Fanfic Piratas del Caribe -La Maldición del Anillo de la Calavera- *Capítulo 40: ¿Amigo o Enemigo? Un trato Traicionero Entre Jacobson y Beckett*

            Resumen de la historia: El capitán Jack Sparrow comete el gran error de ponerse un anillo maldito que lo transformará en mujer y le traerá un sin fin de problemas tanto a él como a quienes lo rodean, amigos y enemigos. Una elección que cambiará la vida y los destinos de todos, en especial del Comodoro James Norrington y el mismo Jack. Esta historia está ambientada después de la primera película y desarrollada durante la segunda y tercera película. Una historia larguísima pero muy entretenida, con drama, humor, acción y romance. ¡Que la disfruten!



PIRATAS DEL CARIBE: LA MALDICIÓN DEL ANILLO DE LA CALAVERA

OCTAVA PARTE: EL ALMIRANTE GEORGE JACOBSON

Jack Sparrow se convierte en mujer gracias a la maldición de un anillo, en tu intento por volver a la normalidad, meterá en problemas a sus amigos y James Norrington caerá rendido a sus pies y hará hasta lo imposible para ayudar al atolondrado pirata que le robó el corazón. Una loquísima historia que comenzó como una broma y terminó como una gran historia de amor y aventuras.

Género: drama, amistad, acción, suspenso, humor, romance, violencia, aventura, fantasía, erotismo
Pareja: Jacky Sparrow/James Norrington. Elizabeth Swan/Will Turner
Personajes: Jack Sparrow/Jacky Sparrow, James Norringon, Elizabeth Swan, Will Turner, Hector Barbossa ¡y muchos más!
Calificación: para mayores de 18 años
Publicación:
Cantidad de palabras: variable
Duración: 67 capítulos la primera parte, 57 la segunda parte y 51 la última parte.
Estado: finalizado
Escritora: Gabriella Yu
Mi estilo: estoy influenciada tanto por el anime, los dramas asiáticos y la literatura universal. Me gusta hacer pasar a los personajes por duras pruebas.
Aclaraciones: Esta historia la escribí hace más de 10 años, es muy entretenida, no se arrepentirán de haber perdido el tiempo en leerla. Le tengo mucho cariño porque fue una rara mezcla que logré hacer con el drama, humor y acción. 
IMPORTANTE: contiene escenas subidas de tono XD


*Capítulo 40: ¿Amigo o Enemigo? Un trato Traicionero Entre Jacobson y
Beckett*


William Turner estaba furioso con el almirante Jacobson por lo que había
hecho con su amada Jacky, ¡ganar el duelo sin siquiera haber sido
invitado y darle semejante beso! Entonces, Will comenzó verlo como a un
ogro y a verse a sí mismo como el príncipe azul del cuento. ¡Él salvaría
a su dulce princesa! En cambio, Elizabeth Swann estaba sinceramente
asombrada (interiormente se sentía vengada por lo que le había hecho
Jack a ella, ya que sabía que él detestaba ser besado por otros
hombres), James Norrington, en cambio, se sentía traicionado, ¿cómo
explicar ese sentimiento?, ni él mismo podía entenderse muy bien ni
tampoco podía entender el accionar de su amigo George, puesto que este
odiaba a muerte a todos los piratas, especialmente a Jack Sparrow. Al
final, James lo atribuyó a su estado de ebriedad.

Mientras tanto, el almirante George Jacobson había encerrado al capitán
Jack Sparrow en su camarote para evitar que este provocara más
problemas. El pobre de Jack, sintiéndose como un león enjaulado, iba y
venía por toda la habitación, maldiciendo al desgraciado que lo había
encerrado allí sin una sola gota de ron.

Pero el mayor problema del capitán Sparrow, era, que sin quererlo se
había enamorado rotundamente de Jacobson, cosa que lo sacaba de quicio,
pues sin saber que éste en realidad era una mujer, se espantaba con la
idea de haberse enamorado de un hombre. Sí, le había gustado aquel beso
avasallador que le había dado en contra de su voluntad, Jack se había
sentido por primera vez en su vida, dominado por otra persona, y eso lo
llenaba de pánico. TENÍA que alejarse sí o sí de aquel oficial de la
armada real, puesto que no quería terminar entregándose a él y
convertirse en mujer para siempre.

A todo eso, el almirante George Jacobson estaba de lo más campante en la
proa del barco, parado junto a su tío, quien lo miraba con cierta
preocupación en el rostro.

-¿Estás seguro que no te traerá problemas lo que hiciste con ese
bandido? –le preguntó al fin.

-No te preocupes, tío, es parte de mi venganza. Como hombre, sé que él
detesta ser besado por los de su género.

Luego, Jacobson miró seriamente a su tío Christian y le dijo:

-Tío, pronto me embarcaré en un barco pirata y no sé lo que podría
ocurrir allí. Podría ser muy peligroso para ti, por lo tanto no quiero
que vengas conmigo.

El hombre de canos cabellos lacios sonrió al escuchar aquella
advertencia, luego colocó su mano sobre el hombro de su querido sobrino
y le dijo:

-Jacob, sabes muy bien que a dónde tú vayas, yo iré, aunque tuvieras que
ir al fin del mundo yo te seguiría sin dudarlo un instante para ayudarte
en lo que pudiera. ¿Acaso solamente es tuya la venganza? No, pues yo
también perdí a mi hermano, mi cuñada y mi sobrinito. Tu venganza es mía
también y no retrocederé jamás un paso ante la adversidad.

George sonrió agradecido, no porque él lo seguiría hasta el final, sino
porque compartía los mismos sentimientos que albergaba su corazón. Ambos
podían entenderse muy bien.

-Eres tan testarudo como yo, tío Chris –le murmuró mientras colocaba su
brazo alrededor se su tío.

-No olvides que somos familia, Jacob –replicó el otro mientras dirigía
su mirada sobre la ciudad bautizada como Port Royal.

Una vez tocado puerto, los pasajeros y la maltrecha mercadería bajaron
del navío mercante para iniciar el camino hacia sus respectivos
destinos. Como ya se estaba poniendo el sol y pronto tocaría el toque de
queda, todos tenían que marcharse hacia sus respectivas casas.

Elizabeth había invitado a el almirante George Jacobson a que se
hospedara en su casa para tratar así de provocarle celos a William, pero
éste ni siquiera se molestó por eso más bien estaba renuente a que el
comodoro Norrington se llevara a Jack hacia su casa, y lo mismo sentía
James con el joven herrero, que también tenía las mismas intenciones.

-¡No permitiré que te lleves a Jacky! –protestó el muchacho tomando a
Jack por uno de sus brazos.

-¡Pues me parece imprudente dejarlo a manos de alguien tan trastornado
como tú! –replicó James mientras tomaba al pirata por el otro brazo.

-¡Los dos son los trastornados! ¡Él no se quedará con ninguno de ustedes
dos! ¡Vendrá conmigo a mi casa! –exclamó Elizabeth aferrándose a los
cabellos del pobre Sparrow.

-¡Ouch! ¡Cuidado! –pidió el pirata mientras sentía que comenzaban a
tironearlo hacia todas direcciones.

-¡Eso sí que no! ¡Jamás te la llevarás!–se molestó Turner mientras
volvía a tironearlo por el brazo.

-¡Está claro que quieres hacerle daño! –exclamó Norrington haciendo lo
mismo que William.

-¡Oigan! –pidió muy preocupado el pobre capitán del Perla Negra-. ¡Ya basta!

Pero nadie le hizo caso, como siempre.

-¡Y tú ya suéltala! –volvió a protestar Will en el mismo momento en que
jalaba fuertemente a Jack.

-¡Suéltelo usted primero, joven Turner! –ordenó el comodoro haciendo lo
mismo que el muchacho.

-¡Suéltenlo los dos! –pidió la joven Elizabeth también tironeando
malintencionadamente fuerte del pelo de Sparrow.

-¡Ay! ¡Eso dolió! –se quejó Jack Sparrow apenas manteniendo el
equilibrio ante tanto zarandeo-. ¿Por qué me hacen esto? ¿No saben que
hay Jack Sparrow para todos?

Pero entonces, William Turner tuvo una excelente idea para lograr que el
comodoro soltara a su amada.

-¿Ve cómo se niega a dejarla en paz? ¡Eso quiere decir que también la ama!

Y sin que ninguno de los otros tres y ante la sorpresa de George
Jacobson, el comodoro James Norrington soltó repentinamente el brazo de
Jack Sparrow provocando que Will, Elizabeth y Jack cayeran al agua del
mar, pues resulta que estaban a la orilla del puerto.

-Mira –le dijo Norrington mientras se acercaba a la orilla y veía a los
tres salir a flote completamente mojados y escupiendo agua salada-,
puedes llevarte a este mequetrefe si tanto lo quieres, a mí no me importa.

Y dicho al hecho, aunque no lo quisiera hacer realmente, el comodoro
James Norrington se marchó de allí.

-Bueno, -dijo Jacobosn mientras extendía su mano y tomaba a Jack por los
cabellos y lo ayudaba a salir del agua-, ustedes se olvidaron que yo
gané el duelo, por lo tanto, esta mujer se irá conmigo a un hostal.

-¿U-un hostal? –el maltratado y sorprendido pirata no le gustó nada
aquella propuesta.

-¡¿Un hostal?! –se asombraron los otros dos que aún estaban en el agua.

Y mientras el almirante George Jacobson se llevaba a las rastras al
afligido Jack Sparrow, quien ni por todo los tesoros de los siete mares
quería quedarse a solas en una habitación con la persona a quien se
sentía totalmente atraído, Will y Elizabeth lograron salir del agua.

-¡¡Jacky!! –la llamó Turner desesperado, pero justo en el momento en que
se disponía a ir a rescatarla, el muchacho recibió un fortísimo golpe de
cabeza que lo dejó tumbado en el suelo, completamente desmayado.

-Eso te lo tienes merecido –murmuró Elizabeth, autora del golpe
provocado por el mango de su espada.

En ese momento, un par de soldados pasaban por allí y la chica les pidió
que llevaran William Turner hacia su casa, ya que ahora estaba indispuesto.

Una vez logrado su propósito, Elizabeth Swann se dirigió hacia su casa
tomando un carruaje.

Aquella noche, el capitán Jack Sparrow tuvo que dormir encerrado en el
armario de una habitación alquilada por Goerge, reforzando aún más su
opinión sobre la personalidad gay del almirante Jacobson.

/-Ha de estar enamorado de Norrington… /-pensó bastante fastidiado el
pirata.

A la mañana siguiente, ya con el asunto solucionado sobre el barco que
partiría hacia Isla Tortuga, y el haber arreglado algunos asuntillos en
el fuerte, el comodoro James Norrington fue a visitar a Lord Cutler
Beckett para conversar sobre lo que harían al respecto con Jack Sparrow.
Quería convencerlo de que lo dejara en paz.

Ya en la oficina del intrigante, el oficial trató de volver a hablar
sobre el asunto que les concernía a los dos.

-¿Y qué quiere que aclaremos, comodoro Norrington? –preguntó el
despreciable hombre de la Compañía de las Indias Orientales mientras se
sentaba en su elegante silla y tomaba un vaso de oporto-. Ya todo está
dicho: usted tiene que traerme la Piedra Mística y la mujerzuela Jack
Sparrow. No me venga ahora con sentimentalismos, usted es un oficial y
no puede echarse para atrás en sus decisiones. Usted hizo un trato y por
su honor de caballero, tendrá que traerme a esa perra. ¿Entendido?

James lo miró con una mirada asesina. No le gustaba esa palabra, no era
de caballeros decirla, ni mucho menos que se refiriera así de la mujer
que amaba.

Beckett se rió repugnantemente, le divertía torturarlo de esa manera,
pues sabía que aunque éste deseara mandarlo de paseo, no podía, no tenía
ni el valor ni el rango para hacerlo. Lord Beckett era muy poderoso y
podría acusarlo de desacato perdiendo todo lo que había conseguido hasta
ese momento y más.

-Bueno –dijo haciendo un gesto con la mano-, si ya no tiene nada
interesante qué decirme, le sugiero que se marche, tengo muchas cosas
que tratar.

Norrington estaba que ardía de la rabia que sentía, pero sabía muy bien
que nada podía hacer contra aquel hombre poderoso, así que se,
tragándose su orgullo, se dio media vuelta y se dirigió en silencio
hacia la puerta de salida.

-Comodoro Norrington –llamó Beckett de repente. James se detuvo, pero no
se volvió para mirarlo, simplemente mantenía una firme mirada hacia la
puerta-. Recuerde el mal rato que me hicieron pasar usted y su amorcito
en la mansión del gobernador, puedo vengarme, ¿sabe usted? Así que le
sugiero que me triga lo que le pido sin dudarlo. ¿Está claro?

James nada dijo, lo único que deseaba era traspasar con su espada el
negro corazón de aquel hombre.

-¿Está claro? –volvió a repetir el poderoso Lord, pero agregando a sus
palabras un ligero tono de amenaza.

-… Está claro, señor –apenas pudo decir y se retiró lo más rápido que pudo.

Habían pasado unos minutos desde que el comodoro se había marchado, y
mientras que Lord Cutler Beckett firmaba unos papeles, otra persona de
gran importancia hizo aparición ante él mientras salía por detrás de las
aterciopeladas cortinas rojas del gran ventanal que daba al jardín.

-Buenos días, Lord Cutler Beckett –saludó el almirante George Jacobson.

-Buenos días… ¿A qué se debe su inesperada visita, Sr. Jacobson? Espero
que tenga una buena explicación por su accionar. No me agradan los
espías –dijo con un tono de amenaza mientras volvía su vista hacia los
papeles en que estaba escribiendo con su pluma de ganso luego de haber
levantado su vista al darse con la sorpresa de la inesperada visita de
aquel hombre.

-Vine a negociar con usted. Tengo entendido que quiere conseguir para
usted la Piedra Mística y a Jack Sparrow. Yo podría conseguírselos sin
ningún problema. –Todo eso lo dijo con un rostro inexpresivo, puesto que
él también odiaba a ese hombre inescrupuloso. Pero por su amigo James,
haría cualquier cosa, hasta traicionar su confianza.

Al escuchar todo aquello, Lord Cutler Beckett sonrió hipócritamente, y
mientras extendía su mano invitando a su nuevo visitante a que tomara
asiento, dijo:

-¡Oh! Lo que usted dice me interesa bastante. ¿Por qué no toma asiento y
lo charlamos un poco mientras tomamos una buena copa de Whisky?

George tomó asiento sin siquiera sonreír un segundo.

-Muy bien –respondió.

Y mientras le servía la bebida ofrecida en una hermosa copa, Beckett
preguntó curiosamente:

-Me imagino que el comodoro Norrington fue quien le contó todo, ¿no es
verdad? No me sorprende, pues siempre fueron muy buenos amigos ustedes
dos desde que se conocieron en la escuela naval…

-Vayamos al punto que nos concierne –ordenó el almirante sin más
preámbulos. No tenía intención de hablar cosas personales con aquel sujeto.

-Muy bien, como usted diga –comentó el ambicioso hombre mientras volvía
a tomar asiento frente a su invitado y juntaba las yemas de sus dedos-.
Comience con su propuesta, soy todo oídos.

George, sin demostrar en su rostro lo desagradable que le era conversar
con Beckett, comenzó a hablar:

-Como usted dijo, fue el comodoro James Norrington quien me confesó todo
este enredado asunto, y viendo que él ya no está en plena posesión de
sus facultades mentales, he decidido actuar en cuenta suya y traerle lo
que usted tanto desea.

-¿Traicionará entonces a su amigo, almirante Jacobson? –inquirió con una
malvada sonrisa.

-No malinterprete lo que le estoy diciendo, Sr. Beckett –Jacobson
pareció molestarse ante aquella insinuación-. Jamás se me ocurriría hacerlo.

-¿Entonces?

-Actuaré por Norrington y usted le otorgará el puesto de almirante.
¿Entendido? No quiero absolutamente nada para mí, sólo que cumpla con su
parte del trato.

-¿Entonces no quiere nada para usted?

-Nada, solamente lo que le estoy pidiendo.

-Entiendo… -dijo Cutler mientras se ponía en pie y miraba hacia el
mapamundi que estaban pintando en su pared-. Si usted me trae lo que
quiero, tenga por seguro que cumpliré con mi parte del trato que hice
con el comodoro Norrington.

-¿trato hecho, entonces? –preguntó el almirante mientras se ponía en
pie, ansioso por acabar con aquella desagradable entrevista.

Entonces, Lord Cutler Beckett se dio media vuelta y contestó
dichosamente mientras extendía su mano derecha:

-Trato hecho entonces, Sr Jacobson.

Y mientras le daba un apretón de manos como señal de que se cerraba el
trato, comentó con un ligero tono de amenaza en su voz:

-Recuerde, Sr. Beckett, "que un trato hecho, jamás será deshecho".

-Concuerdo con usted. –Respondió otra vez con una sonrisa despreciable-.
¿Pero acaso no tiene miedo de caer hechizado por esa maldición? Usted
corre el mismo riesgo que su amigo.

-No se preocupe, ya lo tengo todo controlado.

Y en cuanto George Jacobson se dirigió hacia la puerta de salida, Lord
Beckett le comentó algo sorprendente:

-¡Oh! ¡Se me olvidaba…! ¿Se enteró usted que aquel sucio pirata que
atrapó en los mares ingleses se escapó el día en que lo iban a ahorcar?

-¡¿Cómo?! –George se detuvo de inmediato y se volvió hacia el Lord-. ¿Se
está refiriendo a Bartolomé Morgan?

-Ése justamente. Tengo entendido que se escapó en medio de una gran
confusión provocada por una repentina y espantosa tormenta eléctrica.
Muy extraño, ¿no le parece?

El almirante frunció la boca y dijo:

-Tuvo suerte, pronto volveré a atraparlo.

-No lo dudo. Usted es tan despiadado como lo fui yo con esos tunantes.

-No merecen perdón alguno, ninguno de ellos –casi se podía ver el odio
reflejado en su bello rostro.

-¿Hasta el ridículo del capitán Jack Sparrow?

-Especialmente él. –Y apenas terminó de decir esto, George se dirigió
otra vez hacia la puerta principal, pero Becket, como si lo hubiera
recordado en último momento, exclamó:

-¡Oh! ¡Felicidades por su nuevo ascenso, almirante Jacobson!

El aludido sólo lo miró con el ceño fruncido por unos instantes sin
decir nada para luego marcharse definitivamente de aquel lugar.

Después de que lo vio marcharse, Lord Cutler Beckett se rió de buena
gana y volvió a tomar asiento, y mientras colocaba sus codos sobre la
fina mesa francesa y juntaba la yema de sus dedos, murmuró:

-¡Cuanta devoción hacia ese hombre! Siempre fue así desde nuestros días
de colegio… Por otro lado, resulta extraño que se confíe tanto con el
hechizo de la maldición del anillo, ¿Por qué estará tan seguro de que no
lo afectará? Es realmente extraño…

Y, en sus pensamientos, quiso responderse esa pregunta a sí mismo:

/-Seguramente debe ser gay y estará enamorado del comodoro
Norrington…/-pensó un tanto escandalizado.

Luego de su desagradable entrevista con Lord CutlerBeckett, el almirante
George Jacobson subió al carruaje que lo estaba esperando y se dirigió
directamente hacia el hostal para sacar a Jack de su encierro y
dirigirse ambos hacia el puerto, pues ya faltaba muy poco para zarpar
hacia la Isla Tortuga.

Una vez liberado y totalmente muerto de sed y hambre, Jack Sparrow fue
introducido al carruaje de mala manera por el almirante y entonces
partieron inmediatamente de allí.

En el momento en que Jack trató de abrir la boca para protestar por su
maltrato, el almirante Jacobson lo interrumpió diciéndole:

-Si llegas a pronunciar una sola palabra de queja delante de mí, juro
que no bajarás con vida de este carro.

El sorprendido Sparrow, cerró la boca inmediatamente y se cruzó de
brazos recostándose en el asiento, muy molesto. Se preguntaba por qué
aquel sujeto que lo odiaba tanto, había ganado el duelo por él, pues
estaba claro que no lo quería.

Y mientras observaba recelosamente a aquel pirata, George pensaba que
había grandes posibilidades de que James se enojara con ella en cuanto
llevara a cabo su plan y le arrebatara a ése, pero contaba que en cuanto
lo alejara de él y que éste olvidara su tonto amor hacia aquel pirata, y
luego de que ella le confesara sus verdaderos sentimientos hacia él,
James accedería a casarse con ella.

Isabel aún se encontraba soñando con aquella posibilidad cuando notó que
ya habían llegado al puerto. Luego de apearse, se dirigió hacia el barco
mercante que zarparía dentro de media hora hacia Isla Tortuga, el hogar
de todos los sucios piratas del Caribe.

Ya en el puerto, Elizabeth Swann había conseguido que su padre le
permitiera marcharse de nuevo, y se había reunido con el joven Will
Turner y James Norrington, quien ya había hecho arreglos para poder
zarpar aquella misma tarde hacia donde tanto deseaban ir. Will y
Elizabeth, totalmente enojados, ni siquiera habían cruzado palabra
alguna entre ellos.

George Jacobson y Jack Sparrow se reunieron con ellos al cabo de unos
minutos.

-Buenos días a todos, ¿están listos para partir? –le preguntó a sus
compañeros de viaje una vez que se paró frente a ellos al lado del
puente del navío.

-Estamos todos listos –respondió su amigo James.

-¿Y las bebidas también? –preguntó Jack Sparrow.

Nadie le respondió, ya que George habló antes que nadie.

-Muy bien, abordemos el navío –ordenó mientras les hacía un gesto para
que acataran su orden, no sin antes dirigirle una mirada asesina al pirata.

Elizabeth subió a empujones a "Jacky", luego, por detrás de ellas las
siguió Will Turner, quien no podía evitar su disgusto para con el
almirante, sobre todo el haberse llevado a Jacky cuando todos sabían que
la detestaba.

/-¿Quién se creerá este idiota para darnos órdenes?/-se preguntó muy
molesto-. /Se debe creer que está entre sus subordinados…/

Definitivamente, el pobre de Will seguía molesto por el asunto del duelo
del día anterior y por haberle arrebatado a su dama.

James Norrington siguió después de él, aún sumido en sus pensamientos
con respecto a traicionar o no a su amor no correspondido. El almirante
Jacobson, su amigo incondicional, apresuró sus pasos para poder caminar
a su lado.

-Hay algo que no te dije, James –George le confesó mientras subían por
el puente del navío mercante.

-¿Qué es?

-Bartolomé Morgan escapó de la horca hace una semana.


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