Mundo Star Wars: Aprendiz de Jedi Volumen 2. EL RIVAL OSCURO -Capítulo 18-

                         



El pasado de Qui-Gon Jinn no descansa. ¿Cómo puede crear un vínculo con el joven Obi-Wan Kenobi, mientras que él es perseguido por la traición de su primer aprendiz Xánatos? Xánatos fue también un prometedor estudiante hasta que el lado oscuro de la Fuerza intervino. Qui-Gon pensaba que había desaparecido para siempre.

Pero ahora Xánatos esta de regreso.

Y busca venganza.


Capítulo 18

Qui-Gon revivía la pesadilla. Sentía el mismo horror, la misma desesperación, la misma sensación de que debía acabar con la situación, aunque admiraba el valor del chico que lo había sugerido.

—No lo permitiré —le dijo a Obi-Wan—. Usaré la Fuerza para neutralizar el collar.

—No podrás hacerlo —negó éste con la cabeza, sonriendo ligeramente
—. Sé que puedo combatirte y ganar. Quiza sólo esta vez. Pero esta vez yo tengo razón, y tú no.

Qui-Gon se quedó impresionado. Sentía la Fuerza que emitía su discípulo como una ola arrolladora. Su poder le asombró. Miró fijamente a Obi- Wan. Sus voluntades chocaron silenciosas en el oscuro túnel.

Obi-Wan se puso contra la pared, apretando el transmisor contra su cuerpo.

—Déjame, Qui-Gon. Es mi momento.

El Caballero Jedi miró desesperado el panel del cierre. Deseaba destrozarlo con el sable láser. Deseaba golpear la puerta con su cuerpo. ¡No podía dejar que pasara esto!

No dejaría que la pesadilla ganara. La pesadilla...
Los círculos rotos brillaban delante de él. ¿Por que no los había visto antes? En el panel estaba el logo secreto de Offworld.

El círculo que une el pasado con el futuro, pero sin llegar a cerrarse.
Debe cerrar el círculo. Debe hacer avanzar el pasado. Debe...

—Espera —dijo.

Qui-Gon acalló su mente, dejando que la Fuerza le inundara. Recurrió también al poder de Obi-Wan, y se concentró en el círculo roto. Imaginó que el círculo se movía, se unía, volviendo a estar entero. El pasado debía encontrarse con el futuro para crear el presente. Eso era lo único que importaba. Xánatos era el pasado. Obi-Wan el presente.

Los círculos separados se movieron poco a poco, creando un círculo perfecto.
 

La puerta se abrió.

—Te dije que había un modo más sencillo —le dijo a Obi-Wan.

Este sonrió con alivió y cansancio. El sudor le recorría el rostro debido al calor y el esfuerzo.

—Será mejor que nos apresuremos.

Corrieron galería abajo, por recovecos y curvas, hasta llegar al túnel principal. Qui-Gon recordaba una alarma de emergencia situada cerca del ascensor sur. La activó y el vibrante sonido llenó los túneles de la mina.

—Evacuación —dijo una voz tranquila—. Evacuación.

—Eso también se refiere a nosotros —dijo Obi-Wan, activando el interruptor del ascensor.

Pero Qui-Gon titubeaba. Miró a su alrededor. Alguien había estado trabajando allí para limpiarlo. Había cajas de explosivos apoyadas contra la pared. Y encima de todas destacaba una.

—Obi-Wan, ¿es ésa la caja que viste?

—Sí. Pero no hay tiempo de descubrir lo que contiene —dijo, en el momento en que llegaba el ascensor—. ¡Vamonos, Qui-Gon!

Éste no respondió. Se acercó a la caja. Desenvainó el sable láser y cortó el cierre con precisión.
—Siempre tenía más de un as en la manga —murmuró—. Siempre tenía una puerta trasera.
Alzó con cuidado la tapa. Tal y como había supuesto, contenía una bomba de iones, el explosivo más destructor de la galaxia.
Obi-Wan miró por encima de su hombro.
—Dijo que era una mezcla de gases.

—Mintió. Esta bomba tiene temporizador. Y me temo que todas las cajas que se encuentran por todo Bandomeer estallarán en el mismo instante que lo haga ésta. La reacción en cadena será enorme. Podría volar todo el planeta.

Obi-Wan palideció.

¿Sabes cómo desmontarla?
 
—La Fuerza no servirá de nada —dijo Qui-Gon agachándose—. Tiene un disparador tan delicado que la Fuerza podría activarlo. Puedo desmontarla, pero necesito tiempo. Más tiempo del que tengo. Éste parece el control maestro. Xánatos debió conectarlo cuando se fue. Ésas son las buenas noticias. Si desarmamos esta bomba, no estallará ninguna de las demás.

¿Cuáles son las malas noticias? —preguntó Obi Wan, tragando
saliva.

—Está preparada para estallar en tres minutos. Necesito quince para desarmarla.

Obi-Wan asimilaba todo esto, mientras sentía que pasaban los segundos, segundos preciosos. Haber llegado tan lejos ¡y todo para que ganara Xánatos! No podía consentir que pasara.

—Su odio le ha llevado a destruir un planeta sólo para acabar conmigo
—murmuró Qui-Gon—. Por no hablar de una fortuna considerable. VeerTa dijo que sólo la riqueza de la veta de ionita era inconmensurable.

¿Ionita? Creía que esto era una mina de azurita.

—La explosión les permitió encontrar una veta. La onda expansiva proyectó hacia arriba las rocas del núcleo —repuso él, haciendo un gesto hacia el túnel.

¿La bomba tiene temporizador?

—Un temporizador iónico. Preciso al segundo. ¿Por qué?
Obi-Wan no respondió. Corrió por el túnel hacia los escombros. Cogió una roca y la arañó con la uña. Vio el brillo de ionita. Cogió más rocas y las amontonó en su túnica.
—Sólo queda un minuto —avisó el Caballero Jedi.
—Aún no estamos acabados —respondió el aprendiz, volviendo hasta
él.
Puso las rocas cuidadosamente alrededor de la bomba.

¿Qué estás...? —la pregunta de Qui-Gon murió en sus labios; la lectura digital se había detenido—. ¿Qué...?

—La ionita —dijo Obi-Wan—. Tiene una carga neutra. Para casi todos los instrumentos. Sobre todo los temporizadores. Los mineros la temen, pero ahora les salvará la vida. Ya tienes tus quince minutos, Qui-Gon —dijo con una sonrisa.

El Jedi respiró profundamente.
 

—Entonces, será mejor que empiece.




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