Fanfic Piratas del Caribe -La Maldición del Anillo de la Calavera- *Capítulo 39: Un Duelo Entre Will y Norrington. ¿Quién se Quedará con el Amor de Jacky?*

           Resumen de la historia: El capitán Jack Sparrow comete el gran error de ponerse un anillo maldito que lo transformará en mujer y le traerá un sin fin de problemas tanto a él como a quienes lo rodean, amigos y enemigos. Una elección que cambiará la vida y los destinos de todos, en especial del Comodoro James Norrington y el mismo Jack. Esta historia está ambientada después de la primera película y desarrollada durante la segunda y tercera película. Una historia larguísima pero muy entretenida, con drama, humor, acción y romance. ¡Que la disfruten!



PIRATAS DEL CARIBE: LA MALDICIÓN DEL ANILLO DE LA CALAVERA

OCTAVA PARTE: EL ALMIRANTE GEORGE JACOBSON

Jack Sparrow se convierte en mujer gracias a la maldición de un anillo, en tu intento por volver a la normalidad, meterá en problemas a sus amigos y James Norrington caerá rendido a sus pies y hará hasta lo imposible para ayudar al atolondrado pirata que le robó el corazón. Una loquísima historia que comenzó como una broma y terminó como una gran historia de amor y aventuras.

Género: drama, amistad, acción, suspenso, humor, romance, violencia, aventura, fantasía, erotismo
Pareja: Jacky Sparrow/James Norrington. Elizabeth Swan/Will Turner
Personajes: Jack Sparrow/Jacky Sparrow, James Norringon, Elizabeth Swan, Will Turner, Hector Barbossa ¡y muchos más!
Calificación: para mayores de 18 años
Publicación:
Cantidad de palabras: variable
Duración: 67 capítulos la primera parte, 57 la segunda parte y 51 la última parte.
Estado: finalizado
Escritora: Gabriella Yu
Mi estilo: estoy influenciada tanto por el anime, los dramas asiáticos y la literatura universal. Me gusta hacer pasar a los personajes por duras pruebas.
Aclaraciones: Esta historia la escribí hace más de 10 años, es muy entretenida, no se arrepentirán de haber perdido el tiempo en leerla. Le tengo mucho cariño porque fue una rara mezcla que logré hacer con el drama, humor y acción. 
IMPORTANTE: contiene escenas subidas de tono XD


*Capítulo 39: Un Duelo Entre Will y Norrington. ¿Quién se Quedará con el
Amor de Jacky?*


El almirante George Jacobson había llegado a Liverpool unos días antes
de lo previsto, justo a tiempo antes de que Jack y los demás lo pudieran
dejar "plantado" en el puerto, echando por la borda todos sus planes de
no permitirle viajar con ellos.

Pora el pasaje rumbo a las Américas no tenían por qué molestarse, ya que
George, Elizabeth, Norrington, y Will tenían el dinero suficiente como
para pagarlo, y por supuesto, el comodoro se haría cargo de los gastos
de su "prometida", aunque para hacer honor a la verdad, ya no era
necesario que lo hiciera, ya que ahora no venía al caso que Jack Sparrow
siguiera fingiendo lo que no era, pero Norrington igual lo ayudaría, si
no, el pirata tendría que lavar los platos durante todo el viaje si no
pagaba su boleto.

A parte del almirante, su tío, Christian Jacobson también viajaría con
ellos, como siempre lo había hecho para ayudar a su sobrino en lo que
pudiera.

El doctor Jacobson era un hombre de más de 50 años, y era soltero a
causa de ayudar a su querida "sobrino". Era delgado, de cabellos canos,
usaba anteojos y era alguien muy inteligente y centrado, pero también
era muy callado, pero cuando decía algo, demostraba ser un hombre muy
observador.

El viaje duró todos los días y noches que tenía que durar, pasando todo
lo que tenía que pasar, pues todos los problemas que habían a bordo eran
por causa de Jack Sparrow y su apariencia femenina, pues este
aprovechaba muy bien el hechizo del anillo y utilizaba a su antojo a
toda la tripulación masculina del navío mercante, que hacían por ella
hasta lo imposible. Más de una vez casi zozobran por los descuidos de
quienes tenían que prestar atención a la navegación, pero por culpa de
"aquella mujercita traviesa", sus obligaciones eran desatendidas.

Elizabeth estaba enojada con Will por su ya evidente atracción por la
figura femenina de Jack, pero el muchacho también estaba enfadado con
ella porque ésta se sentía atraída por George Jacobson. Pero, ¡oh, cosa
más extraña! Durante el viaje, el joven herrero comenzó a cambiar su
trato con la pobre y confundida Elizabeth, ya que su atención dejó de
centrarse en ella y no volvió a mostrarse celoso nunca más, pues ahora
él se la pasaba recostado en su litera, pensando en otra personita.

Lo que nadie sabía, era que al pobre de William Turner le había llegado
la hora de caer rotundamente a los pies de Jack Sparrow versión
femenina, todo gracias a la maldición del anillo de la calavera. Desde
aquel día en que había visto al comodoro Norrington encima de "Jacky"
Sparrow en la bodega de la mansión del almirante Jacobson, un
sentimiento dormido en su corazón se despertó, así que su interés por
aquella alocada pirata se había incrementado considerablemente, y
también sus celos. Ahora no podía verlo como al estrafalario capitán que
era, sino a una pobre e inocente dama acosada por hombres poco o nada
caballerosos. Era su deber, como buen caballero, protegerla de aquellas
manos libidinosas. Su prometida, Elizabeth Swann, ahora había quedado
relegada al olvido dentro de la mente del joven Will, y Jacky Sparrow,
sin asomo a la duda, ahora ocupaba un lugar privilegiado en su corazón.

El pobre comodoro James Norrington, otro caído bajo los encantos de
dicha damisela, estaba cada vez más perdido por culpa de su amor no
correspondido, causa por lo que su amigo almirante detestaba cada vez
más y más al capitán Jack Sparrow, causante voluntario o involuntario de
todo aquello. Cada vez que Elizabeth Swann se le acercaba para
preguntarle sobre lo que sentía en realidad por la versión femenina de
Jack, James la interrumpía y siempre encontraba la forma de escapar de
ella y de sus preguntas. Él aún se sentía reticente a rebelar sus
emociones tan abiertamente. Prefería tratar de calmar sus ímpetus hasta
lograr sus propósitos casi olvidados: robar la Piedra Mística y entregar
a Jack Sparrow en manos de Lord Beckett. Norrington aún estaba bastante
confundido con esto último, ¿sería capaz de entregar a su amor imposible
sabiendo lo que le esperaría? Eso no lo sabría hasta bien llegado el
momento.

Mientras tanto, Jack Sparrow tenía sus propios problemas de qué
preocuparse: no tenía nada qué tomar y no se animaba a pedirle una sola
gota de cerveza al almirante George Jacobson, pues aparte de que sabía
que él lo odiaba (cosa que no le importaba demasiado), Jack seguía
sintiéndose atraído amorosamente hacia él, ¡lo que lo llenaba de
desesperación! Por lo tanto, no quería estar cerca de aquel hombre por
más atractivo que le parecieran sus bebidas alcohólicas.

-Maldito Jacobson… -murmuró el pirata mientras se apoyaba en la
balaustrada y se dedicaba a mirar hacia el horizonte marítimo-. ¿Por qué
tubo que ser él el que tuviera el mapa y las bebidas? Si no fuera por
esta maldición, yo estaría navegando tranquilamente en mi querido Perla
Negra tomando todo el ron que se me antojara tomar y no estaría pensando
en sus encantos masculinos…

Pero Jack no pudo continuar con su jerga, ya que William Turner hizo su
aparición sobre cubierta.

El muchacho tenía una expresión muy seria en su rostro, además de
extraña. Miraba a su "amigo" como a quien mira a su musa inspiradora.

-¿Y a ti qué te pasa? –le preguntó el pirata en cuanto Will se paró a su
lado.

-… Odio al comodoro Norrington… -respondió.

-¡Vaya novedad! Como lo hacemos cada uno de nosotros por ser un sujeto
tan odioso, ¿no es así? –Sonrió muy a su manera luego de decir esto-,
pero… ¿y cuál es tu razón?

-¿Mi razón? –sonrió sinceramente el muchacho mientras también se apoyaba
sobre la balaustrada, luego, se puso nuevamente serio y miró a Jack a la
cara.

-Tú eres mi razón –fue la sorpresiva respuesta.

-¡¿Eh?! –Sparrow no cabía en su asombro, pero no tubo tiempo de
reaccionar, ya que el joven herrero lo tomó rápidamente por los hombros
y exclamó emocionado:

-¡¡Respóndeme!! ¡¿Ése desgraciado te besó?! ¡¿Se atrevió a ponerte la
mano encima?!

-¿Eh…? ¿Perdón? ¿Qué acabas de decir? –inquirió Jack algo incrédulo,
haciéndose el desentendido.

-¡No te hagas el tonto, ya sabes a lo que me refiero!

Entonces, el capitán Sparrow entrecerró un poco los ojos, adivinando lo
que le estaba pasando al muchacho, así que le preguntó mientras lo
miraba de costado y lo apuntaba con su dedo índice:

-Se me hace… ¿o estás un poquitín celoso?

-¿Un poco? –ironizó Will- ¿un poco? ¡Pues claro que estoy celoso! ¡Estoy
harto de que siempre sea ese tonto de Norrington quien siempre te esté
cortejando! ¡¿Y yo?!

-… ¿Y tú? –a Jack le llamó la atención aquello último-. Respóndeme una
cosa, Will…

-¿Sí?

-¿Acaso te golpeaste la cabeza en algún momento del día?

-Sí… Cuando me di cuenta que tú eres la única razón de mi existencia
sobre este mundo…

/-¡Oh no! Sólo dice ridiculeces! /–Pensó Sparrow mientras revoleaba los
ojos-, /¡a éste ya lo atrapó el hechizo del anillo! ¿Y ahora qué
haré?¡No podré darle abasto a todos mis seguidores!/

Pero el pirata ya no pudo seguir pensando más tonterías, ya que William
lo abrazó estrechándolo fuertemente contra su agitado cuerpo y le dijo
con voz algo temblorosa por la emoción:

-¡Te amo, Jacky! ¡Te amo con todo mi corazón!

-¿Y-y qué pasó con tu amor por Elizabeth? ¿Ya no la quieres? –inquirió
muy nervioso nuestro querido protagonista, tratando de zafársele
inútilmente.

Después de unos segundos en silencio, Turner tomó a Jack por los
hombros, lo miró directamente a la cara para luego responderle seria y
directamente con un:

-No.

Y lo besó apasionadamente.

Claro que era esto una de las mayores pesadillas del pobre pirata Jack
Sparrow, ¡jamás se hubiera imaginado ser besado por el joven William
Turner! ¡Todo era una verdadera locura!

/-¡¡Nnnoooooo!! /–se quejaba el pobre mientras manoteaba por todos lados
tratando de encontrar algo para golpearlo, pero nada pudo conseguir.
¡Para colmo el chico besaba tan bien!-. /¡¡Esto no puede estar pasándome
otra vez!! ¡¡Por qué a mí que tan bueno soooy!! ¡¡Buuuuaaaaah!! /

Pero justo en ese momento, las dos personas menos indicadas para ver
aquella escena tan romántica, se presentaron justo para darse con la
desagradable sorpresita: Elizabeth Swann y James Norrington.

-¡¡William Turner!! ¡¿Pero qué significa lo que estás haciendo?!
–exclamó escandalizada.

-¡¡Le ordeno que le quite sus sucias manos de encima ahora mismo, joven
Turner!! –pidió el comodoro completamente fuera de sí al ver cómo besaba
a su amor imposible.

-¡¡No!! –se negó rotundamente abrazando aún más al sorprendido Jack
contra su pecho- ¡¡Ya basta de utilizarla!! ¡¡Ahora yo responderé por su
bienestar!! ¡¡Ya no dejaré que un tipo miserable como usted la siga
acosando!!

/-¡Hugh! ¡Este resultó más alocado que Norrington! /–pensó el capitán
del Perla Negra mientras se pasaba la manga del vestido por su boca para
borrar todo vestigio del, casi, desagradable beso.

-¿¡M-me dijiste miserable?! –exclamó enfurecido el agredido mientras
llevaba temblorosamente su mano hacia la empuñadura de su sable-. Espero
que se retracte, joven Turner, o si no, pagará caro su ofensa.

-No me retractaré –respondió con tozudez.

Ya con la paciencia colmada, James Norrington dio un paso hacia él
dispuesto a vengar su orgullo, pero la joven Swann lo detuvo por detrás
tomándolo por el brazo.

-¡No lo hagas, James! ¡Te lo suplico! ¡Will está hechizado por la
maldición de Jack! ¡Ahora no está pensando bien!

El comodoro la miró seriamente por unos momentos, dudando, pero al fin
se decidió, y dirigiendo su atención hacia los otros dos, dijo:

-Haré lo que me pide tu prometida, Turner, pero deberás dejar a Sparrow
en paz.

-¡Eso tienes que hacerlo tú! –respondió el muchacho- JAMÄS la dejaré,
¿entiendes? ¡JAMÁS! ¡Además, Elizabeth ya no es mi prometida!

-¡¿Qué?! –exclamó la muchacha completamente estupefacta. ¡No podía creer
que su novio estuviera abandonándola por Jack Sparrow!

/-¡Oh, por Dios! /–pensó escandalizada-, /¡la pesadilla de toda mujer!
¡Ser abandonada por otro hombre!/

James frunció la boca y las cejas, poniéndose aún más molesto que antes.

-¿Entonces eso decidiste? Muy bien. Arreglemos esto como buenos
caballeros. ¿Qué le parece a usted batirnos en duelo por el amor de la
joven Sparrow?

-¡¿EH?! –se asombraron al mismo tiempo Jack y Elizabeth al escuchar
aquella descabellada propuesta.

-¡Acepto! –fue la indudable respuesta de Will.

-¡¿AH?! –volvieron a sorprenderse las otras dos al escucharlo,
completamente incrédulas.

-… ¡Pe-pero yo no soy ningún premio de feria! –se quejó el capitán del
Perla negra, pero nadie le hizo caso.

Entonces, ni lerdo ni perezoso, William Turner dejó suavemente a su
nuevo amor y sacó su espada dispuesto a luchar por ella. Jack, al verse
por fin libre, haciéndose el tonto y poniendo cara de ángel, poquito a
poco se fue apartando de él, con las manos hacia atrás. Rápidamente,
Elizabeth fue al lado de su ya ex prometido y lo tomó del brazo bastante
intranquila. El capitán Sparrow, quedando detrás de ellos dos, miró a la
chica curioso por saber lo que ella le diría.

-¡Will! ¡¿Estás seguro de lo que estás por hacer?! ¡Te estás por batir
en duelo por el detestable de Jack Sparrow!

Jack miró a Turner con disimulado interés, esperando su respuesta.

El joven aprendiz de armero ni siquiera miró a Elizabeth cuando le
respondió, su vista estaba centrada en James Norrington, quien se estaba
sacando la casaca.

-Jacky Sparrow me necesita, Elizabeth, ella depende de un buen hombre
que la defienda de rufianes como ése.

La divertida mirada del pirata se posó en la joven.

-¡Pero, William! ¿Acaso no te das cuenta que estás actuando así por
culpa de la maldición del anillo que tiene Jack? ¡Además, él no se llama
Jacky! ¡Estamos hablando del capitán Jack Sparrow!

El capitán del Perla Negra, volvió su atención hacia William Turner.

-Elizabeth –el muchacho la miró gravemente, como si fuera su deber en la
vida aquella situación-, ella me necesita, y por fin yo me di cuenta de
que la amo con todo mi corazón, y no dejaré que él la siga acosando… Lo
nuestro se acabó, Elizabeth, acéptalo de una buena vez.

Y dejando a su ex prometida completamente abatida y con el corazón roto,
el joven William Turner se sacó su casaca y se dirigió hacia donde lo
estaba esperando su contrincante.

-¡Huyuyuy! ¡Está loco por mí! –Jack Sparrow no pudo evitar decir esto al
sentirse muy alagado y emocionado.

Elizabeth Swaan, al escucharlo, lo miró muerta de rabia gracias a su
honor mancillado y a la pérdida de su querido y amado Will, entonces
decidió vengar su orgullo malherido.

-Más vale que te consigas una espada, capitán Jack Sparrow… -le dijo
esta con tono amenazador mientras sacaba el sable de una vaina que
estaba por allí y para luego apuntárselo hacia el cuello de Jack-,
porque esto que me acabas de hacer me la vas a pagar muy caro…

-… Mi querida Elizabeth, yo no fui el que te abandonó, fue Will… -se
excusó desvergonzadamente el aludido mientras hacía a un lado con su
mano la punta del helado sable.

-¡¡Pero eso fue por tu culpa!! –exclamó completamente irritada- ¡¡Tú y
tu tonta maldición!!

-¡Ah! ¡Entonces el responsable de todo esto es el anillo! –Jack hacía
todo lo posible por no hacerse ver como el causante de todo aquello.

-DI-JE QUE TE BUS-CA-RAS U-NA ES-PA-DA –volvió a ordenar la hija del
gobernador, sin dar lugar a dudas de su decisión mientras comenzaba a
caminar amenazadoramente hacia su rival.

-Pero, Elizabeth, no puedes matarme, ¿recuerdas?, el anillo lo impide,
lo dijo tía Dalma –excusaba el pirata algo nervioso mientras retrocedía
y agitaba las manos como si fueran abanicos.

-¿Y quién dijo que quiero matarte? –inquirió con una maligna sonrisa-.
Yo solamente quiero lastimarte mucho, por lo visto ESO SÍ puedo hacerlo…

-¡Glups! –Jack apenas pudo tragar su propia saliva al ver que una vez
más, su vida peligraba a causa de sus virtudes físicas del sexo femenino.

Mientras tanto, en la otra punta de la cubierta, Will y James estaban a
punto de comenzar con su duelo.

Ambos cruzaron sus espadas en X muy decididos.

-Ya sabe, comodoro Norrington, lo dijo usted: "el que gane se quedará
con Jacky".

-No hay lugar a dudas, joven Turner –secundó seriamente el otro-. No
habrá resentimiento después de esto.

-¡¡Que así sea entonces!! –y apenas terminó de decir esto, el muchacho
comenzó con la pelea.

Ambos espadachines tenían casi las mismas habilidades, por lo tanto, la
lucha era bastante pareja. William Turner era talentoso con la espada,
pero en cambio, James Norrington era un hombre experimentado en los
combates con espada.

Los dos recorrieron rápidamente toda la cubierta, golpeando y
contragolpeando, utilizando los palos de los mástiles como escudos o
cualquier cosa que estuviera a su alcance. Saltaban sobre los cajones de
madera y utilizaban los sacos de harina, trigo o de cualquier producto
como armas de confusión. Todos los que componían la tripulación de aquel
barco mercante estaban totalmente sorprendidos por aquella repentina
pelea, ni siquiera el capitán de dicho barco podía hacer algo para
detenerlos.

-¡Jamás debí permitirle a Elizabeth que te entregara a Jacky como tu
prometida! –se quejó Will mientras lo atacaba con un movimiento
horizontal-. ¡Se te subió a la cabeza!

James bloqueó aquel golpe con su sable haciendo un movimiento vertical
con la empuñadura hacia arriba.

-¡Sólo fue un plan y nada más! ¿No te das cuenta que todo fue una
mentira? –esta vez fue él quien atacó con un espadazo diagonal.

-¡Pero la amas! ¿verdad? –Will se hizo a un lado, y el golpe de su
enemigo fue a parar en el mástil mayor.

-¡Cállate! –respondió un tanto colorado pero muy irritado a causa de su
involuntario sentimiento de vergüenza. Sacó con fuerza su sable justo a
tiempo para parar un golpe de espada de Turner. Ambos peleaban muy en serio.

-¡Eres un hipócrita! –acusó su joven contrincante- ¡Pero yo sí tengo el
valor para admitirlo! ¡¡AMO A JACKY SPARROW Y VOY A CASARME CON ELLA!!

Elizabeth y Jack, que no estaban muy lejos de allí, escucharon
perfectamente aquella declaración.

/-¡Tierra, trágame! /–pensó el pirata con desesperación al escuchar las
cursilerías de Will mientras se llevaba una mano a la cabeza. La joven
Swann estaba que ardía por la rabia y frustración que sentía en su corazón.

Mientras los hombres arreglaban sus diferencias, Jack Sparrow se había
rehusado a tomar una espada y pelear contra Elizabeth, pues no le
agradaba la idea de combatir con una principiante, le ganaría rápido y
no sería divertido. Lo único que hacía, era escaparse de sus ataques a
lo largo de la cubierta, lo que enfurecía mucho más a la despechada joven.

-¡Gggrrrrrr! ¡Quédate quieto de una buena vez! –se quejó Elizabeth.

-¿Para que cortes mi delicada piel de porcelana china? ¡Ni loco!
–declaraba mientras se ponía a salvo detrás de unos toneles repletos de
manzanas.

-¡Ya deja de decir tonterías! –y la muchacha atacó con un puntazo hacia
delante, clavándosele la espada en el barril.

-¡Maldita sea tu suerte! –exclamó muy molesta mientras intentaba sacar
la espada, que por la fuerza que ella había utilizado para clavarla,
había quedado firmemente sujeta a la madera.

Viendo que Elizabeth tenía problemas, Jack creyó que era el momento
justo para escapar, y así lo hizo. Pero en el instante en que saltó por
encima del tonel, la joven Swann pudo sacar el sable para dirigirlo
inmediatamente hacia su presa.

-¡Maldición! –se quejó Jack, que casi se resbaló al volver a tocar sus
pies en cubierta-. ¡Estos zapatos de mujer son un fastidio!

Aquel retraso por culpa de los zapatos, logró que el filo de la espada
de Swann rasgara la prendedura de atrás del vestido de Sparrow,
provocando que se le desprendiera todo, se le cayera el vestido, y se le
enredara en los pies ocasionando que su portadora cayera de golpe al
suelo con tan sólo su ropa interior puesta.

-¡Rayos! ¡¿Por qué siempre termino semi desnudo en el suelo?! –se quejó
nuestro protagonista tirado boca abajo mostrando todos sus hermosos
atributos femeninos ante la admiración de todos los ojos masculinos del
lugar y la desagradable impresión de Elizabeth.

Los únicos que no habían visto aquella bufonesca escena, eran Will y
James, quienes seguían peleando a diestra y siniestra de aquí para allá
ocasionando toda clase de destrozos en su recorrido veloz sobre
cubierta, con la férrea voluntad de derrotar al otro y quedarse con los
favores de la bella damisela en juego. Pero, mientras más alborotadas
estaban las cosas, el almirante George Jacobson salió de su camerino
para saber por qué había tanto alboroto sobre la cubierta, y entonces,
se dio con toda la locura que estaba ocurriendo entre su amigo y los
otros tres.

-Veo que me perdí de mucho… -dijo el almirante con su habitual calma
mientras observaba todo el desastre provocado por todo el lugar. Él
había estado tomando durante todo ese día, pero aún en la ebriedad,
seguía estando lo suficientemente centrado como para pensar
correctamente-, ¿y ahora qué está pasando aquí?

-¡Ayúdeme, señor Jacobson! –pidió el viejo capitán-. ¡No paran de
destrozar mi barco y toda la mercadería!

-¿Por qué están peleando?

-Aquellos dos están batiéndose en duelo para saber quién se quedará con
la bella señorita… Y he de confesarle que los entiendo muy bien…

/-Viejo baboso…/-pensó Jacobson despectivamente al escucharlo decir eso.

El almirante, ahora se civil, frunció su atractiva boca y sus delgadas
cejas doradas. La verdad, era que le daba vergüenza cómo se estaba
comportando ahora su querido amigo James, por lo tanto, debía hacer algo
al respecto, y rápido, antes de que aconteciera alguna desgracia por
culpa de ese travestido pirata.

Tomó su espada, que por suerte la tenía a mano, e inmediatamente se unió
al combate de aquellos dos y con una serie de rápidos y formidables
movimientos, desarmó a ambos contendientes lanzando sus estadas hacia
las aguas del mar, y ante la sorpresa y confusión de ellos, el almirante
se dirigió hacia donde estaba Jack Sparrow y lo levantó bruscamente del
suelo tomándolo por uno de sus brazos, y ante toda la tripulación,
George Jacobson declaró:

-¡Ante todos los aquí presentes que funcionarán como mis testigos,
declaro que gané la contienda y por lo tanto, esta mujer será de mi
propiedad absoluta! –y entonces, para la gran sorpresa de James y los
otros, el atractivo almirante besó a la semi desnuda mujer.

Y mientras todo ese desastre ocurría sobre la cubierta del navío
mercantil, las costas de Port Royal ya se podían ver como un diminuto
horizonte negro sobrepuesto en el bello paisaje anaranjado que pintaba
el ocaso sobre el mar.


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