Una vez segura de que se habían alejado de sus perseguidores, Andra se quitó la capucha.
—Gracias por no caerte —gritó a Qui-Gon.
—Gracias por rescatamos —respondió Qui-Gon—. Estaba a punto de empezar a preocuparme.
Ella sonrió y aceleró. En unos minutos aterrizaron en el callejón cercano a su casa. Den y Andra escondieron los barredores tras un montón de deslizadores polvorientos y abandonados.
— ¡Toma ya! —exclamó Den cuando se quitó la capucha—. ¿Hemos aprovechado las posibilidades o no? ¡La próxima vez que escape de un guardia de seguridad quiero llevar a un Jedi detrás!
Obi-Wan no respondió a la sonrisa amable de Den. —No tendrías que habernos rescatado si nos hubieras advertido en UniFy —señaló.
—Estuve a punto de hacerlo —protestó Den—, pero no tuve oportunidad. Al menos acabé viniendo.
—Sólo porque yo insistí —dijo Andra—. Fui yo la que propuso el rescate.
— ¡Que me maten si yo no iba a hacerlo! —protestó Den—. ¡No me diste la oportunidad!
—Sugiero que continuemos la conversación dentro —dijo Qui-Gon, examinando el cielo—. Sé por experiencia que la policía de Telos no se rinde fácilmente.
Subieron por la tubería y entraron en el confortable hogar de Andra. La mujer comenzó a calentar algo de beber y dispuso una bandeja de pan y frutas. Obi-Wan se abalanzó sobre ella hambriento.
—No sé qué hacer —dijo Andra preocupada—. No podemos volver a entrar en UniFy. Estoy segura de que han reparado las brechas en su seguridad. Nunca conseguiremos las pruebas que necesitamos para demostrar que UniFy está relacionada con Offworld.
—Si hubiéramos tenido más tiempo —dijo Den. Qui-Gon le miró fijamente.
—Pero tú no estabas muy interesado en nada relacionado con Offworld,
¿verdad?
Den se agitó en su asiento.
—Pues claro que sí. Es que había demasiados archivos. Tú mismo lo dijiste.
—Vi tu pantalla, Den —dijo Qui-Gon—. No estabas mirando los archivos sobre los Lagos Sagrados. Estabas buscando algo sobre la katharsis.
— ¿Katharsis? —Andra se dio la vuelta—. ¿Por qué? — ¡No me miréis así todos! —protestó Den—. ¡Soy un hombre honrado!
Qui-Gon levantó una ceja. Obi-Wan parecía disgustado. Andra suspiró con
desesperación.
—Vale, tampoco soy honrado al cien por cien —admitió Den—. ¡Pero soy leal! Estaba buscando algo sobre la katharsis. Cuando trabajaba allí descubrí por casualidad... bueno, no fue casualidad, me introduje clandestinamente en unos archivos y descubrí que UniFy controla la katharsis.
Andra se dio la vuelta con una taza en la mano.
— ¿Estás diciendo que no es el Gobierno quien lo controla? Den asintió.
—Fue UniFy quien ideó la katharsis. Sobornaron a unos cuantos del Gobierno para que el proyecto cuajara. Básicamente, UniFy tiene al Gobierno en el bolsillo.
Andra se dejó caer en una silla, atónita.
— ¿Crees que UniFy diseñó la katharsis específicamente para desviar la atención del pueblo de sus verdaderas intenciones? Van a abrir todos nuestros parques globales al desarrollo. ¡Y nosotros vamos a pagarlo!
—Es realmente diabólico —dijo Den—. Es casi digno de admiración. Tiene que haber un genio maligno detrás de este plan.
Qui-Gon miró a Obi-Wan.
—Xánatos —dijo lentamente. La naturaleza malvada del plan tenía una sencilla elegancia que sólo podía ser propia de Xánatos.
Pero Qui-Gon no había terminado con Den.
— ¿Y entonces por qué estabas buscando de nuevo algo sobre la katharsis, Den? —preguntó—. Si ya sabías todo esto, no había mucho más que descubrir.
Todos se volvieron hacia Den. Él les devolvió la mirada con firme inocencia.
Eso significaba, sin duda, que estaba a punto de mentir, adivinó Qui-Gon.
—Yo sólo quería ayudar a Andra y al partido POWER... —comenzó a decir. Andra le interrumpió.
—Deja ya de mentir, Den. No es el momento. Esto es importante.
Él la miró. Qui-Gon percibió la vulnerabilidad que destilaba su mirada. Se preocupa por ella, pensó.
—Vale —dijo—. Yo quería ayudaros, pero también buscaba la forma de amañar el sorteo.
—Siempre preocupándote por ti mismo, ¿no? —dijo Andra con amargura.
—No —dijo Den lentamente—. También me preocupo por ti, aunque no quieras darte cuenta.
— ¿Y conseguiste averiguar cómo amañarlo? —preguntó Qui-Gon.
—No exactamente —contestó Den mirando hacia otro lado.
— ¿Descubriste algo? —preguntó Obi-Wan impaciente.
—Sí —admitió Den—, que el sorteo ya está amañado.
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