño porque fue una rara mezcla que logré hacer con el drama, humor y acción. 
IMPORTANTE: contiene escenas subidas de tono XD


*Capítulo 49: Perdidos en el Desierto*


Jack jamás había imaginado que las noches en el desierto resultarían ser
tan frías, luego de haber caminado durante toda la noche desde que se
había escapado del campamento nómada, preparado con sus armas dispuesto
a defenderse por si lo encontraban los bandidos una vez que se hubieran
percatado de su fuga, aún así, deseaba no tener que enfrentarse a ellos.

Después de haber caminado por varios kilómetros, el capitán Sparrow se
encontraba tan cansado que decidió descansar sus adoloridos pies
sentándose en la arena y quitándose las botas. Después de haberse
recostado en el suelo y maldecir su mala suerte, se quedó dormido.

Jack no tuvo un buen sueño, más bien, tuvo una terrible pesadilla: soñó
que se quedaba convertido para siempre en una mujer y se casaba con el
fastidioso mono de Barbossa, con quien compartía un apasionado beso y
tenía monitos como hijos...

-¡¡Que un mal rayo parta a esa bestia peluda!! –exclamó asustado al
despertarse de repente, sudando y con el cuerpo totalmente adolorido.

De muy mal humor, el capitán del "Perla Negra" decidió seguir caminando
aunque estuviera muy agotado antes que soñar cosas así.

No sabía cuánto tiempo había caminado, pero justo cuando creyó que se
iba a morir de frío y cansancio, comenzó a amanecer y la temperatura
empezó a subir considerablemente hasta llegar a ser totalmente
insoportable para nuestro protagonista.

-¡Este país tiene un clima totalmente cambiante! ¿Y por qué demonios no
traje vino en vez de agua? –se quejaba mientras escupía el "detestable"
líquido y volvía a colgarse la cantimplora en el cinto para seguir
arrastrando de mala gana los pies por la arena.

Mientras miraba hacia el poderoso astro rey, ni siquiera se imaginaba
que dos grupos de personas estaban buscándolo desesperadamente para
diferentes propósitos.

Después de haberse despertado por sí solo y darse con la mala nueva de
la fuga de su futura esposa, Nefud Yidda salió disparado de la tienda
para encontrarse con que ninguno de sus hombres se encontraba en el
campamento.

El valeroso líder, antes de levantar falsas especulaciones, se dedicó a
averiguar lo que había ocurrido allí para luego decidirse por la mejor
acción a seguir. Sabiendo que la mujer lo había noqueado para escaparse,
ya que sus cosas personales no estaban, el notar unos extraños tubitos
quemados bajo las huellas de los cascos de los caballos, el ver dichas
marcas junto a las de sus hombres, y luego, descubrir unas huellas
solitarias que se dirigían hacia el norte, supo exactamente hacia dónde
había huido su futura esposa y lo que había hecho para burlarlos a todos
ellos.

Su interés por aquella rebelde mujer, se acrecentó aún más.

Entonces, Nefud vio con alegría a su caballo venir trotando desde el
desierto hacia su encuentro. Una vez reunidos, el árabe pasó
cariñosamente su mano sobre el lomo del animal mientras le hablaba:

-Mi querido Baba… ¿qué te parece si vamos en busca de la muchacha rebelde?

El semental relinchó como si le diera un sí emocionado.

-¡Vamos a buscarla, entonces! –exclamó lleno de felicidad mientras lo
montaba de un ágil salto y tomaba las riendas-. ¡Arre!

Raudos como una liebre, el caballo negro partió hacia donde su dueño le
indicaba. Nefud Yidda esperaba encontrar muy pronto a su huidiza novia.

Ignorando totalmente que su raptor había salido en su busca, el/la
capitán/a Jack "Jacky" Sparrow, seguía caminando por el árido desierto
como si ya no pudiera hacerlo más. Ésta se había quitado las botas y el
chaleco para poder soportar un poco más el terrible calor que lo asediaba.

-¡Mi navío por una sola gota de ron! –pedía desesperado y jadeante.

Pero justo cuando se estaba por dejarse caer nuevamente al suelo, se
sorprendió al ver a uno de los caballos de sus secuestradores retozando
en pleno desierto.

-¡Transporte! ¡Carne! –Jack no podía ordenar sus prioridades a medida
que comenzaba a apurar sus pasos para alcanzar al animal.

Como si el caballo supiera para qué lo quería aquella extraña mujer,
comenzó a escapársele de a poco a medida que la pirata se aproximaba a
él. Como si quisiera divertirse con ella, el caballo se detenía por un
momento para luego salir trotando cada vez que la pirata se acercaba a
él. Era como el clásico juego de "atrápame si puedes". Por más que Jack
Sparrow se esforzara por atraparlo, jamás lograba ponerle siquiera un
dedo encima, comenzando una comiquísima persecución con muchos tropiezos
por parte de nuestro protagonista. Extenuado, el hombre convertido en
mujer, se detuvo dándose por vencido.

-¡Ma-maldito animal peludo! ¡Coleccionista de pulgas y garrapatas! –se
quejó después de haberse sentado de golpe sobre el árido suelo. El
caballo, como si lo disfrutara, relinchó mostrando sus dientes.

-Vete al diablo, ¿quién te necesita…? –lo menospreció mientras se
recostaba otra vez sobre la arena, pues había quedado muy cansado
después de haberlo perseguido por un cuarto de hora.

Viendo que se había acabado el juego y que su asediador se había
rendido, el pícaro caballo se acercó al desfallecido pirata lleno de
curiosidad. Una vez a su lado, el animal comenzó a olfatearlo mientras
Jack trataba de aguantar la risa hasta que…

-¡Te tengo! –exclamó de repente mientras sujetaba velozmente con sus
manos las riendas del sorprendido animal-. ¡Jah jah jah! ¿Creíste que
podías burlarte del capitán Jack Sparrow? ¡Pues no, amigo! ¡Acuérdate de
este día, como el día en que el capitán Jack Sparrow te atrapó! –dijo
triunfante.

Pero apenas terminó de decir esto, el orgulloso y temperamental jamelgo
echó a correr a toda velocidad arrastrando al desesperado Jack tras de
sí, pues se le habían enredado las riendas en uno de sus tobillos.

Mientras Jack maldecía desesperadamente al caballo y manoteaba hacia
todos lados, ambos desaparecieron por el desértico horizonte dejando
tras de sí una polvareda.

A todo eso, a varios kilómetros de allí, el joven Will Turner y sus
compañeros de aventuras viajaban sobre sus camellos a paso rápido a
través del implacable paisaje desértico llevando por carga lo justo y
necesario para poder avanzar velozmente. Guiados por la brújula de Jack
Sparrow, que curiosamente obedecía a los fuertes deseos del comodoro
Norrington, seguían una ruta segura hacia el encuentro de su capitán.

George (Isabel) Jacobson se preguntaba por qué aquella brújula tan
extraña respondía tanto a los designios de su amigo, ¿tanto deseaba
encontrarlo? ¿Por qué el supuesto "amor" del joven Turner no alcanzaba
como para guiar a la brújula? Muy extrañada, la joven mujer disfrazada
de hombre, desconocía totalmente la verdadera razón de sus preguntas, al
final, lo atribuyó a la los poderes de la maldición.

Al comodoro James Norrington no le gustaba ni pizca tener que ser él el
que los guiara, ya que eso demostraba ante los demás lo mucho que le
importaba la seguridad del capitán Jack Sparrow. El profundo odio y el
inmenso amor que sentía hacia ambas personalidades del pirata, provocaba
que su deseo por encontrarlo fuera mucho más poderoso que su deseo de
eliminarlo, motivo por que la brújula los guiara sin titubeos.

Will estaba realmente furioso al verse obligado a cederle el paso a su
enemigo y a depender de él para poder encontrar a su amada.

-¿Para qué creen que se hayan llevado a Jack? –preguntó la joven Swann-.
¿Acaso será para…? –no se atrevió a terminar la oración.

-¿Qué pasará con los demás afectados por la maldición si a ese sucio
pirata lo terminan convirtiendo en una mujer? –preguntó a tía Dalma el
almirante Jacobson adivinando los pensamientos de Elizabeth.

La aludida sonrió tranquilamente mientras conducía a su camello por el
camino que le indicaba el comodoro.

-Si eso pasa, los hombres que están "enamorados" de Jack enloquecerán
sin remedio… -le contestó siniestramente.

-Rayos… -murmuró la hija del gobernador de Port Royal. ¡Contaba con tan
poco tiempo para liberar a su novio de aquella maldición!

Will y James nada dijeron, pero no pudieron evitar el preocuparse un
poco. En cambio, George (Isabel) Jacobson, sí que se había preocupado mucho.

/-Eso mismo podría pasar con ese infeliz de Beckett /–pensó-. /Si ése
tipo logra ponerle las manos encima cuando yo se lo entregue, James
jamás volverá a ser el mismo… /-dirigió una preocupada mirada hacia su
amigo-. /Debo pensar muy bien en lo que haré cuando llegue el momento. /

-¡Miren eso! –les llamó la atención el comodoro mientras que a la vez se
dirigía hacia un montículo para desmontar allí a su camello.

Mientras se agachaba para recoger un objeto que se encontraba tirado en
la tierra, los demás también se acercaron.

-¿Qué es? –preguntó Elizabeth sin bajarse de su cabalgadura.

-Creo que es la espada del capitán Sparrow… -le contestó un tanto
preocupado mientras se ponía en pie.

-Él jamás la dejaría abandonada de esa manera, siempre cuida sus cosas,
a menos que… -Will no quiso aventurarse a decir más.

-No creo que le haya pasado algo malo, recuerden que no puede morir
mientras tenga ese anillo puesto –aclaró tía Dalma.

-Es verdad, me había olvidado de eso… -murmuró la joven Swann.

-Pero SÍ le pueden hacer daño –replicó el aprendiz de herrero con
preocupación-. Por eso quiero encontrarla lo más rápido posible.

El almirante Jacobson estaba sinceramente asombrado, pues no sabía nada
acerca de la "ventaja" con la que corría aquel pirata al no poder ser
muerto por nadie.

-¿Te diste cuenta? –le escuchó decir a su amigo Norrington-. Aquí sólo
hay huellas de los cascos de un solo animal.

Muy interesado y ante el silencio de los otros, George se apeo de su
camello he hincó una de sus rodillas al agreste suelo para examinarlo
con mayor atención.

-Tienes razón, estos son cascos de un caballo… Parece que echó a correr
arrastrando a alguien… -comentó muy pensativo y concentrado mientras
inspeccionaba aquellas huellas casi ininteligibles.

-Jacky… murmuró preocupado el joven Turner-. ¿Alguien se lo habrá
llevado arrastrando? ¡El muy miserable! ¡Cobarde!

-También cabe la posibilidad de que el torpe de Jack se haya escapado en
un caballo, caerse y ser arrastrado por las riendas… -Elizabeth aventuró
despectivamente sin saber cuan cerca estaba de la verdad.

-Eso me parece más posible –apoyó la pitonisa.

-De todas formas, sea como sea, tenemos huellas que seguir aparte de las
dudosas indicaciones de una brújula rota –arguyó el almirante-. Propongo
seguirlas de inmediato para encontrar a nuestra... hombre.

Todos asintieron dándole la razón al oficial de alto rango, así que
George y James volvieron a montar sus camellos para ponerse en marcha
junto a sus compañeros.

El comodoro Norrington, al igual que su amigo, no creía mucho en la
"magia" de la brújula de Jack, pero el sólo hecho de que ese objeto
pertenecía a la pirata, era razón suficiente para no separarse de dicha
brújula, llevándola fuertemente sujeta a su mano.

/-Espero que pronto nos encontremos… /-pensaba-, /y con sinceridad deseo
que nada malo te haya pasado…/

Sólo unos cuantos kilómetros separaban a este grupo del pequeño grupo
nómada del temible bandido Nefud Yidda, quien había encontrado a dos de
sus hombres junto a sus caballos y había partido con ellos en busca de
la fugitiva. Habían recorrido varios kilómetros hasta que el líder de la
banda había divisado las botas de su "prometida", que estaban tiradas en
la arena junto a unas extrañas huellas.

-No está muy lejos de aquí… -comentó Yidda mientras tomaba una de las
botas y miraba hacia el horizonte-. ¡Vamos! –ordenó mientras subía
nuevamente a su jamelgo, y con una seña de su mano, los tres partieron
rumbo a su objetivo siguiendo las tenues marcas en la tierra, sin
imaginar siquiera que estaban muy cerca de los compañeros de Jack Sparrow.

A medida que avanzaba el día, el sofocante calor comenzaba a ser más
agobiante aún, pero eso no parecía detener al brioso corcel color
castaño que corría a toda velocidad por aquel agreste territorio
desértico arrastrando tras de sí a un desesperado pirata que no podía
liberarse de las enredadas riendas que lo sujetaban.

-¡Ya detente, cuadrúpedo del infierno! –gritaba-. ¡Me estás llenando de
arena toda la ropa!

Pero el caballo no se detuvo, y sólo porque las riendas de cuero no
resistieron más, rompiéndose al fin, Jack habría seguido siendo
arrastrado por el animal por toda la región.

Una vez liberado y escupiendo arena, el capitán Sparrow se quedó sentado
en el suelo por unos momentos tratando de ordenar sus ideas mientras el
caballo se hacía burla de él a sólo unos metros de distancia.

-Si tuviera mi mosquete ya te hubiera dado tu merecido… -amenazó sin
aliento, pero poco a poco sus ojos se fueron agrandando al sentirse
demasiado, y cuando comenzó a registrarse a sí mismo, buscando sus
pertenencias personales; no halló ni sus botas ni su espada ni su arma,
y por sobre todas aquellas cosas, ¡no encontró su amado sombrero cobre
su cabeza!

-¡¡AAAAAAAAAH!! ¡¡PERDÍ MIS COSAS!! –gritó histérico mientras se tomaba
las cabeza con las manos.

Inmediatamente nuestro amado capitán se puso en pie mientras exclamaba:

-¡¡TE VOY A CONVERTIR EN MORTADELA, MALDITO CABALLO DE PACOTILLA!!

Y mientras echaba a correr tras el animal, que había comenzado a
escapársele mientras relinchaba de alegría, Jack no se había dado cuenta
que habían llegado hasta un oasis que se encontraba frente a un enorme
muro de piedra de una montaña.

Pero sólo cuando Jack Sparrow se detuvo a descansar luego de haber
perseguido a dicho corcel por todo el lugar, se dio cuanta de en dónde
se encontraba, y lleno de alegría, le dio un enorme beso en el hocico al
pobre animal para luego correr y lanzarse de cabeza a la laguna de aguas
cristalinas.

Claro, Jack había encontrado un oasis, pero con el agua sola no era
suficiente para su agotada mente y su abatido cuerpo; había calmado la
sed y refrescado su cuerpo, pero como no había comido nada durante todo
ese día, se encontraba muerto de hambre. De nada le había valido trepar
a los dátiles para sacar sus frutos, pues no los tenían o ya estaban
podridos, y para colmo de la mala suerte, se había dado un tremendo
porrazo al caerse del árbol. Tampoco podía cazar nada, puesto no había
ningún animal viviendo en aquel solitario lugar y él ahora no tenía
ningún arma para cazarlos, si los hubiera.

Totalmente rendido, el capitán Jack Sparrow se dejó caer sobre la arena
y se quedó allí tendido, mirando hacia el cielo azul y pensando en los
pros y los contra de ser la versión femenina de sí mismo. Cerca de allí,
el corcel se encontraba comiendo pasto.

-¡Pffffh! Ni una gota de vino, tendría que haberme traído una botella
conmigo… -se quejó mientras ponía boca abajo la cantimplora
completamente vacía-. ¡Cómo me gustaría tener en este momento toda la
provisión de bebidas alcohólicas de ese pesado de Jacobson!

Otra vez se quedó pensativo, pues la increíble y desagradable atracción
que había sentido hacia aquel hombre la primera vez que lo había visto,
ahora había desaparecido completamente tras haber caído aún más bajo la
terrible influencia de la maldición de aquel anillo que llevaba en su
mano. Ahora, era el comodoro Norrington por quien suspiraba.

-¡Maldición! –se quejó-, ¡maldigo el momento en que se me ocurrió
ponerme este anillo de porquería!

Y luego de pasar varios minutos en completo silencio (algo inusual en
él), su estómago se quejó por la falta de comida con un ruidoso quejido.

-…Tengo tanta hambre, que me comería hasta el apestoso mono de Barbossa…
-miró hacia el caballo-, o hasta una sabrosa mortadela…

Al escucharlo, el animal sólo relinchó con sorna.

Ignorándolo, Jack cerró los ojos para imaginarse todas las exquisiteces
posibles que comería si pudiera, las comestibles y las bebibles, hasta
que… alguien lo llamó.

-¡¡Jack!!

-¿Norry? –la pirata se incorporó de inmediato, poniéndose muy alerta.
¿Era a Norrington a quien había escuchado llamarlo? ¿Sería posible?
-¿Acaso fuiste tú el que me habló? –le preguntó al caballo, que por toda
respuesta fue una blanqueada de ojos.

-¡¡Jack!!

-¡Norry!

Esta vez no había duda, aquella flemática voz inglesa era la del
comodoro James Norrington, no la del cuadrúpedo. ¡Al fin lo habían
encontrado!

Jack, lleno de felicidad, se puso de pie y oteó el horizonte hasta que
pudo ubicar a sus amigos mientras bajaban velozmente por una duna
montando sus respectivos camellos.

El pirata se había quedado parado en dónde estaba mientras los demás se
aproximaban, y una vez que estos se hubieran detenido a sólo unos
cuantos metros de él, James desmontó apresuradamente de su cabalgadura.

-Estuvimos muy preocupados por usted, capitán Jack Sparrow, pero ahora
vemos que supo cómo escapar de sus captores, como es su costumbre –todo
esto lo dijo a su manera inglesa, sin demostrar sentimiento alguno en su
voz ni en su rostro, pero un brillo especial en sus ojos rebelaba su
enorme alegría al encontrarlo sano y salvo.

-No sabe lo mucho que me alegra verte… -dijo la pirata con enorme gratitud.

Y entonces, para el asombro de todos y la alegría de Norrington, Jack
salió corriendo a su encuentro con los brazos extendidos loco de felicidad.

Mientras la pirata se aproximaba velozmente hacia él para recibirlo,
James también abrió los brazos dispuesto a abrazar a su amada, pero,
¡oh, sorpresa!, nuestro alocado protagonista pasó de largo dejándolo
abrazar el aire totalmente perplejo. Lentamente el oficial se dio media
vuelta para ver a quien había ido a abrazar su querida "Jacky" Sparrow,
y no era otra cosa que una hermosa y codiciada botella de ron que había
sacado de las alforjas del camello del almirante Jacobson.

-¡Oh! ¿Cómo puede ser que ambos hayamos permanecido tanto tiempo
separados? –declaraba el capitán del "Perla Negra" mientras acariciaba
con su mejilla a la botella-. ¡Cuánto te he extrañado! ¡Jamás volveré a
hacerte algo así!

-… Es como si estuviera hablándole a su amante… -opinó Elizabeth con
cara de aprensión.

-Suelta ya esa botella si no quieres que te rebane con mi espada
–amenazó el almirante al ver que Jack destapaba su botella y se la tomaba.

-Me encontraron rápido, ¿utilizaron mi brújula? –preguntó ignorando
aquella amenaza mientras se limpiaba la boca con la manga de su camisa.

-Así es, capitán Sparrow, nos fue de mucha utilidad esta… cosa –le
contestó el comodoro mientras se le devolvía y trataba de contenerse
para no abrazarlo-. También le traje a su camello.

Jack frunció el entrecejo y se acercó al dromedario inclinando su cuerpo
y extendiendo las manos, y mientras lo miraba de reojo, dijo:

-¿Es el mismo que te vomitó encima?

-… Sí… -afirmó con desgano y poniéndose muy ruborizado al sentir todas
las miradas de burla y sorpresa que le dirigían los demás, quienes no
habían sabido nada al respecto, hasta ahora.

-¡Entonces adoro a este camello! –exclamó alegremente mientras abrazaba
al animal, cosa que puso muy celoso al caballo que lo había traído a
rastras.

-Jacky… –dijo Will a la vez que se bajaba del camello y tomaba una de
las "delicadas" manos de su "amor no correspondido"-. Me preocupaste
tanto… El estúpido de Norrington es un incompetente al haber permitido
que te secuestrara esa banda de rufianes.

El aludido le clavó una mirada asesina al muchacho. Al ver que las cosas
podían violentarse, Elizabeth decidió intervenir:

-Mira, Jack, nos has metido en tantos problemas que espero que pronto
encontremos el dichoso templo para poder hallar la manera de romper el
hechizo.

-Estás celosa porque estos caballeros ya no te dan ni la hora –le
replicó sonriente.

-¿Cómo?

Entonces, sin poder evitar mofarse de la chica, Jack comenzó a burlarse
de Elizabeth.

-Mira lo que me compraaaron, mira lo que me compraaron, a ti no te
compran naaada porque eres una odiooosa –le cantaba jocosamente mientras
le mostraba las cosas que James le había comprado en el zoco, bueno, las
pocas que le habían quedado después de haber sido arrastrado por medio
desierto por el caballo.

-Voy a matarlo… -dijo la chica muerta de rabia mientras Will trataba de
contenerla tomándola por el brazo.

Pero antes de que esta pudiera ponerle las manos encima, todos
escucharon un terrible grito de guerra, y cuando dirigieron sus miradas
hacia una loma de arena que se encontraba cerca de allí, notaron con
asombro que habían tres jinetes vestidos de negro sobre aquel lugar, y
su líder, Nefud Yidda, era el que había dado el grito de guerra.

-¡Son los que secuestraron a Jacky! –exclamó Will sorprendido.

-Oh oh… -la pirata supo entonces que las cosas se iban a poner bastante
feas, sobre todo para el comodoro Norrington, a quien había acusado de
ser su "abusador" ante aquel bandido.



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