Mundo Star Wars: Aprendiz de Jedi Volumen 8. AJUSTE DE CUENTAS -Capítulo 11-

                                                           



La paz por encima de la ira
El honor por encima del odio
La Fuerza por encima del miedo

El malvado aprendiz de Qui-Gon Jinn, Xánatos, le ha tendido una trampa a su antiguo Maestro. Ha guiado a Qui-Gon y a un joven Obi-Wan Kenobi e su planeta natal, Telos… y los ha acusado de un crimen que ellos no cometieron.
La pena es la muerte.
De pronto Qui-Gon y Obi-Wan son fugitivos en un planeta donde todos son enemigos.
El día del ajuste de cuentas de Xánatos ha llegado.


Capítulo 11

—Las cosas van demasiado rápido —dijo Andra débilmente—. Dejad que os sirva el té.

Se sentaron alrededor de la mesa con las tazas de té caliente en las manos. La grandiosidad del plan aturdía a Andra. Siempre había esperado encontrar conspiraciones y corrupción, pero no a semejante escala. Era obvio que se habían topado con una estrategia para explotar los recursos naturales de todo un planeta. La cuestión era encajar todas las piezas y saber lo que podían hacer al respecto.

Qui-Gon apuró su taza.

—Sugiero un plan dividido en dos —dijo—. En primer lugar, Den se introducirá en el sistema del sorteo.

—Oye, espera un momento —dijo Den—. ¿Qué quieres decir con que me infiltraré en el sistema del sorteo? ¿Qué te hace pensar que puedo hacerlo?

—Tengo la sensación de que sabes hacerlo —dijo Qui-Gon cortante—. ¿Por qué, si no, te arriesgarías tanto para volver a entrar en UniFy? ¿Por qué, si no, saltaron los dispositivos de seguridad? Tú ya te habías metido alguna vez en el sistema.

Den bebió un sorbo de té y se atragantó. Nadie se movió para ayudarle.

Vale, vale —graznó él—. Creo que puedo manipularlo. Quiero decir, creo que puedo amañar la parte que ya está amañada.

—Y sabes cómo asegurarte de que ganarás el premio —dijo Qui-Gon. Den asintió con desgana.

—Puedo manipularlo para que yo gane el sorteo. UniFy siempre selecciona a un ganador por adelantado. A medida que avanzan los juegos, a algunos de los concursantes se les proporciona equipo defectuoso, nada realmente llamativo, sólo cosas que reducen ligeramente sus posibilidades de ganar. Uno de los competidores ha sido seleccionado por adelantado y sobornado. Él o ella accede a devolver a la empresa la mitad de la fortuna de forma clandestina. Lo único que tengo que hacer es poner mi nombre en el lugar del próximo ganador.

Andra negó con la cabeza.

—Sabía que tenías un motivo oculto para ayudarme. Ibas a coger el dinero y desaparecer.

—Estás de broma, ¿no? —dijo Den—. No puedo creer que realmente pienses algo así. Tras ganar habría compartido esa fortuna. Al menos una parte.

—No quiero nada de una fortuna obtenida destruyendo nuestros lugares sagrados —dijo Andra bruscamente—. ¡Y tú tampoco deberías hacerlo!

¡No es culpa mía que los estén explotando! —protestó Den—. Y una fortuna es una fortuna.

—Ése es tu problema—dijo Andra—. Crees realmente lo que dices.

 

¿Quiere alguien escuchar la segunda parte de mi plan? —interrumpió Qui- Gon suavemente—. En segundo lugar deberíamos continuar con el plan original de Andra y visitar los Lagos Sagrados. Habrá que volver a reunir las pruebas.

—No será fácil —dijo Andra—. La seguridad es muy estricta.

—Podéis usar un poco de la cosa ésa Jedi para ablandar las mentes y doblegar las voces —sugirió Den.

—Creo que necesitaremos algo más que eso —dijo Qui-Gon—. Andra, ¿puedes reunir a tus seguidores? Creo que lo mejor es infiltrarse por varios puntos para no depender de un único equipo.

Andra miró su taza y acarició la madera de la mesa con la mano.

¿Andra? —insistió Qui-Gon. Ella alzó la mirada.

—No puedo hacerlo —dijo ella—. No he sido totalmente sincera con vosotros.

No tengo seguidores. Yo soy el partido POWER.

¿Que no hay partido? —preguntó Obi-Wan incrédulo. Ella se encogió de hombros y sonrió débilmente.

—Sólo soy yo. Tuve algunos seguidores, pero todos desaparecieron cuando el equipo de investigación fue asesinado. Nadie me escucha ya. Todos piensan que estoy loca porque preveo un futuro poco prometedor al que nadie se quiere enfrentar, y mucho menos impedir.

Den comenzó a reírse de repente.

¡Así que la Capitana Integridad ha estado mintiendo todo el tiempo! —dijo entre carcajadas—. ¡Es lo mejor que he oído en el milenio!

—Basta, Den —gruñó Andra—. Tenía que fingir que tenía apoyo. Necesitaba que me ayudarais.

—Vale—dijo Den asintiendo—. Claro. Tú puedes engañar porque estás salvando un planeta. Ya lo capto. Mientras tus motivos sean puros, puedes hacer lo que te dé la gana.

—No digo eso —le replicó Andra enfadada—. Si te preocuparas por algo que no fuera tú mismo, lo entenderías.

—Lo que entiendo es que harías cualquier cosa para conseguir lo que quieres

—dijo Den—. Nos parecemos más de lo que quieres admitir, Andra.

Andra le miró furiosa.

—Preferiría parecerme a un dinko.

—Eso lo puedo arreglar —dijo Den rápidamente—. Un dinko es una criatura con colmillos y un carácter terrible. El problema es ¿en qué te diferencias de él? Déjame ver tus dientes.

—Tú sigue así, Den —le advirtió Andra.

 

—Bueno, ya basta —cortó Qui-Gon—. Tenemos un problema. ¿Quién va a entrar en los Lagos Sagrados?

—Yo lo haré —dijo Andra, mirando furiosa a Den. —Yo iré contigo —dijo Obi- Wan.

Qui-Gon negó con la cabeza.

—No.

—Pero si es lo mejor —discutió Obi-Wan—. Un chaval viajando con una mujer no llamará mucho la atención. Pareceremos hermanos de excursión. Si nos cogen, podremos decir que nos habíamos perdido.

—Y tú deberías quedarte aquí para vigilar a Den —dijo Andra a Qui-Gon—. Si consigue amañar el sorteo podría coger el dinero y salir del planeta.

—Gracias por tu apoyo —dijo Den sarcástico.

¿Me has dado algún motivo para fiarme de ti últimamente? —le preguntó Andra con frialdad.

—Dinko —replicó él.

—Mangante —escupió ella.

Qui-Gon ignoró la riña por el momento. Estaba exasperado y preocupado. No quería que Obi-Wan viajara sin él. Xánatos andaba suelto en su propio planeta y estaba furioso por su huida. Pero lo que el chico decía tenía lógica. Tenían que arriesgarse para atrapar a Xánatos. Pero ¿era ese riesgo mayor que el que estaba dispuesto a soportar?

Vio a Obi-Wan mirándole. El chico no entendía por qué no quería dejarle ir.

Para Obi-Wan era una cuestión de confianza. Qui-Gon tenía que permitírselo.

—De acuerdo —dijo él—. Obi-Wan y Andra reunirán las pruebas. Den y yo nos quedaremos aquí. Ahora procedamos a los preparativos.

 




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